Capítulo 15. Mentiras y Verdades.
Joey estaba sentado en la cama del hospital, mientras veía por la puerta abierta a Seto conversando con el doctor, en el pasillo. Finalmente habían firmado su alta y con una de las enfermeras que Kaiba contrató, volvería a la casa del castaño.
A su lado, Mokuba estaba sentado, mirando el suelo con mucho interés, en el fondo estaba un poco arrepentido por empujar a su hermano y a Joey a admitir que se gustaban. Claro que era la única forma de conseguirlo, porque ambos buscaban esconderlo por miedo a las reacciones del otro, de modo que Mokuba se preguntaba cómo iba él a hacer para limar por completo asperezas.
Era un mundo complicado, se dijo.
Lo único que él sabía era que Seto y Joey se odiaban, o al menos eso decían, con una pasión casi sobrenatural. A él le importaba muy poco que su hermano pudiese ser Gay. Lo que contaba era lo que hacía por él, lo mucho que se esforzaba, y todo lo que él era capaz de hacer por las personas por quienes se preocupaba.
Tras la conversación del día anterior, y sus múltiples sollozos y reclamos a Seto por no cuidarse él mismo, consiguió que su hermano aceptara que Joey se trasladara cuanto antes a casa.
Dentro, seguía pensando que su hermano le mentía, ya que dudaba que sólo por él hubiese decidido ayudar al pobre Joey.
No quería imaginarlo, a su amigo rubio en el suelo, ensangrentado y a punto de morir. Conocía a su hermano, por eso también podía apostar todo su dinero a que había más de lo que Seto estaba dispuesto a admitir, al menos en voz alta.
Conocía tan bien a su hermano, era el único ser humano que lo hacía en el mundo entero. No iba a darse de golpes contra la pared, mejor iba a darle a su hermano por su lado. Claro que con Joey iba a seguir su primera estrategia.
Joey no era tan fuerte ahora que estaba amnésico, en su voluntad, aunque lentamente se iba reponiendo. Por qué no podía quedarse eternamente así el rubio?
Eso haría feliz al mayor de los Kaiba, aunque eso significara que Yuugi y el resto de los amigos de Joey tendrían que despedirse de la estrecha cercanía que tenían con éste.
Sería un doloroso proceso, pero todos notaban la forma en que Joey prefería la compañía del ojiazul por sobre la de sus amigos, y su relación era tan torpe y naciente, pero se veía tan real.
La preocupación de Kaiba aún no alcanzaba esos niveles alarmantes que tenía con Mokuba, pero entre más tiempo pasaban juntos mayor era ésta. Si el CEO quería engañarse y engañar a Joey, que lo hiciera, Mokuba sabía algo muy cierto: 'No importa cuánto tarde, la verdad siempre sale a flote'.
"Pasa algo malo, Mokuba?" Se atrevió a hablar Joey, en medio del absorbente silencio en el que estaban sumergidos.
No era común ver el rostro del pequeño Mokuba tan teñido de preocupación, ya que siempre llevaba tatuada una sonrisa en sus labios, la misma que solía contagiarle al rubio con una sola mirada.
Además, no disfrutaba el silencio, y quince minutos de éste eran suficientes. Ya vivió mucho de ese inquietante silencio en todos los momentos compartidos con el dueño de Kaiba Corp.
Sabía que le estaban dando las instrucciones a Kaiba sobre el cuidado que deberían tener en su persona.
Veía disponibilidad en Kaiba, al menos para él, por eso mismo no se rendía por completo. También el propio Yami le afirmó que algo había entre él y Kaiba.
Relación o no, él iba a arriesgarse.
Kaiba valía la pena, no importaba si terminaba con el corazón destrozado y sangrante en su mano. Tenía que correr el riesgo para saber si había o no había algo por lo que luchar, o en todo caso, alguien contra quien luchar.
"No." Respondió el pequeño, sus ojos grisáceos mirando al dueño de los ojos melados.
Podía ver como Joey se mostraba tan ausente en ocasiones, quizá absorto en sus pensamientos, queriendo buscar alguna fisura posible en su mente, para poder tener acceso a sus memorias.
Cómo saber qué era lo que le hacía tanta falta al rubio?
Creía que el riesgo de que su hermano y el rubio se aventuraran en una relación le devolvería la vida perdida a Seto, pero no sabía que tan dispuesto estaba su hermano a intentarlo con Joey.
No era malo.
Eso Kaiba lo aceptó, si él fuera Gay y gustase de Joey, sólo que Mokuba veía en las reacciones de su hermano que, si bien no era Gay abiertamente, o al menos no se lo había dicho, era obvio que sí gustaba del rubio.
Mokuba era un niño, no un estúpido.
Muchas veces, especialmente ahora que se trataba de esos dos, sentía que Seto y Joey insultaban su inteligencia.
Era tan obvio que había algo, que hasta el servicio de la casa empezaba a preguntarse si eran ciertos los rumores que circulaban en las noticias y en los periódicos.
Por supuesto, Kaiba no había oído aún a ninguno de los miembros del servicio, porque si no ya todos ellos estarían siendo despedidos y quizá tendrían nuevo servicio en la mansión Kaiba.
Era un poco gracioso ver como su hermano luchaba por un poco de intimidad, aunque dijera que lo de él y el 'perro', como le gustaba llamarlo en voz alta, era sólo un invento más de algún columnista estúpido que no consiguió una buena historia y quería conseguir dinero a expensas de otro.
"Estás muy serio, Mokuba. En verdad no pasó nada?" Insistió Joey.
Por su mente pasaban imágenes de Kaiba diciéndole a Mokuba que no lo quería en su casa, o que estaba harto de Joey, o que se había dado cuenta de los sentimientos de Joey y por eso mismo quería verlo lo más lejos posible de su persona. Eso estaría afectando sus finanzas y muchos inversionistas homofóbicos podían retirarle su apoyo.
Quería quedarse con Kaiba, pero eso significaba que tendría que modificar el estilo de vida que los hermanos poseían, porque en su círculo estaban solamente ellos dos. Y aunque Mokuba saliera con Yuugi y los demás, eso no significaba que Kaiba los acompañara.
El castaño siempre disfrutó más la soledad, él mismo lo estaba notando, además de los relatos que Mokuba le contaba.
Seto Kaiba no era un ser humano muy sociable, por no decir que no era sociable de ningún modo.
Las únicas veces que asistía a fiestas eran a las reglamentarias en donde asistía sólo para conocer a más gente con quienes hacer negocios.
No bebía, porque además de ser menor de edad, no gustaba y no poseía ningún vicio. Ocasionalmente tomaba una copa de vino, pero sólo para no verse como alguien tan santurrón.
Joey supo todo eso gracias a Mokuba.
"Es sólo que… No, no es nada." Rectificó Mokuba, viendo como el rubio parecía a punto de perder la poca paciencia que tenía.
Estaba a punto de lanzarse sobre Mokuba y obligarlo, a base de algún tormento (a su mente ocurrieron las cosquillas), a decirle qué era aquello que le estaba molestando tanto que hacía que arrugara su ceño?
"Seguro?"
"Joey, es sólo que me preocupo por ti." En el fondo quería decirle que no deseaba que recuperase la memoria.
Pero eso sonaría muy egoísta, verdad?
Él odiaba ese tipo de actitud en él.
Era como si no hubiese crecido junto al ser humano más estricto del mundo, pero también muy amoroso. No era así, sólo que Joey era ahora una salvación para su hermano.
"Por qué? Estoy bien, Mokuba. Eso lo sabes tú y tu hermano; lo que pasó fue un descuido muy grande. No estuve tomando mis píldoras." Mintió.
Intuía que el pequeño no deseaba que su memoria volviera, y en el fondo, estaba de acuerdo con él.
Ambos querían lo mismo.
"No me mientas, Joey." Pidió Mokuba, sintiendo un nudo en su garganta y una presión en su pecho. Las ganas de llorar eran inmensas, pero su poder sobre las lágrimas era mayor y las dominó. "Mi hermano me dijo que ése es uno de los síntomas de que estás mejorando."
El rubio maldijo internamente.
Pero sabía que el CEO jamás le mentía a su hermano. No había nada que ocultar además.
"Sí. Lo siento."
Mokuba enarcó una ceja.
"Qué sientes, Joey? Soy yo quien lo lamenta." Se disculpó el pequeño Kaiba, su mano apretó el tejido de su camisa con mucha fuerza, hasta que sus nudillos se tornaron blancos. La presión que ejercía era la que necesitaba para evitar el llanto, no quería que ni Joey ni su hermano le vieran en tan pésimas condiciones. "No debí ser tan brusco contigo."
Aspiró con fuerza.
"Pero no quiero que dejes la mansión, además, es mucho más seguro para ti."
Un estremecimiento recorrió al joven de dieciocho años.
Sabía de que estaba hablando Mokuba, de su padre y la vergonzosa relación que con él tenía. La forma en que éste le humillaba.
Recordaba su rostro surcado de odio y la mirada que le lanzó. Las frases hirientes, y todo eso fue directo a su corazón.
Quizá no le amaba.
Él no sabía que tan miserable era su estilo de vida, que tan doloroso era todo, pero de algo estaba seguro. La relación con Yami y Yuugi le decía que cuando menos contaba con unos amigos excepcionales que estaban con él en las buenas y en las malas.
Pero ellos ignoraban el problema de su padre.
Qué lástima! Le guardaba ese secreto a sus amigos, pero ahora Kaiba lo sabía.
"Te entiendo, pequeño. Tu hermano es quien decide, no?"
Mokuba negó.
"Tú decides, Joey. Cuando recuperes tu memoria dirás lo que pasará y… bueno, puedes tomar una decisión que no sea la más favorable para mí. Pero, a pesar de todo, sabes que Seto y yo te apreciamos mucho, verdad?"
Perro…
Joey sacudió la cabeza.
"Qué dijiste?" Preguntó.
"Que Seto y yo estamos contigo, decidas lo que decidas."
Una sonrisa brilló en el rostro dulce de Joey, y con la mirada buscó la figura de aquel que entraba ahora a la habitación que iba a abandonar en unos minutos más.
Los ojos azules le miraron con fijeza, y durante más tiempo que de costumbre, fue un sentimiento agradable en su pecho y sintió como la presión sanguínea bombeaba mucha de ésta a su rostro.
Estaba sonrojándose.
"Vámonos."
Mokuba asintió y tomó la pequeña mochila de Joey, adelantándose al rubio y a su propio hermano.
"Yo me adelantaré, los encuentro en la limosina, Seto." Dijo el pequeño, dejándolos solos en la habitación.
Los dos se miraron fijamente, esperando que el tiempo pasara, estudiando la posibilidad de irse ahora, sabiendo que Mokuba, tarde o temprano, les haría hablar. Aunque fuese obligatoriamente.
Mejor darle una oportunidad a una conversación entre ambos, de todas formas eso no implicaba nada y eso Kaiba lo sabía muy bien. Además, una relación es cosa de dos… el perro no gustaba de él.
Si lo hacía, cuando menos ambos lograrían brindarse un triste consuelo mientras durara la amnesia de Joey.
Lo suyo no era algo con un futuro prominente, especialmente porque ellos se odiaban, o al menos eso era lo que marcaba sus vidas, la forma en que se conocieron y se trataron decía que ellos no estaban hechos para estar juntos.
Ahora también decía que probablemente tendrían la posibilidad de darse una oportunidad.
Para Joey ahora no era complicado, lo sería después, cuando un día abriera los ojos a la realidad y viera que estaba involucrándose en una relación con el único ser humano a quien despreciaba en el mundo. Ni siquiera su rivalidad volvería a ser lo mismo una vez que decidieran arriesgarse en lo suyo.
Estaban jugando con fuego y podrían terminar quemándose.
Seto miró el techo del hospital, aburrido.
Por qué su vida estaba marcada por el dolor, sólo él recordaría todo al momento del final.
Joey no iba a estar eternamente así.
Era una amnesia temporal, no era algo permanente.
Joey se aclaró la garganta fuertemente, atrayendo de esa forma la atención del importante CEO.
Los ojos mieles demostraban afecto y preocupación, los de Kaiba, azules y penetrantes, estaban enfocando obsesivamente a Joey.
Quién hubiera adivinado esto, estaba seguro que ni el poseedor del collar del milenio sabía qué iba a pasar, más que ellos dos.
"Mokuba está actuando muy raro, no crees, Kaiba?" Preguntó Joey, poniéndose en pie sin mirar jamás a Kaiba, quien hacía todo lo contrario, no apartaba su mirada del cuerpo del cachorro.
No respondió, porque de hecho ni siquiera oyó al rubio, quien frunció el ceño. Estaba ignorándolo Kaiba? Aparentemente sí.
Alzó su mirada ambarina y se atrevió a establecer contacto con los ojos azules de Kaiba.
Era poderoso, más fuerte que su absurda rivalidad, mucho más poderoso que cualquier vínculo experimentado con anterioridad. Con cualquier otro ser humano, y estaban dispuestos a tomarlo.
Por mucho que doliese.
El amor duele¿no?
¿Por qué esta vez iba a ser diferente?
Ellos no eran una valiosa excepción, sólo dos chicos que buscaban consuelo, que necesitaban apoyo.
Uno abandonado desde siempre, el otro ignorado, uno un genio brillante pero solitario, el otro un buen amigo, pero en el fondo, también muy solitario.
"Vamos, Wheeler. Mokuba nos debe estar esperando."
Joey asintió y dio un paso en el justo momento en que Kaiba se volteaba a él, quedaron frente a frente.
"¿Pasa algo malo, Kaiba?" Quiso saber Joey, porque el castaño no estaba actuando igual que siempre. Se veía un poco tenso. Joey sólo quería llegar al fondo de todo eso y deshacerse de la curiosidad que le estaba matando.
Por supuesto, el hermoso CEO no planeaba lo mismo, así que sólo empujó levemente a Joey de vuelta a la cama, donde de un empujón un poco más fuerte, lo sentó.
"Tenemos que hablar, Wheeler." Fueron sus palabras.
El tono de voz que empleo y su mirada impenetrable le dijeron al rubio que algo no estaba bien allí. No quería sufrir tan pronto. Necesitaba más tiempo cerca de Kaiba¿Cómo iba a dejar su lado? No se creía capaz de realizar eso.
Por eso mismo, antes de oír la rotunda negativa que el CEO iba a darle, se decidió él mismo a darle un beso en los labios al castaño. Lo sujetó de su camisa y lo jaló hacia él, obligándolo a quedar semiarrodillado. Muy torpemente, sus bocas chocaron en un beso inexperto que envió descargas eléctricas por sus espinas dorsales.
Los ojos azules de Kaiba se abrieron en sorpresa ante ese hecho, sintiendo como los labios tibios del cachorro se presionaban contra los suyos deliciosamente, en un desesperado intento por retenerlo, aunque él no estaba luchando por soltarse.
Miró al rubio que seguía besándole tiernamente, con los ojos fuertemente cerrados. Muy concentrado en lo que estaba haciendo como para notar que los ojos azules, líquidos, de Kaiba, estaban examinándole minuciosamente mientras sus labios empezaban a moverse en una caricia casi imperceptible que consiguió su propósito: hizo estremecer al rubio quien sujetó el rostro del CEO entre sus manos, acunándolo con dulzura.
Para Kaiba eso era extraño, porque ése era su primer beso en todo el mundo y la idea de estarlo compartiendo con Joey era risible.
Si le hubiesen dicho que estaría aceptando gustosamente un beso del 'perro', ese sujeto habría sufrido los peores castigos del mundo por atreverse a decir eso, sin embargo, estaba sucediendo, y Kaiba sabía que los únicos dos que obtendrían un castigo serían ellos dos.
Así que, sin importarle las consecuencias, por el momento, cerró los ojos con fuerza y se dejó llevar, disfrutando del momento compartido con el 'perro', saboreando el aliento a miel del rubio, experimentando su dulzura, conociendo lo inexperto que todo era, pero tan profundo.
Tanto que daba temor.
Temor debido a un posible rechazo… eso no era algo predestinado a ser, y valía el riesgo, pero quizá no quedarían conformes jamás, por obligarse a no detenerse.
Joey se separó de él y bajó la mirada, avergonzado, pero jamás arrepentido.
El beso compartido dejó un cosquilleo en sus labios que le provocaba una sensación placentera en todo el cuerpo. No iba a negarse a esas reacciones en su propio cuerpo. Bastaba con sufrir debido al entorno que le rodeaba, el hecho que su vida era un martirio y que tenía amigos que en realidad no lo conocían tan bien como creían. No iba a culparlos, en realidad que no.
Su tormento era un paraíso cuando estaba con el CEO.
"Kaiba, yo no lamento esto… Quería dártelo antes que tú te deshicieras de mí." Explicó con un susurro dolido.
Su tono de voz estaba matizado de algo que nunca le oyó a Wheeler, algo que disfrutaba percibir.
El rubio estaba pensando exactamente lo mismo que él… que se iban a mandar al demonio.
Una perspectiva un poco cómica ahora que lo analizaba, al final de cuentas resultaba que ambos sentían ese subidón en medio del estómago al momento en que compartían una mirada o que sentían la presencia del otro.
Un montón de reacciones en su interior que les impulsaban a compartir, a no encerrarse en sus emociones.
Eso era lo que Mokuba quería? Bueno, iba a complacerlo, dándole una oportunidad al perro.
Aún así tenían que ser cuidadosos y mantener eso en estricto secreto, o al menos era lo que Kaiba planeaba, porque no quería que la intervención innecesaria de los amigos del rubio, y lo extremo de la dulzura de Mokuba, arruinaran aquel hermoso momento que iban a empezar a construir.
Aún arrodillado en el suelo, Kaiba le sonrió a medias al rubio.
"No importa, Wheeler, tenía que suceder." Argumentó.
No sonaba como el romántico del milenio, pero su voz estaba más suave que de costumbre, casi con el mismo tono con que se dirigía a Mokuba, pero obviamente sosegado.
"Qué?"
"Uno de los dos lo iba a hacer, tarde o temprano." Terminó.
Se levantó y se sentó al lado del rubio, sujetándole de la mano.
No quería que lo suyo fuera una mentira, pero no podía decirle toda la verdad porque sino estaría traicionándose a sí mismo. Tampoco quería perder la oportunidad de estar con Joey.
"Pero hay que llevar esto con calma." Pidió el CEO, no acostumbrado a lanzarse por instinto. Para él la lógica lo era todo, ahora estaba dándose cuenta que quizá en el plano sentimental eso no tenía importancia. "Y mantenerlo en secreto."
Vio como el rubio negaba.
"Te avergüenzas de mí?" Fue su pregunta, aún sonriendo, pero estando preocupado por la posible respuesta del castaño.
Vio como éste negaba.
Su mirada ablandándose notoriamente y su mano sujetando la de Joey con firmeza entre la suya, entrelazó sus dedos y disfrutó la calidez que emanaba todo el cuerpo del rubio.
"No, Wheeler. Sólo que necesitamos estar seguros de esto antes que sea motivo de conversación para los demás." Miró a Joey a los ojos. "Además, ellos podrían intervenir, y si no estamos seguros, no valdrá la pena."
"Eso lo sé, Kaiba."
El rubio se aventuró y decidió darle otro beso al castaño, un dulce beso en los labios que sirvió para humedecer los labios resecos de Joey.
"Gracias por cuidar de mí, Kaiba… te estaré eternamente agradecido." Un tercer beso, pero esta vez en su mejilla.
Tanto afecto demostrado a Kaiba, por parte de alguien que no era Mokuba estaba haciéndole sentir abochornado.
Oh, Ra! Eran sus mejillas las que estaban tiñéndose de un profundo rubor?
Desafortunadamente así era.
"No te preocupes, Joey." Dijo, si iban a iniciar algo, por lo menos lo más lógico sería utilizar sus nombres. Lo demás, acerca de compartirlo con el mundo, vendría después, cuando las cosas fueran un poco mejor… porque si Joey recordaba en una semana, su relación aún sería muy inmadura, y la intervención de alguien como Tristán haría al rubio odiar aún más a Kaiba. "Ése es mi deber."
"Estoy seguro que esto era lo que Mokuba quería." Susurró el rubio, poniéndose en pie, ayudado por Seto, quien lo sujetó un poco rudamente del brazo. "Oye!" Exclamó el rubio.
Entonces Kaiba alzó una ceja, curioso.
"Ése era el brazo que estaba vendado, Kaiba… qué poco tacto tienes!" Se quejó el rubio, mientras era halado por el castaño, rumbo a la salida del hospital.
"Así soy yo." Fue lo último que dijo Kaiba.
-
Mokuba sonrió cuando vio a ambos jóvenes entrar en la limosina, pero el silencio que le siguió, durante todo el trayecto de vuelta a casa, le hizo suspirar largamente. Los dos jóvenes que estaban frente a él eran un par de cabezas huecas y pretendían esconder sus sentimientos.
Por el bien de la sociedad o por miedo, allí estaba todo el asunto.
El pequeño Kaiba sabía cómo lidiar con asuntos de ese tipo, no era como si su hermano no acostumbrara a protagonizar regularmente las noticias, hasta el más mínimo invento hacía que la prensa acosara a los hermanos.
Dudaba que el hecho de aceptar una relación entre ellos fuera a ser distinto a como las cosas ya eran.
Se mordió la lengua para no decirle a su hermano lo que estaba pensando en ese momento; después de todo valoraba su vida, y a Seto, aunque fuera un testarudo que se aferraba a engañarse a sí mismo.
"De qué hablaron?" Preguntó, no conteniéndose más tiempo y con ganas de inmiscuirse donde no le llamaban.
Era su hermano mayor, era tiempo que él hiciera algo por Seto, no?
Si su hermano estaba acostumbrado a ser el protector y a sacrificarse por el bienestar de Mokuba, estaba siendo hora que el pequeño aprendiera a actuar como el protector y buscase la felicidad que tanta falta le hacía a su hermano.
Joey sonrió.
"Tu hermano no ha hablado mucho, a decir verdad." Respondió y se apoyó más en el mullido asiento, apartando su mirada del pequeño y decidiendo mirar a través de la ventana.
No iban a una velocidad muy rápida, por lo que Joey aprovechó a disfrutar la visión de la ciudad.
En todos sus otros viajes siempre estaba muy concentrado en el CEO, ahora ya no tenía por qué torturarse mentalmente. Sólo guardar el secreto, por muy tentador que fuera contárselo siquiera a Mokuba.
Obviamente le sorprendió que el CEO no lo compartiera con su hermano, especialmente cuando veían que por parte del pequeño de ojos grisáceos tenían todo el apoyo que pudieran desear, y hasta más.
Pero no cuestionó al ojiazul, no quería presionarlo demasiado y conseguir que éste se aburriera de él y su terquedad.
Lo era, no iba a negarlo, estaba descubriéndolo gracias a su punzante curiosidad, pero no iba a ejercer mucha presión sobre el castaño, quizá más adelante lo hiciera.
"Lo supongo." Mokuba miró de reojo a Kaiba, quien sólo se encogió de hombros.
A partir de allí, el resto del viaje fue en completo silencio.
-
De nuevo lunes, la rutina iniciaba de nuevo, y como Joey se negó a asistir al colegio, le permitió quedarse en la mansión, con la compañía de los del servicio. También le dijo que, si algo sucedía, cualquier cosa, podría llamarle a su teléfono móvil.
Era una pobre excusa para que Mokuba no sospechara y su falta de amabilidad con Joey, cuando estaba su hermano, le facilitaban las cosas; así nadie sospechaba que en el fondo, él y Joey estaba iniciando algo más serio, que definitivamente requería de la memoria de ambos para saber que no estaban cometiendo ningún error.
Pero ni el intelecto superior de Kaiba era algo con lo que pudieran controlar las emociones que lo embargaban.
El molesto sonido de la campana hizo eco en su cerebro, pero él ya estaba sentado en su asiento, leyendo un libro. Demasiado entretenido en su actividad como para notar la mirada fija de aquellos ojos violeta, grandes y expresivos, sobre su persona.
No iba a tomarle importancia, de todas maneras, aunque lo hubiese notado.
Aún estaba herido su orgullo por no haber sido el campeón de su propio torneo; todo 'Ciudad Batallas' resultó una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo, al final terminó cediendo Obelisk al milenario poder que poseía el faraón, o al menos lo que estaban diciendo… no que fuera a creerlo, estaba mucho más centrado en su futuro, su propio presente, que en una vida pasada.
Más que nada, su presente ahora estaba hecho un revoltijo, motivo por el cual todo aquel enigmático pasado que le unía al faraón no significaba absolutamente nada, al menos no para él.
El significado que Yami pudiera encontrarle era cuestión aparte, nada que fuera importarle a él.
Realmente, con el cachorro en un estado de amnesia, y ambos gustándose mucho, y en medio de una relación secreta, debía centrarse en su problema número 1, no quería darle un golpe bajo a Joey en el momento en que éste recuperase sus recuerdos; para él era suficiente ya el hecho de no recordar, pero saber que su padre le golpeaba y le obligaba a conseguir dinero para la casa, especialmente para comprar más licor, era lo desagradable de todo.
Suspiró.
Maldita mirada pesada, se dijo, al momento de alzar la vista y toparse con los ojos violáceos de su más grande rival, o al menos, de una parte de él.
«¿Qué demonios quiere Yuugi?» Pensó.
Tenía dolor de cabeza y soportar una aburrida clase de matemáticas, como primera clase, no entraba en su lista de favoritos… jamás.
En ese momento, raro en él, quería estar en casa, en compañía del cachorro y de Mokuba. Su hermano no se mostraría tan sorprendido si se enteraba que finalmente había cedido y abandonado todo rastro de raciocinio existente en él. ¿Qué sentido tiene luchar contra el mismo destino?
No que fuera a hacerlo, porque si todo iniciaba bien y Mokuba se entusiasmaba, al momento de terminar mal, Mokuba también sufriría cuando el rubio les retirase a ambos su amistad… y su rivalidad a Kaiba.
Le dieron a Joey en bandeja de plata, podría aprovecharlo mientras durase y no iba a involucrar a Mokuba, no le quería ver sufrir luego.
Jamás disfrutó nada en su vida, todo era pasajero y lo único que era permanente era Mokuba, pero su hermano no podía perder su vida por él, sacrificándose, renunciando a todos sus amigos.
No podía hacerle eso, prefería disfrutar un momento agradable con el perro, no le haría daño a nadie. Ambos lo deseaban¿qué podía salir tan mal?
No era lo que pensaba Yuugi en su lugar, mientras miraba de reojo a Kaiba, debido a que el profesor ya había entrado al salón y procedía a explicar un complicado método de resolución para un ejercicio que estaban resolviendo.
Casi nadie parecía conocer la respuesta, él no estaba prestando mucha atención.
Por algún motivo, en su mente no dejaba de dar vueltas su conversación con Yami, las palabras un poco egoístas que él le dijo a su parte oscura, sabía que era un poco posesivo, pero era, para él, lógica.
Joey siempre sintió cierta aversión por Kaiba, todo el tiempo estaban discutiendo.
Ahora, de súbito, Joey se mostraba tan feliz de estar con Kaiba que él se sentía como atrapado en la dimensión desconocida; no era agradable ver a alguien tan independiente como Joey, depender de alguien tan arrogante como Kaiba… y eso ya era pensar muy feo de la situación, especialmente porque era Yuugi, y él poseía un enorme corazón de oro. El problema era que él sabía muy bien que ni Joey ni Kaiba estaban tomando muy en serio la cuestión de la memoria, cuando todo giraba en torno a ello, porque era la causa principal por la que ellos dos estaban juntos, cuando todo indicaba en el mundo que más opuestos no podían ser, sería un insulto a la propia naturaleza intentar hacerlo un poco más.
Incluso sabiendo lo extremista que Kaiba podía llegar a ser.
Por Ra, si llego a organizar un torneo con tal de recuperar su posición de Campeón.
¿No podía Kaiba renunciar a la ternura de Joey, a su dependencia y a sus bonitos ojos color miel?
La respuesta golpeó de inmediato a Yuugi y se sintió enfurecer consigo mismo por no ser un poquito más obvio.
Era catastrófico, casi apocalíptico. A Kaiba le gustaba Joey, y lo más probable, por la actitud que estaba tomando Kaiba, tan defensiva y protectora, a Joey también debía de gustarle, y mucho, Kaiba.
Su amigo siempre basado en sentimientos, entregándose de lleno.
Cerró los ojos con fuerza, conmovido por la intensidad de lo que él mismo sentía por Yami; el amor siempre es tan claro y facilita muchas cosas, pero al mismo tiempo causa un dolor profundo, al menos a él sí, al principio, cuando no sabía que Yami sentía lo mismo por él. Después, las cosas fueron viento en popa.
«Por qué, Yami.» Le preguntó al ente que vivía en su interior; Yami podía materializarse fuera de su cuerpo, pero no era algo que hicieran muy a menudo en el colegio.
No seas tan crítico, aibou. Kaiba no puede ser tan malo. Sentenció el faraón, sin dudarlo un poco, a veces su hikari era tan altruista, tan bueno, tan… Yuugi, que él sabía que su preocupación a veces no tenía argumentos.
«Generalmente, soy yo quien te pide que no seas tan duro con Kaiba. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?»
Joey lo hizo. Fue la respuesta breve del faraón. Él está bien donde est�, no podemos bajarlo de su nube, Yuugi. No para traerlo a una realidad que es tan dura con él; Kaiba se ha vuelto en lo único que tiene, nosotros somos sólo una sombra de algo que él no quiere alumbrar… nos teme, como a su pasado mismo, aibou. Sólo ten un poco de paciencia. Pronto, Joey recobrará sus recuerdos y nosotros estaremos de vuelta en su vida. Se dio la oportunidad de tratarnos y nos acepta, pero no hay que presionarlo o nos volverá a expulsar de sus vidas. Hay que ser pacientes.
Un suspiro de Yuugi.
Te lo prometo, Yuugi.
«Gracias por no pensar que estoy exagerando.»
No, aibou. Yo sé que estás exagerando, pero también sé que es por un motivo muy justo¿no lo crees así? Es Joey.
-
Era el descanso, Kaiba se refugió de sus admiradoras en uno de los salones vacíos. Estaba sentado en una de las bancas, lánguidamente, hojeando sin ganas uno de sus libros… justo en el momento en que más necesitaba que alguien (Joey, especialmente), le marcara a su teléfono móvil, nadie lo hacía.
De repente, ni en KC le necesitaban.
Se dio cuenta de la mirada que le lanzaban los amigos de Joey, quizá a punto de preguntarle por el cachorro, pero él les envió un mensaje de Joey, y éste les pedía que no lo presionaran, ya eso le había hecho ir a parar de nuevo al hospital, porque se culpaba constantemente por no ser capaz de recuperar los pensamientos que antes se hacían tan naturales.
Aceptó a Yami y a Yuugi, los demás irían entrando paulatinamente en su vida, así que él no quería lidiar con los amigos de Joey haciendo papel de mártir mientras le rogaban que les dejase verlo.
Se frotó las sienes con firmeza, estaba agotado.
Joey tenía razón, aunque no se lo diría, pero el trabajo no era bueno en exceso. Antes le servía para no sentirse tan solo, Mokuba era su única compañía, ahora estaba también el cachorro.
Por él no estaba dando todo de sí en el trabajo, y se acostaba más temprano, así como se levantaba media hora más tarde, no mucho, pero al menos ya era algo, una ganancia, al menos lo que decía Mokuba entre susurros al rubio, y que él lograba captar.
Kaiba jamás vio a su hermano tan animado sobre algo tan insignificante como el hecho que ahora, cuando le daba tiempo, desayunaba con ellos.
He allí el motivo por el que su hermano sospechaba de la atracción que sentía por el rubio. Desde que llegó a la mansión, Kaiba estaba tomándose más tiempos libres y estaba más con ellos.
Qué ingenuo, Kaiba!
La sonrisa en el rostro de Mokuba valía un poco más de esfuerzo al final del día, pero no demasiado… quería ver al cachorro antes de irse ambos a la cama.
Unos pasos frente a él le hicieron apartar la vista de su libro, no prestó atención cuando vio que era Yuugi quien le veía fijamente, con los ojos entrecerrados de modo sospechoso.
Siguió su lectura, Yuugi tosió.
"Sigues aquí." Dijo, leyendo, o pretendiendo hacerlo.
"Quiero hablar contigo… sobre Joey."
Eso sí consiguió una respuesta por parte del CEO, quien levantó la vista y la posó de nuevo en el pequeño Yuugi, éste no parecía el mismo que siempre, se veía más decidido, menos amable y dulce.
"¿Qué quieres?" Fue su brusca pregunta.
Ése era Kaiba Seto, alguien un poco desagradable, pero a quien Yuugi aceptaba plenamente, no tenía derecho a cambiar a alguien que en realidad era así por lo turbio de su pasado.
"Me preocupa Joey." Dijo.
"¿Eso era todo? Porque Wheeler está bien, muy bien."
Definitivamente, Kaiba llegaba a ser la persona más odiosa del mundo cuando él se lo proponía, especialmente ahora que Yuugi quería tener una plática a gusto con él y él no dejaba de lado sus groserías, su altanería, y aquella pose tan arrogante que le caracterizaba.
Daban ganas de golpearlo con una de las sillas, o al menos a Yami, por ser tan irrespetuoso con alguien tan indefenso como lo era su hikari.
"Tenemos derecho a verlo, Kaiba. No puedes prohibirnos que vayamos a verlo… él es nuestro amigo." Reclamó Yuugi. "Además, él no está bien estando sólo contigo; le das esperanzas, le prometes algo que no podrás cumplir, porque cuando Joey recuerde, la única persona en quien se interese será Mai."
Kaiba no sintió absolutamente nada de compasión, ni por la desesperación que se veía en el rostro de Yuugi.
"Valentine no tiene absolutamente nada que ver en todo esto. El perro no quiere verlos, pero no sé cuál es la queja, tú y tu Yami no están en la lista, pueden hablar con Wheeler cuando les plazca, pero ésa es su decisión, yo no tuve nada que ver en ella. Si quieren pueden ir en cualquier momento a la mansión. Él mismo les pedirá que se marchen, yo no. El resto de tus amigos se verá herido cuando Joey les rechace. No me involucres a mí."
Yuugi cerró los ojos.
Eso lo sabía, porque Mai le dijo que Joey no quiso recibirla, que él le mandó el recado con la dama de llaves, y también le dijo que ese día Kaiba no estaba en la mansión, y Mokuba estaba en el colegio.
Joey en realidad no quería verlos, pero en el fondo era un alivio saber que para él Joey sí estaba disponible.
"¿Qué me dices de lo demás?" Preguntó. "Joey no es alguien con quien se pueda jugar, y eso es lo que tú estás haciendo en estos momentos, Kaiba, no quiero ver como juegas con sus sentimientos, porque él es mi amigo y yo lo aprecio, y porque Mai sí le ama."
Kaiba rió, burlón.
Yuugi retrocedió un paso, confundido por la actitud de Kaiba.
Además de insoportable era un poco anormal, siempre era diferente al resto de las demás personas, y a él (Yami), llegaba a parecerle tan golpeable.
"¿Lo sabes?" Preguntó, suave y pausadamente. "Eso es algo entre el perro y yo, no creo que a ti te interese en lo más mínimo¿o sí?"
"Joey es mi amigo." Afirmó Yuugi.
Hubo una negación por parte de Kaiba. "¿Tu amigo, entonces dejen de presionarlo, él no necesita eso ahora."
Se levantó de su asiento y pasó al lado del pequeño, quien bajó la cabeza.
"¿Por qué le das falsas esperanzas?"
Los ojos azul oscuro de Kaiba miraron al frente, incapaz de enfrentar al mejor amigo del rubio… sabía que bajo su escrutinio estaría perdido. No quería reconocer lo importante que era ahora, para él, la seguridad del cachorro.
"¿Kaiba?"
"Yo sólo le doy lo que él quiere¿no es lo justo?" Preguntó, su voz sonó un poco más suave y Yuugi ya no supo que pensar, Kaiba sonaba tan honesto, pero era Kaiba, y sus sentimientos por Joey no podían ser en ese sentido… quizá sí intensos, pero no afecto, él jamás lo demostró así en sus encuentros anteriores. "Además, el perro no va a sufrir cuando todo esto termine."
Yo sí.
"¡Claro que va a sufrir, Kaiba Kun!" Gritó Yuugi, casi histérico. "Si tú lo llegas a apreciar… más… Joey se va a sentir muy mal."
La risa de Kaiba, nuevamente le sorprendió.
"No lo creo, Yuugi." Dijo. "Sólo va a odiar que un Snob ricachón como yo sienta algo por él."
Yuugi abrió los ojos.
Era cierto, estaba siendo imparcial, y conociendo a Joey, estaba seguro que iba a tomar partida de todo aquello, aprovechándose de la situación al máximo, especialmente si Kaiba demostraba estar interesado, más allá de la forma física, en Joey y buscaba algo más profundo.
Menos mundano.
"Entonces, no lo hagan."
Kaiba siguió su camino, llegó a la puerta y la abrió, pero antes de salir miró al interior del salón y sus ojos se posaron en Yuugi.
"No puedo renunciar a ello… no quiero renunciar a ello."
-
Kaiba entró a su enorme oficina, estaba agotado física y mentalmente, y no comprendía por qué Yuugi había insistido en tener esa conversación con él, especialmente culparlo del asunto de Joey… él podía estar con el rubio, el problema estaba en el después.
Joey no sufriría, debido a que podría volver a su vida, comúnmente. Kaiba, sin embargo, se vería abandonado y solo, como él nunca quiso estar, y no quería creer que Joey estaba convirtiéndose en algo fundamental en su vida; el solo pensamiento le daba escalofríos y le hacía pensar que estaba volviéndose dependiente a alguien que en su vida era todo, menos estable.
Suspiró y se sentó en su silla giratoria, miró la pantalla de la computadora casi con flojera.
Lo que le dijo a Yuugi era verdad; en realidad no quería dejar de pensar en Joey, no quería renunciar a su presencia… Sí, estaba siendo irracional pero, qué tanto podría cambiar la situación de ser un poco más racional?
Era tan inverosímil.
Su hermano lo era todo para él, pero Joey significaba algo, eso era seguro, ya que le brindó apoyo, protección y la seguridad que nadie más le daba. La que toda su vida necesitó.
Kaiba sabía lo valioso que debía ser sentirse completo, o más lleno que antes, cuando recordaba, porque el vacío por la carencia de afecto de su padre era algo que nada más podía llenar. Ahora, el afecto de Kaiba y su cariño, no demostrado muy a menudo, era algo que le daba la fortaleza de seguir adelante sin andar presionando a su mente a recuperar los recuerdos ocultos bajo toneladas de neblina.
El perro no va a sufrir cuando esto termine. -Yo sí.-
Tan sencillo como lo que le dijo a Yuugi, y su frase que quedó implícita.
En una posible relación entre ambos, por muy frío que Kaiba demostrara ser, el único afectado en la relación era él mismo. Joey al momento de recobrar la consciencia, estaría tan indiferente a Kaiba que le valdría un pepino lo que le pasara al Snob ricachón.
El timbre del teléfono le hizo despertar de su ensueño.
"Llamada de Joseph Wheeler, Kaiba San¿va a tomarla?" Preguntó su secretaria, servicial.
El perro le llamaba a la oficina¿cómo si tuviera la necesidad de seguir volviéndose adicto al sonido tan suave de su voz, a la dulce inflexión que le daba a ésta cuando pronunciaba su nombre…? tan tiernamente, surgiendo de los sentimientos más que del interés.
Presionó uno de los botones, del intercomunicador, para aceptar la llamada.
"Sí, Carol, la voy a tomar."
En seguida, escuchó la voz rimbombante del rubio. Tan fuerte, pero al mismo tiempo, tan suave.
"Kaiba, no te estoy interrumpiendo¿o sí?" Preguntó, sonando precipitado, muy agitado.
Una leve sonrisa. "No, acabo de llegar a la oficina. ¿Pasó algo malo?"
Una risita de Joey, que le hizo sentir un escalofrío en todo el cuerpo, uno que no alcanzó a comprender.
¿Por qué no dejaba pasar al perro por su vida, como uno más entre muchos? Joey no significaba nada para él, al menos no Joey Wheeler, aquel arrogante y fastidioso duelista de quinta que siempre resultaba una enorme carga para Yami.
No debía caer por él, cualquiera menos él.
No él.
"Dijiste que podía llamarte si así lo quería. Sólo llamé para saludar." Le dijo y se detuvo, sólo escuchaba su respiración pausada por el auricular, como si estuviera nervioso o arrepentido de haberlo llamado.
Kaiba no dijo nada, no sabía qué decir.
"Si estás muy ocupado puedo llamar luego."
"No, está bien, Joey. Es que estoy un poco cansado, eso es todo." Se excusó, la verdad, estaba más que cansado, confundido.
Obviamente no iba a confesárselo al rubio, no llegarían a ningún lugar si ambos se mostraban confundidos con respecto a sus sentimientos, y se suponía que Kaiba debía brindarle un soporte a Joey, un apoyo… ser el consciente en la relación, especialmente por que Joey necesitaba de la compañía de alguien que conociera de él, cuando menos, de forma relativa, su pasado.
"Realmente, Kaiba, no quiero incomodarte."
Una negación. "Está bien, Wheeler."
"Joey, Kaiba. Llámame Joey." Pidió, Kaiba casi podía imaginarse el rostro sonriente del rubio. No dijo nada.
"…" Su desesperación iba mucho más allá que de costumbre, era incluso peor que la que sintió cuando se enteró que Pegasus tenía en su poder a su pequeño hermano. O cuando Malik mandó secuestrar a Mokuba.
Esa vez fue mucho más práctico, planeó una estrategia y fue tras su hermano, ahora no tenía ni la más remota idea de cómo reaccionar.
Joey le cortaba los pensamientos y no podía retomarlos. Era tan complicado la cuestión de los sentimientos, pero al mismo tiempo le brindaba un confort que jamás experimentó y que era placentero.
"¿Sigues allí?"
"Sí."
"Te oyes tan extraño¿pasó algo malo?" Le preguntó.
Su preocupación era casi tangible.
"Ya te dije que estoy cansado, Joey. Eso es todo, no tienes que preocuparte. Estoy bien." Aclaró.
Joey no dijo nada, y Kaiba supuso que no le creía.
"Bien, te hablo luego, Kaiba. Mokuba y yo te esperamos a cenar¿sí? No demores, por favor."
Tras una despedida breve, por parte de Kaiba, Joey finalmente cortó la comunicación.
Se frotó la sien.
No eran tanto mentiras, como él se empeñaba en decirse… era una extraña mezcla que ya no sabía distinguir entre verdades, mentiras y deseos, así como sueños inalcanzables.
Sólo esperaba que cuando toda esa locura terminara, su mente y su corazón no estuvieran tan afectados, de modo que él pudiera seguir adelante. Sí, si no podía tener a Joey después, lo mejor sería sólo seguir adelante con su vida.
Continuará…
Notas de autora:
Se los dije, ya incluí el YAOI. Están iniciando una relación y yo supongo que lo mejor es mantenerla en secreto, así que se la llevarán tranquila, porque a mí no me gustan los fics, donde empiezan una relación y al instante se lanzan por el sexo… NO! Además, no escribiré un lemon hasta que Joey recuerde, no vaya a ser que luego odie a Kaiba por eso. Y ya ven, para que no se quejen, capítulo largo… así van a tener para leer mientras termino el siguiente capítulo ni siquiera lo he empezado.
Vieron, incluí la conversación Seto-Yuugi-Yami, sin que alterase mucho el hecho que ya hay una relación. El fic avanza, chicas. No me puedo quedar más tiempo atascada.
REVIEWS.
Sehren Kou.- Hi, es bueno saber que hay a quienes les gusta mi fic. Debo decir que estoy de acuerdo contigo en lo que a la homosexualidad respecta. A mí no me parece malo si lo vemos desde el punto de vista en que tú lo planteas, además, es muy cierto el hecho que Dios busca armonía. Sinceramente yo no le veo nada de armónico al hecho que haya personas 0 tolerantes a la homosexualidad y que de hecho ataquen a las personas Gay. Yo por mi parte tengo incluso un muy buen amigo que es Gay, aunque él tiende a ser un poco libertino, no es algo que podamos componerle. Aunque últimamente tras el tema que discutimos con el profesor, me dijo que comprendía que el amor era muy importante… Ahora está empezando a ser un poco más centrado. Cuando le leí tu comentario, me dijo que no olvidara decirte que eres una persona muy sabia. Yo sólo diré que estoy muy de acuerdo contigo, mi profe casi pega el grito en el suelo cuando le mostré el review. Volviendo al fic, espero que este capítulo haya quedado bien y no las desilusione.
Sabrina.- Bueno, aclarado el punto que en mi fic no habrá lemon hasta que se resuelva lo de la memoria, te digo que no habrá un acostón de la noche a la mañana, además, yo lo veo como un proceso lento en el que tienen que ir aprendiendo a tolerarse… especialmente cuando Joey se recupere por completo de su accidente. Sobre tu comentario de la homosexualidad, yo entiendo, muchas personas piensan que todos los Gays son promiscuos, aunque no es así, hay gente que siendo heterosexual igual hace lo mismo. Gracias mil por el comentario, me sirvió mucho en otro debate en clases. Con el mismo profesor.
NaKuRucHaN.- Claro que Kaiba Kun no admite nada… Al menos ahora ya admitió que le gusta Joey, quizá no abiertamente, pero ya iniciaron 'algo'. Le dio un beso, Joey a Kaiba, pero hubo uno. Para que no digan que no cumplo mi palabra. Habrá lemon, chica, que de eso no dudes ni un instante, pero habrá que esperar un poco, lo más importante es que haya ese 'algo' que ya inicié a incluir. Y no, no eres morbosa. Eres una YAOI Lover.
Moogle.- Arigatou! A petición del pueblo, y la mía misma, he escrito la primera escena de beso del fic, y no la última. Obviamente Seto busca que quieran mucho de él… así que es trabajo de Joey apapacharlo. Y me fue bien en mi exposición, claro que mi profesor me miraba raro cada que yo decía que para mí no era algo incorrecto.
Forfirith-Greenleaf.- No hay pierde, amiga! Mira que a mí también se me descompuso mi Lena-Chan (nombre de mi PC Chan) y entiendo el dolor tan grande que eso puede llegar a ser. A todos les gusta ver a Kaiba confundido, porque en la serie siempre se ve tan seguro de sí mismo, y a todos les gusta explorar el lado sensible del CEO. El besito en la cabeza, fue señal de cariño. Ahora ya hubo un beso bien dado, que espero te haya gustado. Con este capítulo no demoré mucho, así que intentaré irme más relajada con los demás fics que tengo para prestarle atención en exclusiva a este, porque ya me gustó mucho la pareja. Nos leemos… muchos besos.
