A LIMITE

Hermione invitó a Harry a cenar en un lujoso restaurante muggle, ubicado en pleno corazón de Londres.
Harry se había sorprendido ante tal invitación, pero en vista de que no tenia planeado nada importante para su cumpleaños y de que al parecer nadie se había acordado de él, decidió acceder a la proposición de Hermione.
Caminaban tranquilamente por la calle charlando y riendo, luego de la suculenta y armoniosa cena. Parecía que entre ellos todo estaba en calma, sin embargo Harry se mostraba un tanto reservado. No podía sacarse de la cabeza la escena que había observado durante su viaje al pasado, aquella donde Draco había aparecido para rescatar a Hermione de la perversidad de Voldemort.
Se detuvieron en un pequeño puente, que unía dos pequeñas isletas que surgían artificialmente de un hermoso lago ubicado en el parque principal de la ciudad.
El sol se tornó de un color amarillo naranja, y sus débiles rayos coloreaban a las nubes de matices rojos en contrate con el azul claro del cielo. Una pocas aves volaban en busca de refugio, mientras una suave brisa soplaba.
Hermione comenzó a relatar su actividades en Escocia. Había sido enviada como Jurista del Ministerio en busca de apoyo por parte de esa comunidad mágica para la inminente posibilidad de un nuevo enfrentamiento.

-Harry... ¿te sucede algo?... preguntó preocupada Hermione, interrumpiéndose a si misma, al ver que su amigo no parecía prestar atención alguna a su conversación, aunque la miraba fijamente.

-Si... en realidad hay algo... tengo una duda... se sinceró Harry.

Hermione le sostuvo la mirada, dispuesta a escucharlo. Sabia que algo lo inquietaba desde que habían abandonado el restaurante.

-Hermione dime con sinceridad, ¿alguna vez me amaste de verdad?... dijo Harry con un dejo de miedo en su voz... es decir... durante el tiempo que estuviste conmigo ¿fue porque pensabas que me amabas?... lo no hiciste por despecho, por soledad, o por algún otro motivo.

Hermione se sorprendió ante aquella extraña pregunta. De donde había podido Harry sacar aquellas descabelladas sospechas.

-¿Por qué me preguntas eso?... hoy y ahora...

-Por qué necesito escuchar de tus labios... hoy y ahora... que al menos lo que hubo entre los dos fue de verdad.

-¡Claro que fue de verdad!... fui sincera en cada una de mis palabras, en cada una de las caricias que compartimos... en cada uno de los besos que te di... dijo Hermione algo ofendida.

-Entonces... ¿qué paso?... ¿en que momento comprendiste que lo que sentías por mi no era amor verdadero?... preguntó Harry molesto y triste.

Hermione se sintió incomoda. Ella no pensó que él tocaría el tema y menos esa noche. Creyó conveniente mantenerse callada. Pero Harry no se quedaría con la duda.

-¿Seria... que... había alguien más?... alguien más aparte de Ron... por supuesto... dijo Harry con cierta ironía.

Ella se mordió el labio inferior presa de temor, por descubrir en los ojos de él, que ya no podía seguir ocultándolo.
Volvió su mirada hacia el lago, y aferrándose a la baranda del puente dijo con voz entrecortada.

-Para que... preguntas... si puedo ver en tu mirada.. que... ya lo sabes.

-Por qué quiero que ¡tu!... me los digas.

-Oh Harry... pero si eso... ya no vale la pena... dijo Hermione tratando de contener las lagrimas.

-Tal vez para ti no... ¡pero para mi si!... le recriminó Harry de forma ofensiva... ¡quiero saber en quien pensabas cuando te besaba!... ¡¡quiero saber por quien suspirabas cuando te hacia el amor!.

-No digas eso... ¿qué clase de mujer crees que soy?... preguntó Hermione molesta al sentirse ofendida por aquellas palabras.

-La clase de mujer que es capaz de hacerle creer a un hombre que lo ama... dijo Harry furioso... mientras esta pensando en otro... y que en el momento mas difícil de su vida se va con ese otro.

-Pero...¿de que estas hablando?... yo... yo jamás te he hecho eso... dijo Hermione llorosa.

-¿No?... y entonces... ¿por qué me dijiste que los aurores te habían rescatado, si fue Malfoy quien lo hizo?... preguntó con rabia.

Hermione se sentía aturdida ante aquella acusación. ¿Cómo sabia Harry, que Draco la había rescatado?.

-Las cosas no sucedieron así... se defendió ella... si es verdad... Draco me rescató... te lo oculte porque pensé que era lo mejor... pero ambos nos reunimos con los aurores y regresamos al lugar... ya tu no estabas, ni Voldemort tampoco... debimos defendernos...

-¿Draco?... ¿desde cuando te refieres a él con tanta familiaridad?... le recriminó Harry acercándosele amenazadoramente

Hermione retrocedió unos pasos, quizás era el momento de decirle la verdad.

-Draco fue la verdadera razón por la que rechace a Ron... y es la razón por la que te pedí que termináramos... dijo Hermione sin inmutarse.

Harry sintió que su corazón dio un vuelco al escuchar aquella revelación. Comenzó a respirar con algo de dificultad. No podía entender, no podía comprender como y cuando Hermione había comenzado una relación con Draco Malfoy.

-Yo no se como paso... pero paso... me enamore de él... pero los prejuicios... su idea de ser un mortifajo y seguir los pasos de su padre nos separaron... cuando él regreso y me rescató... todo fue confusión para mi... pero yo estaba contigo, yo pensaba que te amaba... no podía abandonarte en ese momento tan difícil... pero luego me di cuenta que mis sentimientos por Draco no habían cambiado... y aun hoy se que lo amo... dijo Hermione con serenidad... en ningún momento fue mi intención engañarte... perdóname... pero jamás lo olvides y jamás dudes que cuando estuve contigo fui sincera...

Hermione bajo la mirada, esperando que Harry hiciera algo, algo que le demostrara que la perdonaba, que la entendía, que no la juzgaría.
Espero por unos minutos. Pero ese algo no llego. Levanto la mirada.
Harry se había alejado de ella, quería espacio y tiempo para pensar.

-Harry... perdóname... dijo Hermione en un susurro cuando lo alcanzó, tomándolo dulcemente de la mano, para impedir que siguiera alejándose.

Él la miro por un instante. Y no encontró fuerzas para reprocharle. Porque él se había marchado. Él había roto todo contacto con ella sin pensar en sus sentimientos, solo pensando en si mismo.
Ginny tenia razón. Era un egoísta.
Y también era un cobarde por no luchar por lo que consideraba suyo.

-Perdóname tu a mi... dijo Harry mientras le acariciaba el rostro con delicadeza... creo que ambos nos equivocamos... y estamos pagando con creces nuestra insensatez.

-Si... porque Draco no ha querido saber nada de mi... dijo Hermione con tristeza... y tu perdiste la oportunidad de estar con Ginny.

-¿Acaso tu sabias lo de Ginny?... preguntó Harry

-Todo el mundo sabe... lo que Ginny siente por ti... dijo Hermione con vergüenza

-Todos menos yo... se reprocho Harry.

Hermione desvió la mirada. Se sentía culpable y egoísta, al reconocer que Ginny no había tenido la oportunidad de conquistar a Harry; y varios corazones no habían encontrado la felicidad.
Harry tenia razón, estaba pagando por sus errores. Y la soledad seria su castigo.

-Bueno Hermione... gracias por la velada... pero creo que ya es hora de despedirnos... dijo Harry mientras consultaba su reloj.

-¡¡No!...¡¡no!... ¡¡aun no te puedes ir!... dijo Hermione exaltada, dejando de lado sus pensamientos.

Harry la miro confundido.

-Quiero decir... eeeeh... te iba a pedir que me acompañaras a casa del Ministro... debo recoger unos papeles... dijo Hermione recordando la fiesta que esperaba por Harry.

Él se encogió de hombros y resignado dijo

-Esta bien... vamos... que se hace tarde.

Llegaron frente al portal de una casa de dos plantas rodeada por enormes corredores y amplios jardines, pero a oscuras por completo, aspecto este que sorprendió a Harry

-Yo creo que la hora no es adecuada Hermione... dijo Harry observando toda la casa... el Ministro como que ya esta durmiendo.

-Tonterias... ven... vamos... dijo Hemione tomándolo de la mano y obligándolo a entrar.

Harry opuso algo de resistencia. No le parecía buena idea. Pero ante la insistencia de Hermione aceptó a regañadientes que ella golpeara con sus nudillos la puerta.
Sin embargo solo en ese momento se percató de un detalle: ¿por qué tenían que usar la puerta como si fueran muggles?. No podía él mandarle esos papeles por vía lechuza.
Iba a comentarlo, cuando la puerta fue abierta.

-Buenas noches señor Ministro... perdone la tardanza... dijo Hermione fingiendo vergüenza.

-No se preocupe... veo que Harry vino con usted... dijo el Ministro de Magia con una sonrisa... pasen... pasen

Harry siguió a Hermione hacia el interior de la casa, sin comprender muy bien, porque las luces seguían apagadas.
Una vez dentro, la puerta se cerró.
Harry no pudo evitar sentirse incomodo en aquella penumbra y sin pensarlo introdujo su mano en el bolsillo de su túnica y saco la varita mágica.
Pero de pronto las luces se encendieron y miles de estrellas multicolores iluminaron el techo de la habitación al tiempo que una salva de aplausos hizo a Harry retroceder algo asustado. Guardo rápidamente la varita, y tomo de la mano a Hermione al tiempo que todos los presentes gritaban

-¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

Harry sonrió nervioso, aunque trató de disimular la sorpresa que todo aquello le había causado y al ver como Hermione y el Ministro se sonreían con complicidad, comprendió que todo había sido una bien urdida pero simpática trampa.
De pronto un flash le obligo a entrecerrar los ojos, e inconscientemente atrajo a Hermione hacia él, aspecto este que casi nadie capto en el momento, pero que no escapo a dos pares de ojos muy sagaces.

-Esa foto es para la primera pagina de mañana... dijo un joven rubio a otro de aspecto hosco el cual llevaba la cámara colgada a su cuello... será toda una primicia...

La puerta se cerró detrás de un elegante y bien parecido hombre, de piel joven y algo pálida. Llevaba su cabello rubio platinado muy bien peinado. Sus ojos grises estaban empañados por las lagrimas que pugnaban por salir, para que de esa forma pudiera su alma desahogar aquella opresión que sentía en el pecho luego de leer en el diario matutino una noticia que había trastocado todos sus sentidos.
Se recostó contra la puerta. Su mano derecha se cerraba en un puño alrededor de una hoja de periódico.
Su corazón latía rápidamente mientras a su mente llegaban miles de recuerdos.
Volvió a abrir sus ojos, se seco las lagrimas con la palma de su mano izquierda y haciendo acopio de todas sus fuerzas releyó aquella noticia.

"La Comunidad Mágica celebra con agrado la maravillosa noticia que en la noche de ayer se dejó colar durante la fiesta que el Ministerio de Magia obsequió al Héroe Harry Potter, con motivo de su cumpleaños. Fue de suma alegría informarnos por los asistentes a la reunión sobre la relación amorosa que nuestro Héroe mantiene con una de la más destacadas Jurista Mágica, que recién acaba de llegar de Escocia donde fue enviada como embajadora especial. La afortunada joven es la Señorita Hermione Granger. El amor entre ambos ha soportado muchas adversidades pero aunque estuvieron separados durante el año que nuestro Héroe estuvo retirado en Alemania, jamás perdieron el contacto, por lo que nadie duda que ahora que se han reunido de nuevo, la relación termine en enlace matrimonial..."

Draco Malfoy hizo añicos sin piedad la hoja de periódico.
Se paso su mano por su pulcra cabellera. De nuevo las lagrimas mojaban sus mejillas.
Miro a su alrededor y con tristeza pensó

-"De que me sirve todo esto... de que me sirve ser quien soy sino la tengo a ella... y con Potter... con él."

En aquel último curso en el colegio Hogwart de Magia y Hechicería, él había descubierto sus sentimientos por Hermione Granger, pero su tonto deseo de seguir los pasos de su padre, por hacer caso al que dirán, desaprovechó la valiosa oportunidad que el destino le había obsequiado. Y de eso ya habían pasado cinco años.
Y hacia tan solo un año que la había vuelto a ver. Que había tenido nuevamente la oportunidad de reconquistarla. Pero su estupido orgullo se lo impidio, al pensar que ella estaba con Ronald Weasley.
Pero aquel trozo de papel le reveló algo que jamás se imaginó.
Quien le había quitado el amor de Hermione no había sido el pobreton Weasley, había sido el idiota de Potter.

Hacia solo unos días que había regresado de América, donde había culminado sus estudios y un postgrado en Leyes Mágicas. Y había albergado la esperanza de que quizás podría reencontrarse con la mujer que amaba y poder al fin tenerla con él para siempre.
Pero aquella fatal noticia rompía sus sueños y esperanzas.
Una vez más Harry Potter le había ganado y se llevaba los honores.

Hermione Granger leía sorprendida el diario del Profeta. No podía creer aquellas palabras impresas.
Ni tampoco tenia la mas mínima idea de donde había salido aquella noticia.
Levanto la mirada al escuchar unos pasos tras ella.

-Hola Hermione... ¡madrugaste!

-Hola Harry... es que tengo mucho trabajo atrasado... dijo Hermione mirando con curiosidad a su compañero de trabajo... pero tu también has madrugado.

-El Ministro me ha citado... dijo Harry algo dudoso... pero... en realidad no se para que.

Harry miro de reojo el periódico que Hermione tenia entre sus manos.

-Veo que ya has leído los nuevos chismes de El Profeta... dijo Harry suspirando.

-Si... y realmente no se de donde han sacado tal noticia... dijo Hermione dándole un pequeño golpe a la hoja del periódico... ya no saben como obtener lectores... aunque sea levantando falsos...

-Tan malo te resulta la noticia... dijo Harry algo triste y ofendido... temes que él también lea El Profeta.

-No Harry... claro que no... dijo Hermione con vergüenza... sabes muy bien que no me importa que piensen que hay algo entre nosotros...

-No mientas Hermione... que no te queda bien... dijo Harry con un dejo de molestia en su voz.

-Buenos Días...

Ambos jóvenes volvieron sus ojos hacia una tercera persona, que hacia su entrada en el lobby.

-Veo que ha sido puntual Potter... disculpe que lo halla hecho esperar... pero con el desvelo de anoche... dijo el Ministro de magia con una sonrisa picara.

-No se preocupe Señor Ministro... dijo Harry alejándose de Hermione

-Gracias al cielo que la veo Srta Granger... dijo el Ministro de Magia mientras se quitaba la capa de viaje y la colgaba en su antebrazo izquierdo... le tengo una muy buena noticia... mañana comienza a trabajar un nuevo Jurista Mágico... aunque será asignado al Departamento de Cooperación Internacional a cargo del Señor Percy Weasley.

-¡Que bien!... dijo Hermione con entusiasmo... desde que trasladaron a Seamus a Madrid... no me he dado abasto con el trabajo... y... ¿quién será el nuevo Jurista Mágico?

-El Señor Draco Malfoy

Caminaba lentamente por entre la multitud muggle.
No llevaba un rumbo fijo. Miraba alternativamente al cielo que amenazaba lluvia. El otoño estaba muy avanzado y el viento soplaba frió e impetuoso.
Quería dar un paseo, para tratar de despejar su mente. Solo doce horas después debía asistir a su primer día de trabajo en el Ministerio de Magia, y quería encontrar el valor necesario para afrontar lo que le esperaba.

-"No solo tendré que soportar la presencia de ese Potter... sino que ella también estará allí... y lo peor es que tendré que verlos juntos", pensó Draco con desgano.

Sin embargo aquello no era del todo malo, al menos volvería a verla, y al recordar que trabajaría a su lado, sintió una extraña sensación en su estomago. Igual a la que sintió aquella tarde cuando descubrió sus sentimientos por Hermione Granger.

Hogwart estaba sumido en una nevada. Los diferentes caminos que comunicaban con los invernaderos, el campo de quidditch, el bosque prohibido, el lago, la casa de Hagrid El Guardabosque y otros tantos lugares estaban tapiados por una gruesa capa de nieve, por lo que los alumnos estaban obligados a permanecer en sus salas comunes o en la biblioteca durante las horas en que no habían clases.
Esa tarde Draco caminaba distraído por el pasillo que conducía a la biblioteca, aun no lograba sacarse de la cabeza la forma tan estúpida en que había perdido la snith durante el primer partido de quidditch de la temporada. Pero sabia que no podía mantener su pente ocupada solo en eso, debía terminar un informe de Transfiguración que tendría que entregar a la mañana siguiente.
Se detuvo al escuchar unos sollozos que provenían detrás de una columna.
Volvió sobre sus pasos y con sigilo descubrió sorprendido a Hermione cuyo rostro estaba oculto entre sus rodillas y lloraba inconsolablemente.
Draco no supo en ese instante que debía hacer. Aquella situación lo dejó fuera de control, él jamás la había visto en semejante situación, porque ella siempre se mostraba fuerte e invulnerable. Sin embargo aquello que sentía al verla allí tan indefensa y frágil lo molestó sobremanera, porque un Malfoy siempre debía de ser el dueño de la situación y no podía mostrar debilidad ante nadie y menos ante ella.
Adopto su actitud arrogante y con desprecio dijo

-¿Qué te pasa sangre sucia?

Hermione levanto sus ojos, lo miro por un instante.
Otra vez lo miraba de esa forma. De esa forma tan especial, tan cálida, tan única. Algo que había comenzado a ocurrir desde que habían iniciado el nuevo curso. Y a lo que él aun no le encontraba una explicación, porque se suponia que ella lo odiaba.
Y cuando se odia no se mira de esa forma.
La chica apartó su mirada y volvió su rostro hacia otro lado.
Aquella actitud de indiferencia, alboroto el orgullo de Draco, quien con disgusto la tomo por el brazo.

-Te hice una pregunta Granger... y mas te vale que me la contestes.

-Déjame... dijo Hermione en un susurro.

No hizo ningún esfuerzo por defenderse, ni siquiera por apartar su brazo de la mano de Malfoy que cada momento apretaba más.
Ella solo gimió cuando el dolor sobre su brazo se hizo inaguantable. Algo que Draco no pudo dejar de pasar desapercibido. Sabia muy bien que le estaba haciendo daño. Deseo con todas sus fuerzas que ella iniciara una disputa en aquel preciso instante. Pero no. No lo hizo. Tan solo volvió a mirarlo. Con esa mirada tan dulce que le hizo desistir en su actitud hostil.
La soltó suavemente. Espero que ella lo atacara, pero en ves de eso, simplemente volvió a apartar su rostro y de nuevo las lagrimas bañaron su rostro.
Aquella escena le hizo sentir una extraña sensación en el estomago. Trago fuerte. Por un momento sintió odio hacia quien fuera o lo que fuera que había hecho que ella estuviera en ese estado de tristeza.

-Pero... ¿qué tienes?... ¿qué te pasa?... pregunto Draco con preocupación.

Hermione volvió a mirarlo y en sus ojos pudo ver sinceridad en su preocupación. Frunció el entrecejo ante aquel cambio de actitud, tan repentino en Draco Malfoy.
Sintió que su corazón latía con ferocidad, no tenia intención de analizar el asunto, porque no quería sembrar falsas esperanzas en su corazón.
Solo quería llorar hasta que se le secaran las lagrimas y poder arrancar aquel amor que le apretaba el alma.

-Si me dices quien te ha hecho daño... tal vez pueda ayudarte... dijo Draco acurrucándose a su lado.

-No Malfoy... no puedes ayudarme... dijo Hermione clavando sus ojos castaños en los grises de Draco.

-"Aunque podrías... si solo te dignaras a ver mas allá... a darte cuenta de lo que siento por ti", pensó Hermione con profunda tristeza.

El chico Malfoy sintió un calor que recorrió su cuerpo al tiempo que su corazón comenzó a latir rápidamente, al descubrir en la mente de ella, la verdadera razón por la que estaba tan triste, y al descubrir en su corazón el nombre de quien era el responsable de esas lagrimas.
Se levantó bruscamente y dio unos pasos hacia atrás alejándose de Hermione.
No le gusto lo que había experimentado, al verse reflejado en los ojos de aquella chica, ni lo que había descubierto.

Casi corrió para llegar a su sala común.
Draco se detuvo frente a la escalera que conducía a las mazmorras, volvió su mirada atrás. Su corazón aun seguía latiendo a mil por hora. Pero no sabia si por la premura de huir de aquellos hermosos ojos castaños, o por el nuevo sentimiento que aquella mirada había sembrado en él o por descubrirse amado por su peor enemiga.

-"¿Qué locuras estas pensando?... eres un Malfoy... ella es una sangre sucia", pensó Draco molesto consigo mismo.

Pero un inexplicable deseo lo hizo volver al lugar que había abandonado, aun contra los argumentos de su razón.
Sostuvo la respiración cuando llego junto a la columna. Y poco a poco se asomo tras ella.
Una mezcla de desilusión y alivio lo invadió.
Hermione ya no estaba allí. Pero había algo en el suelo que llamo la atención de Draco.
Un pañuelo blanco de puntillas rosadas había quedado abandonado en un rincón.
El chico lo levanto del suelo, e instintivamente lo olio sin prejuicios. Y sin pensarlo se dejo embriagar por aquel perfume a jazmín que penetro cada una de sus células.

Draco regreso al presente cuando se topo con una puerta de madera muy vieja, que para los transeúntes pasaba desapercibida.
Miro a ambos lados antes de abrirla y perderse tras ella.
El Caldero Chorreante aquella tarde estaba algo vació. Dio un corto saludo a un par de conocidos y siguió derecho hasta el fondo del establecimiento. Se detuvo justo frente a una pared de rojos ladrillos. Saco su varita de uno de los bolsillos de su túnica, y con ella golpeo varios ladrillos, logrando de esta manera que la pared se abriera en dos y dejara ver un pasillo, por donde podía llegar sin problemas al callejón Diagon.
Sus pasos lo llevaron hasta una tienda de túnicas para toda ocasión. Quería verse bien para su primer día de trabajo.

-Buenas Tardes... dijo una bruja entrada en años, mientras salía detrás de un armario... ¿en que puedo ayudarlo?.

-Quisiera medirme algunas de esas túnicas... dijo Draco señalando hacia un aparador.

-Veo que el caballero tiene muy buen gusto... dijo la bruja sonriente... esas túnicas acaban de llegar de Paris... son de alta costura.

Al día siguiente, decenas de brujas y magos salían por las chimeneas que dispuestas unas frente a las otras, daban acceso al lobby del Ministerio de Magia.
Draco Malfoy apareció en el medio del lobby. Vestía una túnica azul celeste de fino corte, con unos broches de plata de forma romboidal. Y sobre ella una fina capa de viaje de razo azul oscuro. Su cabello pulcramente peinado y su refinados modales no dejaban duda de su soberbio porte aristocrático.
Camino hasta un escritorio donde una bonita bruja le sonreía a un mago que desea le fuera aclarada una duda.

-Debe seguir por el pasillo de la derecha, aborde el ascensor de la izquierda y baje en el cuarto piso. Luego toque en la segunda puerta de la derecha.

El mago dio las gracias, se alejo, pero parecía aun mas confundido.

-Buenos Días... dijo la bruja ampliando mas su sonrisa, sin poder dejar de admirar al joven mago... ¿en que puedo ayudarlo?

-Buenos Días Señorita... soy Draco Malfoy... el nuevo Jurista Mágico.

-Señor Malfoy... sea usted bienvenido... soy Matilde Grumber.

Draco estrecho cortésmente la mano que la joven el ofrecía.

-Por favor sígame... el Señor Ministro lo esta esperando.

Matilde condujo a Draco hasta la oficina del Ministro, quien se levanto rápidamente al verlo.

-Bienvenido Draco... Bienvenido... me alegro mucho que hallas aceptado trabajar con nosotros... dijo el Ministro de Magia con alegría, abrazándolo con fuerza.

-Gracias a ustedes por aceptarme... dijo Draco correspondiendo al gesto amistoso.

-Tonterías muchacho... tonterías... después de todo lo que hiciste por esta comunidad... dijo el Ministro con orgullo... es un privilegio contar de nuevo con tu valiosa ayuda.

En ese instante alguien toco la puerta.

-Adelante... dijo el Ministro mirando por detrás del hombro de Draco.

-Usted quería verme Señor Ministro... pregunto Hermione mientras entraba a la oficina.

Y el corazón le dio un vuelco al ver aquel mago que de espaldas a ella, hablaba con el ministro. Sin ver su rostro sabia muy bien quien era.
Draco Malfoy se volvió sobre sus talones y retando a sus sentimientos, miro con arrogancia a la joven bruja.
Hermione Granger le sostuvo la mirada, una mirada que no había podido olvidar desde aquella noche.