Hola pequeños animalitos de la creación. ¿Me extrañaron? ¿O me quieren linchar porque tarde demasiado? Mmm, tendrían que pensárselo muy bien. ¿Qué les apetecería hacerme? ¿Perforarme un ojo? ¿Lanzarme un cruciatus? ¿Obligando a separarme legalmente de mi esposo? ¿Obligarme a leer un fic donde Tom es gay? (Anne tiembla ante esa última.) Bueno, sabes que no hablo en serio. Pero lo que si quiero decirles es que por favor, discúlpenme por el retraso, pero mi computadora se murió, pero ya revivió. Y se sigue muriendo pero con una patadita prende, así que no se preocupen.
Quiero llorar. (Anne llora) Es el último capítulo del fic, pero pues, no va a ser mi último fic, así que no se preocupen, lo que me está preocupando es que ojalá y me lleguen suficientes reviews, y estaba pensando, le dije a la carola que tal vez hago un mini capítulo para explicar ahí algunas cosas, algo así como un epílogo, porque la verdad me duele mucho dejar este fic, pero pues algún día se acabará, así que hay que estar preparados, pero bueno volviendo al tema, digo que si me dejan suficientes reviews, haré un pequeño epílogo para que no lo extrañen tanto.
A continuación, voy a contestar los reviews. Y agradezco mucho todos los que me llegaron y les agradezco que hayan tenido la delicadeza de dejármelos. Espero y sigan escribiéndome. Gracias.
Lira Garbo.
Hola, mi preciosa. Quiero agradecerte por tus reviews, se que he estado muy ausente, y no te he dejado los reviews que te mereces, pero con eso de la escuela y las tareas, y ahora que estoy en una crisis donde no he podido ir a tocar el violín porque la escuela no me deja, pues, no he podido, simplemente no he podido. Una disculpa. Me leí tu capítulo de Prisionera de un Sangre Limpia, y me encantó, espero que Hermione tome la decisión correcta y me alegra que Lavander la haya ayudado. En otras cosas, que bueno que hayas estado esperando este capítulo con ansias, es el último o al menos eso creo, pero espero que te guste mucho, porque lo escribí con mucho cariño. Nos vemos preciosa. Un beso.
T. Clover.
Ay Clover, te copiaré. ¡Yen! ¿Qué fue eso, clovie? Está bien, podremos amenazarnos mutuamente, pero si yo omito ponerte el color rosa delante, tú no me amenazarás con que Tom es gay, porque nunca te lo perdonaría. (Me matarías con eso) Oye, mi reina, no digas esa palabra enfrente de mí, así como tú, me repugna, me choca y odio rotundamente que pongan a Draco con esa baboseta pobretona de quinteta de Ginny, odio esa pareja porque en primer lugar esta muy chica para un hombre tan maduro y tan sexy como ese, así nunca la nombres.
Tu prima me empieza a caer bien, que bueno que le contaste la historia, muy pronto será una de nosotros. (Jaja, eso se oye muy, como nosotros las mortífagas, jaja) Pues creo que después de que leas este capítulo, donde también te doy un poco de Frank, ya sabrás cómo termina la historia, si te sorprendes demasiado con el final, me dices, porque me creo mucho, y pues, el que me lo digas alimenta mi ego. Soy una Slytherin.
Sobre pecados capitales, volveré a escribir el primero, no lo cambiaré mucho, pero si corregiré algunas cosas que no me terminaron de gustar.
Doña, claro que escribiré sobre Draco, es mi amante. Tengo un fic muy hermoso para él sólo, y otro para la pareja de Hermione y Draco que le aseguró que le encantará leerlos. Frank es adorable para usted nomás, porque es una loca. ¿Sabe? Me gustó mucho el personaje que usted me dio pero… el problema es que no le queda mucho a la personalidad de Frank, no parece tan desquiciado, es guapo, pero no desquiciado. Querida, no te menosprecies por ser rubia. ¿Acaso no has visto Legalmente Rubia? Si la viste, vuélvela a ver y comprueba que no solo las rubias son tontas, sino las castañas también, incluyéndome. Dile a tu amiga que no se encele y le diré a la carola que tampoco a lo haga, que comprendan que como no nos vemos, la única forma de comunicarnos es por aquí y por mail, y pues, como hablamos o escribimos (en este caso) demasiado, es normal que sea muy largo tanto el review como la contestación.
Yo se que me paso de Linda (y de modesta también) y te lo digo todo diciéndote que tendrás de nuevo a Frank, aunque por última vez. Pero lo tendrás.
Encuentre su libreta, se que tiene muchas ideas, pero mas le vale que la encuentre o si, léase mis reviews. Pero recuerde.
Si, haremos un reto, pero después de cumplir con nuestros fics. No se atreva a ponerlo con Ginny porque esta vez si la mato, Ginny y Harry ME GUSTAN, pero no me terminan de caer bien. Uno es un niño huérfano y sufrido y la otra una pobretona sufrida, quedan bien.
Uh, que miedo. Me gusta eso de tu amigo, pero creo que sólo en las historias, yo soy muy miedosa, así que no. Me da miedo.
Si, me gusta mas Marvolo, porque Sorvolo, nel. Me gusta lo gringo, en este caso, lo inglés. Que bueno que te gustó la escenita esa, no me quedó muy vulgar, porque la carola es sensible y además le quitaría seriedad a mi fic ponerlo muy hentai, preferí algo leve. Y NO, Drake y Blake, NO soy gays. Sólo les gusta jotear para hacer reír a la gente, y porque se divierten, pero sólo juegan. Se que se oyó muy femenino el cometario de Malfoy, pero pues, quería hacer reír a Lisa que se encontraba muy despechada, así que, todo con tal de hacerla sonreír. De nada, te lo mereces porque me dejar unos reviews muy bellos. Espero que te guste mi capítulo, que también va dedicado a ti. Gracias por leerle. Un beso para ti, loca.
Consue.
Bienvenida, nunca es tarde para agradecerte que hayas leído mi fic y que me dé mucho gusto que te haya encantado. Si, ya he visto todas esas películas, de ahí he sacado mis ideas tan locas, y claro, los mexicanos somos perrones porque tenemos un don para que las groserías se nos oigan tan lindas, aunque es un poco irreal viendo que los personajes son ingleses, pero yo soy mexicana y soy la autora así que yo mando. Jaja, muchas gracias por haberme leído, y déjame decirte que yo también adoro a Alfonso Cuarón porque pues puso muy en alto en nombre de México al filmar una película tan grandiosa como lo es Harry Potter. Tomate un cafecito, siento haberte desvelado, pero mil gracias por leerle y más por haber dicho que valía mucho la pena. Muchas gracias, un beso para ti también.
MalfoyDarkness.
Ay Dios mío, me siento muy mal, de verdad, discúlpame. No tengo cara para decirte que me he olvidado de ti, pero he estado muy descontrolada, mira nada más a que horas ando subiendo el fic, porque de plano no tenía tiempo ni de escribir, mucho menos de leer, pero eso de ignorarte no. No es cierto, es sólo que no tengo tiempo, y verás lo que pasó, que justo cuando había subido el capítulo nueve, tiempo después me llegó tu review, no es que te haya olvidado, pero ya lo había subido cuando me llegó, así que mil disculpas, de verdad, me siento muy avergonzada. Bueno, espero que te guste este cambio tan drástico en este capítulo final, y tienes razón, les va muy bien a las que están mensas. De Malfoy, pues, espero y leas esto para que te sorprendas. Y no, no te ignoré. Aquí está tu contestación al review que va de mi parte y sinceramente mil disculpas de nuevo, y mil gracias por haberme escrito aún en ese estado de furia. Espero que no te haya afectado el fic con la furia. Un besazo.
Carola.
Oye, estupidilla. Se que me has seguido todo este tiempo ya sea corrigiéndome o alabándome por el fic y porque puse a Tom en ese estado de hermosura que nadie se resistiría leerlo, quiero decirte que te quiero mucho y que me da mucho gusto que por el fic nos hallamos conocido y hecho tan buenas amigas. Eres UNA de mis MEJORES AMIGAS. Nunca lo olvides dude, y bueno, te voy a escribir este contestación de review cortita, porque todo lo que te he tenido que decir te lo he dicho por el Messenger, además de que te tengo una sorpresita en el epílogo que voy a hacer. Así que do not be mad with me. Nos vemos en la escuela, haga sus tareas doña, seremos superiores siempre, no lo olvides. Besitos.
Lara Evans.
Lo sé, ya les tocaba a esos dos. Am, verás te explicaré. Frank estuvo vivo hasta que Lisa lo mató por primera vez, y luego de las alucinaciones, Lisa pudo hacer que Frank reviviera por medio de un hechizo muy poderoso, porque a mi parecer en la magia todo se vale, incluso volver un pensamiento o una imaginación a la realidad. Después lo volvieron a matar, y desapareció, pero la enfermedad de Lisa está tan grave que ha vuelto a alucinar con él, y no es real, es sólo una alucinación. Ahí está, bueno te agradezco mucho que me hayas leído, no sabes lo feliz que me hacen los reviews, y espero que este último capítulo te guste mucho. Va dedicado a todos los que me han dejado un review. Besos.
Arashi.
Tus tres palabras le quedan como anillo al dedo, muy buena observación. Y si te gustó el juego mental que siguen Lisa y Frank, te encantará este capítulo, porque aquí esta lo mejor. Y mas vale que te vayas haciendo fanática de los Slytherin's porque muy poca gente puede ver que lo malo puede ser sexy a veces, y creo que cuando logras ver esa cualidad en la maldad, te llegan a agradar. Lee este capítulo porque espero que te guste mucho, como los otros. Saludos a ti también. Y besitos y gracias.
(Gracias Clover por apoyarme en mis momentos de soledad, cuando pensé que nadie me dejaría un review.)
Magda.
No importa que tu review haya sido tan corto, el hecho de que me hayas escrito para ayudarme a echarle ganas, me hacer muy feliz, y quiero agradecerte por haberlo leído además de que espero que este capítulo te guste mucho, puesto que es el último, aunque claro, pienso hacer un epílogo pero eso va a ser conforme a la cantidad de reviews que reciba, es que soy muy quisquillosa. Gracias y besos.
SarahíLpz.
Aquí quería llegar yo con esta mother fucker. ¡Wazaa! ¿Qué te crees? Claro que escribo así de perrón. (La pagada no vino pero vine yo) Oye madre, si el trasero se te aplana, ni pedo, tienes buena bubie. Ya te dejé contestación y dedicatoria para que te calles. Que bueno que te gusto Tom y Lisa, en especial mi querido esposo. Y no me nombres nuestro primer fic porque vomito. Te prometo que algún día subiré el que hicimos y que nos quedó perrón, y si. Aquí viene tu dedicatoria cariño. Yo también te amo. Ya no le copies a la carola, no seas como mi prima, pero en fin, nos vemos y gracias por leerme. Peace a ti también, muchos besos y un cojidón loco de pilón.
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(Este capítulo va especialmente dedicado a Lira Garbo, T. Clover, Consue, MalfoyDarkness, Carola, Magda, Arashi, Lara Evans y a la SarahíLpz. Los quiero mucho. Con todo mi amor y me vale si soy cursi)
A Furious Night, The end…
Capítulo 10
Esquizofrenia. Una palabra curiosa con significados oscuros y enfermizos. Delirios, alucinaciones, trastornos de una mente débil. Difícil de detectar, imposible de curar. La línea macabra que divide lo real de lo imaginario. Científicamente catalogada como demencia precoz, y en lo vulgar, sólo se conoce como locura.
Lisa conocía muy bien el significado de esa palabra. La había vivido toda su vida, y justo cuando pensó sentirse sana descubrió que estaba equivocada, que había vivido una mentira, que no estaba curada. Había llegado a hacerse a la idea de que el amor la salvaría, pero si el amor no llegaba aún, la enfermedad no iba a esperar más para atacar.
Ya no iba a esperar…
Tú conoces mejor que nadie lo que es no saber lo que es real o lo que es lo imaginario. ¿Verdad, Lisa? Lo que es perder la noción del tiempo, perder a tus seres queridos, sólo por no controlar tus acciones. ¿Cierto?
… ¿Cierto?
Déjame en paz, Frank. – Ordenó secamente mientras se agarraba el pelo en una cola de caballo, tratando de aplacar algunos mechones que salían descuidados por detrás de sus orejas.
¿¡Qué? – Se preguntó el conejo con descaro.
Tengo cosas que hacer…
¿Cosas? – El hombre enmascarado sonrió con malicia. - ¿Qué tipo de cosas?
No te interesa. – Fue la dura respuesta de la rubia.
¿Cosas como… Tom? – Los ojos ahora negros azabaches lo asesinaron con una sola mirada.
NO TE INTERESA, FRANK. – Remarcó cada sílaba, con una seguridad, un odio que no era común en ella. Lisa había cambiado. - ¿Esa era la respuesta que querías? Pues, ya la tienes. Puedes estar contento. – Y sin más, salió de la habitación.
Si, pequeña. Ese era el cambio que quería en ti. Esa es la Lisa de la que me enamoré. – Sonrió esa voz sepulcral, orgulloso de su monstruosa creación.
Volverás a mí, volverás y esta vez, para siempre…
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Te ves contento, Tom. Hacía mucho tiempo que no veía una sonrisa de esas en tu cara. – Comentó alegremente Stephen, mientras en un lugar alejado de cualquier espía o autoridad, revisaban las últimas coordenadas, armas y escobas, las cuales ocuparían el día del ataque.
Lo estoy. – Respondió el moreno a través de sus anteojos con una sonrisa pícara en el rostro. – Todo es perfecto. Todo. Las cosas con Lisa, el ataque… el futuro que estaba escrito para mí, está tan cerca. Pronto gobernaré al mundo mágico, lo limpiaré de la inmundicia, y todos conocerán mi nombre. Imagínatelo Stephen, Lord Voldemort, el mago más poderoso de la tierra. – Dijo señalando con los dedos como si fuera en letrero el cual se pudiera leer.
Wow, deberías escribir una novela Riddle. – Se burló Blake.
De hecho, lo tengo todo pensado, mi diario graba todo, no necesito escribir en él, además agregué una pequeña memoria por si… por si las cosas llegaran a fallar. – Levantó una ceja. – Cosa que no sucederá. – Declaró muy seguro de sí.
¿Absolutamente todo queda grabado? Es decir… ¿Todo? – Preguntó divertido una vez más.
Si, Zabinni, TODO. Groserías, tus pendejadas e incluso escenas con contenido sexual. – Un sarcasmo extrañamente alegre salió de sus labios. Era visible que Tom estaba dispuesto a soportar todo. La felicidad que lo embargaba, era tanta que nada podría molestarle. Nada.
Vaya, novela porno is coming soon. – La mirada verdosa de Tom chocó con la amielada de Stephen y como si ya estuvieran acostumbrados, rodaron los ojos. Sin duda, hay cosas que jamás cambiarían en ese equipo. O al menos ese era el pensamiento que aún se tenía al respecto.
En ese momento un rubio platinando quién venía caminando pausadamente, se detuvo frente a ellos. Su rostro reflejaba aburrimiento y sueño. Su cabello desordenado y su uniforme mal puesto. Drake Malfoy, como todo cabrón, le valía lo que se pensara de su apariencia, ya que para él, hasta la informalidad reflejaba belleza.
¿Terminaron? – Preguntó tallándose los ojos.
Sin tu ayuda… ya casi. Gracias. – Refunfuñó Blake mientras escribía garabatos en el pergamino. – Eres de mucha ayuda cuando te quedas dormido, Malfoy. Esta mañana te levantaste temprano para burlarte de Tom, y lo hiciste, pero volviste a la cama, pendejo.
Bueno, el caso es que no me necesitan. – Todos lo ignoraron, estaban demasiado ocupados como para discutir. – Mmm, ¿Han visto a Lisa? – Y claro que sabía que iba a llamar la atención de Tom, el cual levantó rápidamente su cabeza. – No. ¿Verdad? Porque la he estado buscando y hasta ahora no la he podido encontrar.
Debe de andar por ahí. Tú sabes como son las mujeres cuando pierden la virginidad. – Dijo Blake, los demás rieron. Un golpe en la mesa, la atención de los tres hacia el moreno.
Bueno, putos. ¿Van a seguir jodiendo o se van a poner a trabajar? A menos que quieran que empiece el repertorio de maldiciones ahora mismo. ¿Qué dicen, ah? – Los atravesó con una mirada fría.
Trabajar. – Y rápidamente siguieron en lo suyo.
&&&
Su corazón palpitaba con rapidez. Caminaba lentamente y pensaba. Pensaba en la excusa que le daría a Tom. La excusa perfecta. ¿Pero cuál? ¿Qué sería lo suficientemente valiente para decirle? ¿Qué? No era justo. Nada justo.
Y ahora que lo pensaba, su vida nunca había sido justa, pero tampoco era capaz de decirle a aquel hombre el cual amaba, "¿Sabes, Tom? Ya no quiero verte. Ya no quiero amarte. Ya no."
Y si, simplemente… ¿Se quedaba con él, y se daba la oportunidad de amarlo? Eso sería perfecto. Pero, aún quedaría algo de por medio, que los afectaría más que una separación absoluta. Su enfermedad. La esquizofrenia lo arruinaría como había estado arruinando todo lo que amaba. ¿Qué sería mejor para ella? ¿Para él? ¿Qué era lo apropiado?
Apretó los ojos, ladeando bruscamente la cabeza mientras se detenía en una oscura esquina levemente iluminada por las llamas. Golpeó el muro con la mano. Demonios. ¿Por qué demonios había salido de San Mungo? ¿Quién diablos la había dejado salir? Si tal sólo se hubiera resignado a su buena alimentación, su cuarto acolchado y su camisa de fuerza como buena demente, nada de esto le estaría ocurriendo.
Sólo a ella le ocurrían estas cosas. ¡Sólo a ella, maldita sea!
Oigan, ¿Esa no es Lisa? – Una voz a lo lejos la sacó de su trance.
Si, o no. Creo que no. Déjame ver. ¡Lisa! – Abrió los ojos. Alguien la llamaba. - ¡Lisa! – No, era Stephen. Tenía que hacer algo, rápido.
Corrió intentando perderse entre la gente, y ellos la siguieron; convencidos de que era su rubia favorita la que estaba ahí. Más Lisa, intentó perderse, consiguiendo hacerse espacio entre dos estatuas, perdiéndose de vista. Se agachó, rezando por que no la encontraran.
No era, Steph. Estás alucinando. ¿No te dije que dejaras esa mierda? – Se escuchó a Blake regañarlo.
¡Ya la dejé estúpido! – Se defendió desesperado. – Dime si no era verdad, Tom. ¿Era Lisa, cierto? – Preguntó mientras Tom entrecerraba los ojos. El moreno no le contestó. Se quedó mirando un momento para después, comenzar a caminar hacia esas dos estatuas. Se acercó tanto, que Lisa casi pierde el aliento, más no fue descubierta.
Sólo espero que Lisa, no se esté escondiendo de mí. Porque de ser así… acabará con todo. Además… - Le dio la espalda a la estatua, dando frente a sus compañeros. – No tiene porqué huir de mi. No tiene porqué. – Anunció en un tono sospechoso. Como si supiera que Lisa estaba más cerca de lo que pensaba. Lo sabía.
Los Slytherins no dijeron nada. Fuera cual fuera lo que estuviera sucediendo entre la pareja. Había algo muy raro. Es decir, Cuando una pareja acaba de consumar su amor, no se separan, ¿O si? Sabían que no era sólo sexo. ¿Entonces? ¿A qué estaban jugando?
Y entre aquellas dos estatuas, la Rowe había comprendido mejor que nadie aquel comentario. Tom no era nada tonto, no necesitaba ser sabia para comprobarlo. ¿Cuánto tiempo se seguiría escondiendo de él? ¿Cuánto tiempo tendría que evitarlo? ¿Cuánto soportaría la paciencia de Tom? ¿Cuánto? ¿Cuánto?
No mucho. No lo suficiente. La bomba no tardaría en estallar.
&&&
Y entonces… estalló.
¡Perfecto! ¡Y es que todo está jodidamente perfecto! – Un puño en la pared. Ojos rojos de cómo los de una serpiente, inyectados de sangre iracunda. - ¡¿A dónde chingados se pudo haber ido! ¡¿A dónde mierda, a dónde!
Tranquilízate, Tom. Puedo apostar a que no ha salido del Colegio. No creo que se haya ido nada más porque sí… A lo mejor sólo necesitaba pensar. – Trató de calmar su furia Blake, con un nudo de temor en la garganta. Temor a Tom, lo tenía, pero temía más lo que Tom pudiera a hacerle a Lisa con esa furia que le inundaba las venas.
¿Y que necesitaba pensar, Blake? – Susurró con un tono que le helaría la sangre a cualquiera. - ¿¡Qué? ¿Qué follamos? ¿Eso?... – Soltó una carcajada sarcástica. – Entiendo que quiera pensar sobre eso, pero… ¿No te parece que tres días desaparecida son demasiados para una pinche loca? ¿No te lo parece? ¡Tres putos días, Blake!
Vamos, Tom… Tú duraste casi un mes encerrado en la cámara, y me parece un poco justo que llames loca a Lisa, además de que no lo está, creo que la maltratas demasiado, y ni siquiera… - Aunque hubiera querido terminar, no hubiera podido. La maldición casi lo roza, y sólo al mirar a heredero a los ojos, supo que ya no era una broma. Había estado tan cerca de un cruciatius. Tan cerca. Y por primera vez temió perder al que alguna vez fue amigable, y que ahora, dejaba de serlo. – Tom… - Dijo sorprendido, con las pupilas dilatadas y sudor frío corriendo por su frente.
Tú no sabes nada, Zabinni. Absolutamente nada. Por lo tanto no tienes derecho a hablar sobre eso… - Se guardó la varita en la túnica con extrema destreza. – La próxima vez, no fallaré… - Y Alzando las cejas con esa mirada rojiza ajena al de ojos azules, le dio la espalda, y se marchó.
Y Blake se quedó ahí, con el corazón latiendo a mil por hora. ¿Qué podía hacer? No podía meterse en el asunto por más que lo quisiera. Tom se encontraba exaltado, y por un instante casi no tortura. ¿Qué sería de Lisa? La última vez, casi la mataba. Pero ahora no había nadie quien pudiera salvarle el pellejo a la rubia. Cerró los ojos suspirando. Lo único que esperaba era que Tom no cometiera ninguna estupidez.
Cuántas cosas tuvieron que ocurrir para que se le grabara en la cabeza que su vida en Hogwarts ya no era un juego. Cosas que sucedieron demasiado tarde. Cosas que su padre nunca le enseñó. Cosas que el dinero y la popularidad no enseñan. Y sólo hasta ahora se daba cuenta que todas sus carencias emocionales y los excesos materiales lo habían conducido a la magia negra, al mal, a Tom. Y sabía que no había vuelta atrás.
Y sólo faltaba un día para ese gran paso. Estaba seguro que todas esas vidas inocentes que se llevaría, no le mancharían la conciencia ni por un minuto. Pero temía por sus compañeros, temía por Lisa, temía por él. Tom Riddle, había sido su maestro desde su primer año en Hogwarts, y le había enseñado a crear esa máscara de hielo, le había enseñado el poder, la ambición, pero nunca le enseño lo que era el miedo, porque el heredero de Slytherin, carecía de éste.
Entonces, ¿Por qué temía tanto en esos momentos? ¿Habría algo al alcance de sus manos que pudiera detener a Riddle? Ese Lord Voldemort, ese ser ficticio, se estaba apoderando de Tom y si lo hacía… ¿Habría oportunidad de salvarlo? Sabía que no. No tenía que hacerse falsas esperanzas, porque la esperanza no existía en ese nuevo mundo que estaba por ser creado. Porque después de ese mañana, ya no habría buenos sentimientos… o mejor dicho, ya no los habría jamás.
Y el de cabellos azabaches y ojos de zafiro, se quedó ahí, estático, con las pupilas dilatadas, siendo víctima del pánico, del miedo, y de una confusión extrema. ¿Qué hacer en esas situaciones?
Nada, más que esperar. Esperar.
&&&
¡Déjame en paz, Frank! ¡Sólo déjame! – Gritó apretando sus sienes con las manos. Un terrible dolor de cabeza la invadía, y sabía lo que eso significaba. La enfermedad la hacía empeorar, la consumía.
"Sólo quiero hablar contigo… Es todo, Lisa. Nada de lo que debas asustarte." – Murmuró cerca de sus oídos.
Estas arruinando mi vida. ¿Lo sabías? Estás destruyéndome y disfrutas ver cómo sufro, cómo me duele. – Una línea roja por debajo de sus ojos cristalizados. De nuevo las lágrimas.
"No soy yo quien te lastima, niña tonta. Eres tú. Tú me asesinaste, no pudiste vivir con eso, y ahora… vivo en ti, estoy en tu mente. Siempre." – Una lágrima rodó por la mejilla de la joven, un susurro incierto le envenenó los oídos. – "Siempre."
Cállate. – Le imploró mientras los labios le temblaban.
Entonces, se quedó como roca. Un contacto humano contra su muñeca, un calor completamente vivo se apretaba contra sus pálidas manos. Dolor punzante, sin aliento.
Hablaremos… Ahora. – Ella reconoció la voz, fuerte, embriagante, de hielo, que podría congelar cualquier alma humana que se le atravesara en el camino.
Cuando se giró, sus ojos llorosos reconocieron esa sombra frente a ella, esa magnífica criatura con los ojos verdes encendidos en rabia. Las respiraciones de ambos en el aire, un susurro entrecortado proveniente de los labios incoloros de la rubia.
No quiero hablar contigo. Ahora no. – Ahogó un gemido cuando esa mano, la jaló con brusquedad incitándola a andar. El pasillo fue el único testigo, mientras ella se veía obligada a seguirlo como si fuera muñeca de trapo.
Su cuerpo se encontraba anestesiado. No sintió nada. Ni siquiera cuando entraron al cuarto de pociones, ni cuando Tom la jaló con brusquedad acercándola a una mesa. Sus oídos no percibieron el azotar de la puerta, ni el hechizo para que ésta no se pudiera abrir. Sus pupilas negras se dilataron al escuchar lo que tanto temía. Dos voces, provenientes de dos personas que no deberían estar juntas. No, no otra vez.
"Te lo dije… Te lo dije, Lisa. Te lo dije." Un siseó estremecedor volvió a jugar con su mente.
Tenemos una plática pendiente, una plática que llevas tres días evitando. – La miró con rudeza, no era el mismo Tom que le había hecho el amor esa noche, no era el que le había sonreído con sinceridad y dulzura, era un completo desconocido. – Tres días evitándome. – Recalcó llamando la atención de la rubia quien aún no lo miraba.
Aunque deseara irme en estos momentos para seguir evitándote, me forzarías. ¿Cierto? Lo que tengas que decirme, dilo. Estoy aquí encerrada, contigo. No me iré… - Observó al moreno que la miraba interrogante, y después a Frank. – Ni dejarás que me vaya.
¿Te he forzado a hacer algo que no quieres? Dime. ¿Te he forzado? – De nuevo la sangre le empezaba a hervir. ¿A que demonios estaba jugando? – Maldición Lisa, dímelo. Jamás lo he hecho. – Ordenó cuando sintió a la rubia completamente ida, con los ojos totalmente extraños, ajenos a esos ámbar que tanto le encantaban.
"No lo escuches, Lisa… él sólo…" - Sonrió macabramente lavándole la cabeza a Lisa. – "él sólo quiere herirte… Sí. Eso es lo que él quiere… Usarte." – Los labios de Frank, susurrando a los oídos de Lisa.
Mientes… - Apretó los dientes, escuchando al conejo que le envenenaba la mente. Esto enfurecía a Tom con rapidez, puesto que la discusión era entre ellos dos, y no existía ningún conejo.
¡Puta madre! ¡Jamás lo he hecho! – Su respiración se aceleró. Tragó saliva y tratando de tranquilizarse, dijo. – Y tu lo sabes… sabes que nunca lo he hecho. – Ella tembló. Tom tenía razón.
"Él miente. Miente. Lo único que quiere es herirte más, niña tonta."
Tienes razón, nunca… nunca los has hecho. – Titubeó mientras escuchaba a Frank… o a Tom. Apretó los ojos, y sacudió su cabeza. Tom lo notó. Se dio cuenta por fin del desorden mental que Lisa sufría.
"Me decepcionas, Lisa. Pensé que eras más lista…" – Una lágrima recorrió su mejilla, destinándose a caer al suelo. Los labios le empezaron a temblar, al igual que su cuerpo.
¡Vete! – Se tomó la cabeza con ambas manos, su respiración comenzaba a acelerarse.
Un golpe contra la mesa.
No. No voy a marcharme hasta que me escuches de una buena vez. – El segundo resplandor rojo comenzó a brillar en sus ojos. – Estoy harto de esto. Harto. – Su voz temblaba de coraje, la ira comenzaba a llenar su cuerpo.
"¿Lo ves? Lo hiciste enojar… Te lo dije, tú sola te metes en problemas…" - Frank comenzó a caminar imaginariamente hacia el otro extremo de la vieja mesa, hacia Tom. Lisa sollozó en silencio mientras miraba sorprendida lo que su mente podía a hacerle.
&&&
Blake corría a todo lo que sus piernas podían darle. Tenía que detener a Tom, tenía que detener cualquier cosa que estuvieran haciendo. Tenía que hacer algo.
Ya.
Dobló hacia una esquina, y los ojos se le iluminaron cuando vieron al platinado de Malfoy.
¡Drake! – Lo llamó vehemente. El rubio se giró para verlo, y lo que encontró en el rostro de azabache, no le dio razón para burlarse, para reírse, para divertirse. Un rostro contorsionado en preocupación, gotas de sudor frío recorriendo sus sienes, la respiración irregular… ése no era Blake, ese no era su compañero de fiesta, su hermano prostituto, su amigo superior, el Slytherin adinerado, el mejor en Defensa Contra las Artes Oscuras después de Tom. Era…
Era un ser humano, con el corazón en la mano, preocupado.
Blake… - Balbuceó buscando una respuesta. El otro se recargó en la pared recuperando el aliento tras la rápida carrera que tuvo que efectuar. Los ojos de zafiro lo miraron.
Es Tom, Drake. Ha enloquecido, está furioso… - Miró al Slytherin que estaba a su lado, y su voz se quebró por la falta de aire. – Fue por ella… Y si quieres que llegue a los extremos… - Cayó unos segundos.
¿Qué estás diciendo Blake? – Preguntó completamente confundido, aunque su mente comenzaba a entender, y como si se la leyera, la respuesta era justo lo que estaba pensando.
La va a matar. La matará si no llegamos pronto.
Hubo un silencio incómodo entre los dos. Titubeando por primera vez en su vida, Drake intentó decir.
Vamos por Max y Steph... - Y dio media vuelta pero un brazo en el hombro lo detuvo. - ¿Pero qué…?
No hay tiempo, Drake.
Y en efecto, el tiempo se acababa.
&&&
¡Déjame! ¡Ya déjame! – Gritó. Las lágrimas comenzaban a resbalarle hasta la barbilla, empapando su cara en el transcurso. Se llevó una mano a la cara mientras que la otra la ponía suavemente sobre la mesa.
¡No! – La hizo estremecerse al subir el tono de voz. – Me vas a escuchar. Lo vas a hacer porque yo lo digo, y necesitamos hablar sobre lo que sucedió hace tres días, y no te hagas pendeja, sabes bien de lo que hablo. – De nuevo las manos sobre la mesa. Mal lugar, objetos peligrosos en ella.
"Mátalo Lisa… ¿Ves ese cuchillo?" – Señaló Frank en la mesa. El objeto brillo ante los ojos de la rubia. Cerca de los frascos y cerca de ella, un objeto filoso que la llamaba. Miró a Frank aterrorizada. – "Tómalo, es tu oportunidad… Mátalo. ¡Mátalo!" – Le ordenó con fiereza.
¡No! – Se tapó los oídos. Quería dejar de escuchar, de pensar, de vivir esa situación. Y sabiéndose observada por el moreno, estaba perdida.
Si, totalmente perdida, porque la reacción de Tom ante esa respuesta negativa fue violenta. Él la acorralaba fieramente, poniendo sus manos sobre la mesa. Sus pupilas teñidas de negro se dilataron, su temblorina paró de pronto y contuvo el aliento.
Otra vez tan cerca de ella. Y tan lejos.
Escúchame Lisa. – Dijo con su seguridad. – No me voy a andar con pendejadas, ni rodeos. – Hizo una pausa, suspiró. – Te amo.
Lisa se quedó estática ante esa confesión. Tan anhelada, tan real.
Hace tiempo que he querido decírtelo, y entonces aquella noche, te escuché. Y me di cuenta de que ya no era un juego y sólo me forcé a aceptar la situación… Estoy enamorado de ti, Lisa y quiero que estés conmigo. Siempre. – Y guardó silencio. Esperando una respuesta.
Sus labios resecos, se entreabrieron para decirlo. Decirle que lo amaba, que lo necesitaba junto a ella y que siempre estaría a su lado, junto a él. Siempre.
Pero su vida parecía de esas películas muggles que acostumbraba a ver de pequeña, donde nada parecía estar bien, donde la víctima no era merecedora de la felicidad por culpa de un asesino, de un villano, de un maldito que sólo estaba ahí para dañarla. Y ese era Frank, el hombre que en esos momentos se aproximaba a ella, tomando posición a espaldas de Tom.
Una carcajada. Y ella sintió su corazón detenerse… Y Tom ni siquiera estaba conciente de que Frank estaba ahí preparándose para arruinar el momento; sólo era producto de esa cabeza enferma.
"¿Qué te ama, Lisa? ¿Vas creerle?" – Una sonrisa maquiavélica, palabras hirientes. – "¿Vas a creerle a un niño que creció sin amor y ahora dice conocerlo? ¿Qué sabe Tom de amor? Nada, lo oyes. ¡Nada!" – Le gritó envuelto en celos el conejo endemoniado. – "¡No sabe de nada!"
Qué coraje. Qué odio. Qué repugnancia sentía al saber que ese ser estaba en su cabeza. Que era él quien la obligaba a cometer locuras insanas. Dolía. Era una frustración no poder saber la cura, no conocer alguna manera de ser feliz, de estar sana.
Púdrete Frank. Púdrete.
Y así, ignorando completamente la mirada suplicante de Tom, estalló.
Te odio… Te odio.
¿¡Qué sabes TÚ de amor? ¿¡Que chingados sabes? ¡No sabes nada! ¡No sabes del amor porque nunca lo conociste! – Y calló de pronto.
Había perdido el contacto visual con Tom, para gritarle y encarar al trigueño del ojo perforado. Pero se había dado cuenta demasiado tarde de lo que había hecho, una vez más había cometido un error, un error que ya no se le perdonaría. Asustada observó los ojos del Tom, quién aún la acorralaba.
No pudo describir lo que vio. El iris verde aceitunado fue manchado por un rojo líquido, dándole un aire macabro, el rostro de Tom que había estado perdido en la decepción y sorpresa por segundos, pronto perdió su expresión. Ella cerró los ojos esperando un golpe violento, el peor de los hechizos, gritos y reclamos.
Nada.
Sólo un susurro ronco. Áspero.
Sé lo mismo que tu, Lisa. – Apretó sus manos en la madera de la mesa. Tragó saliva y apretó los dientes. – Nada.
Tom… - Exclamó sorprendida.
Me equivoqué contigo, Lisa. Todos nos equivocamos en darte una oportunidad. Una oportunidad que nunca mereciste. – Los ojos le Lisa volvieron a cristalizarse. – Todo parecía perfecto. Demasiado perfecto. Actuabas como una persona normal ante todos, ante mí pero hasta ahora desconocía lo que hacías a mis espaldas. Dime, Lisa. ¿Qué es lo que escuchas dentro de tu cabeza, ah? – Esas palabras la helaron. - ¡Qué chingados tienes ahí adentro que no te deja vivir como alguien normal! ¿¡Qué?
No… Por favor… No sigas… - Comenzó a suplicar. Esto no podía estarle ocurriendo.
¿Acaso Frank? No, no lo creo. Frank no existe. ¡No existe y jamás existió! ¡Jamás! ¡Y por qué? Porque los muertos no hablan, porque los recuerdos no pueden manipular a la gente… Pero… - La atravesó con la mirada mientras su respiración se tornaba más agresiva. – Eres tan estúpida. Tan estúpida que haces todo lo que te dice tu cabeza, y crees que son deseos de Frank, pero en realidad son tus deseos. Deseos enfermizos dignos de una loca.
No soy una loca, Tom… No lo soy… - Le afirmó.
¿A no?... Entonces dime. ¿Por qué lo arruinas? ¡¿Por qué arruinas la única puta oportunidad que tienes de ser amada! ¿¡Por qué? ¡Si sabes que nadie va amar a una enferma como tú! ¡Nadie! ¡Nadie más que un estúpido como yo! – Le escupió las palabras, que estaban cargadas de resentimiento. – Un idiota que se tuvo que enamorar de ti, que entregó su corazón a alguien que sólo lo rompería.
¡No! – Un grito.
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Dos Slytherin corrían con el alma hecha un hilo. Y se detuvieron justo en un pasillo que parecía solitario de no ser por una puerta cerrada y la luz que se colaba por debajo de ella.
El grito de una mujer. Lisa.
El azabache y el platinado comenzaron a golpear la puerta con desespere.
¡Tom! ¡Abre la puerta! ¡Ábrela con un demonio! – Gritó Blake. Más nada. Preocupado observó a su compañero, quien se encogió de hombros al no saber que hacer.
Pero Blake no estaba dispuesto a rendirse. No ese día.
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¿Por qué destruyes todas tus oportunidades, Lisa? – Esperó una respuesta, más sólo obtuvo lloriqueos, y cansado de esos; respondió él. – Yo te diré porqué. Porque estas enferma Lisa. Enferma. – Otra vez la ira se apoderaba de él. – Nunca debiste salir de San Mungo, Nunca.
Ya basta Tom, ni sigas hiriéndome. No más, por favor. Deja de herirme. – Otra súplica para el moreno.
¿¡Por qué siempre has de ser tu la que sufre, a quien hieren? ¡Deja de pensar en ti! ¡Y empieza a pensar en los demás! ¿Qué hay de mí, eh? ¿Todavía no se te quita lo pendeja y no te das cuenta de que me hieres más tu de lo que yo podría herirte? ¿¡No te das cuentas de lo que me acabas de hacer? – Una risa forzada en sarcasmo salió de sus labios. - ¿Por qué pierdo el tiempo haciéndote preguntas estúpidas si ni siquiera tienes el valor de contestarme? Es que sólo a mi se me ocurre tener la esperanza de que me corresponderías. Y por primera vez me he equivocado.
Si te equivocas. – Tom dejó se hablar para prestar atención a lo que sus oídos acababan de escuchar. Al fin comenzaba a defenderse. – Si pienso en ti, más de lo que tú crees. ¡Pero siempre estás tan ocupado en tus cosas que no te das cuenta de lo mucho que había esperado para que me dijeras algo bonito! ¡Siempre haciendo planes, limpiando el colegio de la inmundicia, ordenando esto y lo otro! ¡Nunca estuve ahí para ti más que para cojer! ¡Para ser tu ramera! ¡Para que me tocaras y me usaras a tu manera, sin darme una razón!
Tienes razón. Usaste el término correcto. Loca y además, ramera. – Más insultos. El labio de la rubia comenzó a temblar, la cara bañada en lágrimas. Sufrimiento.
Eres un monstruo, porque no tienes sentimientos. No tienes corazón. ¡Ojalá y te pudras en el infierno, Tom Riddle!
Imposible, Lisa Rowe, ya conozco ese lugar y es bastante agradable. – Le escupió con sarcasmo e ironía. – Y hablando de corazón, acertaste de nuevo. No tengo uno, porque tú me lo quitaste. Y por eso, la que se va a podrir es otra. Vas a morir con eso en tu cabeza, y tu alma jamás descansará. ¡Maldición, discúlpame! ¡Acabo de equivocarme de nuevo! ¡No puedes morir, Lisa! ¿¡Y sabes por qué? – Lisa agrandó los ojos, eso era… lo mismo que le había dicho Frank, el día en que todo comenzó. Buscó a Frank en la habitación, y no estaba. - ¡Porque tu ya estás muerta! ¡Siempre has estado muerta! ¡Eres sólo un cuerpo putrefacto que se mantiene de pie por las alucinaciones de una desquiciada!
¡Cállate!
Fue la gota que derramó el vaso. Comenzó a tantear la mesa a sus espaldas hasta que se topó con un objeto filoso. Todo fue tan rápido, pero demasiado lento para los avanzados reflejos del Slytherin quien le tomó la muñeca antes de que la daga pudiera dañarlo.
El moreno soltó una carcajada demente, y la cortó tan pronto que ni siquiera pudo divertirse. ¿Acaso creía que Voldemort podría ser asesinado, tan siquiera herido por una pendeja con un cuchillo? ¡Ja! La respuesta estaba de más.
Estás furiosa, ¿No es así, Lisa? Te llena de ira escuchar la verdad. Porque eso es lo que es, la verdad. – La rubia comenzó a forcejear, gritando como loca.
¡Suéltame! ¡Suéltame!
&&&
¿Escuchaste eso, Blake?
Lo escuché, Drake. La matará. ¿Qué haremos?
¿Qué podemos hacer contra Tom, Blake? Nada. Si la mata ahora, no podremos hacer nada por impedirlo. Revelarnos nos costaría años de trabajo, incluso la muerte. Porque lo sabes, Zabinni. Todos nosotros lo sabemos. Todos sabemos que la magia de Tom es superior a la nuestra, que puede hacer cosas inimaginables. – Habló tristemente el platinado.
No, Malfoy. Conocemos lo que Tom puede hacer, pero el que está ahí dentro, no es Tom. Es Voldemort, y no podemos imaginar lo que puede hacer con toda esa ira corriendo por sus venas. – Comenzó a juguetear con la varita entre sus manos, perdiendo su vista azulada en ellas. La mano del platinado se posó sobre su hombro.
Como nos ocurrió con la hermana de Parkinson, no pudimos despedirnos de ella antes de que Tom la asesinara. Tampoco nos despediremos de Lisa. – Agregó con melancolía.
Debimos darnos cuenta que no era un juego en ese entonces. Nos hubiéramos ahorrado muchas muertes.
Ya es tarde, Blake. Muy tarde.
&&&
¿¡Qué pensabas hacerme con eso? ¿¡Que intentabas con eso, pendeja? ¿¡Matarme? – Lisa temblaba de ira, Tom no se quedaba atrás apretando su muñeca a tal grado que comenzaban a marcársele los dedos del Slytherin en la piel. - ¡Parece que aún no te das cuenta con quien estas tratando! ¡No tienes ni la menor idea!
¡¡¡Te mataré! ¡Voy a destazarte hasta que no quede nada de ti! ¡Nada! – Amenazó en vano.
¿Por qué estas tan enojada conmigo, Lisa? ¿¡Por qué? ¡¿Por qué dije que nadie te amaba! ¡¿O porque te recordé que estabas muerta! ¡Dímelo!
¡Suéltame! ¡Déjame en paz! ¡Me tienes harta! – Siguió forcejeando inútilmente, hasta que volvió a arruinarlo todo. Aunque de cualquier manera, la solución ya estaba muy lejana, así como el perdón y el amor. - ¡¡TE ODIO! ¡Te…! – Sus gritos se cortaron abruptamente. Tom le arrebató el filoso objeto de la mano y azotó la mano de Lisa en la mesa, apretándola iracundo. Hubo un silencio estremecedor, cortado por las respiraciones entrecortadas de ambos.
¿Aún no te has cansado de gritar, Lisa? ¿Aún puedo alimentar con música mis oídos mientras te enseño lo que es el dolor? Creo que no conoces lo que significa esa palabra, ¿Quieres que te enseñe? – Una voz tan tranquila, iracunda y venenosa penetró sus oídos. Aún no comprendía el significado de sus palabras cuando Tom le subió la manga de la mano que aún tenía presa, la mano izquierda de Tom sostenía el cuchillo sin ninguna benevolencia.
… - Agrandó sus ojos llorosos. ¿Tom se atrevería a…?
Dime, Lisa. ¿Qué prefieres? ¿Muñeca arriba o muñeca abajo? – Lisa comenzó a murmurar unos no's inteligibles. Ése no era Tom. Pero, el moreno simplemente alzó las cejas, preguntando. - ¿No me vas a responder? Está bien. Tendré que elegir por mí mismo. – Levantó el cuchillo, y toda esa ira contenida, la dejó caer con el mismo.
Gritos.
No provenientes de una persona… sino de dos.
&&&
Malfoy pateó la puerta. Desesperación. El único pensamiento que tenían, era que su señor había asesinado a la pequeña que los había cautivado desde el primer momento. Blake apretó los puños al punto de que sus nudillos se emblanquecieron. ¿Qué podían hacer si al lado de Tom, no eran más que unos sirvientes?
Drake… - Lo llamó mientras sus ojos se entristecieron levemente.
Lo sé, hermano. Lo sé. – Murmuró el platinado mientras clavaba su mirada de plata en el suelo de piedra.
De pronto, escucharon pasos dentro de aquella habitación. Pasos lentos que se acercaban a la puerta, seguidos por palabras susurradas que provocaron un destello de color que se coló por debajo de la estructura. Se congelaron al sentir como la perilla de la puerta comenzaba a girar hasta que se abrió.
Tom caminó lentamente entre ellos, y se detuvo justo cuando dio la espalda a sus dos mortífagos. Malfoy y Zabinni lo miraron, sorprendidos. Esperaron algún comentario, pero sólo obtuvieron una orden.
Llévensela. – Dijo con la voz ronca. Y sin más, siguió caminando. Ambos jóvenes observaron que de su mano derecha escurrían pequeñas gotas de sangre, marcando el suelo de piedra con ellas. Sangre.
No lo pensaron dos veces y se adentraron en la habitación en busca de la rubia.
Y al encontrarla, lo que vieron fue mucho peor que verla descuartizada o simplemente sin vida.
Ahí, sentada en el suelo debajo de la mesa, temblando como un animalito a punto de ser cazado. El rostro demacrado y cubierto en lágrimas. Se sostenía una mano la cual sangraba, manchando su uniforme. Sus sollozos la hacían convulsionarse violentamente.
Les partió el alma.
Blake se acercó a ella y le alargó una mano; ella ni siquiera lo miró. Estaba ida, completamente fuera de sí. Desquiciada.
Lisa… - La llamó. Pero ni eso puedo hacer que la rubia le prestara atención. Miró a Malfoy que se encontraba a sus espaldas. El platinado negó con la cabeza.
La cargó en brazos, y sin saber a donde llevarla, se fueron dejando la mazmorra completamente sola, el pasillo que había sido testigo de todo lo ocurrido. Y tal vez, después de esos momentos, nada volvería a ser igual. Las cosas, sin duda; cambiarían. Pero para mal.
&&&
El agua del lago estaba irritada. Golpeaba con fiereza las pareces inferiores externas del gran colegio, y esa madrugada, mientras unos aún dormían guardando energías para el gran baile de graduación que se avecinaba, otros se encontraba lejos del calor de sus camas. Motivos oscuros y tenebrosos.
El colegio fue cuidadosamente hechizado con un "insonorus" proveniente de una mano maestra, de una varita prodigiosa, de un dueño superior a todos. Nadie escuchó los gritos desgarrados de una mujer, ni el sonido de las ruedas de una camilla rechinando contra el suelo de piedra.
Nadie escuchó. Nadie sintió el dolor. Ni siquiera Tom quiso escuchar los latidos de su acelerado corazón.
Nadie. Nada.
Y ahí, en las puertas del colegio, cuatro mortífagos y su amo, observaron lo que ocurría. La carroza de San Mungo esperaba cerca de ellos. Dos enfermeros sostenían una débil carroza, y en ella… Lisa.
Pataleaba y gritaba como vil demente. Su mano derecha estaba, manchada de sangre seca, los labios destrozados por las mordidas que se daba ella misma, sus ojos negros adornados con una línea roja debajo de ellos. Pálida, casi amarillenta.
Era una escena que destrozaba hasta el más duro corazón. Y Tom lo sabía, porque le había dolido y por primera vez se había equivocado. Su vida no era perfecta, más siempre tuvo la suerte de saber calcular sus planes; su mente hábil aprendía de los errores de los demás, más nunca de los suyos, porque nunca cometió uno. Hasta ese día.
Un error, que le pudo haber costado todo. Y ciertamente, enamorarse no era para él. No lo era. Y menos de una mujer como Lisa. Mucho menos.
Endureció su semblante. Sus ojos apagados y enverdecidos, la furia y el rencor se habían ido por el momento. Y con la frente en alto se dispuso a observar cómo se la llevaban, cómo le ajustaban la camisa de fuerza a su pequeño cuerpo, el cual había recorrido con sus manos aquella noche. La manera en que se convulsionaba y gritaba, con tanto fervor, como aquellos días donde escuchar su sonrisa era algo normal.
Y cómo de pronto… su voz se apagaba poco a poco, víctima de de un sedante recién aplicado en su brazo, cómo cuando había dormido junto a él… Juntos. En un silencio eterno que les provocaba una paz anhelada.
Y cómo después de todo, aún se atrevía a susurrar, a aclamar con las pocas fuerzas que le quedaban, aquel nombre… Levantando como pudo su mano, tratando de alcanzarlo. A él.
A ese bastardo. Frank.
Imposible. Era un caso perdido.
Y sin más, sin esperar a que la furia le carcomiera las venas nuevamente, dio la espalda y se adentró en el castillo, ondeando su capa. Marcando un ritmo apresurado, molesto. No perdería su tiempo. Ya no más.
Pero para sorpresa de los cuatro mortífagos. Se detuvo.
¿Qué esperan? – Preguntó con voz ronca. E inmediatamente tres de ellos lo siguieron. Y Blake observó como el carruaje se marchaba lejos, para siempre.
Y antes de acompañarlos en su marcha, se convenció.
Ya no era un juego.
&&&
Sería un largo día. Y vaya que sí, las horas ser alargaban cada vez más para aquel moreno de mirada sombría, estaba tan cerca, pero se sentía lejos a la vez. La mañana comenzó nublada, y así le siguió el atardecer, que después de opacar el gris con unos tonos ligeramente dorados, pareció perfecto.
Alrededor de las 6 de la tarde, alumnos de séptimo curso corrían de un lado para otro, buscando una corbata, una túnica, un zapato, un pendiente. Todos ansiaban graduarse, incluso Tom, que se mantenía sereno, sentado descaradamente sobre los sillones de cuero negro de su sala común. Nagini, su mascota había crecido considerablemente, había estado encerrada tanto tiempo en la cámara junto al basilisco, que le pareció prudente sacarla a tomar aire fresco.
La fiel serpiente medía casi 4 metros, y orgullosa se erguía para que su amo, le acariciara suavemente la cabeza. Los Slytherin ni siquiera le prestaban atención, toda la casa estaba con Tom, y la mayoría, hacía de todo, menos preocuparse por estar presentable para el susodicho baile.
Pobre Nagini, ¿Has estado aburrida últimamente, pequeña? – Siseó haciendo presente que él era el heredero y que era el único con el privilegio de hablar con las serpientes.
Así es, amo. También hambrienta.
No te preocupes, por la noche tendrás mucho que comer, mucha carne fresca. – La víbora se le enredó lentamente en el cuello, haciendo que Tom sonriera. Ese animal había sido su primer amigo, desde el día que lo compro. Tan sólo medía unos cuantos centímetros. – Nagini, no me estés coqueteando. – Le regañó en pársel.
No puedo evitarlo. Lo siento, amo. No lo volveré a hacer. – Se excusó el animal.
En ese momento, Maximus, corrió a toda prisa hacia Tom. En sus manos, un sobre.
Tom. – Comenzó agitado. Tom lo miró desconfiado mientras el de lentes le extendía el pergamino.
Te dije que no quiero que me molesten, Max. Al perecer no me escuchaste bien. – Levantó una ceja, esperando que el trigueño se marchara devolviéndole su tranquilidad.
Pero Tom… es Lisa. Hay problemas, Val quiere vayas de inmediato. – Eso si llamó su atención por más que se hubiera negado. Le arrebató el sobre de las manos, y justo antes de abrirlo, observó que Max aún seguía ahí. Le fulminó con la mirada, haciendo que el de lentes captara la indirecta. Aunque hubiera querido saber el paradero de la rubia, Tom se lo impediría. Qué mas daba. Se marchó.
Nagini… - La llamó el maestro del pársel. Ella se desenroscó de su cuello y siseó.
Lo sé amo, lo sé. Ya me iba.
Comenzó a leer con rapidez y agilidad. Y cuando hubo terminado, se levantó como resorte, y dejó que el papel se deshiciera en las llamas de la chimenea.
Sin duda, sería un largo día. Pensó con el corazón latiendo a mil por hora.
Sus pasos resonar apresurados en su habitación. Comenzó a desordenar cosas, buscando un reloj antiguo que le servía como translador. Con cuidado de no tocarlo aún, lo sacó de una caja, que se encontraba debajo de su cama.
Una presencia. Malfoy.
Tom, estamos listos. Sólo falta que nos des las últimas órdenes. – Murmuró serio. Pero el moreno lo ignoró. El rubio arqueó una ceja, y se adentró en el cuarto observando lo que el Slytherin pensaba hacer. Cuando lo descubrió, tuvo dudas al respecto. – Eh, Tom… ¿A dónde vas?
A San Mungo… - Cortó, seco y práctico. Su personalidad carente de expresiones y sentimientos, estaba volviendo demasiado rápido.
Pero… El plan… No puedes dejarlo todo así como así… Necesitamos… - Una mirada asesina lo atravesó obligándolo a guardar silencio bajo su propia seguridad.
Escucha, Malfoy. No me necesitan, ¿entiendes? Por algo les he enseñado todo lo que saben, y supongo que son lo suficientemente capaces como para iniciar solos el ataque, así que hazme el puto favor de mover el trasero y dejarte de maricadas. Ya sabes lo que tienes que hacer. – Le regañó mientras se colocaba unos guantes de cuero cubriendo sus pálidas manos. – Matar a todos los sangre sucia, nada que no hayas hecho antes. – Acomodó su capa, y justo antes de tocar el objeto que lo llevaría hasta su destino, dijo. – Y que no se te olvide, los viejos, son míos.
Si, Tom… - Tartamudeó mientras observaba cómo ese extraño se desvanecía.
Golpeó la pared mientras salía por la puerta. Después de todo, Blake tenía razón. Tom había desaparecido.
&&&
Como siempre, Valerie lo había recibido con un abrazo y un beso en la mejilla, no sin antes recordarle lo alto y lo apuesto que estaba. Esto último, era obvio, pero el abrazo y el beso le daban náuseas. Era algo que nunca había podido evitar, después de todo, desde su ingreso temporal a ese sanatorio, la mulata lo había cuidado como si fuera su hijo. No es que él lo hubiera necesitado, pero nunca pudo ser cruel con ella, sólo distante; una actitud de niño retraído siempre funcionaba.
Ésta vez, la mujer negra estaba triste y desesperada. No tuvo que preguntarle un por qué. La mujer comenzó a correr hacia la salida trasera de la torre. San Mungo, todos los magos sabían que era un almacén de ropa, que en realidad funcionaba como hospital para los magos. Sólo algunos sabían que, lejos de ahí, a un lugar que sólo se llegaba mediante un translador, había una torre, rodeada por un barranco, y por mar.
Tom la siguió tranquilamente. ¿Para qué apresurar las cosas? Todo terminaría pronto. ¿Cuándo?
Pronto. Quizá ese día. Quizás no. Quizás nunca.
No tuvo que imaginar qué haría Lisa para escapar. Qué alboroto armaría. Era de esperarse, que en esos momentos estuviera a la orilla del barranco sacudiendo a una enfermera la cual amenazaba con una dosis de morfina. La mujer lloraba, y Lisa gritaba como psicópata. Psicópata. La palabra perfecta para ella.
Lisa, por favor. No hay necesidad de que alguien salga lastimado. – Intentaba Val. Trataba de acercarse, pero cada paso que daba, era peligroso para su personal, y para Lisa.
¡Sigue acercándote vieja chiflada! ¡Sigue haciéndolo y la mataré! – Le gritó enloquecida la rubia, quien aún no veía que Tom se encontraba ahí.
Tom, por favor. Haz algo… Tú eres el único que puede hacerla entrar en razón. – Le rogó la doctora. El moreno simplemente comenzó a quitarse los guantes con extrema calma, y se los guardó en el bolsillo del pantalón. - ¿Tom…?
Él no dijo nada. Suspiró exagerado, y comenzó a acercarse a pesar de que la rubia le gritaba. La Rowe lo había reconocido, pero se encontraba en tal grado de histeria que no la detuvo. Pero sintió miedo, porque por más amenazas que le lanzara, él seguía acercándose.
Pasos que hicieron que el tiempo pareciese detenido. Acercándose cada vez más. Y más.
Cuatro metros, tres metros, dos… Uno. Se detuvo.
Por la buenas. Suéltala. – Fue lo único que le dijo. Un relámpago cruzó el cielo anunciando una llovizna. Y lentamente con el corazón detenido, soltó a la enfermera que tenía apresada entre sus brazos. La mujer, inmediatamente corrió hacia un lugar seguro.
Tom… Tú… tú estabas… - Tartamudeó aterrada, retrocediendo lentamente. Tom lo sintió y le extendió una mano.
Toma mi mano, Lisa. – Ella observó asustada la venda manchada de sangre que cubría la mano de Tom, y también, miró la suya. El se dio cuenta del miedo que Lisa le tenía. Intentó mentir, para salvarla. – Olvidemos lo que sucedió, y volvamos a comenzar. ¿Está bien?
Pero… dijiste tantas cosas… me heriste… - Otro paso atrás. Sus pies descalzos, ahora estaban en el borde del barranco.
Dije que olvidaremos todo, y tendremos otra oportunidad, Lisa; hablo enserio. – Mintió, pero se escuchó tan real. En verdad deseaba que hubiera una salvación, pero estaba de más decirlo. No la había. La rubia no reaccionaba y Tom era un hombre de poca paciencia. - ¡Lisa! ¡Tómala!
La iba a tomar, pero sólo alcanzó a rozarla.
Resbaló, ahogando un gritó.
Pupilas verdes se dilataron y con avidez alcanzó la pequeña mano, impactando su cuerpo contra las piedras.
Cerró los ojos sintiendo dolor.
La tenía.
Apretó los dientes, había ofrecido su mano herida. Sentía cómo el corte se abría debido al peso de Lisa. Maldición, exclamó en su interior, con la respiración agitada. Observó a la joven, que desfiguraba su rostro en desesperanza.
No me sueltes, no dejes que me caiga, no dejes que muera. – Suplicó con la voz quebrada.
Sostente. – Fue su única palabra. Estaba haciendo un esfuerzo sobre humano, al sostenerla con la mano herida. El corte comenzaba a sangrar nuevamente.
Por favor, Tom. No dejes que muera. – Volvió a repetirlo, Tom se sintió extraño ante sus palabras ya antes dichas. Perdió el contacto visual.
Sostenme. Ayúdalo a sostenerme. – No necesitó decir el nombre, el moreno, antes consternado; ya había caído en cuenta. De nuevo, Frank.
Dame la otra mano, Lisa. – Le ordenó fríamente. Mas la rubia parecía hipnotizada, con la mirada perdida hacia el cielo, diciendo cosas incoherentes que no iban dirigidas al Slytherin, por supuesto. – Dámela.
Dile que no me suelte, Frank. Díselo. Sálvenme, no dejen que muera. – Continuó haciendo caso omiso a lo que el de cabello azabache le decía. El colmo.
Fue entonces cuando una idea retorcida, pero bastante coherente se le vino a la cabeza. Y se puso a pensar, olvidándose de prestarle atención a la enferma que estaba tratando de salvar.
Las cosas, no habían salido bien entre ellos. Supo desde un principio, que aunque no lo pareciera, la enfermedad de Lisa era mucho más grave de lo que se decía. Le daba rabia pensar que pudo haberla salvado si le hubiera prestado más atención a sus alucinaciones. Estaba tan acostumbrado a vivir en un mundo de pesadillas, alucinaciones, y cosas macabras y dementes, que pensó que la rubia era una persona completamente normal, como ellos, como los Slytherins, como él.
Se equivocó. Todo era miel sobre ovejas al principio. Antes de que la enfermedad, paranoia, esquizofrenia o lo que sea que fuera la consumiera, ella poseía una mente fría, calculadora digna de un asesino, digna para ser una líder; pero la locura la había cegado completamente.
Era triste pensar que sin no fuera por sus delirios, aún tendría mucho por qué vivir, mucho por lo cual disfrutar la nueva era, la nueva vida que se acercaba. Pero la realidad era otra, que en cuanto la subiera para ponerla a salvo, la encerrarían de nuevo en las instalaciones del loquero y ahí moriría.
¿De qué servía ser esclava de su propia mente? ¿De qué servía?
Escuchó un lloriqueo.
Ya no quiero sufrir. Sálvame. – Le rogó envuelta en llanto.
Y entonces, lo comprendió. Aún la amaba. A pesar de los insultos, los golpes, las disputas, todos los daños que se hicieron mutuamente. La amaba, a pesar de todo.
Ya no, Lisa. – La miró con una ternura seria, memorizando sus facciones, su mirada, sus labios, su todo. Cada detalle, para no olvidarlo jamás.
Y decidido, lo hizo. Dejó de ejercer fuerza en la mano que la sostenía aún con vida, haciéndola caer unos centímetros, y al instante ella se aferró a esa mano, que la estaba dejando ir, con vehemencia y súplica.
Recuperó el contacto visual, y se dio cuenta de que el verde se enfrentó con el ámbar. El amarillo, desesperado. El verde, sin emoción alguna.
No. ¡No, Tom… no lo hagas! Por favor… - Pidió clemencia, rogó vivir, más el moreno la miraba levemente entristecido y nostálgico, como nunca se le había visto. Mostrando sus sentimientos, tirando esa máscara de frialdad.
Ya no. – Aflojó más la mano, mientras ella trataba de aferrarse a él con desesperación. Quería vivir, pero ya era demasiado tarde. – Adiós… Lisa.
No lo sintió.
Dejó de respirar.
La observó caer lentamente escuchando sus gritos. Gritos desgarrados que fueron abruptamente cortados cuando su cuerpo se estrelló con las rocas.
Escuchó sus huesos quebrarse en mil pedazos, y después nada. Nada.
Sólo el sonido de un mar furioso y melancólico que arrastraba un cuerpo hacia la profundidad y paz del océano. El agua se tiño de rojo. Un rayó cayó, seguido por gotas gordas de agua.
Había muerto, al fin. Lisa había muerto. Y Tom, se fue con ella, dejando un cuerpo vacío y sin alma, sin sentimientos. De sus ojos de oliva, salía una lágrima que se fue confundiendo poco a poco con las innumerables gotas de lluvia que comenzaban a caer veloces.
Tom lloró. Y le bastó una lágrima para sacarse el dolor de su alma herida. Una sola lágrima.
El cielo también estaba llorando, y el heredero se fue levantando, con lo poco que le quedaba en el alma, y entonces, justo cuando caminaba en busca de techo y refugio. Sucedió algo.
El verde fue sustituido por el rojo líquido, y esta vez, para siempre.
Y mientras caminaba hacia Valerie, Lord Voldemort nació, encarnando en ese cuerpo joven, poderoso y lleno de sabiduría. El que antes era un simple nombre, una leyenda, había salido desde la oscuridad del corazón de Tom, justo cuando descargó sus sentimientos en una pequeña lágrima.
Tom Riddle, desapareció pasando a convertirse en leyenda y Voldemort, nació.
Valerie se cubrió el rostro con las manos. Un silencio sepulcral inundó el lugar, mientras que las gotas de agua los empapaban. Dejó de taparse la cara para poder observar al joven que se encontraba caminando hacia ella.
Relampagueó. La señora Smith se sobresaltó mientras aquel cuerpo inerte y mojado la miraba con una expresión vacía. Un sonido entrecortado salió de la garganta de la mujer de piel negra.
Tom… - Quiso decir algo más, pero estaba tan impresionada por lo sucedido hacía unos minutos que su voz no dio mas espacio para palabras. Pero su duda era tal, que aún así se atrevió a preguntar. Una explicación, un porqué. - ¿Por qué, Tom? ¿Por qué lo hiciste?
Fue lo mejor. – Seco y frío. Una voz que estremeció a la doctora. No. Ese no era el Tom que conoció, no era el joven sarcástico, descarado y bromista que conocía. – Hubieras hecho lo mismo en mi lugar. – Una pausa. Riddle comenzó a andar, dándole la espalda. – Adiós, Valerie.
Y fue todo. Una conversación larga era innecesaria, además al moreno se agotaban los minutos. El ataque se llevaría a cabo en minutos. Si, muy pronto ganaría el respeto y el miedo que merecía. Y si hasta ese entonces, había perdido en el amor, la media sonrisa retorcida que tenía en el rostro le hizo saber que estaba por ganar la guerra.
Pero como siempre había gente persistente que le amargaba la vida.
Tom, espera. No te vayas. – Sus palabras no tenían ni la más mínima importancia para Tom. Siguió andando y la doctora lo siguió insistentemente. La lluvia seguía empapándolos por completo. Tom, lento y seguro avanzó hasta refugiarse en el edificio. La parte oscura de San Mungo.
La insistente voz de Valerie lo hizo volver a la realidad, notablemente fastidiado. ¿Es que no se daba cuenta de que ya nada le importaba? ¿Qué no tenía tiempo para estupideces? Maldita negra puta. Se detuvo en seco, y la encaró.
Tom, escúchame… No debiste hacerlo, acabas de asesinar a un interno, puedes ir a Azkaban por eso… además ella… ella… - Se vio interrumpida por la voz del Slytherin que la dejó helada hasta los huesos.
¿Ella qué? – Preguntó enojado. - ¿Pensaste que esa pendeja llegaría a ser alguien? – Soltó una carcajada. Valerie lo observó aterrada mientras las lágrimas comenzaban a hacer surcos en sus mejillas morenas. – De verdad que eres una estúpida. Todos sabíamos que no llegaría a nada, así que no me vengas cosas pendejadas de que había esperanza. Y si la había, pues lo siento… Ya está muerta. Muerta.
Jamás pensé que llegarías a habarme de esa manera, tenía otro concepto de tu persona, Tom. – Sollozó, Riddle rodó los ojos. – Una oportunidad. Era lo que Lisa necesitaba, y tú se la negaste. Sabía que andabas en malos pasos, puesto que no te comportabas con un adolescente normal, pero jamás pensé que… ¿Asesinar a Lisa, Tom? ¿Qué te han hecho? – Los sermones, lo que más detestaba.
Escúchame bien, vieja pendeja. No me conoces, y no sabes de lo que soy capaz. – Comenzó a acercarse a ella con una mirada de maldad profunda. Esa mirada. Esos ojos, no eran de Tom. ¿Quién era ese hombre que se acerba a ella? – Si pude matar a Lisa, igual puedo matar a muchas personas, incluso a ti. ¿Entendiste bien?
Llamaré a seguridad. Me estás asustando. – Intentó irse. De un momento a otro, Tom la tomó por el cuello impidiéndole respirar, ni siquiera gritar.
Me temo que no podrás hacerlo, Val. – Remarcó su nombre mientras que ella comenzaba a palidecer, sus ojos estaban en blanco, pero sus oídos escuchaban a la perfección lo que ese muchacho endemoniado le decía. – Adiós.
Lo último que pudo escuchar fueron unas frases siseadas y destello que la dejó ciega. Después, la oscuridad la invadió.
Avada Kedabra.
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Hogwarts se encontraba en todo su esplendor. Adornos llenos de color y luz llenaban las paredes. El techo embrujado mostraba un cielo estrellado y vivo. Era el día en que los de séptimo grado obtendrían sus títulos, y estarían listos para salir al mundo mágico, para vivir en él y ser un buen medimago, un buen auror e incluso un buen ministro de magia.
Y mientras los estudiantes esperaban el comienzo del baile, engalanados con túnicas costosas y especiales para la ocasión, el director apenas se acercaba al gran comedor.
El profesor Dippet, caminaba alegremente hacia el salón. Le llenaba de gozo y alegría que otro año se fuera, dejando a su paso, grandes magos de por medio. Hogwarts fue y siempre sería la mejor opción para los pequeños magos del futuro. Había tantos premios y trofeos que entregar, pertenecientes a talentos innatos.
El último día. Suspiró. Nada podría estropearlo. Al menos eso pensaba.
De pronto escuchó unos pasos apresurados a sus espaldas. Giró, y vio al profesor Dumbledore notablemente agitado. Algo le preocupaba.
Profesor Dippet. – Lo llamó. El anciano prestó atención. – Tenemos un problema. Un enorme problema.
¿Qué sucede, Albus? – Preguntó.
Le diré lo que sucede. – Caminó hacia las grandes puertas del comedor, y las abrió. La madera crujía lentamente, hasta que se topó con la pared de piedra. Los estudiantes los miraron asombrados. Y entonces, los dos ancianos se adentraron descubriendo el problema, y su magnitud.
La última mesa, estaba completamente vacía. Esa noche no había ni un Slytherin en el comedor.
Profesor Dumbledore. ¿Dónde están los alumnos de Slytherin?
Los estudiantes comenzaron a murmurar entre sí. El problema no era que estuvieran ausentes, el problema era… ¿Por qué?
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Blake daba vueltas y vueltas, al punto de crear una zanja bajo sus pies. Observó a su alrededor, observó a los cientos de mortífagos ahí reunidos, los de su curso, seguros, y los pequeños temblando cual un pequeño animalito, sin contar a los que venían desde Beauxbatons y Durmstrang. Incluso, algunos padres que deseaban seguir el camino de sus hijos, y no viceversa.
Eran pocos, menos se los que se pensaban, pero suficientes. No tenía idea de cómo Tom había podido reunir a tantas personas. Pensó asombrado.
Hey, Blake. El baile empezará en unos minutos, y hasta este tiempo ya se han de haber dado cuenta de que no estamos. Empezarán a buscarnos. – Murmuró Stephen.
Lo sé. Tendremos que comenzar nosotros solos. Parece que Tom llegará tarde a su debut como Voldemort. – Una pequeña broma, para calmar la tensión.
¿Fue una broma, Zabinni? Porque no me dio mucha gracia. – Se les heló la sangre. La voz de Tom les llegó como un balde de agua congelada. ¿En qué comento había aparecido?
Pensamos que llegarías tarde. – Comenzaron a caminar, siguiendo a su jefe, quien lucía una túnica nueva, y encima, una capa gruesa con capucha.
Se nota que no me conocen. Jamás llegaría tarde, mucho menos hoy. – El destello rojo de sus ojos deslumbró al observar que sus caballeros de Walpurgis, estaba listos para seguirlo en la batalla. Se escuchaba bien esa palabra, pero prefería mortífagos. Ese nombre causaría miedo entre las personas.
Lo siento. Y… ¿Cómo se encuentra Lisa? – Preguntó Stephen. Tom lo ignoró y siguió caminando. Miró a Blake a su lado, que se encogió de hombros. – Tom. Lisa esta bien… ¿Verdad? – Preguntó temeroso. Tom paró bruscamente, y de pronto su varita se veía apretada contra el cuello de Stephen.
Que te vaya quedando claro una cosa, Lestrange. Si alguno de ustedes vuelve a llamarme Tom, o Riddle o cualquiera de sus derivados, lo mataré. – Lo soltó, dejándolo con una marca en el cuello. – Y si esto contesta a tu pregunta y te hace feliz… Lisa está muerta. Y yo, Lord Voldemort… yo la maté.
Se quedó mudo. Al igual que Zabinni, que habían llegado a la conclusión de que acababan de perder a Tom.
El de ojos rojos, levantó la varita al aire lanzando un hechizo, un destello verde que envenenó el cielo nublado y sin luna. Y la marca tenebrosa se dibujo como humo en el cielo, dando un resplandor verde que iluminaba la oscuridad del bosque prohibido. Una calavera en llamas, escupiendo una serpiente.
Era la señal.
Los que venían en escoba, despegaron con furia. Otros se desaparecieron y los que quedaron corrieron para adentrarse en el castillo, y Tom se quedó atrás, solo.
Y así, sólo. Comenzó a caminar, lentamente, haciendo de su emoción un augurio. No podía esperar a observar con qué perfección se estaba llevando a cabo su plan. Su futuro. Esa noche.
No pensaba exterminar a todo el colegio entero, pero de que podía hacerlo, podía. Las órdenes dadas, eran matar sólo a algunos, maldecir a otros, y por lo tanto provocar pánico y terror. Pero dejar supervivientes. No pensaba aniquilar a todos, aún no. Eso llegaría más tarde, y para ello esperaría con paciencia.
Caminó y caminó, en silencio, y justo antes de entrar al Gran comedor, sonrió. Una sonrisa macabra que se escondía en la oscuridad de su capucha. Cubría su rostro, al igual que sus mortífagos, a excepción de que él no usaba una máscara, sólo una capucha que le ensombrecía el rostro, pero le resaltaba sus ojos de sangre.
Detrás de la puerta del comedor, se escuchaban gritos y los destellos de las maldiciones salidas de las varitas, deslumbraban.
Sonrió antes de entrar.
Y una vez dentro, siguió su paso lento. Escuchó los gritos que fueron música para sus oídos, observó a muchos caer, correr y llorar, y se enorgulleció de ello.
Y justo como había soñado, justo lo que había observado en su mente, sucedía en esos momentos. Se encontraba caminando hacia dos ancianos, que lo miraban sin reconocerlo, quietos y dispuestos a pelear contra él.
Se detuvo frente a ellos, escondiendo su varita bajo la capa, mientras que con la mano derecha se retiraba la capucha que lo hacía ver irreconocible.
Los ancianos se sorprendieron. Uno había descubierto que el autor de ese crimen era su alumno favorito, mientras que el otro, había confirmado sus sospechas demasiado tarde.
Una sonrisa retorcida. Un murmullo.
La luz verde, se vislumbró con potencia.
Muerte. Un cuerpo azotó inerte contra el suelo.
Tom le sonrió a Dumbledore.
La era tenebrosa había comenzado.
FIN
