ANTE TODO UN RESPETUOSO SALUDO...

LA SIGUIENTE HISTORIA ES SOLO UN PEQUEÑO ABREBOCA MIENTRAS ESPERAMOS EL SUCULENTO MANGAR QUE SIN DUDA SERA EL SEXTO LIBRO.

AQUI HAY MUCHO ROMANCE (POR LO MENOS LA PAREJA PROTAGONICA ES LA QUE TODOS QUIEREN QUE SEA) Y TAMBIEN AVENTURA Y SUSPENSO...

ESPEROQUE CON SUS CRITICAS ME HAGAN SABER CUANTO LES GUSTA O LES DISGUSTA.

A NOVO

Caminando por la pista de aterrizaje, aquella tarde de primavera un atractivo joven de cabellos azabaches y ojos verdes enmarcados en una gafas de montura redonda, mantenía su mirada fija en el cielo azul turquesa, mientras sus pasos lo alejaban del avión que acababa de aterrizar procedente de tierras lejanas.

Tierras lejanas en donde aquel joven, ahora convertido en un hombre, había pasado el último año de su vida, tratando de olvidar algunos acontecimientos que desde siempre habían determinado su destino, pero ahora que ya ese destino estaba cumplido, era momento de regresar y continuar con su vida.

Ingresó por la entrada de doble puerta que conducía al interior del aeropuerto. Miles de personas iban y venían presurosos; otros, permanecían sentados en cómodas butacas o sillas mientras se mantenían atentos a una voz femenina que anunciaba a través de grandes altavoces la llegada y salida de los aviones.

El joven hombre se detuvo, junto a otras personas, frente a una especie de rueda giratoria, donde poco a poco fue apareciendo el equipaje de todos aquellos pasajeros.

Entre el equipaje apareció un baúl de gran tamaño, que algunos de los allí reunidos no pudieron evitar mirarlo con curiosidad. Y otros hasta se sorprendieron cuando aquel joven lo alzó sin mayor problema, justo cuando estuvo al alcance de su mano. Sin embargo nada sorprendió más que ver a ese mismo hombre recoger seguidamente una jaula, en cuyo interior una hermosa lechuza blanca ululaba algo asustada.

-Tranquila, Hedwig... hemos llegado... pronto estaremos en casa... dijo el joven hombre con voz dulce.

Esa actitud cariñosa no pasó desapercibida, quizás por el hecho de que la ave parecía entender las palabras de su dueño, ya que lo miró con reproche.

Sin embargo, para quien hubiese conocido a aquel joven, aquello no hubiese sido nada increíble, ya que entre ambos había una hermosa relación de más de diez años, y ambos podían entenderse muy bien, puesto que aquel animal era la mascota de un mago. Pero no de cualquier mago. Era la mascota de Harry Potter, el joven mago que había vencido a Lord Voldemort.

Pronto llegaron, surcando el pesado tráfico automotor de Londres, a un edificio de seis pisos, de lujosos departamentos, ubicados en un pequeño pero distinguido suburbio.

Una vez que estuvieron acomodados, Harry abrió la puerta de la jaula y Hedwig alzó el vuelo, dio unas vueltas alrededor del salón, luego se posó sobre el techo de la jaula, aunque de una forma menos ágil, el paso de los años comenzaba a hacerse patente. Sin embargo comenzó a ulular fuertemente de forma amenazadora.

-Lo sé... dijo Harry algo avergonzado... sé que el viaje fue muy incómodo para ti... pero te dije porqué debía ser así... te lo expliqué.

Hedwig ululó mas calmada y volvió sus ojos ambarinos en dirección de la ventana.

-No...no puedes salir... dijo Harry acariciándola... te prometo que cuando esté más oscuro podrás salir... Oh, Hedwig no me mires así... perdóname... pero quería que fuera una sorpresa... si regresábamos de forma mágica... ya medio mundo estaría aquí... y tengo primero algunas cosas que arreglar...

Pocas horas más tarde Harry cumplió su promesa y dejó marchar a Hedwig en medio de la noche, para que estirara las alas y pudiera cazar y alimentarse.

Mientras tanto, él empezó a leer la correspondencia que ya había comenzado a llegar, por el correo habitual entre magos.

Una de las cartas, traída por una lechuza de color gris, procedía del Ministerio de Magia.

"Estimado Señor Harry Potter:

La presente misiva es para recordarle que aún este despacho desea contar con usted en Calidad de miembro, ya que su renuncia al cargo de Auror no fue aceptada por el Ministro de Magia, por tal motivo nos llenaría de orgullo y placer que su nombre encávese nuestras listas.

Esperando su pronta respuesta, se despide

Atentamente.

Remus Lupin

Jefe de Aurores

Ministerio de Magia Ingles".

Harry suspiró mientras releía la carta.

Claro que no quería renunciar a ese cargo, esa decisión había sido tomada en un momento de ofuscación y tristeza. Pero eso ya había pasado. El año que había estado lejos le había servido para reorientar su vida y sus metas.

Otra carta también había llegado.

"Mi Querido Harry:

Espero que estés muy bien.

Hace mucho que no respondes a mis cartas, pero quiero pensar que ha sido sólo por tu deseo de alejarte de todo.

Mi corazón anhela que aún me consideres tu amiga, a pesar del tiempo y la distancia, porque yo aún te tengo muy presente.

Te quiere

Hermione Granger."

-Yo también te tengo muy presente... dijo Harry al terminar de leer aquella carta... quizás más de lo que debería.

Luego leyó una tercera carta:

"Querido Harry:

Fiel al cumplimiento de mi palabra, no he comentado nada sobre tu regreso.

Me imagino que ya para el momento que recibas esta carta debes de estar instalado en el departamento que renté en tu nombre, tal y como tú me pediste.

Sobre la mesa de tu habitación hay un pequeño traslador en forma de florero; si deseas que conversemos un rato, ya sabes qué hacer.

Si no es así, no importa, me imagino que querrás descansar.

Espero verte el lunes en el ministerio... porque me imagino que regresarás a tu cargo, como ya habíamos hablado ¿no?.

Bueno ahora me despido, no quiero seguir molestando.

Hasta más tarde o hasta el lunes.

Un beso

Ginny"

Harry dejó la carta sobre el sillón donde se encontraba sentado y caminó rápido hasta la habitación.

Allí, efectivamente, estaba el florero que Ginny había mencionado en su carta.

Harry lo tocó con su varita, mientras pronunciaba una palabra.

-Portus...

El florero se sacudió ligeramente y de pronto ante el joven apareció una linda chica de rostro pecoso y una larga cabellera roja.

Ella le sonrió y sin pensarlo lo abrazó con fuerza, mientras él correspondía a su gesto.

-Harry... qué alegría... tanto tiempo sin verte... dijo Ginny con picardía.

-Si... muchísimo tiempo... tanto como dos días... una eternidad... dijo Harry entre risas.

-Ja, ja, ja... para los amigos eso es una eternidad... dijo Ginny guiñándole un ojo... además últimamente te vendes muy caro.

-Yo no me vendo, ni me dejo comprar... dijo Harry con ironía.

Ginny se ruborizó un poco ante aquel comentario:

-Disculpa, no ha sido mi intención ofenderte... era sólo un comentario.

-Lo sé, tontita... no tienes por qué tomar siempre mis palabras tan literalmente... dijo Harry dándole un pequeño beso en la mejilla.

Ginny se alejó un poco con cierto disimulo. Aun no podía dominar del todo sus sentimientos.

-Ven, vamos a la cocina... dijo Harry indiferente ante la actitud de

Ginny... Necesito una buena dosis de té…

Luego de preparar té, se sentaron juntos, uno al lado del otro en el salón.

-Veo que ya has recibido correspondencia... dijo Ginny mirando las cartas que Harry todavía sostenía en su mano, tras la prisa que se había dado en utilizar el traslador... no te han dejado ni respirar el aire londinense.

-Sí. Imagínate si les hubiese comentado sobre mi regreso... dijo Harry con una sonrisa, mientras le mostraba las cartas a Ginny... pero recién han llegado... aún no he contestado.

-Veo que Remus insiste en que regreses a tu cargo... dijo Ginny mientras leía la carta del Jefe de Aurores... y por supuesto así será.

-Sí... Ya sabes que ésa es mi intención... aseguró Harry.

-Y veo que Hermione no ha dejado de escribirte... dijo Ginny al mirar de reojo la segunda carta que tenía en sus manos.

Pero no se atrevió a leerla.

Harry no contestó de inmediato. Apuró un poco su té.

Ginny tampoco quiso hacer comentario, porque aquel tema era algo doloroso para ambos. Pero luego de un corto silencio decidió aclarar ciertas dudas.

-Pero Harry si tú insistes en que todo esto no te ha afectado... ¿por qué te has negado a contestar las cartas de Hermione?

-No lo sé... dijo Harry confundido... es que todo ha sido tan difícil... yo no quiero presionarla... creo que por mi manía de querer ser el primero en todo, es que quizás confundí todo.

-Sabes que eso no es así... dijo Ginny algo molesta... estás usando las mismas palabras que Ron... y eso es injusto contigo y con Hermione... uno no manda sobre los sentimientos... si tú y Hermione...

-Ése es el problema... le interrumpió Harry con cierto tono de angustia... ya no estoy tan seguro de lo nuestro.

El corazón de la joven pelirroja dio un vuelco al escuchar aquellas palabras. Sin embargo trató de serenar su corazón para poder dar paso a la razón.

-Harry... ya es hora de que dejes de pensar en los demás y en el qué dirán... decidiste volver y Hermione ha permanecido aquí, esperándote... yo creo que deben darse la oportunidad que se negaron... además, Ron está lejos... está en Francia... y él ya hizo su vida.

Harry levantó su mirada y se encontró con aquellos ojos castaños que tanta ternura le brindaban.

-"Quizás ella tenga razón... tal vez los prejuicios y las dudas nos han acorralado"... pensó Harry.

Luego suspiró profundamente y dijo:

-Gracias, Ginny... que sería de mí... sin ti...

Lentamente se acercó a ella y la tomó tiernamente entre sus brazos.

Ginny cerró sus ojos.

La razón había triunfado una vez más.

Pero sabía que su corazón, algún día reclamaría su derecho de amar a aquel hombre con libertad, sin necesidad de disfrazar los sentimientos que desde que era una niña, le hacían suspirar y anhelar cada día, aunque fuese un pequeño beso.

La chica dio un respingo al escuchar el roce de la pluma sobre una hoja de pergamino, lo que la hizo volver a su realidad.

Volvió sus ojos hacia Harry, quien estaba escribiendo presurosamente una carta.

Ella se levantó. Se acercó a él, y mirando por encima de su hombro, comprobó que aquellas líneas iban dirigidas a Hermione.

La noche fresca de finales de primavera arropaba la ciudad, y las estrellas la adornaban junto a una espléndida luna que dejaba caer sus pálidos rayos sobre los jardines de las casas.

Por entre aquella semipenumbra, una lechuza blanca planeaba para aterrizar en el alfeizar de una ventana del piso superior de una casa muggle.

Dentro de la habitación una joven mujer dormía entre sabanas de algodón de color crema, abrazaba con fuerza a su almohada, acto inconsciente que reflejaba lo que sus sueños le estaban haciendo sentir en ese momento.

Pero un sonido la hizo despertar sobresaltada. Miró a su alrededor con cautela. Era casi imposible que aquel sueño se hiciese realidad, sin embargo siempre había la posibilidad de que él...

Posó su mirada en la ventana, allí estaba la lechuza blanca picoteando el cristal

¿Hedwig?... dijo Hermione en un suspiro.

Se levantó presurosa, abrió la ventana y dejó entrar al ave. La acarició, mientras tomaba de su pata el pergamino que iba colgado de ésta.

Hedwig partió inmediatamente.

"Mi Querida Hermione:

Estoy en Londres. He regresado.

El lunes comienzo de nuevo a trabajar en el ministerio. Mañana voy a dispensarle una visita al profesor Albus Dumbledore.

Si gustas podemos vernos en las Tres Escobas, para almorzar juntos.

Te quiere

Harry Potter".

Hermione suspiró profundamente. Dobló la carta de forma delicada y la colocó sobre el pequeño buró.

Había deseado tanto este momento, que ahora no sabía cómo debía reaccionar.

A orillas del rio Sena, un hombre de cabello rojo y mirada fría, caminaba lentamente sin apartar su mirada de las mansas aguas.

Un sol con matices anaranjados anunciaba la llegada del ocaso. Y una brisa helada amenazaba lluvia

Se detuvo repentinamente, como si hubiese escuchado su nombre.

-"Solo intento recordar", pensó aquel hombre con nostalgia

-"No hay nada que recordar Ronald Weasley"... dijo una voz en su interior."

Sin embargo hizo caso omiso de aquella voz

Saco del bolsillo interior de su abrigo una foto.

Allí se podía ver una hermosa mujer de cabellos castaños y ojos color miel, quien sonreía coquetamente.

-Se que tome una decisión... de la cual ya no hay vuelta atrás... pero... espero no llegar a hacerte daño... porque aun te amo.