Declaimer: Los personajes de Card Captor Sakura no me pertenecen (aunque no me molestaría que me regalen a Shaoran y Eriol ), lamentablemente el Estudio Clamp me gano de mano y se los quedaron ellas.
Un príncipe que se convirtió en sapo.
(by Lady Verónica Black)
¿Cómo podría la bibliotecaria de un pueblo saber que el hombre del que se enamoró dos años atrás era un príncipe? ¿O qué el hijo que habían concebido era el heredero de una corona? Lo único que Tomoyo sabía era que el encanto seductor de ese hombre la había hecho mujer, y que aun después de tanto tiempo ella lo seguía amando…
-Capítulo Nueve-
"Arribando a Elbia"
Tomoyo siempre había pensado que no había navidades más bonitas que las de Nanticoke, un mundo de abedules plateados y de plantas siempre verdes espolvoreadas de nieve, de dulces aromas a pasteles de manzanas y a carne asada. Pero Elbia, a primeros de diciembre, la dejó sin respiración.
-Es un sueño –susurro cuando miraba por la ventanilla del helicóptero de la familia real el paisaje sacado de un cuento de hadas.
Habían volado a Paris en primera clase en un avión particular, Eriol había llamado para que el helicóptero los fuera a recoger a Orly y hacer en la segunda y ultima parte del viaje. Elbia solo tenía un aeropuerto y sus pistas eran demasiado cortas para aviones comerciales. La familia real utilizaba el helicóptero como medio de transporte para ir a aeropuertos comerciales o para viajar de compras a ciudades como Viena, Berlín o Roma.
-El palacio de Cristal –murmuro tomoyo con admiración-. Es evidente el porque lo llaman así.
Eriol se inclinó sobre ella para mirar por la ventanilla las torres del palacio que se veían a lo lejos, rodeado de montañas en el fondo y de bosques al lado derecho, a la ves que al frente del edificio un largo camino comunicaba el palacio con la ciudad capital de Elbia.
-A la luz del sol, parecen témpanos de hielo, ¿no?
-Sí –dijo ella maravillada-. Y los muros brillan, como sí fueran de diamante. ¿Esta cubierto de hielo todo en esta época del año?
-No, es un efecto óptico. El mármol viene de una cantera rusa del siglo XV, es blanco y con betas de cuarzo, y al igual que el cristal, refleja la luz. No puedes ni imaginarte lo que es la imagen cuando el terreno esta cubierto de nieve, es magnifico. Parece sacado de una leyenda escandinava.
-Que hermosura… es tan perfecto –murmuro Tomoyo reclinándose en el respaldo del asiento.
Estaba deseosa de bajarse del helicóptero para aventurarse a recorrer las torres y pasearse por todas las alas y galerías del palacio. Sin embargo, por otra parte, deseaba volver a la familiaridad y seguridad de su casa, de su pueblo, y alejarse de aquel país extraño.
"Este no es tu mundo", le recordó una voz interior. "Este no es tu entorno, tu no eres de la realeza. Te comerán viva aquí, Tomoyo". ¿Cómo iba a poder vivir entre semejante esplendor y luego sumergirse en su vieja vida y darse por satisfecha? Era imposible, pero la situación se había escapado de sus manos.
Miro a Daniel, sujeto en una silla de bebe entre el asiento de ella y Eriol, que jugaba muy entretenido con el guante de cuero negro de su padre. Por algún extraño motivo, el objeto intrigaba mucho al niño.
-Te va a costar mucho que te lo devuelva –le comento la amatista a Eriol señalando a su hijo.
Eriol sonrió.
-Es la única persona en el mundo a la que se lo permitiría. Es sorprendente, ¿verdad?
-¿Qué cosa? –pregunto ella.
-Dan no sabe el valor del dinero ni de nada, lo único que le importa es que su mamá este con él.
El niño golpeo con el guante la rodilla de su padre y luego lo miro como esperando ver cual era su reacción.
-Creo que ya se acostumbro a ti también –observó Tomoyo.
Habían retrasado el viaje para dejar el alquiler de la casa de playa en manos de una agencia inmobiliaria. Tomoyo también había convencido a Eriol de que le diera tiempo suficiente para que pudiera embalar y almacenar las cosas y muebles que no queria alquilar con la casa y para arreglar las cosas que quería llevarse a Elbia. Eriol y Ron habían pasado esa semana con ella en la casa de Nanticoke, y el guardaespaldas se había pasado la mayor parte de ese tiempo alejando a los periodistas y la gente curiosa. Ahora, descansando en el asiento contiguo al del piloto, se lo veía agotado.
-Pronto añadirá tu nombre a su vocabulario –comentó ella con una dulce sonrisa dedicada para su pequeño hijo.
-No sabía que tenía un vocabulario –dijo Eriol mirando a su hijo con ternura.
-Claro que sí –dijo ella con firmeza-. Yo lo entiendo clarísimo.
-¿Has oído eso, Ron? –Eriol se inclinó hacia delante para tocar el brazo de su amigo-. Dan va a empezar a llamarme por mi nombre.
Ron, volviendo la cabeza hacia la izquierda, lanzó una cínica mirada a su jefe.
-¿Porqué nombre, Alteza?
La expresión de Eriol se ensombreció.
-Bueno, no había pensado en eso.
Eriol miro a Tomoyo.
-Eriol –dijo ella con firmeza-. Ése es tu nombre, Eriol.
-¿Porqué no… papá?
A Tomoyo no le gusto el brillo obstinado que vio en sus ojos.
-No.
-¿Porqué no? Al fin y al cabo, soy su padre.
-Podría estrangularte por haber sacado este tema, Ron –protesto Tomoyo.
El guardaespaldas se encogió de hombros.
-Es algo en lo que tuvimos que pensar antes –continuo el ojiazul poniendo una mano en la regordeta pierna de su hijo.
Tomoyo deseó no haber visto la inmensa ternura que vio en el gesto de Eriol, y rápidamente aparto la vista de él y suspiro bastante fuerte y dijo:
-No pensé que este tema saliera a relucir aun. Al fin y al cabo, en un par de años, Dan ni siquiera se acordara de ti.
Tomoyo volvió su vista al paisaje y miró los tejados de teja y las estrechas y serpenteantes calles del pueblo. Habría disfrutado la imagen si el corazón no le hubiera estado latiendo tan salvajemente.
-Papá –susurro Eriol al oído de su hijo-. Di paaapáaa…
A Tomoyo le dieron ganas de estrangularlo.
Por fin el helicóptero se poso en un claro en el que habían retirado la nieve y Eriol desabrocho el cinturón de seguridad de su hijo. Antes de que Tomoyo pudiera protestar, tomo a su hijo en brazos, salió del helicóptero y se dirigió a un arco que daba al palacio.
Ron ayudo a Tomoyo a salir del helicóptero. En el segundo que estuvieron bajo las ruidosas hélices del aparato, él le dijo:
-¡No se separe de él, la necesita mucho a su lado en estos momentos!
Tomoyo se quedo mirando a ese hombre alto, de ojos oscuros y de complexión fuerte, sin saber si había oído bien sus palabras. Pero la tensión que acababa de ver en sus rasgos y de oír en su voz desapareció al momento.
-Vamos, princesa –dijo el caballero inglés en voz baja mientras el motor se iba apagando-. Su Alteza Real, nos esta esperando.
Pero ella le puso una mano en el brazo y lo obligo a detenerse.
-Hay algo más en esto que Eriol no me ha contado, ¿verdad?
-Este no es el momento más apropiado para hablar del tema –contestó el guardaespaldas instándola a caminar.
-Entonces, en otro momento, Ron –dijo ella apresuradamente-. Sé que eres totalmente leal al príncipe, Ron, he notado que son amigos. Si usted lo quiere tanto como yo, dígame que es lo que le sucede.
-Princesa…no se aparte de él, sea muy valiente. Nunca sé de por vencida, aunque las cosas se pongan difíciles confié en él y acompáñelo –miró a Eriol, que había recorrido una parte del jardín y que sujetaba abierta una enorme puerta de madera haciéndoles señas para que se apresuraran-. No puedo decirle más. Vamos, princesa, hace mucho frió aquí, va a darle una pulmonía.
Tomoyo obedeció, pero estaba decidida a encontrarse a solas con Ron en otro momento y preguntarle directamente que era lo que estaba sucediendo en realidad.
El personal del palacio estaba esperando en el salón al que Eriol la condujo para darle la bienvenida a la nueva princesa. Se mostraron corteses y sonreían con entusiasmo genuino. Y, Tomoyo, con sorpresa se dio cuenta que estaban felices con su presencia ahí, no había habido una reina o princesa en aquel hogar desde la muerte de la madre de Eriol.
Tomoyo saludo a todo el mundo, desde la criada del piso inferior pasando por el cocinero principal hasta el tercer ayudante de mayordomo. Mientras recorría la fila de sirvientes uniformados, era conciente de que Eriol, con Dan en sus brazos, la observa con creciente interés. Se pregunto si estaría pasando la prueba.
-¿Cuándo voy a conocer a tu padre? –preguntó Tomoyo después que lo sirvientes se marcharan y se quedaran a solas ella, Eriol, el niño y Ron.
Eriol y su amigo intercambiaron una mirada.
-Todavía no –respondió Eriol brevemente.
-¿No va a cenar con nosotros esta noche? –preguntó ella.
-No lo creo –había una nota de irritación en la voz de Eriol-. Esta muy ocupado. Ven, voy a enseñarte tu habitación y la de Dan. Luego, supongo que querrás ver la biblioteca y…
Tomoyo se planto en medio del vestíbulo con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
-Eriol, ¿Qué pasa? –dijo ella bruscamente.
Dan debió notar la tensión porque empezó a moverse y a extender los brazos hacia su madre. Ella se lo quitó a Eriol y le dio unas palmadas en la espalda.
-No pasa nada –contestó él-. Pero conozco a mi padre y se que le llevara un tiempo aceptar lo que ha ocurrido.
-¿Esta enfadado porque te has casado conmigo?
-No esta enfadado… esta furioso. Pero no es por el matrimonio en sí, más bien por…
Eriol no termino la frase, sin embargo sus ojos posándose en el niño enfáticamente, lo dijeron todo.
-Ya, entiendo –dijo ella suavemente-. Esta enojado porque no te has cuidado, lo has dejado en vergüenza, ¿verdad?
Eriol no respondió, sino que se volvió a Ron.
-Puedes retirarte, Ron. Tomate el resto del día libre, necesitas descansar.
Tomoyo espero a que el guardaespaldas de su marido se hubiera alejado para reanudar la conversación.
-Dime, ¿qué piensa hacer tu padre, esconderse de mí y Dan todo el año?
-Créeme, Tomoyo, mi padre no se esconde de nadie –declaro Eriol secamente-. Simplemente esta haciéndonos saber lo mucho que la situación le desagrada. Cuando este listo, parecerá. Aunque te aseguro que yo no estoy ansioso por la llegada de ese momento.
Tomoyo se lo quedo mirando incrédula.
-¿Le tienes miedo a tu padre?
Eriol la miro a los ojos, los tenia llenos de un fuego negro. Era una mirada que nunca había visto en él.
-¡Eso nunca! Jamás le he temido y nunca lo haré. Quizá sea por eso que nonos hemos llevado bien en los últimos años- No me dejo intimidar por él ni nadie, lo cual es algo que a él le gustaría cambiar. Se cree dueño de mi vida y con el poder de disponer de las vidas de los demás como marionetas.
-Entonces, no entiendo él porque de este teatro. Creí que era tu padre el que te había obligado a casarte conmigo.
-No. La boda fue una sugerencia de Ron, y yo tome la decisión.
-¿Porqué? –Tomoyo cada vez estaba más confundida-. ¿Lo has hecho para desafiar a tu padre, para hacerlo enojar? Sí es así, me parece un comportamiento muy infantil, digno de un niño caprichoso.
Eriol la miro con exasperación.
-Ya te lo he dicho muchas veces, Tomoyo, te he traído aquí como mi esposa para protegerte. En cuanto a mis motivos personales… no creo tener la obligación de justificarlos ante nadie. – dijo él lentamente-. Enseñar un acta de matrimonio a la prensa fue idea de Ron y Frederick, el consejero de mi padre. Pero eso no significa que yo me haya limitado a obedecer ordenes o haya seguido un impulso infantil.
Tomoyo nunca había visto a Eriol tan enojado y se dio cuenta de que si lo seguía presionando, solo conseguiría empeorar la situación.
-No se si es verdad o no –dijo ella con voz queda acariciando el oscuro cabello de su hijo-, pero supongo que ya esta hecho y que estamos aquí, así que habrá que aceptarlo.
Eriol asintió, se dio la vuelta y se encamino hacia la puerta, ella lo siguió con Dan en brazos.
Por una fina escalera de caracol subieron a un largo corredor del segundo piso, este se encontraba cubierto de espejos del suelo al techo, además de viejas armaduras plateadas el efecto visual era espectacular, dando al pasillo la impresión de ser interminable. De no haber sido por la espesa alfombra roja, el lugar habría resultado frío e inhóspito, pero tal y como estaba, el sobrecargado espacio resultaba casi acogedor.
-Esta es nuestra habitación –dijo Eriol abriendo la primera puerta a la derecha.
Tomoyo vacilo en el umbral.
-¿Nuestra?
Eriol la miro como si la considerase de poca capacidad intelectual.
-Claro. Se supone que la esposa del príncipe comparta la habitación con él, por lo menos eso hacen los matrimonios normales, ¿o no?
Tomoyo alzó los ojos al techo.
-Eriol, hemos quedado de acuerdo en que no íbamos a tener relaciones, esto es solo un contrato. Te dije que no volveré a convertirme en tu amante. Lo de la limusina fue… estuvo muy bien, pero no quiero que sea una costumbre.
-¿Y eso de que ibas a seducirme? –Eriol le clavo su mirada de aguamarina que no pudo eludir.
El rostro de Tomoyo se incendió.
-Lo siento, no tuve que decirte eso, me deje llevar por la situación. No debería haberte dicho eso.
Desde el trayecto de vuelta a Nueva York a Nanticoke, ella y Eriol se habían mantenido tan ocupados que no habían tenido un momento a solas para hablar de lo sucedido, y menos para tener intimidad. Además, Ron estaba en la casa y el lugar era muy pequeño.
-Yo… no puede volver a ocurrir –añadió ella-. Supuse que en un sitio tan grande como este tendrían una habitación para mí.
Eriol la agarro bruscamente del brazo y la hizo entrar, luego cerró la puerta con un golpe.
-No puede ser –dijo el cortante.
-¿Porqué no? Creo que… -de repente contuvo la respiración al darse cuenta del lugar en el que estaban-. ¡Dios mío, Eriol! ¡Dios Santo!
La habitación era espectacular. En realidad, no se podía llamar habitación a aquel espacio. Estaba en una suite con una zona para dormir, vestirse, un salón, y una puerta que daba a un baño. Al fondo luego de subir un par de escalones había un rectángulo acristalado hacia el exterior, había un pequeño salón con un sofá, dos cómodas sillas, una mesa baja de café, un par de jarrones con flores frescas y una mesa con manteles de encaje, sobre esta un frutero rebosante de fruta fresca y una jarra de agua. La parte del dormitorio estaba en la parte más alejada y a un par de escalones más abajo que la zona principal, la cama bastante grande como para acomodar a tres personas era de madera oscura y pesada de caoba, un dosel azul oscuro pendía de la cabecera, una fina colcha azul marino y montones de cojines de un tono más oscuro con bordados plateados se encontraban sobre la mullida cama. Al lado de esta había sendas mesitas de noche del mismo color con lámparas de cristal.
-Esto es increíble –dijo ella con un suspiro, mientras se acercaba rápidamente a una gran biblioteca con estante repletos de libros antiguos de encuadernación de piel y cuero. Los libros por su antigüedad parecían extremadamente valiosos.
-Me alegra que te guste –le dijo Eriol, tomando el bolso que llevaba al hombro con los pañales del niño y otros juguetes-. Antes, hace muchos años, era la habitación de mis padres, pero a la muerte de mamá mi padre prefirio trasladarse a una suite más pequeña en el ala este, más cerca de su despacho.
-Es como si hubiera muerto y reaparecido en el cielo –dijo ella intentando calmar a Dan, cuyos movimientos eran cada vez más agitados.
-Déjalo en el juego, lo más aseguro es que quiera jugar –dijo Eriol indicando la espesa alfombra estampada con flores de colores pasteles.
Parecía una Aubusson, aunque Tomoyo nunca había visto una tan grande.
-El pobre esta agotado por tanto viaje –murmuro ella-. Lo que necesita es descansar.
-La habitación del niño esta ahí mismo –Eriol la condujo a una puerta doble que parecía nueva.
Tomoyo atravesó las puertas y se adentró en otra habitación, era tan bonita que los ojos se le llenaron de lagrimas. Todo era azul y blanco, desde la cuna a las cortinas y la alfombra. Estanterías con libros y juguetes cubrían las paredes, amplios ventanales dejaban entrar la claridad del día. En el centro de la habitación había juegos para que el niño escalara.
-Debes haber tenido a los decoradores día y noche trabajando para acabar la habitación en tan poco tiempo –dijo ella.
-¿Te gusta?
-Sí, claro que me gusta, me encanta. Sin embargo, me temo que dan jamás se dormirá con tanta luz.
Eriol se acercó a un panel de interruptores y apretó uno. Unas persianas opacas se bajaron suavemente sobre todos los ventanales. Eriol apretó otro botón y se encendió una suave luz eléctrica antes de que la luz se sumiera en una relajante oscuridad.
Tomoyo, perpleja, sacudió la cabeza.
-Sí, así sí que se dormirá –saco el biberón del bolso con los pañales de Dan y se lo puso en la boca-. ¿Tienes hambre, mi vida?
El niño, con los párpados ya pesados, sonrió al ver su alimento.
Eriol salió de la habitación para dejarla atender y acostar al niño tranquilamente.
Tomoyo le dio de comer a su hijo y le cambio el pañal de forma rutinaria, sin embargo, por dentro sentía un torbellino de emociones.
A pesar de lo cansada que estaba por el viaje, sabía que tenia que hablar con él de las cosas que la preocupaban. Cuando salió de la habitación de Dan, que ya dormía profundamente, tenia la boca seca y las manos húmedas de sudor al entrar a la suite. Eriol estaba sentado en el sofá leyendo un libro, se había sacado el saco y aflojado la corbata; concentrado en la lectura, no parecía haber notado su entrada.
-Eriol –dijo ella con voz queda, acercándose al respaldo del sofá. Lo toco ligeramente en el hombro al ver que no le respondía-. Eriol, tenemos que hablar.
-Creo que esta es una primera edición –comentó él-. ¿Podrías mirarlo cuando empieces a catalogar los libros de la colección principal? Apuesto a que el decorador ha sacado estos libros creyendo que eran adornos para decorar. Por lo menos este puede ser de gran valor.
Tomoyo suspiro.
-Eriol, deja el libro.
Le puso las manos en sus anchos hombros y se quedo mirando la cabeza del ojiazul. Tenia el cabello negro como el ébano y la tentación de acariciarlo fue casi irresistible. Un estremecimiento de placer le recorrió el cuerpo y tuvo que cerrar los ojos un momento para calmarse. En momentos así, le resultaba excesivamente fácil imaginar sus manos y las de él haciendo cosas maravillosas en el cuerpo del otro.
Eriol dejo el libro en el brazo del sillón y volvió la cabeza para mirarla.
-¿Qué pasa? ¿Se me ha olvidado algo que necesites? Dímelo, y lo conseguiré inmediatamente…
-Sí, se te ha olvidado que lo que necesito es que te vayas –contestó Tomoyo sin pensar.
Eriol emitió un gruñido y se puso tenso. Fue entonces cuando tomoyo se dio cuenta de los frías y groseras que debieron haber sonado sus palabras.
-No lo quiero decir en ese sentido –se apresuro a añadir ella atropelladamente-. Lo que pasa es que no creo que… Eriol, no puedes dormir en la misma habitación que yo.
-No veo porque no –respondió él-. La cama es muy grande y hay mucho sitio en ella para los dos. Puede que tengamos que poner un armario más, si quieres llamare al ebanista mañana temprano para…
-¡Eriol, basta! Sabes perfectamente a lo que me estoy refiriendo.
Eriol alzó la mano, la agarro del brazo y tiro de ella hasta hacerla rodar el sofá y colocarla delante de él.
-Sé exactamente a que te refieres, Tomoyo, pero no vas a salirte con la tuya.
De un rápido tirón de su muñeca se la sentó encima de sus piernas.
-¿Salirme con la mía?
-No voy a permitir que te apartes de mí, ni que alejes a Daniel de su padre.
-Yo no estoy haciendo eso –dijo ella acalorada por su cercanía-. Me dijiste que teníamos que venir aquí para evitar a la prensa y para proteger a Dan de los medios, dijiste que era por nuestro bien y el de mi familia. ¡Pero vivir en el mismo edificio, sobre todo tratándose de uno tan grande, no es lo mismo que compartir el dormitorio, y mucho menos la cama!
-Claro que lo es.
La sonrisa de Eriol era burlona y tomoyo se dio cuenta que se estaba divirtiendo a su costa. En ese momento la abrazo fuertemente de la cintura.
-¡Eriol! –exclamo ella furiosa-. Creí que estaba todo claro, que nuestro matrimonio estaba basado en mutuo acuerdo de que solo era por motivos prácticos. No puedo comportarme como… como tu esposa.
-¿Quieres decir que no puedes hacerme el amor todas las noche cuando nos acostemos? –preguntó él con tono inocente.
-¡Sí! Eso es exactamente lo que quiero decir. No puedo hacer el amor contigo y comportarme como tu esposa, y luego dentro de unos meses, dejarte en brazos de otra mujer como si nada hubiera sucedido.
-¿Porqué no?
La pregunta la tomo por sorpresa.
-¿Porqué no puedes acostarte conmigo y luego dejarme?
Por fin, Tomoyo se dio cuenta que Eriol estaba intentado que le confesara sus sentimientos, pero no iba a permitir que se burlase una vez más por su ingenuidad al haberse enamorado de él, por lo menos no lo haría nunca más, su corazón no lo resistiría.
-Porque para mi eso es moralmente inaceptable –dijo ella simplemente.
-Oh –dijo Eriol poniéndole una mano en el suéter como si quisiera alisarle una arruga inexistente-. En ese caso no es porque estés enamorada de mí, que es el motivo principal por el cual una mujer no puede dejar que su esposa se acueste con otra.
-¿Enamorada de ti? ¿Después de todo lo que me has hecho?
-Sí –dijo él en voz baja-, enamorada de mí.
La pasión que utilizó en esas palabras la hizo estremecerse. Tomoyo se sintió débil, ligeramente mareada y completamente vulnerable.
-Cuando concebimos a Dan –susurro él-, confiábamos el uno en el otro, hacíamos el amor sin reservas y sin pensar en el futuro.
-¡Eso fue antes! –gritó ella-. Antes de que vos… Oh, Eriol, sabes que esto no tiene arreglo. No puedes seguir casado conmigo y suceder a tu padre también.
-Eso parece –contesto él.
-Y no estas dispuesto a renunciar a la corona, ¿verdad?
-No, no pienso hacer eso nunca –contestó él con solemnidad.
-En ese caso no hay nada que hablar, nunca tendremos un futuro juntos.
Eriol no respondió, pero los músculos de su rostro se tensaron y sus ojos se convirtieron en dos frías dagas.
-Ahora no es el momento de hablar de política.
-Esto no es política –dijo ella furiosa-. Estamos hablando de nosotros, de ahora, de algo completamente personal.
Tomoyo intentó ponerse de pie, pero Eriol no se lo permitió.
-¡Quedate quieta! –le ordeno el ojiazul con voz grave.
Tomoyo se quedo inmóvil, asustada por la repentina dureza de su voz. Se lo quedo mirando y deseo poder leerle el pensamiento.
Por fin, Eriol rompió el silencio.
-Cómo vos has dicho, compartiré esta habitación contigo solo por motivos prácticos. ¿Cuánto crees tu que tardaría en salir a la luz publica que el príncipe y la princesa duermen en habitaciones separadas? Seriamos el tema principal de los programas de chismes sociales.
Ella rió nerviosa.
-¡Eriol, por el amor de Dios! ¡Esto es como una fortaleza! ¿Cómo iba un periodista a pasar sin que lo detectasen los de seguridad, los vigilantes y los criados?
-No es necesario que un periodista entre al palacio –observó él-. Tenemos trescientos sesenta y cinco empleados, y el ochenta por ciento es de seguridad, pero sin incluir el personal de mantenimiento, secretarias, sirvientas, mayordomos, cocineros y demás ayudantes la cantidad que entra y sale del lugar es impresionante. La gente habla y hasta el más mínimo comentario a la persona menos indicada puede provocar un escándalo. Tomoyo, ya todo esta bastante complicado como para arriesgarnos a tanto, y te agrade o no la idea, tenemos que aparentar que somos un verdadero y feliz matrimonio.
Ella cerró los ojos brevemente, el cuerpo le temblaba.
-Puedes dormir en el sofá.
-Es demasiado corto, no podría dormir cómodo. Por si no te has dado cuenta no soy lo que se dice pequeño y no podría estirarme cómodamente ahí.
-Esta bien, yo dormiré en el sofá.
-Claro que no, no voy a permitir semejante locura. ¿No confías en mis modales de caballero?
Tomoyo no respondió, pero noto que poco a poco sus mejillas se iban enrojeciendo furiosamente.
-Entiendo –dijo él sonriendo maliciosamente-. No se trata de que no confíes en mi comportamiento, no te fías del tuyo.
Juguetonamente, Tomoyo, le pego ene l pecho.
-¡Solo tu te creerías eso, embustero!
-Es eso, lo sé –bromeo él-. No puedes soportar la idea de estar conmigo en la cama y no hacerme el amor.
-¡Basta ya, Eriol! –gritó ella-. No tiene sentido lo que dices.
-¿Ah, no? Bien, vamos a probar la cama a ver que pasa.
-¡NO! –gritó ella cuando Eriol se levantó bruscamente, obligándola a ponerse de pie. Al instante la tomo en brazos y con paso decidido se dirigió a la cama.
-No, Eriol… por favor… no me hagas esto…
-¿Quieres decir que no puedes estar recostada en una cama conmigo sin poder evitar quitarte la ropa y suplicarme porque te haga el amor? ¿Porqué no quieres estar conmigo? ¿Porqué no me amas? Sí es así, dilo. Dímelo, Tomoyo. Te juro que no volveré a ponerte un dedo encima si me juras que no sientes nada por mí.
Eriol la deposito sobre el colchón. Tomoyo intentó sentarse, pero una montaña de cojines de plumas se lo impidió.
-¡Es mucho más complicado que todo eso! –grito ella.
-No, no lo es –dijo Eriol con firmeza-. En la vida hay cosas complicada y otras que no, el amor no lo es. O amas a una persona o no la amas.
Eriol se tumbo en la cama al lado de ella y la estrecho entre sus brazos. Tomoyo sintió la firmeza de su estomago contra el suyo, y más abajo… Eriol estaba muy excitado, la deseaba terriblemente. El aire se le hacia cada vez más espeso a ella, le resultaba muy difícil respirar con normalidad.
¿Pero, cómo podría admitirle a Eriol que lo amaba con locura cuando él se tomaba su relación con tanta indiferencia, con tanta ligereza? Él se tomaba el amor como algo superficial, cuando él este dispuesto y se terminara el plazo de convivencia la volvería a abandonar como años atrás, a ella y a Dan.
Eriol le empezó a acariciar el estomago por debajo del suéter, haciéndola estremecer de placer. Luego se lo saco de un rápido movimiento sobre la cabeza y le quito también el corpiño, entonces se lanzo a sus pechos como un lobo hambriento.
Tomoyo se arqueo y gimió de deleite ante sus caricias.
-Dime que no me amas y pararé –le susurro él al oído.
Claro que lo amaba, lo amaba desde el momento que lo conoció y nunca había dejado de hacerlo. Y sabría que nunca dejaría de amarlo, pero al igual que ella lo amaba, sabía que el sentimiento no era mutuo. Eriol amaba a su país, a su titulo y el poder que este le daba, amaba las fiestas y adoraba acostarse con toda mujer atractiva que se le pasara por las narices. Ella sabía que estaba abusando de que ella lo amaba y que su entrega hacia él era completa solo para satisfacer su deseo.
-Eriol, basta… por favor, para… Eriol…. –gemía ella entre sollozos-. Basta… es que no entiendes…. ¡No te amo!
Eriol dejo de moverse y su respiración se calló. Fue como si la vida hubiera escapado de su cuerpo.
-Entiendo –susurro él- Supongo que esperaba demasiado.
-Lo siento, yo no quise….
Muy despacio, Eriol se levantó de la cama y se volvió dándole la espalda. Luego se aliso los pantalones y enderezó los hombros.
-Eriol, yo…
-No me debes ninguna explicación –la interrumpió Eriol fríamente-. Ya has respondido a mi pregunta, no necesito que me digas nada más.
-Eriol, no es eso…
-Te molestare lo menos posible, pero lo de compartir la habitación no tiene solución. Note preocupes, no te tocare ni un cabello mientras duermas ni nunca más. Esto no volverá a ocurrir jamás, perdóname por ponerte en esta situación tan comprometida, Tomoyo.
Tras esas palabras, Eriol salió de la habitación con paso firme y rápido.
Tomoyo no había vuelto a verlo hasta después de la medianoche, cuando Eriol entro sigilosamente al dormitorio mientras ella se hacia la dormida. Se desnudo, escucho la ropa del pijama pasar por su cuerpo y se acostó en el lado opuesto de la cama dándole la espalda. No la rozo en toda la noche.
Cuando tomoyo se despertó por la mañana Eriol ya se había marchado. Al no verlo tomoyo se sintió desolada y tremendamente culpable, sabia que sus palabras habían herido a Eriol, y que la relación que tenían, sea lo que sea que tenían, se había perdido para siempre.
"Esto es lo que querías Tomoyo, no entiendo porque lloras. Después de todo él no siente nada por ti… ¿entonces porque reacciono así?¿Acaso le importo? Sí claro que algo le importa, pero no soy yo, es Daniel. No intentes engañarte Daidouji, Eriol Hiragizawa solo siente deseo por ti, que no lo ame fue un duro golpe para su ego de casanova"
Tomoyo lloraba desconsolada en la cama, abrazando fuertemente la almohada que había utilizado Eriol.
"Eriol, mi vida… Te amo tanto, mi amor. ¡Dios, como te amo! Cómo quisiera poder decírtelo"
El llanto de Daniel la saco de sus pensamientos, pasara lo que pasara ella no tendría que dejarse vencer, sus sentimientos los tendría que reprimir por el bien de ella misma y por el de su hijo.
Continuara…Nota de la Autora:
Buenas a Todos! Sé que ha pasado mucho desde que publique un capítulo de este fic, pero en verdad he estado ocupado con otros fics y admito que tuve una pequeña falta de inspiración, por lo que me tuve que replantear la trama de la historia. Les comento que quedan cuatro capítulos más de "Un príncipe que se convirtió en sapo", además de un posible epilogo que pondré junto al ultimo capítulo. Aun así no se preocupen que queda bastante de esta pareja.
La verdad que el final de este chap me ha costado escribirlo, no sabia como poner la situación pero espero que les halla gustado. Como ven ambos están sufriendo con su relación, ambos por orgullosos y por miedo al rechazo no se sinceran el uno por el otro. Creo que hará falta que alguno de los dos de el brazo a torcer y tome la iniciativa antes de que sea demasiado tarde. Desde ya les quiero agradecer enormemente sus reviews, de verdad me han encantado cada uno de ellos. Lamentablemente hoy, por cuestiones de tiempo, no podré responderlos debidamente (cosa que me pone muy triste) pero les prometo hacerlo en el próximo capítulo que espero poner con prontitud.
Muchas gracias por sus reviews amigos! Cuídense mucho y nos vemos pronto! Matta Ne!
Att. Lady Verónica Black.-PD: Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Ranma Saotome, Harry Potter y Sirius Black! ¡¡Los hombres más tiernos y sexys que hay!"
¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!
