Capítulo 13. Aceptando a los amigos.

Seto Kaiba se sintió casi adivino al momento en que leyó la nota principal en el periódico. Lo supo desde un principio, dado que los periodistas se valían de sus notas amarillistas para atraer la atención del público, muy especialmente tratándose de él y de lo que la gente estaba considerando ahora como su 'vida amorosa'.

No quería enfadarse pero realmente había un motivo.

Se daba cuenta que lo estaban liando con el perro, y aunque admitía que físicamente el chico podía ser muy atractivo, su personalidad era molesta y realmente entre ellos dos no había posibilidades.

Sí, la conversación con Mokuba le dejó pensando y concluyó que se preocupaba por él porque eran, él y Mokuba, los dos únicos seres humanos con quienes el rubio no se mostraba arisco.

Leyó el periódico, rindiéndose a la curiosidad y deteniéndose en la noticia de Joey.

"Amante de Seto Kaiba sufre recaída."

Ayer, en el hospital central de Domino City, fue reportada la visita de urgencia que hizo el famoso empresario Seto Kaiba, dueño de una de las empresas de mayor renombre, mundialmente. De acuerdo a las investigaciones que se hicieron, fue confirmado que el ciudadano Joseph Wheeler fue internado debido a incipientes dolores de cabeza que terminaron en jaquecas constantes que llevaron al sujeto a la posterior inconciencia.

Allí se cortaba la noticia, pero al lado había una fotografía de Joey, tomada para el torneo de Ciudad Batallas.

Veía su expresión arrogante, aquella sonrisa que indicaba autosuficiencia que le molestaba. Sus ojos color castaño veían al frente con desafío. Sí, Joey daba lo mejor de sí, pero al final Mariku consiguió derrotarlo.

Él siempre se burló del joven.

Perro, duelista de tercera, inútil.

La relación que ambos mantenían era de intensa rivalidad, casi odio, uno innatural, nacido de la nada, y eso le molestaba. Odió al chico pero éste realmente no hizo mucho por ganarse ese odio; sólo que él no buscaba amigos y Yuugi con su pandilla de amigos, amantes de la amistad, no le inspiraban mucha confianza.

Se frotó las sienes con la yema de sus dedos, él mismo estaba experimentando dolores de cabeza al no poder apartar de sus pensamientos al rubio.

Toda su vida estaba girando en torno al cabeza hueca de Wheeler, y su tiempo se fraccionaba aún más, todo por las visitas que le hacía, por petición de Mokuba, al hospital.

En un día fue tres veces.

Cerró los ojos, muy a su pesar admitía que su nueva relación con Joey era algo que realmente le gustaba, lo que no disfrutaba era su confusión, la misma que llegó con la comodidad que el rubio le brindaba.

El sonido de los pasos de su hermano pasó desapercibido para él, y no alzó la mirada ni cuando su hermano se aclaró la garganta, queriendo llamar su atención.

"Seto, ¿estás bien?" Preguntó, entonces, Mokuba.

El de hermosos ojos azules y de personalidad tan fría, alzó la mirada, encontrándose con su hermano frente a él.

Nació en su rostro una involuntaria sonrisa que fue correspondida, incluso con mayor sentimiento, porque en Mokuba era más natural hacer eso.

"¿Ocurre algo, hermano?"

"Te pregunte si estabas bien." Dijo el pequeño, acercándose a Kaiba y tomando asiento frente a él.

El periódico abierto le enseñó al de cabello negro la noticia de Joey.

"¿Otra noticia de Joey?" Preguntó, una sonrisa adornaba sus labios.

"Sí."

"Y tú has estado muy ocupado pensando en cómo desmentir, una vez más, que Joey no es tu amante, sino que le estás haciendo el favor de darle un hogar en lo que recupera su memoria." Afirmó el pequeño, conociendo que esa sería la excusa que le diría su hermano.

Muy tonta, pero su hermano no quería evidenciar el hecho que, por primera vez, estaba experimentando algo que no era capaz de controlar, por lo mismo estaba sumamente molesto.

¿Cómo podía no ser capaz de dominarlo? Jamás vivió situación igual, por eso se sentía impotente.

Como un inútil más en el mundo.

"Sí." Respondió, Mokuba sólo negó. "Pero aún no sé cómo hacerles entender todo eso, porque no lo captan."

Mokuba sólo le regaló una amable sonrisa. "Quizá sólo quieren un poco de escándalo en tu vida. Te empeñas en negarlo tanto que quizá ellos quieran un poco más de notas. Además, como no te caracterizas por protagonizar noticias como ésas, ahora que Joey está en nuestras vidas tienen que disfrutarlo."

Kaiba no asintió ni negó, pero admitió que su hermano estaba en lo cierto.

"Yo sé."

"Entonces, ¿qué harás?" Cuestionó el joven, sus ojos fijos en la imagen del periódico, había seguido los ojos de su hermano y se topó con que éste no apartaba la mirada del Joey arrogante que estaba impreso en la hoja.

No recibió una respuesta, por lo que estiró su mano y rozó a su hermano con suavidad, atrayéndolo a la realidad, quizá un tanto bruscamente.

"¿Qué harás con Joey, Seto?" Quiso saber.

"Envié a un equipo de seguridad al hospital, no quiero que le estén asediando los reporteros sobre cuestiones que no planeo volver a tocar." Respondió y terminó de un solo trago el café que quedaba en su taza.

Mokuba se contuvo de sonreír.

Su hermano podía llegar a ser más terco que Joey, y su negación estaba tornándose más pesada.

Si no lo sacaba de allí, su hermano se estancaría.

"Oh, vamos, Seto, ¿sigues en eso?"

Su hermano le miró de reojo, y de no haber sido el pequeño Mokuba le hubiese fulminado con la mirada, pero no lo hizo, sólo negó.

"Te hago la misma pregunta." Susurró, cansado. "Es el perro y por el momento no tengo muchas ganas de hablar de él. Estoy cansado."

Mokuba sonrió.

"Ya no deberías buscar más excusas." Le sonrió. "Llévame al hospital a ver a Joey."

"¿Y la escuela?" Preguntó el CEO.

Los ojos de Mokuba denotaron confusión.

"Seto, es sábado, no hay clases."

El CEO sólo bufó, resignándose a pasar a ver al rubio, porque estaba seguro que su hermano le obligaría a bajar con él.

"Bien."

"Gracias, hermano."

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Serenity Wheeler miró a su hermano con cariño; llegó al hospital muy temprano, y contempló a su hermano dormir, hasta ahora, que abría los ojos con lentitud, despertándose finalmente.

Vio que su hermano la enfocaba y que un poco de desilusión se posó en su mirada, quizá esperaba ver a alguien más allí y no a su hermana.

Ella, sin embargo, lo comprendió.

"¿Dormiste bien, Joey?" Se acercó a él y le besó la frente.

Aquella muestra de cariño borró todo rastro de tristeza en ella y eso, la chica lo agradeció con una ligera risa que inundó cálidamente la habitación.

A pesar de no tener ningún recuerdo de ella, sentía que un lazo muy grande y fuerte, indestructible, le unía a la chica. Algo que no quería olvidar, más bien, quería recordarlo.

Pero su mente le frenaba, porque algo en su interior le recordaba a Seto Kaiba y el hecho que su relación quizá no era tan buena como él quería imaginar.

Mejor no frustrarse, ya que no tenía mucho sentido pensarlo demasiado.

Con Serenity estaba a gusto, y aunque esperó encontrar a Mokuba y a Seto, estaba feliz de encontrarse con alguien que para él era muy importante, y que demostraba mucho afecto a su persona, sin pedirle el mismo amor, aunque en el fondo, Joey lo notó, los ojos de la chica suplicaban por una mirada cargada del mismo sentimiento potente; Joey no pudo negársela.

"Sí, Serenity. Dormí muy bien."

"Eso me alegra, hermano." Respondió ella, tomando su mano entre la suya. "Creí que encontraría a Kaiba San y a su hermano aquí, cuidando de ti, pero una de las enfermeras me dijo que se fueron muy tarde anoche, porque Mokuba estaba sintiéndose muy agotado, entonces su hermano accedió a llevarlo a casa."

Joey le sonrió.

No necesitaba explicarle sobre la ausencia de los Kaiba, y así se lo hizo saber.

"No tienes que explicarme sobre los Kaiba, hermana. Estoy bien ahora, contigo aquí."

También era extraño hablarle tan familiarmente, pero muy reconfortante.

"Oh, Gracias Joey."

Le regaló una sonrisa y un asentimiento.

La chica cerró los ojos, su hermano era tan feliz en esta nueva vida, y la aceptaba a ella, sin negarse a su compañía, que deseó que no recordara, porque su vida era un tormento al lado de su padre, y porque si continuaba amnésico, mejoraría no sólo su calidad de vida, sino que, aunque lo negara, Kaiba terminaría cediendo y le brindaría también un poco de afecto.

Ahora no era desdichado.

"Serenity, gracias."

Ella le sonrió.

Le dio otro beso en la frente al mismo tiempo en que la puerta se abría, dejando entrar a un chico de ojos violáceos, con una sonrisa leve en el rostro, de apariencia dulce, que poseía cabello tricolor.

Yuugi, acompañado de su Yami, quien entró tras él, vieron al rubio, recostado en la camilla.

"Buenos días, Joey Kun." Saludó Yuugi, más formalmente, del mismo modo en que se dirigía a Kaiba.

"Yuugi."

Sí, ése era el nombre que Mokuba le dio cuando le mostró unas cuantas fotos de sus amigos.

"Vinimos en cuanto supimos que tuviste una recaída." Intervino Yami, viendo que Yuugi no se animaba a hablar, quizá por temor a un nuevo rechazo por parte de su amigo.

Era lo peor que le podía dar Joey: su indiferencia.

"Gracias." Dijo el rubio, un poco aturdido.

"Sí," continuó el faraón. "y a disculparnos por la mala presentación que tuvimos contigo la última vez, pero entenderás que todos ellos estaban muy preocupados por ti. Siempre has sido como un hermano para ellos."

Los ojos melados de Joey se suavizaron un poco, entendiendo el mensaje: los chicos sólo estaban preocupados por él.

"Lamento haber sido tan rudo." Se disculpó el rubio.

Serenity apartó el cabello que cubría el rostro de Joey y le abrazó con fuerza.

"Lo que tienes que hacer es relajarte, Joey. Si sigues presionándote tanto y queriendo recordar todo, sólo te perjudicarás a ti mismo." Aconsejó la pelirroja.

El faraón sonrió al ver la escena; los lazos entre Joey y Serenity eran muy fuertes, ni la amnesia era capaz de romperlos.

Vio como su aibou sonreía, complacido de ver que el rubio se mostraba feliz; una sonrisa genuina, como aquellas que, últimamente, el rubio se negaba a mostrar, quizá el infierno que vivía era demasiado grande.

Sólo tenía diecisiete años, lidiar con el hecho de mantener un hogar, cuidarse, alimentarse y ver que su padre no perdiera la poca cordura que poseía, era todo un logro a su edad.

Yuugi, con más confianza, se acercó un poco y tomó entre una de las suyas, la mano de su amigo.

"Lamento no haber estado antes contigo, y portarme insoportablemente apegado a ti, Joey; pero eres mi mejor amigo."

Joey sintió que su corazón se estrujaba.

No recordaba al pequeño que se tragaba con mucho esfuerzo las lágrimas, porque no quería incomodarlo; el mismo tipo que le llamó un par de veces a la mansión sólo para ver como iba el proceso de recuperación.

El rubio, de momento, se sintió profundamente agradecido.

Feliz de poseer amigos de tanta calidad, que contrastaban con la grotesca experiencia que vivió al conocer a su padre.

"No hay problema, Yuugi."

Yami sonrió, aliviado.

Para ir allí, su aibou sufrió demasiado, preguntándose constantemente frente a su reflejo, en el cuarto de baño, si estaría bien incursionar en la vida de su rubio amigo ahora que éste parecía tan calmado.

No quería ocasionarle daño.

Aún veía su rostro preocupado cuando recibieron el periódico esa mañana y el primero en verlo fue Yuugi.

La noticia del amante de Seto Kaiba sirvió para hacerlo entrar en un shock momentáneo.

Una recaída, debido a algún traumatismo posterior a todo eso… Joey estaría bien, con los cuidados de los mejores doctores.

Pero quería verlo.

"Yuugi," Llamó el rubio, sonrojándose un poco, y aquello sorprendió al faraón. El rubio no solía ser tan introvertido. "¿te molestaría contarme cómo fue que nos conocimos?"

Los ojos violáceos de Yuugi se suavizaron, rápidamente, y Yami sonrió interiormente.

Vio como su aibou asentía a la petición, y tomó asiento en una de las sillas que estaban allí.

"¡Claro que sí, Joey!" Sonrió el pequeño, subiéndose a la cama y balanceando sus pies en el aire, como un niño emocionado.

En el fondo, se dijo Yami, eso era su aibou. Sólo un niño.

"Bueno, Joey," Empezó el enano, sonriéndole a su amigo, quien hizo lo mismo, sin saber por qué. Ahora que lo veía bien, el pequeño le inspiraba confianza con su mirada, por eso mismo se sentía a gusto. "nos conocimos cuando…"

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Kaiba bajó de la limosina en silencio, siguiendo a su hermano que, con rapidez, se encaminaba a la habitación que se le había asignado al joven rubio.

El CEO no creyó que encontrase reporteros fuera del edificio, pero eso encontró. Éstos se abalanzaron sobre él como si fuera alguna presa, y éste sólo los miró fijamente. No quería hablar con ellos, pero la prensa no pensaba lo mismo que él, menos cuando iba a entrar al hospital a visitar a su "amante".

Una de las reporteras le puso el micrófono en el rostro y no se detuvo a preguntar.

"Joven Kaiba, ¿qué opina, tras haber negado el romance con el Joven Wheeler, de lo que publicó la prensa esta mañana?"

Su voz sonaba un poco emocionada, como si estuviera segura que Kaiba iba a contestarle lo que ella quería, que era cierto y que estaba viviendo un romance tórrido con Wheeler, pero eso no fue lo que hizo.

Sonrió irónicamente.

"Sigo opinando lo mismo que al principio, Joseph Wheeler y yo no tenemos ningún tipo de relación. Yo sólo le estoy brindando la protección que él necesita hasta que pueda hacerlo por su propia cuenta." Dijo y sin importarle quien fuera, dio un leve empujón a la joven, saliéndose del centro del corro que se había formado a su alrededor.

No iba a justificarse ante la prensa del por qué estaba cuidando a Wheeler.

Lo que ésta creyera o dejara de creer, así como lo que estaba publicando, él sabía que era falso y por eso mismo ya no iba a detenerse a perder el tiempo en ello. Estaba cansándose y ni siquiera había aclarado sus propios conflictos internos, de los que Joey era la causa.

Vio a Mokuba sentado en una silla, esperando por él.

El chico se puso en pie en cuanto le vio llegar y le regaló una sonrisa dulce, comprensiva.

Entendía que su hermano estaba viviendo una verdadera pesadilla mientras esperaba que su rubio amigo recobrase la memoria, pero él, en su interior, esperaba que Joey tardase un poco más, para que las cosas se desarrollaran un poco más. Ya luego él vería la forma de solucionar las cosas si, cuando Joey recobrase la memoria, no recordaba a su hermano.

"No creí que siguieran con eso." Dijo Mokuba, sonriendo amablemente y esquivando a una enfermera que pasó corriendo en dirección contraria.

Kaiba sólo miró a su hermano de reojo.

Sabía que Mokuba le obligaba a ir al hospital porque quería que limara asperezas con el perro y porque veía algo en todo eso… quizá el pequeño estaba siendo demasiado idealista.

O él estaba siendo extremadamente pesimista,

"Es su trabajo, Mokuba. Nunca se cansan."

La sonrisa de Mokuba contagió a Kaiba que se permitió una sonrisa ahora que iban solos.

La vida de su hermano siempre fue diferente a la vida de un adolescente común y corriente, eso Mokuba siempre lo supo, por eso mismo no decía nada respecto a ello. Su hermano mayor sólo se preocupaba por él.

Era obvio que estaba confundido por el simple hecho de estar preocupándose por Joey; el rubio era como un huracán en su vida… todo estaba saliéndose de lugar. Kaiba no era un experto en sentimientos.

Sentir era lo único en lo que el CEO no era bueno, al menos cuando no se trataba de Mokuba Kaiba o de Gozaburo… A uno lo amaba profundamente, por ser su hermano menor y al otro le odiaba como nunca odió a nadie.

Quizá con Joey no fuera tan complicado, el chico siempre fue mucho más sentimental que Kaiba. Cuando estaba con sus amigos (antes de perder la memoria), era un chico impulsivo que actuaba basado en sus instintos y emociones… ahora era lo mismo, sólo que como no estaba consciente de su relación odio-odio con Kaiba él estaba formando una nueva relación.

Mokuba sabía que a Joey le gustaba creer que podía ser capaz de deshelar el iceberg que rodeaba el corazón de Kaiba.

Mokuba mismo pensaba que su hermano muchas veces exageraba y que se aislaba demasiado. Pero no podía obligarlo a compartir con la gente, ya compartía con él, y además tras el fiasco de Battle City no estaba dispuesto a volver a interactuar con Yuugi y su club de admiradores.

No ganó su propio torneo, y toda esa estupidez del pasado sólo le ocasionaba dolor de cabeza.

No había ciencia en ello.

Él era Seto Kaiba y no una reencarnación de un tipo que desafió al faraón sediento del poder que éste poseía.

Kaiba sabía que Yuugi (más específicamente Yami) era fuerte, pero no por eso iba a aceptar que su rivalidad con el joven estaba escrita en su destino. No podía permitirse creer todas esas fantasías.

"Seto, ¿cuándo podrá ir Joey a casa?"

El castaño miró a su hermano, fijamente. Él no estaba tan ansioso por recuperar la presencia del cachorro dentro de su mansión.

Requería un poco más de tiempo para aclarar sus propios pensamientos.

"El médico nos lo hará saber, Mokuba." Le respondió a su hermano.

Iban llegando a la habitación en la que el rubio estaba y escucharon la risa contagiosa del rubio y la voz suave de Serenity. La chica estaba comentando algo que al rubio le pareció muy gracioso porque volvió a estallar en ruidosas carcajadas que esta vez fueron acompañadas por Yuugi.

El más pequeño de los Kaiba sonrió.

"¡Yuugi y Yami están aquí!" Exclamó.

Kaiba no lo siguió cuando su hermano apuró el paso hasta empezar a correr directo a la habitación del rubio y empujó la puerta, cortando en seco las risas de los presentes.

Pero Mokuba no dejó que la puerta se cerrara tras él, espero pacientemente a que su hermano le alcanzara.

"Mokuba, ¿cómo estás?" Preguntó con una sonrisa el rubio, apartándose un mechón de cabello rubio del rostro.

Vio como Mokuba dejaba entrar a su hermano antes de responder con una resplandeciente sonrisa. Tan tierno y amable, completamente opuesto a su hermano. Aunque había ocasiones en las que el mismo Mokuba era igual de necio que su hermano, cuando le seguía la corriente.

"Muy bien, Joey. ¿Qué hay de ti?" Miró a Yuugi y a Yami al mismo tiempo que les sonreía. "Veo que ya permitiste la visita de tus amigos. Eso es bueno, ¿no?"

Joey asintió.

"Sí, es muy bueno. Y también me siento muy bien, Mokuba. Gracias por preguntar." Dijo, sus ojos melados estaban posados en la figura larga y estilizada de Seto Kaiba que, ausente, estaba apoyando su espada en la puerta.

Como si no estuviera presente.

"Kaiba." Llamó Joey.

Yuugi, Yami, Serenity y Mokuba miraron al aludido, que estaba mirando fijamente a través de la ventana.

"Seto." Llamó Mokuba esta vez y su hermano enarcó una ceja, finalmente reaccionando y dándose cuenta que no estaba prestando atención a lo que sucedía en la habitación.

"¿Decías algo?" Preguntó.

Joey le sonrió amablemente, aunque estaba levemente preocupado del por qué Kaiba estaba actuando más distante que de costumbre. Siempre le ponía sus límites pero ahora estaba mostrándose mucho más reacio a estar con él.

O quizá era la presencia de todos los que estaban allí.

Mokuba pensaba algo similar, y también estaba sonriendo internamente, porque el hecho que su hermano se distrajera significaba algo bueno. Siempre estaba tan concentrado que por una vez que lo tomaran desprevenido, significaba que no estaba tan equilibrado como quería hacerle creer a los demás.

Su hermano si estaba dándole segundos pensamientos a algo con Joey.

"¿Por qué no vamos por un café?" Dijo Mokuba, mirando solamente a Yami y a Yuugi, y de reojo a Serenity.

Los tres captaron la indirecta y la chica asintió.

"Sí, vamos. Estoy sedienta y puedo tomar una soda." Le dio un beso a Joey en la mejilla, como una despedida.

Cuando llegó a la puerta dio una inclinación de agradecimiento a Kaiba, quien sólo asintió.

Yami sólo miró intensamente a Joey, feliz que hubiera aceptado la compañía de Yuugi y salió. La mirada que compartió con Kaiba fue mucho más intensa que las anteriores. En ella le dijo a Kaiba que cuidara a Joey… no quería verlo sufrir.

Yuugi tardó un poco más, porque se acercó a su amigo y le dio la mano.

Vio como su amigo parecía ya impaciente por hablar con Kaiba, así que tuvo que apresurarse.

"Nos veremos pronto, Joey." Dijo y miró a Kaiba. "Gracias por todo, Kaiba Kun."

Joey sonrió al verse solo con Kaiba.

"¿Estás bien, Kaiba?" Le preguntó. "Te noté un poco alejado."

El CEO negó.

Vio que el rubio estaba más feliz de estar solo con él que de estar en compañía de sus amigos.

Eso le confundió un poco más.

"Sólo pensaba un poco, Wheeler. Tengo trabajos pendientes en la corporación… Eso es todo."

Algo le dijo a Joey que era una mentira.

"Realmente lamento que estés pasando por todo esto, otra vez, por mi culpa. Yo sé que tienes una imagen que mantener y a Mokuba para cuidar, por eso mismo estoy siendo tan duro como puedo con la prensa, que han intentado entrevistarme dos veces." Comentó, sonriéndole. "No quiero cambiar tu vida, Kaiba. Si quieres puedo quedarme en cualquier otro lugar."

El CEO negó.

"No es eso." No estaba mirando al cachorro, no quería hacer contacto visual con él… si lo hacía quedaría atrapado en su mirada color castaño. "Además, ¿con quién te quedarías?"

Joey negó. "No lo sé, aún."

"Tus amigos no te rechazarán pero… serías una carga para ellos, además Tea es una mujer… ¿cómo se vería que te quedaras con ella? No muy bien." Planteó el CEO.

Claro que Joey sabía todo eso, o al menos sospechaba que podría ser una carga para sus amigos.

Ninguno parecía ser multimillonario, como lo era Kaiba Seto.

"¿Entonces…?"

El ojiazul caminó a donde estaba él y le miró a los ojos, por primera vez.

Joey se sonrojó porque no esperaba que el CEO hiciera eso… lo hermoso del castaño le hipnotizaba.

Estaba perdido en sus ojos… navegando en el mar cristalino y frío que era su mirada.

"Puedes seguir quedándote en la mansión." Su voz sonó monocorde, sin denotar ningún sentimiento… O quizá era lo que siempre hacía… Joey estaba tan absorto en sus ojos que apenas lo oía. "A mí y a Mokuba no nos molesta… Joey."

El rubio alzó la mirada… ¿acaso le había llamado…?

Sí, eso mismo había hecho.

Por eso mismo, sólo asintió.

"Supongo que puedo, ¿no? Gracias por todo, Kaiba." Sonrió. "Estoy seguro, aunque no recuerde nada de mi pasado, que esto es lo mejor que alguien haya hecho por mí… de forma desinteresada."

"Yo no sé eso."

"Kaiba… ¿te molestaría si empiezo, finalmente, a establecer contacto con mis amigos?"

En su interior, Kaiba tembló… quizá así el cachorro se iría mucho antes de su lado.

Eso no significaba que iba a demostrarse ansioso o posesivo. Además, Wheeler tenía todo el derecho de hacer lo que quería. Él sólo le estaba protegiendo de su abusivo padre y de la soledad que como él ya sufría, no le deseaba a nadie más… ni al mismísimo Joey.

"Eso no es de mi incumbencia, Wheeler." Respondió. "Pero no me opondré a que los contactes… Sólo…"

"¿Sólo qué?" Preguntó Joey, esperanzado en que le dijera algo como No me dejes.

"Sólo no hagas reuniones ruidosas en la mansión." Le dijo.

Se encaminó a la cama y se sentó a su lado.

Tomó la mano de Joey y sintió lo fría de ésta. "Estás frío." Explicó al hecho de sostener el cuerpo de Joey contra el suyo en un abrazo fuerte en el que le brindó un poco de su calor.

Quizá por lo hermético de su tono de voz o la expresión de seriedad neutra, Joey creyó que era verdad.

En otra ocasión, se dijo mentalmente, Kaiba nunca le abrazaría.

Pero el mero hecho de estar siendo abrazado por Kaiba, aunque no era algo sentimental, fue el mejor de los consuelos que Joey hubiera podido recibir a lo largo de toda esa nueva vida.

Continuará…

Notas de autora:

Hacía ya un buen de tiempo que no actualizaba "Crystal…". Espero no haberlas tenido en suspenso. Estaba un poco ocupada con mi nueva mascota, que por cierto es un conejito… Me considero muy afortunada porque mi perro Blacky nació un 25 de octubre (cumpleaños de Kaiba), el veterinario me lo confirmó… jeje. Y mi conejito nació el 12 de diciembre (cumpleaños de Kyo Chan personaje de KOF. Sólo falta que mi gato también cumpla años en un día célebre.

Volviendo al fic, sé que me doy muchos rodeos, pero no se preocupen. Si lo hago todo de una sola vez no va a tener mucho sentido. Yo misma lo he pensado siempre así, lo bonito de un anime, fic, serie, película, etc., es cuando se confiesa el amor… de allí la serie o lo que sea deja de interesarme. Yo no quiero que eso suceda con mi fic.

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