A LIMITE
Hermione invitó a Harry a cenar en un lujoso
restaurante muggle, ubicado en pleno corazón de Londres.
Harry
se había sorprendido ante tal invitación, pero en vista
de que no tenia planeado nada importante para su cumpleaños y
de que al parecer nadie se había acordado de él,
decidió acceder a la proposición de Hermione.
Caminaban
tranquilamente por la calle charlando y riendo, luego de la suculenta
y armoniosa cena. Parecía que entre ellos todo estaba en
calma, sin embargo Harry se mostraba un tanto reservado. No podía
sacarse de la cabeza la escena que había observado durante su
viaje al pasado, aquella donde Draco había aparecido para
rescatar a Hermione de la perversidad de Voldemort.
Se detuvieron
en un pequeño puente, que unía dos pequeñas
isletas que surgían artificialmente de un hermoso lago ubicado
en el parque principal de la ciudad.
El sol se tornó de un
color amarillo naranja, y sus débiles rayos coloreaban a las
nubes de matices rojos en contrate con el azul claro del cielo. Una
pocas aves volaban en busca de refugio, mientras una suave brisa
soplaba.
Hermione comenzó a relatar su actividades en
Escocia. Había sido enviada como Jurista del Ministerio en
busca de apoyo por parte de esa comunidad mágica para la
inminente posibilidad de un nuevo enfrentamiento.
-Harry... ¿te sucede algo?... preguntó preocupada Hermione, interrumpiéndose a si misma, al ver que su amigo no parecía prestar atención alguna a su conversación, aunque la miraba fijamente.
-Si... en realidad hay algo... tengo una duda... se sinceró Harry.
Hermione le sostuvo la mirada, dispuesta a escucharlo. Sabia que algo lo inquietaba desde que habían abandonado el restaurante.
-Hermione dime con sinceridad, ¿alguna vez me amaste de verdad?... dijo Harry con un dejo de miedo en su voz... es decir... durante el tiempo que estuviste conmigo ¿fue porque pensabas que me amabas?... lo no hiciste por despecho, por soledad, o por algún otro motivo.
Hermione se sorprendió ante aquella extraña pregunta. De donde había podido Harry sacar aquellas descabelladas sospechas.
-¿Por qué me preguntas eso?... hoy y ahora...
-Por qué necesito escuchar de tus labios... hoy y ahora... que al menos lo que hubo entre los dos fue de verdad.
-¡Claro que fue de verdad!... fui sincera en cada una de mis palabras, en cada una de las caricias que compartimos... en cada uno de los besos que te di... dijo Hermione algo ofendida.
-Entonces... ¿qué paso?... ¿en que momento comprendiste que lo que sentías por mi no era amor verdadero?... preguntó Harry molesto y triste.
Hermione se sintió incomoda. Ella no pensó que él tocaría el tema y menos esa noche. Creyó conveniente mantenerse callada. Pero Harry no se quedaría con la duda.
-¿Seria... que... había alguien más?... alguien más aparte de Ron... por supuesto... dijo Harry con cierta ironía.
Ella
se mordió el labio inferior presa de temor, por descubrir en
los ojos de él, que ya no podía seguir
ocultándolo.
Volvió su mirada hacia el lago, y
aferrándose a la baranda del puente dijo con voz
entrecortada.
-Para que... preguntas... si puedo ver en tu mirada.. que... ya lo sabes.
-Por qué quiero que ¡tu!... me los digas.
-Oh Harry... pero si eso... ya no vale la pena... dijo Hermione tratando de contener las lagrimas.
-Tal vez para ti no... ¡pero para mi si!... le recriminó Harry de forma ofensiva... ¡quiero saber en quien pensabas cuando te besaba!... ¡¡quiero saber por quien suspirabas cuando te hacia el amor!.
-No digas eso... ¿qué clase de mujer crees que soy?... preguntó Hermione molesta al sentirse ofendida por aquellas palabras.
-La clase de mujer que es capaz de hacerle creer a un hombre que lo ama... dijo Harry furioso... mientras esta pensando en otro... y que en el momento mas difícil de su vida se va con ese otro.
-Pero...¿de que estas hablando?... yo... yo jamás te he hecho eso... dijo Hermione llorosa.
-¿No?... y entonces... ¿por qué me dijiste que los aurores te habían rescatado, si fue Malfoy quien lo hizo?... preguntó con rabia.
Hermione se sentía aturdida ante aquella acusación. ¿Cómo sabia Harry, que Draco la había rescatado?.
-Las cosas no sucedieron así... se defendió ella... si es verdad... Draco me rescató... te lo oculte porque pensé que era lo mejor... pero ambos nos reunimos con los aurores y regresamos al lugar... ya tu no estabas, ni Voldemort tampoco... debimos defendernos...
-¿Draco?... ¿desde cuando te refieres a él con tanta familiaridad?... le recriminó Harry acercándosele amenazadoramente
Hermione retrocedió unos pasos, quizás era el momento de decirle la verdad.
-Draco fue la verdadera razón por la que rechace a Ron... y es la razón por la que te pedí que termináramos... dijo Hermione sin inmutarse.
Harry sintió que su corazón dio un vuelco al escuchar aquella revelación. Comenzó a respirar con algo de dificultad. No podía entender, no podía comprender como y cuando Hermione había comenzado una relación con Draco Malfoy.
-Yo no se como paso... pero paso... me enamore de él... pero los prejuicios... su idea de ser un mortifajo y seguir los pasos de su padre nos separaron... cuando él regreso y me rescató... todo fue confusión para mi... pero yo estaba contigo, yo pensaba que te amaba... no podía abandonarte en ese momento tan difícil... pero luego me di cuenta que mis sentimientos por Draco no habían cambiado... y aun hoy se que lo amo... dijo Hermione con serenidad... en ningún momento fue mi intención engañarte... perdóname... pero jamás lo olvides y jamás dudes que cuando estuve contigo fui sincera...
Hermione bajo la mirada, esperando que
Harry hiciera algo, algo que le demostrara que la perdonaba, que la
entendía, que no la juzgaría.
Espero por unos
minutos. Pero ese algo no llego. Levanto la mirada.
Harry se
había alejado de ella, quería espacio y tiempo para
pensar.
-Harry... perdóname... dijo Hermione en un susurro cuando lo alcanzó, tomándolo dulcemente de la mano, para impedir que siguiera alejándose.
Él
la miro por un instante. Y no encontró fuerzas para
reprocharle. Porque él se había marchado. Él
había roto todo contacto con ella sin pensar en sus
sentimientos, solo pensando en si mismo.
Ginny tenia razón.
Era un egoísta.
Y también era un cobarde por no
luchar por lo que consideraba suyo.
-Perdóname tu a mi... dijo Harry mientras le acariciaba el rostro con delicadeza... creo que ambos nos equivocamos... y estamos pagando con creces nuestra insensatez.
-Si... porque Draco no ha querido saber nada de mi... dijo Hermione con tristeza... y tu perdiste la oportunidad de estar con Ginny.
-¿Acaso tu sabias lo de Ginny?... preguntó Harry
-Todo el mundo sabe... lo que Ginny siente por ti... dijo Hermione con vergüenza
-Todos menos yo... se reprocho Harry.
Hermione desvió la
mirada. Se sentía culpable y egoísta, al reconocer que
Ginny no había tenido la oportunidad de conquistar a Harry; y
varios corazones no habían encontrado la felicidad.
Harry
tenia razón, estaba pagando por sus errores. Y la soledad
seria su castigo.
-Bueno Hermione... gracias por la velada... pero creo que ya es hora de despedirnos... dijo Harry mientras consultaba su reloj.
-¡¡No!...¡¡no!... ¡¡aun no te puedes ir!... dijo Hermione exaltada, dejando de lado sus pensamientos.
Harry la miro confundido.
-Quiero decir... eeeeh... te iba a pedir que me acompañaras a casa del Ministro... debo recoger unos papeles... dijo Hermione recordando la fiesta que esperaba por Harry.
Él se encogió de hombros y resignado dijo
-Esta bien... vamos... que se hace tarde.
Llegaron frente al portal de una casa de dos plantas rodeada por enormes corredores y amplios jardines, pero a oscuras por completo, aspecto este que sorprendió a Harry
-Yo creo que la hora no es adecuada Hermione... dijo Harry observando toda la casa... el Ministro como que ya esta durmiendo.
-Tonterias... ven... vamos... dijo Hemione tomándolo de la mano y obligándolo a entrar.
Harry opuso algo de resistencia. No le parecía
buena idea. Pero ante la insistencia de Hermione aceptó a
regañadientes que ella golpeara con sus nudillos la puerta.
Sin embargo solo en ese momento se percató de un detalle:
¿por qué tenían que usar la puerta como si
fueran muggles?. No podía él mandarle esos papeles por
vía lechuza.
Iba a comentarlo, cuando la puerta fue
abierta.
-Buenas noches señor Ministro... perdone la tardanza... dijo Hermione fingiendo vergüenza.
-No se preocupe... veo que Harry vino con usted... dijo el Ministro de Magia con una sonrisa... pasen... pasen
Harry siguió a
Hermione hacia el interior de la casa, sin comprender muy bien,
porque las luces seguían apagadas.
Una vez dentro, la
puerta se cerró.
Harry no pudo evitar sentirse incomodo en
aquella penumbra y sin pensarlo introdujo su mano en el bolsillo de
su túnica y saco la varita mágica.
Pero de pronto
las luces se encendieron y miles de estrellas multicolores iluminaron
el techo de la habitación al tiempo que una salva de aplausos
hizo a Harry retroceder algo asustado. Guardo rápidamente la
varita, y tomo de la mano a Hermione al tiempo que todos los
presentes gritaban
-¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Harry
sonrió nervioso, aunque trató de disimular la sorpresa
que todo aquello le había causado y al ver como Hermione y el
Ministro se sonreían con complicidad, comprendió que
todo había sido una bien urdida pero simpática trampa.
De pronto un flash le obligo a entrecerrar los ojos, e
inconscientemente atrajo a Hermione hacia él, aspecto este que
casi nadie capto en el momento, pero que no escapo a dos pares de
ojos muy sagaces.
-Esa foto es para la primera pagina de mañana... dijo un joven rubio a otro de aspecto hosco el cual llevaba la cámara colgada a su cuello... será toda una primicia...
La puerta se cerró detrás de un
elegante y bien parecido hombre, de piel joven y algo pálida.
Llevaba su cabello rubio platinado muy bien peinado. Sus ojos grises
estaban empañados por las lagrimas que pugnaban por salir,
para que de esa forma pudiera su alma desahogar aquella opresión
que sentía en el pecho luego de leer en el diario matutino una
noticia que había trastocado todos sus sentidos.
Se recostó
contra la puerta. Su mano derecha se cerraba en un puño
alrededor de una hoja de periódico.
Su corazón latía
rápidamente mientras a su mente llegaban miles de
recuerdos.
Volvió a abrir sus ojos, se seco las lagrimas
con la palma de su mano izquierda y haciendo acopio de todas sus
fuerzas releyó aquella noticia.
"La Comunidad Mágica celebra con agrado la maravillosa noticia que en la noche de ayer se dejó colar durante la fiesta que el Ministerio de Magia obsequió al Héroe Harry Potter, con motivo de su cumpleaños. Fue de suma alegría informarnos por los asistentes a la reunión sobre la relación amorosa que nuestro Héroe mantiene con una de la más destacadas Jurista Mágica, que recién acaba de llegar de Escocia donde fue enviada como embajadora especial. La afortunada joven es la Señorita Hermione Granger. El amor entre ambos ha soportado muchas adversidades pero aunque estuvieron separados durante el año que nuestro Héroe estuvo retirado en Alemania, jamás perdieron el contacto, por lo que nadie duda que ahora que se han reunido de nuevo, la relación termine en enlace matrimonial..."
Draco Malfoy hizo añicos sin piedad
la hoja de periódico.
Se paso su mano por su pulcra
cabellera. De nuevo las lagrimas mojaban sus mejillas.
Miro a su
alrededor y con tristeza pensó
-"De que me sirve todo esto... de que me sirve ser quien soy sino la tengo a ella... y con Potter... con él."
En aquel último curso en el
colegio Hogwart de Magia y Hechicería, él había
descubierto sus sentimientos por Hermione Granger, pero su tonto
deseo de seguir los pasos de su padre, por hacer caso al que dirán,
desaprovechó la valiosa oportunidad que el destino le había
obsequiado. Y de eso ya habían pasado cinco años.
Y
hacia tan solo un año que la había vuelto a ver. Que
había tenido nuevamente la oportunidad de reconquistarla. Pero
su estupido orgullo se lo impidio, al pensar que ella estaba con
Ronald Weasley.
Pero aquel trozo de papel le reveló algo
que jamás se imaginó.
Quien le había quitado
el amor de Hermione no había sido el pobreton Weasley, había
sido el idiota de Potter.
Hacia solo unos días que
había regresado de América, donde había
culminado sus estudios y un postgrado en Leyes Mágicas. Y
había albergado la esperanza de que quizás podría
reencontrarse con la mujer que amaba y poder al fin tenerla con él
para siempre.
Pero aquella fatal noticia rompía sus sueños
y esperanzas.
Una vez más Harry Potter le había
ganado y se llevaba los honores.
Hermione Granger leía
sorprendida el diario del Profeta. No podía creer aquellas
palabras impresas.
Ni tampoco tenia la mas mínima idea de
donde había salido aquella noticia.
Levanto la mirada al
escuchar unos pasos tras ella.
-Hola Hermione... ¡madrugaste!
-Hola Harry... es que tengo mucho trabajo atrasado... dijo Hermione mirando con curiosidad a su compañero de trabajo... pero tu también has madrugado.
-El Ministro me ha citado... dijo Harry algo dudoso... pero... en realidad no se para que.
Harry miro de reojo el periódico que Hermione tenia entre sus manos.
-Veo que ya has leído los nuevos chismes de El Profeta... dijo Harry suspirando.
-Si... y realmente no se de donde han sacado tal noticia... dijo Hermione dándole un pequeño golpe a la hoja del periódico... ya no saben como obtener lectores... aunque sea levantando falsos...
-Tan malo te resulta la noticia... dijo Harry algo triste y ofendido... temes que él también lea El Profeta.
-No Harry... claro que no... dijo Hermione con vergüenza... sabes muy bien que no me importa que piensen que hay algo entre nosotros...
-No mientas Hermione... que no te queda bien... dijo Harry con un dejo de molestia en su voz.
-Buenos Días...
Ambos jóvenes volvieron sus ojos hacia una tercera persona, que hacia su entrada en el lobby.
-Veo que ha sido puntual Potter... disculpe que lo halla hecho esperar... pero con el desvelo de anoche... dijo el Ministro de magia con una sonrisa picara.
-No se preocupe Señor Ministro... dijo Harry alejándose de Hermione
-Gracias al cielo que la veo Srta Granger... dijo el Ministro de Magia mientras se quitaba la capa de viaje y la colgaba en su antebrazo izquierdo... le tengo una muy buena noticia... mañana comienza a trabajar un nuevo Jurista Mágico... aunque será asignado al Departamento de Cooperación Internacional a cargo del Señor Percy Weasley.
-¡Que bien!... dijo Hermione con entusiasmo... desde que trasladaron a Seamus a Madrid... no me he dado abasto con el trabajo... y... ¿quién será el nuevo Jurista Mágico?
-El Señor Draco Malfoy
Caminaba lentamente por entre la multitud
muggle.
No llevaba un rumbo fijo. Miraba alternativamente al cielo
que amenazaba lluvia. El otoño estaba muy avanzado y el viento
soplaba frió e impetuoso.
Quería dar un paseo, para
tratar de despejar su mente. Solo doce horas después debía
asistir a su primer día de trabajo en el Ministerio de Magia,
y quería encontrar el valor necesario para afrontar lo que le
esperaba.
-"No solo tendré que soportar la presencia de ese Potter... sino que ella también estará allí... y lo peor es que tendré que verlos juntos", pensó Draco con desgano.
Sin embargo aquello no era del todo malo, al menos volvería a verla, y al recordar que trabajaría a su lado, sintió una extraña sensación en su estomago. Igual a la que sintió aquella tarde cuando descubrió sus sentimientos por Hermione Granger.
Hogwart estaba sumido
en una nevada. Los diferentes caminos que comunicaban con los
invernaderos, el campo de quidditch, el bosque prohibido, el lago, la
casa de Hagrid El Guardabosque y otros tantos lugares estaban
tapiados por una gruesa capa de nieve, por lo que los alumnos estaban
obligados a permanecer en sus salas comunes o en la biblioteca
durante las horas en que no habían clases.
Esa tarde Draco
caminaba distraído por el pasillo que conducía a la
biblioteca, aun no lograba sacarse de la cabeza la forma tan estúpida
en que había perdido la snith durante el primer partido de
quidditch de la temporada. Pero sabia que no podía mantener su
pente ocupada solo en eso, debía terminar un informe de
Transfiguración que tendría que entregar a la mañana
siguiente.
Se detuvo al escuchar unos sollozos que provenían
detrás de una columna.
Volvió sobre sus pasos y con
sigilo descubrió sorprendido a Hermione cuyo rostro estaba
oculto entre sus rodillas y lloraba inconsolablemente.
Draco no
supo en ese instante que debía hacer. Aquella situación
lo dejó fuera de control, él jamás la había
visto en semejante situación, porque ella siempre se mostraba
fuerte e invulnerable. Sin embargo aquello que sentía al verla
allí tan indefensa y frágil lo molestó
sobremanera, porque un Malfoy siempre debía de ser el dueño
de la situación y no podía mostrar debilidad ante nadie
y menos ante ella.
Adopto su actitud arrogante y con desprecio
dijo
-¿Qué te pasa sangre sucia?
Hermione
levanto sus ojos, lo miro por un instante.
Otra vez lo miraba de
esa forma. De esa forma tan especial, tan cálida, tan única.
Algo que había comenzado a ocurrir desde que habían
iniciado el nuevo curso. Y a lo que él aun no le encontraba
una explicación, porque se suponia que ella lo odiaba.
Y
cuando se odia no se mira de esa forma.
La chica apartó su
mirada y volvió su rostro hacia otro lado.
Aquella actitud
de indiferencia, alboroto el orgullo de Draco, quien con disgusto la
tomo por el brazo.
-Te hice una pregunta Granger... y mas te vale que me la contestes.
-Déjame... dijo Hermione en un susurro.
No hizo ningún esfuerzo por defenderse, ni
siquiera por apartar su brazo de la mano de Malfoy que cada momento
apretaba más.
Ella solo gimió cuando el dolor sobre
su brazo se hizo inaguantable. Algo que Draco no pudo dejar de pasar
desapercibido. Sabia muy bien que le estaba haciendo daño.
Deseo con todas sus fuerzas que ella iniciara una disputa en aquel
preciso instante. Pero no. No lo hizo. Tan solo volvió a
mirarlo. Con esa mirada tan dulce que le hizo desistir en su actitud
hostil.
La soltó suavemente. Espero que ella lo atacara,
pero en ves de eso, simplemente volvió a apartar su rostro y
de nuevo las lagrimas bañaron su rostro.
Aquella escena le
hizo sentir una extraña sensación en el estomago. Trago
fuerte. Por un momento sintió odio hacia quien fuera o lo que
fuera que había hecho que ella estuviera en ese estado de
tristeza.
-Pero... ¿qué tienes?... ¿qué te pasa?... pregunto Draco con preocupación.
Hermione
volvió a mirarlo y en sus ojos pudo ver sinceridad en su
preocupación. Frunció el entrecejo ante aquel cambio de
actitud, tan repentino en Draco Malfoy.
Sintió que su
corazón latía con ferocidad, no tenia intención
de analizar el asunto, porque no quería sembrar falsas
esperanzas en su corazón.
Solo quería llorar hasta
que se le secaran las lagrimas y poder arrancar aquel amor que le
apretaba el alma.
-Si me dices quien te ha hecho daño... tal vez pueda ayudarte... dijo Draco acurrucándose a su lado.
-No Malfoy... no puedes ayudarme... dijo Hermione clavando sus ojos castaños en los grises de Draco.
-"Aunque podrías... si solo te dignaras a ver mas allá... a darte cuenta de lo que siento por ti", pensó Hermione con profunda tristeza.
El chico Malfoy sintió un calor que
recorrió su cuerpo al tiempo que su corazón comenzó
a latir rápidamente, al descubrir en la mente de ella, la
verdadera razón por la que estaba tan triste, y al descubrir
en su corazón el nombre de quien era el responsable de esas
lagrimas.
Se levantó bruscamente y dio unos pasos hacia
atrás alejándose de Hermione.
No le gusto lo que
había experimentado, al verse reflejado en los ojos de aquella
chica, ni lo que había descubierto.
Casi corrió
para llegar a su sala común.
Draco se detuvo frente a la
escalera que conducía a las mazmorras, volvió su mirada
atrás. Su corazón aun seguía latiendo a mil por
hora. Pero no sabia si por la premura de huir de aquellos hermosos
ojos castaños, o por el nuevo sentimiento que aquella mirada
había sembrado en él o por descubrirse amado por su
peor enemiga.
-"¿Qué locuras estas pensando?... eres un Malfoy... ella es una sangre sucia", pensó Draco molesto consigo mismo.
Pero un inexplicable deseo lo
hizo volver al lugar que había abandonado, aun contra los
argumentos de su razón.
Sostuvo la respiración
cuando llego junto a la columna. Y poco a poco se asomo tras
ella.
Una mezcla de desilusión y alivio lo
invadió.
Hermione ya no estaba allí. Pero había
algo en el suelo que llamo la atención de Draco.
Un pañuelo
blanco de puntillas rosadas había quedado abandonado en un
rincón.
El chico lo levanto del suelo, e instintivamente lo
olio sin prejuicios. Y sin pensarlo se dejo embriagar por aquel
perfume a jazmín que penetro cada una de sus células.
Draco
regreso al presente cuando se topo con una puerta de madera muy
vieja, que para los transeúntes pasaba desapercibida.
Miro
a ambos lados antes de abrirla y perderse tras ella.
El Caldero
Chorreante aquella tarde estaba algo vació. Dio un corto
saludo a un par de conocidos y siguió derecho hasta el fondo
del establecimiento. Se detuvo justo frente a una pared de rojos
ladrillos. Saco su varita de uno de los bolsillos de su túnica,
y con ella golpeo varios ladrillos, logrando de esta manera que la
pared se abriera en dos y dejara ver un pasillo, por donde podía
llegar sin problemas al callejón Diagon.
Sus pasos lo
llevaron hasta una tienda de túnicas para toda ocasión.
Quería verse bien para su primer día de
trabajo.
-Buenas Tardes... dijo una bruja entrada en años, mientras salía detrás de un armario... ¿en que puedo ayudarlo?.
-Quisiera medirme algunas de esas túnicas... dijo Draco señalando hacia un aparador.
-Veo que el caballero tiene muy buen gusto... dijo la bruja sonriente... esas túnicas acaban de llegar de Paris... son de alta costura.
Al
día siguiente, decenas de brujas y magos salían por las
chimeneas que dispuestas unas frente a las otras, daban acceso al
lobby del Ministerio de Magia.
Draco Malfoy apareció en el
medio del lobby. Vestía una túnica azul celeste de fino
corte, con unos broches de plata de forma romboidal. Y sobre ella una
fina capa de viaje de razo azul oscuro. Su cabello pulcramente
peinado y su refinados modales no dejaban duda de su soberbio porte
aristocrático.
Camino hasta un escritorio donde una bonita
bruja le sonreía a un mago que desea le fuera aclarada una
duda.
-Debe seguir por el pasillo de la derecha, aborde el ascensor de la izquierda y baje en el cuarto piso. Luego toque en la segunda puerta de la derecha.
El mago dio las gracias, se alejo, pero parecía aun mas confundido.
-Buenos Días... dijo la bruja ampliando mas su sonrisa, sin poder dejar de admirar al joven mago... ¿en que puedo ayudarlo?
-Buenos Días Señorita... soy Draco Malfoy... el nuevo Jurista Mágico.
-Señor Malfoy... sea usted bienvenido... soy Matilde Grumber.
Draco estrecho cortésmente la mano que la joven el ofrecía.
-Por favor sígame... el Señor Ministro lo esta esperando.
Matilde condujo a Draco hasta la oficina del Ministro, quien se levanto rápidamente al verlo.
-Bienvenido Draco... Bienvenido... me alegro mucho que hallas aceptado trabajar con nosotros... dijo el Ministro de Magia con alegría, abrazándolo con fuerza.
-Gracias a ustedes por aceptarme... dijo Draco correspondiendo al gesto amistoso.
-Tonterías muchacho... tonterías... después de todo lo que hiciste por esta comunidad... dijo el Ministro con orgullo... es un privilegio contar de nuevo con tu valiosa ayuda.
En ese instante alguien toco la puerta.
-Adelante... dijo el Ministro mirando por detrás del hombro de Draco.
-Usted quería verme Señor Ministro... pregunto Hermione mientras entraba a la oficina.
Y
el corazón le dio un vuelco al ver aquel mago que de espaldas
a ella, hablaba con el ministro. Sin ver su rostro sabia muy bien
quien era.
Draco Malfoy se volvió sobre sus talones y
retando a sus sentimientos, miro con arrogancia a la joven
bruja.
Hermione Granger le sostuvo la mirada, una mirada que no
había podido olvidar desde aquella noche.
