"CRYSTAL MEMORIES"
Capítulo 11. Un camino al corazón.
Estaban en silencio los tres, fingiendo interés en lo que estaban realizando y no mirándose unos a otros, ya que aún recordaban, dos de ellos, la sentencia de Kaiba en la limosina. Y no querían verlo perder la cabeza por un dolor de cabeza, era preferible mantenerlo de buen humor o la próxima vez se quedarían en casa, aburridos o jugando la consola de Mokuba.
Los cálidos colores que decoraban la cafetería hacían muy ameno el lugar, un hermoso anaranjado abundaba en la decoración, junto con el acabado rústico que ostentaba por dentro… además, expelía un suave aroma a madera que competía furiosamente con el de las bebidas aromáticas que se servían en el lugar.
Una mesera les atendió, y prestó particular atención al CEO, denotando su atracción por éste, quien, como si fuera una mujer más (como de hecho sucedía), sólo ordenó lo que querían y la despidió con un movimiento de su mano.
Más que sentir dolor de cabeza, como dijo a los dos jóvenes, estaba confundido, y en grande. Por eso la mueca de cansancio, porque no estaba habituado a no tener el poder sobre alguna cuestión y le frustraba enormemente.
Cuando sintió el café deslizándose por su garganta, creyó que olvidaría todo lo demás… la caliente bebida le servía muy bien, pero no en esta ocasión. Continuó igual de confuso, incluso más, por las furtivas miradas que Joey lanzaba en su dirección; ¿por qué el cachorro quería acortar la distancia entre ambos? Cuando recuperara sus recuerdos, Kaiba perdería a un amigo, porque así empezaba a considerarlo, un único en el mundo.
Dos semanas y Joey seguía sin dar indicios que estuviera a punto de recobrar la memoria.
Y el rubio no hacía ningún comentario al respecto, diciendo que aparecerían cuando fuera hora… Pero Joey no estaba atravesando por lo mismo que Kaiba, que ahora lidiaba del diario con las llamadas de los amigos del cachorro, exigiéndoles ver al rubio.
'No es tiempo.' Era siempre su respuesta, y no mentía.
Joey le dijo que cuando estuviera listo, él mismo los iría a buscar, al parecer ni siquiera se acordaba que tenía amigos que se preocupaban por él y que le fueron a visitar al hospital, y sobre su hermana, Kaiba no mencionó mucho al respecto, por lo que Joey sólo sabía que tenía una hermana.
Apartó el cabello castaño de su frente y tomó otro sorbo de su taza, disfrutando el aroma fuerte del café… de reojo capturó la imagen de Joey, que devoraba ávidamente su helado de cajeta, cubierto con chocolate y crema batida. El postre había desaparecido en gran parte y el de Mokuba aún tenía poco más de la mitad.
Se guardó la sonrisa, no quería mostrar sus sentimientos a quienes le acompañaban.
«No es tiempo.»
"¿Te sientes mejor, Seto?" Preguntó el pequeño Mokuba, apartando su mirada de su postre y posándola en su hermano, quien suspiró agradecido por la atención que su hermano ponía en él.
Asintió. "Sí, un café me hacía mucha falta."
El rubio sonrió, feliz que Kaiba estuviera de mejor humor, no mucho pero algo es algo, especialmente cuando es Seto Kaiba de quien estamos hablando. No apartó la mirada del rostro atractivo de Kaiba, quien sólo le devolvió la mirada, confundido, pero sin mostrarlo.
"Lamento haberte arrebatado de tu rutina de trabajo." Se disculpó el rubio.
"Da igual." Dijo Kaiba. "Tenía que relajarme un poco, Kaiba Corp absorbe todo mi tiempo."
Una nueva sonrisa, más brillante que la anterior, de parte de Joey.
¿Por qué se molestaba en tratar cortésmente al perro?, se suponía que con la cuestión de la memoria sólo le estaba dando hospedaje por su padre, que le maltrataba y estando herido y olvidadizo, no quería ponerlo en problemas y entregárselo a la muerte envuelto en papel de regalo.
Pero había algo en sus ojos, en su sonrisa y en sus palabras preocupadas; definitivamente el perro buscaba quedarse tatuado en Kaiba, aunque no supiera con certeza como fueran a ser las cosas una vez que recobrase todos y cada uno de sus recuerdos.
De saberlo, lo primero que haría sería intentar mantenerse a una respetable distancia de cuando menos un kilómetro.
No se caracterizaban por llevar una muy cortés relación.
Kaiba prefería ignorarlo por completo o molestarlo… ambas cosas eran buenas, tomando en cuenta que con las dos conseguía sacar al rubio de sus casillas; se daba cuenta que el tipo era muy insistente, la palabra correcta sería necio.
"Por eso mismo deberías delegar tus responsabilidades a alguien más y tomar la vida con mucha más calma." Opinó Mokuba, con aire solemne, viendo fijamente a su postre, ya que sabía que la mirada de su hermano, penetrante, estaba sobre él, escéptica.
Tal vez oyó mal, pero no podía dejar a nadie más a cargo porque era obvio que todos verían por su propio beneficio… jamás por el de Mokuba o el de Kaiba San, como se suponía debían hacer, por trabajar para él.
Joey captó con rapidez la mirada de asombro que cruzó fugazmente el rostro bonito de Kaiba.
"¿Por qué no?" Curioseó el rubio.
Cuando el joven dueño de la corporación enarcó una ceja, como diciendo '¿Bromeas?', Joey no pudo ocultar más su diversión. Soltó una ruidosa carcajada que hizo a Kaiba experimentar una burbujeante sensación en todo su ser… mucho más intensa que una tormenta y más cálida que un amanecer.
"Kaiba Corp es mi responsabilidad, nadie más la manejará del mismo modo en que yo lo hago."
Un resoplido, casi inaudible de Mokuba hizo a Kaiba girar el rostro en dirección a su hermano. "Un día que faltes no te hará perder todo lo que has ganado, Seto. Te entregas de lleno al trabajo y olvidas que lo principal eres tú… a mí ya me diste todo lo que me podía hacer falta."
«Quizá sí, pero no puedo bajar la guardia.»
"¿Por qué no sigues comiendo tu postre, Mokuba? Cuando salgamos de aquí, sin excusas, iremos a casa."
Una sonrisa de su hermano.
"¡De acuerdo!"
Jamás se sintió mejor.
Usualmente la sombra se cernía en su vida y la iba llenando por completo; que era la misma razón por la que siempre se mostraba tan taciturno y sombrío. Él no permitía que la luz entrara, no estaba acostumbrado a los contrastes, y toda su vida vivió oculto en sombras, a media luz.
Aunque era alguien famoso, por su sex appeal y sus famosos inventos, seguía siendo lo opuesto a lo que el mundo entero quería retratar.
Eso no se trataba del verdadero Seto Kaiba, que en esencia, estaba enterrado bajo capas y capas de ira, odio, frustración, venganza y un turbulento pasado que no quería hacer surgir.
Nadie más era capaz de comprenderlo, o al menos era lo que él pensaba… cuando vio como el padre del rubio le maltrataba, creyó haber encontrado a alguien similar a él; el problema es que esa persona es el rubio, el segundo, Joey sufre amnesia, y no hay posibilidades que puedan sostener una conversación… Ninguna.
No quería ver al rubio como él, viviendo a medias la vida. Cobijándose con gruesas mantas de oscuridad capaces de apagar el eterno fuego que ardía, antes (pero que aún se percibía, levemente), en los ojos de intenso color ámbar.
Así vivía él, y experimentaba una cortante soledad.
Soledad a la que estaba mucho más que habituado.
Cerró los ojos con fuerza, ¿por qué el destino estaba jugándole aquella broma sádica? Estaba seguro que querían demostrarle, con la presencia del rubio, algo. No que realmente tomase importancia a ello, porque no era así.
¿No fue suficiente con enterarse que era una sombra de alguien más?, un recuerdo fugaz, una imitación de alguien que, se suponía, vivió miles de años atrás… Alguien que sirvió al faraón.
¿Ahora Joey?
"¿Pasa algo?" Susurró, preocupado, el rubio… manteniendo una sonrisa en su rostro, pero adoptando una pose muy íntima, impidiéndole a Mokuba enterarse de lo que estaba hablando con Kaiba. No quería que el pequeño viera como su hermano estaba tan débil. "Te ves cansado."
"Dije que estoy un poco agotado, es todo, Wheeler."
"Joey." Corrigió el rubio, sonriente. "Te dije que quiero que me llames Joey."
Se encogió de hombros, mostrando poca atención al rubio. "¿Nos vamos?"
La pregunta de Mokuba sacó a Kaiba de su ensimismamiento.
"Sí." Dijo Joey, mirando al castaño. "Tu hermano tiene que descansar un poco, mañana tiene trabajo."
Las mejillas de Kaiba estuvieron a un paso de sonrojarse, por el tono de voz que empleó el rubio, pero valiéndose de todo su autocontrol, no sucedió.
Estaba atrapado, más que en la confusión, en la emoción. Disfrutaba encontrarse prisionero en los ojos color oro del rubio, con tonalidades que vagaban entre un color ocre y uno verde, cuando se notaba muy confundido, y que tenían cierto matiz ámbar que sabía dominar, cuando la situación lo ameritaba, convirtiéndose en un exquisito color dorado.
Kaiba no era pintor, ni era experto en las tonalidades o en colores, pero sabía distinguir y apreciar la mezcla vívida de colores que abundaba en la mirada líquida de Joey.
Honesta y pura.
"Seto…" Llamó Mokuba y vio como su hermano posaba su atención en él. "Gracias."
Le sonrió.
Hacer feliz a Mokuba era el mejor de los regalos que los dioses pudieran ofrecerle, y aunque no era religioso o espiritual, ocasionalmente recordaba agradecerle a éstos por mantener a su hermano a su lado.
El pequeño le necesitaba, ya que ambos se acompañaban en la soledad.
Aquella vasta soledad que el dinero y la fama acarreaba, porque muchas personas demostraron interés en el pequeño solamente por el dinero que poseía, y porque era hermano de alguien tan famoso y poderoso como lo era Seto Kaiba, uno de los mejores duelistas del mundo entero… el más grande rival de Yuugi Motou, el campeón mundial.
Él era lo único seguro y estable en la vida de Mokuba, lo mismo que Mokuba era para él.
Su hermano lo era todo, y era lo único que entraba en su corazón; la pregunta que rondaba ahora por su mente, mientras dejaba el dinero sobre la mesa, junto con una muy generosa propina, era ¿sería Joey lo suficientemente fuerte para romper sus defensas y metérsele bajo la piel?
Una parte de él quería descubrirlo, pero la otra se reprendía mentalmente por aceptar siquiera la posibilidad que el perro fuera alguien capaz de seducirlo, en cualquiera de los métodos posibles para atraer a un hombre.
¡POR AMOR A RA! Era Joey.
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Cerró suavemente la puerta tras él y miró por la ventana la explosión de colores en el horizonte… el atardecer, tan bello, estaba cubierto de nostalgia, y había algo que le producía curiosidad… ¡No conocía nada de sí mismo!
Lo más extraño de todo, era que de allí no venía su molestia, ésta surgía porque se sentía muy cómodo, excesivamente a gusto en compañía del joven CEO, y disfrutaba hasta de los momentos de tenso silencio que compartían, en los que Kaiba no hacía más que gruñir monosílabos.
Además, el constante dolor de cabeza no era lo peor, lo eran los perturbadores sueños que estaba experimentando… veía el rostro de Kaiba transfigurado por una risa cínica, maliciosa, y a él, derrotado, en el suelo, con expresión de odio e irracional ira, dirigida al castaño.
¿Era una quimera o un recuerdo?
Pero temía que al preguntarle a Kaiba, éste respondiera con más negativas.
'Recordarás cuando sea el momento, Wheeler. No insistas.' Le había dicho una vez, cuando la enfermera terminó de curarlo, y mencionó algo sobre un segundo lugar en un torneo que llamó 'Kingdom Duelist'.
Cuando le preguntó a Kaiba, con la mirada, vio que éste intentaba asesinar, de la misma forma (con los ojos) a la enfermera, pero ésta estaba demasiado entretenida guardando las vendas para notar las intenciones asesinas de Kaiba sobre su persona; estaba molesto con Kaiba, por cerrarle la puerta a sus memorias.
SON MÍOS, KAIBA. Era lo que, cada vez que le veía, quería gritarle.
Después de todo, era cierto, eran sus recuerdos, y tal y como Kaiba decía, algún día iba a recuperarlos. ¿Por qué ocultárselos más?
¿Habría algo que Kaiba quería evitar hacerle saber?... aparte de la situación con su padre.
Dudaba que existiera algo peor a ello.
Pero, aparte de todo lo que despertaba Kaiba en él, en su pose de obstinación, y negándose a contarle algo sobre su pasado, también le hacía sentir un gracioso salto en el estómago… como un cosquilleo molesto, pero al mismo tiempo agradable, y un una especie de escalofrío que se extendía por todo su cuerpo, terminando en la palma de sus manos.
El nerviosismo que experimentaba era grande, pero la preocupación al notar los malos hábitos del joven, eran lo peor. Algo dentro de él se disparaba y era inevitable que rompiera la distancia entre ambos… terminaba acercándose al joven con una naturalidad que era todo menos natural.
¿Qué tenía Kaiba de él?
Sonrió.
Estaba impactado con el joven, y eso cualquier lo vería.
Era estéticamente perfecto, y no había duda sobre su interés en Joey, hasta el aludido podía decirlo sin temor a equivocarse… ahora el problema era otro, qué sentía él por Kaiba, y cómo estar seguro que cuando recuperara la memoria las cosas seguirían yendo igual de bien.
Mokuba le aseguraba que seguirían siendo parte de su vida; eso no lo ponía en duda, ya que hasta Kaiba mismo se lo aseguró. Quería saber de que modo entrarían en su vida, ¿acaso era cierto lo que soñaba?, Kaiba no era suyo, y no lo sería jamás. Pero era bonito soñar, era obvio que Kaiba gustaba de él, su sonrojo cada que veía las noticias, aunque muchas veces lograba ocultarlo, lo delataba Era intensamente profundo y lastimoso para Joey, porque ahora se sentía atraído por él, pero si lo enamoraba y al momento de recuperar su memoria, el amor no continuaba, no querái dejar a Seto con el corazón destrozado… no poseía tal grado de crueldad, o al menos no creía que fuera así.
Alguien tocó la puerta, insistentemente, cuatro veces.
"Adelante." Pronunció, apologéticamente, por no haber contestado antes, estaba mucho más empeñado en analizar la situación de forma minuciosa, ya que no quería desperdiciar su tiempo en otras cuestiones. Era más importante tomar en cuenta cómo se sentía él, y como podía sentirse Seto, tomando en cuenta sus reacciones, en algunas veces.
Mokuba empujó la puerta y entró, sonriente. Al ver a Joey tan pensativo, borró su sonrisa. Se veía preocupado "¿Pasó algo malo?"
Negó, sonriente, no queriendo contagiar de su melancolía al pequeño, le gustaba verlo sonriente y amable… era un buen chico.
"No te creo; te ves muy raro."
"Sólo estaba pensando en tu hermano." Mokuba sonrió a la oración pronunciada por el rubio. Él veía una bonita relación entre ambos, llena de momentos entretenidos y discusiones que se resolverían en el sofá… ambos sentándose y queriendo ganar la simpatía del otro… al menos así… ya que cuando el cachorro recuperara la memoria, todo se iría al caño. "¿Siempre ha sido adicto al trabajo?"
Vio que Mokuba no lo pensó mucho antes de responder.
"Sí, desde que era pequeño… aproximadamente, los 14 años."
Joey hizo un mohín de disgusto… "No es bueno no disfrutar la juventud."
Mokuba sonrió.
"¿Te gustaría recobrar la memoria, Joey?"
Una negación. "Si viene por sí sola, no la rechazaré, Mokuba, pero tampoco estoy ansioso por tenerla de vuelta… no me siento ligado al pasado, porque no hay nada en mi mente que me una a éste. Sólo sé que mi padre me maltrata, por eso mismo me importa un comino todo lo demás." Se apartó el cabello del rostro, rubios mechones que reflejaban una luminosidad… casi poética. "Antes que menciones a Serenity, debo agregar que no hay mucho que me importe sobre ella, porque ni siquiera ha venido a verme."
"Hace poco habló por teléfono, o al menos eso dijo Seto," Empezó Mokuba, apartando la mirada, incapaz de soportar la mirada cargada de emoción del rubio… una tristeza casi tangible. "pero tú le dijiste que cuando te sintieras listo, tú mismo hablarías con ella y con tus amigos."
Asintió.
"Pero es difícil."
"Entiendo." Consintió Mokuba, suspirando largamente y apartando los largos mechones de su rostro delgado y atractivo, de expresión inocua. "Yo si no recordara nada, quizá tendría mucho más miedo de Seto si se mostrara afectuoso que si se mostrara sólo interesado y con preocupación… pero en grados normales. No como lo hicieran Yuugi y los demás esa noche en el hospital."
"Me hicieron sentir repleto de amor." Confesó. "Y me dio pena, porque no puedo corresponderlos, no sé quienes son, y ahora sólo quiero permanecer con tu hermano, porque él me da algo más. Me brinda seguridad."
"Así es Seto."
«Lo sé.» Pensó. "Y su apariencia es tan diferente a su carácter usual, al menos entre los muros de la mansión… es mucho más comprensivo de lo que se muestra, y me da comprensión… protección, y por eso mismo no quiero marcharme. A menos que los dos hayan decidido que definitivamente les estorbo en la mansión y vayan a enviarme de vuelta con mi padre."
"¿Joey?" El rubio le miró, esperando que continuara. "¿Qué piensas de Seto?"
Joey se sonrojó.
¿Acaso el pequeño se daba cuenta de las miradas furtivas que le lanzaba al CEO? No podía disimularlo, tal vez el mismo Seto estaba enterado de la situación y por eso mismo no corría a Joey de la mansión, por lástima.
"¿Pensar de él? No entiendo." Mintió Joey.
Mokuba frunció el entrecejo. "No mientas, Joey, ¿qué te parece mi hermano?"
"Un CEO muy inteligente, importante y lleno de responsabilidades…" Respondió, precipitadamente, queriendo zafarse rápidamente de la pregunta, pensando que escaparía de las garras de Mokuba. Error.
"¿Y como ser humano?" Insistió el pequeño.
"Alguien muy noble y lleno de afecto por regalar…" Su propia confesión de su pensamiento de Kaiba le hizo sonrojar furiosamente, no creyó jamás decirlo en voz alta, y ahí estaba, confesándoselo al hermano menor. "Pero que no está listo para entregarse, o al menos no quiere hacerlo."
La sonrisa de Mokuba fue luminosa, él pensaba exactamente lo mismo de su hermano, y le molestaba que éste se encerrara en sí mismo. Especialmente siendo alguien como lo era, atractivo, inteligente e interesante, y que tendría candidatas de donde escoger… a manos llenas una especie de surtido de mujeres.
Claro que el castaño no era de ese tipo de hombres.
Para él una unión significaba algo más aparte de la mera atracción física o deseos de un acostón… no era una persona frívola o superficial, especialmente cuando no podía cometer ese tipo de errores, ya que cualquier persona buscaría sacar provecho de ello Por eso buscaba unirse a alguien con quien creara un lazo de comprensión, un vínculo más allá del entendimiento humano, que con sólo una mirada se hubieran dicho todo, y que sólo tuvieran que hablarse cuando realmente la situación lo ameritase, no para complacer a curiosos a su alrededor.
El más pequeño de los Kaiba estaba consciente de eso, así como de la confusión de su hermano por la aparición del rubio en su vida, como un torbellino que vino a alborotar todo en su vida, de un modo que perjudicaba su salud mental (o la poca que podía poseer).
Joey era una especie de enfermedad crónica en el cerebro perfectamente entrenado de Kaiba… subconscientemente.
"Algo más… ¿te gusta Seto, Joey?"
Listo, el pequeño soltó la bomba, esperando una respuesta inmediata, pero el rubio se la negó. Adoptando una pose un poco a la defensiva por haber sido descubierto en su admiración secreta por un tipo como lo era Kaiba, además, ambos eran hombres y Mokuba era el hermano menor de Seto, ¿cómo se le ocurría preguntar eso?, nadie en su sano juicio le respondería con honestidad, especialmente porque él no dudaría antes de buscar a su hermano y contarle sobre la nueva conquista que había realizado sin mover un solo músculo.
"¿Gustarme? ¡PARA NADA!" Alzó la voz, debido a que los nervios le estaban traicionando y empezaba a sudar frío, en presencia de un ser humano tan clínico como estaba siendo Mokuba en ese momento… interesado en el tema. "Sólo le debo mucho más de lo que pueda pagarle."
Estuvo seguro que vio un rubor en las mejillas del rubio, y que ahora, como estaba de espaldas, estaba ocultando.
"¿Joey? ¡No me mientas!"
"Es tu hermano, obviamente no me gusta… yo gusto de mujeres, Mokuba. MUJERES." Aclaró, aunque en realidad mentía.
Quizá en su pasado (el cual desconocía), si gustaba de mujeres, pero ahora no era así… Kaiba no era una, y definitivamente estaba atraído por él, sus ojos le infundían ternura, le brindaban sentido a los momentos de locura que atravesaba y le gustaba sentirse presa de aquellos zafiros brillantes… como una noche llena de estrellas… brillante y al mismo tiempo, oscura.
Las mujeres a las que ahora conocían eran sólo las del servicio de la casa, y a una tal Mai Valentine que se apareció en la mansión, exigiendo verlo y diciendo que era alguien muy CERCANA al rubio… hizo mucho énfasis en la palabra, pero no la dejaron entrar, porque Joey dijo que no estaba listo para recibir a nadie de su pasado, pronto lo estaría.
"¿Lo dices por Mai?" Le cuestionó Mokuba, y él no dudó en asentir, vehemente. "Pero ni siquiera quisiste atenderla."
Joey se sonrojó. "No me vas a negar que era muy bonita, Mokuba."
"¡Y Seto!"
"Tu hermano ni siquiera me presta más atención de la que presta a sus labores de la compañía que maneja, Mokuba... no le pidas más. Él no tiene que saber que tú crees que me gusta."
"¿Y si tú le gustas a él?"
Joey sonrió, cayendo en la trampa de Mokuba. "¿En serio?"
"¡Ja!, lo sabía… te gusta mi hermano…" Joey lo miró y le impuso silencio con un brusco, 'chist'.
La puerta se abrió, revelando a un rostro pálido y atractivo… Kaiba los veía desde allí, confundido. "¿Por qué hacen tanto escándalo?"
Joey casi se cae de espaldas por la pregunta, no esperó que su bulla se escuchara hasta la habitación de Kaiba… hacía apenas más de media hora que llegaron de su viaje a la cafetería y al Game Center y no querían perturbar el descanso de Kaiba, especialmente después que les dijo que estaba sintiéndose mal.
"Lo sentimos, hermano." Rió Mokuba. "Pero Joey me estaba diciendo sobre alguien que le gusta mucho."
Por la expresión que cruzó el rostro de Kaiba, Joey estuvo seguro que le preguntaría algo como '¿En serio? Y, ¿es alguien a quien yo conozca?', pero esas preguntas jamás surgieron de su boca. Es más, su expresión cambió a una de neutral indiferencia.
Su usual expresión.
"Sí, pero les pedí que no hicieran ruido. Estoy trabajando."
"¿Otra vez?" Preguntó Mokuba, incrédulo y con ganas de ir a la habitación de su hermano y romper la laptop. Pero no podía mostrarse tan irrespetuoso, además su hermano en verdad disfrutaba su trabajo, mucho más que la compañía de los seres humanos. "Dijiste que descansarías." La expresión del rostro de Mokuba no alteró la de Kaiba.
No iba a ceder por un puchero de su hermano.
"No todo es descanso y diversión, Mokuba." Respondió el CEO.
"Y no todo es trabajo y… ARGH!" Se quejó Joey, dejándose caer de rodillas al suelo, su cabeza dolía mucho, como no había sucedido en más de tres días… el doctor no dijo nada sobre eso, por eso mismo Kaiba se preocupó y entró precipitadamente, sosteniendo por los hombros al rubio, después de haberse dejado arrastrar de rodillas, también.
Las mejillas del rubio estaban sucias de lágrimas que brotaban de sus ojos entreabiertos, mirando a medias el cuerpo que tenía frente a él, sosteniéndolo fuertemente… su boca estaba abierta en un grito cortado, y buscando aire que respirar, desesperado.
Tenía las manos a los lados de la cabeza, queriendo ejercer una presión suficiente para disminuir el dolor punzante que amenazaba con hacer explotar su cabeza en miles de pedazos; pero la calidez del cuerpo que le abrazó, inesperadamente, le hizo encontrar refugio, que no disminuyó el dolor, pero le hizo soportarlo un poco más, ya que no se sentía solo.
Sabía que contaba con el apoyo de alguien a su lado… y aunque ese alguien no mostrara el mismo interés en él, que él mostraba, no importaba. Su compañía, ahora, en su templo de oscuridad, era mucho más confortante que nunca.
"¿Está bien, hermano?" Preguntó Mokuba, consternado. No entendía muy bien la situación.
Veía como Joey se abandonaba a la desesperación, y se encontraba casi al borde de la locura misma… una dolorosa sacudida estremeció al propio Kaiba y sintió como Joey dejaba de ejercer fuerza y su cuerpo quedaba flácido entre sus brazos… el rubio estaba inconsciente.
Pero su calidez se sentía aún, penetrante, en su cuerpo, como una fuente de calor a la que no quería renunciar, jamás.
Por eso, lo tomó entre sus brazos y se levantó, cuidando de no tumbarlo. Lo presionó contra su cuerpo y le miró con fijeza… el pequeño cachorro de ojos tiernos encontró la forma perfecta de introducirse lentamente bajo su piel… y lo iba recorriendo, piel adentro… como fuego puro en sus venas… y el rubio era lo único que, a su alrededor (aparte de Mokuba), tenía sentido.
-Continúa…-
Notas de Lena:
¿Les gustó? ¿Empieza a tomar sentido?, espero que sí, porque en realidad nada de lo que estoy poniendo sucedía en la versión que se borró de mi disco duro, pero me está gustando más ésta, y me empieza a gustar, incluso con más intensidad que antes… Ya ven, a lo mejor y hasta me la haga súper larga, al estilo "Shadows' World" de GW, que por cierto no he avanzado nada. A quienes lo leen, lo siento, pero aún no hay nada… Esperen sólo un poco más, estoy entrando en una etapa de inspiración que ni yo misma me la creo… Kisses.
