Declaimer: Los personajes de Card Captor Sakura no me pertenecen (aunque no me molestaría que me regalen a Shaoran y Eriol ), lamentablemente el Estudio Clamp me gano de mano y se los quedaron ellas.

Un príncipe que se convirtió en sapo.

(by Lady Verónica Black)

¿Cómo podría la bibliotecaria de un pueblo saber que el hombre del que se enamoró dos años atrás era un príncipe? ¿O qué el hijo que habían concebido era el heredero de una corona? Lo único que Tomoyo sabía era que el encanto seductor de ese hombre la había hecho mujer, y que aun después de tanto tiempo ella lo seguía amando…

-Capítulo Siete-

"Una Princesa Diferente II"

"Esta es tu noche de bodas", pensó Tomoyo. "Es la noche con la que tanto habías soñado, y ahora que por fin a sucedido es una pesadilla."

Pero sentada en el borde de la cama, en los brazos de Eriol, se sintió incapaz de detenerlo. No quería que parase porque todo lo que estaba haciendo le hacia sentir cosas maravillosas, pero debía impedirle que continuara.

Quizás se había equivocado al dejarse manipular por él y su padre, lo único que ellos querían era evitar un escándalo, el bienestar de su familia, de su hijo y de ella los tenía sin cuidado.

No obstante si a Eriol lo único que le importaba era hacer lo necesario para evitar el escándalo, ¿porqué la estaba abrazando? ¿Y porqué la besaba con tanta ternura, murmurándole dulces palabras al oído?

"Sin duda sé esta aprovechando de la situación", pensó Tomoyo. "Esta acostumbrado a acostarse con un sinfín de mujeres".

De repente, Tomoyo se parto de él bruscamente, se levantó y dio unos pasos hasta plantarse en medio de la habitación. Después miró a Eriol furiosa.

-¿Qué té pasa? –preguntó él con expresión de no comprender su actitud.

-¡Me pasa de todo! –exclamó ella-. ¡Vos… yo… nosotros! ¡Y este sitio! No me atrevo a tocar nada por miedo a romper algo de un valor incalculable.

-Aquí no hay nada que no se pueda remplazar fácilmente con la copia de un especialista.

Eriol no comprendía nada. Ella lo miró fijamente, dispuesta a exigirle que la llevara a Nanticoke en ese mismo instante, pero lo encontró sonriendo con esos ojos llenos de humor.

-¿Qué? –gritó ella.

-Te impone todo esto, ¿verdad?

-Sí, me impone. ¿Y qué?

-Mi vida estaba trazada desde antes de mi nacimiento, Tommy –dijo Eriol mientras se levantaba de la cama.

Eriol avanzó hacia ella y Tomoyo empezó a retroceder. Le preocupaba el misterioso humor que veía en los ojos de él.

-Ven aquí –dijo él sin dejar de acercarse a ella.

-No voy a acostarme contigo

-Eso ya lo veremos. De todos modos, no tengo intención de obligarte a hacer nada que no quieras. Lo único que quiero ahora es hablar contigo.

-¿Sobre qué?

Sin saber como Tomoyo se encontró dejándose guiar por Eriol hacia la cama.

-Sobre cosas… -respondió él.

-¿Cosas?

-Sí. Hay que educar a la princesa.

Tomoyo sacudió la cabeza, el pánico comenzó a crecer en su interior cuando la parte posterior de sus piernas se topó con la cama. Tragó saliva, no tenía escapatoria. Estaban casados.

-Siéntate –dijo él.

Tomoyo se sentó con las piernas juntas y las manos en el regazo.

-Bien. Ahora sí pareces una princesa.

-Es solo temporal –le recordó ella.

Eriol se sentó a su lado sin hacer ningún comentario sobre las ultimas palabras de ella. Después, le tomo la mano y se la puso en su muslo mientras la acariciaba lentamente. No dijo nada durante un tiempo que a tomoyo le pareció una eternidad.

Después de varios minutos, Eriol empezó a hablarle como si le estuviera contando un cuento.

-Antes creía que todas las mujeres que conocía tenían un chip en el cerebro que contaba dinero.

Tomoyo volvió el rostro para mirarlo.

-¿Qué?

-Desde que era un niño hasta que salí del internado, sólo conocí chicas y mujeres vestidas por diseñadores y que viajaban por el mundo en tero con la tarjeta de crédito de un hombre. Sus padres eran políticos, financieros o empresarios, todos ellos ricos y muchos con títulos nobiliarios. Para estas mujeres, todo tenía un precio. Estaban acostumbradas a lo mejor, costase lo que costase, tanto si se trataba de ropa como de joyas o restaurantes o lo que fuera.

-Que desperdicio –observó Tomoyo.

Eriol alzo un dedo para indicarle que no había terminado.

-No olvides que ese era el único mundo que yo conocía. Estas mujeres eran objetos decorativos a los que sus padres, tíos, novios o maridos regalaban cosas exquisitas. Y, por su parte, ellas solo sentían desdén por los hombres que le proporcionaban los caprichos que deseaban. Y yo creía que así era el mundo.

Tomoyo se lo quedó mirando; por fin comprendió que Eriol estaba hablando en serio, estaba compartiendo con ella algo intimo, una parte importante de su vida.

-Así que… cuando te marchaste de Elbia para ir al internado en Inglaterra y luego a Yale en Estados Unidos… -dijo ella sintiéndose más tranquila.

-Así era como pensaba –dijo él asintiendo mientras ponía el brazo izquierdo sobre los hombros de su esposa-. A las chicas que me gustaban, les decía inmediatamente que era un príncipe y que tenía mucho dinero.

-¡¡Eres un gusano!! -dijo ella, y se echó a reír al ver la mueca burlona de Eriol.

-Sí, es verdad –admitió él-, era incorregible. Utilizaba mi nombre y mi riqueza descaradamente. Pero con el tiempo aprendí a ser más sutil para conseguir lo que quería y, al final, acabe sin darme publicidad, la prensa lo hacia por mí. Llegue a ser el número uno en la lista de solteros más codiciados del mundo. Cada vez que entraba en un club, un casino, un teatro o en cualquier embajada, oís susurros y veía que todas las cabezas se volvían hacia mí. Las mujeres me admiraban sin disimulo y me hacían saber descaradamente que estaban dispuestas a hacer lo que yo quisiera.

Tomoyo suspiró. No le gustaba imaginar a Eriol con otras mujeres, aunque se riera de eso.

-¿Qué tiene que ver conmigo todo esto? –preguntó ella con impaciencia, menas empezaba a ser vencida por los celos.

-Estoy intentando explicarte que siempre me sirvió ser quien era con todas estas mujeres… hasta que te conocí. Tú no permitiste nunca que nadie te comprase. Supongo que, de alguna manera, lo sentí cuando estuvimos juntos hace ya más de dos años y concebimos a Dan. Contigo no utilice mi titulo ni mi riqueza, pero igual me deseabas. Me hiciste sentir especial, importante… y yo no te di nada.

-Me diste amor, al menos, eso era lo que yo creía –respondió ella con voz queda.

-Sí, estoy seguro que creías que te amaba –Eriol la miro fijamente-. Nunca te habrías acostado conmigo de no haber estado convencida de ello.

Tomoyo tuvo que desviar la mirada y parpadear para contener las lagrimas.

-Fui muy inocente –consiguió decir Tomoyo con voz ronca después de unos momentos.

-Es posible –Eriol cambio de postura para acercarse más a ella-. Pero eso no es la cuestión. Cuando volví y te dije quien era, tu actitud conmigo no cambió… seguiste sin querer nada de mí y me tiraste a la cara ese vestido de ocho mil dólares.

Tomoyo contuvo la respiración.

-¡Ocho mil dólares!

-Sí. ¿Lo habrías aceptado de haber sabido el precio?

-No… sí… bueno, no lo sé –balbuceo ella-. Podría haber donado ese dinero al hospital.

-Justo lo que digo. Eres Tomoyo Daidouji de Nanticoke, Connecticut. No eres una mujer que valora a las personas por el auto que tengan o el dinero q tengan depositado en el banco. Haces que me se sienta como si valiera algo por mí mismo, sin tener en cuenta mi titulo o el dinero de mi familia. Te gusté porque sí, nada más.

-Sí –dijo ella-. Me gustaste porque sí, sin más. Sólo por ser tú. Por ser Daniel, o Eriol, sin el von… cómo sea, o tu titulo real.

-Es von Austerand. Será mejor que te lo aprendas, no se va a ver bien que no sepas cual es tu apellido, ya que desde ahora eres Tomoyo von Austerdan, princesa real de Elbia.

-Temporalmente –susurró ella.

Eriol hizo otra vez como si no la hubiese oído, y prosiguió:

-Las cosas…los objetos… sólo tienen importancia cuando nos enseñan algo de la gente.

-¿Qué? –preguntó ella sin entender.

Eriol hizo volver su rostro hacia él, sus ojos azules oscurecieron.

-Escúchame con atención, Tommy, es muy importante que comprendas muy bien lo que te voy a decir. Vos, Tomoyo Daidouji, ves algo que vale mucho dinero y lo desprecias. Estoy de acuerdo contigo en que ningún trozo de tela vale ocho mil dólares, por más bonito vestido que sea. En cuanto a mí, no me destrozaría el corazón que el Queen Elise se hundiera mañana o no volver a viajar en limusina, ambas cosas forman parte de mi vida porque eso es lo que conlleva ser…

-¿Ser príncipe?

-Sí. Pero parte de la ostentación es recesaría para mantener el mito vivo, la belleza de una familia real y el brillo de los tesoros. Eso es lo que encanta a la prensa y lo que disfruta leyendo la gente como tu hermana, es lo que atrae turismo a Elbia y el turismo es nuestra principal fuente de ingresos, nuestra industria.

Tomoyo se quedo pensativa unos momentos. ¿Se estaba inventando eso Eriol sobre la marcha para callar sus objeciones? Sin embargo, empezaba a verle el sentido a lo que le decía.

-Así que… todo lo que tu familia posee o compra es sólo de cara a la galería.

-No, no todo. Es más complejo que eso. Lo comprenderás mejor cuando lleguemos a der Palast Krystall.

-No hablo alemán, pero… suena a Palacio de Cristal.

-Exacto.

La sonrisa de Eriol le recordó el poder que ejercía sobre ella.

-El Palacio de Cristal –repitió ella-. ¿Es un parque o un museo?

-No, es mi casa, y también será la tuya mientras estemos casados.

Tomoyo se lo quedo mirando cuando, por fin, asimiló las palabras.

-¿¡Un Palacio!? ¿Ahí vamos a vivir, en un PA-LA-CIO?

Eriol asintió y vio divertido e interés la expresión de pánico de su reciente esposa.

-Ah no, eso si que no… de nin… ninguna manera –dijo ella respirando entrecortadamente-. Dan y yo no vamos a vivir en un… un… No, ni hablar.

-Me temo que sí, querida, el palacio es donde residen los von Austerdan cuando están en el Elbia. Ahí es dónde vos y tu hijo estarán más protegidos de la prensa; al menos hasta que las aguas vuelvan a su cause. Después, tendremos libertad para viajar e ir a dónde nos plazca.

-Eriol, yo… no puedo dejar que mi hijo viva en un mausoleo lleno de obras de arte –objeto ella con voz débil-. Cómo poco me aterroriza la idea de que pueda romper algo- Además, turismo o no, estoy segura que cuesta miles de dólares mantener un castillo. ¿No sería mejor gastar ese dinero en…?

Eriol le selló los labios con un dedo.

-Los tours pagan la manutención del palacio. La mayoría de los palacios del mundo abren sus puertas al publico los fines de semana. El mobiliario y las pinturas, incluso la misma arquitectura del palacio, son nuestros tesoros nacionales. No te gustaría que regalase el patrimonio cultural de mi pueblo, ¿no?

Tomoyo jamás imagino que Eriol estuviese tan apegado a algo. Su pueblo y su país lo significaban todo para él. Estudio las tranquilas líneas de su boca y el brillo de orgullo en sus ojos.

-No, claro que no –respondió ella por fin-. Pero me da la impresión de que te criaste en un museo.

-Sí, se parece mucho a un museo. Considero al palacio como un préstamo a mi familia. Mientras tu estés ahí, espero que también lo tomes como responsabilidad tuya.

Tomoyo frunció el ceño.

-¿Responsabilidad mía?

-Sí. Te estoy ofreciendo un trabajo, Tommy. Pero si no aceptas, dímelo y lo olvidaremos.

Ella asintió, aun confusa por la dirección que había tomado la conversación.

-Desde la segunda guerra mundial, no se ha completado un inventario sobre los manuscritos de la familia o la colección de libros. He intentado convencer a mi padre de contratar a aun profesional para que lo haga… pero mi padre considera más importantes otros asuntos.

Ahora, Tomoyo, empezó a darse cuenta de lo que Eriol iba a decirle y el corazón empezó a latirle con fuerza.

-¿Y?

-Sé que no te gustan que te hagan regalos, por eso imagino que no vas a aceptar de buen agrado los treinta y cinco mil dólares asignados a la princesa mensualmente. Pero si aceptas el trabajo de hacer el inventario y de catalogar los libros, se te pagará el salario por tu trabajo. Por supuesto se que tienes que estar con Dan, sobre todo al principio. Así que lo puedes haces a ratos y contratar a las niñeras que necesites.

Tomoyo se lo quedó mirando con expresión incrédula. Había pensado que ese iba a ser el peor año de su vida, pero ahora Eriol le estaba ofreciendo el trabajo de su sueños, y a su manera, estaba demostrando el respeto que tenía hacia ella.

-Esto debe ser muy difícil para ti –dijo ella-, me refiero al tener que pensar en el bienestar de alguien que no seas tú.

Eriol la miró como si estuviera decidiendo si tomarse esas palabras como un cumplido o como un insulto.

Por fin, sonrió.

-Supongo que es la primera vez que tengo que pensar en alguien que no sea yo, un hábito difícil de dejar. Bueno, dime, ¿te gusta la idea de ser la bibliotecaria del palacio?

-Me encanta –respondió con toda sinceridad.

Eriol inclino el rostro y la besó.

Tomoyo le correspondió el beso con pasión. Entonces Eriol empezó lentamente a separar su boca de la de ella quedando a milímetros del roce.

-No… por favor… por favor, Eriol… bésame –gimió Tomoyo con la respiración entrecortada-. Al fin y al cabo esta es nuestra noche de bodas.

-Cuidado con lo que dices, cariño –le advirtió él con la voz enronquecida por el deseo-. No puedo estar en la misma habitación estando los dos solos sin hacerte el amor… sí me dejas que te toque así, yo no voy a poder contenerme…

Eriol le había llenado el cuerpo de fuego. Lo deseaba con desesperación, sin embargo, las palabras de él la habían echó volver a la realidad.

Hacer el amor con él solo crearía más problemas y confusiones. Ella su esposa temporalmente, en su momento no le quedaría otra más que ceder su puesto a una verdadera princesa.

-Lo siento, me he dejado llevar –se disculpo Tomoyo bruscamente.

Al instante se apartó de él y se puso en pie, lentamente fue al salón; allí, se detuvo frente a la inmensa cristalera con vista a la ciudad.

Oyó a Eriol a su espalda, pero no se arriesgo a volver la cabeza.

Sus miradas se encontraron en el cristal de la ventana.

-Te deseo y tú me deseas a mí, Tomoyo –gruño él.

Tomoyo sacudió la cabeza tristemente.

-No forma parte del acuerdo. No puedo… no voy a volver a acostarme contigo, Eriol…

No podía decirle con palabras lo mucho lo necesitaba y el miedo que tenía a que le volviera a destrozar el corazón, no creía poder volver a recuperarse si lo volvía a perder. Y si él aun no se había dado cuenta de eso, no serviría de nada hacérselo entender.

-No he comido nada desde esta mañana –declaro Tomoyo con apatía.

Eriol lanzó una amarga carcajada.

-No te preocupes, en Nueva York debe haber alguno que otro restaurante decente.

Antes de que Tomoyo tuviera tiempo de decidir si el dolor que había visto en la expresión de Eriol era autentica o solo una manifestación de orgullo herido, él se dio media vuelta y se encamino hacia la puerta.

Continuara….

Nota de la Autora:

Hola!! No tengo mucho tiempo y sinceramente no tengo muchas ganitas hoy de extenderme en la nota, estoy bastante cansada Ando de finales y medio resfriada y eso me tiene bastante ocupada. Aviso que este capítulo fue escrito bajo la influencia de litros de café, de medicamentos para resfrios y con tres horas diarias de sueño desde hace quinces días … así que pido piedad con esta pobre escritora pq se ha roto la cabeza y exprimido hasta la ultima neurona usable para escribir esto. Espero que les guste y que me manden sus opiniones, o sea me dejan reviews, ¿si? No sean malitos chicos, que me he esforzado mucho para ponerles un capítulo del fic, ¿Siiiiiiiiií…?

Desde ya muchas gracias a todos por leer mis humildes escritos, nos vemos.

Att. Lady Verónica Black

PD: Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Ranma Saotome, Harry Potter y Sirius Black!! ¡¡Los hombres más tiernos y sexys que hay!!"

¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!!