Después de un mes… ¡Volví, al fin, con otro capitulo de este fic! (vaya pareado ha quedado, jeje)
Podía decir que han sido los exámenes (cosa que no he tenido y que tengo ahora ya), la falta de tiempo (también mentiría, ya que las navidades han estado por ahí), la huida de la musa (imposible, ella no me deja en paz)… en fin, que podía haber sido un montón de cosas, pero no se por qué, el capitulo se resistía… hasta ahora :D
Si, si, al final conseguí que quedase tal y como había pensado, exactamente como lo había previsto (creo que ha sido uno de los que mas revisiones han tenido en su parte final, pero es que cada dos por tres no quedaba conforme con lo que ocurría) y ahora, ya esta listo, y estoy muy contenta de cómo ha quedado. Y para que nadie piense que voy a tardar otro largo mes en actualizar (que seguro me matareis cuando terminéis de leer el capi), digo/anuncio/proclamo que el capitulo numero 40 esta ya por la mitad (bueno, en realidad ya son bastantes hojas) y eso es una muy buena noticia, ya veréis porqué ;)
Y lo de siempre, agradecer infinitamente a todas las maravillosas personas que leen la historia, sin vosotros no sabría que hacer con mi mente llena de ideas extrañas (y muchas gracias a todas las que dejan sus comentarios – al final están las repuestas, como siempre- que os lo agradezco de corazón)
Ahora si, sin más preámbulos, ya podéis empezar a leer.
Un beso y que disfrutéis.
Ah, y espero que hayan tenido una navidad muy buena y muchos regalitos en estas fechas. Un feliz año nuevo (con mucho retraso) y mil deseos de paz y felicidad :D
Capitulo 39 Revelaciones
Se encontraba de pie, frente a la chimenea.
El fuego chisporroteaba en un baile cuya música sólo parecía oír él mismo: las llamas subían y bajaban, jugaban a extinguirse al tocar la roca o se desvanecían al segundo de nacer… Una danza extraña y, a la vez, atrayente para los ojos: nunca te podías cansar de mirarla.
Y ahí estaba él, mirando el vivo fuego, dejando vagar sus pensamientos e intentando buscar una solución ante el problema que se avecinaba (problema que, aunque previsto, se veía de terrible solución… como habían ya previsto… desde el inicio de conocerlo)
En un momento dado, sus ojos se posaron ante los cuadros que rodeaban la estancia en la cual se encontraba. Ahí estaban los antiguos directores del colegio, ahí estaban aquellos que dedicaron toda su vida a la enseñanza, a la consecución de un nuevo horizonte para los niños que ingresaban en Hogwarts y que salían hechos hombres y mujeres de provecho (aunque alguno se torciera en el camino, pero esos eran los menos), ahí estaban la personas que habían dedicado su vida a conseguir un mundo mejor, un mundo que parecía ahora al borde de su ocaso. Mucho tiempo había pasado ya desde el ultimo señor oscuro (pero no tan terrible como el actual, el de ahora era mil veces peor que sus antecesores), muchos años desde que en 1945, Grindelwald fuera derrotado por el actual director de la escuela, el cual se hallaba ahora sentado en su mesa, conversando con dos niñas recién llegadas a la escuela ese año.
"Que irónico es el destino" pensó el observante de los cuadros y del fuego "uno de los que estudiaron aquí será aquél que destruya al mundo"
Sabia que había una esperanza, pero esa se desvanecía poco a poco, nadie se daba cuenta, sólo él, pero aquel que podía derrotarle, el único con el poder de derrotar al señor oscuro, estaba sumiéndose irremediablemente (y sin saberlo ni siquiera) en un agujero de difícil salida… un agujero donde la esperanza se desvanece y la oscuridad invade todo… producido por el mismo mal… y no podía él ayudarle, era imposible, no podía… aunque quisiera.
Masculló entre dientes una palabra, un nombre… sólo algo podría salvarle, solo alguien… pero no estaba allí "¿Dónde esta?... Hace tiempo que tendría que haber vuelto…"
Cerró los ojos, e intentó ver un lugar, un lugar lleno de todo y lleno de nada, un lugar donde todo existía y donde todo era irreal como los sueños, donde la realidad y la fantasía se mezclaban… un lugar lejos de los límites del tiempo y del espacio. Él, sólo él, podía entrar y salir libremente debido a un gran sacrificio hecho hace tiempo, un don que le había sido correspondido tras un gran dolor y una gran perdida. Si, había ayudado a muchas personas perdidas allí, otras (y tal era su destino) habían vagado sin descanso hasta encontrar la salida (no podía ayudarlas), y con todos y cada uno de esos logros, la deuda contraída se hacia mas pequeña… porque su destino era ese, ayudar a los demás, pero no ayudarse a si mismo a encontrar su destino. Aparecía en épocas de gran necesidad, pero era más un apoyo que una ayuda. No podía participar activamente, no podía luchar contra los demonios que atormentaban las mentes de los desdichados que caían en las trampas… no podía tender la mano y salvarles. No, no podía decirles activamente por donde ir, cómo y porqué sucedía todo, sólo podía aconsejarles, y dejar que las personas a las que ayudaba supieran que hacer.
Y ahora… la misión más importante que tenia, una de las personas que eran fundamentales en la telaraña de la historia, había desaparecido. No lo encontraba. Era como si se hubiera esfumado, desaparecido… extinguido de la faz del lugar, del mundo, de todo lo conocido.
Siguió buscando con la mente, recorriendo todos y cada uno de los rincones, de los lugares más escondidos a los más desconocidos… Nada, no encontraba nada. Ni una pista de lo que había sucedido, ni un leve rastro de donde se había metido o que había pasado con él.
"¿Dónde esta?"
Era muy importante, terriblemente importante encontrarlo, para que la oscuridad que empezaba a brotar de lo más profundo de la persona donde estaban concentradas todas las esperanzas del mundo mágico, fuera erradicada, exterminada antes de hacerse fuerte y terminar con ella. No podía fallar, él era una pieza muy importante en el juego… si la encontraba, claro.
Nuevamente hizo un esfuerzo mental, y recorrió todos los lugares que conocía del lugar, todos por donde había pasado multitud de veces, por donde había estado aconsejando, guiando, ayudando a las demás personas que iban a ese lugar a encontrarse a si mismas… Nada. Volvió a recorrer los rincones, de los más luminosos a los más escondidos, de los más recónditos a los más abiertos, de los más claros a los más oscuros… nada. Preguntó a las paredes, a las columnas, a los rincones, pero en ningún lugar recordaban haberlo visto desde la ultima vez (pues allí no se media el tiempo por meses o años, sino por momentos y situaciones, y desde la ultima vez, desde que le vieran pasar, acompañado por un niño, casi idéntico a él, en ningún sitio lo habían vuelto a ver) No había más rastro de él, no aparecía en ningún lugar… ¿Dónde se había metido?
Agotado por el esfuerzo realizado, hizo regresar a su mente a la terrible realidad, si no lo encontraba pronto, quizás se hubiera perdido para siempre… y con él, también se desvanecía la esperanza de salvarse él mismo, y el mundo quizás.
Fijó sus ojos en las llamas, estas continuaban en su danza salvaje y elegante.
Sus manos, puestas en los bolsillos de su túnica, permanecían quietas, en tensión, esperando algo, aunque no sabía el qué… de la misma forma en la que estaba él mismo.
En un momento dado, un impulso le hizo quitar los ojos del fuego y posarlos sobre uno de los cuatro retratos que gobernaban el gran despacho, encima de la chimenea. A diferencia de los cuadros de los antiguos directores, estos no hablaban, ni daban consejos, y si se movían, lo hacían cada mucho tiempo y en situaciones muy importantes. Su tamaño era bastante mas pequeño que los demás, pero la importancia de ellos era tremenda, no por nada se trataba de los cuatros magos que fundaran Hogwarts. Si, una vez vio moverse al que ahora miraba, y desde entonces, no había realizado movimiento alguno, pero una persona que como él había visto moverse y caminar a Godric Gryffindor, no podía olvidarse nunca de ello.
Mirando el cuadro, en esos instantes parado, y viendo el rostro de uno de los fundadores, le vino a la memoria aquel instante en que, siendo un niño, entrara al despacho (acompañado de uno de sus amigos, el mas importante en su vida) y ambos fueron observados detenidamente por él. Nunca se le olvidaría aquellos perspicaces ojos amarillentos detrás del par de gafas de alambre, ni como les observara, como si quisiera llegar al fondo de su alma, buscando algo que sólo él podía saber. Ni tampoco se le olvidaría el gesto que hizo con su cabeza, la sonrisa que puso al encontrar lo que sólo él sabia, y como, bajo sus cejas pelirrojas y pobladas, apareció una chispa de reconocimiento.
Después, y con paso rápido, pero cojeando a ratos, desapareció del cuadro, como hacia después de moverse, y fue al cuadro vecino, y cuchicheo, en voz baja, a su vecina lo encontrado en el interior de aquellos dos chiquillos que observaban atentos esos movimientos. Segundos después, en ese mismo cuadro, los cuatro fundadores se reunieron y hablaron largo y tendido sobre lo que había encontrado uno de ellos. Tras terminar la reunión, el viejo fundador volvió a su cuadro, y se situó como si nada hubiera pasado, ante el asombro atónito de los dos pequeños niños.
No, nunca podría olvidar aquella tarde en que viera a aquel hombre con canas en el rojo pelo observándole a él y a su acompañante. En esos instantes, comprendió porque llamaban "leones" a los componentes de la casa de Gryffindor, y porque su insignia era ese animal: el fundador era igual, era observador como un león y su aspecto parecía idéntico a uno de ellos, roja melena y calma ante lo que sucedía a su alrededor.
Desde aquel momento, el cuadro no se había movido. Nadie más fue observado con ese detenimiento que había dedicado a aquellos dos muchachos hace tiempo… a excepción de algo ocurrido hace años, cuando su espada, la espada de Godric Gryffindor fue descubierta y llevada al despacho y depositada en una urna especial para ella. Ahí, en esos instantes, si dio un vistazo a la persona que entró con el objeto al despacho, y encontró algo que le desconcertó, aunque al no estar el suficiente tiempo, no pudo comprobar lo que era… y desde entonces se encontraba meditando y sumido en un profundo silencio y quietud, tal y como se encontraba ahora mientras era observado por el actual profesor de defensa contra las artes oscuras de Hogwarts, y aquel que le viera moverse por ultima vez.
Después de recordar aquella situación, se dio cuenta de que, tanto él como su amigo intimo, aquel que le acompañó, y que también fue observado por el fundador, habían tenido unos destinos tremendamente especiales, y que fue el mismo fundador, en los segundos en los que les observó, quien había podido ver el rumbo que la vida de ambos tomaría, un rumbo distinto al de resto de los seres humanos: una vida dedicada al servicio de la magia y del deber con ella, una vida en la que primaba el servicio a los demás, resignándose a no disfrutar la suya propia.
Y ahora, al borde del mal que se avecinaba, se encontraban los dos, en el mismo despacho, pero en situación diferente a la de aquel primer día en que pisaran el despacho. Ahora ya no eran niños de once años los que veían con asombro todo cuanto les rodeaba, ahora eran dos hombres adultos, pasada la centena de años (aunque en uno no se notase ni siquiera, ventaja o desventaja de vivir y viajar a menudo a aquel lugar tan extraño donde el tiempo y el espacio jugaban a su antojo). Eran adultos que se encontraban en una difícil situación, en un tiempo complicado y con acontecimientos que les superaban.
Sus ojos volvieron a observar el baile del fuego, ojala todo se resolviera pronto, y de la mejor manera.
Mientras el profesor de defensa contra las artes oscuras pensaba todo esto, en la gran mesa que presidía el despacho del director, este se encontraba hablando con dos personas, niñas recién llegadas a la escuela, pero que eran una parte importante en el destino de todo el mundo mágico… de eso se daba cuenta en esos momentos, al observarlas detenidamente y escuchar todo lo que le estaban diciendo.
- Y eso es todo lo que recuerdo – terminó de narrar, con lagrimas en los ojos, Elizabeth.
A su lado, y dándole la mano para inspirarle las fuerzas que a lo largo de la narración le habían fallado, se encontraba su mejor amiga, y pariente cercana del director.
Albus Dumbledore miraba a ambas gravemente, en la escuela se intentaba crear un ambiente de seguridad, algo que se había extremado desde los últimos meses, después del ataque al colegio en Halloween… pero había fracasado en su intento: este último ataque a esa alumna había demostrado que el-que-no-debe-ser-nombrado tenía más espías infiltrados de los que se suponía.
Lo sabían, la orden sabia que existían varios alumnos que pasaban información a Voldemort, incluso sabían sus nombres y cargos que desempeñaban en esa misión, y por eso estaban siempre alertas, ya que existía una subred para controlar que y cuando se ponían en contacto con sus superiores y qué era lo que informaban, y gracias esto, podían actuar en consecuencia, desvirtuando la información o modificándola para que no causase males mayores.
Para la mayoría de los profesores este encubierto seguimiento, al principio, les había parecido una exageración, y sólo después de descubrir (y desbaratar) algunos de los planes del lord, se había tornado muy necesaria: nunca se habían imaginado lo que daban de si las mentes manipuladas de los jóvenes, y mas cuando son sus propios padres quien les inculcaban los valores equivocados y les hacían ir por el camino incorrecto, considerando al mal como el único poder para dominar a los demás.
Y ahí entraba Lord Voldemort.
Desde que supiera que una noche se había profecitado su derrota, había invertido muchos esfuerzos en querer conocer lo que iba a ocurrir, en querer saber que era lo que se dijo en esa noche, en un bar, por una aspirante a profesora… y así fue también como llegó a conocer parte de la profecía, y que fue medio derrotado por un bebe, convirtiéndose en un ser espectral hasta que, bastantes años después, regresara a la vida… y al poder.
Y todo el horror que le costó desatar en los muchos años antes de su caída, después de su "vuelta" fue aumentado convirtiéndose en la declarada "segunda guerra", un tiempo en el que la seguridad había dejado de existir y que se temía hasta a las personas mas próximas, convirtiéndose en una ola de desconfianza como sólo puede haber en las épocas de guerra.
De esto poco sabían esas dos muchachas sentadas enfrente del anciano director, ellas habían estado viviendo hasta entonces en el mundo muggle, no mágico, y sólo cuando habían descubierto sus orígenes (que en realidad tenían poderes mágicos, que podían utilizar la magia) se habían dado cuenta de la grave situación en la que se hallaba el mundo mágico… aunque no la habían sentido tan fuerte como la sentían las personas que vivían en el exterior ya que en el colegio se intentaba propiciar un ambiente de seguridad, de que nada malo les iba a pasar, de que ahí se sentían a salvo de todo mal…
Era verdad que, como en todos los sitios, nunca se puede vigilar todo lo que ocurre, y más cuando ese lugar es tan grande y amplio como Hogwarts… a pesar de todos los esfuerzos realizados.
Dumbledore había estado pensando en todo esto mientras escuchaba el relato de lo sucedido, mientras oía cómo, a pesar de todos sus esfuerzos, se había producido una agresión. No, no era muy grave, ni habían llegado a las manos (como en muchas de las peleas que solían ocurrir entre los alumnos), ni habían llegado a lanzarse hechizos unos a los otros (típicas de los estudiantes también), pero saber que habían estado vigilando a una alumna, siguiéndola, y finalmente, atacándola para deshacer y romper lo que llevaba en las manos, y después desaparecer cómo si nada hubiera ocurrido… no lo podía entender.
Puede que pareciera algo desorbitado tal consideración a ese acto, incluso exagerado, pero el alcance real de todo ello sólo lo podían entender aquellos dos hombres que estaban, junto a las niñas, en el despacho, sólo ellos podían entender que no había sido una travesura, ni una chiquillada, que todo había sido planeado y calculado hasta que la oportunidad se diese… y había sido aquella mañana.
En la mesa descansaban los trozos rotos de la planta. Tal y como había descrito al principio Elizabeth, se trataba de un trébol de cuatro hojas, ahora roto a causa de la agresión sufrida en el pasillo. Tenía un color apagado, como si se hubiera muerto hace mucho tiempo, marchitado y abandonado la vida unos siglos atrás, no en esa tarde, no en esos hechos ocurridos unos minutos antes… Unos instantes mas tarde, como si una brisa casi imperceptible corriese por la habitación, la planta se deshizo y sus cenizas se esparcieron a lo largo del lugar, dejando tan sólo un hueco visible en la madera de la mesa. Un silencio repentino siguió a la desaparición del trébol, sólo roto por el crepitar del fuego.
- Ha comenzado el final – dijo, tras unos segundos de profundo silencio, el profesor de defensa contra las artes oscuras acercándose a la mesa y sentándose en uno de los sillones que existían para tal menester. A su derecha se encontraba el director, cavilando entre los múltiples problemas que tenia entre manos y las posibles soluciones (que, en muchos casos, sólo servirían para demorar la catástrofe); a su izquierda, las dos jóvenes alumnas, que no entendían muy bien a que se referían los dos adultos.
- Lo se. Lo he sentido… igual que tú – le respondió el director, en sus ojos se veían reflejado el cansancio y los agobios que las preocupaciones le creaban. Con cada día que pasaba se daba cuenta de que el fin del mundo que conocía se estaba acabando y no sabía concretamente en que iba a terminar todo eso: si en algo mejor o en algo tan diferente que no se pudiera reconocer.
Suspiró.
Tantas preocupaciones y tantos problemas en tan poco tiempo… lo extraño era que estaba preparado, pero no preparado para lo que empezaba a vislumbrar entre las soluciones posibles… no, eso no podría ser, eso seria muy cruel, aunque fuese el camino correcto. Siempre lo pensaba, lo correcto, lo que se tenía que hacer, normalmente no es lo más fácil, lo más sencillo… pero ahora, ahora empezaba a pensar que algunos destinos no deberían ser de esa forma, se tendrían que poder cambiar aunque estuviesen escritos de mucho antes… de mucho antes de que la persona existiese.
El director junto las dos manos, las puso encima de la mesa, observando un punto lejano. No miraba a las alumnas, si no que miraba más lejos, como si quisiera encontrar la solución en las llamas de la chimenea que continuaban con su viaje incesante de nacer y morir, y volver a nacer para morir… Se sentía incapaz de tomar una decisión que afectaba en gran parte a dos personas a las cuales conocía perfectamente, a las cuales admiraba mucho por su valentía por la vida. En ambos casos sabía que no tenían padres, que habían crecido lejos del mundo de la magia, y que la madre de ambos había arriesgado la vida, dando la propia por la de su hijo, el mayor sacrificio que se puede hacer… y en ambos casos esa protección había sido una salvación… hasta ahora.
- ¿Por qué era tan especial? – la pregunta perturbó el silencio y rompió la concentración de los dos hombres mayores que se encontraban en la habitación. En los ojos de la pelirroja se veía una mezcla de curiosidad y de querer saber… y su pariente no le daba respuestas.
Dumbledore, entonces, se levantó, no podía seguir pensando en el gran problema que tenía, pues por mucho que le diese vueltas y vueltas, le llevaba al mismo sitio: decidiese lo que decidiese, una de ellas estaría condenada y la otra salvada… pero no podía salvar a ambas, no había posibilidad.
Tras coger un pesado, antiguo y amarillento libro de la estantería, volvió a su lugar, en la pagina que mostraba a las niñas venia la imagen de un trébol, si no lo hubieran visto deshecho encima de la mesa, si no hubieran sabido que las plantas no duran eternamente, hubieran jurado que era el mismo, pero no podía ser, era imposible, pues la imagen databa de un tiempo muy antiguo, tal y como ponía en la fecha, ahora casi irreconocible, pertenecía a los siglos primeros antes de la época donde se hallaban, es decir, que quizás esa imagen tuviera unos dos mil años mas o menos.
- Los tréboles son consideradas plantas sagradas para los druidas – empezó a explicar el director a las dos sorprendidas estudiantes. Estas miraban todavía sin poder creer que lo que veían era la viva imagen del mismo trébol que había tenido una de ellas en la mano, incluso tenia la misma forma y el mismo tono de verde, incluso la que lo había cogido (y aunque pudiera parecer un tanto extraño) podía jurar que tenia la misma y extraña atracción de cuando lo vio entre la nieve: era el mismo, aunque no era el mismo… no lo podía explicar, pues era y no era. El director continuó con su explicación ante el asombro de las dos niñas – Ya que estas plantas representan y tienen, de una manera mágica, a los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego
- Estos cuatro elementos se encuentran conjuntamente en los tréboles de estas características – dijo el profesor Vlaxs señalando la hoja y la imagen dibujada en ella – Y equilibra a todos ellos, pues todos se encuentran en la misma medida y ninguno es más que otro. Es una balanza, pues sólo nacen cuando algo perturba la naturaleza, es un indicador de una destrucción cercana que afectara al mundo en general – en ese instante se calló, recordando un día lejano en el cual él también se encontró con una planta de similares características, y fue lo que le marcó su presente y futuro incierto.
El director empezó a hablar, pues conocía la causa de aquel silencio:
- Hay una antigua profecía que dice que, en tales casos, cuando nacen estos tréboles, la persona que lo encuentre – en esos momentos miró de reojo a su amigo – tendrá un decisivo papel en el conflicto por el cual ha brotado. Es a la vez un indicador de peligro y una llama de esperanza, pues si se utiliza bien ese poder, hará que las cosas vuelvan a ser como eran, sin mal y sin peligros – Dumbledore dejó un instante para que las muchachas asimilasen lo que habían oído – Esta historia podría parecer una leyenda inventada, bien es cierto, pero no lo es, pues yo mismo conocí a la persona que encontró una de estas plantas hace años, cuando el reinado de Grindelwald estaba en su punto fuerte, era 1945 y el mundo estaba en medio de un caos absoluto. Esa misma persona fue de gran ayuda en la lucha: me ayudó a derrotar a ese mago oscuro, y, aunque por circunstancias del destino, desapareció poco después, fue un gran apoyo para todos los que empezamos a reconstruir el mundo casi desde cero después de ese mal.
- Pero… esta roto – alcanzó a balbucear Elizabeth, que había permanecido callada hasta entonces.
- Si, y eso es una mala señal, pues alguien sabia que estaría cerca ese momento, el momento en el que el trébol, o las fuerzas que emanan de él, buscase un nuevo dueño y ayudase a guiar la lucha contra el mal que acecha… Su destrucción indica un peligro aun mayor del que habíamos previsto y tenemos que empezar ya a prepararnos contra lo que se avecina: esta muy cerca, demasiado cerca el ataque de Voldemort…El fin se acerca…
- Creo que has dicho demasiado – dijo el director, y haciendo un gesto en dirección a las niñas, hizo que estas sintiesen repentinamente un deseo de cerrar los ojos y dormir muy profundamente, tal y como hicieron instantes después sobre los asientos donde se encontraban.
Tras observar que el encantamiento que había lanzado surtía efecto, se levantó de su asiento, y recogiendo el antiguo libro que todavía permanecía abierto sobre la mesa, lo cerró y se dirigió a dejarlo en su lugar.
- No se acordaran de nada de lo que ha pasado hoy: ni del hallazgo ni de la conversación – esa afirmación no vino del director, sino de la personas que todavía se encontraba sentada en la mesa, que había observado el lanzamiento del hechizo sin decir nada y ahora lanzaba otro hacia ellas – Hay que dejar que todo trascurra tal y como debería de ser, no se puede cambiar o adelantar lo que va a ocurrir. Es necesario – dijo como disculpa por su último gesto.
- Si, lo es.
- Y ahora, ¿Qué vas a hacer?
- Empezar a prepararnos para lo peor. Las cosas se están precipitando – terminó de hablar Dumbledore en tono bastante grave – Esto significa que Voldemort ya sabe que esta pasando, quien esta aquí, como les protegemos y lo que hacemos: las vigilancias no han servido de mucho, aunque han demorado un poco los sucesos.
Después, con el semblante un poco más calmado, se acercó a otro de los armarios de la habitación, y abriendo las grandes puertas, sacó de su interior el pensadero tan utilizado últimamente, puesto que no quería perder ninguno de los sucesos narrados en ese lugar, y así podía ver las diferentes y mínimas conexiones que se le escapaban, pues estas podrían ser la clave que buscaba para los problemas que existían.
- ¿Se lo dirás? – dijo de pronto el otro hombre, mientras miraba como las imágenes se formaban en el liquido y niebla del pensadero, y como estas iban uniéndose, como piezas de un gran puzzle: en esos momentos se veía a un estudiante con un uniforme antiguo, de posiblemente bastantes años atrás, y a una chica (quizás de la misma edad que este), pero con la misma expresión de inseguridad pero determinación por saber que instantes atrás había tenido una de las dos estudiantes que ahora se hallaban dormidas encima de los sillones.
- Creo que ya lo intuye. Los lazos de sangre son muy difíciles de engañar. Pero… – Albus Dumbledore miraba ahora otra imagen, una donde salía el mismo muchacho de antes, pero ahora con más edad, un joven veinteañero, y con una gran capa negra encima: estaba arrinconado contra una pared, y a sus pies se hallaba una careta blanca – … todavía no es la hora, todavía no ha llegado el momento en que se desvele el misterio.
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En ese fin de semana se celebraría otro partido de quidditch en la escuela, el segundo del equipo de Gryffinfdor. Después de haber entrenado con ahínco y muy duramente bajo el viento y el mal tiempo, los componentes se encontraban con muchas ganas de poder competir, no por nada, si hacían un buen resultado y si ganaban en el último partido que se iba a disputar a finales de Mayo (es decir, un mes después) les proclamarían campeones de la liga.
Por todo ello, los alumnos se arremolinaban en los entrenamientos para ver volar a sus representantes y les animaban en la sala común, todos estaban deseosos de llevarse la copa ese año también.
Y, además, la primavera estaba poco a poco asomándose, y la nieve se retiraba de los jardines: parecía que la guerra que se desarrollaba en el exterior hubiese dado una pequeña tregua, ya que también las noticias y desastres eran cada vez menores.
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- No, no y no – repitió por décima vez Hermione mientras repasaba una y otra vez los escasos apuntes de sus amigos, aunque se podía decir que los corregía y repasaba mil y una veces hasta quedar perfectos – Relashio es para que alguien suelte algo, y Waddiwasi es para apartar objetos y lanzarlos lejos. No al revés. ¿Es que no os acordáis? – volvió a sumergir los ojos en los pergaminos que les había mandado el profesor de la Encantamientos de deberes para corregir los errores.
- Para eso ya te tenemos a ti. Eres la mejor recordando cosas y una estupenda persona y amiga y…novia y…encantadora y… – dijo en tono halagador Ron, pues visto el poco éxito que tenían tanto Harry como él en la redacción del resumen de hechizos de todos los cursos que habían tenido, más les valía a ambos conseguir que Hermione les ayudase.
- Si, ya he captado lo que me quieres decir – dijo esta mientras sonreía ante la cara del pelirrojo, era bastante corriente que se pusiera a halagarla para conseguir sus propósitos cuando veía que ella empezaba a enfadarse con él, cosa que no le disgustaba mucho realmente – Vale, empecemos con la lista de primer año. Apuntar: el primero, por orden alfabético, es Alohomora – y siguió enumerando uno por uno todos los encantamientos que habían aprendido en ese año, dando una breve descripción de cada uno, exactamente lo que les había pedido el profesor.
Era en esos instantes cuando Harry se alegraba de tener a ambos como sus mejores amigos, pues hacían que todo se viera mas fácil y su cabeza dejase de darle vueltas a las preocupaciones que tenia, incluso a veces, parecía que nada malo le iba a ocurrir si los dos permanecían a su lado. Mientras escribía de forma automática todo lo que Hermione dictaba, empezaba a pensar que quizás fuese buena idea hacerles participes de algo que lo atormentaba desde el final del curso pasado y que no había querido revelar a nadie, pues ni él todavía había logrado comprender totalmente su significado (o no quería comprenderlo).
- Lacarnum Inflamarae– Hermione continuaba diciendo hechizos en orden alfabético. Esperaba a que terminasen de escribir el nombre completo y seguía con la descripción de lo que hacia. A veces, como en este caso, se acordaba de alguna vez que había utilizado el hechizo y una sonrisa aparecía en su cara.
La sala estaba bastante tranquila, puesto que la mayoría de las personas habían optado por salir a los jardines para disfrutar del poco calor que hacia, y lo único que se oía era la voz de Hermione y el rasgueo de las plumas de Ron y de Harry sobre los pergaminos mientras copiaban frenética y rápidamente.
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Llegó finalmente el día del partido, y en el vestuario de Gryffindor, todos los componente del equipo se agolpaban en torno a su capitán que les daba las últimas instrucciones y las técnicas que iban a utilizar en el campo, muchas de ellas ya ensayadas con anterioridad miles de veces.
Fuera, en las gradas, los profesores y los alumnos esperaban el comienzo del partido que enfrentaría a Gryffindor y a Hufflepuff. Y, como siempre, cada casa apoyaba a su equipo, y las dos restantes estaban para ver el partido y animar a la que quisiera (aunque Slytherin siempre apoyaría a cualquiera casa que se enfrentase a Gryffindor en un partido de quidditch)
Tras ser anunciado el inicio del partido, la encargada de narrar los sucesos que trascurrieran en el campo (para desgracia de McGonagall, no había podido cambiarla, a ese paso, quizás superara a Lee Jordan en cuanto a comentarios ajenos al desarrollo del juego), Joan Whole, la alumna de cuarto de Hufflepuff empezó a presentar a los diferentes componentes de los equipos.
- Y aquí están, los magníficos, los inigualables, los poderosos… – carraspeo de McGonagall -… ¡¡¡¡¡Hufflepuff!!!!! – un frenético alboroto se escuchó desde la grada de esa casa – Con todos ustedes…
- Ya están saliendo – dijo Harry al escuchar los gritos en el campo, intentando cortar un poco los nervios que siempre se apoderaban de él antes del inicio de cada partido.
- Si, y después nos toca a nosotros – dijo Ron a su lado, igualmente nervioso, parecía que tenia un gran peso en el estomago.
- Venga chicos, es que siempre vais a estar igual – se oyó una voz desde la puerta del vestuario, era Hermione que venia a apoyarles antes del inicio del partido, siempre esperaba a que terminase las indicaciones el capitán para poder hablar y darles ánimos.
- Es que tú no te encuentras en esta situación, no te imaginas que es salir allí sabiendo que cientos de personas van a mirar lo que haces y, y, y… - el peso que tenia Ron en su estomago era cada vez mas pesado.
- Y se que lo vas a hacer perfecto. Pararás todas las quaffles y Harry cogerá la snitch enseguida, ¿no es verdad?
- Bueno, se intentará lo que se pueda – dijo Harry dándose por aludido, y sintiendo que sus nervios empezaba a remitir.
En esos momentos, cuando estaban anunciando al guardián de Hufflepuff (en medio de todas las alabanzas y piropos que echaba la encargada de retrasmitir el partido a los componentes de su casa), Hermione distinguió un gesto de Ginny, era algo que habían hablado hace poco, en una de las muchas tardes que se quedaba en la sala común mientras los chicos se iban a volar un rato por diversión.
Tras ver como esta entendía el mensaje, la pelirroja caminó despacio con su escoba hacia ese lugar, y Hermione, agarrando ligeramente de un brazo a Ron le indicó que la siguiera.
- ¿Pero qué…? – empezó a decir este, pero fue inmediatamente callado por el beso que le daba Hermione, así que no hizo más preguntas y cerró los ojos para disfrutar de esa sensación.
Harry observaba la escena divertido, sabía que sus amigos estaban hechos el uno para el otro y a pesar de todas las ligeras discusiones que tenían, el amor que sentían no podía negarse.
- Harry – escuchó su nombre detrás de él.
Se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Ginny, esta estaba un poco colorada y en sus manos llevaba un trozo de papel. Tras entregárselo, fue corriendo hacia la salida… estaban anunciando su nombre.
- Katie Bell, Ginny Weasley y Sam Smith en los puestos de cazadores – ya habían salido los golpeadores de Gryffindor, así que anunciaban a los siguientes.
Antes de poder ver lo que ponía en el papel vio que se aproximaba Ron, ahora un poco menos nervioso que antes (y un poco mas colorado también) así que lo guardó en uno de sus bolsillos, ya vería lo que ponía allí después del partido.
- Ron Weasley como guardián… y ¡¡Harry Potter como buscador y capitán de Gryffindor!! – los nombres de los dos últimos que quedaban en el vestuario se dijeron y empezó el partido
Como se había previsto, el resultado del partido fue inclinado desde el principio a favor del equipo de los leones, y mientas su capitán se encontraba a varios metros por encima del desarrollo del juego, los espectadores disfrutaban con los goles que iban marcando, una tras otra, las cazadoras de este equipo, y en concreto Ginny Weasley, que parecía estar de buen humor, como si se hubiera quitado una gran preocupación de encima.
Harry, desde su puesto, buscaba la snitch, la cual no aparecía desde el inicio, desde que la soltase la profesora de vuelo al comenzar a arbitrar el partido. A pesar de que se sentía, en cierta medida, tranquilo por la ausencia de noticias del exterior y de la guerra, algo le decía que estaba pasando algo grave en algún lugar, era una sensación extraña, como cuando tenía aquellas visiones de Voldemort en las cuales se alegraba este de las catástrofes causadas.
Para espantar estos pensamientos decidió dar una vuelta rápida por el campo, pero por mucho que aumentase la velocidad y sintiese el viento a su lado, la sensación de que algo malo pasaba aumentaba cada segundo, hasta que sintió que se ahogaba, que algo le oprimía el pecho y no le dejaba respirar.
Era una sensación agobiante, asfixiante, como si estuviera falto de aire… el oxigeno no le llegaba… se ahogaba…
No había oxigeno, no podía respirar…
De nuevo volvió a ver oscuridad a su alrededor, como en sus sueños, y el alboroto que causaba el publico se desvaneció de repente, dejándolo en profundo silencio. Sentía, y eso era lo más extraño, que no volaba, que caía y caía hacia un abismo de negrura y esta le atraía cada vez con más fuerza, y no podía hacer nada para impedir que le atrapase…
No tenía aire.
No tenía luz.
No tenia nada a su alrededor.
Caía y caía hacia el fondo, era una caída sin retorno.
Y de pronto, en un movimiento involuntario, una de sus manos se soltó de la escoba y rozó un papel que sobresalía de uno de los bolsillos de su túnica, era el mismo que le había dado Ginny antes de empezar el partido.
Como si algo dentro de él reaccionase de repente al recordar ese hecho, sucedido unos minutos atrás (aunque a él le parecieron siglos, no podía recordar muy bien su cara, sólo un ligero color rojizo, sólo la entrega del trozo de pergamino que llevaba en el bolsillo), la velocidad de caída empezó a no ser tan rápida, parecía que, desde un recodo de su interior, una fuerza luchase contra la presión que le había atrapado y le atraía hacia el fondo.
La oscuridad empezó a ser menor, y un murmullo, como de unas voces lejanas, apareció de repente, perturbando el silencio.
- ¡¡¡Harry, cuidado!!! – una voz se alzó de entre todo el jaleo que tenia a su alrededor, y chilló su nombre. En el mismo momento en que recobró la conciencia de donde estaba (en el campo de quidditch, jugando un partido) la sensación que se había apoderado de él se desvaneció, como si nada hubiera pasado, pero le quedó el recuerdo de que algo bastante grave había pasado con él y en algún lugar conocido también.
En cuanto "regresó", tuvo el tiempo justo para evitar el golpe contra el suelo del estadio, estaba yendo directamente hacia allí, y sólo el grito de Ron había evitado el choque.
Por suerte, al cambiar de dirección tan bruscamente, divisó la pequeña y escurridiza bola tan preciada en el quiddicth: la snitch dorada, así que sólo tuvo que imprimir un poco de velocidad a su escoba para atraparla y, de ese modo, ganar el partido.
- ¿Qué te ha pasado? – fue lo primero que escuchó al aterrizar en la hierba, Ron venia corriendo a su encuentro y con cara de preocupación – Parecía como si hubieses perdido completamente el control de la escoba y…
- No lo se – contestó Harry sintiendo bajo sus pies la hierba del estadio, una sensación que le parecía en esos instantes maravillosa. Ni él mismo sabía expresar esa extraña atracción que le había embargado unos segundos antes, sólo sabia que, de repente, estaba en un lugar de oscuridad y luego de vuelta en el campo.
El resto del equipo también venia corriendo pues todos habían visto la maniobra tan extraña de su capitán al final del partido y, aunque se alegrasen de haber ganado, el ver a Harry cayendo hacia el suelo sin control era algo de lo que preocuparse.
- ¿Te encuentras bien?
- ¿Ha sido un hechizo?
- ¿Qué ha sucedido?
- Si, no os preocupéis. Estoy bien – repetía constantemente este ante la avalancha de preguntas. En un instante concreto, volvió la cabeza hacia la tribuna donde se sentaban los profesores y se dio cuenta de que Dumbledore no estaba allí sentado: había desaparecido… y no era el único que faltaba.
También sintió un pinchazo agudo en uno de sus hombros, pero era tal el jaleo a su alrededor que no le dio mucha importancia, pues todos los miembros de Gryffindor estaban aproximándose a donde se encontraba el equipo para felicitar la victoria, todos agitaban alegres las bufandas y los carteles pues esto también les acercaba a la copa de las Casas.
Así estaban cuando llegaron inesperadamente los gemelos Weasley, ambos venían con cara preocupada, cosa nada habitual en ellos, y haciendo una indicación a Harry y Ron (que se encontraban en medio de las felicitaciones por su papel en el partido), les señalaron un lugar apartado donde hablar con ellos. Hermione, al verles llegar corriendo, también se había apartado y se dirigía rápidamente al mismo lugar donde indicaban.
Fred y George venían bastante nerviosos, pues habían descubierto algo desconcertante, algo que no se esperaban mientras revisaban sus informaciones sobre la guerra exterior y así se lo hicieron saber a los tres, pues aunque Harry no supiera mucho de lo que hacían en sus "investigaciones" sabían que esto, en gran medida, le afectaba a él y por eso se reunían con los tres a la vez.
- Han atacado Surrey – dijo Fred acalorado e intentando normalizar su respiración mientras se apoyaba en las rodillas – Percy ha sido herido y no se sabe casi nada de lo que ha sucedido, sólo que han atacado hace unos minutos.
- Hay varios muertos…y han cogido prisioneros – lo último lo dijo George bastante bajo, pero Harry lo llegó a oír, y no dudaba de quienes se trataba, aunque ignorase la relación que tuviera Percy con todo ello… ahora sabia porqué el director no se encontraba en las gradas al final del partido.
Cerró la mano que sujetaba la snitch, esta casi se rompió de la fuerza que hacia, le resultaba bastante duro el saber que, por su culpa, existían personas que iban a sufrir ya que, aunque no le tratasen muy bien, eran al fin y al cabo parte de su familia.
- Tengo que ir a ver a Dumbledore – anunció antes de echar a correr frenéticamente hacia el castillo y dejando a los cuatro clavados en el sitio.
En cuanto le vieron alejarse, Ron quiso ir tras él, pero Fred le agarró del brazo:
- Existe otro problema - les dijo a ambos en voz baja, acercándose lo suficiente para que sólo ellos pudiesen oírlo - Él ha desaparecido.
- ¿Cómo?
- No puede ser – exclamó también con sorpresa Hermione.
- No nos explicamos que ha podido suceder, pero no lo encontramos… en ningún lugar.
- ¿Cuándo ha sido?
- No sabemos, pero hace unas semanas lo teníamos localizado y ahora…
- Ahora es como si no estuviese en ningún sitio – terminó de decir George descorazonado.
- Es una mala señal.
- Vamos a intentar buscarlo ahora, tenéis que venir a ayudarnos, es muy importante.
-.Esperemos encontrarlo… Nadie puede desaparecer así como así de ese sitio. Tiene que haber alguna explicación lógica – dijo nerviosamente Hermione mientras se dirigían hacia el castillo.
Lo que no sabía ninguno de los cuatro era que habían estado espiándoles, y que una persona les seguía a escasos metros.
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Si no hubiese sido por su entrenamiento exhaustivo de animagia y de la capacidad que tenia para trasformarse en un gato quizás nunca hubiera podido escapar y nadie sabría lo que había sucedido en esa calle de la ciudad. Para cualquiera que pasase cerca, la calle estaba en plenas obras, se podía ver algunas maquinas excavando aquí y allá, y algunas zanjas ya hechas en medio: oficialmente estaba cambiando el asfalto, pero extraoficialmente, allí había ocurrido algo más siniestro.
Malherido como estaba tras ver como varios mortifagos desaparecían en la nada llevando consigo a varias personas, Percy había llegado a las puertas de una casa cercana, la única que sabia que podía utilizar para comunicarse con la orden del fénix, y de este modo, supieran que había pasado, pues hasta entonces había sido como si un velo se hubiera posado en esa zona, ocultando todo movimiento o vigilancia que se había impuesto además de las personas que existían.
Y de este modo fue como los gemelos también se enteraron de lo sucedido, pues uno de sus últimos inventos había consistido en un detector de comunicaciones a través de los polvos flu, después de que sus famosas orejas extensibles fuesen descubiertas y requisadas en su totalidad en las vacaciones de Pascua (a pesar de que el director conocía la existencia de estas casi desde principio de curso, no había sido hasta entonces cuando había decidido que los asuntos tratados de la orden no podían ser oídos por "orejas" ajenas, puesto que se trataba de planes que no debían llegar a conocerse por determinadas personas)
Así pues, de esta manera, los gemelos se enteraron del ataque y posterior secuestro de los familiares de Harry, y de la muerte de varios miembros de la orden que se encontraban en esa zona (algunas de esas muertes les produjeron autentica tristeza, pues les conocían algo del verano que habían pasado en la guarida general de la orden)
Después de comunicar lo sucedido y llegar los refuerzos para reconstruir el lugar, Percy fue trasladado al hospital, donde se encontraba ahora debatiéndose entre la vida y la muerte, ya que las heridas causadas en el ataque eran bastante profundas y le costaba respirar.
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A varios kilómetros de distancia, varios hombres estaban reunidos. La estancia era sombría, oscura, tétrica, pero a eso ya estaba acostumbrados los que allí se encontraban, pues entre esas cuatro paredes era donde se habían forjado los planes más malévolos de los mortifagos y ahora la actividad era frenética, pues los planes actuales estaban saliendo a la perfección.
- Bienvenido – dijo la gran figura negra al ver entrar a un joven aprendiz, Lord Voldemort en persona saludaba al recién llegado, algo poco habitual, y más cuando los asuntos que se trataba en esa habitación eran tan importantes en la guerra que tenían entre las manos. Este, al llegar y sentir todas las miradas sobre él se situó en una de las partes más oscuras de la sala, al abrigo de las sombras, para no ser ni visto ni reconocido por ninguno de los que allí estaba, excepto, por supuesto, al Lord, que era quien le había llamado - ¿Tuvo éxito?
- Si, mi lord – contestó la oscura figura haciendo una reverencia al final – Todo salio a la perfección – sus palabras eran rotundas, como si las hubiese estado ensayando unos minutos atrás.
- ¿Y no habrá dudas de quien son los secuestrados?
- Ninguna, nos dejamos ver por el espía que tenían en el jardín… un estupido mago en forma de gato – termino despectivamente
- Esplendido – una sonrisa de victoria se dibujo en los finos labios del poderoso mago oscuro – Dumbledore caerá en la trampa. Bien, ya puedes irte – su conversación con el aprendiz había llegado a su punto y final. Este, al ver un gesto de despedida, salió del lugar, no quería causar malestar a su maestro, sólo había ido a dar la noticia del éxito de su misión, ya no hacia falta para nada allí.
- ¿Habéis conseguido acceder a la habitación? – Voldemort ahora se dirigía hacia otra parte de la mesa.
Los ojos de una mujer destellaron bajo la mascara blanca que llevaba (había llegado poco antes que el aprendiz), y sacando de entre su túnica un objeto, lo depositó encima de la mesa. Varios de los presentes ahogaron una exclamación de sorpresa.
- Ha costado, pero ya lo tenemos, mi señor – Voldemort pareció complacido ante este gesto y estas palabras de la mujer.
- Buen trabajo, sabia que lo conseguirías.
- Servirte, maestro, es un honor – dijo Bellatrix Lestrange agradecida de ese cumplido, pues desde el suceso de casi un año atrás, había estado desempeñando misiones muy poco importantes y nada sangrientas a su pesar. Por lo tanto esperaba esta vez poder llegar a tener el poder que tenia antes e inspirar el terror que sólo la pronunciación de su nombre inspiraba antes de encerrarla en Azkaban.
- La siguiente fase está a punto de comenzar. Esta tarde cambiaremos el mundo – dictamino Voldemort antes de desaparecer por una de las puertas que tenia la habitación. Tras él, la gran serpiente Nagini reptaba y siseaba peligrosamente, podía intuir que esa noche tendría una esplendida y estupenda cena.
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Harry no recordaba cómo había llegado a la puerta del despacho del director, pero allí estaba, dispuesto a entrar y a preguntar por la situación de sus tíos y primo. Iba a decir las primeras palabras absurdas que se le pasasen por la mente (siempre relacionada con dulces, eso estaba claro: Dumbledore siempre ponía aquellas extrañas contraseñas haciendo combinaciones de estos) cuando, de repente, la puerta se abrió y salió a todo correr una figura embutida en una capa parda. Detrás de ella iba McGonagall… persiguiéndola. La mirada preocupada de la jefa de su casa se posó en él.
- No debería estar solo en el pasillo Potter. Vaya a su sala común. ¡Ahora! – dijo antes de desaparecer en pos de la mancha marrón que se veía al final, doblando la esquina.
Al encontrarse solo, y puesto que no iba a desistir en saber lo que pasaba, miro con precaución a uno y otro lado, y entró tras la gárgola que cerraba el paso, esta se había quedado a milímetros de cerrarse (por suerte para él) tras la salida de esas dos personas. Con cuidado, subió las escaleras, no sabiendo que iba a encontrarse al entrar al despacho del director, de momento un silencio espectral se oía tras la puerta cerrada.
Cuando empujó la puerta y entró en el despacho se quedó helado ante lo que contempló: miles de hojas y pergaminos se encontraban por el suelo, por los sillones, por la mesa… todo era un caos y un desorden total… parecía que un huracán hubiese pasado por el lugar. Incluso, y eso era lo peor, muchos de los antiguos libros que poblaban las estanterías del despacho se encontraban rotos, arrancadas y esparcidas sus hojas por doquier… acompañando los trozos de los objetos que normalmente Dumbledore tenia por encima de la mesa. Y también el fénix del director había desaparecido, en su lugar sólo quedaban unas pocas plumas. Los cuadros estaban vacíos, como si hubiesen desalojado a la fuerza a sus ocupantes.
Un nerviosismo empezó a embargarle, si la noticia que le habían dado los gemelos Weasley ya era de por sí preocupante, la visión del desastre en el despacho le venia a confirmar la sensación de peligro inminente que había sentido a lo largo del partido: si Hogwarts se consideraba el lugar más seguro, ¿Qué estaba sucediendo en el resto del país?
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En el ministerio de magia también se percibía una especie de nerviosismo ante lo descubierto esa mañana: habían robado en uno de los departamentos sin dejar rastro.
- Señor Ministro – dijo saludándole nerviosamente uno de los encargados de custodiar la puerta al ver llegar a la máxima autoridad del lugar.
Este, sin decir nada, traspasó rápidamente la puerta para adentrarse en el largo corredor de paredes desnudas. Ningún rayo de luz penetraba en el oscuro lugar, pues no existía ventanas ni puertas a lo largo del pasillo, a excepción de una puerta plana y negra al final.
Desde que le dijeran en que lugar habían entrado, una sensación de peligro se había apoderado de él, nadie más que los encargados del departamento y el ministro sabían en que se trabajaba en aquel lugar, que se hacia y que se investigaba… y si habían robado lo que pensaba… no, no quería ni imaginárselo.
Un mago, vestido con túnica oscura le esperaba en la puerta. Nada mas verle, le indicó con la cabeza que no habían encontrado ninguna pista de quien había podido ser.
- No hay ni una señal – dijo guiándole entre las diferentes salas en las que se dividía el lugar – Parece ser que sabían donde estaba y…
El ministro no escuchó más, sus ojos se posaron inmediatamente en el lugar central de la sala donde acababan de entrar: en medio de la habitación rectangular débilmente iluminada por antorchas, en el centro del gran foso de piedra, en el centro justo de los bancos de piedra que se formaban a su alrededor… no había nada, absolutamente nada.
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Seguía paseándose por el despacho sin poderse creer todavía lo que había sucedido. Aquí y allá los papeles estaban dispersos y revueltos, los libros abiertos por cualquier parte y las hojas desgarradas. No podía ser que alguien hubiese entrada en la habitación más segura del colegio, o eso suponía, y hubiese organizado todo ese desastre.
Un ruido en la puerta le sacó de su estupor… se escuchaban pasos subiendo.
Buscó nerviosamente algún lugar en donde esconderse, no podía dejarse ver, pues había entrado en el lugar sin permiso, ojala hubiera tenido a mano la capa invisible, eso le hubiera salvado de miradas indiscretas. Al final encontró un pequeño rincón oscuro, cerca de la puerta, si se le presentaba ocasión podía irse del despacho sin que le descubriesen.
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Ajenos a lo que ocurría, en la sala común de Gryffindor se seguía celebrando la victoria de su equipo en el partido de esa tarde.
Todo el mundo estaba alegre y feliz… todos excepto una chiquilla de pelo negro que se encontraba en su habitación llorando. Alguien llamó ligeramente a la puerta del cuarto de las niñas de primer año, y al no recibir respuesta negativa, entró.
- ¿Qué te pasa Elizabeth? – Ginny se acercó hasta ella y se sentó a su lado, intentando consolarla.
- Yo… no sé – un sollozo salió de su garganta – Pero me parece escuchar las voces de mis padres. Están llamándome, pero no puede ser… ellos están muertos – enterró entre sus brazos la cabeza y siguió llorando.
Ginny no sabia que podía decirle, pero no podía dejarle con la pena.
- Ven, vamos a los jardines, quiero enseñarte algo – y le tendió su mano para que la acompañase.
Confiando en ella, Elizabeth le acompañó, le conocía desde el principio de curso y sabía que Ginny siempre le ayudaba con sus problemas. Se sentía segura a su lado.
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Al entrar en la habitación de los gemelos, Ron y Hermione se dieron cuenta de que estos habían estado trabajando sin descanso durante los últimos días: por doquier se veían dibujos de columnas blancas, de lugares extraños, de paisajes casi irreales… incluso un mapa señalando donde se encontraba cada cosa colgado en la pared.
Esto no era propio de ellos, pues hasta entonces cualquier cosa relacionada con la "búsqueda" que era como la llamaban ellos afectuosamente, la mantenían en secreto, lejos de miradas indiscretas, dentro de una cavidad que habían hecho en la pared, tras unos ladrillos… un compartimento que había alojado todo lo relacionado con ese plan, pero que ahora se encontraba disperso por la habitación.
George se acercó hacia uno de los pergaminos enganchados en la pared, este mostraba un paisaje árido, desierto, carente de vida, y una luz anaranjada parecía iluminar todo.
- Este es el lugar que vimos en el "almacén de recuerdos" – explicó aludiendo a uno de los objetos "cogidos prestados" del baúl de Harry – Por lo que pudimos deducir, al entrar en contacto con el espejo – este era otro de los objetos que habían cogido, fue en fechas cercanas a Navidad cuando Ron los "cogió prestados" para las investigaciones de los gemelos – en vez de mostrar un recuerdo, mostraba donde se encontraba, quizás sea porque el espejo les servia para comunicarse él y el padre de Harry y parte de esa magia sigue latente, pero no tenemos duda de que hace poco se encontraba en el desierto.
- Y después – continuó Fred, indicándoles otro dibujo, ahora un poco menos definido que mostraba dos figuras – le volvimos a ver junto a un extraño niño.
- Y el profesor Lupin también aparecía a veces en la esfera, junto a él
- Pero Remus ya no está allí – dijo Hermione dando un vistazo a la imagen.
- Si, regresó, como hicisteis vosotros – les señaló – y como hicimos Fred y yo – se señaló a si mismo y a su hermano gemelo - Todos cumplimos una misión allí, y luego volvimos.
- Pero, ¿y él? ¿Y si ha regresado ya?
- No lo sabemos…
- … Pero intuimos que no – terminó de decir Fred – Si lo hubiera hecho, iría a ver inmediatamente a Harry…
- … Y no ha venido.
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Caminaba sin descanso a lo largo de la habitación, observando el objeto que se encontraba en el centro de ella. Lo habían dejado allí unos mortifagos, unos aprendices, y su señor le había encargado vigilarlo, con una extraña sonrisa irónica en su cara, como si le divirtiera aquello.
Se había pasado la ultima hora intentando saber qué y para qué servia exactamente aquello, pues su aspecto desgastado y ruinoso no le daba ni una pista de qué era. Se paró enfrente, no podía imaginarse porqué el lord estaba tan interesado en aquella andrajosa cortina negra que se encontraba colgada de un arco a punto de derrumbarse, no sabia porqué Bellatrix estaba tan contenta después de pasar por el lugar y echar un vistazo, desde lejos, a aquella cosa. No sabia porqué, pero la sola visión de eso le producía una extraña sensación de peligro, curiosidad y fascinación y también veía como el trozo de tela ondeaba suavemente sin que hubiera corriente de aire alguna en la habitación.
Le pareció oír voces, pero no podía ser, pues nadie mas había en el lugar.
Dio un par de vueltas al extraño objeto, hasta que al final pensó que habían sido imaginaciones, voces de su mente, como las que, desde hacia muchos años atrás, le asediaban sin descanso.
Sin perder de vista el único objeto que se encontraba en la sala, se sentó apoyado en la pared, y dejó que su cabeza se echara hacia atrás: necesitaba pensar y aclararse las ideas.
- Si eras mejor como rata que como hombre, no tienes mucho de lo que alardear
- ¡NO MIENTAS! ¡LE HABÍAS ESTADO PASANDO INFORMACIÓN DURANTE UN AÑO ANTES DE LA MUERTE DE LILY Y DE JAMES! ¡ERAS SU ESPÍA!
- ¡Estaba tomando el poder en todas partes! ¿Qué se ganaba enfrentándose a él?
- ¿Qué se ganaba enfrentándose al brujo más malvado de la Historia? ¡Sólo vidas inocentes, Peter!
- ¡No lo comprendes! Me habría matado, Sirius.
- ¡ENTONCES DEBERÍAS HABER MUERTO! ¡MEJOR MORIR QUE TRAICIONAR A TUS AMIGOS! ¡TODOS HABRÍAMOS PREFERIDO LA MUERTE A TRAICIONARTE A TI!
- ¡No! ¡No podéis matarlo! No podéis.
- ¡Harry! Tú... gracias. Es más de lo que merezco. Gracias.
- Suéltame. No lo hago por ti. Lo hago porque creo que mi padre no habría deseado que sus mejores amigos se convirtieran en asesinos por culpa tuya.
Desde aquel día, ese recuerdo se repetía una y otra vez en su mente. Volvía a ver las caras demacradas y cansadas de sus dos antiguos amigos, la venganza impresa en sus rostros, el ansia por matarle por la traición que había tenido lugar… y también revivía cómo Harry, al final de todo, le había salvado, aunque eso hubiera significado el resurgimiento de Voldemort unos meses después con ayuda suya.
Era un cobarde, lo sabia.
Nunca se había merecido el estar en Gryffindor, todavía no comprendía cómo el Sombrero Seleccionador le había puesto en la casa de los valientes, pues todas sus acciones hasta ese momento le señalaban como un maldito cobarde, una persona que antes de arriesgar su vida, optaba por la solución más sencilla… como vender a sus amigos. Quizás su puesto hubiera sido mejor en Slytherin, o en cualquier otra casa, pero nunca, nunca en Gryffindor… no se había merecido nunca aquella casa.
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Dumbledore miró con preocupación el espacio vacío de la sala donde se había investigado, hasta ese momento, la delgada línea que separaba a los vivos de los muertos. Y miraba con tristeza los cuerpos de aquellos trabajadores del departamento, inefables les llamaban algunos, que se encontraban a la puerta, a unos metros del ministro. Este se hallaba dando ordenes rápidamente, pues no querían alarmar a la población, tanto mágica como muggle. Tendrían que inventar algo para no causar alarma, tal y como habían hecho unos minutos atrás en una calle para enmascarar el grave ataque que había tenido lugar; o intentar que ningún trabajador de esa zona se le fuese la lengua y contase lo que había sucedido: la ignorancia de los hechos era mucho mejor que una histeria descontrolada.
Al terminar de dar instrucciones, el ministro se reunió con el director de Hogwarts y contempló con él el inmenso vacío que parecía existir en medio de la habitación.
- ¿Por qué lo ha robado?
- No es ¿por qué?, sino ¿para que fines? – contestó Dumbledore, sin conocer todavía lo sucedido en el colegio, se había ido en cuanto le habían avisado del ataque en Surrey – El velo es peligroso en manos inadecuadas, pero Voldemort – el ministro sintió un escalofrío al oír el nombre de quien-no-debe-ser-nombrado – sabe lo que es, y para que sirve. Lo que deberíamos preguntarnos es ¿Qué querrá hacer con él?
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El intruso que había visto salir del despacho acababa de entrar de nuevo, lo podía distinguir por la oscura túnica, por el color marrón de esta, un color parecido a la tierra. Llevaba la capucha puesta, por lo que no podía distinguir sus rasgos. Parecía que estuviese husmeando en la habitación, como si oliese algo, y, aunque no lo podía ver, creyó escuchar un ligero gesto de auto-suficiencia, una afirmación con la cabeza, como si hubiese pasado algo que esperase esa persona. Con paso decidido se acercó hacia donde se hallaba escondido.
Harry se pegó todo lo que pudo a la pared, intentando fundirse en las sombras. No podía salir del despacho sin que esa persona no le viese, así que esperaba que pasase de largo, y sólo se dirigiese hacia la salida… pero no fue eso lo que ocurrió.
Un segundo después sintió en su brazo una mano que le agarraba fuerte y firmemente, como si fuera una garra que se clavaba en su piel… impidiéndole escapar.
No pudo distinguir el rostro del intruso, la capucha le tapaba gran parte de la cabeza, sólo dejando libre la zona de los ojos, unos ojos fríos como el acero, unos ojos grises que le miraban y sonreían con mucha maldad.
Después ya no pudo distinguir mucho más de su agresor, pues una desagradable y conocida sensación se apoderaba de su cuerpo: empezaba en el ombligo… y supo que le habían puesto en la mano un traslador.
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A varios metros de ahí, en los jardines de la escuela, dos personas paseaban.
- ¿A dónde vamos? – preguntó la primera, desde que saliesen de la sala común, la pelirroja no le había dirigido ni una palabra… a excepción de que confiase en ella.
- Ya estamos cerca – dijo Ginny rompiendo su silencio, y acelerando el paso, parecía saber muy bien hacia donde iban.
De repente, al sentir un escozor en la palma de la mano, se paró, miró alrededor y, al distinguir una zona que no se veía mucho debido a la lejanía del castillo y de cualquier zona transitada por algún alumno, se la señaló a su acompañante.
- Es ahí – y empezó a correr, siendo seguida del mismo modo por la niña.
Al llegar a las sombras, vio que su ropa empezaba a quedarse pequeña… no había tiempo para más.
En cuanto la confiada alumna de primer año llegó, le lanzó un hechizo aturdidor, y puso en una de sus manos el traslador que había llevado hasta ese momento en uno de los bolsillos de la túnica.
Contestación a los reviews (de nuevo muchas gracias a todos por leer y, especialmente, a los que dejan sus opiniones, comentarios, reviews, etc, etc).
Celina Saludos tinerfeña (¿se dice así?, ya no recuerdo, y eso que soy de la península) Ya ves, después de un mes vuelvo con otro capitulo (espero que no se haga costumbre, que a este paso vamos a finalizar cuando Jk saque el oficial – no, eso espero que no, por favor) Muchas gracias por decir que te ha gustado :D y si, casi no pasaba nada (bueno, casi casi, pues había una parte que…, en fin, no me enrollo, ya lo descubrirás en este, jeje) La acción, pues creo que no me pillo la racha de acción, pero ahora… me parece que os vais a cansar de ella. Lo de qué persona saldrá de Hogwarts y lo de Ginny, pues no te puedo contestar, porque… ¡ya lo habrás leído! (aunque espero que no me matéis, que tengo que continuar con la historia, jeje) Un beso muy grandote y espero que te haya gustado este capi (que ha costado sudores) Ciao
icaro Jejej, muchas gracias por la felicitación, y bueno, creo que no he sido muy niña buena, ya que uno de mis regalos ha sido un par de pilas recargables (¿irá con indirecta?), y los demás, pues han sido por cuenta mía, que eso de tener cobrar las practicas (al final, y ha sido poco por tantos meses allí), todo eso ha sido un pretexto para casi no regalarme nada (triste, con lo monos que quedan los regalos envueltos al lado del árbol), En fin, creo que el año que viene ya pensare alguna cosa o me volveré buena de una vez por todas, jeje. Y si, lo de avisar automáticamente es una maravilla (aunque yo conozco a una – cara de culpable – que tiene una lista larga de historias y autores en word y algún día tiene que poner las alertas… pero que vaga es la pobre, jeje) Además (no se si te ha llegado), también tengo un mail de actualización, que aviso a la gente en cuanto cuelgo el capitulo :D En fin, que veo que la respuesta es bastante larga (y eso que no digo nada de importancia), así que sólo queda despedirse y mandar un beso para allá :D (y que hayas tenido una muy feliz Navidad tú también Besos.
Gabriela Sakura Black Enhorabuena por aprobar las asignaturas, muchas felicidades :D :D Como le digo a icaro, tengo una lista enorme de historias, así que en cuanto me entre la vena (es decir, en cuanto me deje la musa en paz un rato) a ver si logro poner los comentarios en las historias que estoy leyendo (que ahora sólo entro a poner los capítulos, que tiempos aquellos en que podías leer sin pensar en los exámenes – los tengo ahora) En fin, espero que te haya gustado este capitulo ya que ahora es cuando se "aceleran" todos los acontecimiento (risa malévola) Un beso y nos vemos.
YaRoN Hello :D Por aquí muy bien, rodeada de apuntes y exámenes pero bien (estoy comprobando que trabajo mucho mejor bajo presión… debe de ser que con tiempo libre no estoy a gusto y no rindo lo suficiente) Sobre el trébol, en este capitulo ya se cuenta de que se trata (¿alguien se lo esperaba?) y el pariente de Robin es el mismo Dumbledore (lo explica en el tren, a principios de curso) Ah, y muchas gracias por acordarte de mi granfather (muchas, muchas gracias), él esta bien, bueno, tomando a regañadientes tropecientas pastillas para la tensión, el corazón y todo eso, pero al menos las navidades las ha pasado en casita (sobre el día veinte estuvo un poco pachucho, pero al final no tuvieron que ingresarlo, menos mal) Y enhorabuena a ti también por aprobar los exámenes, es que todos sois unos cracks :D Un besazo y espero que te haya gustado el capitulo, Nos vemos prontito. Ciao
CaNaLlA Saludos Pablo :D Si, si, ya actualizo, ya lo hago y lo prometo, si alguna vez veo que voy a tardar mucho lo avisaré (espero que en el siguiente no tarde tanto, además, ya tengo casi medio escrito – sonrisa) Muchas gracias por el comentario, todavía me maravillo cuando veo a gente nueva (y que además escribe reviews) por aquí, eso alegra el animo a cualquiera. Espero que te haya gustado el capitulo y, repito, espero no tardar con la actualización del siguiente. Un besazo desde España.
Barby-Black Uff, de nuevo te digo lo mismo que a CaNaLlA, todavía me maravillo cuando veo a gente nueva que empieza a leer la historia, estoy… no puedo explicarlo . Ah, y también asombrada, has tardado bastante poco en leerte las tropecientas hojas de las que consta el fic (yo no se si seria capaz, veo la cantidad en el ordenador y me asusto) Muchas gracias por todo ello, por haberte leído todo y dejar tu comentario en menos de un mes (súper agradecida) Lo de cambiar de colegio, pues vaya, todo el mundo piensa que va a ser uno u otro, pero la respuesta es… ya la conoceréis en su momento, ejeje, ahora creo que me queréis matar todos (o encadenarme al ordenador hasta que termine la historia, jeje) Un besazo muy grande y espero que te ha haya gustado el nuevo capitulo. Ciao PD: Espero que hayas tenido un buen viaje.
Nimmy Jejeje, muy buena tu teoría de la re-contra-re-contra-súper- etc. Si has leído ya el capitulo, creo que ya habrás visto de qué trata (¿os lo esperabais?) Pero todavía falta algo, jejeje (jugando a despistar) Sobre Ginny, creo que va a empezar a tener mas protagonismo a partir de ahora (creo que te habrá gustado la parte de los vestuarios, ¿no es verdad? – guiño- ya sabes de qué hablaba en la sala con Hermione, jeje (eso de no saber exactamente lo que sientes por alguien es muy corriente) sobre lo de mandar a alguien de viaje…. Bueno, espero que no me mates, pero sólo decirte que ya estaba previsto desde un principio y yo sólo me he guiado por mis ideas (malévolas, eso si) Lo malo, que os dejo con la intriga y, lo se, con unas ganas terribles de saber lo que pasa, lo bueno, que ya voy por la mitad del siguiente (he cogido una racha buena de escribir… como siempre me pasa cuando tengo exámenes cerca, por desgracia) Sirius, pues, que te puedo decir, es que él aparece cuando tiene que aparecer, yo no puedo forzar los sucesos (pero te puedo decir, que cuando aparezca, lo hará de un modo muy peculiar – ay, me callo, que mi musa ya me esta mirando con cara de "di una palabra mas y lo lamentaras") Sobre Harry, bueno, sobre él no te puedo decir mucho, ya que habrás visto lo que ha pasado en el capitulo (pero mira que es… bueno, es Harry, no hay otra definición) Un besazo a ti también, y mis felicitaciones (con mucho retraso, eso si). Pd: Si, estuve de vacaciones de Navidad (creo que por allí tuvisteis las de verano, jo, que envidia, solecito y buen tiempo, aquí a bajo cero y con niebla por doquier – en mi ciudad estuvimos casi 20 días sin ver el sol, ¿te lo puedes creer?) Uhmm… paro ya, que esto de que sea el último review que contesto, parece ser que es en el que mas me extiendo. Un besazo muy grande. Ciao.
