"CRYSTAL MEMORIES"
Capítulo 10. Emociones Líquidas.
A veces era difícil para él comprender cómo era que las cosas no parecían tener dirección. Su vida, desde la entrada súbita de Joey, parecía ir en círculos repetitivos que no reportaban beneficios a su vida, y de tantos ciclos que se cumplían, una y otra vez, estaba empezando a hartarse de su nueva razón de vivir.
El bien de Joey era una importante prioridad, pero no parecía ir en un rumbo definitivo que fuera a definir la cuestión.
Hesitaba una y otra vez, no sabía cómo llegar al joven y sólo conocía los métodos tradicionales de 'interactuar' con él.
Llamándole perro, cuando ambos eran conscientes de los papeles que interpretaban, resultaba un pasatiempo mucho más entretenido que tener que tomarse la molestia de comprenderlo; aunque no negaba que, en cierta manera, haber llegado a intimidar con el cachorro era algo que no iba a matarle, y en definitiva no le contagiaría ninguna enfermedad mortal.
Joey era como un ser humano cualquiera, sólo que éste, a diferencia del medio millón restante, de la población de Domino City, sí le importaba.
Ése era el motivo, no podía esconderse bajo la cama, arguyendo que sólo estaba buscando un par de calcetines perdidos. Él no era torpe ni cobarde, pero en cuanto a sentimientos y emociones era el ser humano más difícil de comprender del universo, porque había capas y capas de hielo cubriéndole… formando un escudo protector a su alrededor.
Un escudo que hasta ahora sólo una persona parecía haber traspasado: Mokuba.
Pero no se sentía tan mal el hecho de ser consciente que, en el fondo, podía llegar a ser capaz de experimentar sentimientos… aunque fuera con el perro, pero era capaz de sentir y eso era algo confortable. Muchas veces pensó que no era capaz de amar a nadie, además de Mokuba.
Pero cuando entraba a su mente la palabra 'amor' todo era un conflicto más grande, ya que sabía que no podía amar al cachorro. ¿Cómo hacerlo, por Dios, si únicamente había interactuado con una sombra de lo que, en verdad, era Joey Wheeler?, el joven no aparentaba ser tan calmado normalmente, y en todas las veces que lo topó, el joven actuó mucho más impulsivamente que ahora.
Ahora, el problema era decidirse qué era lo que estaba experimentando; pero gracias a Gozaburo, no podía definir con claridad qué era lo que sentía, más allá de la compasión, lástima o pena que el joven pudiera despertar en él, o la atracción física que vibrara en su interior.
Era obvio que ahora, al aumentar la cercanía con el cachorro, las cosas avanzaron de nivel, así como su comprensión. ¿Por qué no sabía distinguir las emociones que el cachorro despertaba en él?
Era complicado, porque jamás se vio en la necesidad de hacer algo así. Sólo se preocupaba por sus sentimientos por Mokuba, y era obvio que por él sentía una enorme adoración.
«¿Qué es lo que siento por Joey?» Se preguntó, turbado.
Era muy intenso, más de lo que él estaba dispuesto a aceptar en su vida, de una forma perturbadora y arrebatadora. Que le dejaba sin aliento.
En definitiva, en esos momentos, estaba atravesando un proceso complicado con el rubio… ya que éste se estaba volviendo muy dependiente de Seto, especialmente al momento de sus curaciones, argumentando que necesitaba de alguien fuerte que fuera capaz de sostenerlo para no herir a la enfermera, y definitivamente Mokuba no reunía aquellas cualidades.
Sí, recordaba perfectamente cómo fue que le encontró en la calle, herido y sangrante, y más que un acto compasivo, fue una reacción violenta. Actuó por instinto y porque no podía permitir que el cachorro muriera, dado que era importante en la vida de varias personas, incluyendo la suya.
Joey era su rival, un enemigo, alguien que inyectaba un poco de vitalidad a su vida apagada y sombría. ¿Sería así de alegre y luminosa la mansión cuando Joey recuperara su memoria? ¿Mokuba sufriría la pérdida de aquel nuevo mejor amiga que estaba ganándose?
De algo estaba seguro, él extrañaría al rubio; tal ves sólo su parloteo constante, pero haría falta alguien que llenara los monótonos momentos de vacío que solamente el rubio era capaz de mandar al diablo.
Tanta profundidad, en sus pensamientos, sentimientos y planes, era aterradora. Nunca antes se sintió tan vulnerable como en ese momento, y se percató que el causante era su nuevo invitado. Estaba muy pendiente de él, pese a aislarse, porque le daba pánico que Joey terminara de aferrarse a sus pensamientos, de la forma predadora en que lo hacía.
Si entregaba un poco de sí a alguien más, estaba seguro que lo lamentaría.
Era obvio que el joven, sin memoria, disfrutaba plenamente los momentos compartidos con Kaiba, aunque éste se mostrara hermético y frío, aparentando una actitud que, en su interior, luchaba por derrotar.
Se veía lejano, pero seguro.
No permitiría que nadie le hiciera daño, porque era un hombre fuerte, y si un desamor le ocasionaba dolor, estaría perdido, en todos los sentidos.
«¿Por qué tenías que complicarlo todo?, si tan sólo no te hubiera encontrado yo, ese día. Alguien más pudo haberte rescatado; serían tus amigos quienes estarían cuidándote, y tal vez ya estarías alimentando un profundo odio hacia mí.»
Era, en parte, pesimista, pero por otra, un poco realista. Si el joven hubiera sido cuidado, desde el principio, por sus amigos, Kaiba estaba seguro que, cuando menos, alguno de ellos, le habría inyectado una dosis de odio insano e infundado hacia él… así eran las cosas, no eran definitivamente los mejores amigos. Aunque sin duda alguna, él sentía un poco de admiración y respeto por Yami, no que fuera a decirlo en voz alta, no le convenía para nada mostrar que apreciaba las habilidades del faraón en el duelo de monstruos. Sería demostrar que él era débil.
Él no lo era.
"¿Estás bien, Seto?" Escuchó la vocecita tranquila de su hermano, quien entró en silencio, al ver que su hermano parecía muy entretenido.
Estaba sentado en su oficina, frente a él la laptop estaba encendida y se suponía que estaba trabajando, pero podía verse la pantalla en blanco, donde se suponía debía empezar a redactar aquel nuevo proyecto que estaban planeando en su compañía, pero se detuvo pensando en algo más.
No. No algo más, alguien más.
"Pensaba en lo que tengo que hacer, Mokuba." Respondió suavemente, viendo como su hermano ocupaba el lugar frente a él y depositaba un vaso de jugo de naranja sobre un porta-vasos. "Tengo que entregar esto en dos semanas, y no he avanzado mucho."
Su hermano asintió, comprendiendo, a medias, lo que su hermano explicaba.
Últimamente, debido a las dolencias consecuentes del rubio, su hermano se veía bruscamente arrebatado de su rutina de trabajo, para mostrarse servicial y brindarle un poco de compañía al rubio.
Más que el propio Seto, quien estaba mostrándose un poco más abierto, conforme iba pasando el tiempo… aunque no mucho, apenas llevaba dos semanas desde que el cachorro llegó a la mansión, Kaiba Corp iba mostrándose más abandonada por su hermano, y aunque no afectaba la productividad de la empresa y su rentabilidad, en términos financieros, la empresa iba disminuyendo, en proporciones mínimas, sus ingresos.
O quizá todo fuera sólo por los rumores que aún se comentaban sobre las orientaciones sexuales de Seto Kaiba al permitir que tuviera a aquel joven desconocido en su mansión.
Ahora Joey Wheeler era toda una celebridad.
"Ya veo." Opinó el joven, al ver que su hermano no agregó más a sus palabras, y señaló el jugo, que su hermano ignoró olímpicamente. "¿Por qué no tomas un poco de jugo? Yo saldré un momento con Joey."
El castaño alzó la mirada, cuestionante.
"¿Tú qué…?"
El más pequeño de los Kaiba se levantó de su asiento y miró a su hermano a través de los mechones de cabello negro que cayeron sobre su rostro. No iba a dudar, él y Joey decidieron salir a divertirse un rato, y por el hecho que Kaiba temía por la seguridad de Joey, debido al padre de éste, no iba a negarle un poco de diversión al rubio.
"Vamos a salir a un game center. Queremos divertirnos un poco, hermano." Explicó el joven.
Pero era una locura, empezando por el hecho que el rubio últimamente se la vivía quejándose de los dolores de cabeza que le atacaban, y aunque sus heridas ya no eran tan notorias, era obvio algo, aún no estaba recuperado completamente.
"No lo creo, Mokuba. No puedo permitir que ambos salgan, y solos, a un lugar como ése." Protestó Kaiba, mirando ceñudo a su hermano.
No comprendían.
Él no era niñera de Joey, pero por como iban las cosas, eso era lo que aparentaba, ya que era él quien metía en orden las cosas; Mokuba cedía a las peticiones del rubio, Joey utilizaba una mirada enternecedora a la que sólo Kaiba sabía decir no… aunque con mucho esfuerzo.
"¡Nada nos va a pasar!"
Inmediatamente se arrepintió de haber alzado la voz, él no solía gritarle a Kaiba, porque como su hermano mayor le respetaba y lo admiraba, y porque estaba muy bieb educado.
Claro que su hermano llevaba la protección de Joey a niveles estratosféricos.
"Dije que no, Mokuba." Repitió el joven.
Continuó con la mirada lejos del cuerpo de su hermano. No le gustaba negarle las cosas, pero tampoco ponía toda su confianza en el equipo de seguridad que protegía a Mokuba. Ya varías veces su hermano había estado en peligro debido a personas que buscaban afectarlo a él.
Su hermano era su mayor debilidad, y todos lo sabían.
"¿Por qué no, Seto?" Preguntó suavemente, optando por ser un poco más persuasivo, pero más calmado. Los gritos no resolvían nada, y no se sentía bien levantándole la voz a su hermano mayor. "¿Qué podría pasarnos?"
El CEO alzó la vista y miró casi con ironía a su hermano, pero se contuvo.
"Bromeas, ¿verdad, Mokuba?" Recibió una negación por parte del más pequeño. "La última vez que Joey vagó solo terminó siendo golpeado por un automóvil y perdió la memoria… ¿Te gustaría vivir eso? Y si quieres otra, tengo muchas más de donde saqué esa. Tú corres peligro en la calle, Mokuba, porque la gente sabe que eres mi hermano y conocen mi debilidad… tú."
El pequeño asintió, pero aún queriendo salir un rato.
"Está el equipo de seguridad." Hizo notar, y vio como su hermano negaba. "¡Ellos siempre están protegiéndome!"
"Cuando Pegasus te secuestró, ellos no estaban presente, ¿o sí? Y qué decir de Malik, sus cazadores raros no tuvieron ningún problema en llevarte, ¿verdad?" Recitó, como si estuviera esperando a que su hermano sacara a flote el tema de la seguridad. "No irán a ningún lado."
Un gruñido por parte de su hermano. "Y no quiero quejas, Mokuba."
Se cruzó de brazos, frente a su hermano mayor. "¿Y qué le diré a Joey?"
"Simple, Mokuba." Empezó su hermano, ¿cómo era posible que no le pudiera decir: 'Seto no quiere porque está preocupado –paranoico- por nosotros.'? "Dile que es por su propio bien."
El niño enarcó una ceja, divertido.
Acababa de contemplar una idea especialmente hermosa, en la que su hermano pondría a prueba su escudo de hielo. Hielo vs. Oro. Iba a ver quién era el ganador de aquella batalla.
"Si es lo mejor para Joey, y lo haces por su propio bien, Seto, ¿por qué no se lo dices tú mismo? Así él sabrá que a ti te interesa que esté bien cuidado, en la mansión, todo el día."
Kaiba bajó la mirada.
"No entiendo para qué quieres salir, Mokuba. Hay un salón de juegos dentro de la mansión, y te he comprado todos los juegos que me has pedido –sólo por demostrar ser buen estudiante-."
"Pero no es lo mismo."
"Sí, gran respuesta. ¿Cuál es el interés que tienen por salir, Mokuba?, más allá de las mentiras que me estás diciendo." Insistió el joven, apartando el flequillo de su rostro, a veces su hermano entraba en modo 'fastidio' y no se le quitaba hasta conseguir su objetivo. No esta vez.
Mokuba rodó los ojos.
"Yo no lo sé, pero Joey quiere salir un rato, y me pidió ir a un game center, así que le dije que estaba bien. Jamás creí que no nos dejarás salir un rato. No es como si fueran a secuestrarnos." Sopló Mokuba, queriendo convencer a su hermano con una de sus más dulces y encantadoras miradas. Pero no iba a funcionar, al menos no en una situación como ésa… su hermano no era alguien tan maleable, él sí. Kaiba era muy fuerte de voluntad.
"Es una posibilidad, de entre muchas." Corrigió su hermano. "Habla a Wheeler, hablaré con él."
Vio como su hermano asentía, y de un salto se ponía en pie.
Lo vio salir corriendo de su oficina y al cabo de cinco minutos, en los que intentó, sin éxito, teclear algo en su laptop, entró Joey a su oficina, sonriendo con una expresión confundida.
"¿Querías hablar, Kaiba?" Le preguntó.
Aún no dejaba de llamarle por su apellido, porque el castaño siempre parecía incómodo cerca de él. Especialmente cuando él buscaba compartir más tiempo… disfrutaba la compañía del joven.
"Sí. Siéntate." Ordenó.
El rubio terminó de entrar, cerrando tras el la puerta. Vestía una playera de color verde oscuro y unos jeans celestes. Parte de la indumentaria que Kaiba le compró después de llevarlo a vivir con él en su mansión. "Gracias."
Un asentimiento.
"Mokuba me dijo que querías salir a jugar un rato." Habló el castaño, tamborileó con los dedos la superficie de su escritorio de madera y lanzó una indolente mirada al jugo que le llevó su hermano… luego lo ignoró. "¿Puedo saber el motivo por el cual quieres ir a un game center?"
Los ojos de Joey, ámbar, miraron con fijeza a Kaiba y asintió sin titubear.
Todo rastro de confusión abandonó el rostro del joven que poseía una casi poética expresión de alegría en su rostro.
"Es un día muy bonito, quería salir un rato… además, hay un nuevo juego… lo vi en T.V."
Kaiba miró, incrédulo, al rubio. "Por eso, ¿no?"
Un asentimiento de Joey. "Sí, por eso."
"Acabo de decirle a Mokuba que no pueden salir de la mansión, porque hay gente allá fuera que sólo busca obtener algo de mí… e intentará hacerlo a través de ustedes." Explicó el castaño con lentitud.
"¿Siguen con esas mentiras del romance? ¡Pero si tú ya lo aclaraste todo!" Exclamó el rubio, aún recordaba la rueda de prensa que hizo el CEO para aclarar todos los malentendidos que abundaban.
Muchas mujeres se mostraron aliviadas.
"Es su forma de ganar dinero, difamando mi imagen. Así que no hay que darles motivos para creer que hay algo."
Joey se sintió enrojecer.
"Por eso mismo sería bueno que yo y Mokuba saliéramos… tú te quedarías en la mansión… con eso que siempre estás vigilando cada paso mío y de Mokuba –por mi seguridad- tú también les das de que pensar." Confesó el rubio. "Además, me siento encerrado en la mansión."
"No puedo dejarlos salir… si no es a ti, tampoco a Mokuba… es mi hermano menor y hay muchos quienes piensan aprovecharse de él y su inocencia." Aclaró. "No lo permitiré."
"¡Yo no soy tu hermano! Déjame salir, cuando menos a mí."
"¿Solo?" Un movimiento afirmativo por parte del rubio, quien sonrió, luminosamente, queriendo obtener una afirmación por parte de Kaiba, pero éste sólo rió, casi burlonamente. "No."
"¡¿Por qué?!" Exclamó, de pronto, el rubio.
Los ojos de tono azul le miraron con escepticismo puro, ¿cómo se atrevía siquiera a preguntar eso? Definitivamente el rubio era un poco lento en eso de aprender a coordinar su cerebro, eso o el golpe le hirió más de lo que los médicos le dijeron.
"Me preocupa lo que te suceda."
Joey, que estaba dispuesto a lanzarse al cuello de Kaiba, para asfixiarlo hasta conseguir un sí, se quedó boquiabierto. No esperaba ese tipo de confesión por parte del joven.
Cuando le vio abrir la boca, para contestarle, se esperó un 'Porque no quiero que salgas.' O un 'Porque yo lo digo.'
Jamás creyó oír eso.
Pero no podía negar que era mejor que lo que estaba esperando escuchar.
"Aún así…" Dijo, cuando consiguió recuperar un poco su voz. "quiero salir y divertirme un poco."
Kaiba negó una vez más, inflexible.
"Por favor, Kaiba." Dijo, adoptando una mirada adorablemente convincente, que hacía caer a muchos en la trampa… pero ni había motivo para adoptarla, el joven CEO no le estaba mirando. "Si no me dejas salir, de todos modos lo haré."
Otra negación.
"¿Cuál es tu problema? ¡Yo sólo quiero salir un rato!" Terminó.
"No, Wheeler. Al menos no sin que alguien CAPAZ" Hizo énfasis en la palabra. "los acompañe."
"De acuerdo." Dijo Joey. "Yo sé quien puede ir con nosotros dos… y estaremos en perfectas condiciones."
Kaiba asintió. "¿Quién?"
La sonrisa brillante de Joey se amplió un poco más y se levantó, apoyando las manos en el escritorio e inclinándose al frente… susurró a escasos centímetros del rostro de Kaiba, quien se había detenido en su misión de teclear cuanta cosa se le ocurriera, con tal de esquivar la mirada del rubio. "Tú."
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"Gracias, hermano." Sonrió Mokuba, sentado frente a su hermano, quien veía obstinadamente, a través de la ventana… un poco molesto consigo mismo por dejarse convencer por los ojos melados de Joey.
"Te dije que saldríamos un rato, ¿no?"
Kaiba miró de reojo al rubio… que cinismo.
"Cállense, no me siento muy bien." Ordenó con voz ambigua. Una vez más, Joey sólo le sonrió, como últimamente estaba haciendo a cada momento.
La visita al mentado 'Centro de Juegos' fue un INFIERNO al menos para Kaiba, que no estaba acostumbrado a estar en un lugar donde las luces estuvieran tan bajas, y el parpadeo constante de los lásers de los juegos le cegara la visión. Sólo quería llegar a casa y dormir un poco.
Pero no se podía… los otros dos aún querían seguir de paseo.
"Quiero tomar un enorme tazón de helado, ¿Tú, Joey?"
El rubio no lo pensó mucho antes de responder. "Sí. Vamos por un helado, ¿sí, Kaiba?"
Asintió.
"Pero mañana ninguno de los dos saldrá y me dejarán trabajar, tranquilamente, todo el día, ¿entendido?" Preguntó, sonando mucho más estricto de lo que estaba planeando… sus compañeros lo miraron fijamente.
"Lo siento." Se disculpó el rubio. "No quise ser tan impertinente."
Kaiba gruñó. "NO es eso." Vio como su hermano y el rubio le veían, sin entender lo que estaba diciendo. "Es sólo que me siento un poco cansado, y me duele la cabeza… pero iremos por los helados. Un café me irá bien. Sólo intenten no hacer mucho ruido." Aconsejó.
Ambos asintieron, conformes con la petición del joven.
"¿Seguro que estás bien?" Insistió el rubio.
"Sí."
Kaiba le miró a los ojos, llenos de honestidad y preocupación por él… había oro puro en su mirada, oro fundido y parecía no tener fondo. El rubio estaba muy preocupado por él, así que, débilmente, le regaló un amago de sonrisa, él no era bueno con éstas, así que Joey tendría que conformarse con eso.
No comprendía porque, de pronto, sentía como si estuviera más cómodo y agradable, en la calidez de la mirada del joven rubio, pero no le importó mucho, porque le hacía sentir comprendido.
Como nunca antes se sintió.
Cerró los ojos con fuerza y se frotó la sien.
Quizá todo lo que estaba pensando era producto de su dolor de cabeza, aquel que aparecía todas las tardes luego de una jornada muy larga de trabajo… Gruñó.
"Podemos volver a la mansión." Habló Mokuba.
"No."
"¿Kaiba?" Le llamó Joey. "¿Estás bien?"
Afirmó.
"Sólo un poco cansado, eso es todo." Explicó. "Ya casi llegamos a la cafetería."
Definitivamente algo no estaba bien con él, podía sentirlo perfectamente, ya que el rubio iba penetrando más que cualquiera, tomando un lugar en su mente y en su alma… y si las cosas seguían con ese ritmo, estaba seguro que, el único que saldría perdiendo al momento en que Joey recuperara la memoria, sería él… y no quería perder algo a lo que, desafortunadamente, ya estaba demasiado acostumbrado.
-Continúa…-
Notas de Lena:
Finalmente me aparezco por acá, no? Lamento la demora a miles, en verdad que sí, porque este fic a mí me encantaba en pasado, ahora ya no tanto, pero sucedió una catástrofe con mi disco duro y perdí lo que había avanzado, así que me tuve que adentrar mucho en todos mis fics, para actualizar. Eso y una etapa de flojera y otra en la que, tras recuperarme del shock de perder todo, me rehusaba a escribir… ¡HE VUELTO, CHICAS! Súfranlo o disfrútenlo… Chao.
Reviews.-
