Bien, una vez más aquí ando de enfadosa con el tercer capítulo. Agradesco a las personas que se han compadecido de mi (Anne comienza a llorar de emoción) me estaba sientiendo muy solita y rechazada, pero en fin, muchas gracias. Am , pues ya saben lo de siempre dedicado a la Carola, a Lynn y esperando a que The Fox Lady lo lea (No te creas, soy muy enfadosa) y es todo, responderé algunos reviews.

Carola: Eaa caroLaa! No ps ya te la sabes muchas gracias, que fiel eres a mi fic, pero hasme dibujos loca... me exiges y me exiges y no me das nada a cambio. Por cierto, arregla tu scanner para poner los dibujos del fic. Sle? Bie bie prima! tQmm.

K-ra Malfoy: Gracias! Que bueno que te haya gustado... a mi tmb me gustan mcuhos tus fics, y bueno aquí esta el capítulo Tres, pero y sea de tu agrado es un poco corto, pero ya estoy en eso del cuarto... Am, y pues no he visto la del espinazo del diablo, pero espero verla, y ya puse los personajes que interpretan a Lisa, Tom y Frank en la vida real, (según yo) para que también te des una vueltecita por ahí. SLe ps bie bie!

Galilea Greece: Gracias, espero y lo sigas leyendo. Am, no tengo más que decirte porque, no se de donde eres y no entendí muchas palabras de lo que me escribiste, pero gracias de todas maneras. Un beso, bie bie!

Una noche de Furia

By: Anne M. Riddle.

III Capítulo.

"Frank: The bunnyman."

Tal vez en un principio, ni Lisa ni Tom pensaron llevarse bien, pero por otra parte estaba la conveniencia... Tom podría haber encontrado a su nuevo aliado y Lisa al nuevo reemplazo de Frank. Nada era seguro, lo único que quedaba era, llevarse y bien y dejar que el tiempo decidiera por ellos.

1 de Septiembre de 1946.

Caminaban separados, sin mirarse de reojo tan siquiera ya que siendo vigilados por guardias del hospital, no podían ni siquiera mostrarse alegres ante su regreso a clases. De cualquier forma en su interior, cada uno de ellos sonreía peligrosamente, y así como decían un viejo dicho Muggle. "Año nuevo, vida nueva". Aunque éste seria considerado cada uno a su manera.

La estación de King Cross se mostraba repleta de todo tipo de estudiantes de todo el mundo, Hogwarts tenía siglos ocupando los primeros lugares del mundo, respecto a los colegios de Magia y Hechicería. Alumnos de distintos países, continentes e incluso de razas detenían su mirada en aquella pareja de internos escoltados por guardias. Susurraban entre si, mientras intercambiaban información sobre el presunto rumor de que "enfermos mentales" invadieran tan prestigiada institución.

Desde hacía años se sabía sobre el paradero de Tom Marvolo Ryddle. Asesino a corta edad, familia muerta a causa de la maldición imperdonable: el Avada Kedabra. Presunto aprendiz de magia obscura... en fin, eran solo rumores. Solo rumores. ¿Cierto? Nadie podía estar seguro de ellos. Tom era un chico lleno de misterios.

Este año el centro de atracción era Lisa, muchos maldecían el hecho de que fuera toda una belleza en pie, de que pareciera perfecta ante los ojos humanos, de que pareciera un ángel caído del cielo, con esos ojitos de ámbar tan irreales, su carita de muñeca y su delicado cuerpo... y que lamentablemente estuviera loca.

Lisa, en cambio, se daba cuenta de ello, mientras examinaba minuciosamente a cada uno de los que podrían ser sus compañeros de clase. O más bien... sus próximas víctimas. Cualquiera de los miles que había en aquella estación, que tratara tan solo, molestarla, hasta la más mínima mirada indiferente; se las pagaría. Y se encargaría de que la recordaran para toda la vida, si es que vivían para contarlo.

El reloj acababa de marcar las 11:00 a.m. cuando Tom y Lisa ya se encontraban sentados en su vagón. Sonriéndose mutuamente, como cómplices. El Expresso de Hogwarts dio en marcha a lo que sería su destino.

-Todos me miran... – Susurró casi inaudible, pero Tom pudo escucharla.

-Quién no lo haría, eres bonita, ¿Qué mas quieres? – Contestó seriamente el moreno.

-No me gusta. Siento como si quisieran ver lo que hay debajo de mi ropa. – Murmuró mirándolo fijamente, perdiéndose en la inmensidad de aquellos ojos verde oliva. Sonrió con descaro. – Justo... como lo estás haciendo tú... en estos momentos. – Tom sonrió bajando la mirada perdiéndola de vista. Pero sonrió divertido.

-Mierda. ¿No se te pasa nada verdad?

-¿Tu que crees? – Le retó ella.

-Creo que... es un buen comienzo.

-¿A qué te refieres? – Preguntó un poco aludida.

-A que, de alguna manera... nos estamos llevando bien. Siempre pense que sería una de esas locas pendejas, que no pueden ni hablar por si mismas, pero veo que me equivoqué– Sonrió mostrando sus dientes blancos y perfectos. – Lo que nunca entendí, es porque llamabas a un tal... Frank. Acaso... ¿Es alguno de los enfermeros? –Lisa sintió un escalofrío antes de tratar de darle una respuesta coherente.

-Am... – Sus ojos se tornaron de negro, lo que quería decir que Frank estaba con ella. En efecto, se hallaba sentado junto a Tom, con su increíble máscara de conejo puesta. – Sí. – Respondió apresurada y a la vez cortante. – Es un familiar... que, al parecer se rehusa a reconocerme. – Frank se quitó la mascara sonriendo ante la facilidad de la chica para mentir. Estaba orgulloso. Esa era su chica.

-Ya veo, Yo que tu ya me lo hubiera fregado.– Estaba nervioso ante la actitud de la chica, ella paseaba su mirada extrañamente negra de un lado al otro como si alguien estuviera allí además de él, cosa que no le preocupó mucho. Tiempo después, se arrepentiría de ello.

-Sí, claro. Una vez lo hice. –

Bajó su mirada buscando alguna cosa interesante en sus manos, en sus dedos, pero nada. La volvió a subir para encontrarse a Frank a solo centímetros de su rostro, se sonreía con mucha malicia, mientras se acercaba a su oído y susurraba. Ella cerró los ojos disfrutando el inexistible aliento que alguna vez fue de menta, de aquel chico que la traía loca.

" Quisiera que habláramos... en privado, donde él... no escuche lo que tenga que decirte."

Sin pensarlo bien, le asintió embelesada. Frank siempre había tenido esa capacidad de obligarla a hacer las cosas, sin exigirle ni utilizarla por la fuerza, cosa que siempre lograba con solo dedicarle una sonrisa de las suyas.

-¿Lisa? ¿Me estás escuchando?

Sus pies volvieron de golpe a la tierra. Observó a Tom quien la miraba confundido ante tal actitud.

-Si... Lo siento. Estaba pensando.

-Mmm... No lo vuelvas a hacer... Pendeja, -suspiró aliviado- Me asustaste.

-Ya, ya Riddle. No la hagas de emoción. – Volteó a ver a Frank quién la miraba con impaciencia, mientras este mismo se ponía de pie y salía por la puerta hacia el corredor del vagón. Lisa se levantó, aún con sus ojos anormales, y tomo la perilla de la puerta. – Saldré un momento, tengo que ir al baño. En un momento regreso.

-Ok. Pero regresa pronto. – Aclaró el joven, antes de que Lisa tuviera un plan macabro en la mente. Pero este sin duda, no sería el caso.

Lisa salió rápidamente de ahí, y comenzó a caminar primero apresurada y después lentamente... aburrida y un poco enojada al no encontrar ni siquiera una sombra de lo que sería el cuerpo de Frank. Nada. Maldijo al chico entre dientes y como toda chica con la infancia arrebatada, comenzó a cantar una estúpida canción Muggle de niños pequeños, de esas que su falsa madre solía cantarle. De esas que le cantaba cuando era una buena madre, de esas... antes de que ésta le arruinara la vida.

Caminaba moviendo la cabeza acompasadamente con la melodía que cantaba. Estúpida canción. Estúpida canción.

-Si te sientes... feliz... tienes que aplaudir... – Susurró para después detenerse y quedarse quieta... muy quieta al escuchar un sonido inquietante. Aplausos.

Clap... Clap.

No estaba asustada, sonrió... mas bien parecía bastante divertida. Miró de reojo a su izquierda y después a su derecha. Nada. Acentuó mas su blanca sonrisa.

-Si te sientes... feliz... tienes que aplaudir... – Canturreó otra vez, muy queadito. Agudizó su oído y pudo escuchar otra vez el mismo sonido, seguido por un respiro que semejaba a una risa traviesa.

Clap... Clap.

Maldito Frank, grandísimo imbécil... odiaba eso de él. Siempre con sus estupideces. Nunca había madurado... pero de todos modos, le encantaba. Para que lo negaba. Le encantaba Frank.

Las luces del vagón se apagaron por completo. Ella seguía sonriendo y casi mecánicamente como si supiera hacia donde dirigir su mirada, se encontró mirada con mirada... con Frank. Se había puesto su máscara de nuevo. Se le hizo un vuelco en el corazón... Frank nunca pudo superar ese trauma. Nunca.

Aunque de cualquier modo... ella tampoco estaba en muy buenas condiciones que digamos.

-No te he dicho... Frank, que... ¿Te quitaras ese estúpido disfraz? – Le reclamó fastidiada. A Frank le gustaba dejar presencia cada vez que ella le veía y vaya que si, siempre recordaba esa estúpida máscara de conejo.

Pensé que te gustaba. –Se defendió mientras se pasaba una mano por la nuca.

-Me gustas más cuando no la traes puesta. – Le susurró avergonzada. Lisa no era de esas personas que expresan sus sentimientos con facilidad. Su color rosado no era solo por vergüenza, también estaba molesta. Y mucho. – Quítatela. – Murmuró bastante enojada.

¿Para que? ¿Para que veas lo que me hiciste?... – él también estaba molesto. Le había desfigurado la cara y encima ¿Le reclamaba el cubrirse aquel espantoso defecto? ¿A qué demonios estaba jugando?. – No. –Respondió firmemente. – No quiero.

-¡Quítatela! – Le ordenó agitada. Le daba miedo y le dolía recordar el daño que le había hecho a su amado Frank, pero le dolía más la causa de aquel daño... él había intentado violarla, y eso le había destrozado la vida. - ¡Quítatela! ¡Que te la quites! – Le gritó desesperada.

¡Ya! ¡Cállate!– Él le gritó furioso levantando una mano como si fuera a golpearla. Ella se encogió como un pequeño animal esperando el golpe de su agresor. La máscara cayó al suelo dejando al descubierto el rostro de Frank. Lisa llorando. Sus pestañas estaban ya húmedas al cabos de unos momentos. ¿Por qué él? ¿Por qué la persona que tanto amaba?.

-No me hagas daño... No lo hagas. – Susurró con nerviosismo. Frank la había hecho muy voluble con el paso de los años. – Por favor... No... – Frank bajó su mano apenado, su intención no era golpearla. Aunque... sonrió. Una idea retorcida cruzó por su mente.

Lisa. – Chasqueó la lengua, negando con la cabeza. – Lisa... Lisa, Lisa. Sabes que sería incapaz de hacerte daño, aquella vez... – Se pasó una mano por la zona afectada como recordando los hechos acontecidos. – Fue sólo un imprevisto... Tu sabes mas que nada que... quiero lo mejor para ti. Sin embargo. – Sonrió con malicia- Si no quieres salir lastimada... tienes que hacerme un pequeño... un pequeño favor. ¿Podrías?

Lisa dejó ver su rostro, susurrando un "Sí" mientras en algunos momentos bajaba la cabeza como si temiera salir lastimada. Como si temiera que Frank, la golpeara en esos momentos.

Perfecto... – Frank sonreía

-¿Qué... qué es... lo que tengo que hacer? – Susurró débilmente con la carita empapada en lágrimas.

Frank sonrió aún más, se acercó lentamente, paso a paso hacia ella... se colocó a sus espaldas y la abrazó con una mano en la frágil cintura de ella y la otra pasando por su cuello, abrazando su cabeza juntando la suya con la de ella para poder estar cerca de su oído.

Shh... No llores, pequeña. Yo estoy aquí para ayudarte, lo único que tienes que hacer es... –Se acercó a un más a su oído haciéndola estremecer mientras canturreaba sonriendo. – Mátalos... a todos... a cualquiera que se interponga entre "nosotros"... mátalo... no dejes que nadie... te toque... que nadie... logre acercarse a ti... porque ellos solo querrás dañarte... ¿Y tu no quieres eso, verdad? – La chica derramó una lágrima mientras negaba con la cabeza. – Bien... entonces... acaba con todos, quiero que derrames mucha sangre que recolectes sus almas... que los deformes... y que les quites la vida... sólo, para mi...¿Lo has entendido querida? No llores más... te ves más bonita cuando sonríes... – Sonrió asintiendo mientras se acurrucaba en el pecho de este...

Las luces volvieron... se oyeron ruidos, y ella tenía dudas.

-Frank... ¿Cómo voy a...? – Más ruidos. Pudo distinguir la silueta de Tom. Sus ojos se volvieron de nuevo a su color amarillento. Volteó hacia atrás para encarar a Frank... pero este se había ido.

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Por fin la vio... tenía horas buscándola, había llegado a pensar que algún alumno ya estaba muerto o herido por su culpa... pero las dudas sucumbieron en su cabeza.

¿Que demonios hacía Lisa, recargada en la pared... llorando? ¿Había estado llorando?

-¿Lisa... ? ¿Qué demonios... ?

Continuará...

Okeii! Espero que les haya gusatado, nos e enojen si esta un poco corto... Bueno, el capítulo cuatro viene pronto quizá demasiado pronto, pero de uds depende que siga escribiendo, y si quieren que siga escribiendo ya saben lo que tienen que hacer...

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