Draco jugó bien sus cartas en la guerra y, ahora que la luz casi ha ganado, es de sus mejores agentes. Por eso le confiaron la valiosa misión de recuperar la única arma que podría derrotar al Señor Oscuro; sólo que no contempló el caer por ella. O por él, mejor dicho. Slash.

Mi accidentado regalo de cumpleaños a Luadica. Para bien o para mal (Jo, me encanta como suena esa frase XD). ¡Felicidades!


Química en tres patadas

La segunda patada: Enlaces (…es que no puedes mezclarlos.)


"He calls the mansion not a house but a tomb.
He's always choking from the stench and the fume.
The wedding party all collapsed in the room.
So send my resignation to the bride and the groom."

My Chemical Romance— To the end

"Él no llama casa a la mansión sino tumba.

Siempre se está ahogando con el hedor y el humo.

La recepción de la boda se colapsó toda en el cuarto.

Así que manda mi resignación a la novia y el novio"

My Chemical Romance—Al final


James despertó con la molesta sensación de tener a alguien martillando sobre su cabeza. Rodó sobre la superficie blanda en la que estaba (su cama o eso creía) hasta que chocó contra algo blando.

Algo blando que respiraba…

Perezosamente abrió los ojos… ¿Qué demonios hacía un reflector sobre su cama¡Esa maldita luz era infernal!

— Mmm—escuchó la voz femenina un segundo antes de que unos coquetos ojos azules aparecieran en su campo visual— eso fue… increíble

Frunció el ceño. El delineador de la chica estaba en todas partes menos en sus ojos.

Y no tenía ni idea de a qué se refería.

La chica rió, incorporándose (¿Por qué estaba desnuda?), para mirarlo entre la melena rubia despeinada (¿Otra rubia?).

— Te dije que no te metieras tanta cosa, cielo. De seguro no recuerdas ni cómo me llamo…

James se levantó también, notando que compartía la desnudez de la chica se pasó una mano por el encrespado cabello azul.

— Francamente—graznó, su voz sonaba horrible— estás en lo cierto. Ni idea tengo…

Contrario a lo que esperaba, la chica rió alegremente.

— Y no era de extrañar—comentó, sentándose en la cama y palmeando un lugar junto a ella para que él la acompañase.

Se sentía algo ridículo, conversando completamente desnudo con otra chica completamente desnuda. Pero aún así se sentó junto a ella.

— Bien, cielo. A ver si haces memoria… yo soy Hanna.

¿Hanna¿Anna¿Danna? Nada.

Negó con la cabeza.

Ella suspiró— ¿Todas las noches eres así?... Digo, tan farmacodependiente—Y ahora lo asombraba a él al usar una palabra tan larga. No lucía muy inteligente, la verdad— No que me queje… creo que lo que hiciste no lo podía haber hecho un hombre en sus cinco sentidos—soltó una risita pícara.

Honestamente, James prefería quedarse con la duda de a qué se refería.

—De cualquier forma—continuó la chica, sin importarle (aparentemente) la cara de resaca que tenía él— ¿Me llamarás cuando vuelvas por Los Ángeles?

¿Los Ángeles¿Cuándo había llegado él a Los Ángeles?

— Claro—contestó.

La chica le besó en la mejilla y, como una exhalación, se vistió para desaparecer de su vista.

Él se frotó las sienes en cuanto la chica se hubo marchado. Tenía un espantoso dolor de cabeza. Horrible. Colosal.

Caminó hasta el cuarto de baño, recordando ligeramente que estaba en un hotel. Pero uno muy bueno, a juzgar por la calidad del azulejo en la ducha.

Y porque había todo un botiquín tras el espejo del lavamanos. Agradecido (y aún desnudo) se metió dos aspirinas, con la ligera impresión de que tenía un cóctel de drogas circulando por su torrente sanguíneo.

Se dejó caer otra vez sobre la cama, tratando de ignorar el denso olor a sexo y deseando que el ácido acetilsalicílico hiciese su trabajo lo más rápido posible.

Conforme transcurrieron los minutos, la mente comenzó a aclarársele, el dolor amainó un poco y los recuerdos regresaron.

Estaba en Los Ángeles porque Em les había convencido para grabar un disco. El primer disco de Química con sus seis integrantes.

Bufó al aire.

Y ya casi lo terminaban. Tres meses de grabación (si es que Emily Pissant era una maniática perfeccionista), más seis en los que la castaña se había dedicado a componer canciones y probar sonidos con todos los instrumentos manejados por ellos.

Nueve meses de infierno… y aún faltaban las cubiertas del álbum.

Gruñó frustradamente, al tiempo en que sonaba el teléfono. Estiró un brazo para descolgarlo.

— ¿Diga?

— ¿Señor Halliwell?—la voz de una empleada al otro lado de la línea— Tiene un recado de la señorita Pissant

— ¿Em¿Qué quiere ahora?

— Arrm… dice que ha tratado de llamarlo a su celular y a su habitación, pero que no contesta. Y que si no está con ellos en 15 minutos pues… ah.. —la empleada carraspeó— dijo algo desagradable sobre su madre, señor.

— Mi madre está muerta—contestó él con voz neutral… y algo rasposa (pero sólo por la resaca), para luego colgar.

¿Por qué tanta prisa?

Se levantó de un salto¡Las cubiertas¡Ahora era el día en que iban a tomar las fotos para el diseño del cd!

Y ya no tenía tiempo ni de ducharse…

Corrió por toda la habitación, buscando algo de ropa limpia. Bajo un montón de camisetas sucias encontró su maleta (jamás desempacaba cuando salía) y, desesperado, trató de sacarle algo decente que vestir. Al fondo estaba una camiseta y en una bolsa lateral encontró unos bóxers. Ni hablar, recogió un pantalón que estaba arrugado entre la cama y la pared, ése tendría que ponerse.

Ahora¿Dónde demonios estaban sus malditos tennis?

Los buscó en el suelo, revueltos entre la ropa, pero sólo encontró un converse morado (se lo hubiera puesto, pero era sólo uno). Bajo la cama encontró otro negro y, en vista de que no hallaría nada en ese desastre, se los puso así.

No estaba tan mal, trató de convencerse. Su camiseta era morada con líneas negras. Y el pantalón también era negro… ¿Por qué no podía llevar calzado negro y morado?

¿Y de cuándo a acá le importaba tanto la ropa?

Alguna parte malvada de su cerebro quiso gritarle una respuesta, pero sofocándola con molestos pensamientos sobre llegar tarde y ser aplastado por una Em del tamaño de un troll, acabó por callarse.

Se mojó el cabello, pero ni siquiera trató de peinarse. Sabía que era inútil, así que corrió (tras cerrar la puerta de su habitación) por todos los pasillos hasta llegar al elevador.

Aplastó el botón, pero tardaba mucho. Desesperado corrió hasta las escaleras y, de dos en dos, las bajó hasta llegar al primer piso.

Gracias al cielo tenía buena condición física.

— ¡Señor Halliwell!—le gritó el recepcionista— ¿Desea que llame un taxi?

Llegó hasta la puerta principal, afuera estaba un taxi.

— Sí, consígale uno a ese señor—señaló al hombre que se acercaba al taxi que estaba viendo—porque yo me voy a ir en ese

Dicho y hecho, el pobre hombre no supo más que le habían quitado el transporte. Uno de esos chicos raros le había quitado su taxi.

— ¿A dónde?—preguntó el conductor con voz monótona.

— Reid Park, Ramada 16—contestó, sin respiración.

— Claro—murmuró el hombre, antes de echar a andar el auto.

James se recargó en el asiento, pensando profundamente en la noche anterior. Em les había prohibido estrictamente que se desvelaran, "para lucir lo mejor que puedan" había dicho.

Pero él, como le sucedía muy a menudo últimamente, no había podido quedarse encerrado sólo con sus pensamientos. Y tampoco tenía ganas de irse con los demás chicos a ver películas y hacer guarradas (¿Tener que verle la jeta a Malfoy más de lo estrictamente necesario?… ¡Ni loco!), así que decidió desobedecer.

Ésa era la única constante en su vida, tuvo que reconocer muy a su pesar. El desobedecer.

Aquella noche, precisamente, desobedeció marchando a un antro de mala muerte. Armado con una fuerte cantidad de efectivo, consumió alcohol, anfetaminas, estimulantes y toda clase de narcóticos hasta que despertó con Hanna en la cama.

Y lo peor de todo: no era la primera vez (dudaba, también, que fuera la última).

Lo único que no lograba entender era por qué castigaba tan fuerte a su cuerpo, sabía que el inmenso torrente de magia que circulaba por él era lo único que le mantenía a salvo de empezar a convulsionar por una sobredosis, como lo hubiera hecho cualquier persona.

— Ya llegamos—anunció el taxista, al observar que su pasajero no reaccionaba.

James sacó un par de billetes de su bolsillo y se los tendió al hombre, con la mano temblorosa.

Quizá su magia comenzaba a dejar de solaparlo.

El hombre tomó los billetes y, soltando un nervioso "quédese con el cambio" James bajó del taxi.

La luz del sol casi le deja ciego.

—¡James!—escuchó que alguien ladraba a su lado—¿Dónde demonios te habías metido?

Emily.

— Por ahí—contestó, haciendo que la chica bufara exasperada y se marchara "para no hacer cosas que luego pudieran retrasar el trabajo, como matar a uno de los integrantes del grupo".

El Reid Park, Ramada 16 resultaba ser para colmo de males un simple parque. Árboles, plantas y la naturaleza haciendo de las suyas. Aunque con tanto camión y utilería que habían traído se afectaba un poco la imagen de reserva natural.

— ¡Jamie!—uno de los gemelos lo enfocaba con el lente de su handycam.

— ¡Ay no¡Aleja ese aparato infernal de mí!

— Pero Jamie… si es para el recuerdo… dinos por qué no llegaste temprano

­— Me quedé dormido—contestó, evitando un suspiro de resignación y poniendo su mejor cara de publicidad— y tuve que saltarme la ducha

— Tú siempre te saltas la ducha—comentó Kyle, recién salido del maquillaje— te toca

Le sacó la lengua al pelinegro para luego correr con Debbie, quien le esperaba con un bote de fijador para el pelo en mano.

— ¡James¡Santo cielo¡Mira esas ojeras!—chilló la chica, indignada— ¿Cómo crees que vas a lucir en las fotos si te vienes así?...

— ¿Cansado?—preguntó, haciéndose el que no sabía nada.

Debbie le dio un golpe en la cabeza.

— Déjame verte bien—dijo, suspirando— no tenemos tiempo que perder

— Tú mandas, Deb

— Bien. La ropa pasa… aunque hueles a table dance

— ¿Has estado en un table dance?—Otro golpe en la cabeza. La chica continuó como si no hubiese hablado.

— Y tu pelo siempre ha sido cooperativo para este tipo de peinados—comentó, pasándole un peine por los alebrestados cabellos para terminar de levantarlos y rociarlos con una gran cantidad de spray— me gustas… siempre estás desafiando la gravedad

— Gracias, creo

— Pero tenemos un gran problema: la cara—sacó una caja repleta de cosméticos— creo que puedo neutralizar las ojeras con corrector…—rebuscó en la caja hasta sacar un pequeño tubo, que aplastó hasta sacarle una diminuta cantidad de crema amarillenta para untársela bajo los ojos— ¡Ja!—exclamó triunfantemente.

Él se miró en el espejo, para notar que ahora tenía enormes círculos blancos en lugar de los morados bajo los ojos.

— Esto… Deb….

­— Calla, me falta lo demás— sacó otro montón de cremas y se las fue embadurnando una por una hasta que perdió la cuenta.

Entonces sacó un lápiz negro con el que le delineó los ojos y le pintó las cejas. Le echó, también, unos polvos extraños en los párpados y en toda la cara.

Lo siguiente que sintió fue una especie de labial presionando sobre su boca.

— Bingo… deberías estar orgulloso, eres toda una obra de arte—declaró finalmente la chica.

James quiso protestar por el exceso de maquillaje, pero al ver la mirada asesina de la chica desistió. Total, qué más daba.

— Gracias Debbie

— De nada—sonrió.


Draco maldijo mentalmente su suerte, otra vez, sin perder la sonrisa afable que lucía para su interlocutora. Nueve malditos meses atascado en el infierno muggle y no podía lograr compartir más de tres frases con el estúpido de Halliwell.

Así no podría lograr su misión.

Y odiaba estar atorado en ese grupo muggle, bajo el mando de la tipa esa que no hacía más que pensar en música, música y más música.

— …por eso fue que acepté unirnos a la gira Dessens sin preguntarles a ustedes. Esa compañía hizo mucho por nosotros cuando recién comenzábamos y siento que se los debemos… además, no nos vendrán mal las fechas en Europa¿Sabes?... podríamos tomar vacaciones después de que acabemos en Londres.

— ¿Londres, dijiste?—preguntó Kyle, con su usual expresión de calma.

— Sí, no recuerdo los días pero los lugares son Milán, París, Wellington, Madrid y Londres.

— Entonces vamos a Inglaterra—Draco sonrió ampliamente y, por primera vez, con sinceridad. Al fin una luz en su camino.

— Claro, pareces emocionado por regresar a la Gran Bretaña—Emily sonrió a Kyle, en un gesto de algo parecido a la complicidad.

El pelinegro se limitó a arquear una ceja en algo que expresaba lo obvio del asunto.

— Oh, no sabes cuánto…—comentó el rubio, con los ojos brillantes.

— ¡A ver¡Los quiero a todos aquí que se nos va el día, niños!—exclamaba un hombre en sus primeros treinta, pero bastante estirado— ¡AL CENTRO, AHORA!

— ¿Y tú contrataste a éste tipo?—le preguntó Kyle a Emily, frunciendo el ceño.

La chica se encogió de hombros, poniendo una expresión de fingida inocencia en el rostro moreno.

— Es el mejor en el negocio—comentó casualmente, para luego moverse hacia donde estaba el susodicho.

— Y si la fotografía no funciona—le dijo Kyle a Draco, mientras seguían a Emily— siempre puede probar la milicia…

Draco sonrió de medio lado. Humor muggle, supuso.

El tipo que les gritaba se presentó como Rodrigo De la Rúa.

— Su fotógrafo del día, pero no su esclavo—sentenció— ¿Estamos todos?

— Falta Jamie—dijo uno de los gemelos, el que llevaba ese extraño aparato muggle que (según le habían dicho) grababa imágenes y sonido.

Emily bufó, mientras De la Rúa le miraba furioso.

— Señorita Pissant, cuando accedí a realizar este trabajo las condiciones que acordamos fueron muy claras…

— Lo sé, Rodrigo y me conoces. También conoces a James—suspiró— no sé qué le pasa

De la Rúa se encogió de hombros— Creo recordar que él "Sabe cuidarse solo a la perfección" y—miró hacia su derecha— hablando del rey de Roma…

James apareció, corriendo como una exhalación, al lado de De la Rúa.

— Hola chicos, hola Rodrigo… ¿Llego tarde?—sonrió inocentemente, con los labios de un increíble tono carmín.

— Como toda la vida—suspiró de la Rúa— siempre dándote a desear¿Ah?

James se rió, cruzándose de brazos— ¿Yo?

— Sí, tú—contestó Rodrigo, inclinándose hasta casi rozar al chico— ahora¿Podemos empezar?

— Cuando quieras—le contestó, sin perder la sonrisa.

Vaya episodio más extraño.

— Gracias—regresó a su posición inicial— vamos a hacer algo muy sencillo primero… quiero que se acomoden aquí…

Obviamente, Draco Malfoy jamás había estado en una sesión fotográfica. Pero aún así se sintió como pez en el agua.

Si acaso podía quejarse de que lo estuvieran mandando (No, así no… rubio, ponte de perfil. Muévete a la derecha, sonríe más. Ahora pon cara de enojo, no, mejor de espanto) pero sentía que eso era lo suyo, o como le había dicho De la Rúa "Rubio, la cámara te adora".

Y Draco se podía sentir orgulloso, al parecer había contribuido bastante a que las fotografías se convirtiesen en un verdadero trabajo artístico.

Por allá de las seis y media de la tarde, De la Rúa les informó que habían "acabado la tarea del demonio", les deseó suerte, les dijo que llamaría cuando tuviera los primeros bocetos para decidir el tema del disco y se largó.

Entonces Draco se había sentado en una no muy elegante silla de plástico blanca y se había tomado todo el contenido de una botella de agua en un solo trago. A su lado, Paris Lewis le imitaba.

— Ese De la Rúa es un perfeccionista—murmuró el rubio.

— Ahora sabes por qué es amigo de Em—contestó el otro, estirándose perezosamente.

— Supongo—concedió Draco— aunque es un tipo extraño… no sé, me pareció algo raro. Como si estuviera flirteando con Halliwell o algo así—se encogió de hombros.

Para su sorpresa, Lewis soltó una carcajada.

— ¿Qué es tan gracioso, eh?

— Ah nada. Bueno, es que Rodrigo no "como que estaba flirteando con Halliwell o algo así"—el castaño esbozó una sonrisa torcida— lo que pasó ahí fue que Rodrigo flirteó con James

Muy probablemente Draco debió haber puesto una mueca rara, porque Paris le miró con una ceja arqueada.

— ¿Eres homofóbico, Daniel?

Ahora fue el turno de Draco para reír (aunque algo medio histéricamente).

— Oh, por favor… no es eso. Y para responder a tu pregunta: no, no lo soy. Lo que pasa es que—sacudió la cabeza— no sé, Halliwell no luce como alguien con quien puedas flirtear, ya sabes, sin que te arranque la cabeza de una mordida

Paris rió, de nuevo, pero sin ápice de mala intención.

— Qué cosas dices, hombre. Y no se qué manía tienes con los apellidos de la gente…

— Soy británico—interrumpió él— así somos… ¿Decías?

— Que eres raro. Y que si en algo puedes atrapar a James, es en el corazón—se rascó la cabeza— y nunca mejor dicho, mira, conozco a James desde hace algunos años… aunque la que más le conoce es Em. De cualquier manera, jamás he visto a alguien que se preocupe tanto por sus parejas, o ex parejas.

— Creo que me perdí… ¿Exactamente a qué te refieres?

Alerta, Draco, aquí puede haber algo útil.

Lewis sonrió de medio lado—Supongo que no se puede contar la moraleja sin haber explicado la fábula. En fin, que si alguien inicia una relación con James… es como llegar a suelo seguro; el chico jamás te dejará pasar dificultades en la vida.

— Vaya, casémonos todos con Halliwell entonces—no pudo evitar burlarse.

— Sabía que dirías algo así. Te daré un ejemplo más claro… hace algún tiempo, Jamie salía con esta chica… amm… Brianna. Bellísima, morena con unas piernas hasta aquí—se señaló los hombros— pero eso no viene a cuento. El caso es que Brianna y James atravesaron la etapa del ensueño y, para cuando llegaron al punto del desencanto (ya sabes, ese punto en donde te chocas con todos los defectos de tu pareja), apareció un chef italiano increíble en el restaurante de Brianna, se llamaba Kit o algo así, e hizo que James cayera redondito por él

— Espera, espera, espera—dijo, arrepintiéndose al segundo por haber sonado como Hermione Granger— Dijiste que Halliwell salía con esta chica¿Pero luego se fue con el tipo?

— Ajá, James es de los que juega para los dos equipos… ¿No te habías dado cuenta?

Draco se encogió de hombros— No me fijo en esas cosas.

— Como digas—murmuró el chico, lanzándole una mirada de incredulidad— Lo que pasó entonces fue que Brianna se puso mal, porque claro que acabó descubriéndolos… y de una forma no muy sutil (no preguntes). La chica reaccionó pésimo, porque verás que resultó tener enormes complejos que acabaron haciendo que se culpara de lo que había pasado. Necesitó mucho psicólogo… ¿Y quién crees que se hizo cargo?

­ — Halliwell, supongo

— Exacto. Luego el chef se le reveló por estarle prestando tanta atención a la ex y yo no sé cómo, pero James se partió en dos para estar con Brianna y el italiano al tiempo en que seguía con el grupo. Hasta que el italiano encontró pastos más verdes y Brianna superó la crisis.

Draco arrugó la nariz. Eso era demasiado Gryffindor para su gusto—Qué flojera

—Lo mismo digo. Todavía se ve con Brianna, aunque como amigos y el italiano se esfumó…

— No me extraña

Paris rió suavemente— Y por el tono que usas he de suponer que eres de los que "viven y dejan vivir"

Draco arqueó una ceja al más puro estilo Malfoy— Si quisiera ser niñera, en eso trabajaría. Una relación adulta no requiere que nadie cuide de uno

— Amén por eso—contestó el gemelo, observando de reojo cómo su hermano filmaba a Emily y James discutiendo. Suspiró.

­— ¿Qué ocurre?

— No lo sé, en estos nueve meses he visto a James y Em pelear más de lo que lo han hecho en años

— ¿Están peleando?

El chico le señaló un punto detrás de él y, justo cuando Draco giraba para ver qué era lo que estaba señalando, los sendos gritos de Halliwell llegaron a sus oídos.

— ¡Y NISIQUIERA TUVISTE LA DECENCIA DE PREGUNTARME¿¡QUÉ DEMONIOS PASA CONTIGO, EMILY?

— ¡CONMIGO¿¡CONMIGO? HAY QUE SER CÍNICO, JAMES ¡QUE DEMONIOS PASA CONTIGO, IDIOTA¡Y NO ME VALE LO DEL OTRO DÍA¡TE ESTÁS DESTRUYENDO, MÍRATE!

— ¡Y QUÉ¿Y QUÉ CARAJO SI ME ESTOY DESTRUYENDO¡SOY YO Y MI VIDA LA QUE SE ESTÁ YENDO A LA MIERDA¡NO LA TUYA!

Draco escuchó a Paris lanzar un silbido.

— Si es que James sabe cómo callar a la gente¿No crees?

Pero Draco no contestó; estaba más ocupado observando, incrédulo, el cielo que se nublaba furiosamente sobre los contendientes.

Anteriormente el rubio se había planteado la veracidad de que un muggle cualquiera fuese la clave para derrotar al Señor Oscuro. Pero ahora…

— ¡DE ACUERDO¡MUÉRETE¡PERO DESPUÉS DE QUE TOQUEMOS EN LONDRES, JAMES, ME LA DEBES!

Ahora se daba cuenta de que James Halliwell no era un muggle cualquiera.

— ¡YO NO TE DEBO NADA! ME HAS USADO A TU GUSTO ESTOS AÑOS, NI UNA QUEJA HE PUESTO… ¿Y AHORA TAMBIÉN QUIERES QUE TE OBEDEZCA COMO UN MALDITO PERRO FALDERO¡POR MÍ PUEDES LARGARTE AL MISMO INFIERNO, EMILY, QUE ME IMPORTA UN BLEDO!

Definitivamente no era un muggle cualquiera; el cielo no se encapotaría ante un muggle cualquiera haciendo una rabieta.

— NO PUEDO CREERLO, JAMES HALLIWELL… NO ERES MÁS QUE UN MALDITO COBARDE… ¡UNA SUCIA Y ASQUEROSA SERPIENTE QUE SE ARRASTRA PARA ESCAPAR DE SUS PROBLEMAS!

Un rayo surcó el cielo, para dejar caer el horripilante trueno segundos después.

Y si uno se preguntaba la razón, no había más que ver la cara de Halliwell en ese momento.

­— ¡BIEN, EMILY! SE HARÁ COMO QUIERAS, PERO LA AMISTAD SE ACABA AQUÍ—gritó con un tono de voz que bien pudo haber congelado al mismísimo sol.

James Halliwell era un mago. Y la lluvia que cayó tras su partida no hizo sino confirmarlo ante los ojos de Draco.

El rubio también observó, fascinado, cómo Emily se dejaba caer al piso; cómo James se encerraba en el autobús-cocina y cómo los otros tres chicos corrían al lado de la morena, para consolarla.

"Y que si en algo puedes atrapar a James, es en el corazón"

¡Bingo!


"I hold my breathe as this life starts to take its toll

I hide behind a smile, as this perfect plan unfolds"

Evanescence— Away from me

Contengo mi aliento mientras esta vida comienza a cobrar su peaje

Me escondo tras una sonrisa, mientras este plan perfecto se desenvuelve

Evanescence— Lejos de mí


Draco se levantó y caminó hasta el autobús-cocina, sin importarle que se empapaba bajo la lluvia. Tocó la puerta.

— ¡QUE DEMONIOS QUIERES?

— Hablar—contestó, consciente de que el peliazul no sabía quién estaba afuera.

James se asomó por la puerta.

— ¿Y tú que haces aquí?—preguntó, auténticamente sorprendido.

— Mojarme bajo esta linda muestra de tu enfado—comentó, sin perder la sonrisa.

Halliwell frunció el ceño, sin entender. Así que no lo sabía.

¿Cómo alguien podía no saber que era mago?

— Esa chica es algo mandona, eh…—continuó, tratando de seguir con la primera conversación civilizada que habían entablado.

— Y que lo digas

— En teoría, no deberías hacer nada que no quieras hacer

— En teoría, eso es la clave. "En teoría"—suspiró.

Y a Draco ese suspiro se le antojó demasiado profundo.

— Vamos, Europa no es tan mala

— Eso dices tú—gruñó él.

— ¿Te has dado la oportunidad de probarla?

— Ni que fuera comida. Y para contestar a tu pregunta, sí, lo he hecho, pero no salió muy bien

— Bueno, pues… Inglaterra es linda, podría enseñarte algo de ella cuando vayamos. De allá soy

Halliwell arqueó una ceja— ¿Y por qué estás siendo tan amable?

— ¿Qué¿Acaso hay una regla que me prohíba ser amable?

­— No, pero tú no haces nada que no te reporte un beneficio directo

— No puedes decir que me conoces, Halliwell, difícilmente hemos cruzado tres palabras hasta ahora y yo lo único que quiero es ser tu amigo—le tendió una mano— Quizá pueda compensar la amistad que acabas de terminar, eh… ¿Amigos?

Halliwell miró largamente la mano frente a él.

— Para serte sincero, creo que sólo quieres utilizarme para algo. Pareces de esos egocéntricos mimados que se creen el centro del universo…

Draco frunció el ceño— Bueno, soy el único hijo de un matrimonio muy bien posicionado. Y sí, fui un niño egocéntrico y mimado, creía que no había nada mejor que yo. Pero crecí… y entendí que podía ser mucho más que "un M…uller"—corrigió antes de meter la pata totalmente— Ahora, lo único que puedo decirte que conservo de aquellos días es ésto: no perdono a nadie que me deje con la mano extendida…

— ¿En serio?—preguntó Halliwell, casi a punto de sonreír quizá por la ironía.

—Ya me pasó una vez. Y el chico se convirtió en uno de mis peores enemigos

— Y no queremos ser acérrimos rivales—completó el peliazul, estrechando la diestra con su temblorosa homóloga.

— Estás helado… y tiemblas—murmuró.

— Es normal. Estoy intoxicado—respondió como si fuera lo más normal del mundo.

— ¿Intoxicado?

— Anoche tomé un cóctel de drogas que hubiera podido noquear a un caballo… y ahora tomé una aspirina sin haber comido nada. Aún no he comido nada… no sé qué demonios ha evitado que me muera de la sobredosis.

Draco frunció el ceño, al notar que lo que corría por las sienes del chico no era lluvia sino sudor. Y que el temblor de su cuerpo no se debía al frío, sino a algo más.

Tocó la frente de él, estaba ardiendo.

— Necesitas que alguien te atienda, Halliwell. Estás mal.

— No te preocupes por mí—el chico dio un paso y se tambaleó.

— Es en serio, ven—le pasó un brazo por los hombros, justo a tiempo para evitar que se desplomara en el suelo— ¡Halliwell¡Halliwell!

— Shhh—musitó débilmente—te estoy oyendo, Muller—murmuró, antes de cerrar los ojos.

Draco reprimió un escalofrío… ¿Por qué demonios sentía esa extraña familiaridad? Era una especie de Déja vú, pero ¿De dónde?

— ¡Santo cielo!—Kyle les miraba preocupado— ¿Qué le pasó a James?

— Necesita ir a un…—¿Cómo demonios se llamaba?—… hos-pi-tal

— ¿Y por eso balbuceas como un niño de tres años en lugar de moverlo?

— Turner—gruñó, en señal de advertencia.

— Ya, te ayudo a llevarlo­—contestó el pelinegro, pasándole el brazo por el otro lado para apoyar la mitad del peso.


James despertó, de nuevo, con la horrible sensación de ser aporreado en la cabeza.

Espantoso y extraño Déja Vú. ¿Por qué a él?

Gruñó, desconcertado, al notar que se encontraba en una cama de hospital. Lentamente los sucesos del día volvieron a su mente… ¿En serio le había estrechado la mano a Mafloy?

Debía haber estado más drogado de lo que había supuesto.

Se sentó en la cama y, al hacerlo, notó que Emily estaba dormida a los pies de la misma.

¿Qué hora sería?

La puerta se abrió con un ligero chirrido, dejando pasar a una doctora (o eso creyó, por el uniforme) de unos treinta y pico. Pelirroja teñida y con gesto adusto.

— Veo que ya despertamos, señor Halliwell… ¿Sabe dónde está?

— ¿En el hospital?—preguntó sarcásticamente.

— Muy listo. Mi nombre es Sarah Cromwell; Dra. Cromwell¿Sabe qué día es?

— Huh¿18 de abril?

— 21, de hecho. Lleva tres días inconsciente. Pero es una buena ubicación espacio-temporal, señor Halliwell… me sorprende que esté tan lúcido…

— ¿Ah si?

— Así es. Estaba usted más lleno de droga que un colombiano en la aduana, literal y figurativamente. Su sistema colapsó por lo mismo y tuvimos que administrarle otro lindo cóctel para protegerle el cerebro mientras su cuerpo se deshacía del primero… creía que el coma en el que le indujimos duraría más, pero ya ve que la vida sorprende—sacó una lamparilla y le aluzó los ojos— siga la luz, por favor.

James hizo lo que le mandaba, preguntándose por qué de todas las dulces doctoras del mundo había tenido que ir a tocarle, justamente, la mandona.

— Bien—continuó la doctora, examinándole los reflejos— todo parece estar bien. No quiero saber cómo fue que acabó con seiscientos miligramos de anfetaminas en el cuerpo, en serio, tendría que reportarlo

James se encogió de hombros, notando por el rabillo del ojo que Emily levantaba la cabeza algo desorientada.

— ¿No tendría que haber firmado alguien una responsiva si me indujeron a un coma premeditadamente?—le preguntó, sin saber por qué estaba pensando en ello.

— Así es, la señorita Pissant—la doctora miró a Emily un segundo— como su prima y único familiar, lo hizo. También ha pasado cada segundo posible a su lado, señor Halliwell, un poco más y tendríamos que haberle conseguido una cama…

Emily, que ya seguía el intercambio, esbozó una sonrisa culpable.

— ¿Te sientes mejor, James?

— Sí, gracias—contestó, fríamente— no tienes por qué estar aquí

— Pero… James

— Es en serio, Emily. Te lo dije bien claro ¿No?... ya no tienes nada que hacer conmigo.

La chica pareció sentirse herida, pero apretó la boca y, con gesto altivo, se marchó.

— Perfecto—dijo antes de salir­— tienes dos días para que te den el alta, porque nos vamos a la gira

— Perfecto—ladró él— ahora largo

Ella cerró de un portazo.

La doctora le miró con gesto censurante, pero sólo negó con la cabeza y se marchó murmurando algo que sonó como "Divas"

James cerró los ojos y deseó despertar del sueño surrealista en el que estaba viviendo.


Draco miró con atención el ir y venir de las enfermeras, sentado cómodamente (quizá no tan cómodamente, si era sincero) en la sala de espera.

— ¿Señor Muller?—Draco tardó un nanosegundo en recordar que él era el señor Muller.

— ¿Si?

La doctora Cromwell (eso ponía su tarjeta de identificación) le sonrió benévolamente, aunque tenía voz autoritaria.

— Ya puede pasar a ver al señor Halliwell, si gusta, aunque me parece que no se encuentra de buen humor. Se ha portado como un capullo con la señorita Pissant

Draco frunció el ceño— Ese ya es un problema viejo, no se preocupe. Gracias

Y marchó a la habitación de su objetivo sin aclararle qué, exactamente, era problema viejo. Si el mal humor o el conflicto con Emily.

De cualquier forma no importaba.

No importaba lo que hiciera falta para lograr su cometido; ganarse totalmente a James Halliwell era lo único que importaba. Y si para ello tenía que seducirlo, pues nimodo.

Aunque el peliazul lo mirara como si fuera alguien despreciable, lograría ganárselo. Y no importaba que el chico no tuviera sentido alguno de la moda, o de la apariencia física en general.

No importaba que le hiciera sentir escalofríos internos (porque un Malfoy jamás se estremecía en público) con esa mirada azul tan penetrante.

No importaba que tuviera la boca más deseable que jamás había visto.


"So say goodbye to the vows you take.
And say goodbye to the life you make.

And say goodnight to the heart you break,
And all the cyanide you drank."

My Chemical Romance— To the end

Así que di adiós a los votos que tomaste.

Y di adiós a la vida que hiciste.

Y di buenas noches al corazón que rompiste,

Y a todo el cianuro que bebiste"

My Chemical Romance­—Al final


No importaba. Realmente. Sería suyo.


Meimi aquí. ¿Qué tal? Ya… sé que les corto la inspiración con las canciones en medio xD… pero es que no me pude resistir… ¿No se imaginan la vida con una canción de fondo?...

Anyway, los reviews son como los cargos públicos¿Sabían?... Difíciles de conseguir; pero una vez que los tienes… te hacen querer más xD (¬¬' sí, eso fue un chiste de política).

Luadica: Ja! Pues ya ves… que nadie diga que no me esfuerzo por sorprenderte… y que las deidades me ayuden para que esto no sea una completa porquería.

Muchos besos, comadre xD… nos vemos!

Desire Black: ¿Ansiosa¿En serio? Awww, qué linda… ¡Y esa canción de SP está hecha para fic! Lo juro, sobre todo si hablamos de Harry… es que hasta me imagino al Pierre con la cara de Daniel Radcliffe cantándola O.o… espera, ese actor no necesita más publicidad, mejor alejémoslo de los micrófonos.

Ejem, dejando de lado mi inherente desvarío, puedo casi asegurarte que no estará taan fuerte. Si es que soy una papa para escribir esta clase de géneros, sniff me falta mucho para tener un buen nivel…. nn

Anyway, espero que este capítulo te mantenga entretenida… nos vemos!