Capítulo 19. Escapar.
Aunque corras, te escondas… no puedes "Escapar"
-ENRIQUE IGLESIAS… ESCAPAR-
Kaiba Seto, diecisiete años, niño genio, CEO de su propia compañía, atractivo y poderoso. Por qué demonios seguía pensando en Joey cuando podía tener a cualquier ser humano a sus pies?
Estaba empezando a ser consciente del poder que Wheeler tenía sobre él y no quería aceptarlo porque sería admitir una debilidad y un Kaiba, especialmente uno que ha sufrido un violento entrenamiento para suprimir las emociones, jamás admite que está equivocado, que siente o que es débil. Por eso mismo debía encontrar otra forma de continuar con Joey sin sentir más que atracción por él, porque si bien estaba seguro que sus hormonas actuaban cuando estaba en plena sesión de besos con Joey, también sabía que su corazón se aceleraba peligrosamente y su mente borraba cualquier pensamiento coherente.
Lo malo era que el rubio estaba recordando, aunque se lo guardara para sí; y cómo demonios lo sabía él? Obviamente no era empático como para adivinar los pensamientos de su rubia pesadilla, pero su sueño no era tan pesado y las pesadillas del rubio no eran silenciosas.
Miró por la ventana una vez más, quizá el enano de nombre Yuugi tenía un punto a su favor.
Para qué forzar las cosas de un modo en que a él no le convenían? Especialmente ahora que sabía el final de tan bonito romance estaba cercano. No era bobo, y a diferencia de cualquier otro ser humano, por mucho que quisiera a Joey no iba a arriesgarse a salir herido.
Toda su infancia estuvo matizada de sufrimiento, no iba a ser lo suficientemente estúpido como para ir él mismo a autotorturarse sufriendo el desprecio del perro al momento en que éste recobrase todos sus recuerdos.
Lanzó un suspiro prolongado al mismo tiempo que cerraba su laptop. A quién intentaba engañar fingiendo que estaba sumergido en un nuevo proyecto? No había nadie interesado en él en ese momento porque todos estaban muy ocupados terminando de arreglar los últimos preparativos de la presentación del último proyecto de Kaiba Corp, así que no tenía caso fingir que estaba ocupado. No estaba ocupado.
Mokuba, su hermano menor, lo único en lo que se ocupó hasta la aparición del cachorro en su vida, estaba empeñado en hacerles a los dos, él y Joey, admitir que se atraían el uno al otro, pero él ya no quería ni admitirlo a sí mismo porque auguraba muy cercano el final de toda aquella mentira que estaba construida tras el accidente del rubio.
Por qué no le dijo desde un principio: "Yo te odio, tú me odias"?
Quizá porque en el fondo nunca le odió.
No podía estar seguro ahora, porque sus nuevos sentimientos se cruzaban con los anteriores y no estaba seguro de absolutamente nada, para él, en ese momento, lo único que importaba era la hermosa faz del rubio, sus ojos miel, su piel pálida y el tiempo que le dedicaba.
Estaba absurdamente enamorado de un imposible, así como suponía el 'nuevo' cachorro, porque cuando recuperase sus vivencias, Joey iba a odiarlo como nunca antes, por haberse atrevido a estar con él de un modo en que sólo en su subconsciente, donde nunca se molestó en buscar, imaginó.
Pobre soledad que le envolvía e inocente corazón que iba a sufrir al momento de la separación, más de lo que estaba dispuesto a admitir.
El sonido de la puerta abriéndose le hizo alzar la mirada, que estaba fija en un punto de la oficina… en la esquina de aquella alfombra color arena.
"Está bien, Sr. Kaiba?" Fue la pregunta de su servicial secretaria al verlo con aquella mirada levemente confundida; su jefe no empleaba esa expresión nunca. Acaso estaba ella soñando? "Lo siento, Sr., allá afuera está buscándole su abogado, dice que las cosas salieron perfecto. Lo hago pasar?"
Un asentimiento, no estaba con muchas ganas de hablar.
La mujer salió de la oficina, confundida, porque Kaiba, el señor de la corporación estaba sumamente extraño.
A esa hora debía estar de mal humor, como todos los días, debido a la ineptitud del personal que no se adaptaba a la extenuante jornada que tenía que cubrir en la empresa. Estaba pagándoles una millonada, por qué se demoraban tanto en complacer sus gustos como empresario y mente maestra?
Le sorprendió ver como el castaño no la sacó casi a patadas de su oficina por no ser tan eficaz como debía ser.
Aún así disfrutó de esa inusual pose en Kaiba.
Muy raramente se le veía de buen humor, así que ahora que estaba cansado y no tenía ganas de rebatir nada era perfecto porque no estaba enfadado y enfurruñado.
Le indicó al abogado que entrase, Seto estaba esperándole y no le gustaba que le hicieran esperar.
"Dices que todo salió 'bien'?" Preguntó, en cuanto el abogado cerró la puerta tras él, sus ojos azules estaban posados en el rostro inexpresivo del apuesto abogado quien sólo asintió con una sonrisa que al instante desapareció.
"Así es." Respondió, estaba feliz de haber cerrado un caso que daba más que mala fama a Kaiba, a toda la corporación Kaiba y eso significaba menos rentabilidad en el negocio. "Todo salió como lo pronosticamos, así que no hay que tener ningún apuro, el Sr. Wheeler no se aparecerá por su vida en un largo período de tiempo."
Kaiba gruñó, no estaba tan seguro de aquello.
Una persona como le describieron al padre del rubio, que era un alcohólico, dependiente y apostador, no era alguien a quien se le confiaba una cifra con tantos ceros, confiando en que iba a durarle más de uno o dos meses.
"Sé que pronto querrá más dinero, no le daré ni un centavo." Fue la dura respuesta del CEO.
No iba a seguir pagando por Joey, porque se daba cuenta que el rubio no era un objeto y sentía que indirectamente estaba ofendiéndole, porque era como si comprara la compañía del rubio.
Quizá si fuera tan fácil, renunciaría a toda su fortuna.
"Lo sé, Sr. Kaiba, aún así no hay mucho que podamos hacer, salvo ofrecerle un equipo de seguridad al joven Wheeler… Quiere que llame a la gente necesaria para esto?"
Kaiba no asintió ni negó; sus ojos simplemente dieron la respuesta, obviamente quería que alguien le brindara la protección necesaria al rubio.
"Muy bien, Señor, yo me retiro, pero quédese sin cuidado porque hoy mismo habrá un equipo de seguridad encargado del joven Wheeler. Está de acuerdo con ello?"
"Por supuesto."
Cuando su abogado salió, cerró los ojos con fuerza y descargó un puñetazo en la superficie de su escritorio, sintiendo el golpe intenso en su puño cerrado… no quería mostrarse débil… pero estaba siéndolo y lo peor de todo era que su debilidad tenía nombre, y era el nombre de la persona que al principio de toda la historia él creyó que odiaba.
Por qué el destino jugaba tan cruelmente con él, como si fuera una ficha de ajedrez en un tablero enorme… Estaba a punto de perder, pero iba a encontrar la forma de llegar al rey del destino y darle un buen golpe inesperado.
Por qué empezó a sentir algo por el perro?
Por qué su hermano se empeñaba en hacerle ver que Joey podía llegar a ser beneficioso en su vida?
Por qué le abrió su corazón a alguien que, gustoso, iba a aplastarlo tras haberse enterado de lo ocurrido en su lapso de tiempo perdido?
Por qué estaba enamorado?
Podía ser muy inteligente, endemoniadamente sabio, pero para ese tipo de respuestas, estaba buscando en el lugar equivocado… en su cerebro, en vez de acudir a su corazón en busca de una solución que no le dañase tanto.
Pero así es la mente cuando está desesperada, sólo busca una salida fácil.
Mokuba miró de reojo a May y vio como Yuugi le sonreía al darse cuenta que en silencio estaba celoso por el hecho que el rubio aún no apartaba a la rubia de su lado. El pequeño sabía que Mokuba lo hacía por Seto, pero le parecía muy entretenida la expresión de sorpresa del pequeño pelinegro.
Finalmente, tras terminar de escuchar la explicación de May, sobre quién era ella, Joey la apartó de su lado, sonriéndole amablemente pero sintiéndose cohibido, porque debía admitir que la mujer era muy atractiva… a decir verdad, la palabra exacta era despampanante, pero Seto le seguía pareciendo superior en belleza.
Cómo fue que en su pasado salió con una mujer que en apariencia era tan superficial?
"Bueno, sólo hay que esperar a que llegue Tea." Dijo Tristán, quien llegó a mitad de la respuesta de May, mientras ella decía que se habían conocido en El reino de los duelistas, y que allí ella le enseñó unos cuantos trucos para ser bueno en el arte de los duelos de monstruos.
El rubio no creyó eso porque sabía por una fuente fidedigna que quien le enseñó todo lo que sabía había sido el buen Yami y que también puso mucho en la experiencia al enfrentarse con varios contrincantes.
Desafortunadamente, sólo podía pensar en aquel combate entre cuatro que sostuvo contra Kaiba, Yami y otro desconocido… alguien que en su mente no tenía nombre… como en ese momento la joven rubia.
"El pequeño Joey… JAJAJAJA." Su piel se erizó al oír la voz de aquel sujeto y al recordarse parado frente a él, en un duelo diferente a todos los que hasta ahora recordaba.
Había una poderosa niebla rodeando el lugar y su expresión de cansancio decía que su recuerdo estaba ubicado casi al final de aquel agotador encuentro.
Encontró rostros familiares, la mirada preocupada de Yami, vio a su hermana, a sus otros amigos… Todo estaba demasiado confuso y en su mente se formaba una cortina de niebla que no le dejaba ver muy bien a su alrededor.
Cerró los ojos con fuerza y se apretó el pecho, sintiendo que el aire se le iba ante la visión que estaba teniendo; de repente, su pasado pasaba ante sus ojos como un film al que le han aumentado la velocidad.
Era consciente de todo el sufrimiento que vivió al lado de su padre, de los enfrentamientos que libró, de las batallas con Kaiba… de esa absurda rivalidad, de la soledad que en el fondo le comía el alma, dejándole al descubierto, tan vacío, tan falso ante el mundo entero que le creía feliz.
Cayó de rodillas al suelo, llamando la atención de todos sus amigos, que inmediatamente le rodearon, intentando ayudarle, pero nadie como Mokuba quien se acercó y le sujetó una mano con fuerza, intentando infundirle un poco de comprensión a través de aquel gesto desinteresado.
"Estás bien, Joey?" Preguntó Yuugi, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho, a punto de salirse de su cuerpo.
Por qué el rubio estaba actuando de esa forma? Todos querían saber qué era lo que estaba sufriendo para poder ayudarlo libremente, pero todos sabían que el único que podía ayudarle no estaba entre ellos.
Dónde demonios estaba Kaiba cuando se le necesitaba?
Una explosión de recuerdos cruzó la mente del rubio, vio como la mirada azul de Seto Kaiba se posaba en él, estaban en la torre de duelos de Kaiba, en aquel extraño duelo de cuatro, todos contra todos.
Oyó su voz, hiriente y profunda.
"Tú no estás a la altura de mi torneo, Wheeler, porque eres el único que no tiene un Dios Egipcio en su baraja."
Le dolía ver el desprecio en los ojos de Kaiba.
"Nos vemos está noche en la tienda de juegos, Yuug. No te preocupes, por supuesto que iré. Cómo podría yo fallarte a ti, amigo?" Fue lo que le había dicho a su mejor amigo antes de colgar el teléfono y sentirse bien.
Su padre no estaba en casa, por lo que era libre de hacer lo que quisiera, no?
Finalmente iba a encontrar un poco de tiempo libre… Iba a convivir con sus amigos sin la imperiosa necesidad de volver temprano a casa, para evitar la paliza que de seguro su padre le daría por ser un hijo irresponsable.
Tomó su mochila y decidió salir a casa de Yuugi, por un día, estar libre de preocupaciones era algo maravilloso, por eso mismo iba a disfrutarlo como nunca antes, compartiendo su felicidad con sus amigos, sin que éstos sospecharan cuál era el motivo de su alegría.
"Eres un bueno para nada, Wheeler. Acaso no ves que Yuugi está haciendo todo lo posible por protegerte. Ha utilizado una de sus cartas para salvarte… una vez más. Por qué no te das cuenta que él tampoco te considera capaz?"
Las luces de aquel automóvil que iluminaron su esbelta figura, el golpe que le dio de lleno en el cuerpo, elevándolo del suelo… la brusca caída, cuando su cabeza golpeó duramente contra el pavimento… el charco de sangre y las últimas fuerzas que tenía, las que utilizó para sonreír, tristemente.
"JOEY? REACCIONA, JOEY!" Los gritos desesperados de Mokuba le hicieron sonreír una vez más.
Una secuencia de imágenes más cruzó por su mente, en todas ellas estaba con un atento Seto Kaiba que se preocupaba por él. No sabía si su preocupación era genuina, pero de algo estaba seguro… Quería revivir todos aquellos momentos, pero ya no sería lo mismo.
Estaba avergonzado de su comportamiento, y se sentía humillado al haberse visto atraído por Kaiba de esa manera. Por qué no pudo evitar sentir aquel cosquilleo en su interior por el CEO?
Ya no era el mismo Joey Wheeler que una vez fue, porque por culpa del destino estaba enamorado del mismo ser humano que le despreció y le hizo de menos todo el tiempo, haciéndolo sentirse mal.
Odiaba las humillaciones, y Kaiba le dio muchas.
Las lágrimas ahora brotaban de sus ojos, y él no era consciente de ellas.
Sintió aquella brusca sacudida que Tristán le dio, haciéndolo estar a punto de caer de bruces al suelo, pero el mismo Tristán le sujetó de la playera y le levantó del suelo.
"Joey." Le llamó, firmemente.
Cuando el rubio abrió los ojos, sacudió la cabeza y se limpió las lágrimas. Miró a todos los que estaban a su alrededor, la mirada confusa de May, la expresión preocupada de Yuugi. Vio que Yami le sonreía, aliviado de que estuviera bien.
Las lágrimas en los ojos grisáceos de Mokuba.
El ver el rostro del hermano de su amor imposible le hizo sentir un vuelco en el corazón, un agujero enorme en el centro de su estómago. Estaba aturdido, cansado y haber recuperado todo lo que en cuatro meses ansió y al mismo tiempo temió, era agotador para su mente, su alma y desgarrador para su enamorado corazón que se aferraba con fuerza a la idea de volver al pasado y nunca soltar su agarre en Kaiba, hasta que ambos se entregaran de lleno.
"Estás bien?" Fue la pregunta que hizo Yuugi, dando un paso en dirección a su amigo, pero el rubio retrocedió un paso.
Cómo iba a enfrentarlos después de aceptarse enamorado del CEO?
Por Dios! Estaba completamente perdido y no quería encontrar una salida, solamente quería esconderse del mundo entero.
La humillación de su padre en el hospital, y el hecho que le hubiese vendido por una cuantiosa cantidad de dinero le hacían sentir peor que basura.
Los ojos comprensivos del castaño se aparecieron en su subconsciente, pero no hizo nada por ir tras él, simplemente asintió a la pregunta del pequeño Yuugi, muy bruscamente quizá.
Pero no quería estar más tiempo allí.
Hizo lo único que podía hacer, dio media vuelta y corrió en dirección contraria al parque, quería encontrar un lugar donde meditar bien las cosas y quizá encontrar una solución a todo lo que estaba viniéndosele encima, especialmente aquel imposible amor que latía desesperado en su corazón.
Kaiba golpeó la pared y vio a su hermano abrazar aquel mullido cojín y enterrar en éste su rostro sollozante. También sabía que Mokuba se sentía culpable por no haber encontrado al rubio con ayuda del equipo de seguridad, pero lo que más le molestaba era que creía saber el motivo por el que el rubio hizo todo eso.
No se necesitaba su intelecto para llegar a una conclusión que era la más acertada; en ese momento estaba seguro que si exponía su teoría, no iba quedarle duda ni a la cabeza hueca de Gardner de que era cierto lo que él decía.
Wheeler había recuperado la memoria.
Cómo sobreponerse a algo así?
Sabía que el rubio estaba escondiéndose por vergüenza a lo ocurrido entre ambos en esos maravillosos cuatro meses que compartieron en la mansión. Alguien como el cachorro no iba a quedarse callado.
Lo malo de todo era que él ahora no sabía cómo iba a continuar sin la alegre presencia del perro en su vida, sin sus sonrisas, sus besos suaves, las caricias y los abrazos nocturnos, cuando el rubio empezaba a tener sus pesadillas.
"Vas a mandar a algún equipo por él?" Fue la siguiente pregunta que hizo el pequeño, tras preguntarle antes si tenía alguna idea de dónde encontrarlo.
Kaiba negó, apartándose el flequillo de la frente, para sentirlo caer de nuevo sobre ésta.
"Por qué?"
"Él no quiere que lo busquemos, Mokuba." Dijo, dejándose caer en el sofá, completamente derrotado en su interior, aunque no lo expresara. Para qué iba a dejar que el mundo supiera que estaba enamorado… no era lógico. "Si va a hablar con nosotros, él nos buscará."
Limpió las lágrimas en el rostro de su hermano y se levantó de su lugar.
"Voy a ducharme, es hora que tú te vayas a la cama, Mokuba." Dijo el CEO, menos firme que de costumbre.
"Seto… entonces, Joey ya recordó?"
Vio las lágrimas en los ojos de su hermano y se sintió terriblemente mal por él, porque finalmente su hermano no estaba solo en la mansión, porque había encontrado alguien con quien compartir cuando Seto estaba tan ocupado en las finanzas de su compañía, y ahora, nuevamente estaba solo.
"Así es, Mokuba." Dijo. "Pero no te preocupes, las cosas se resolverán pronto."
El niño limpió su rostro.
Quería creer eso, pero no sabía si en verdad las cosas iban a estar bien.
Por eso no hizo ningún comentario más.
Conocía muy bien a Seto y aunque no lo dijera ni lo expresara era obvio que iba a extrañar la rimbombante presencia del rubio quien, en una vida tan pacífica y sedentaria como la del CEO, era un gran alboroto.
Una sonrisa adornó sus labios al saber que su hermano sí iba a extrañar al rubio; era bueno saber que su hermano era capaz de amar de una forma diferente al amor fraternal que siempre sintió por él.
Cerró la puerta tras él y lanzó las llaves a aquella pequeña mesita que estaba en medio de la sala.
El poco dinero que tenía en sus bolsillos le había servido exactamente para pagar una semana en aquella habitación de aquel sucio y viejo motel. No era lo mejor, pero al menos estaba lejos del maltrato físico y emocional de su padre y del desprecio de aquel por quien estaba tan enamorado.
Ironías del destino, no?
Se quitó aquella chaqueta verde que estaba usando y la lanzó al sofá viejo que estaba allí dispuesto.
Aún le dolía la cabeza y no podía creer que en cuatro meses hubiera roto la capa de cristal del CEO y hubiesen iniciado una relación, aún con el temor de que ésta no durase mucho tiempo.
Rió, tristemente.
"Por qué sigues pensando en eso?" Se dijo, limpiándose las lágrimas que estaba empezando a derramar.
Kaiba quizá no estaba tan preocupado por él, quizá sí.
No quería pensar en él en ese momento, porque le dolía imaginar que en ese momento el CEO estaba feliz de verlo desaparecido de su vida, y no quería sufrir, estaba harto del sufrimiento.
Se sentó en el sofá.
Iba a recuperar su trabajo en el periódico, porque iba a necesitar dinero para sobrevivir, especialmente ahora que ya no iba a vivir en la mansión Kaiba, donde le trataban como un rey.
También tenía que empezar a pensar en una forma de hablar con Kaiba, una que no fuera muy humillante para él, ni muy incómoda para ninguno de los dos.
Caminó hasta la pequeña cama que iba a ocupar para dormir y se abrazó a la almohada, enterrando allí el rostro, escondiéndose mientras lloraba amargamente porque estaba solo.
Recordó su primer beso con Kaiba, sorpresivo, en el hospital, y también rememoró el último, el que le dio antes de salir con Mokuba al encuentro con sus amigos.
"Buenas noches, Seto."
Simultáneamente, en su habitación, Seto Kaiba hizo lo mismo.
Mirando por la ventana, en algún punto lejano de la ciudad, debía estar su cachorro.
"Buenas noches, Joey."
Continúa…
Notas de autora:
Les gustó? Fue muy complicado? Muy confuso? Lo que sea que hayan pensado, ustedes escríbanme sus dudas, yo las contesto. Bueno, para no alargar más las cosas mejor le cortaba allí el asunto de la memoria, ya vienen otros problemillas que serán de fácil solución, espero.
Ya se acerca más rápido el lemon, porque habiendo recuperado la memoria, sólo falta que vuelvan a juntarse.
REVIEWS.
Forfirith-Greenleaf. Que bueno que te haya gustado el anterior capítulo. Bueno, ya no habrá más recuerdos, porque ya los recuperó todos… mi amiga está bien, aunque ahora le tiene fobia a los caballos… Bueno… siguiendo con el fic, espero que también este te guste. Nos vemos pronto y te cuidas mucho, eh! Besos.
Sehren Kou. Ya ves que todo se terminó, finalmente me salí del asunto de la memoria. Bueno, concuerdo contigo… yo también detesto a May, quien no. Sobre tu pregunta, sí, Yami y Yuugi tienen una relación, es sólo que no la he tratado muy a fondo. Bueno, no más preguntas sobre su memoria, porque ya recuperó todo. Y no te preocupes, no me aburres. Nos leemos pronto. Ciao.
NaKuRucHaN. Gracias por el review, pero hey, no viene la página, creo que el formato de los reviews por parte del administrador de la página no permite que salgan links. Así que será otro día, al menos ya tengo el nombre, no? Gracias por todo.
Kendra Duvoa. Mi mente no es truculenta, bueno, un poquito, pero por el momento ya Joey recobró su memoria. Ahora sí inicia el conflicto del fic. Gracias.
Kishe. Gracias! Bueno, ya está, Joey ya sabe cómo iba todo con Seto Chan, quien por cierto va a tener un mal momento con todo eso. Y sí me castigo, porque un seis no se ve bien, además yo no soy muy fanática del TV, así que me quedaba el Internet. Nos leemos.
Aguila Fanel. Bueno, May va a intervenir ahora, especialmente porque Joey ya recordó, pero no te preocupes, las cosas van a resultar bien para mis dos chicos adorados. Que bueno que te esté gustando el fic… me inflaste un poquito mi ego, jeje… no, muchas gracias. Bye.
