Hola, regresé… Después de taaanto tiempo, este... ¿Cuánto fue? Como casi dos meses, que pena, pero es que no me llegaba la inspiración, y si llegaba tal vez... la Carola me la cortaba. ¬¬... Y mejor no digo nada porque aquí esta y luego se me rebela y para qué les cuento...

Bueno, el caso es que si alguien tenia una duda sobre el pasado de la loca de Lisa, pues aquí se resuelve, ojalá les guste porque ha sido escrito con muuuucho amor (aja, sobre todo por que esta lleno de groserías) Y? Como no puedo decir groserías en la vida real, me desquito, este... pues más les vale que les guste, porque batallé mucho para escribirlo, no quería que se enredaran, pero pues, si se enredan ya saben que tienen que hacer. (Léase también: Review)

Bueno, a continuación, responderé Reviews. A ver si así recibo más... (Ya estoy pensando igual que Tom, pura conveniencia no? Jajajaja, kaldo. (Léase: Broma) (N/Carola: Já! que curón! ¬¬Uu)(N/Carola: Carola was here! xD) Mira la otra... otra pobre niña desquiciada con el síndrome de "Amo a Tom", (N/C: babea *¬*) ya se le pegó el sarcasmo, aunque eso es de hace mucho. ¬¬*

Oh! Esperen! Antes de responder Reviews, la carola dice que se metan a su página, o blog, como sea... Y que vean los dibujos que hizo de Tom y Lisa, (No le den todo el crédito yo también ayude a colorear y a sombrear... ok? (N/C: aquí esta mi súper duper mega menso blog www.caro-blog.cjb.net, que chilo se siente andar de colada en un fic xD de la nana) Argh! No me digas nana, ni que fuera abuela... (N/C Wooooooo! ¬¬ che doña salada…)

Mmm.. ¬¬ Ahora, los Reviews...

sherezade1: Aquí estoy, si estoy viva! Ya se que me demoré mucho, pero aquí esta el capítulo seis, ahh, me emocionó a mi me gusto mucho, y a la carola también y pregúntame si me volé? Claro.. obvio.. Este, sigue leyendo y apúrale con tu fic, quiero ver a Tom y a la doña vampira, romance.. ah, que bonito es el amor... (Sobre todo si es tan masoquista como el mío por Tom...) Bueno, muchos besos, espero que te guste. Bye bye!

Eledhwen Moonlight Spell: (N/C: Todas quisiéramos 5 slytherins así *¬*) Sí, lo sé, se que es demasiado bueno como para creerlo, pero pues, como no puede ser real T_T Lo ponemos en el fic para que la maldita suertudita de Lisa se los aproveche. Espero que sigas leyendo, y ojalá te guste. Besos, cuídate chica, Bye!

Hedwing-la lechuza: Que bueno que te guste el personaje de Lisa, ya sabes, todo mundo se compadece de una loca trastornada de vez en cuando. Y sobre Tom, obviamente esa ten{ia que ser su actitud, cabrón, mandón, vil, y todo aquello que lo caracteriza y que lo hace bello (Por lo menos yo lo veo así...y la carola dice que también.)

El Vigilante: crudo, sombrío, enfermizo y aterrador... vaya, no pensé que pensaras eso de la historia, pero me agrada. La relación de Tom y de Lisa, en verdad es perversa, uno nunca sabe cuál de los dos va a estallar en furia y se va a enojar, o cuando van a andar coqueteando y besuqueándose a cada rato, pero me alegra que te guste la historia, sigue leyendo... Espero no fallar y que te siga gustando hasta el final. Nos vemos. PD. Sigo esperando otro fic tuyo eh?. Bye!

Draco girl: No sabes cómo me da gusto que me hayas dejado un Review, me encantan tus historias, y me honra mucho que me escribas y aún más que digas que te agrada. Muchas Gracias, sigue leyendo, espero te guste el capítulo. Bye! Besos!

alSuvEr: Creo que en eso de volverse loca como Lisa, ya me está afectando a mi, no me imagino qué pasaría si les afectara a mis lectores. XD, Te agradezco mucho que me hayas agregado a tus favoritos, me siento honrada, de verdad. Sobre la hermandad, lo único que te puedo decir es que no durará por siempre, lo verás en los últimos capítulos. Sigue leyendo mujer... Aquí se resuelven las dudas. Besos. Bye!

SiremBlack: Me alegra que te haya gustado, la verdad es mi primer fic, mandado a ff.net, no imaginaba que tendría tanta criticas constructivas, y tantos halagos. La esquizofrenia, es un tema que me atrae demasiado por lo que creí conveniente escribir sobre todas esas enfermedades que afectan la mente, por ejemplo... Tom es paranoico, pero no agresivo, es algo un poco diferente y sobre todo sabe controlar sus impulsos, por lo que no parece estar enfermo, así como Lisa, este capítulo tiene la personalidad agresiva de Tom. (Mas?) Espero que te guste, Besos. Bye!

Merodeadora-Chii: Ahh! Qué bueno que me escribiste, y disculpa por tenerte tan tarde leyendo mi fic, pero me alegra mucho mucho que te haya gustado a tal grado. Una cosa, era necesario que Marjorie muriera, me chocan ese tipo de personas y no pude evitar desquitarme un poco... Sigue leyendo chica, espero que te guste el capítulo, hay otra muerte sangrienta, dime lo que piensas sobre eso. Bye bye! Besos...

Bella Lestrange: Holas! Gracias por leer mi historia, que bueno que te paraste a leerla, ya me sentía abandonada, jajaja... No te creas, bueno... si lo se, que bueno que la putsi esa murió. Espero que si lees este capítulo sea de tu agrado también. Nos vemos! Besos!

Y después de chingar tanto. La historia.... (Se abren los telones, tan tan tan tan!)(N/C: No seria mejor abrir un libro wei? Es un fic no un obra ¬¬X xD) Por qué? Porqué siempre arruinas mis ideas sacadas de mi cabeza llena de fantasías, siempre me bajas de mi nube... No es mi problema que no tengas un mundo color de rosa como yo... (Por lo menos en la cabeza no?)(N/C: Ya madura, no? Tienes 15 arrugados y llenos de cochinadas años. Pon los pies en la tierra xD jaja mira quien habla) Ignoraré eso...

La historia, por favor... (N/C: Saquen su traductor ¬¬ porque esta doña le dan aires de gringuesa xD)

Una noche de Furia.

By: Anne M. Riddle.

Cap. 6: "Lost Memories… Frank Returns…"

Un relámpago la sobresaltó. Arrugó los ojos mientras se acurrucaba más en la almohada y dejaba de abrazar la mano que se aferraba a su cintura. Se quedó quieta en esa posición, a decir verdad estaba bastante cómoda, Tom la mantuvo calientita toda la noche. Miró el reloj en la repisa, eran las 8:00 de la mañana.

- Tom… ¿Estás despierto? – Murmuró al sentir que Tom se movía. Pero no obtuvo respuesta.

La mano que estaba en su cintura de pronto se vio más arriba de lo permitido. Lisa suspiró tratando de calmarse y no perder la paciencia. Lo iba a golpear, era un maldito depravado.

- Quisiera pensar que duermes como angelito, pero te conozco lo suficiente como para saber lo que tramas. Quita la mano de mi… - Sintió una risita que al moreno le fue imposible contener. Silencio.

- ¿Qué…? ¿Qué pasa?... – Tom se apoyó en un codo, quitando la mano del pecho de Lisa. Se talló los ojos.

- No te quieras pasar de listo conmigo, cabrón. – Se puso boca arriba para asesinarlo con la mirada.

- ¿De qué hablas? – Sonrió cínicamente.

- De nada. Olvídalo. Dios… mi cabeza. Va a explotar.

- Te dije que no bebieras tanta… "Mierda" – Lisa terminó al unísono la última frase.

- Lo sé, lo sé. No creas que he olvidado todo. Por cierto, ¿Dónde pusiste el cadáver maloliente de la puta aquella? – Se sentó en la cama, mientras bostezaba.

- No lo sé… Por ahí. – Se arropó con las mantas dejando a Lisa expuesta al frío, cerró los ojos dispuesto caer sobre los brazos de Morfeo nuevamente pero el grito que pegó Lisa casi reventó sus oídos.

- ¡¿Eres estúpido o te haces?! ¡¿Cómo chingados lo vas a dejar por ahí?! ¡Me van a descubrir! ¡Estaba bien peda, no sabía lo que hacía! – Se llevó las manos a la cara, en seña de desesperación.

- La pendeja eres tú. ¿Crees que puedes ir matando gente como si nada? Si no fuera por mi estarías en un pinche lío – Suspiró resignado. - Yo me deshice del cadáver. – Murmuró extrañamente tranquilo. – Ya quita esa cara… ¿Sí? - Le sonrió coqueto. Ella lo miró por unos instantes y una sonrisa retorcida iluminó su rostro.

- Eres un pinche enfermo, Riddle. – Trató de arrancarle la cobija, forcejeó unos segundos y se cayó de la cama con todo y frazada. Comenzó a reír, Tom la acompañó. Se levantó y lo que vio la dejó sin aliento. Tom sin nada que lo cubriera más que un boxer negro.

Se quedó callada observándolo. El cabrón estaba exageradamente bueno. Hubiera jurado que de no ser por su boca que se encontraba cerrada… habría inundado la habitación entera sólo con su baba.

Tom era atractivo, pero nunca pensó en tanta perfección. Su rostro era hermoso, era musculoso, su abdomen estaba marcado, y lo más importante, tenía buen trasero.

La estaba matando, y luego la pose. Su maldita pose. Esa pose que adoptaba sólo para atraer su atención. Y vaya que lo hacía. Una mano apoyando su cabeza contra la cama, su cuerpo de lado y la otra mano reposando en su costado derecho. Tom, al sentirse observado… o mejor dicho previamente desnudado por los ojos de la chica, encarnó una ceja.

- ¿Por qué no me haces una foto? O mejor sigamos jugando, dado a que ya fue tu turno ahora me toca a mí mirar. ¿Va? – Lisa salió de su trance, caminó hacia él y le puso un dedo sobre la nariz.

- Al parecer tenías calor, ¿Cierto?

- Aún lo tengo. Y dudo que estando tan cerca de ti, logre apaciguarlo. – Tiró de ella haciéndola caer encima de él y no esperó a que ella le reclamara, le robó un beso. Silenciando todo reclamo.

La besó con furia, con una furia contenida. Desde que la conocía había ansiado besarla, y las veces que la había besado, por alguna causa o por otra, no habían resultado placenteras. Esta vez, sí.

Por otra parte ella no se resistió. Se dejó hacer. Tom la volteó sin dejar de besarla ni un instante, quedando encima de ella, apoyado en un brazo para no lastimarla. Era tan frágil, tan pequeña. Era suya.

Mordió sus labios haciéndola reclamar con un gruñido, pasó después a besar cada parte de su rostro, su nariz, sus mejillas, sus párpados, sus labios. Quería disfrutarla, quería marcarla como suya… Quería hacerla suya, en ese instante, en ese lugar. No había peros, no había nada que se lo impidiera.

Comenzó a besar su cuello, mientras ella se aferraba a él enterrando sus dedos entre la espesura azabache que conformaban sus cabellos. Mordió el cuello albino de la chica, dejando marcas en él, se desvió hacia su hombro izquierdo, lo besó y comenzó a bajar el tirante de su fino camisón de dormir. Y todo parecía perfecto, hasta que ella lo separó poniendo sus pequeñas manos sobre su pecho.

- Oye, machote. ¿A dónde fregados quieres llegar, ah? Anda, a un lado. – Lo aventó a un lado, mientras se ponía de pie y arreglaba su aspecto. Tom sólo puso los ojos en blanco, mientras su otro yo salvaje le decía "¡Cójetela, hombre! Si esperabas follar con ella, este era el momento".

- Hasta la pregunta es necia, "querida". – Pasó sus manos por detrás de su cabeza, aún consternado por lo que acababa de pasar y por lo que ya no iba a pasar entre ellos. No se preocupaba, tarde o temprano caería.

- "Cariño", se supone que debo llegar virgen al matrimonio. ¿No es esa la regla de oro?

- Pues, se supone. Pero… La gente promiscua, suele tener otro concepto sobre esa mierda. – Le sonrió descaradamente, mientras ella abría los ojos, llevándose una mano al pecho, notablemente ofendida.

- ¿Me estás llamando promiscua? – El moreno asintió. – Disculpa… pero yo NO soy una promiscua. ¿Sabes qué? Y si lo soy, que importa, pero gracias a tu comentario, no seguiré con el jueguito de hace rato. ¿Qué te parece? – Se llevó las manos a las caderas, retándolo. El sólo la miro de arriba hacia abajo, sacó un cigarro de sus pantalones, se lo llevó a la boca y lo encendió. – Te acabas de joder, Riddle. – Sonrió orgullosa de haber ganado el reto.

- Me parece muy cruel… - Lisa lo miró dudosa. – Digamos que me has dejado… con un "gran" problema entre mis piernas. – Sonrió victorioso mientras dejaba escapar el humo de sus labios, sensualmente. La chica frente a él enrojeció.

- Maldito cerdo. – Murmuró para después adentrarse en el baño, necesitaba una ducha, la resaca estaba insoportable, y sobre todo necesitaba dejar de pensar en lo que había pasado, pero no podía, sus labios aun estaban acalambrados.

- ¡Y no olvides la reunión esta noche! – Escucho el agua caer por el grifo.

- ¡¿A qué hora?!

- ¡A las 11:00 p.m.!

- ¡Está bien! ¡Ahora, largo! ¡Saca tu trasero y tu… tu cosa de mi vista! – Tom no pudo evitar reír ante el comentario de la rubia. Se levantó, recogió sus cosas y así, casi como dios lo trajo al mundo salió de la habitación, no sin antes responder, al comentario de la chica.

- ¡No te escaparás la próxima vez!... No volverás a escapar. – Y salió junto con una sonrisa maliciosa que pronto atraería muchos problemas.

No faltó mucho para que el día muriera, y la noche hiciera acto de presencia, comenzaba a nevar allá afuera, mientras Lisa miraba algo turbada por la ventana. Necesitaba encontrar una solución, Frank quería ser real, ella sabía que él vivía de sus pensamientos, aún así se había negado a dejarlo ir, puesto que nunca había tenido a alguien que se preocupara por ella, hasta ese entonces, la presencia imaginaria de Frank, no le molestaba en lo absoluto, había aprendido a vivir con ello.

Admitía que había llegado a extrañarlo hasta cierto punto, y hacerlo real sería como empezar una nueva vida, ser feliz a su lado, pero por otro lado estaba Tom, ¿Cómo sería si Frank y Tom, vivieran en el mismo mundo? Un escalofrío la recorrió entera, no quería ni pensar lo que pasaría.

Frank era persuasivo y hasta cierto punto tenía poder, muggle, pero lo tenía. También estaba Tom, era frío, algunas veces había llegado a pensar que esa seriedad era amargura, pero cambiaba de opinión cuando Tom se volvía descarado, además era astuto, cada palabra que salía de su boca poseía un fino tinte de veneno, y ni hablar de poder, era increíblemente poderoso.

Y no podía negar que sentía algo por él, pero cual sería la mejor opción? ¿Tom o Frank? Ilusa… la mejor pregunta sería. ¿Si los dos estuvieran dispuestos a pelear por ella, quién ganaría el triunfo? No era necesario responder. Dio un ligero respingo al ver la figura reflejada en el ventanal.

- Tom… - Musitó al sentir la mano del moreno en su hombro.

- Si, así me llamo. Me alegra que te hayas aprendido mi nombre. – Se burló con sarcasmo. La rubia lo enfrentó sacándole la lengua. – Sólo quería saber si ya estás lista.

- Lo estoy.

- Recuerda… debe doler. – Le dijo al ver el temor reflejado en las piedras ambarinas de la chica.

- Descuida… amo el dolor. – Le sonrió con la mirada. Él sólo se limitó a pasarle un brazo por los hombros, emprendiendo camino hacia el bosque prohibido.

Llegando más allá de límites permitidos, y con el frío calando sus huesos… Tom, Lisa y Stephen, pararon su caminata en medio de la nada, La rubia miro a los chicos algo molesta, iba a rezongar cuando Tom la acalló levantando una mano y poniéndola sobre sus labios, haciéndola sonrojar.

Sacó un objeto de sus bolsillos, Stephen y Lisa observaron curiosos. Era una pequeña esmeralda.

- Oh, que bonito, Riddle. – Se burló Stephen. Miró su reloj. – Ya es tarde. Debemos apresurarnos.

- Yo soy el que manda, Lestrange. Puedo llegar tarde si se me da la gana. – Lo fulminó con la mirada haciéndolo callar. – Ahora, pongan sus manos sobre la piedra.

- ¿Es eso un translador? – Preguntó la rubia.

- Si, ¿No es obvio? - Atacó Tom rodando los ojos.

- ¡Lo siento, sabelotodo! A ti no te alejaron del mundo mágico la mayor parte de tu vida… - Calló de repente, había hablado demasiado. Miró a Tom, luego a Stephen, sorprendida de sus propias palabras, ellos la miraron con desconcierto. Bajó la mirada, buscando las frases correctas que podrían salvarla del apuro. Movió los labios, pero no salieron palabras.

- Hablaremos después… - Aclaró Tom, mientras la miraba duramente. Señaló la piedra preciosa en su mano con la mirada, algo desesperado. – Ahora… toquen la maldita piedra, de una buena vez.

Silenciosos, lo hicieron desapareciendo sin dejar huella alguna.

- ¿Qué me tienes Malfoy? ¿Llegaron las niñas nuevas? – Preguntó el ojiverde al aparecer en lo que sería una cueva, sin ubicación específica, aparentemente.

- Si, llegaron. – Respondió el apuesto rubio platinado, con un tono de voz no muy convencido. – Tom, mira… hay un pequeño problema. Estas chicas… no me convencen, no son buenas para esto…

- ¿Por qué lo dices? ¿Ya te las cojiste? – Preguntó sonriendo con sorna, mientras caminaban a través de un cavernoso pasillo.

- Si… - Sacudió la cabeza, borrando la sonrisa libidinosa que se empezaba a formar en la comisura de sus labios. – No jodas, Tom. Lo que pasa es que… tiemblan como pollitos. Pareciese como si estuvieran obligadas a unirse a nosotros.

- En efecto, pronto… toda la humanidad lo estará ¿No crees? O están conmigo… o están en mi contra. No te preocupes, yo arreglo eso… tienen que aprender después de todo.

- Bueno, en ese caso. Comencemos. – Frente a ellos apareció una puerta enorme con serpientes entalladas, los ojos de Tom brillaron en contra de la espesura de la oscuridad, siseó una extraña lengua, que Drake pronto reconoció como pársel, y las puertas se abrieron frente a sus ojos.

Varias personas encapuchadas esperaban por su líder, y ahí estaba. Los observó con detenimiento, todos ocultos bajo atuendos tan oscuros como la noche misma, cubiertos hasta el rostro, con una máscara negra en forma de calavera, todos… menos una cabellera rubia, que habría reconocido aún con los ojos cerrados.

Entró al círculo de mortífagos, donde dos temerosas jóvenes, una castaña y otra rubia, lo esperaban temblando hasta la punta de los pies.

- Y bien… - Comenzó. - ¿Están seguras de querer ser parte de esto? Porque… no es, por decirlo así, un trabajo para damitas como ustedes. ¿Tienen las suficientes agallas para quedarse? – Las miró por un instante. – No me respondan ahora, eso lo sabré con el tiempo. – Comenzó a dar vueltas alrededor de ellas. – Supongo… que, tienen un nombre, ¿No es así?

- Riddle, escucha, no debería estar aquí…yo no estoy aquí con mi consentimiento, verás… mi padre es… - Tom hizo un gesto para que se callara.

- Insolente, no deberías ser tan igualada. No tienes derecho a pronunciar mi apellido, mucho menos mi nombre, aquí todos me llaman – Se acercó a su oído y le susurró venenosamente. – Mi lord… ¿Comprendes? O es que eres estúpida, dime ¿Lo eres?

- No… no mi lord. – La voz de la castaña tembló.

- Pues parece, y si, conozco a tu padre, y eso es algo que me tiene sin cuidado. Así que dime. ¿Cuál es tu nombre?

- Ma… Margaret, mi lord. Margaret Jones.

- Jones, tu padre siempre quiso un varón, según me dijo. Que desgracia, haber tenido solo un primogénito, mujer y encima sin cerebro. Es una lástima. – Se detuvo frente a ella. - ¿Sabes por qué te estoy diciendo esto?

- N.no, no lo sé, mi lord.

- Te estoy insinuando a que pongas más de tu parte, a que pongas a trabajar tu pequeño cerebrito si es que quieres sobrevivir en este negocio. ¿Entendiste?

- Sí, mi lord. – Tom se volvió hacia la rubia, pero volvió a centrar su atención en la castaña nuevamente.

- Una última cosa. Hazle un favor al mundo y quita esa cara de retrasada, jamás serás el orgullo de tu padre si ni siquiera eres capaz de responder otra cosa mas que " Sí mi lord" – Arremedó el tonito de niña tonta que tenía la chica Jones, provocando más de una risa en ese escondite. Lisa se mordió los labios para no reír como una loca, mientras que Margaret reprimía las lágrimas.

- Sí… mi lord. – Dijo mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

Caminó hasta quedar frente a una rubia hermosa, de ojos turquesa, con el cabello amarrado en una trenza, como solía hacerlo Lisa. Sonrió ante ese recuerdo. La diferencia era que no era inglesa, sus ojos estaban rasgados ligeramente.

- Tu nombre. – Ordenó sin sentimiento alguno.

- Lisa Bruiser, mi lord.

- ¿Lisa? Mmm, verás… no puede ser posible que ese sea tu nombre, puesto que ya tenemos una Lisa. No puedes llamarte igual que ella, así que… ¿Tienes un segundo nombre?

- No, mi lord. – Bajó la cabeza.

- ¿No? Ya veo… Me dijo un pajarito por ahí, que eras judía. ¿Es eso cierto?

- Es por parte de mi padre y de mis… - Tom la interrumpió.

- No te estoy preguntando eso, solo di sí o no. Y mírame cuando te hablo. – La levantó de la barbilla. - ¿Eres o no judía?

- Lo soy, mi lord.

- Es difícil no notarlo. – Se burló de ella. – Y supongo que esta religión tuya, te ha bautizado con algún otro nombre. ¿Cuál es tu nombre judío?

- Patrizzia, mi lord.

- Bueno, en ese caso te llamarás Rose, no tienes cara de Patrizzia. Y ahora, ¿Cómo se dice?

- ¿Disculpe? – Preguntó consternada.

- "Gracias, mi lord" – Otra vez estaba ese tonito de niña retrasada.

- Gracias… mi lord.

- Por Merlín. Dos estúpidas en un solo día… - Negó con la cabeza mientras se sentaba en una especia de silla, echa de roca. Blake, que estaba a su lado, preguntó.

- ¿Qué hay de la marca, Tom?

- Ah… hazlas tú si quieres, no tengo tiempo para estorbos como ellas.

- Jajaja. No puedes negar que aún así estan buenas. – Tom sonrió ante ese comentario. ¿Es que Drake y Blake no pensaban en otra cosa más que en sexo y mujeres?

- Blake, me gustan las mujeres con cerebro, que sean difíciles de manejar. – Subió una pierna a los brazos de la silla. Era un descarado.

- ¿Aunque lo tengan atrofiado como Lisa? – Tom lo fulminó con la mirada. – Oh, se que quiere decir eso… Me voy. La marca, las putas… Tú sabes. Adiós. – Y se marchó. Bueno, Lisa estaba un poco loca, pero eso no le quitaba el desearla cada día más.

Se quedó un momento pensando, y recordó lo que Lisa había dicho antes de entrar al escondite. En realidad, no sabía nada sobre Lisa, no sabía sobre su vida pasada, sólo sabía que estaba ahí, en el manicomio de San mungo por asesinar a ese tal Frank Beddingfield. Sabía muy bien, que ella le ocultaba algo, y también se le vino a la mente, el por qué había aceptado cuidar de ella.

Flash Back*

- Val, dime una buena razón para aceptar cuidar de una loca, durante todo un año. ¿Qué obtendré a cambio? ¿Qué todos piensen que cuido locos? Entiende esto Valerie, no soy una niñera. – Se quejó el chico mientras daba vueltas por la habitación.

- Eres un chico muy ambicioso, Thomas. Conseguirás todo lo que te propongas. – Y ahí estaba de nuevo, haciéndose la sabihonda, pensó Tom. – Ahora veo, el por qué quedaste en Slytherin. Sin embargo, te agradará saber que si cuidas de esta pequeña, serás libre… para siempre. Tuviste algunos problemas mentales, pero te has superado bastante, y no considero necesario que sigas aquí. Eres una persona sana, Tom.

- ¿Me dejarás libre aún sabiendo que no tengo familia? ¿Hogar?... – Preguntó Tom tratando se asegurar lo que la mujer le había dicho. Aunque se tratara de Valerie, no podía confiar en ella.

- Vamos, Tom. Eres listo. Apuesto a que conseguirás un buen trabajo en el ministerio en cuanto te gradúes. No todos poseen tantas habilidades como tú, quien sabe si en estos momentos estoy viendo a un futuro auror, o más allá, a un futuro ministro de magia. - ¡Ja! Si que era ilusa, la vieja esa. ¿Auror? Para nada. ¿Ministro? Nah, mejor aún. Lord Voldemort, el mago más poderoso… del mundo.

- Pues, ahora que lo dices, si… puede ser. – Sonrió maliciosamente. – ¿Puedo ir a verla? Digo, si es que no muerde.

- Anda, chistoso. Si puedes… es mejor que se conozcan.

Fin del Flash Back*

Fue conveniencia a primera vista. Pero ahora era todo muy diferente, ya no la veía con los mismos ojos, ya no le valía si le pasaba algo. Era muy diferente. Demasiado diferente.

Ahora la encontraba hermosa, y no es que no lo fuera, si no que… jamás nadie le había parecía hermosa, como ella. La deseaba, y no es que fuera rechazado por el sexo femenino de Hogwarts, del cuál había muchas variedades, si no que le importaba más el poder, que una que otra follada. Le emputaba que alguien la mirara, que alguien la tocara, incluso que se le insinuaran, y ni siquiera eran "algo".

Nunca le había pasado por la cabeza, pedirle ser algo más que amigos, y la verdad le parecía innecesario, ya que la rubia respondía a sus caricias, a sus coqueteos… excepto a tener relaciones. Era normal, virgen, 17 años y sobre todo mujer, era normal que tuviese miedo, tendría paciencia, pero… todo se acaba algún día, hasta su paciencia.

Se preguntó en esos momentos, si se estaba enamorando de ella. Quien sabe. Jamás pensó en enamorarse, además era una relación bastante extraña, los dos estaban chiflados, pero claro… cada uno a su manera. Eran obsesivos, posesivos, agresivos, incluso violentos. Era una pinche relación enfermiza, pero ¿Y qué? Le encantaba, para qué negarlo.

Se levantó de su trono. Había mucho desmadre, y la primera persona de confianza que vio fue a Max.

- Hey, Max… ¿Has visto a Lisa? – Preguntó ilusionado, él le diría que sí, entonces iría a buscarla, la encontraría y la besaría hasta dejarla sin aliento. Una cojida segura.

- Si, se fue hace unos momentos… dijo que tenía que irse a la biblioteca. - ¡Pues no! Eso le enseñaría a no hacer planes apresurados. Mal plan. Mal Plan. Al carajo con su plan.

- ¿Biblioteca? ¿A esta hora? – Levantó una ceja, sabía que estaba zafada, pero no tanto.

- Eso dijo. Creo que intenta hacer alguna poción o hechizo de la sección prohibida. Yo que sé… No me quiso decir.

- Vaya, la van a descubrir… - Negó con la cabeza. – Pendeja… - Susurró.

- No, ya me encargué de eso, le presté la poción de invisibilidad, además… es pequeña y escurridiza. Sabrá escapar si se mete en algún lío.

- Oh… vaya. Tendré que posponer mis planes…

- ¿Planes? – Max empezó a confundirse, ¿Su relación había llegado a tanto?

- Tu sabes… se ha escapado de la marca. – Buena respuesta Tom. Se dijo mentalmente.

- Oh… entiendo. Bueno… esto acabará pronto así que… sacaré a la pendejería de aquí.

- Gran favor que me harías. Nos vemos Max. Buenas noches.

- Buenas noches Tom. – Y los dos se marcharon, dando por concluida la sesión.

En otro lugar, dos personas susurraban. Una invisible y otra imaginaria, quien lo oyera creería estar volviéndose loco.

- Prueba con ese… "Hechizos entre la realidad y la imaginación. Magia Oscura" – La voz de Frank se notaba entusiasmada.

- Este servirá… - Murmuró Lisa ojeando un grueso libro. – Parece ser que esta vez… lo lograremos. Sólo necesito algo tuyo…

- ¿Y me dirás que no tienes tu algo mío?

- Jamás volví a casa, no tengo ni siquiera recuerdos míos. – Murmuró abrazando el grueso libro con cubierta de piel.

- Te daré una pista… cuando vuelvas a tu habitación… mira lo que hay dentro de tu baúl… te servirá, además… te llevarás una sorpresa. Adiós Lisa. Que sueñes conmigo… - Dicho esto caminó por entre los libreros hasta perderse de vista en la oscuridad.

- No dejo de hacerlo… - Pensó en voz alta con un tono de miedo en la voz, observó su reloj de pulsera y salió corriendo como el alma que lleva el diablo hacia los dormitorios.

La poción terminaría su efecto en unos minutos, suficiente tiempo como para huir hacia la sala común de Slytherin.

Esperaba llegar y encontrar la sala común desierta, así podría practicar el hechizo, poción o lo que fuera que tuviera ese libro para poder traer a Frank a la realidad. Pero… No fue así.

Parecía día de fiesta, bueno, vaya que lo era. Era viernes, ultimo día de clases, vacaciones de navidad a la vuelta de la esquina… Era obvio que los Slytherins merecían una celebración digna para la ocasión. Entró, ya completamente visible. Dirigió una fría mirada a todos, que bebía licor, fumaban, reían, en fin. Celebraban. Y apresuró sus pasos dirigiéndose a su habitación.

Entró cerrando la puerta detrás suyo, olvidando, erróneamente, ponerle seguro. Se quitó su capa, su túnica, su jersey, quedando solamente con la blusa del uniforme, su falda, más corta de lo común y su corbata mal puesta. Por alguna razón desconocida, tenía calor, y le dolía la cabeza.

Dejó el libro al pie de la cama, y se puso de rodillas al suelo, frente a su baúl. Lo abrió con los dedos temblorosos, cerrando los ojos y adentrando más su mano, para alcanzar la dicha sorpresa antes mencionada por Frank, hasta que tocó algo frío y duro. Siguió con su tacto, acariciando aquel metal, sabía lo que era. Era la ridícula y tenebrosa máscara que Frank portaba aquella noche, aquella noche en que su vida cambió.

La sacó del baúl, la observó con detenimiento, la acarició como si recordara, como si volviera a vivir en ese augurio. De sus labios escapó un murmullo que se perdió con el sonido del viento, que silbaba a toda potencia, en las afueras del colegio.

Su trance fue interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse, unos pasos que entraron sin conciencia alguna. Aventó desesperadamente la máscara al baúl, y como si de un felino se tratase, se aventó a la cama, empujando el libro, para que éste cayera al otro lado, se quedó en esa posición, haciéndose la dormida.

- Lisa, despierta. Tenemos que hablar… Ahora. – La voz de Tom atravesó sus oídos sobresaltándola. Era tan frío… tan falto de sentimientos, que sin embargo, se sentía honrada al ser tratada con tal delicadeza, que no era común en el moreno.

Se apoyó en su otro costado, mirándolo fijamente, como suplicándole que no le hiciera hablar. El solamente la observó, levantando una ceja.

- Ahora… Lisa. – Musitó algo hastiado, recargado en el marco de la puerta.

- Ahora no, Tom… Me siento un poco enferma. – Se defendió la Rowe, esperando que ese pretexto le funcionara. Tom se acercó a la cama y puso un mano sobre su frente.

- En ese caso, hablaremos… - Otro día, por favor. Pensó Lisa, suplicando. Pero no fue suficiente, no había peros para el chico Riddle. – hablaremos camino a la enfermería.

La mirada del chico, no le permitió defenderse, se sentía tan vulnerable a su lado. Tom, al igual que Frank, tenían el mismo efecto en ella. Una sola mirada, la obligaba a hacer cosas, aunque fueran en contra de su voluntad. Se levantó algo mareada, Tom la ayudó tomando su mano, haciéndola estremecer al contacto de su mano fría con la caliente de ella.

- Deberías abrigarte. Es peligroso andar al descubierto, con este frío, y con fiebre. – Comentó Tom, tratando que su voz no sonara preocupada, lo logró, era más difícil para él, mostrar sus sentimientos, que ocultarlos.

- Estoy bien. No es para tanto. – Bajó la cabeza, mientras seguían caminando por el oscuro pasillo, Tom no parecía molesto, más bien… algo intrigado, desesperado por saber que era lo que ella le ocultaba.

Caminaban tan lento que no se habían alejado demasiado de la entrada a la torre sur, Slytherin. Iban callados y pasivos, tan pasivos que pareciera que no había nadie, excepto por el ruido de sus pasos.

Lisa sentía la mano de Tom, casi distante, como si en realidad no hubiera contacto. Eso sintió, antes de pasar una gárgola que daba por terminado el pasillo y que los obligaba a dar vuelta. Fue ahí cuando su tranquilidad se esfumó. Tom apretó su muñeca fuertemente, mientras la estrellaba contra la pared.

- ¿Qué demonios es lo que estás ocultándome? – Musitó apretando los dientes. Tomó sus muñecas colocándolas contra la pared encima de la cabeza de esta.

- Dijiste que iríamos a la enfermería… - Comenzó a respirar agitadamente, presa del miedo que la embargaba en esos momentos.

- Y también dije... que hablaríamos camino a ella. – Ejerció más presión, azotándola con fuerza nuevamente contra el muro de piedra. Las antorchas encendidas no daban mucho luz, sólo la necesaria.

- Suéltame… Por favor. – Suplicó la ambarina.

- No quiero. Vas a decirme todo. Todo. O de lo contrario, te irá mal. – Apretó más sus muñecas arrancándole un quejido.

- Me lastimas… Me lastimas… - Cerró los ojos a causa del dolor. – Esta bien, hablaré… te lo contaré… - El dolor disminuía, la presión también. Suspiró aliviada.

- Te escuchó… - Se recargó en la pared, mientras Lisa se sentaba en el suelo, sobando sus muñecas, ahora lastimadas.

- No soy una sangre sucia… viví casi toda mi vida como una muggle, mis padres biológicos eran magos… pero murieron. – Tom escuchaba con atención, no dejando pasar ni siquiera el más mínimo detalle. – En ese entonces tenía 5 años… y aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer. – Murmuró perdiendo la vista en algún lugar del suelo, evitando la mirada de Tom, quien aún la mirada por el rabillo del ojo.

Flash Back*

- ¿Me escuchas, pequeña? – Le preguntó una mujer castaña, con el semblante serio y preocupado a una a una chiquilla, la cual abrazaba un osito de felpa contra su pecho y mecía la cabeza con insistencia. – Lisa… - Joanne tronó los dedos y la niña se detuvo.

- Sí, señora. – Abrazó su oso, y comenzó a acariciarlo y a darle besitos. La mujer tomó una de sus manitas, tratando de darle apoyo. - ¿Dónde esta mami?

- Lisa, tu mami, esta… esta… - Muerta. Pero era solo una pequeña. ¿Cómo decirle? – Esta con los angelitos, cuidándote.

- Cuando murió mi abuela… mi mami dijo lo mismo. – Comenzó a hacer pucheros y las lágrimas escurrían por sus sonrosadas mejillas. – Y nunca la volví a ver…

- Oh, dios mío… - Joanne, en sus años como doctora, jamás había presenciado tal imagen. Estaba ahí para interrogarla, pero, ¡Santo cielo! Era solo una niña. ¿Quién pudo ser tan cruel y tan desalmado como para asesinar a sus padres, frente a sus ojos plagados de inocencia? – Calma, mi amor, calma. Tu papito esta vivo, esta un poco enfermito, pero se recuperará.

- ¡No! Yo quiero a mi mamá… -Gritó la sobreviviente de los Rowe, safándose del abrazo que le ofrecía, aquella mujer vestida de blanco.

- Tranquila, si me dices qué fue lo que pasó, te prometo que todo va a estar bien. ¿Quién le disparó a tu papá? ¿En donde estabas tu cuando le dispararon?

- Bajo la mesa… - Sus manitas limpiaron todo rastro de lágrimas.

- ¿Viste quién le disparó a tus papás? ¿Fue alguien que conoces? – Ante esa pregunta obtuvo una negación. - ¿Tu papi tenía enemigos, hombres malos que querían hacerle daño? – De nuevo una negación. - ¿Quién fue?

Bajó su cabecita, mientras abrazaba a su osito de peluche como si la vida se le fuera en ello, se detuvo a pensar un momento y volvió a mirar a la mujer frente a ella. Titubeó… hasta que al final respondió.

- Fui yo… - Joanne quedó en shock. ¿Ella? ¡Pero si era una niña!

- Lisa, tu papá… ¿Te lastimaba?

- Si… a mí, y a mi mamá. – Bajó la cabeza.

- Esa noche, ¿La estaba golpeando? – La pequeña asintió. Eso lo explicaba todo, la ropita de la pequeña estaba ensangrentada, más esa sangre no le pertenecía. Era la sangre de su madre.

- Si, muy fuerte. No como otras veces… le pegó tan fuerte que mi mamá ya no gritaba. Vi esa cosa muggle… la pistola, la tome y… le disparé… - Comenzó a mecerse nuevamente, haciendo caso omiso de la doctora… que le hablaba, pero la pequeña se negó a escucharla, ya no más.

Fin del Flash Back*

- Los doctores dijeron que tenía un trauma psicológico… y me mandaron a terapia esa noche. Y la siguiente y la que siguió después… Pero no podía terminarlo así, tenía que ver de nuevo a ese bastardo de mi padre. Y lo hice. Me escapé de mi quinta terapia y caminé y caminé por todo el hospital hasta encontrar la habitación donde se encontraba aquel animal. – Tom se encontró con esas dos piedras ambarinas que estaban cristalinas de las lágrimas en esos momentos.

Flash Back*

Un hombre de unos 28 años aproximadamente reposaba sobre la cama, cubierto de vendajes, respirando auxiliado a través de oxígeno y cubierto de sueros. Abrió los ojos al sentir que alguien se adentraba en la habitación, levantó su cabeza con dificultad y vio a una pequeña niña con melena rubia arrastrando un oso.

- Hola, pequeña. – Sonrió con cinismo. – Te he echado mucho de menos, papi te ha extrañado, como no tienes idea. – Hablando con dificultad.

- Te odio, papi. Lastimaste mucho a mi mamita… la mataste. – Era pequeña y aún así retenía sus lágrimas, pero había perdido a la persona que más quería. Su madre. Y no podía retener las lágrimas.

- Tu madre era una mujerzuela. ¿Sabes lo que es eso? Se vendía… como una maldita puta. Y si está muerta… es porque bien merecido se lo tenía. – En la voz de su padre había palabras cargadas de odio, y ni una pizca de arrepentimiento.

- Mientes… mi mamita era buena. Tú eres malo. Me dijo la doctora que te van a encerrar… y que voy a tener una nueva familia. – Le confesó esperanzada.

- ¿Y eso que, Lisa? Apuesto a que tu familia adoptiva será conformada por puros asquerosos muggles, y tu futuro se irá por la borda. No creo que quieran llevarte a Dumstrang… mucho menos a Hogwarts. Sabía que serías una desgracia… - Lisa se acercó a su padre, guardando una considerable distancia, no podía mirarlo a los ojos, sólo lloraba abrazando su peluche, perdiendo la vista en los tubos por donde circulaba el oxigeno que estaba siéndole administrado a su padre. Un balazo le había perforado los pulmones.

- ¿Por qué eres tan malo, papi? ¿Por qué me dices estas cosas feas?

- Porque se me da la gana, mocosa. Si no fuerza porque no me puedo mover y porque no tengo una varita, te daría tu merecido por altanera…

- Pero no puedes, papi. Seré una bruja muy poderosa… Iré a Dumstrang. Mi amigo Frank me dijo que cuando el tuviera dinero, me ayudaría a pagar Dumstrang. – Se acercó al aparato que controlaba el oxigeno y empezó a acariciar el tubo transparente. Había lágrimas secas en sus mejillas, pero la nena ya no lloraba.

- ¿Amigo? ¿Pero que dices?... Tú no tienes amigos, chiquilla. – La observó con temor cuando le pequeña acariciaba el pequeño tubo, del cual dependía que él respirara, del cual dependía su vida. – Deja eso ahí, Lisa. Déjalo.

- No quiero… Fuiste malo… y ahora lo vas a pagar. – Arrancó el conducto y el oxígeno dejó de circular hacia los pulmones de su "querido" padre.

- Co… necta… lo… Por… Favor… - Respiraba agitadamente, con desesperación tratando de agarrar aire, pero era imposible, no podía. No podía respirar.

Ella lo observó morir, hasta que su cara se tornó de un color morado, había muerto. Y en lugar de llorar, se quedó dormida, sin tristeza ni melancolía, sino con un deseo que empezaba a crecer dentro de ella, pero… era una mocosa malcriada. ¿Qué iba a saber? No lo sabía en esos momentos, pero lo descubriría pronto.

Y su infancia empezó su proceso de desvanecimiento, desde ese día, la inocencia y la ternura, se acabarían para siempre, dando paso a una mente macabra y retorcida. Fue la última vez que la encontrarían, dormida en el suelo, echa un ovillo abrazando su peluche con una mano y con la otra chupándose el dedo pulgar.

Fin del Flash Back*

- Vaya, tu primer asesinato. Impresionante, tenías 5 años y ya eras una asesina. – Comentó Tom con sarcasmo.

- No te burles, imbécil…  - Reprendió ella, con los ojos rojos, casi llorando. Tom se mantuvo callado. Esos recuerdos eran dolorosos para ella, no debió haber hecho ese comentario.

- Escucha, lo siento. También fui maltratado, pero eso ya no importa… sigue. – Se disculpó el moreno, lo que hizo sonreír a la rubia.

- Después de su muerte, me mandaron a un orfanato donde viví 2 años, hasta que una familia decidió adoptarme, no había perdido contacto con Frank… - El chico la miró entretenido. Por fin, por fin sabría quien era ese condenado Frank. – Era mi único amigo, todos me temían porque la magia se hacía presente en mi cuerpo, decían que estaba loca… como si fuera una novedad. Frank era el único que me comprendía, como no, era un maldito enfermo.

- Esto se pone interesante. – Murmuró sarcásticamente.

- La madre de Frank era viuda, y se caso con un hombre mucho mayor que ella, pobre Frank, vivía en una pesadilla… su padrastro lo violaba y lo golpeaba cuando llegaba borracho, y el se refugiaba en mi casa. Yo era muy feliz, mis padres eran muy buenos conmigo, hasta que una noche… - Cerró los ojos y se frotó la cabeza, como si le costara recordar. – le arranqué la quijada… a la odiosa puerca de Jennifer. Me tenía harta… hacía todo lo posible para ponerme en ridículo.

- ¿Quién era Jennifer? – Preguntó Tom… estaba molesto por todo eso que la chica le estaba confesando, pero tomaba en cuenta la salud de esta, y su estado mental, estaba siendo paciente, demasiado paciente y eso no iba con su personalidad.

- Jennifer, ella era la hija única del matrimonio que me adoptó… siempre me fastidiaba y esa noche no me pude contener… había algo en mi, una sensación de angustia, me temblaban las manos y mi mente me mostraba imágenes futuras de lo que pasaría. – Tom la miró en seña de no entender lo que estaba pasando, ella se levantó del suelo y lo encaró. – Lo vi, Tom. Vi cuando le arrancaba la quijada con tan solo mirar sus ojos. Y lo hice.

Flash Back*

- Loca estúpida, ¿No te dije que quitaras tus malditos dibujos de Mi habitación? ¿Aparte de loca estas estúpida, o que? – Chilló una rubia con rizos, ojos azules, piel rosada y algo regordeta.

- También es mi habitación Jennifer, no seas egoísta. Te aprovechas sólo porque papá y mamá no están en casa. – Murmuró suavemente otra rubia, de ojos ámbar, piel pálida y de contextura delgada, mientras dibujaba a un hombre disfrazado de conejo, con aspecto tenebroso.

- ¿Qué dibujas? – Ignoró el comentario de Lisa y le arrebató el papel. Comenzó a carcajearse mientras agitaba el dibujo al aire.

- Dame eso, Jennifer. Dámelo. – La chica Rowe intentaba arrebatarle el dibujo a la rizada, pero ésta tenía más fuerza debido a su pronunciada gordura.

- ¿Por qué habría de hacerlo? – Preguntó desafiante. A Lisa le comenzó a hervir la sangre de coraje.

- Porque es mío. Además, no te he hecho nada para que me trates así. No eres más que una cerda egoísta y mimada. – Apretó los puños mientras se defendía. Estaba furiosa.

- No tienes derecho a llamarme de esa manera. Y te trato mal porque se me da la maldita gana. ¿Lo oyes? ¡Porque no eres más que una recogida! ¡Una loca! – Lisa no lo soportó más tomó unas tijeras de la mesa que estaba a su lado y las escondió a sus espaldas.

- ¿Y que más? – Sonrió maliciosa.

- Le diré a mis papás como me llamaste, porque bien sabes que papá no te quiere, porque me quiere a mí. ¡Solo a mí! Tú sales sobrando en esta casa. Nadie te quiere. ¿Entendiste? ¡Nadie te quiere! ¡Mira lo que hago con tu mugroso dibujo! Soltó una carcajada cargada de odio y despedazo el papel en sus manos, haciéndolo tiras.

- Repítelo. – Entrecerró los ojos, mientras la gorda aquella se le quedaba viendo temerosa. Sacó las tijeras y la de ojos azules gritó.

- ¡Aléjate de mí! – Quiso echar a correr, pero Lisa movió un mueble con la vista haciéndola caer torpemente al suelo.

Fue ahí donde la idea nació por si sola, se echó encima de ella y enterró las tijeras en su garganta dejándola salpicada de sangre. Jennifer dejó de gritar, su boca abierta y sus pupilas dilatadas, la delataron. Estaba apunto de morir.

Lisa comenzó a cortar la piel de su rostro, dejando su cráneo al descubierto, con una mano tomó la quijada de la chica llevándose consigo los dientes inferiores. Clavó las tijeras varias veces mientras jalaba la quijada hasta que esta se despegó completamente de lo que alguna vez fue el rostro de la odiosa marrana de Jennifer.

La embestía furiosamente mientras la sangre la salpicaba entera, y la rubia regordeta solo mantenía sus ojos abiertos a más no poder. Tiró la quijada a un lado y la observó con desdén.

La dejó morir. Estaba asombrada de lo que la furia podía hacer de ella. Hacía años que no daba demostración alguna de magia, y solo en ese estado de ira, pudo mover cosas con la mente, era impresionante.

Fin del Flash Back*

- Corrí con suerte esa noche, me escapé y Frank me ayudó a regresar a la comunidad mágica, a la comunidad donde vivía antes de que mis padres biológicos murieran, la casa estaba intacta, así que me quedé ahí, Frank me llevaba comida y víveres. – Se recargó en la pared, su cabeza la iba a matar, estaba hirviendo, lo suponía porque había llegado al punto de sudar.

- ¿Qué pasó con los padres de Jennifer? – Preguntó Riddle, secamente.

- Fue una suerte que se accidentaran de regreso a casa, murieron al impacto. No volví a saber de ellos. Eran unos miserables.

- ¿Qué edad tenías? ¿10? ¿11?

- Tenía 11. – Recargó su cabeza en el muro.

- No jodas. – Le regañó Tom, faltaba lo más interesante. No podía dejar ir a Lisa sin averiguarlo, le empezaba a preocupar el estado de la rubia, parecía sentirse muy mal, pero su curiosidad arrasaba con todo, incluso con la salud de la rubia. – Cuéntame de Frank… - Esas palabras hicieron que la rubia de pronto se sintiera mejor, ¿Tenía que contarle?

- Creo que es todo lo que necesitas saber, Frank era sólo un amigo. Dios, llévame a la enfermería, mi cabeza va a estallar.

- No lo creo. Necesito saber por qué Frank está muerto, por qué me mentiste al decirme que era un familiar que trabajaba en San Mungo y sobre todo… porque jodidos hablas de él como si aún estuviera vivo… Por que yo se que está muerto, este papelito me lo dice todo… ¿Te es familiar? – El corazón de Lisa se detuvo al ver los pedazos de periódico que Tom tenía en la mano, se los arrebató bruscamente.

- ¿Dónde conseguiste esto? ¡Dime! - ¿Cómo pudo ser tan estúpida, como para dejar esas pistas al descubierto?

- Estaban tiradas en el suelo, el día que te compre el vestido… Quiero una explicación Lisa, tan solo dame una razón para no mandarte de vuelta a San Mungo por loca… Me he dado cuenta de que hablas sola, y curiosamente nombras a Frank, estás enferma… Frank no existe… ¿Cómo murió? ¿Lo mataste también? No me extrañaría… destruyes todo lo que tocas…

- Fue un accidente, yo no quería matarlo… ¡Yo no tuve la culpa! ¡Él trató de abusar de mí! ¿Qué podía hacer yo?... Dímelo… Tenía 14 años y él tenía 18, ya era un hombre, hubiera querido que se quedara como niño para siempre… Todo hubiera sido perfecto, pero no fue así… – Su voz se quebró con un sollozo y varias lágrimas comenzaban a salir ya en esos momentos. - ¡El cambió!

Tom la contempló mientras lloraba. Ella siguió hablando, entre sollozo y sollozo.

- Tenía miedo. Mucho miedo, llevaba una pistola con él… la tomé y le apunté. No iba a dispararle. Lo juro, sólo quería protegerme… pero él jaló y la pistola se disparó sola. Dios… - Se limpió las lagrimas con las mangas de la blusa para dar espacia a otras más que comenzaban a salir. La fiebre comenzaba a colorear sus mejillas. – Le perforé el ojo y la cabeza… - Suspiró, tratando de tranquilizarse. – Tomé el teléfono y marqué a la policía, ¿Qué sentido tenía vivir sin nadie a tu lado? Era mejor que me encarcelaran… pero me llevaron a un manicomio, donde… no recuerdo la razón… pero fui trasladada a San Mungo, Valerie dijo que había mejorado y me envió hasta acá… me dijo que era bueno que aprendiera todo lo que se me negó de pequeña… y que… lo lograría con tu ayuda… Pero… - Se arrepintió. - Ya no hay nada que contar… eso es todo… - Lo miró, pero él no se movía, pareciera que era una estatua, su mirada era fría, sus cejas estaban arrugadas, estaba enojado. – Dime algo… por favor.

- ¿Y qué quieres que te diga? ¿Qué te compadezco? ¿Qué haré lo imposible por hacerte sentir bien? Demonios. – Bufó exasperado, ella le miró molesta. Había esperado otra respuesta de su parte, pero era Tom, era demasiado pedir.- No sé por qué chingado no me lo habías dicho, aquel día en el tren te confié mi vida. ¡Mi vida! – Levantó la voz. Estaba enojado, en efecto. Lisa lo observó llevarse una mano al pecho, ofendido. Ese gesto era muy peculiar en Frank. - ¿Qué tengo que hacer para que confíes en mí… Lisa?

- Escucha, Tom. En esos momentos no me sentía preparada. – Se vio indefensa con esas palabras, por lo que agravó más la situación. – Además, eres muy cabrón. Podías haberlo usado en mi contra… - Bajó la vista, apretó los párpados, sabía cuál sería la reacción en él.

- ¡Claro! ¡Claro que podía! – Gritó desesperado levantando las manos al aire. – Pero tu sabes todo sobre mí… tenías el arma perfecta para destruirme. ¡Es increíble! ¡Fui un imbécil al confiarte mi vida, y aún así no me destruiste! ¿Cómo puedes ser tan estúpida? – Soltó una risa cargada de enojo y sarcasmo.

- ¡Y yo te recuerdo que cualquier puta palabra que saliera de mi boca, sería una muerte segura! ¡O me matabas tú o me mataban tus mortífagos! ¡No podía confiar en ti! ¡No tienes idea de lo que he sufrido! No tienes idea de lo que es… - Ahogó un suspiro mientras las lagrimas le quemaban las mejillas. – de lo que es… no soportar que nadie te toque… No sabes lo que es eso.

- Te olvidas de algo, tampoco sé lo que es vivir, (si a eso se le llama vida) siendo manipulada por alguien que ni siquiera existe. – La fulminó con la vista y recalcó cerca de su oído. - ¿No es así… Frank? – Ella perdió el aliento.

- No se… no se de qué estas hablando…

- ¿A no? Entonces ¿Quién te golpeó? Recuérdalo… antes del baile. Fue Frank. ¿No? ¡Estabas tan herida que ni siquiera había sangre! ¡Nada! ¡No tenías nada! ¿Y sabes por qué? ¡Porque Frank no existe! ¡Eres una loca! ¡Estás enferma! ¡Loca! – Le gritó fuera de sus casillas.

- ¡Mientes! ¡No estoy loca! ¡No estoy loca! – Se agarró la cabeza mientras entre lágrimas repetía esa frase una y otra vez.

- Ya basta Lisa… Cállate. – Ella lo ignoró. - ¡Basta! – La poca paciencia de Tom se agotó y en un impulso, la abofeteó violentamente, haciendo que su rostro quedara ladeado. Ella paró en seco, lo miró asustada para después estallar.

Intentó golpearlo, pero no pudo ya que él era más hábil y mucho más fuerte que ella por lo que la sujetó de las muñecas, subiéndola hasta la altura de su cabeza y quedando a milímetros de distancia.

Ella se resistió, revolcándose y tirando patadas, pero después dejó de oponer resistencia. Estaba muy débil como para gastar sus pocas fuerzas que le quedaban. Tenía una mejilla ardiendo y muy pronto sus manos y muñecas también lo estarían debido a la brusquedad y a la presión que Tom ejercía sobre éstas.

Nunca lo había visto tan enojado, pero… ¿Qué había de ella? Ella también estaba furiosa. ¡Se había burlado de ella! Eso no se quedaría así. Oh no. No se quedaría así de sencillo.

- Suéltame… No me toques. – Siseó venenosamente obteniendo como respuesta más daño. Tom tomó sus dos manos con una sola y la estrelló contra la pared nuevamente. El sonrió.

- ¿Qué no te toque? – Echó una sonrisa sarcástica. - ¿Pero cómo? Si eres una mujer… para eso sirven las mujeres… Para que las toquen. – Con la mano libre, dibujó la silueta de la rubia, bajando hasta llegar a su pierna, la cual tomó poniéndola a un lado de su cintura (la de él). – Todas son iguales… pensé que eras diferente. Veo que me equivoqué.

- No me importa… - Bajó la mirada, al volverla a subir se encontró con unos ojos verde oliva que la miraban llenos de impotencia y de rencor. Estaba asustada, pero aún así murmuró. – Te odio. Te odio maldito sangre sucia. – Tom levantó una ceja sin expresión alguna.

- ¿Me odias? En ese caso… alégrate. El sentimiento es mutuo. – La soltó con brusquedad separándola completamente de él. Se iba a dar la vuelta cuando no pudo reprimir otro de sus venenosos comentarios. – Me importa un huevo que te estés desmayando de fiebre… Demuéstrame que no eres tan pendeja como aparentas y encuentra el camino a la enfermería… Tú sola.- Y se dio media vuelta, dejando a una Lisa completamente anonadada.

De todos los actos de violencia que se habían efectuado entre ellos, éste había sobrepasado los límites y la paciencia de Tom. Hasta la había golpeado.

Tom caminó lentamente con las manos en los bolsillos, sus ojos felinos se acostumbraban a la oscuridad de la noche, sus oídos estaban al máximo, la adrenalina corría por sus venas y su corazón, su pequeño corazón latía a mil por hora.

Lisa lo observó irse, lentamente. Pero la furia, comenzaba a embargarla de nuevo, Sacó su varita y apuntó al moreno.

- ¡Expelliarmus! – Un rayo azuloso salió en dirección a Tom. Y como si el tiempo se detuviera, milésimas antes de que el hechizo tocara a Tom, este dio un paso a su izquierda, evitándolo.

- ¿Qué es lo que intentas hacer?... ¿Matarme? – Sonrió ladeando la cabeza levemente. – Error… Gran error. - Murmuró aún de espaldas. El verde oliva fue sustituido por un rojo ensangrentado que brillo en la penumbra. Ágilmente se volteó con varita en mano. – Cruciatus… - Dijo sereno.

El rayo dorado dio de lleno contra la chica, que instantáneamente se derrumbó en el suelo, comenzando a retorcerse de dolor, gritaba y lloraba y Tom aplicaba más fuerza al hechizo.

- Con qué intentabas retarme ¿Ah? Asimila esto. Nadie reta a Lord Vodemort. Fue un gran error haberme atacado… - La miró con odio y musitó nuevamente. - Cruciatus… - La rubia volvió a convulsionarse y a gritar. – Vamos… Eso es… Grita… Implora… Sufre…

La sala común de Slytherin era un caos, había borrachos por todos lados y por alguna extraña razón Stephen no se sentía a gusto. Salió de la Torre Sur, necesitaba aire. Fue entonces cuando escuchó unos gritos. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. Era Lisa…

Salió corriendo en busca de esos gritos. Tom no estaba… por lo que supuso que habían estado peleando. No pudo suprimir la duda que le quedaba… ¿A qué punto habrían llegado, para que Lisa gritara así? Conocía a Tom. Era irreconocible cuando se enojaba, no tenía piedad de nadie, no le importaba a quien lastimara, ni quien serían sus victimas.

En este caso… Lisa era una de ellas.

La rubia cayó con un sonido sordo al suelo, raspones en sus mejillas, una herida en la ceja, otra en el labio, brazos y piernas llenas de moretones y mallugaduras.

Comenzó a patearla con inmensa furia, los golpes atestaban su pequeño abdomen, al principio él deseaba que la rubia le implorara clemencia, y lo estaba haciendo, pero no era suficiente, no se podía detener, ahí estaba esa sensación placentera que le recorría el cuerpo entero. Era placentero matar. ¿Por qué no lo sería? Estaba liberando su rabia. Nadie lo llamaba sangre sucia. Nadie.

Tom pisó su cabeza, ejerciendo presión mientras ella sollozaba intentando hablar, pero había gritado tanto… que ya no salía sonido alguno de su garganta.

Tom no pensaba en esos instantes. Hasta que escucho algo que lo hizo volver a la realidad. Era Stephen.

- ¡Tom! ¡Por favor, no lo hagas!

- No eres nadie para darme órdenes. Vete de aquí, Lestrange.

- No lo hagas Tom… Mírala. Nada más mírala. – Estaba aterrorizado ante el aspecto de la Slytherin.

- No me conmueve, esta pinche pendeja tiene lo que se merece. Morir. Déjame terminar con esto.

- ¡Puta Madre! ¡Qué la mires! ¿La vas a matar? Dímelo, Tom. ¿Te atreverías a matarla? – Se acercó a él tratando de devolverle la cordura.

- ¿Por qué no? Es una maldita puta… - Ese no era Tom… tenía que convencerlo, de alguna forma tenía que hacerlo.

- ¿Vas a matar por lo que has estado luchando todo este tiempo? – El moreno lo miró interesado. – Abre los ojos… Yo sé que ella te ama… estás a un paso de conseguirlo. ¿Vas a dejar que esto termine así de fácil? – Los ojos de Tom volvieron a ser verdes de golpe.

- Mierda. Tienes razón Steph… - Quitó su pie de la pequeña cabecita de Lisa, quien aún lloraba. La miró y su corazón se hizo un nudo. Se arrepentía, pero no. No se mostraría débil. Él no era débil. Stephen se hincó mientras cargaba en brazos el lastimado cuerpo de Lisa.

- Ya, tranquila… Ya pasó todo. Ya… Todo está bien. – Intentó consolarla, mientras ella lloraba despechada.

- Déjala, Lestrange… Déjala que llore. Llévate de aquí, no quiero verla… no quiero verla, por te juro que me arrepentiré y la mataré. – El chico de piel tostada, solo asintió seriamente mientras emprendía camino de nuevo hacia la sala común. No podía llevarla a la enfermería… Era peligroso.

- No debiste haber echo eso, Lisa. Estuvo a punto de matarte… si no hubiera estado yo ahí, te hubiera torturado hasta morir… Esta vez si la cagaste. – Le reprendió suavemente el joven Lestrange, mientras limpiaba cada herida, con medicinas y cariño.

La rubia, ni siquiera se inmutó. Siguió con su vista pérdida, mientras las lágrimas secas pegadas en sus mejillas eran sustituidas por unas nuevas, soportando el dolor de su cuerpo y el de su corazón. Ahora lo entendía, lo entendía todo. En el corazón de Tom no había espacio para la compasión… y era ahora, en ese entonces, cuando no suprimió sus dudas… ¿Tampoco había espacio para el amor? De ser así… ¿Por qué Tom se comportaba en veces, tan amable y cariñoso con ella? No lo sabía. En realidad, no quería saberlo.

- ¿Qué pasó entre ustedes? ¿Por qué estaba tan enojado? – Ella ni siquiera se movió. – Mmm… Supongo que no quieres hablar… De verdad te comprendo, pero debes entender, que jugar con Tom es muy peligroso… incluso para ti.

Después de esas palabras, que resonaron como trueno en la cabeza de la chica, la arropó, para que se mantuviera caliente durante la noche, apagó las lámparas y le besó la frente fraternalmente.

Salió de la habitación de ella, con cierta tristeza, le hubiera gustado que ella y Tom jamás hubiesen peleado, y que todo siguiera como antes. Era una relación tan obsesiva, tan ilógica, a veces peleados a veces como pajaritos del amor, lo único que su corazón temía, era que esta no fuera su única disputa.

La cámara de los secretos fue abierta nuevamente, fría, húmeda y oscura. Los pasos de Tom se adentraban furiosos haciendo eco por entre los tenebrosos pasillos, adornados con cabezas de serpientes, cumpliendo su papel de estatuas, y algo más que eso. Guardianes que velaban por cada movimiento del heredero.

Ante él estaba la majestuosa estatura de Salazar Slytherin, su Dios, el padre que nunca tuvo… El único ser por el cuál merecía morir, al cual le debía lo que era ahora, y lo que sería en el mañana. Un lord, de gran astucia, con un inimaginable poder, con ojos de serpiente y con el corazón de piedra.

Se quedó ahí, inmóvil, con las pupilas dilatadas, y el rostro sereno, meditando. Las horas transcurrieron… y transcurrieron… y la cámara se cerró, dejándolo encerrado a voluntad propia. A él y a la soledad. Su aliada… lo único que le daba paz.

¿Qué había hecho? ¿En realidad estaba arrepentido? No, eran imaginaciones suyas. El no era compasivo, no se arrepentía. Él no era piadoso. Pero, entonces… ¿Qué era esa sensación que empezaba a escurrirse dentro de él? Necesitaba pensar, una hora, un día, una semana… quizá.

Había pasado una semana y media después del aquella catástrofe y Tom no aparecía por ningún lugar, por lo que los demás no se molestaron en buscarlos, sabían que necesitaba tiempo… Mucho tiempo.

Lisa se recuperaba rápidamente, ya podía ponerse de pie y caminar con naturalidad, más bien con sensualidad. Max y Stephen la había curado casi al cien por ciento, mientras que recibía mimos y chulerías de parte de Drake y Blake. Quién como ella que era tratada como diosa, por cuatro hombros deseados y envidiados.

Casi había olvidado que Tom estaba desaparecido, de no ser por que su masoquismo creaba en ella una necesidad de verlo nuevamente, tan sólo verlo; tan siquiera unos instantes… Lo hubiera olvidado por completo. Pero se estaba mintiendo ella misma, necesitaba verlo.

Por otra parte, conforme se iba recuperando del ataque sufrido días antes, aprovechaba sus vacaciones y sus ratos libres sin la presencia de ninguno de los chicos, y practicaba ese hechizo, tentando a la suerte, y rogando al cielo que Frank desistiera.

Eran patrañas. ¿Cómo podía un recuerdo ser real? Era ilógico. Pero en este caso, tenía la máscara, y la había utilizado en ocasiones, mientras realizaba el ritual en el que consistía el dificultoso hechizo. Pero nada… No pasaba nada.

Ese día lo intentaría por última vez, si no funcionaba, se lo diría a Frank. Tom tenía razón… ¿Qué daño podía hacerle un recuerdo como Frank? No lo sabía con exactitud, pero si Frank se comportaba violento con ella, esta vez no sería la víctima.

- Vamos Lisa, tienes que poder. Haz algo bien por primera vez en tu vida. – Se murmuró así misma, mientras susurraba a la oscuridad de su habitación, frases inteligibles, entrecortadas y pronunciadas lentamente, ante la inexperiencia sobre la lectura en latín.

La máscara de conejo, que yacía a sus pies comenzó a levantarse, a levitar sobre el aire, mientras que la varita, que se encontraba en su mano; comenzaba a sacar chispas y luces de color rojizo.

La habitación se iluminó levemente ante las luces que despedía el objeto de metal elevado al aire, el cual, iluminado a punto de cegar las piedras ámbares de la rubia formaban una silueta masculina, la cual se delineaba sólo con sus destellos.

Elevó el tono de voz, haciéndose sonar fuerte al pronunciar la última frase, estaba muerta de miedo, con la cola entre las patas, ¿Qué tal si funcionaba? ¿Qué haría?... El miedo desapareció cuando la silueta interrumpió su trazo y la máscara cayó al suelo haciendo un estruendoso eco metálico.

- Mierda. Este jodido libro no sirvió. Lo siento Frank, vete haciendo a la idea de que no eres real. Yo ya lo comprendí… a golpes, pero lo comprendí. Supongo que es lo único que debo agradecerte Riddle… - Sonrió amargamente. – Más no del todo… aún no puedo sacarte de mi cabeza…

Deja de pensar en él, ya déjalo, Lisa. Se repetía mentalmente. Debería olvidarlo y mandarlo al carajo, si… al carajo y todo lo demás se solucionaría.

- Como si fuera tan fácil… - Y ahí estaba de nuevo el sarcasmo, tanto juntarse con Tom, la había vuelto hábil para fingir emociones e insultar con fluidez. ¡Chingado! ¡Deja de pensar en Tom, Lisa! Y maldijo de nuevo al moreno y a ella misma, por no dejarla vivir con tranquilidad.

Y se rindió, así de fácil. Si Frank volvía a persistir, lo sentía mucho, pero ya había hecho demasiado. Dejó el libro en la cama, y aventó la máscara al baúl, se dejó caer pesadamente sobre la cama, apretó los ojos, los abrió para después volverlos a cerrar debido al cansancio. El sueño la venció al cabo de unos minutos.

El día siguiente, amaneció claro, a pesar del inmenso frío y de la nieve que cubría gran parte de los terrenos. Las nubes avecinaban una tormenta por la noche. Vaya navidad. Tendrían que irse a Hosmeadge lo antes posible. Lisa se levantó, se duchó y se cambió de ropa, y casi instantáneamente la puerta de su habitación fue abierta, no necesitó ser una genio para saber que era Blake Zabinni y el odioso de Drake Malfoy.

- ¡Buenos días hermosa! ¿Lista para ir a Hosmeadge?... – Preguntó emocionado Drake. – Esta noche tendremos una gran fiesta... lo que significa que, podremos pistear, fumar y sobre todo... follar.

- Malfoy, ¿Hay algo en tu extenso vocabulario, que no se refiera al sexo?... – La rubia subió una ceja, ¿Cómo era posible que alguien tan atractivo no tuviera cerebro? A lo mejor si tenía uno, pero entonces ¿Por qué no lo usaba para algo productivo?

- Pues, no lo sé... tendremos que averiguarlo, ¿No lo crees? – Se le acercó y la abrazó, mientras ella ponía cara de resignación.

- Ya chicos, basta de escenitas, vámonos antes de que nos alcance la tormenta. Espero tengan pensado muy bien, qué es lo que me van a regalar...

- Basta Zabinni, ya te compre una caja de condones que brillan en la oscuridad. ¿Fascinante no? Esos muggles no se cansan de inventar cosas...

- Gracioso Malfoy, haré como que no te escuché.

- Chicos... ya. Se nos va a hacer tarde, tengo muchas cosas que comprar y no voy a estar aquí perdiendo mi valioso tiempo viéndolos discutir por una pinche caja de condones, si van a seguir, pues váyanse al carajo y si deciden acompañarme bien por ustedes. ¡Tengo muchos regalos que comprar, entre ellos los de ustedes! – Cogió su bolsa y se dirigió hacia la puerta.

- Entre ellos el de Tom ¿Verdad? – La puerta se azotó detrás de ella. - ¿Dije algo malo? – Murmuró el rubio platinado.

- Si... Pero, estuvo buena. Por fin das señas de que tienes una neurona... por lo menos. – Recibió un golpe en el brazo. Maldiciéndose mutuamente salieron de la habitación de la chica para así, poder alcanzarla.

Tom salió de la cámara de los secretos. Suspiró aliviado. Eso era lo que había estado necesitando desde hace tiempo. Que tranquilidad, que silencio... Había estado a un paso del paraíso, sin ruidos, sin interrupciones, si nada que lo molestara, se sentía como nuevo.

Sobre lo reflexionado, (si es que había estado pensando en lo que le hizo a Lisa) parecía haber olvidado la furia, pero hubo cierta molestia cuando se detuvo a pensar, bueno, en realidad no recordaba nada, las primeras horas no dejó de pensar en la rubia, pero después olvidó por completo lo ocurrido y se sumergió en una paz absoluta.

¿Qué haría? ¿La perdonaría? Quien sabe, él era una persona muy rencorosa, el que le hacía daño, se las pagaba y muy caras. Caminó por los pasillos tranquilamente ignorando el bullicio que hacían los estudiantes, corriendo y empujándose apresurados. ¿Por qué? ¿Qué día era? ¿Qué hora era? Mmm... Les preguntaría a los chicos cuando llegara a la torre sur.

Recitó la contraseña y el retrato se abrió dejándole espacio para adentrarse. Estaba casi vacío de no ser por algunas parejitas que estaban en los sillones cerca de la chimenea buscando el calor de las llamas. Como si necesitaran la chimenea, pensó el moreno. Subió hasta los dormitorios y estaban completamente deshabitados. Titubeó unos segundos antes de abrir el cuarto de Lisa, pero tampoco encontró algo.

Miró el calendario que estaba en la pared y fue entonces cuando cayó en cuenta; 24 de Diciembre, dentro de poco sería navidad y probablemente habían salido a comprar regalos. Mas les valía que le regalaran algo, pero él... ¿Qué regalaría? Bah, eran niñerías, le daba igual recibir... pero era necesario ¿Dar?

No se rompió mucho la cabeza pensando en ello y se dirigió a su habitación, necesitaba un baño de tina, con burbujas y todas esas cursilerías que le echaban al agua para que oliera rico.

Se desnudó y se metió al agua, el vapor comenzó a llenar el baño y Tom, seguía en el paraíso... Tanto, que se quedó dormido.

Tranquilidad... Todo era tranquilidad hasta que alguien tocó su puerta y una voz que le resultó molesta lo llamó.

- Tom, hermano. ¿Estas ahí? – Era Stephen. Con todo su descaro abrió la puerta, dejando huir el vapor que le regalaba esa paz a Tom, y volvió a fregarle. – A la madre, te vas a arrugar como pasa viejo, no querrás pasar navidad con el culo arrugado. ¿Verdad? – Al verlo tendido en la tina con los brazos apoyados en el borde de ella, y la cabeza ligeramente hacia atrás.

- Lo sabía, sabía que era demasiado perfecto, pero no... Tenía que llegar alguien a chingarme la puta existencia... Acabas de interrumpir mi baño, mi delicioso descanso que tengo muy bien merecido. – Hablaba con pereza, parecía como si hubiese descansado lo suficiente y como si aún se sintiera cansado después de eso.

- Bonita forma de expresarte, Pendejo. Todavía que vengo a visitarte después de tu notable ausencia. – Lo retó entrecerrando los ojos. –

- Si quieres decirme algo, ve al grano...

- Bueno, el punto es que... me quedé dormido y los chicos y Lisa se fueron a Hosmeadge y me dejaron por... – Tom lo interrumpió.

- Por pendejo, huevón...

- Mmm... Chinga a tu madre.

- Lamento decepcionarte, pero no tengo una madre, así que... ¿Puedo chingarme a la tuya? – Vaya que estaba renovado, ni siquiera la pensó para contestarle al idiota aquel. Stephen sólo le pintó el dedo.

- Púdrete, bueno... el caso es que. ¿Quieres ir a Hosmeadge? Tu sabes, compramos algunos regalos.... – Tom levantó una ceja cómo diciendo... ¿Compramos? Me suena a manada. Lestrange era el que compraría los regalos, Tom sólo compraría unas golosinas. – Bueno, yo compraré algunos regalos, y de paso podremos comprar unas cervezas...

- Bueno, si hablamos de cervezas, si voy. – Se levantó sin pena alguna de que Stephen lo viera desnudo, agarró una toalla y comenzó a secar su cabello. Se detuvo al sentirse observado. - ¿Qué?

- ¿Cómo que qué?

- Pues, ¿Qué me ves? Ya se que estoy como quiero pero... por favor, dime que no eres homosexual, Lestrange.

- Cállate, si lo fuera... no estarías vivo. Hablo de violación hacia el género masculino en tercer grado. – Tom hizo gestos de asco y se puso la toalla en la cintura.

- Pues yo me voy... – Anunció mientras salía del cuarto de baño y rebuscaba cosas en su closet.

- Sólo bromeaba... – Murmuró divertido.

- Lo sé... pero no lo vuelvas a hacer. – Dicho esto comenzó a vestirse.

Al principio hicieron el esfuerzo de ponerse a buscar a los demás, pero después de un tiempo, decidieron… o más bien, Tom decidió mandarlos a la fregada, e irse a pistear un rato. Estuvo siguiendo a Stephen, mientras murmuraba cosas como "pinche cursi, ¿Comprar regalitos? Oh, que tierno… Pendejo". Pareciera como si el chico Lestrange estuviera hipnotizado, se paraba frente a una tienda y observaba detalladamente cada artículo en ella, como si fuera muy importante escoge algo especial para las personas.

Entraron a una costosa tienda, donde había un sin fin de cosas para regalar, desde cosas para mujeres hasta hombre e incluso niños. Eran ese tipo de tiendas a las que los Malfoy's, los Lestrange's y los Zabinni's usualmente compraban lo necesario, había cosas hasta de cien galeones. Además había poca gente, lo que daba a entender que no todas las personas eran capaces de pagar tanto por un simple obsequio.

Nada de la llamaba la atención, era duro y frío, y ciertamente odiaba la navidad, ni siquiera puso atención cuando Stephen le preguntó qué le gustaría de regalo, ah… pero qué tal cuando le preguntó qué le sería bueno regalarle a Lisa. Ahí si, no dudó en responder.

- No tengo idea. Dale lo que quieras. – Aunque no era la respuesta que el trigueño esperaba, pero en fin, era una respuesta.

- Vamos Tom, pronto será navidad, no puedes estar molesto con ella todavía… ponte a pensar en cómo la dejaste, mínimo, le rompiste dos costillas o más…

- Gracias por recordármelo Steph, lo tendré en cuenta… - El sarcasmo ante todo.

- A lo mejor, si le pides perdón… las cosas serían mejores.

- ¡Ja! Pedir perdón… ¿Yo? Yo no tengo nada que lamentar, ella debería de pedirme perdón a mí…

- Si, ya me contó la historia, sería mejor si los dos se pidieran perdón mutuamente, ¿No lo crees? – Le dedicó una sonrisita de "todo va a estar bien".

- Me llamó sangre sucia Stephen, ¿Comprendes la gravedad del asunto? Debería estar agradecida, ya le perdoné la vida, y será la última vez que lo haga.

- Mmm, bueno… No tienes remedio, en fin… - Suspiró con resignación. – Iré a ver algunas cosillas, no vayas conmigo, porque no quiero que veas tu regalo y por si acaso, allá esta el departamento de las mujeres… - Tom lo asesinó con la mirada cuando se marchó y murmuró un olvídalo, recargándose en una pared cruzado de brazos.

Estuvo unos minutos en esa pose hasta que un brazalete le llamó la atención, era bellísimo. Una serpiente con esmeraldas supliendo sus ojos, delgado y fino, perfecto para las frágiles manos de Lisa, pero no. Sacudió su cabeza, no se lo merecía, "Pronto será navidad, no puedes estar molesto con ella todavía…". ¿Y si aquel idiota tenía razón? Nah, que va. El no era detallista. Jamás.

- ¿Desea algo joven? – Una voz suave lo interrumpió. Era una joven de no más de 25 años, bajita y delgada, con grandes ojos marrones y cabello negro como la espesura de la noche.

- No, gracias. – Y siguió observando aquel brazalete que tanto le estaba llamando la atención, más la presencia de la joven no se iba aún.

- ¿Le agrada? Es un brazalete único en su especie, aparte de que es bello tiene grandiosos poderes. – Vaya, con qué poderes. Pensó el heredero.

- Y… ¿Qué clase de poderes?

- Bueno, se dice que son poderes oscuros, pero en realidad una vez que usted lo toque, recibirá un poder extraordinario, en cual podrá saber cuándo estará en aprietos aquella persona a la que usted se lo regaló. Aparte de ser un excelente obsequio, mantendrá segura  a aquella persona a quien usted aprecia. – Le dedicó una sonrisa sincera al moreno, mientras que este sólo torció su boca de lado, asemejando una sonrisa.

- Interesante… - Sería como un collar y cadena para Lisa, la tendría muy bien controladita.

- ¿Entonces, se lo llevará? Tenemos una oferta especial, sólo por ser vísperas navideñas.

Antes de que pudiera contestar, llegó Stephen.

- Bien, ya tengo todo lo que necesito, iré a pagar… ¿Vienes? – Tom miró de reojo a Stephen y después a la alegre joven que lo miraba expectante.

- En un momento te acompaño…

- Como quieras… - Y se marchó a la caja.

Pasaron por unas chelas y después de tomar un rato se dirigieron de nuevo al castillo, habría fiesta y pocos estudiantes, ya que mucho habían regresado a sus casas… por lo que esta sería una navidad digna de celebrar.

Regresaron rápidamente ya que el viento empezaba a soplar de una manera tenebrosa, y las nubles tapaban la luna y las estrellas, la tormenta estaba cerca.

Lo que quedó como duda en la cabeza del chico dorado Lestrange, fue… ¿Qué era el paquete que llevaba Tom en la bolsa de su túnica? Era obvio que era un regalo, pero… ¿Sería para Lisa?

Quien sabe…

Entraron al castillo y una vez que llegaron a la sala común se encontraron con los restantes del grupo, Malfoy y Zabinni, faltaba Max, pero había avisado que se iría a Dinamarca de vacaciones.

- Vaya, vaya. Mira quien tenemos aquí, Stephen Lestrange y el magnífico Tom Riddle… alias, Voldemort, Lord Voldemort. – Denotaba en la voz del platinado, que ya estaba bien pedo.

- Gusto en verlos, cabrones… Gracias por dejarme, pero no importa, no soy rencoroso. – Steph también estaba ebrio, no mucho como para tambalearse, sino al punto de decir estupideces, aunque de cierta forma no necesitaban beber para decir pendejadas.

- Ya pues, es noche buena y es merecedora de una buena peda y por supuesto cuando sean las doce, los regalos, que es lo más importante. – Zabinni estaba un poco menos, por alguna extraña razón, ya que después de Malfoy, él era el del desmadre.

- Faltan 6 horas para eso… ¿Han visto a Lisa?

- Dijo que estaría en su habitación poniéndose bonita para nosotros, en especial para ti, Tom… Pinche suertudo. – En efecto, ahí estaba Drake con sus pendejadas. Tom rodó los ojos tratando de ser paciente.

- Hablando de eso, ¿Dónde estabas cabrón?... Es decir, tanto tiempo si verte, ¿Cuánto fue? ¿Un mes? ¿Un año? – Cielos… ahí estaba Blake, el único que le faltaba era Stephen.

- Más o menos… - Murmuró el moreno con sorna. Lestrange se levantó de su asiento con rumbo a los dormitorios.

- Discúlpenme, iré a dejar las cosas. – Los demás asintieron, mientras seguían sentados frente a la chimenea.

- Oye, y… ¿Qué es ese paquete? Soy curioso… ¿Es para Lisa?

- ¿Y si lo fuera? ¿Tienes algún problema con ello? – Se defendió el Riddle, pero no obtuvo respuesta coherente.

- Uh, o sea que la vas a perdonar ¿Cierto? Vaya relación que se llevan ustedes dos, primero te la cojes, luego se pelean y te la jodes dejándola como muñeca de trapo y ahora le compras regalitos, y déjame adivinar el final, le das el regalo y exiges el tuyo, y te la… - Tom interrumpió a Blake.

- Lo que tu digas Blake, ya entendí el punto… - Miró a Drake que parecía aún no asimilar la situación, después de unos segundos una sonrisa libidinosa, burlesca y algo estúpida apareció en su pálido rostro debido al estado de ebriedad en el que se encontraba, habló.

- Ah, con que, después del regalito, harás tus fantasías sexuales realidad… - Se quedó unos instantes con el semblante pensativo, luego con una seriedad nunca antes vista, preguntó. - ¿Podemos hacer un trío? – Estalló en risas al igual que el ojiverde de Zabinni, Tom solamente dio media vuelta y se dirigió a los dormitorios, no sin antes decir…

- Chinguen a su madre par de putos, con ustedes no se puede… - Y se fue mientras el dúo dinámico del desorden siguió en lo suyo, y en lo que mejor sabían hacer… empedarse.

Caminó por los húmedos pasillos, recorriendo con la mirada cada puerta, hasta que divisó con aquella mirada tan calculadora, el escondite de aquella mujer que le hacía perder los estribos. Palpó suavemente la caja que estaba guardada en su túnica, asegurándose de que seguía ahí y tan descarado como siempre abrió la puerta sin detenerse a tocar antes.

Estaba tan pensativo que entró y sin más se sentó en la cama. Parecía que Lisa no estaba, no había ruido en el baño ni nada por el estilo, a lo mejor ya había salido. Se levantó dirigiéndose a la puerta, pero justo cuando tomo la perilla, se dio cuenta…

Algo andaba mal, había algo que no estaba en su lugar en esos momentos, y lo supo… vaya que sí. Se asombró por lo despistado que podía se algunas veces.

Lisa no era desordenada, sólo un poco, pero nunca hasta ese punto, su cuarto estaba revuelto, pareciese como si alguien hubiera entrado y hubiera estado buscando algo… Era extraño. Pero sin duda lo que más le llamó la atención, fue el gran espejo en el que la rubia solía modelar sus atuendos cada mañana… Estaba partido y había un mensaje escrito con lápiz labial…

"Feliz Navidad, Lisa. He vuelto…"

¿Y eso qué? ¿Tenía que sorprenderse? Lisa alucinaba, pero nunca pensó que llegaría al punto de poner pistas para que le creyeran que no eran alucinaciones. Pero, ¿Y si era cierto? Mmm, era la última cosa que pensaría.

Salió de la habitación silenciosamente, emprendiendo nuevamente su búsqueda. Y en eso se encontró con Stephen que observó interesadamente la caja que reposaba en los bolsillos del moreno.

- ¡Oye! Eso es para Lisa ¿Verdad? – Tom asintió perturbado. – Ah, quieres decir que la…

- Si, la voy a perdonar y me la voy a coger, ¿Entendido? – Dijo rápidamente antes de que él también saliera con sus idioteces.

- Yo… yo sólo quería saber si lo compraste en la tienda, cuando estaba la mamacita esa… ¿De verdad la vas a perdonar? – Preguntó esperanzado.

- ¡Que si! – Y se fue a grandes zancadas dejando a Stephen algo desubicado.

Tom era una hombre de poca paciencia, no era un histérico, más bien su enojo era caracterizado con silencio absoluto, ausencia tanto de mente como de cuerpo, frialdad, si es que se podía ser mas frío de lo que era. Pero claro, había excepciones donde perdía la razón, como ocurrió cuando Lisa osó retarlo.

Siguió caminando, dirigiéndose nuevamente a la sala común… Lisa se había jodido, no iba a estar correteándola por siempre, así que iría a disfrutar de la aburrida y estúpida navidad.

Justo cuando dio vuelta divisó a Lisa que acaba de dar vuelta quedando frente a él. La rubia lo observó no asustada, sino impresionada.

Los labios de Tom se entreabrieron para decirle alguna burla, algo hiriente… Pero se quedó callado, observándola. Estaba preciosa, con una falda negra hasta las rodillas, una blusa con cuello de tortuga color rosado, una bufanda de rayas rojas con rosa, botas negras y un abrigo. Su cabello recogido en una trenza, no llevaba maquillaje, y no lo necesitaba.

La rubia bajó la mirada apenada, e intentó caminar, pasando de largo al moreno.

- Con permiso… - Murmuró antes de rebasar al chico, pero este la detuvo del brazo derecho, haciéndola sobresaltar.

- Tu no vas a ningún lado… - Su voz sonó más firme y dura que de costumbre.

Ella no dijo nada, sólo asintió con la cabeza… no quería salir lastimada otra vez, aunque la próxima vez no viviría, y de ello estaba segura.

Él la guió hasta un gran ventanal, donde sorpresivamente la tomó de la cintura y la subió hasta sentarla en la orilla de la gran ventana. Ella lo miró interrogante… ¿Por qué la había obligado a sentarse? No lo entendía.

- Quiero estar seguro de que no irás a ninguna parte… no sin antes escucharme. Yo… - Maldita sea, ¿Por qué era tan difícil disculparse?

- No tienes que decirme nada, comprendo todo a la perfección…

- Déjame hablar Lisa, no me interrumpas. Escucha… se que me excedí, se que te hice mucho daño y toda la cosa, pero yo… - La rubia lo volvió a interrumpir.

- ¿Lo sientes?...

- Algo por el estilo…

- ¿Y esperas que te perdone después de que casi me quitas la vida, no es así?... Estás muy equivocado. Me heriste Tom, no hablo de lo físico solamente… me sentí humillada, usada… - Su voz se quebraba, pero no para llorar, todo lo que decía lo decía con sentimiento. De verdad estaba herida.

- Te lo tenías muy bien merecido, sabes bien que si no me hubieras atacado, todo sería diferente… - La atravesó con la mirada, pero intentó suavizarse. – Maldición, sabes que es difícil para mí pedir disculpas, no lo hagas más difícil de lo que es… Yo… - Se mordió el labio inferior, pensativo. – Lo… Lo siento.

- No es tan fácil como crees…

- Estoy arrepentido, hasta te compre un regalo de navidad… - Sacó de su túnica la cajita donde se encontraba el brazalete. Se lo extendió y ella lo tomó dudosa. – Ábrelo… - Ella obedeció y sus ojos se iluminaron, pero después se lo devolvió.

- No puedo aceptarlo, Tom… De verdad, gracias… pero no. – El moreno se fastidió.

- Bueno, ¿Me vas a perdonar si o no? – Ella no contestó, y él se dio la vuelta. – Lo sabía, no me aprecias… Bueno, tú te lo pierdes…No voy andar rogando, lo que quiere decir… que me acabas de perder… para siempre. - Y comenzó a andar.

- Tom… Espera… No te vayas. – Riddle sonrió con malicia, después de todo, no fue tan difícil.

- ¿Si? – Preguntó con un extraño brillo de malicia en los ojos, volviéndose a la joven.

- Esta bien… - Soltó un suspiro. – Tú ganas…

Cuando los chicos los vieron bajar las escaleras abrazados, comenzaron a silbar y a aplaudir. La pareja se sonrojaba de vez en cuando… Y así fue su navidad, una de las más aburridas, pero aún así una de las más felices y tal vez, la última que pasarían juntos.

No faltaron los chocolates, las galletas y muchas golosinas de gran variedad, ¿Para qué necesitaban un pavo? Tenían bastante comida, quizá no muy nutritiva, pero era comida y de seguro les llenaría el estómago. También no podía faltar el licor, whisky, buccana, vino tinto, etc.

Esa noche se divirtieron como nunca, contando chistes, haciendo enojar a Tom, dando carrilla, de vez en cuando se ponían serios pero siempre Drake lo arruinaba con uno de sus chistes de mal gusto. Una vez llegada la media noche, todos recibieron regalos, incluso Tom, que no pensaba recibir y mucho menos dar, a excepción de Lisa.

Estuvieron, después del intercambio de obsequios, dándose calor mutuamente, haciendo casita con los sillones y de vez en cuando cortaban ramas del árbol navideño y las tiraban a la hoguera. Era un árbol tan hermoso, pero no podía pasar desapercibido por lo que los Slytherins, con ese gran espíritu de la navidad, lo destrozaban poco a poco.

Poco a poco, las horas fueron trascurriendo, la fogata que los iluminaba y les brindaba calor se apagaba poco a poco, los párpados comenzaban a pesarles a algunos, a otros, la fiesta apenas comenzaba, pero para Lisa, ya era tiempo de irse a la cama. Justo cuando se despedía, Tom recogió todas las cajas de los regalos que había recibido la rubia.

- Te acompañaré… - No fue una pregunta, era más bien una aclaración.

- ¿A que se debe?

- Es peligroso andar sola por los pasillos a las 2 de la mañana, no vaya a ser que alguien quiera dañarte… - ¿Ah? ¿Qué había dicho? No tuvo tiempo de arrepentirse, las palabras fluyeron… ¿Estaba preocupado por lo que había visto? El mensaje en el espejo… tenía que ser una broma.

- ¿Qué quieres decir con eso? – La ambarina sonrió nerviosamente, ¿A que se había referido Tom con eso?

- A que puede haber hombres como yo, buscando a una mujer como tu… Para hacer travesuras. - Mmm, vaya respuesta, ya había comenzado a coquetear con ella, nuevamente, ella sólo le sonrió guiñándole un ojo, mientras se dejaba acompañar.

Llegaron a la habitación, ella puso una mano en la perilla, pero el la detuvo.

- ¿Ahora que?

- Prométeme que no te vas a asustar… - ¿Y qué tal si ella aún no había visto el mensaje en el espejo?

- ¿De qué?... No te entiendo Tom. – Unos ojos verde olivo la atravesaron. – Esta bien, no me asustaré, ahora déjame abrir…

Y así fue, abrió y las cajas que llevaba en la mano cayeron al piso, se llevó una mano a la boca y ahogó un grito, Tom la miró esperando algún movimiento pero ella se quedó observando, los garabatos bruscamente trazados con el labial carmesí.

- Funcionó… No creí que… no puede ser…No puedo creerlo. – Atinó a decir. Él la miró sin comprender nada aún.

- A ver, a ver. Explícame eso, ¿Qué funcionó? ¿Tuviste algo que ver con esto? ¿Tú escribiste ese mensaje?

- No, no fui yo… Fue Frank. – Y otra vez, el dedo en la llaga.

- Lisa, Frank no existe… compréndelo, esta en tu pequeña cabecita, querida.

- No, no no. Es que no entiendes, tal vez al principio eran alucinaciones, pero… Yo no pude haber sido la que escribió esto, lo que quiere decir que el hechizo funcionó… - Su sonrisa de satisfacción fue sustituida por una mueca de horror. – Por dios, ¿Qué hice?

- Hechizo, eso era lo que buscabas en la biblioteca aquel día ¿Verdad? – Vaya, no era tan pendeja, bueno… a decir verdad. ¡Qué pendeja! Si Frank había intentado violarla y la había dejado así de loca, entonces, ¿Por qué chingados lo traía de vuelta otra vez? - ¿En dónde está el dichoso libro?

- De… debajo de… de la… la cama. – Lisa empezó a sudar frío, temblaba y su rostro estaba desfigurado en una mueca de pánico total. Frank había vuelto, el mismo Frank, que se osó a tratar de quitarle su virginidad. ¿Qué iba a hacer? No podía ser verdad, simplemente, no podía.

El moreno registró el libro, y no fue necesario que ella le indicara página, el mismo la encontró… Sus ojos recorrieron ágilmente la hoja, y después se posaron en la rubia, que parecía tener shock mental, todavía no asimilaba que lo había conseguido, pero… tal vez podría convencerla de que se había equivocado, y entonces él podría investigar si existía o no, un sujeto llamado Frank en Hogwarts.

"…En caso de que se desee eliminar o exterminar al ser que ha sido traído desde el más allá, es necesario repetir su muerte, si en sus décadas murió naturalmente, podrá ser eliminado por cualquier tipo de muerte. Y si fue asesinado, debe matarlo nuevamente la persona que tiempo atrás le quitó la vida, de la misma manera, sólo así… se irá para siempre…"

Vaya, si Frank había vuelto, ahí estaba la solución, lo difícil sería convencer a la chica para que lo asesinara nuevamente, su estado no era nada, nada bueno. Por ahora, tendría que convencerla de que él había sido el de la "broma".

- Bueno, te diré la verdad… Fui yo. – Confesó Riddle.

- ¿Tu fuiste, el que escribió eso? – Preguntó la rubia esperanzada.

- Si, lamento haberte asustado, pero pensé que te cagarías del susto, si te jugaba una pequeña bromita… - Le sonrió cínicamente, ah, que bueno era para mentir. Le bastó solo una mirada de aquellos ojos ambarinos para cerciorarse de que se lo había tragado. En efecto, se lo tragó enterito.

- Estúpido, me sacaste un susto de muerte… - Se llevó una mano al pecho suspirando. Era muy ingenua, pero aún así le preocupada aquel asunto. Bah, investigaría mañana. – Bueno, ya me acompañaste, es hora de que te vayas.

- No sin mi beso de buenas noches. – Se levantó de la cama y la encaró. Ella le besó la mejilla derecha. – Ahora la otra y me iré… - Mintió.

Justo cuando sintió el aliento cálido de la chica en su pálida mejilla, volteó la cara, capturando sus labios contra los suyos, ella se quejó, pero no pudo soltarse, ya que él había profundizado el beso, introduciendo su lengua, casi ahogándola.

La apretó más contra sí, mientras le mordía los labios, y daba ligeros besos alrededor de la boca de terciopelo que tenía ella. Después de varios besos, apasionados, tiernos, posesivos etc. Ella lo separó regañándolo, aunque, quien se le negaría Tom Riddle… Le besó una cuantas beses más dirigiéndolo hacia la puerta inocentemente.

Ella quedó contra la puerta mientras él seguía torturándola con sus besos insaciables. Ella lo separó por segunda vez, poniendo  sus manos en su pecho, los labios de Tom estaban sonrosados y algo acalambrados debido a la presión y al forcejeo que tenían instantes atrás.

Se miraron y se volvieron a acercar como si fueran imanes que se rehúsan a estar separados, más no pudo besarla ya que ella se le desvió hasta la oreja, donde comenzó a dar pequeñas mordidas, haciéndolo quejarse reclamando sus labios nuevamente, pero ella no lo dejó.

- Dijiste un beso, creo que te has sobrepasado… Ahora, váyase a dormir señor Riddle. – Le susurró coquetamente mientras besaba su oreja.

- A eso vengo… - Murmuró deleitándose con las caricias que le proporcionaba la Rowe.

- A su habitación señor Riddle. – Con los ojos cerrados volvió a buscar los labios de cereza de la chica, mientras ella lo esquivaba juguetonamente, pero de vez en cuando acertaba una que otra vez, robándole un corto beso.

- Oh, vamos… - Decía entre besos. - ¿Acaso… no me darás… mi navidad? – Su voz sonó tan tentadora, pero no. Buscó a tientas el picaporte y lo giró, pudiendo así abrir la puerta, separando la unión que tenían.

- Anda Tom, la dama ya se quiere dormir… - Le acomodó algunos mechones de cabello que andaban de traviesos recorriendo su pálida frente.

- ¿Y la dama, no desea que el caballero le ayude a contar ovejas? – Ella lo empujó hacia fuera. - ¿Y ahora que dije? – Se excusó haciéndose la víctima.

- Buenas noches, Tom. – Le dio un tierno beso, corto, pero tierno. Le despidió aventándole otro, mientras él sonreía algo decepcionado y se marchaba.

- Buenas noches, Lisa…

Maldita sea, otra vez lo había dejado a medias y con su "gran problema" entre las piernas. Maldita sea, maldita sea. Regresaría a ponerse una buena peda, a lo mejor el licor calmaba la adrenalina que le recorría todo el cuerpo. Nomás porque la acababa de perdonar, a la otra o se la cojía con su consentimiento o se la violaba.

Lisa cerró la puerta tras de sí, suspirando. Era la mejor navidad que había pasado, y sobre todo los besos de Tom, fueron el mejor regalo que pudo haber recibido.

Por cierto, también le había fascinado el brazalete, Tom tenía excelentes gustos. Aunque muy Slytherin, pero muy fino. Abrió la caja y se colocó el brazalete, era bellísimo, se veían tan bien en su mano.

Se cambió de ropa y se vistió con un fino camisón de seda con tirantes. Era invierno, pero le molestaba dormir con cosas que daban calor, a veces el frío era bueno por las noches, se cepilló los dientes y se miró al espejo, más bien, miró el mensaje.

Maldito Tom, la había asustado. Nunca pensó que él pudiera hacerle una broma de esa magnitud, debería de estar enojada, casi le da un paro cardiaco, pero no… estaba muy feliz como para volver a hacerlo enfurecer.

Casi cuando se iba a meter entre las colchas, tocaron la puerta tres veces.

- Tom, no seas persistente, vete a dormir. – Se acostó y se arropó hasta las orejas. Pasaron varios segundos, y volvieron a tocar, esta vez con más fuerza. – Tom, ya es muy tarde… otro día ¿Si?

Pero para su mala suerte, tocaron con más fuerza y no tres veces, si no muchas, con mucha insistencia. Enojada se levantó y prendió de nuevo las luces que minutos antes había apagado para poder conciliar el sueño.

Se acercó a la puerta y quitó los seguros.

- Puta madre, Como chingas Tom… - Abrió la puerta de golpe, sin mirar quien era el que estaba frente a ella. – Ya te dije que no voy a… - Se quedó de hielo, con las pupilas dilatadas, reprimiendo un gritó con sus manos.

- Hola Lisa… ¿No me invitas a pasar?...

- Frank… - Estaba aterrada… Tom había mentido y Frank, Frank… había vuelto.

Terminé... Uff, por fin, no se enojen por el principio, casi dos hojas de puras tonterías de la carola y yo... pero es que estábamos en clase de computación, y suele pegarle el tonto, pobrecita... (N/C: Y mas si me obligas a tragar Red Bull xD)

Bueno, avances avances...

Pues... No! No les daré pistas!

Supongo Que se imaginan que nada bueno vendrá con la llegada de un Frank real, no creo que Tom lo quiera en su mundo, maldito muggle violador...

(N/C: coman frutas y verduras) ¬¬*...

Hasta el próximo capítulo, prometo no tardar tanto, y si tardo, échenle la culpa a la carola...

Bye bye!

PD. Fumar puede causar cáncer... (Pa' que veas que si te sigo el rollo mensa...)

(N/C: xD que bueno y... Acompáñenlo con leche xD)