Hola y feliz verano a todos y todas.

Siento no poder contestar uno por uno los maravillosos (y reconfortantes) comentarios que dejáis a la historia pero…hoy estoy lo que digamos muy cansada (tanto de mente como de cuerpo) así que espero que me disculpéis, y en el siguiente capítulo (que espero pasarlo pronto al ordenador) ya os contestare a cada uno como se debe.

Besos y a disfrutar de tan "corto" capitulo

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Capitulo 36 Decisiones y descubrimientos

¿Cuánto tiempo había pasado mirando su reflejo en el cristal? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que le dejase solo? ¿Cuanto? ¿Cuanto? ¿Cuanto?... No lo sabia, pero algo en su interior le decía que mucho, minutos, horas, días… e incluso semanas. Podía sentir que lo que decidiese en ese instante cambiaría todo cuanto conocía…Estaba sentado en el suelo, meditando su situación.

Levantó de nuevo la vista, fijándola en el cristal. Si, ansiaba regresar, volver a casa, volver con todos cuantos conociese alguna vez, luchar contra el mal activamente, no allí, donde nadie podía encontrarlo… estos pensamientos le hicieron recordar, duramente eso si, sus últimos años: desde Azkaban a la guarida de la Orden del Fénix; desde que fuese un prisionero, un peligroso criminal, hasta convertirse en un fugitivo, en un renegado de la sociedad, y en alguien buscado por la mayoría de las personas por un crimen que no cometió… delito que a pesar de no ser ejecutado por su mano, se sentía culpable por ello. Le carcomía la mente, se culpaba una y otra vez, saber que fue él, sin conocerlo entonces, quien entregó a su mejor amigo, y a su esposa, y a su hijo… Harry se había salvado finalmente, pero ¿a que precio?

Nunca dejaba traslucir ese sentimiento, esa sensación de haber sido él el traidor, aunque no lo fuera físicamente, pero él, Sirius Black, había propiciado esa situación…Y, a pesar de intentar rehacer su vida, de intentar ser útil, de ayudar en todo lo que pudiera… desde que estaba en "libertad" (libertad entendida a no estar encerrado entre las paredes de la prisión) no había hecho gran cosa, sino entorpecer mas las cosas, obstaculizar los planes, comportándose como un alocado adolescente en vez del adulto que era…

Miró de nuevo al cristal, en medio del campo, junto al bosque se encontraba aquel niño que le había estado guiando en ese último tiempo, ahora jugaba con otros de su edad, adentrándose en el bosque, y corriendo, como si nada le preocupase. Oía sus risas, las risas infantiles de aquellos muchachos, y, en ese momento, supo de quien se trataba, quien era aquel guía misterioso… y también comprendió las ultimas palabras que le dijo antes de adentrase en el espejo: "¿Te gustaría venir?"

Una sonrisa apareció tímidamente en su rostro, ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Era idéntico a él, exceptuando que uno tuviera a lo sumo diez u once años y otro rozara la línea de los cuarenta: los mismos ojos, el mismo pelo, la misma expresión al esconder una travesura, el mismo carácter… era él… de niño…

Como si hubiera advertido que su secreto estaba descubierto, el pequeño Sirius se volvió hacia el cristal, y sonrió desde su posición, apareciendo de detrás de un gran árbol, para luego seguir jugando con los demás niños que se encontraban en el bosque: una sonrisa idéntica y sincera se reflejó en el rostro del adulto, aunque no se movió, todavía tenia mucho en lo que pensar, y la decisión tenia que ser firme, intuía, sabia, que esta vez no había vuelta atrás, que lo que decidiese era para siempre y… tenia que decidir lo correcto, no dejarse guiar por la impulsividad que había demostrado anteriormente: era hora de demostrar que había crecido, ya no era un joven despreocupado, tenia responsabilidades para y con los demás…

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La semana pasó rápidamente y ya estaban a viernes, día antes del partido y… seguía lloviendo.

- ¿Alguna noticia, Harry? – le preguntó Ginny sentándose a su lado en el desayuno, ese día también se había levantado algo cansada, llevaba días así, como si no descansase bien por las noches.

- No – contestó este mientras empezaba a prepararse las cosas para la primera comida del día – Se lo he comentado a McGonagall – señaló con la vista a la jefa de su casa, que también se encontraba en el comedor, vigilando a los alumnos que llegaban – y me ha dicho que hasta mañana no nos dirán si lo suspenden o no.

- Pero… no creo que la tormenta pare de un día a otro…– un trueno pareció reafirmar la opinión de la pelirroja. En el techo encantado del Gran Comedor se podían vislumbrar las negras nubes y la lluvia que caía incesantemente desde hacia días y días, y no parecía querer parar…

- De todas formas, tendremos que estar preparados para jugar si ven que se puede. En pocas ocasiones se ha suspendido un partido de quiddicth a causa del clima, y no creo que esta sea una de ellas…

- Esperemos que mejore – murmuró la pelirroja, centrando su atención a la mesa ya.

- Si, eso. Esperemos.

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- ¿Qué te toca ahora?

- Historia de la Magia – respondió Ginny – Una clase perfecta para despertarse – terminó con una sonrisa - ¿Y a ti?

- Pociones. Menos mal que este año no vamos con los Slytherin, ya es suficientemente duro aguantar a Snape y sus aires de perfección. Parece que este año esta más insoportable que nunca, y eso ya es decir – dijo Harry, ambos ya habían terminado de desayunar y ahora se encontraban en uno de los pasillos del castillo, justo donde se tenían que separar para ir a sus respectivas clases, al haberse levantado tarde, casi nadie quedaba en las mesas.

- Si, yo también me he fijado. Si no conociera como es, creería que esta preocupado por algo. No se, llámalo intuición femenina, pero parece que… - una extraña idea le apareció fugazmente por la cabeza. No, definitivamente "eso" no podía ser.

- ¿Qué?

- Nada, no es nada. – agitó ligeramente la cabeza, para desechar lo que había pensado - Bueno, suerte en Pociones – una de sus manos se posó en uno de los hombros de Harry, y con un ligero apretón, se despidió de él.

Quedó dudoso, en medio del pasillo, viendo como se alejaba Ginny corriendo hacia el aula correspondiente… por un instante le había parecido ver la duda en los ojos de ella, y también le había parecido que el gesto cariñoso no iba dirigido al hombro, sino que iba un poco mas arriba, a su cara, a su mejilla, y, en el ultimo instante, era como si se hubiera arrepentido de mostrar aquello…

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- Eh, Harry, parece que has visto un fantasma – una voz, ligeramente dormida, le llegó a sus oídos, se había quedado pensando en que significaba lo sucedido unos minutos atrás.

- Nada, no es nada. Sólo que… - se calló al darse cuenta de que tenia a Ron enfrente suyo y no era bueno contarle las sospechas que tenia respecto a su hermana – Nada – dijo finalmente

- Vaya facilidad de palabra llevas hoy. Espero que no le de a Snape por preguntar en clase porque contigo sacaría las respuestas mas monotemáticas – rió al imaginarse a su amigo responder al temible profesor con las palabras que había escuchado anteriormente.

- ¿Monotemáticas? – Preguntó Harry de forma irónica – Creo que tanto tiempo con Hermione te esta afectando mucho. Ya sólo te falta pasarte las noches en la biblioteca para ser iguales – bromeó con Ron, sin saber que, extrañamente, se acercaba a la verdad.

- Chicos, ¿vais a venir a clase o no? – la ultima componente del grupo se acercó corriendo, los deberes de prefecta habían hecho que tardase mas en ir a clase. En cuanto llegó a su altura, se calmó un poco, regularizó su respiración y se encaminaron los tres juntos hacia el pasillo de camino a las mazmorras…

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La ultima clase de la semana llegó, la ansiada ultima hora antes del partido, si es que al final se celebraba, eso si, pues el tiempo no daba muestras de mejorar.

Todos en Gryffindor, absolutamente todos, andaban con la mirada puesta en el cielo, era la primera oportunidad que tenían de demostrar que eran dignos defensores del titulo conseguido el año anterior, por eso quizás no prestaban la debida atención a lo que explicaba Hagrid en la clase de Criaturas Mágicas, la que estaban teniendo actualmente.

- … Y finalmente nos encontramos a los Selkies… ¿Quién me puede decir que son? – varias manos se alzaron para contestar la pegunta, la mayoría de Ravenclaw, que era con los que compartían la clase– ¿Si?

- Los Selkies tienen aspecto de foca. Habitan en las islas del norte de Gran Bretaña. Pueden adoptar formas humanas muy hermosas – un largo murmullo de admiración se escucho desde una parte de la clase, ajeno a ello, el chico siguió hablando – pero deben retomar su aspecto de foca en el agua – un murmullo de decepción se escucho desde la misma parte que anteriormente.

- Muy bien, diez puntos a Ravenclaw. ¿Alguien me puede decir más acerca de estas criaturas? – el semi gigante paseo su mirada sobre el grupo de quinto año al que estaba dando clase - ¿Nadie? – se extrañó, puesto que esas criaturas no eran muy extrañas, no como algunas que estaba planeando enseñarles la semana siguiente. Sus ojos se posaron en una pareja de muchachas, una pelirroja y una rubia, pero ambas también negaron que supieran la respuesta – Bien. Aparte de lo que ha dicho vuestro compañero sobre los selkies, estas tienen una rara y muy poco conocida cualidad – se acercó hacia una ventana de su aula, estaban allí encerrados ya que no podían salir a los terrenos a causa del agua que caía – Dar muerte a una selkie es invocar una tormenta desastrosa – terminó de decir como explicación.

En ese instante dio por concluida la clase y todos salieron a disfrutar del fin de semana que tenían por delante, todos excepto Ginny, que se había quedado pensativa al oír las ultimas palabras de su profesor…

- ¿Es verdad eso Hagrid? ¿Crees que la tormenta ha sido provocada? – tentativamente fue preguntándole

- Emm, si… bueno… no… eso es lo que yo creo… pero…

- ¿Existe alguna manera de detener la tormenta?

- No…si… no lo se… - sus manos se revolvían inquietas, intentaba ordenar los papeles de deberes para corregir que le habían entregado al inicio de clase, pero por mas que intentaba ponerlos todos en una pila, mas los desordenaba – No debí decir eso, no tendría que haberlo dicho… - era tal el tono tan bajo con que lo decía que la pelirroja estaba dudando si lo decía o se lo estaba imaginando – No tendría… ni siquiera Dumbledore cree que sea producido por eso… pero… quien sabe… aunque… no, si, quizás no… son difíciles de encontrar….

- ¿Qué es difícil?

- Me tengo que ir… Hasta la próxima clase – antes de traspasar la puerta, algo le vino a la mente – Ah, Ginny, si ves a Harry o a Ron o a Hermione, diles que me gustaría que pasasen algún día por mi casa, hace tiempo que no tomo un té con ellos. Y diles también que Grawp estaría encantado de verles de nuevo.

- ¿Grawp? ¿Quien es Grawp?

- Es mi hermano, ya lo vistes en Halloween. Es mi hermano pequeño.

- Ah, "ese" era tu hermano. Buen tirador, por cierto – recordó lo acontecido cuando puso en fuga a varios mortifagos, lo que no entendía era donde estaba escondido el gigante para que nadie lo hubiese visto hasta entonces.

- Si, le enseñe yo – dijo Hagrid con orgullo, hinchando el pecho – Ahora estoy buscándole una pareja, quizás para San Valentín pueda lograr que se encuentren.

- ¿San Valentín? Pero… pero eso es dentro de… dos días… el domingo… es muy pronto para que… - Ginny calló de repente al darse cuenta de que se encontraba sola, en medio del pasillo, Hagrid ya se había adelantado varios pasos y ya no le hacia caso, estaba hablando con otro de los profesores del castillo – San Valentín – volvió a murmullar para ella mientras agarraba con fuerza la mochila que llevaba, y después se encaminó hacia su torre

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- Creo que deberías ir a pedir una poción para dormir, Harry. No tienes buena cara – le dijo Ron al sentarse ambos en unas sillas en la sala común, ya habían terminado las clases de esas semana, al día siguiente tendrían el partido.

- No pasa nada, es sólo los nervios por el partido de mañana. Es el primero que tengo como capitán y… bueno, estoy un poco nervioso, para que negarlo.

- Si finalmente hay partido – aclaró Hermione desde el otro extremo de la mesa donde se encontraban haciendo los deberes el trío - ¿Desde cuando no puedes dormir bien? – le preguntó a Harry tras unos segundos de silencio, levantando su vista para fijarse en las ojeras que intentaba disimular este.

- No lo se – dijo el interrogado, pero la cara que puso Hermione no le dejaba lugar a dudas, a ella no podía mentirle, además, eran sus amigos ¿no?, eran las personas en las que podía confiar siempre, eran los únicos que no le esconderían ningún secreto, no se ocultarían nada entre ellos ¿verdad? – Desde vacaciones – susurró despacio, confesando así uno de sus secretos – Desde el día de Navidad. Al principio dormía bien, me levantaba un poco cansado pero se aguantaba, pero los últimos días no he podido… y me levanto como si mi cuerpo hubiera estado caminando miles y miles de kilómetros…

- Nos lo deberías de haber dicho antes…

- No quería preocuparlos Ron, suficiente tenéis vosotros con el cargo de prefectos, además – un pequeño bostezo se asomó por su cara – creo que serán los nervios, ya sabes, por el partido, la presión, los exámenes…- dijo, pero internamente añadió a la lista varias razones mas: "la profecía, el desierto de cada noche…"

- La falta de sueño puede llegar a ser muy perjudicial para la salud, Harry. No es bueno dormir pocas horas, o levantarse sin descansar, así que ahora vas a ir a ver a la enfermera y que te prepare una poción para dormir

- Hermione… - protestó, pero esta ya se había levantado, le había agarrado de un brazo y andaba, tirando de él, en dirección a la salida de la torre, rumbo a la enfermería, dedujo. Sabia que cuando una cosa se le metía a Hermione en la cabeza, no había nadie que pudiese detenerla, y mas cuando estaba en juego la salud de uno de sus mejores amigos – Ron, hazle entrar en razón… no necesito ir – Harry, en un vano intento de zafarse de los brazos que le tenían preso, intentó pedir ayuda, pero el pelirrojo, en vez de ayudar a quien lo había pedido, agarró el brazo que tenia este libre y se sumó a la comitiva.

- Es por tu salud – fue la disculpa que le dirigió al ver en su cara la sorpresa – Además, al equipo de quiddicth no le sentaría muy bien tener que votar a un nuevo capitán segundos antes del primer partido…

- No soy un niño – murmuró medio enfadado este, pero sabia que tanto Ron como Hermione tenían razón, la falta de sueño estaba haciendo estragos en él, ya no se concentraba tanto como antes, no se acordaba casi ni de lo que había hecho el día anterior, y el cuerpo le dolía a cada instante, desde que se levantaba hasta que se acostaba, siempre… era un estado de cansancio permanente.

- Pues ahora lo pareces – ya estaban enfrente del cuadro que protegía la entrada – Nos preocupamos por ti. Tienes que dormir y descansar. No querrás quedarte dormido encima de la escoba y caerte ¿verdad?

- No, eso no, pero… ¿es necesario ir ahora? Ya conocéis como es la enfermera… si ve que pasa algo no me dejara jugar y… - se volvió hacia Ron, a ver si le podía convencer con ese razonamiento.

- Eso no te servirá – dijo Hermione al ver la estrategia de Harry – tu salud esta por encima de un partido de quiddtich

- No lo comprendes

- No, no entiendo como puedes preferir correr el riesgo de caer desde una altura elevada porque te has dormido a tomarte una simple poción y dormir y descansar bien una noche…No, realmente no lo entiendo – recalcó las últimas palabras.

En esos instantes, el cuadro se abrió, alguien entraba desde la otra parte, y ese alguien era nada más y nada menos que la hermana pequeña de Ron, Ginny, que venia agarrando fuertemente la mochila.

- ¿A dónde van? – les preguntó al ver como cogían entre los dos prefectos a Harry.

- A la enfermería, a Hermione se le ha metido en la cabeza que necesito una poción para dormir –contestó este, y le pareció ver, en los ojos de la pelirroja, como interiormente le daba la razón a la prefecta – Y conociendo a la enfermara Pomfrey, quizás no pueda jugar mañana – le suplicó, intentando la misma estrategia que había utilizado con Ron, ya que ambos eran parte del equipo - ¿Puedes convencerles que no necesito ir?... por favor

Ginny dudó, mirando a uno y a otro, de Ron a la determinación que se reflejaba en la cara de Hermione… sabia que eso le traería problemas, sabia que mas adelante le interrogarían a causa de ello, pero…

- Yo tengo una poción para dormir bastante potente en mi habitación – la cara de sorpresa que pusieron los tres ya se la esperaba – Esto… la iba a utilizar para los Timos, pero ya conseguiré otra mas adelante… - sin darles tiempo a preguntar de donde la había sacado (puesto que algunos de los ingredientes de esas pociones solían ser extremadamente raros e inaccesibles) la pelirroja corrió a su habitación, sacó de su escondite la ampolla que contenía el liquido y bajó para depositarla en las manos de un todavía aturdido Harry. Después, volvió a desaparecer por las escaleras, sin darles tiempo para que le dijesen algo alguno de los tres.

- ¿Todavía tengo que ir a la enfermería?

- No, ya no – Hermione le soltó del brazo. Seguía teniendo su mirada en las escaleras de acceso a las habitaciones de las chicas, sabia que pronto tendría que hablar muy seriamente con Ginny, había cosas extrañas que sucedían en torno a ella – Harry

- ¿Si?

- Prométeme que iras a la enfermería si vuelves a no poder descansar bien por la noche.

- Te lo prometo… De verdad – dijo decidido al ver la mirada de desconfianza que le lanzaba su amiga.

- Eso espero.

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- Bien, ¿preparados para ganar el partido? – los componentes del equipo de quiddicth juntaron sus manos antes de salir del vestuario, estaban todos listos y dispuestos, y el día, aunque un poco gris, ofrecía un panorama más esperanzador que los anteriores: ya no llovía con tanta fuerza y se podía ver a varios metros, no como antes. Además, parecía que la tormenta estaba terminando ya, se habían cumplido los mejores pronósticos para ese día. En esos momentos terminaban de anunciar a los jugadores del otro equipo, ahora les tocaba salir a ellos…

- Y aquí salen… - una chica de cuarto de Hufflepuff se encargaba de narrar el partido, ahora que el comentarista oficial había abandonado la escuela - Andrew Kirke y Jack Sloper en los puestos de golpeadores – una ovación se escuchó en las gradas adornadas con el color rojo, los leones animaban a sus jugadores –Katie Bell, Ginny Weasley y Sam Smith en los puestos de cazadores. Oh, vaya, parece que este puesto siempre lo tienen mujeres – otra ovación se escuchó cuando las tres salieron al campo, las dos ultimas eran las novatas en ese puesto, y la ultima en salir, a pesar de que su hermano mayor jugase durante años en otro equipo del colegio, seguía sin poderse creer que estaba en el equipo. Por fortuna, Ginny era una de sus compañeras de habitación y la había calmado la noche anterior…

- Ron Weasley como guardián. El mejor que ha tenido el equipo, incluso mejor que Oliver Wood, si me permiten decirlo. Si no, recuerden su ultima parada en el partido final del año anterior, el que les valió la copa de quiddicth y…

- Vaya Ron, creo que te ha salido una admiradora – dijo Ginny acercándose a su hermano en el aire, en esos instantes parecía que el color de su cara rivalizaba con el color de su pelo, estaba extremadamente ruborizado

- Y no hablemos de lo buen prefecto que es…

- Señorita Whole, deje de alabar al señor Weasley o tendré que tomar medidas y suspenderla en su primer partido – la profesora McGonagall ya empezaba a arrepentirse de la elección de la muchacha para narrar los partidos, había pensado que no existía nadie mas pesado que Lee Jordan, pero para su desgracia si existía, y la tenia justo a su lado.

- Vaaaleeee – contestó esta de mala gana y se dispuso a terminar de presentar a todo el equipo – Y como capitán de Gryffindor, tenemos a una persona altamente conocida por todos, campeón del torneo de los tres magos, hablante de parsel, valiente como nadie, derrotó él sólo a un basilisco en su segundo año – un carraspeo de parte de la profesora le indicó que se estaba excediendo – él, el único que ha derrotado a quien-no-debe-ser-nombrado… él único que ha sobrevivido a la maldición asesina, él… – el carraspeo cobraba cada vez mas intensidad – él, el-niño-que-vivió, el incomparable, el único…… – se escuchó como alguien intentaba agarrar el micrófono y como se oía, por lo bajito, que no lo volvería a hacer. Después de unos segundos, se escuchó al final el nombre del capitán de Gryffindor, aunque ya nadie dudaba de quien era - Harry Potteeeeeeeerrrrrr….

Hermione, desde el asiento que ocupaba en la tribuna, no podía decidir quien de sus dos mejores amigos estaba más colorado por la presentación que habían tenido.

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Después de la vuelta al campo y de situarse cada uno en el puesto correspondiente, los dos respectivos capitanes se dieron la mano en el medio del campo, deseándose mutuamente suerte y buen juego, y a la señal de la profesora de vuelo que iba a arbitrar el partido, se elevaron para empezar a jugar…

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La tormenta empezaba a amainar, a aclararse el día, los tímidos rayos de sol se intentaban colar por entre las nubes negras…y una persona contemplaba ese espectáculo a orillas de un gran lago.

A cierta distancia de él se alzaba un majestuoso castillo, lugar que había reconocido, no por algo había pasado allí muchos años de su vida, bastantes, y donde había encontrado algo que nunca pensó en encontrar: amistad…

Ahora, recordando aquellos días, supo que había tenido suerte, verdaderamente había tenido suerte, ya que un hombre lobo, un licántropo, siempre era rechazado por lo que era, sin preguntar, pero él, él se sintió querido desde un primer momento, y a pesar de ser descubierto su secreto años más tarde, sus amigos nunca le abandonaron, no, nunca lo hicieron, e incluso, aquel secreto les unió todavía mas…

¿Quien lo hubiera dicho? Años mas tarde aquellos cuatro despreocupados y unidos muchachos se separarían y sus caminos tomarían diferente rumbo: un mortifago, un prófugo de la justicia, un exiliado de la sociedad y… uno desaparecido para siempre. La vida nunca es como uno la imagina de niño…

- ¿Vamos ya? – su acompañante le instaba a continuar, aunque sin prisas porque sabía lo que sentía el hombre, no por algo era una parte de él, una que le ayudaba en su misión…

- Si… creo que va siendo hora de enfrentarse a ello – los ojos dorados de Remus dieron una última mirada al lago helado, aparentemente calmado aunque bajo esa capa de tranquilidad, las aguas estaban revueltas: se sentía identificado, no sabía porqué, pero ese elemento le atraía de forma extraordinaria…

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Con un rápido gesto del niño, el paisaje que se encontraba frente a sus ojos cambió, ya no se encontraba en las afueras, estaba ya en el interior, dentro del castillo, en una de las torres, en una habitación… en su habitación de los años de escuela.

- ¿Aquí es? – preguntó, sin poderse creer que estaba all

- Si – le contestó el niño, ahora ya casi muchacho que le acompañaba. La mirada que tenia de nostalgia al ver aquella estancia le hizo deducir rápidamente a Remus de quien se trataba, las sospechas que albergara anteriormente se habían confirmado… el niño era su reflejo, era él mismo a esa edad, un guía que conocía hasta el mas recóndito de sus secreto, puesto que era exactamente él, o mas bien, él de niño… Como si sintiera que su secreto era desvelado, el niño-Remus se volvió a su versión adulta

- Y, ¿Qué tengo que hacer exactamente? – preguntó el adulto, al ver que nadie había all

- Ya lo averiguarás – y dicho esto, desapareció de la estancia, dejándole solo…

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Sirius alzó la mirada hacia el espejo, hacia el cristal que separaba la estancia del jardín. Algo había cambiado fuera, ya no llovía como antes, ahora el sol se asomaba tímidamente por las nubes…

En sus ojos se veía determinación, ya había decidido que iba a hacer, que camino tomar…

Se levantó del suelo donde había permanecido hasta entonces. Si, estaba decidido, no había ninguna duda ya en su interior. Esperaba con toda su alma que eso fuese lo correcto, pues… no era nada fácil para él haber tomado esa decisión…

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- Bell, la increíble Katie Bell, se dirige velozmente hacia la portería contraria, Va seguida por uno de los cazadores del equipo de Ravenclaw. Intentan tirarla de la escoba…Uy, eso ha tenido que doler mucho… Ahora es Ravenclaw quien tiene la quaffle… se dirigen rápidamente hacia la portería defendida por Ron Weasley. No creo que marquen, es un estupendo guardián… - se escuchó un silencio, como si tapasen el micrófono – Si, si, me centro en el partido. Tiran y…… lo que decía, el increíble Ron Weasley ha parado la quaffle. Ahora se la pasa a su hermana que se encuentra cerca de él. Y de nuevo empieza el ataque de Gryffindor…

En el aire se desarrollaba un partido muy igualado, todavía nadie había podido marcar, y la quaffle volaba de unas manos a otras…

- Eh, Harry. Felicidades por el puesto de capitán – Cho Chang, la buscadora del otro equipo se acercó hasta él volando, era la primera vez que hablaban a solas en ese curso, antes sólo habían coincidido en las clases extraordinarias de defensa.

- Gracias – le respondió una vez que comprobó que la snitch no estaba cerca de allí y de que no se trataba de una trampa – Pensé que también te iban a nombra a ti capitana de Ravenclaw, después de que terminará la escuela Roger Davies.

- Me lo propusieron, pero… no me apetecía el puesto, es demasiada responsabilidad.

- Si, ya lo he comprobado. Y… – los gritos provenientes de las gradas le indicaron que su equipo había marcado.

- ¿Qué?

- ¿Qué tal estas?

- Bien ¿y tu?

- También bien – le rehuyó la mirada, haciendo como si se fijase en algún reflejo que pudiese ser la snitch

- ¿Sabes que día es mañana verdad? – una ovación se escucho, el partido se acababa de empatar.

- Si, pero no tiene ninguna importancia. Eso ya ha pasado.

- Me preguntaba si… bueno, ¿si te apetecería ir a Hogsmeade? Ya sabes, para recordar…

- Las cosas han cambiado – dijo Harry antes de lanzarse en picado hacia el suelo desde una altura de quince metros, había encontrado finalmente la pequeña pelota y la iba a atrapar para dar por finalizado el partido.

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- Kirke desvía la blugder que iba dirigida hacia el guardián de su equipo… Estos dos golpeadores son muy rápidos, casi parecen ser clones de los increíbles gemelos Weasley. Ay, Fred y George, ¿saben que son los mejores? – un suspiro salió por el micrófono. En las gradas, sentados junto a Hermione y al resto de Gryffindor, los nombrados intentaron esconderse en vano, ahora les había llegado a ellos el turno de los increíbles comentarios de la nueva narradora.

- ¡Whole! – la voz de la profesora McGonagall se escuchó de nuevo

- Si, si. Me centro en el partido. Ravenclaw tiene la pelota… No, ahora es Gryffindor… No, Ravenclaw, Bradley de nuevo ataca la portería de los leones… - existía un continuo ir y venir de la quaffle, debido en parte a la buena puntería de los golpeadores de ambos equipos – Gryffindor de nuevo… se dirigen a la portería yyyyy……. Marcan. Veinte a diez… Esperen, creo que ya ha aparecido la snitch. Si, ahí esta, a unos cinco metros del suelo y parece que el buscador de Gryffindor, el increíble e inigualable buscador – carraspeo de parte de la profesora - también la ha visto. Se dirige velozmente, seguido por Chang, pero no hay nada igual y más rápido que la Saeta de Fuego que monta Potter… ¡cuidado!

Una blugder, proveniente de mitad del campo, rozó la escoba que montaba Harry, que no desaceleró: su objetivo estaba cerca… Sentía y oía el aleteo de la pequeña bola, un poco más y la atraparía, ganando así el partido…

- Casiiiiiiiii, la blugder ha pasado de largo, Potter continua en persecución de la snitch. Sigue bajando, perseguido por la buscadora de Ravenclaw… Les faltan unos tres metros para llegar a la snitch…

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Y en ese instante sucedió, como si fuese un flash: unos ojos rojos enfrente de él, una sonrisa… y algo dirigiéndose velozmente hacia él, una sombra negra… no era una blugder, no, esto era más pequeño, infinitamente más pequeño, como del tamaño de una pluma… con una punta demasiado afilada para ser meramente accidental. Si seguía bajado a esa velocidad, si seguía en dirección a la snitch se encontraría con ese extraño objeto, pero… no podía apartarse, la snitch le esperaba, tenia que cogerla para ganar el partido… Rápidamente miró hacia los lados, nadie se daba cuenta del objeto que iba dirigido hacia él… ¿desde donde se lo habían lanzado?

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Las gradas enloquecieron una vez mas en el mismo instante en que la narradora anunció el tercer tanto de Gryffindor, estaba mas en la persecución entre los buscadores que en narrar lo que ocurría en los postes.

- … Están a un metro y medio de la snitch… Esta sigue quieta en su sitio, como si esperase a ambos buscadores… Potter parece que duda, creo que ha reducido la velocidad… Chang disminuye la distancia que le separa de él y de la pelota… Están casi a la misma altura…

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Dudaba, si seguía por ese camino, la flecha o lo que fuera le daría de pleno, pero no podía tomar otro rumbo, no cuando Cho estaba tan cerca de él. Con un rápido vistazo, vio que eso se dirigía directamente hacia su escoba, era como si viera su duda y no le permitiera escapar…

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- ¿Qué hace? Potter ha parado de repente en medio del aire. La snitch esta a un metro de él, sólo necesita un empujón mas y Gryffindor ganará el partido… Chang ha visto la oportunidad, esta acelerando… Ya están a la misma altura…

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¿Qué tenia que hacer? No podía permitir que Ravenclaw ganase el partido, no ahora que casi tenia al borde de su mano la snitch… pero, seguía estando eso tan extraño dirigiéndose a él… Oyó las ultimas palabras de la locutora, hasta ese momento había estado abstraído y no se había dado cuenta del peligro que suponía quedarse quieto en el aire. Rápidamente, volvió a agarrar con las dos manos el palo de la escoba y descendió hacia el suelo, en pos de la snitch, bajando la cabeza y pegándosela al cuerpo todo lo que pudiera, para evitar que el extraño objeto le diera de lleno…

Y en el mismo instante en que sus manos se cerraron sobre la inmóvil snicth, sintió como algo se clavaba en uno de sus hombros, un roce así imperceptible, puesto que ni siquiera rompió la túnica de juego que llevaba. Al ir a ver que era, desapareció envuelto en un casi invisible humo negro… Un pesado sueño empezó a invadirle, empezaba a ver como el césped se difuminaba bajo él, como las gradas empezaban a desaparecer, a fundirse los colores y dejar paso a una oscuridad agobiante…

Escuchó como alguien gritaba su nombre, una persona venia corriendo hacia él mientras bajaba sin control hacia el suelo. El barullo de las personas descendiendo de las gradas también lo escuchaba débilmente… Todo estaba muy difuso, no veía nada claro… caía… caía al suelo.

…Cayó inconsciente en los brazos de alguien que acababa de llegar…

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Tal como estaba, en los brazos de la persona que lo había rescatado, lo llevaron a la enfermería, y allí se pasó todo el día restante en aquel estado de inconciencia… hasta que finalmente cayó en un profundo estado de sueño…

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De nuevo caminaba por aquel desierto, ahora lo reconocía, era el mismo que la vez anterior, lo notó cuando sus pies descalzos rozaron los granos de arena.

Y de nuevo hizo caso a su instinto y empezó a avanzar por él, un poco mas rápido que antes, ya que ahora conocía un poco mas de la estructura del lugar. E iba hacia delante, ya no le importaba tanto no ver hacia donde se dirigía, sólo sabía que tenía que llegar al final… llegar al final…sólo llegar alli

Sin rumbo aparente, solamente hacia donde su instinto le indicaba, seguía caminando, los pasos mas rápidos, casi corriendo… hasta que, de pronto… tropezó. El dolor que sentía en su pie le indicó que el origen de la caída se encontraba un poco mas atrás, cerró los ojos, intentando contener la curiosidad que empezaba a brotar de su interior. Tenía que resistir, no mirar, no volverse… pero esta, nuevamente, ganó la partida, y la cabeza giró lentamente, y sus ojos pudieron ver el mismo cristal que relucía brillante entre las arenas del lugar.

Y en cuanto sus pupilas se clavaron en esa imagen, el agujero empezó a crecer en medio de los dos, separándolos, alejándolos inexorablemente… no podía llegar a tocarlo, ni siquiera rozarlo, un abismo le separaba a él y al objeto… Un gran agujero negro se abría entre ellos, obstáculo imperturbable…

Se intentó mover… pero no pudo. Se había quedado clavado en el lugar, mirando la oscuridad que empezaba a cubrir todo el espacio que le separaba del objeto. En lo alto, el sol le quemaba, pero no sentía calor, ni frío, ni ninguna otra sensación que no fuera temor… temor por lo que empezaba a distinguir en medio de esa negrura, temor de que sus mayores miedos se hicieran realidad, temor de ver de nuevo aquellas imágenes que había intentado, en vano, erradicar de su mente…

Sus manos se cerraron fuertemente, casi haciéndose sangre en la palma, con rabia contenida, al ver la imagen que sus ojos distinguieron al fin: una mujer, toda vestida de negro, igual que su cabello, disfrutaba lanzando la maldición cruciatus a un pobre e indefenso prisionero, por su aspecto, ya mucho tiempo llevaba en aquel estado, y suplicaban su muerte…pero no, la mortifaga se reía a su costa, se divertía viéndole sufrir… En un momento dado, pues estaba de espaldas a él, se volvió y sus ojos grises se clavaron en algo, la sonrisa que la caracterizaba, y, con un movimiento de varita, el rayo mortal verde salio y puso fin a la agonía del prisionero…

Pero ahí no terminó todo, pues, unas brumas cubrieron la oscuridad, y al disolverse, dejó ver otra sesión de tortura, de nuevo con la mortifaga como protagonista, como líder del grupo que se encargaba de torturar a unos inocentes: ahora también con indefensos niños que miraban impotentes como sus padres perecían…

Una sensación de rabia subió por su pecho, no podía hacer nada, no desde el lugar donde estaba… rígido en el sitio, mirando lo que pasaba, en medio de aquella nada…

De nuevo la bruma cubrió la escena, y mostró una nueva: ahora, y sintió tremenda ira al verlo, reconoció a los protagonistas, era un matrimonio joven, que intentaba en vano proteger a un niño de apenas mas de un año, protegiéndolo la mujer con su cuerpo, mientras el hombre se enfrentaba a los varios mortifagos que habían irrumpido en la habitación… Eran los mismos que, en las navidades pasadas, él viera por vez primera: los padres de su amigo Neville…

Siguió observando impotente como se ensañaban con los dos adultos, y como la mortifaga sujetaba al pequeño Neville, mirándole con ese rostro cruel, poniéndole la varita bajo la barbilla, a la vez que el bebé lloraba e intentaba apartarla con sus pequeñas manitas… Un fulgor rojo se vio de repente, y una patrulla de aurores llegó a tiempo para impedir la masacre… pero no todo fueron buenas noticias: el matrimonio Longbotoom tenía graves e incurables secuelas, y posiblemente nunca se recuperarían de las heridas psíquicas que tenían… Una mujer, con un sombrero difícil de definir, se acercó hasta el auror que sostenía al pequeño y, con lágrimas en los ojos, lo acogió entre sus brazos, después de aplicarle un hechizo para que olvidase lo que había visto, hacerle olvidar que había visto torturar a sus padres… Y en ese momento, la niebla cubrió todo, borrándolo de su vista…

Y lo que mas temió, apareció: el ministerio de magia, las escaleras, el velo… Sirius… Bellatrix reía triunfante al ver que su primo desaparecía de la vista. Esa risa retumbó en la oscuridad y llegó a sus oídos… cuanto la odiaba… sus manos asieron con fuerza los granos de tierra y sal, arena que se deslizaba entre sus dedos…

- ¡Sirius, no! – intentó gritar al ver otra vez como el cuerpo de su padrino desaparecía tras el velo negro, el misterioso velo negro… - ¡Sirius! Sirius… – las lágrimas recorrieron sus mejillas, en un llanto incesante mientras repetía una y otra vez ese nombre… Se culpaba de lo sucedido, se sentía culpable, pues era él quién había propiciado esa situación…

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No pudo ver nada mas, alguien le estaba sacudiendo, aunque nadie había allí, con él, en medio de aquel desierto, enfrente de aquel agujero… No había nadie, pero notaba como era zarandeado, aunque no se moviera, seguía clavado, mirando la última imagen que le ofrecía la bruma…

- ¡Harry!

Su nombre le llegaba ahora como un susurro lejano, demasiado bajo, aunque parecía que llevase rato la voz nombrándolo.

- ¡Harry! ¡Harry! Despierta, Harry… - voces, tanto de hombres como de mujeres, entremezcladas. Voces que reconocía, pero algunas no podían ser… ¡había tantas y todas le insistían en regresar!

- No te quedes mirando…

- Vuelve…

- No cedas a la ira…

- Regresará, no te preocupes. Él volvera

- Harry…

- Ten fe… algún día…

- Despierta…

- Nunca te dejaremos…

- No estas solo… estamos a tu lado…

Súbitamente notó como algo tiraba de él, igual que un traslator, pero sin tocar nada, se iba de aquel lugar… no sin antes ver de nuevo aquel cristal que relucía entre las arenas, reflejando los rayos de sol…

Al abrir los ojos, la luminosidad le dio de lleno, y frente a él, las caras preocupadas de aquellos a quienes mas apreciaba y quería: sus amigos, sus profesores… y… ¿Remus?

Se quedó con la boca abierta al ver a este último: lo creía perdido.

- ¿Co…como?

- Shh, no hables – Hermione había posado su mano en uno de sus hombros y sonreía mirando a ambos, en su mirada parecía haber un brillo especial.

- Bien, bien, ahora que ya esta despierto, despejen la enfermería – la señora Pomfrey empezó a empujar a los profesores y a los alumnos que abarrotaban la sala – Tanta gente no es bueno, dejen respirar. Por favor… necesitan descansar – dio una mirada significativa al ocupante de la cama y a quien tenia a su derecha – ambos lo necesitan…

Después de sacar a toda la gente del lugar, la enfermera se volvió hacia los dos únicos pacientes que tenia y, poniendo enfrente de ellos una copa llena de liquido humeante, les obligó a tomarla sin rechistar, por lo que Harry se sumió de nuevo en el sueño, pero este ya era tranquilo, sin nada que le perturbase el descanso… aunque millares de preguntas empezasen a invadir su mente… ¿Cómo era que Remus estaba ahí? ¿De donde había salido? ¿Dónde había estado? ¿Había visto a Sirius?...

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Se despertó inquieto en su cama, mejor dicho en la cama de la enfermería (la reconoció inmediatamente al ver el color blanco y al sentir el aire limpio y puro del lugar), el efecto de la poción para dormir sin soñar había ya pasado y en su cabeza un millar de preguntas empezaban a invadirle. Lo mas importante ahora era saber si no lo había soñado, si lo ultimo que había visto antes de sumirse en el obligado descanso era realidad o sólo una ilusión, una fantasía producida por su mente…

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Incorporándose despacio, empezó a recorrer las diferentes camas de la enfermería… todas vacías… no había nadie allí… sólo estaba él y lo que había imaginado ver no era realidad… No, no, Remus no había regresado todavía, seguía perdido, seguía en algún lugar extraño, lejos de allí, perdido…

Apoyó su cuerpo en una de las paredes y se dejó resbalar por ella, se sentía cansado y agotado, tantas ilusiones que se habían formado al levantarse, y ahora estas se desvanecían frente a sus ojos, al ver que no eran verdad, que sólo lo había imaginado… sus manos tocaron algo en el suelo, un objeto redondo, del tamaño de una nuez… inmediatamente se acordó del partido, de unas horas atrás, su primer partido como capitán y del que se sentía orgulloso, habían ganado finalmente… si sólo le hubiera visto Sirius, o Remus, o sus padres…

Levantando el objeto y acercándoselo a los ojos, comprobó que se trataba de una snitch, pero no era corriente, esta tenia grabadas unas iniciales: JP/LE. Le recordó a la visión que viera el año anterior en el pensadero de Snape, se parecía tanto a la que tenia su padre, aunque…. recordó también que esta no tenia esas iniciales. La que agarraba sus manos era especial, por alguna extraña razón, pero sentía en su interior que una gran historia se encerraba en ella. Seguía dudando de su padre, tenia dudas acerca de cómo sus padres habían empezado a salir, sabiendo además de cómo se comportaban en quinto, como despreciaba a la gente y como se dirigía a su futura esposa… ojala alguien le explicase algún día como empezó todo.

Giró entre sus manos la pequeña bola, ¿quien la había depositado allí? Y, lo mas importante, ¿para que?

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No se dio cuenta, ensimismado como estaba con la contemplación del objeto, que alguien había entrado a la habitación, dirigiéndose hacia la cama donde supuestamente estaba, y, al abrir las cortinas y no encontrase con él, como empezaba a andar por la enfermería, en su búsqueda…

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- Ya veo que la has encontrado – el recién llegado al fin le localizó, al otro extremo de la enfermería, en su cara asomaba una sonrisa. Harry alzó la vista, sin poder creerse lo que había oído, y, al verle ahí, frente a él, supo que en realidad no había sido una ilusión, que había regresado…

Sin dejarle decir nada mas, el hombre lobo se sentó a su lado y agarró la snitch que tenia en sus manos.

- Es muy especial. Igual que el día de hoy – se volvió hacia él – ¿Sabes que en un día como hoy, San Valentín, tus padres empezaron a salir juntos?

- N-no, no lo sabia – estaba todavía un poco aturdido, eran demasiadas emociones para tan poco tiempo.

- Si, todavía recuerdo, como si fuera ayer, lo que sucedió aquel día… - su mirada dorada se posó en la snitch. No se acordaba de ella, desde lo que ocurrió ese día no la había vuelto a ver, y ahora, al encontrarla en las manos del hijo de sus mejores amigos, de Harry, supo que era una señal para contarle lo ocurrido… - Ven, te quiero enseñar algo – se levantó del suelo, ayudándole a él también a levantarse y, dirigiéndose a una puerta que había en la enfermería, le instó a entrar, era el lugar donde la enfermera preparaba los diferentes remedios para los estudiantes, tales como cremas o ungüentos.

Allí, encima de una mesa, se encontraba un pensadero, que reconoció como perteneciente a Dumbledore, por las runas que había a su alrededor, el mismo también que había guardado los pensamientos de su profesor de pociones en las anteriores clases de oclumencia del año anterior. Parecía que se había utilizado un rato atrás, ya que la bruma de la superficie se agitaba y no permanecía en calma, cosa que ocurría cuando no se utilizaba.

- Si, he estado utilizándolo – dijo Remus al intuir la duda de Harry – Me han sucedido muchas cosas y algunas es necesario verlas con calma para saber a que se refieren – se acercó al pensadero, y sacó una varita de su túnica (que Harry no reconoció, puesto que no era la propia del profesor, esta se había perdido tempo atrás, en su desaparición y nadie la había vuelto a ver) – Ven, te voy a enseñar un día de San Valentín muy especial – en la superficie brumosa aparecía mucha nieve, muchos copos de nieve que caían, iguales a los que en el exterior aparecían.

Confiando en la palabra de su ex profesor, de uno de los mejores amigos de su padre, de una de las personas que mas apreciaba, se acercó a la mesa. Inmediatamente sintió que el adulto le agarraba de los hombros, en claro gesto de protección, como dándole a entender que nada malo le iba a ocurrir, ni ahora, ni después, que él estaba allí para protegerle, como pudiese, de todos los males.

- ¿Listo? – le preguntó, y al ver como el adolescente asintió con la cabeza, agitó la varita cerca de las brumas del pensadero y murmuró un hechizo que hizo que ambos entraran al recuerdo elegido por Remus…

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

Estaba solo, en una habitación que conocía de siempre, allí había pasado unos siete años de su vida, los mejores años que podía recordar.

Se sentó en la cama, encima de la que había sido su cama. Todo era igual que entonces, las cuatro camas, las ropas tiradas por el suelo, los apuntes, las mochilas, los libros por el suelo… todo parecía igual, como si acabasen de salir los cuatro ocupantes de allí, como, recordó agradablemente, como cuando iban a clase y dejaban todo revuelto.

Dejó vagar su mirada por la estancia, y de repente, unas voces le llegaron desde el exterior, perturbaban el silencio que se había adueñado del castillo, ahora sabia que no había regresado totalmente, que eso era una prueba, la prueba a la que se tenia que enfrentar…

Levantándose de la cama y acercándose a una de las ventanas, contempló la extensa superficie sólida del lago, los copos cayendo y a unos niños jugando cerca del bosque, pero acercándose ahora al lago. Los conoció nada mas verlos, no hizo falta oír como se llamaban unos a los otros, en aquellos apodos que sólo ellos sabían que significaba, no hizo falta oír nada mas, puesto que los reconoció de inmediato…

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Remus los observó mientras se encaminaban a las orillas del lago, como de costumbre dos de ellos iban unos pasos más adelantados, y los otros dos, un poco mas rezagados, pero juntos formaban un grupo… un grupo que se desharía unos años mas tarde…

Río al verlos llegar a las orillas del lago, al excavar un poco en él y al sacar un poco de agua helada y preparar una de sus múltiples bromas… Que ilusos y que despreocupados se sabían entonces, sólo preocupados del día siguiente, de los exámenes, de la escuela…

Siguió observando, y poco a poco fue descubriendo a los demás ocupantes del jardín, unos cuantos estudiantes, salidos de la nada, pero que eran parte de esa escena: niños de todas las edades, estudiantes de la escuela, profesores… Reconoció a todos ellos, los conocía de cuando él era parte de esa época…

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Y el tiempo fue acelerándose, uno a uno los años iban pasando, hasta convertir a aquellos niños de once años en adolescentes de diecisiete, en su ultimo año de escuela… y Remus seguía observando desde su posición, desde aquella ventana, el transcurrir del tiempo. Para él todo había pasado muy rápido y había visto el crecer de todos ellos, desde esa posición privilegiada vio lo que ocurría en las afueras del castillo, cerca de aquel lago que tan ligado a él se sentía.

Apoyó una de sus manos cerca de la ventana, a pesar de que en el exterior muchos años había visto pasar, no se sentía cansado, mas bien feliz al poder recordar esa estancia en la escuela, todavía no sabia que tenia que hacer allí, que era lo que se esperaba de él, pero no le importaba, estaba recordando una de las mas felices etapas de su vida… El lugar donde se encontraba no había cambiado, sólo había visto el exterior del castillo desde su posición ¿que era lo que le aguardaba? ¿Qué era lo que tendría que hacer allí?...

Y entonces ocurrió, muy deprisa, sobresaltándole, sacándole de su ensimismamiento. Fuera, cerca del lago, se oyó un grito ahogado. Remus alzó la vista. Cerca de la superficie helada había dos chicas jóvenes, mirando al hielo, las recordaba, las reconocía como las amigas de Lily… ¿y donde estaba ella? Rápidamente empezó a buscar con la mirada a la muchacha pelirroja, a una persona que, con el tiempo había apreciado mucho, muchísimo… No la encontraba, no estaba en el jardín, no la veía… de pronto, siguió la dirección a la que miraban las amigas de esta y descubrió que estaba allí, en medio del lago, hundiéndose poco a poco…

Su mirada vagó entonces unos metros más allá, hacia un gran árbol donde sabia que se encontraría a los cuatro adolescentes que había ido siguiendo. Si, allí estaban, planeando nuevas bromas, las cuatro cabezas unidas, mirando algo que uno sostenía en las manos (el mapa del merodeador, dedujo rápidamente su cabeza, en esos días ya lo tenían terminado del todo) Quiso gritarles, decirles que en el lago alguien se hundía poco a poco, alguien muy importante para uno de ellos… pero el joven de pelo negro a quien iba dirigido aquello no se dio cuenta, seguía con sus amigos, con sus compañeros de aventuras… ignorando el desastre que estaba ocurriendo en el lago…

Remus volvió a mirar al lago, incrédulo al ver que nadie hacia nada, vio que poco a poco la joven pelirroja se hundía en la superficie helada, en las profundas y despiadadas aguas, bajo la mirada de desesperación de sus amigas, que se habían quedado sin habla, contemplando todo desde la orilla…

Intentó salir de la habitación, tenia que hacer algo, pero, en cuanto apoyó las manos en el pomo de la puerta, esta se resistió a abrirse, no podía salir de allí, estaba encerrado, condenado a ver como alguien moría enfrente de sus ojos, alguien a quien él apreciaba como una gran persona.

Volvió a la ventana, su único contacto con el exterior, no quería mirar, pero una fuerza le decía, le ordenaba, que eso era lo que tenía que hacer. Con rabia apoyó sus manos en los bordes de la ventana, tampoco podía saltar por allí, estaba demasiado alto, y no sabia si llegaría a tiempo para impedir el desastre, estaba condenado a ver como ella se hundía en el hielo, y moría…

Suplicó que alguien le hiciera caso, gritó desde la ventana, anuncio lo que ocurría, allí, en el lago, alzó su voz hasta quedarse mudo de tanto gritar, de intentar llamar la atención… pero nada ocurría, nadie le hacia caso, todo el mundo seguía a su ritmo, sin darse cuenta de que alguien se estaba hundiendo en el hielo… los sonidos del exterior llegaron a sus oídos, uno de ellos el grito de auxilio de la joven…

- James… Sirius… Peter… Remus – se sintió extraño al llamarse a si mismo, pero intentaba que los cuatro jóvenes le oyesen, cosa algo inútil cuando estaba a tanta distancia - …Lily se esta ahogando… esta casi sin fuerzas…. – no le quedaba ya casi voz, pero seguía hablando, gritando desde la ventana – James… hazme caso… se que la quieres… rescátala… James… ella también te ama, aunque no lo reconozca… - con desesperación siguió hablando mientras veía como algo de color rojo empezaba a desaparecer en el agua…- James… escúchame…. James….

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- ¿Habéis oído algo? – preguntó un James de diecisiete años a sus amigos, estaban todos ellos mirando un viejo pergamino que mostraba la complejidad de la escuela.

- No, yo no he oído nada Cornamenta – le dijeron a la vez dos de ellos, acompañando sus palabras con un gesto de negación.

- ¿Y tu, Lunático? – se dirigió al restante, este parecía mirar hacia la torre donde se encontraban el dormitorio de los cuatro, como si escuchase, muy lejana eso si, una voz…

- No… tampoco he oído nada. ¿Te preocupa algo?

- Siento que alguien esta diciendo mi nombre a gritos, como si algo grave estuviese pasando, pero… - agitó su cabeza, intentando que la extraña voz se fuese – No se…

- Escuchar voces en la cabeza es sinónimo de locura, eso es lo que decía un pariente mío y creo, Cornamenta, que esto es aplicable a tu caso… - Sirius apoyó su mano en la frente de James, y, tras unas cuantas bromas acerca de su estado mental, ambos estallaron en risas.

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- No tienen remedio – dijo Peter, en plan confidente a Remus, al verlos rodar por la hierba. Todavía los cuatro estaban muy unidos, sin saber que era lo que les deparaba el destino a cada uno de ellos.

- Si, no creo que cambien al salir de la escuela, seguirán siendo igual de irresponsables…

- ¿Ya has pensado que vas a hacer?

- No lo se, a los licántropos no les dan muchas facilidades para estudiar una carrera… - arrancó unas briznas de hierba, tras apartar la nieve que cubría la superficie – Nadie me dará trabajo, sabiendo lo que soy… - dijo con desgana – Y tu, ¿ya has decidido que vas a hacer? – le preguntó a Peter, tras superar la tristeza que le había embargado.

- No… creo que estudiare alguna carrera en Francia, mis padres se van a mudar allí, y tengo que ir yo también – dijo con tristeza – Ya sabes, su trabajo les obliga a cambiar de ciudad cada pocos años. Que pena que tenga que dejaros… - suspiró, dejando vagar su mirada por el césped nevado.

- No te preocupes, Colagusano, los cuatro estaremos en contacto. Nunca nos separaremos por nada – le reconfortó Remus, posando una de sus manos en su hombro – Somos inseparables, ¿recuerdas? Todos unidos para siempre.

- Si, es verdad. No creo que haya nada que pueda separarnos – respondió el rechoncho muchacho, sin saber que seria él el que mas adelante destruiría esa unidad, sin saber que por causas del destino, seria él quien traicionaría a todos ellos y a su pacto de amistad y de unidad…

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Unos metros mas alejados de esos dos muchachos que conversaban sobre el futuro, dos jóvenes seguían rodando por la nieve, enfrascados en una amistosa pelea.

- Te repito que no estoy loco, Canuto

- Si, ya, ya, Cornamenta – dijo Sirius en plan irónico – Pero no negaras que estas loco de amor… - empezó a decir con una sonrisa cómplice en la cara… hasta que James le estampó una bola de nieve en la cara.

- ¡Qué! Sirius Black, ¿Cómo te atreves a decir eso? ¿Cómo…? – le agarró de los hombros, y ambos cayeron a la nieve.

- Tienes buen gusto ¿Lo sabias?, esa tal Evans es muy guapa y…

- Nunca se fijara en mi… nunca – dejó de pelear, para sentarse en el suelo, abrazando sus rodillas – Desde hace tiempo llevó mirándola, fijándome en ella, y no me hace caso. Me ignora y siempre esa defendiendo a los demás, como al grasiento de Quejicus – cogió un puñado de nieve y la tiró a lo lejos – Y eso que este año he aguantado sus burlas y sus miradas de desprecio… Es… es… - no encontró ningún adjetivo que llegase a la altura para decir lo que pensaba de ese Slytherin.

- Si, ya decía yo que te encontraba cambiado – Sirius se sentó a su lado – Pero ya encontraras a alguien que…

- Ella es especial. Ella es… no se como decirlo… pero siento que mi destino esta ligado al suyo. La quiero, ella es mi vida, la razón por la que me levantó cada día y… cada vez que la veo, se que ha merecido salir de la cama sólo por ver sus ojos verdes, su sonrisa, su pelo… No se que haría si me rechazase…

- Ay, Cornamenta enamorado. – Sirius se llevó las manos al pecho, y se dejó caer hacia atrás - El amor es el mayor mal que existe y… - un gesto de James le hizo callar

- ¿Lo has oído? – se levantó rápidamente. Miraba hacia los lados, como si alguien le estuviese hablando – Esta diciendo que… no, no puede ser…

- ¿Qué? No hay nadie cerca

- Lily… esta en peligro

- ¿Evans?

- Tengo que ayudarla – un sudor frío le empezó a invadir el cuerpo, algo malo estaba pasando… Una voz le estaba diciendo que tenía que rescatarla… la misma voz de antes, una voz muy débil, muy lejana… - Esta en peligro… - echó a correr hacia el lago…

Sirius le siguió muy de cerca, extrañado por la actitud de su amigo ¿que era lo que ocurría? Y, de pronto, se paró en seco. Alguien estaba observándole. Levantó la vista hasta la torre de Gryffindor, a la ventana de su habitación, y creyó ver a alguien allí, a un adulto… la siguiente vez que volvió a mirar ya no encontró a nadie en la ventana. Desechó la visión, seguramente seria un espejismo, nunca más se acordó de aquello… debido también a lo sucedido después, a orillas del lago.

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James seguía corriendo hacia el lago, la voz, ahora cada vez mas desesperada, le instaba a ir mas deprisa, como si se tratase de algo importante. Al llegar allí, se encontró con las dos amigas de la pelirroja, en su lugar de siempre, a las orillas del agua, pero ella no se encontraba allí, no estaba… siguió la dirección de la mirada de estas y se encontró la desagradable visión, el hielo había cedido en medio del lago y alguien, ella, se estaba hundiendo…Sin saber por qué, se adentró en el lago helado.

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En ese instante llegó Sirius, y al ver lo que ocurría, y sabiendo que no podía él también adentrarse en el lago, puesto que seria altamente peligroso para los tres, agarró de los hombros a un chico que pasaba por allí, y le ordenó que fuera a buscar a algún profesor, rápidamente. Después, se acercó a las dos muchachas, amigas de Lily, y les animaba, diciendo que no iba a pasar nada, que todo quedaría en un susto… aunque en su interior dudase de aquello…

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El hielo resbalaba como nunca, pero sus pasos eran firmes, tenia que llegar hasta donde se encontraba ella y sacarla de esa trampa mortal. Sin darse cuenta, perdió un momento el equilibrio y cayó pesadamente, dándose un violento golpe contra el hielo en la parte posterior de la cabeza. No escuchó los gritos que le lanzaban desde la orilla, diciéndole que regresase. Aturdido y desorientado, volvió a levantarse, le costaba enfocar la vista, las gafas habían rodado por la superficie helada.

- ¡Lily! – llamó a voz en grito, apresurándose hacia el interior del lago, donde intuía algo de color rojo llameante.

Cuando se acercaba, le vio – o mejor dicho, distinguió sólo su cabeza y sus hombros – intentando aferrarse con los dedos de una mano al borde de una negra brecha abierta en la blanca superficie.

Al aproximarse a la grieta, notó que el hielo ondulaba bajo sus pies y aminoro el paso, tenia que ir con más cuidado sino él también caería en el agua y nadie podría salvarles a ambos. De manera instintiva se arrodilló y avanzó a gatas entre los escalofriantes chasquidos de hielo, resquebrajándose en torno a ellos. A su espalda, en la orilla, la mayor parte de la gente ya se había enterado de lo que estaba sucediendo y se arremolinaba mirando lo que sucedía, estaban demasiado lejos para lanzar algún hechizo y ayudarles, Remus y Peter también estaban allí mirando como su amigo se jugaba la vida en el centro del lago.

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Siguió adelante, agachándose cada vez más en el palpitante hielo hasta que estuvo completamente estirado. De pronto, cuando se hallaba a menos de dos metros de Lily Evans, el hielo se inclinó bajo él y una pequeña ola de agua helada ascendió lentamente hacia su barbilla a medida que el extremo del hielo donde se encontraba se sumergía en el lago. James se detuvo, y cuando el agua helada le empapó la ropa y caló toda su piel, se le cortó la respiración. El hielo se ladeó un poco más y finalmente se estabilizó. Al borde de la placa, a algo más de un metro y medio de sus brazos extendidos, Lily forcejeaba débilmente, sus brazos y codos resbalando una y otra vez en un vano intento por salir del agua.

- ¡Lily, Lily! – dijo James, avanzando centímetro a centímetro, milímetro a milimetro hacia ella – de inmediato, el hielo empezó a descender de nuevo ante él. A un lado, aterradoramente cerca, se oyó un estallido, como un disparo, al abrirse otra grieta. Como si no lo hubiese oído, James se volvió ligeramente de costado y alargó su mano hacia ella – No te sueltes, yo… yo…te amo… y… te…te rescatare – intentó avanzar un poco mas, pero el hielo siguió abriéndose en torno a él.

- Pott… - empezó a decir, pero rápidamente corrigió – James… - dijo Lily con mirada de pánico, estremeciéndose, ella había esperado también esas palabras, pero nunca había imaginado que llegarían en el ultimo instante de su vida… sabia que moriría allí mismo, bajo el hielo… que insensata había sido al adentrarse en el lago para atrapar el regalo que había preparado para darle en ese día de San Valentín: una snitch, como la que había visto que tenia este, y que había perdido en esas navidades por culpa suya… - yo… yo también…

- Shh… calla… guarda las fuerzas y no te sueltes – James oía la respiración de ella, débil y poco profunda, cada vez mas trabajosa a medida que el calor abandonaba su cuerpo – ¡Vamos, aguanta!

Lily reacciono lentamente, ya casi no le quedaban fuerzas para luchar contra el frío que se apoderaba de su cuerpo, que le animaba a dejarse caer y contra el sueño que empezaba a invadir su mente. James se estiró para agarrar su mano, pero todavía seguían estando demasiado lejos uno del otro. Avanzó unos centímetros más. El hielo se inclinó peligrosamente. El agua helada le mojaba la barbilla y la parte superior del cuerpo. A pesar de todo, siguió arrastrándose, pegado al hielo, con la cabeza ladeada y un brazo extendido al frente. Por fin rozó la mano de ella con los dedos.

- ¡Así, Lily!, aguanta un poco mas – James se arrastró un poco mas y al cabo de unos segundos consiguió agarrar firmemente su mano – Ya te tengo – Levantó la cabeza para mirarla – Ya te tengo. No intentes tirar; sólo sujétate. Ya vienen los profesores. Estarán aquí en cualquier momento.

Lily resistió unos minutos más. James le hablaba sin cesar, dándole ánimos, rogándole que aguantase, que algún día ellos dos se casarían, y vivirían felices y tendrían muchos hijos… Ahora que sabían que ambos se querían, nada les separaría… Sin dejar de hablar, James giró la cabeza y echó un vistazo a la lejana orilla. Había llegado más gente. Vio, más bien intuyó por las grandes formas, a los profesores y algunos de ellos estaban entrando al lago, en dirección a ellos, tras asegurar con hechizos la solidez del agua. Se volvió de nuevo hacia Lily.

- ¡Mira, ya vienen!

James sintió un nudo en el estomago, Lily permanecía inmóvil, contemplándole; sólo su cabeza (el cabello rojo cayéndole ligeramente por la cara) y un brazo (por donde él le agarraba) permanecían sobre la superficie. Tenía los labios azules, las mejillas lívidas; pero el pánico había desaparecido de su mirada, ahora serena.

- No puedo aguantar más… Lo siento – dijo con un susurro en la voz, el cuerpo cada vez le pesaba más y una insólita tranquilidad se estaba apoderando de ella…

- ¡Debes aguantar! ¡Ya vienen! ¡Están cerca!, ¡Te sacaran de ahí! Lily, tienes que aguantar. Nos vamos a casar, ¿no hemos acordado eso? – terminó con lágrimas en los ojos

- Tranquilo James – su voz no era mas que un susurro – Tranquilo – le miró a los ojos, moviendo la boca, y una sombra de sonrisa se dibujo en la comisura de sus labios – No llores.

- ¡NO! – gimió James, tirando desesperadamente del brazo que agarraba.

De repente, la mano de Lily empezó a ceder, a soltarse de él, y contempló horrorizado como resbalaban sus dedos de los de él. Sus miradas se cruzaron una vez más. Al cabo de un momento la cabeza pelirroja se hundió en silencio bajo la negra superficie…

James miró hacia atrás, viendo que todavía quedaba bastante trozo entre él y los profesores. Uno de ellos recogía en esos momentos algo de la superficie, una varita (la suya, seguramente la había perdido sin darse cuenta) y algo redondo, no distinguió bien de lo que se trataba. Decidido, se tiró al hielo, no iba a permitir que Lily se fuese al fondo del lago…

-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-

Sintió el conocido tirón en su estomago, y el lago, la gente, los terrenos de Hogwarts… todo se difuminaba frente a él. Lo que había presenciado le aclaraba todas las dudas que pudiera albergar en su interior con respecto a la actitud de sus padres. Ahora sabía lo ocurrido y el gran amor que los había unido hasta su trágico final.

- Gracias – le dijo a Remus, agradeciéndole con una sincera sonrisa aquello que había hecho por él, mas adelante le preguntaría el resto de sus dudas, pero, de momento, quería conservar en su corazón las sensaciones vividas en aquel viaje con el pensadero.

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