HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FÉNIX

HOLA, SOY BARBARA Y ESTE ES MI PRIMER FIC. SEAIS MUY DUROS CONMIGO, PERO POR FAVOR MANDADME MENSAJES. ME GUSTARÍA SABER VUESTRA OPINIÓN YA SEA BUENA O MALA.

COMO TODOS YA SABRÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN, SON DE J. K. ROWLING Y ESTE FIC NO TIENE ANIMOS DE LUCRO, SU ÚNICO FIN ES EL ENTRETENIMIENTO Y DISFRUTE DE TODOS LOS FANS DE HARRY POTTER.

- Vamos, Harry levanta ya de una vez. ¡Gandul!

Ese grito procedía del piso de abajo. Tía Petunia habitualmente le llamaba así, a temprana horas de la mañana. Ya ni siquiera subían a su habitación. Se mantenían lo más alejados de él que podían. Desde que Harry vino aquel curso de su colegio (hacía aproximadamente 3 semanas y media), sus tíos habían notado algo muy diferente en él, algo muy diferente y que a ellos les atemorizaba, era como un gran poder, algo que estaba dentro de Harry y que pugnaba por salir al exterior. Pero eso no les impedía mandarle todo tipo de tareas en el hogar (aunque para Harry no fuera tanto un hogar).

Harry se desperezó.

- Otro día más –pensó tristemente.

Desde lo ocurrido el curso pasado Harry se había vuelto mucho más sombrío que antes, solo salía de su habitación lo justo y necesario y el resto del tiempo se la pasaba estudiando frenéticamente. Había decidido que la próxima vez que se enfrentase a Voldemor no estaría tan desvalido y le iba costar acabar con él.

La primera semana de vacaciones acabó con los deberes del colegio y mandó una lechuza a Dumbledore exponiéndole el problema. Este muy amablemente le había enviado una tanda de libros para que este los leyera solamente, porque Harry no podía hacer magia fuera de Howarts y pensando que Harry tendría con ellos para todas las vacaciones, a la semana siguiente se presentó ante él Hedwin devolviéndole los libros y con una nueva nota de Harry pidiéndole más libros a ser posible.

Las dos semanas siguientes las lechuzas fueron frecuentes entre ellos dos. Dumbledore ya no solo le mandaba libros, si no que le daba consejos sobre temas mágicos, sobre hechizos... .

Se vistió rápidamente, pues sabía que a sus tíos no les gustaba esperar y era mejor no tener problemas con ellos. Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Como todas las mañanas sus tíos y su primo le ignoraron al pasar cosa que no le extrañó y se fue hacia su sitio, donde su tía le sirvió un plato con un pequeño pomelo y un zumo de melocotón. Su primo seguía con la dieta y a pesar de que no había perdido nada de peso tía petunia estaba decidida a martirizarlo un poco a él y mucho a Harry.

Mientras que partía y se comía el escaso desayuno, empezó a pensar en todo lo que iba a hacer durante el día, y los libros que tenía preparados para leer. Un estruendoso eructo lo sacó de sus pensamientos.

Quiero más- soltó despreocupadamente su primo, mientras miraba con avaricia lo poco que le quedaba a Harry de su desayuno.

No tendrás más cariño. Ya has comido suficiente.

No. Quiero más.- Dijo esta vez con un tono de voz más alto de lo normal.

Harry decidido a no meterse en problemas se acabó enseguida su desayuno y se dispuso a salir de la mesa. Tío Vernon que no había dejado de leer el periódico dice con voz calmada.

¿Dónde te crees que vas mocoso?

A mi habitación.

¿Cómo que a tu habitación?¿Y a tu tía quien la va a ayudar?- Dijo cada vez alzando más la voz.

Yo- dijo para no meterse en problemas. La verdad es que temía que si discutía con ellos sus poderes se descontrolaran como había pasado con Tía Marge, y a todo lo que decían sus tíos este asentía.

Su tía le puso suficientes tareas como para toda la mañana, lavar el coche, limpiar el salón, el cuarto de baño, recoger la cocina y podar el césped de todo el jardín. Cuando terminó era la hora de la comida, comió rápidamente temeroso de otra discusión y se dirigió a su habitación. Cuando llegó una lechuza le estaba esperando. Era de Hermione.

Hola Harry:

¿Qué tal está? Este verano definitivamente no me voy a ver a Krum. Me mandó una carta insistiendo, pero mi decisión es firme y no me voy. A cambio me voy a ir 3 días a EE. UU a ver unos parientes que no he visto en mucho tiempo con mis padres, vendré el 29 de Julio. Ron me ha contado que no ha sucedido nada de interés en el mundo mágico y en el profeta tampoco ha salido nada tampoco, así que puedes estar tranquilo. No te preocupes, no vale la pena, y como dice Hagrid, lo que tenga que pasar pasará.

Un beso:

Hermione

PD: Si necesitas algo sabes que aquí estoy.

- Valla, Hermione.- dijo en voz alta. Mientras sacaba los libros pensaba en ella, la verdad es que Hermione siempre había estado a su lado tanto en lo bueno como en lo malo, y sabía por experiencia que podía contar con ella siempre que lo necesitara, al igual que ella podía contar con él para todo. -Y pensar que en el primer año no me caía muy bien por ser tan sabihondilla- recordó con cariño.

Se puso a leer el libro que acababa de recibir con las anotaciones de Dumbledore. La verdad es que últimamente no tenía ninguna dificultad para asimilar lo que leía y tanto era así que nada más leerlo estaba completamente seguro que le saldría a la primera, pero claro eso no lo podía comprobar.

Los 3 siguientes días pasaron con una continua monotonía. Harry se acostó y como todas las noches le costaba de una terrible manera conciliar el sueño, pero finalmente lo logró. Se despertó por el ruido de una terrible explosión a fuera, sin dudarlo cogió la varita y se asomó a la ventana una treintena de mortifagos estaba afuera, y además estaba liderada por un hombre encapuchado. Delante de ellos había humo fruto de la explosión inicial. El hombre encapuchado que dirigía la masa de mortifagos miró hacia Harry y un terrible dolor en la cicatriz le dio a Harry, supo que aquel era Voldemor. Sin dudarlo dos veces hizo un hechizo protector a la casa lo más fuerte que pudo aunque sabía que eso solo lograría conseguir tiempo. Salió de su habitación y se dirigió a la de sus tíos. Estos estaban agazapados en un rincón de la habitación junto a Dudley temblando y sin abrir los ojos.

- Vamos, levantaos os tengo que sacar de aquí rápidamente- pero estos no obedecieron.

-¡Vamos!- volvió a repetir más fuerte y esta vez además apuntándoles con la varita.

Estos al ver la varita se levantaron y siguieron a Harry hasta su habitación. Dumbledore les había avisado de lo ocurrido en el torneo de los tres magos, pero estos no le creyeron, se negaban a admitir que Harry fuese algo más que un mocoso con patas y ahora se daban cuenta de la presión y el peligro al que se veía sometido Harry siempre.

Harry volvió a asomarse por la ventana y vio como uno de los mortifagos se adelantaba, chocaba con la barrera que había hecho y salía disparado unos cuantos metros hacia atrás. Voldemor se adelantó y echó unos polvos al aire, dejando ver de este modo la barrera que Harry había hecho.

Harry se volvió hacia sus tíos murmurando.

Mi barrera no aguantará mucho... tengo que sacarlos de aquí... pero como?...

Mientras los Dursley miraban asombrados la habitación de Harry. Hacía mucho tiempo que no pasaban a ella, la consideraban maldita. Había cambiado mucho durante estas tres últimas semanas, las estanterías estaban llenas de artilugios que había recibido de parte de sus compañeros y amigos. La mayoría de las estanterías estaban cubiertos de libros gordísimos y todos estos al no caber en los estantes estaban repartidos en columnas por el suelo. A pesar de eso su habitación estaba recogida, no como la de su primo y todo limpio.

A Harry se le ocurrió una idea.

- Como no se me habrá ocurrido antes... necesito...-murmuraba mientras revolvía su baúl.- Aquí está.

Entre sus manos tenía una esfera de diez cm de diámetro aproximadamente. Se la había mandado Sirius para que pudiese escapar del peligro, el problema era que solo podía transportar a 3 personas, no más, pero lo tenía claro, no iba a dejar que su familia muriese por él.

- Tocad esto – Sus tíos tocaron sin vacilar, pero a Dudley le costó un poco más.- Os llevaré a un lugar seguro. Nada más aparecer veréis a un hombre anciano, se llama Dumbledore decidle que necesito ayuda con urgencia.

- Pero ¿y tu?- dijo Petunia- ¿No te vienes? Te matará.

- No puedo. Solo puedo transportar a tres personas... – un destello amarillo surgió de la esfera, y un segundo después, no estaban- ... a vosotros.

Sin perder un minuto se volvió a asomar a la ventana, Voldemor estaba pronunciando unas palabras, mientras mantenía la varita en alto. Un rayo salió dirigido a la barrera, a la cual dio de lleno. Parecía que a Voldemor le costaba bastante destruirla, pero Harry tenía la seguridad de que finalmente acabaría con ella.

Voldemor todavía no había alcanzado todo el poder de antes, la resurrección le había dejado en las últimas fuerzas y su precipitación a la hora de matar a Harry se estaba dejando notar en su cuerpo. Pese a esto, se le seguía viendo muy poderoso y todos sabían que de un hechizo podía matar a cualquier mago, el problema era que Harry no era cualquier mago.

Tras unos segundos de interminable espera de los mortifagos y unos escasos segundos para Harry, la barrera desapareció mediante una pequeña explosión, llena de luces y colores llamativos, dejando a los mortifagos un poco conmocionados, pero rápidamente reaccionaron y se adentraron en la casa.

Harry los estaba esperando en su habitación, con la varita en alto y preparado para lo que viniese a continuación. Seguía en pijama, y por dentro sentía un inmenso miedo, pero no lo aparentaba. En su rostro tenía una expresión resulta y decidida, sabía que iba a luchar hasta el final como su padre había hecho, y sabía que no iba a resultar fácil matarle.

- Estoy listo- dijo, mientras oía las pisadas de los mortifagos al subir la escalera. Volvió a mirar por la ventana. Un grupo de mortifagos se había quedado fuera y estaba destrozando todo lo que podían de la calle, la gente salía de sus casas asustada y gritando, pero los mortifagos parecían más interesados en destruir que en asesinar. Y Voldemor estaba con la mirada clavada en él, en mitad de la calle.

Un fuerte ruido, le alertó de que ya habían llegado a su habitación. La puerta calló al suelo con ruido sordo dejando ver a una docena de mortifagos con su varita en alto.

- Morirás esta vez Potter, tenlo por seguro.- dijo uno de ellos, con una gran rabia.

- ¿Estás seguro?- Respondió Harry aparentando una gran seguridad, cosa que en realidad no sentía-Expeliarmus- dijo con gran velocidad impidiendo a los primeros mortifagos que lo cogieran. Así obtuvo 3 de sus varitas. Esto no hizo más que enfurecer más a los mortifagos.

Conque quieres luchar, eh, Potter. Pues prepárate.

Los mortifagos restantes alzaron sus varitas y lanzaron un encantamiento aturdidor. A partir de aquí pasó algo muy extraño. Harry veía todo como si fuera a cámara lenta, estaba decidido a no morir a luchar hasta el final y sabía que éste no era su final, sabía que no iba a morir, ni a ser capturado. Vio como los rayos salían de las varitas, como llegaban hasta él y como le daban de lleno, pero lo extraño del caso es que no le hicieron efecto.

Los mortifagos estaban aún más asustados, lo que ellos habían visto era diferente. Una luz emanaba del propio Harry y su pijama había sustituido por una túnica roja escarlata, aunque no se podía determinar bien el color, pues cambiaba muy a menudo. Los mortifagos estaban realmente asustados, ya no solo porque su cuerpo había logrado asimilar 7 rayos aturdidores, si no porque su cuerpo dejaba notar todo el poder contenido y realmente no sabían a quien tenían más miedo, a Voldemor que ahora estaba más debilitado o al niño que vivió. Los ojos de Harry se volvieron mucho más brillantes y su color se intensificó. Ningún mortifago se atrevía a mirarle a los ojos, era demasiado.

Harry nada más asimilar lo que estaba ocurriendo alzó la vista hacia los mortifagos, dirigió su varita lanzando un hechizo.

- Desmallius- pronunció con una voz clara y audible. El rayo fue tan rápido que ni siquiera lo vieron. Medio segundo después los diez mortifagos estaban atados e inconscientes en un lado de la habitación.

Voldemor ya abajo sabía lo que estaba pasando y cuando se disponía él a hacer el trabajo, una treintena de aures del ministerio apareció. Voldemor viendo que si se enfrentaba a ellos iba a perder muchas de sus fuerzas, ordenó la retirada.

- Nos vamos- dijo en voz alta. 2 segundos después ya no había ningún mortifago.

Harry al ver que se había ido se sentó en la cama exhausto y un poco mareado y antes de que se diera cuenta estaba durmiendo.

Mientras un grupo de aurores encabezado por Dumbledore entraba a la casa y se dirigía rápidamente hacia la habitación de Harry, cuando llegaron hasta él le tomaron las constantes, para ver si estaba vivo.

- ¿Está vivo?- dijo uno de ellos.

- Si, solo está durmiendo.- respondió.

- Menos mal- dijo con alivio el primero.

- Supongo que estará muy cansado, ha hecho un esfuerzo muy grande. Por lo que me han dicho sus tíos los envió con tu bola Sirius y eso necesita mucha energía, hizo un hechizo protector más fuerte que el mío y que incluso a Voldemor costó destruir y después si ha capturado todos estos mortifagos... la verdad es que ha hecho un buen trabajo.

- Pero ha usado magia fuera del colegio, le expulsaran.- dijo una voz de mujer.

- No lo creo Arabela, ten en cuenta que ha sido en defensa propia y que además YO soy el director de Howards y nadie me puede obligar a echar a nadie.

- Pero ahora hay un problema más acuciante, ¿Dónde se quedará Harry hasta que empiece el colegio? Este no es un lugar seguro ahora que ya saben donde viven.

- Tienes razón ¿Dónde se va a quedar?

- ¿Qué tal si se viene con nosotros a tu casa Remus?

- Eso no estaría bien- dijo Dumbledore- ten en cuenta que a ti te siguen buscando, y no sería prudente. Creo que lo mejor... sí... Despertémoslo ya.