"Existen dos formas de difundir la luz: ser la vela o ser el espejo que la refleja."
Edith Wharton.
Capítulo 14. Alma Pura.
La sangre que manaba de la herida de la parte posterior de la cabeza de Joey manchaba de rojo sus mechones rubios, y la palidez de su rostro era demasiada… casi del mismo tono que la piel de un muerto.
Pero, aún en ese deplorable estado, herido, sangrante, al borde de la misma muerte, Joey Wheeler, su perro, se veía tan hermoso. Completamente fuera de lugar, su hermosura simple, pero obvia, lo hacía alguien tan diferente a los demás; porque brillaba.
Sí, Kaiba podía ver que aún muriendo el rubio invocaba un resplandor dorado a su alrededor.
Él, tan impulsivo como siempre, tan testarudo, tan cabeza hueca… tan tremendamente suyo que le asustaba.
Luz y Oscuridad.
¿Qué no lo veía?
A su mundo de hielo, sumergido en las sombras, le brillaba un hermoso amanecer que derretía cada uno de los rincones. No más frío, no más miedo… no más soledad.
Simplemente tenía que estirar su mano y sujetar firmemente aquello que más anhelaba.
Pero tenía miedo, porque siendo como era no iba a permitir que alguien más, como lo era Joey, tan opuesto a él, se involucrara en aquella comedia que era su vida. Una broma del más allá.
Luna y Sol.
Él era un genio, todo mundo lo sabía, pero ahora que levantaba el cuerpo inconsciente de Joseph Wheeler, para llevarlo al hospital, ahora que lo estaba acomodando en el asiento del copiloto y le veía… no era más que el reflejo de la luz que se apagaba en el cuerpo de su rival.
Tuvo miedo, por eso apretó con fuerza el acelerador.
Joey no iba a morir.
Su alma estaba muerta, sí. Seto Kaiba era una cáscara, lo que había quedado de un niño dulce e inocente, de alguien entregado a la vida… después de haber sido sometido a los crueles castigos de Gozaburo.
No iba a permitir que el rubio muriera, tampoco iba a ser él quien apagara su vela.
Joey era su vela… y en ese momento, él era el espejo.
Lentamente, el viento que soplaba con fuerza, arremetió con violencia contra la llama moribunda y en vez de apagarse, ésta ardió con más fuerza.
Seto Kaiba abrió los ojos…
La calidez que estaba apoyada en su cuerpo era de Joey Wheeler, el mismo joven rubio con quien acababa de soñar… sí, todo eso fue un absurdo sueño que su subconsciente le envió como un mensaje que el chico genio quiso relegar a lo más profundo de su memoria, allí donde también guardaba memorias felices, que ahora no eran más que la marca de humanidad que estaba empeñado en borrar de sí mismo.
Ya no era el mismo niño amable de 10 años atrás, ni el mismo que le prometió felicidad a Mokuba, pese a que se la estaba dando, a costa de la suya propia.
Renunció a su vida por darle todo a su hermano, y no lo lamentaba, porque iba a lograr que su hermano consiguiera todo aquello que él no pudo tener. Lo que su trágico pasado, o los recuerdos de éste, le refrenaron.
Su protegido, el mismo que sostenía en brazos, estaba profundamente dormido, apoyando su cabeza en el pecho firme del CEO, quien no lo soltó rápidamente, sino que lo sujetó con más fuerza, confundido por lo que acababa de soñar, y queriendo poder borrar todo lo que pensaba.
Joey le brindaba confort, pero al mismo tiempo le hacía sentir confundido, tan comprendido pero extraño.
Jamás estuvo atraído por alguien, menos por un chico.
El perro era dulce con él, entregado y amable, pero Seto sabía algo muy cierto, cuando recuperase su memoria, las cosas con él se irían al caño y los sentimientos que despertaran entre ambos se irían nuevamente a dormir. Lo que había entre ellos nació de la espontaneidad y moriría con los recuerdos y la rutina que tenían en su vida común y corriente.
Kaiba sabía, también, que los amigos de Joey no lo querían cerca de él.
Eran tan predecibles.
Un leve ronquido y bajó la mirada, admirando la belleza de Joey. Era un ser humano como cualquiera, pero con problemas muy serios, un padre alcohólico que le golpeaba, y además lo menospreciaba. Sus amigos parecían ignorar qué tipo de vida llevaba el rubio.
Siempre atribuían los golpes en su cuerpo a peleas callejeras, jamás pensaron que alguien fuese capaz de alzar su mano contra Joey.
Instintivamente, miró el reloj y le sorprendió, llevaba más de media hora a solas con Joey y ninguno de los que estuvo presente en la habitación entraba a interrumpirlos; en el fondo, sabía que su hermano tuvo algo que ver con ese hecho, especialmente porque ahora Yuugi y el ex faraón, debían estar ansiosos por conversar un poco más con el rubio, especialmente el más pequeño.
Su amistad con Joey lo era todo para él.
Cerró los ojos, aún podía ver con una claridad que le daba miedo, la sangre manando de la herida que Joey se hizo, sus mechones teñidos de sangre, los ojos cerrados y la espectral sonrisa que curvaba sus labios.
¿Por qué sonreía Joey?
Debía estar viviendo un verdadero infierno para permitirse pensar que la muerte era una salida por la que valía la pena optar.
Kaiba no quería permitirle al rubio pensar eso, pero cuando volviera a ser el mismo insoportable Joey de antes, el perro, el cabeza hueca, duelista de quinta… ya no mostraría su interés en él.
«Será lo mismo de siempre.» Se dijo mentalmente, no iba a engañarse ni a pretender que tras lo hermosamente vivido iban a olvidar sus diferencias e iban a cimentar una maravillosa amistad.
Mokuba podía irse olvidando de un invitado en la mansión.
Joey quizá se sentiría muy humillado por haber sido protegido por Kaiba, y Seto estaba seguro de algo, él también vería a su orgullo debatir contra sus sentimientos. Nunca antes se sintió mejor, pero no iba a admitirlo en voz alta.
Hasta admitirlo a él mismo le pareció una de las más difíciles cosas del mundo.
Sólo quería seguir adelante, él sabría lidiar con la situación, se diera lo que se diera, no era débil y estaba mentalmente preparado para lidiar con casi todo. Su 'entrenamiento' con Gozaburo podría servirle muy bien, por primera vez.
No iba a agradecérselo al sujeto, pero hizo sólo una cosa bien en su proceso de cuidar a los nuevos Kaiba, se encargó que estuvieran siempre preparados y por muy sorprendente que fuera una noticia, ellos sabrían cómo lidiar con ella.
Seto nunca perdía la cordura, sólo cuando estuvo controlado por su lado oscuro… el mismo que Yami envió al reino de las sombras.
Podía ser tachado de egoísta y pedante, pero él sólo buscaba ser el mejor en todo, alguna vez fue el campeón japonés del duelo de monstruo, y Yami le derrotó y le arrebató lo que él poseía.
Su gloria.
Su poder.
Su título como campeón.
Por eso mismo no fue al torneo de Pegasus, y por ese mismo motivo éste intentó apoderarse de Kaiba Corp., secuestrando a su hermano, ya que se rumoraba que Kaiba estaba perdido.
Todo lo importante para él era puesto siempre en peligro, no quería lo mismo para el cachorro.
Aunque eso significaba que lo apreciaba.
Se inclinó y besó la cabeza del cachorro…… Oh, por Ra, Kaiba Seto estaba frito, de todas todas… porque sí. En esos momentos, Joey era importante para él.
Lo soltó y lo acomodó en la cama, arropándolo cuidadosamente, como sólo lo hacía con Mokuba.
Un ojo dorado le miró, entreabierto.
"¿Ya te ibas, Kaiba?"
Le sonrió, a medias, inconscientemente.
"Sólo estaba acomodándote, Wheeler, eso es todo." Aclaró y tomó asiento al lado del rubio, en una abandonada silla que estaba allí dispuesta, la misma donde Serenity estuvo sentada en la mañana. "¿Quieres que busque a tu hermana?"
Joey le sonrió y negó.
Estaba bien con Kaiba, aunque no hablaran mucho, aunque el abrazo hubiese llegado a su fin. Estaba bien, porque el rostro del CEO allí denotaba preocupación, porque no se marchaba, le protegía.
Quizá era demasiado optimista, pero no quería rendirse todavía.
Veía mucho potencial entre él y Seto, lo negase el mundo entero, estaba seguro que algo existía entre él y Kaiba, una chispa de algo que era irremplazable, un fuego eterno que aún ardía…
…¿qué podría ser aquello?
De hecho, le preguntó a Yuugi y a Yami, porque no quería equivocarse y juzgar mal la actitud del mayor de los Kaiba.
"Kaiba y tú siempre están pendientes el uno del otro." Fue la respuesta que Yami le dio, no lo que él estaba esperando, pero algo que le confirmaba que existía algo, que no estaba malinterpretando las señales.
No quería que le rompieran el corazón.
Odiaría sufrir por Kaiba, porque no podría odiarlo nunca, estaba metiéndose muy profundo en sí y eso estaba asustándole demasiado. Tenía que andarse con mucha precaución.
"Kaiba." Llamó, suavemente, recibió la mirada de esos ojos azules, fijos en su rostro pálido. "¿Cuándo podré irme de aquí?"
El rubio estaba ansioso por dejar ese frío lugar, no le gustaba mucho permanecer en el hospital.
Odiaba todo lo referente a ese lugar, aunque allí vio por primera vez a Kaiba Seto, cuando despertó amnésico.
"No lo sé, Wheeler. El médico no ha dicho nada."
En realidad no había hablado con éste, pero no iba a decirle a Joey eso, quizá el cachorro le presionara a hacerlo y aunque una parte de él ansiaba tenerlo en la mansión, la otra suplicaba que estuviera lejos para que pudiera tener tiempo para aclarar el gran enredijo que eran sus pensamientos.
Joey aquí, acá, en todas partes… ironía, cariño, pasión, algo desconocido… estaba tan perdido en la confusión.
Nadaba en la incertidumbre y sólo algo era seguro, Joey estaba con él.
"Pero sospecho que podrás ir pronto con nosotros, lo único que tuviste fue una leve recaída. Creo que habrá un par más de éstas antes que finalmente te recuperes por completo." Explicó. "Un día recordarás todo como si una cortina se descorriese en tu mente, no habrá dolor, o al menos eso fue lo que el médico me informó, aunque también sería perfectamente normal que lo hubiera. Es una seña de mejora."
Eso no era bueno, según Joey, porque esperaba poder estar más tiempo con Kaiba y si estaba recuperándose significaba que no iba a compartir mucho con él, así que era mejor empezar a aprovecharlo.
"Gracias por no dejarme desamparado."
Un nudo se formó en la garganta de Seto, la simpatía que Joey le tenía le infundía fortaleza para seguir adelante, aunque supiera que a la larga estaba invirtiendo tiempo en un proyecto destinado al fracaso.
Bonita analogía.
Una nueva empresa que, por mucho que le aportase, en tiempo y esfuerzo, estaba destinada a destruirse.
Por mucho que él no creyera en el destino, esto realmente rayaba en lo imposible, porque estaba hablando de algo que era tan opuesto… Kaiba y Wheeler, es como una burla misma.
Realmente patético, triste. ¿Quién apostaba algo a favor de ellos dos?, estaba seguro que además de Mokuba, los amigos de Yuugi lo veían como una barbaridad más, una excentricidad sacada de la mente infantil de Mokuba. Aunque Seto sabía que su hermano lo hacía por el amor que sentía por él.
"Lo que sea, Wheeler." Dijo.
Pero en el fondo agradeció la sonrisa que Joey le regaló y apreció la mirada de cachorrito alegre que su rostro expresó. Jamás creyó que encontraría en la persona que más le irritaba, lo que más falta le hacía… comprensión, interés, emoción y muchas cosas más que ahora no recordaba.
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"¿Cuándo va a regresar Joey a la mansión, Seto?" Preguntó Mokuba cuando bajaron de la limosina y se encaminaron a la entrada de la casa.
Todo el viaje de regreso estuvieron en silencio y aunque Mokuba tuvo intenciones de hablar con Kaiba, éste se encerró en sus meditaciones, adoptando una expresión de seriedad que le indicó a Mokuba que su hermano no tenía deseos de conversar.
En realidad, el castaño nunca tenía deseos de abrir la boca, pero quería preguntarle sobre el regreso de Joey.
Mokuba era curioso por naturaleza, era apenas un niño, ¿cómo podía Kaiba negarle la oportunidad de hacer de las suyas mediante sus preguntas?, estaba buscando una forma de inyectarle a Joey en las venas a su hermano, así que debía hacer un esfuerzo sobrehumano.
Quería que su hermano viviera por sí mismo, no por Mokuba.
Los sacrificios que hacía por él debían quedar atrás.
Mokuba no iba a aceptar la culpa de ver como su hermano se hundía en la miseria por pasar su tiempo con él; fue suficiente ver como Gozaburo se las ingenió para atar las manos de Kaiba, obligándole a ser así, tan distinto a como fue en su niñez.
Le arrebató su inocencia, le robó su infancia y por sobre todo modificó su carácter, incluso con Mokuba, aunque sí era cariñoso, se mostraba más lejano, como nunca antes lo hubiese hecho.
Vio como su hermano le miraba de reojo, como si no quisiera responder esa cuestión.
Mala suerte, Kaiba. Su hermano menor estaba en modo 'curioso' tenía que satisfacer sus necesidades de saber lo que estaba pasando.
En el fondo, muy hondo debía admitir, Kaiba estaba aceptando a Joey.
"El médico dice que mañana mismo podrá firmar su alta, ¿ya lo quieres de vuelta en casa?" Indagó, pero cuidando que su voz no se oyera muy interesada.
Eso le daría a Mokuba material extra para trabajar, y con ese material extra, su hermano podría adivinar lo que estaba ocurriendo bajo su coraza de hielo que, la misma que la ternura de Joey y su falta de memoria, estaban derritiendo.
"Claro, Seto. Joey le da luz a la casa, ¿no crees?"
"Por supuesto." Murmuró, pero lo suficientemente bajo para que su hermano no lo oyera.
"¿Dijiste algo, Seto?"
"Dije que no es cierto." Respondió, abriendo la puerta de la casa y cerrando la puerta tras Mokuba, quien sólo sonrió de oreja a oreja.
Su hermano estaba siendo obstinado, cómo esperar que alguien tan serio, déspota y cruel de repente se tornara en alguien dulce y servicial?, él mismo estaba sufriendo una metamorfosis interna, su personalidad de hielo se rompía tal cual aquel enorme iceberg que resquebrajó el titanic.
Por Dios, debía dejar de hacer analogías acerca de lo suyo con Joey.
«No hay nada con Joey.» Se recriminó por haber pensado lo anterior, realmente entre él y Joey sólo había un vinculo de Protector-Protegido. El rubio encontraba en Kaiba la seguridad que no encontraba en nadie más.
Quizá después la encontrase en sus amigos, después de todo estaba empezando a tratarlos.
Era un alma pura, eso Kaiba lo sabía.
El mismo joven de 18 años a quien disfrutaba molestar, el mismo a quien sacaba de sus casillas con unas simples palabras pronunciadas con su usual ironía. Su relación era tan pasional, en el modo en que ambos se empeñaban en llegar al otro, y en sus intercambios de palabras buscaban satisfacer las necesidades del otro.
Sólo se detenían cuando realmente agotaban sus frases o cuando uno de los dos se daba por vencido.
Claro que Kaiba siempre permanecía más centrado, más tranquilo, mientras que Joey explotaba al instante.
Tan clásico de un perro callejero.
El mismo 'perro callejero' que traía entre ceja y ceja.
"Puedo hablar contigo, Seto?" Quiso saber Mokuba, un poco más serio.
Su hermano sólo asintió.
"Iré a mi oficina, Mokuba, te espero allá." Indicó, dirigiéndose a la derecha, donde estaba aquella oficina dentro de la mansión, para no tener que salir y abandonar por largos períodos de tiempo.
"Iré en 5 minutos."
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"Qué sucede, Mokuba?" Cuestionó el castaño que estaba a la cabeza de Kaiba Corp.
La actitud tan misteriosa de su hermano estaba escarbando en su poca paciencia, la misma que cuando perdía, era muy difícil de recuperarse. No dijo nada, iba a permitirle a su hermano explicarse y que dijera todo lo que tenía que decir, no era exigente y amaba a su hermano lo suficiente como para saber que estaba teniendo problemas para expresarse, de no ser así, ya habría lanzado la primera bomba.
Algo sucedía, una sombra de algo que no podía descifrar.
Lanzó un suspiro al aire, quizá iba a tener que sacarle a Mokuba las cosas con una cuchara.
"Qué es?"
Mokuba arrugó su nariz.
"No estoy ni remotamente seguro que quieras hablar sobre ello, Seto." Explicó Mokuba y su hermano sólo asintió, estaba sospechando seriamente que estarían tratando algún tema relacionado con el perro. No iba a negarlo, internamente estuvo esperando desde que tuvieron su primera plática de ello, a que su hermano le arrastrara a hablar una vez más de todo.
Para Seto no era fácil, por el asunto de lo malo que era en cuestiones sentimentales. Gracias a Ra!, hasta ahora no tuvo que hacer uso de ellos, hasta que decidió salir de su oficina a la misma hora en que Joey estaba siendo atropellado.
Cachorro malo, lo hacían los dioses a propósito?
Para Mokuba era difícil porque cómo iba a obligar a su hermano a admitir su homosexualidad, o peor aún, cómo iba a orillarlo a los brazos de Joey sólo porque ambos parecían ser, a diferencia de lo que todos creían, en vez de opuestos, complementarios.
"Supuse que querrías hablar de ello." Empezó el mayor, dispuesto a sostener aquella conversación con su hermano. "No tienes porque detenerte, Mokuba. No es una cuestión que no discutiremos más tarde. Entre más pronto mejor, así finalmente entenderás que estás malentendiendo todo."
El pequeño alzó una ceja.
"¿No serás tú quien está malentendiendo todo, Seto?" Preguntó, cuidadosamente, no quería sonar irrespetuoso y rudo. Era su hermano mayor con quien estaba hablando, el mismo que le daba su apoyo incondicional y que estaba con él cuando más le necesitaba. Quería creer que si Joey ingresaba en sus vidas, no iba a perder a su hermano, sino que iba a ganar a otro hermano, o algo similar. "Joey es una muy buena persona."
Kaiba gruñó, exasperado.
"Eso lo sé, desafortunadamente vi que cuando se trata de sus amigos y su hermana, él es capaz de hacer cualquier cosa." Dijo a Mokuba. "Pero es sólo instintivo, Mokuba."
Los ojos grises del jovencito parecieron brillar, tocando en su mente un punto que no pensó que fuera bueno, pero que estaba recapacitando.
Su intelecto podría no ser tan bueno como el de su hermano genio, pero hay que darle crédito al menor de los Kaiba, era muy astuto.
"Eso es malo?" Su voz sonó muy suave, como un susurro contenido en la boca del joven.
Toda su vida, al igual que Seto, vivieron en sufrimiento y dolor, y aunque estaba acostumbrado, no quería que ahora, que eran libres de Gozaburo, desde mucho tiempo atrás, el dolor y el retraimiento de su hermano se convirtieran en una tradición a la que no querría renunciar.
"Seto, tú has actuado por tus instintos, así era cuando éramos pequeños. Cuando retaste a Gozaburo…"
"No, Mokuba. Eso lo hice porque sabía que era mejor que él. Analicé todas mis posibilidades de ganar y obtuve mi triunfo." Respondió.
No le gustaba que cuestionaran su inteligencia, ni aunque fuera el mismo Mokuba Kaiba.
"Debes admitir que hay ocasiones en que la astucia y la inteligencia no lo son todos, Seto." Dijo. "Habrá algún problema que no solucionaste con tus habilidades, eso lo sé. Te conozco."
Kaiba cerró los ojos, no ofendido, estaba pensando que su hermano estaba en lo cierto, no que fuera a decírselo, pero no estaba equivocado. Él vivió una situación así cuando Pegasus secuestró a Mokuba.
En su duelo contra Yami hizo lo posible por ganar, y aunque el faraón no tuvo consideración por él, Yuugi sí la tuvo y por eso mismo decidió que el ganador de ese duelo fuera Kaiba.
La preocupación por Mokuba le hizo desistir en una forma de buscar el triunfo, tuvo que amenazar al pequeño con lanzarse al vacío, era la única forma que conocía de que su hermano no estuviera más tiempo allí solo.
Lo hizo porque amaba a su hermano.
Era muy visceral.
"Sólo cuando es una situación extrema, pero eso no justifica lo que tú estás haciendo, Mokuba. Sobre todo si nos damos cuenta que tú ignoras los sentimientos del perro, esto no se trata de hacerla de celestina. No necesito un casamentero, Mokuba, necesito un hermano."
Válido argumento, aunque un poco rebuscado, se dijo mentalmente Mokuba.
Su hermano debió haber previsto esa conversación, quizá en su mente estaba toda trazada, así que lo mejor sería darle un giro conveniente a todo ese teatro.
"Si no te interesa Joey, hermano, ¿por qué no le dejaste morir en la calle? Lo llevaste a un hospital. Te das cuenta, ¿verdad? Fuiste su salvador en ese momento, y sé que no lo hiciste por altruismo… te preocupas por él." Dijo su hermano.
Kaiba cerró los ojos y los volvió a abrir casi al instante.
"No sé por qué buscas pistas donde no las hay…"
Antes que pudiera terminar, Mokuba le interrumpió. "Pero las hay!!"
"Déjame hablar, Mokuba, no seas tan grosero. Como te decía, hice eso por ti, porque te conozco, así como tú dices conocerme." Mokuba vio a su hermano demasiado seguro de sus palabras. Muy serio, más que de costumbre, estaba encerrado en la negación y sacarlo de allí era más complicado que hacerle entender a Bakura que el reino de las sombras no era un paraíso vacacional para sus víctimas. "Si tú te hubieses enterado que Joey estaba herido, al borde de la muerte, y yo no hice nada por ayudarlo, me habrías odiado."
El niño se quedó en silencio.
"Deja de pensar tanto en mí!" Exclamó Mokuba, sintiéndose mal, culpable por la carencia de vida social de su hermano, aunque el hecho que su hermano expeliera una vibra de 'aléjense-todos-de-mí' tampoco ayudaba mucho a la situación. "Deberías de ver, una sola vez, por ti, en vez de mí. No soy tu sol, hermano. Tu vida no debe girar en torno a mi felicidad."
Mokuba se limpió una lágrima que bajó por su pálida mejilla.
"Me gustaría que tuvieras una mejor vida." Dijo, sonriendo. "No quiero que por mi culpa pierdas a alguien tan maravilloso como Joey."
"Yo no quiero que creas que por ti no estoy viviendo mi vida, Mokuba. Soy feliz así, y no estoy planeando buscar pareja por estos momentos, así que deberías comprender eso." Explicó. "Si yo no lo quiero no será Joey ni nadie más."
Mokuba siguió llorando. "Por mi culpa has perdido tantas cosas."
"No lo niego." Dijo Kaiba, viendo como su hermano sollozaba, lastimado. "Pero eso me hace feliz, porque hice todo eso por ti… Eres mi hermano y sabes que te quiero."
"Eso no justifica que pierdas tu vida por mi culpa."
Los ojos azules de Kaiba brillaron con emoción, su hermano en verdad quería lo mejor para él, del mismo modo en que él lo quería para Mokuba. Los dos estaban siendo obstinados.
"Quieres que te culpe, Mokuba? Eso es lo que quieres?" Preguntó y vio como su hermano asentía. "Pero no lo haré, porque sé que no es cierto. No estoy renunciando a nada sustancial. Sólo estoy enfocándome más en ti que en cualquier sujeto, hombre o mujer, que intente conquistarme."
"En serio?" Su voz sonó suplicante y su hermano comprendió que sólo quería felicidad para ambos.
No quería más sacrificios por parte de su hermano, quería ver felicidad, vida en el rostro de su hermano.
Estaba harto de ser el mismo motivo por el que Kaiba perdía el brillo en sus pupilas, quería brindarle la misma felicidad que Seto le daba al entregarse a él en alma, sabiendo que no importaba su vida por el bienestar de su hermano.
Él lo sabía.
Aunque su hermano lo negase por la eternidad. Él y Joey se parecían en eso, mucho.
Ambos eran capaces de dar cualquier cosa por el bienestar de sus hermanos.
"Yo nunca te mentiría." Respondió Seto.
Su hermano se puso en pie, alejándose de su asiento y corrió con su hermano, donde le abrazó fuertemente, escondiendo su rostro en el pecho del mayor de los Kaiba. Estaba feliz por ver que su hermano le amaba, pero quería que no todo el amor que había dentro de su hermano se quedase allí.
"Gracias."
En el fondo, Mokuba lo sabía, su hermano al igual que Joey también tenía un alma pura, que sólo se preocupaba por cuidar a Mokuba.
Continuará…
Notas de autora:
Pueden creerlo? Acabo de terminar una exposición de la homosexualidad, y me sale mi profesor con el mismo lema de siempre: "No es algo anormal, Dios creó al hombre y a la mujer como complementarios." Bueno, yo no soy fanática religiosa, pero sí creo en Dios, y me aferro al hecho que si hay amor de por medio y no afectan a terceros, una relación homosexual no es algo incorrecto. Si ustedes tienen algún comentario a favor de la homosexualidad, háganmelo saber. I'm with you, girls!
Ahora sí, al fic. Les juro que en el siguiente capítulo ya empezará el YAOI, porque ya me lo alargué mucho. Sé que me quieren linchar, pero necesitaba esa conversación entre Seto y Mokuba, ahora ya empezaré con el YAOI, y aunque me hace falta una conversación Seto-Yami-Yuugi, ésa la podré incluir furtivamente en otro capítulo, sin que me altere el YAOI. La historia Seto-Joey ya empezará en el siguiente capítulo, espero que les guste. Kisses. Sayonara.
REVIEWS.
Kendra duvoa.- Sí, finalmente le dio una oportunidad a sus amigos. Espero no haber tardado mucho. Ciao.
Rei-Dark-angel.- No tardé mucho, y sí Kaiba es un poco sentimental, y muy preocupado por Mokuba, y ahora por el cachorro.
NaKuRucHaN.- Te juro que el beso se acerca vertiginosamente, pero antes necesitaba aclarar algunos puntos acerca de la relación fraternal entre Mokuba y Seto y entre Joey y sus amigos. Además, Kaiba sigue negándolo, aunque en el fondo le encante el cachorro.
Kida Luna y Rex.- Sigo viva!! Los dioses han tenido piedad de mí. Sí, sigo un poco atascada en el hospital, pero ya pronto los saco de allí. Saludos a ambos, y sé que esto se está alargando un poquito. Eso en parte es algo bueno.
Aguila Fanel.- Gracias! Espero poder escribir mucho romance, por el momento sólo me enfoco en los sentimientos de c/u. Sé que Seto piensa que Yuugi y Cía. Son una molestia, por eso igual allí demostrará que el cachorro sí le interesa.
