Buennoo con todos ustedes... el capitulo 5! o.o este lo hice mas largo de lo habitual... u.u es lo malo de entretenerse escribiendo... bueno, la cosa esq le guste, sip? asique leanlo y opinen, que es mas importante todavia! xD

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Había que admitir que, desde la revelación que le había hecho a Hermione, soportaba un poco mejor los días que pasaba con Harry y Luna en la Madriguera. No era porque tuviera conversaciones con ella sobre el tema, sino porque sabía que, al menos, alguien entendía lo que le sucedía en aquellos momentos, y eso era ya un alivio.

Sin embargo, todavía seguía sin poder evitar lanzarle a Harry miradas furtivas cada vez que estaba con Luna hablando sobre algún tema de los cuales no participaba, o cuando éste le preguntaba –cada vez con más frecuencia –qué era lo que le ocurría, contestaba con un gruñido de resignación.

-Pero Ron, me parece que te estás pasando –le dijo Harry la mañana que se estaban vistiendo para ir al Callejón Diagon a comprar sus útiles –es decir, nunca te había visto tan... así.

-Oye, no importa, ¿sí? No me pasa nada, simplemente estoy un poco... cansado.

Harry no pareció demasiado complacido con la respuesta de su amigo, pero desistió, porque bajó a desayunar como los demás Weasley a los dos minutos después.

Desde luego, el viaje no podía dejar de tener incidentes de todo tipo, menos todavía si se trataba de una familia como la de los Weasley, a los cuales acompañaba un chico moreno; dos chicas, una de cabello castaño, la otra rubia; un gato que bufaba enfadado y daba agudos maullidos cuando le pisaban la cola; y dos lechuzas, una de las cuales le lanzaba miradas de "no te pases de lista conmigo" a la otra, que volaba emocionada.

-¿Pero, para qué nos llevamos también a Hedwig y a Pigwidgeon, mamá? –preguntó Ginny a su madre, cuando terminaban de preparar los baúles-¿Y por qué no utilizamos los polvos flú?

-Tu padre va a encontrarse con los padres de Hermione, y cree que se sorprenderían un poco si aparecemos por la chimenea del bar... –contestó ella –Luego nos quedaremos en el Caldero Chorreante hasta el 1 de septiembre, porque no vale la pena volver con los pocos días que quedan.

-Ah, bien, pues no sé por qué no nos lo dijeron antes... –comentó Ginny, enfurruñada.

-Tu padre quería que fuera una sorpresa –explicó la señora Weasley, frunciendo levemente el entrecejo –no sé como espera que lo sea, si tenemos que preparar los baúles... –suspiró y sin más, salió de la habitación. Se oyó que alguien hablaba desde afuera, y que la puerta se volvía a abrir. Era Luna, que traía consigo El Quisquilloso, y parecía haberse dado contra la señora Weasley mientras observaba la revista del revés.

-Hola, Luna –sonrió Ginny divertida, logrando ver los calcetines de colores diferentes en cada pie que llevaba puestos, el angosto espacio que había entre el zapato negro y el pantalón.

-Hola –saludó con indiferencia, más bien como un acto de respuesta automática cuando alguien le hablaba. Hermione miró a Luna y la saludó de manera fría, pero cordial.

Cuando todos tuvieron los baúles preparados y en la calle (el cielo matutino estaba nublado y hacía bastante frío), el señor Weasley miró a su mujer.

-Somos demasiados para ir en el Autobús Noctámbulo... es decir, que, bueno... –miró de reojo a Harry, Hermione y Luna y luego a su mujer –En coche está claro que no podemos ir, a menos que vaya al Ministerio, y...-

-No, Arthur –dijo cortante la señora Weasley –los padres de Hermione y Luna esperan que vayan en un medio seguro, y no pienso pedirles nada a los del Ministerio...

-Pero si estamos todos en el mismo bando, Molly –dijo su marido, nervioso –Ya no estam...-

-Arthur, no quiero saber nada –respondió ella, más cortante de lo normal. A todos les dio la impresión que no quería abordar el tema de Percy, que tenía demasiado orgullo para aceptar que Dumbledore siempre tuvo razón –Y llámalo de una vez, o sino lo haré yo.

-De acuerdo, de acuerdo. –contestó el mago con voz queda y estiró el brazo derecho, con el cual sostenía la varita. Hubo un resplandor cegador y un estallido, y frente a ellos estaba parado un autobús de dos pisos, violeta, y del cual salió un muchacho alto, delgado, y lleno de granos, que comenzó a decir con voz tan aburrida como la de Luna:

-Bienvenidos al Autobús Noctámbulo, transporte de emergencia para el mago abandonado a su suerte. Alargue su vari... –

-Sí, lo que sea –dijo con brusquedad la señora Weasley, y pasó de una al autobús. Stan Shumpike la miró subir con el entrecejo ceñudo, y luego les espetó a los demás:

-¿Y bien? ¿Qué están esperando? ¡Todos arriba!

Ginny pasó sin mirar a Stan, y le siguieron Luna, Hermione (con el entrecejo fruncido), Ron, Harry, y por último el señor Weasley, que miró hacia los costados antes de subir.

-Recuerden que por trece sickles les damos una taza de café preparado como deseen, y por quince el café mas unas medialunas de la famosa pastisería del Callejón Dia...-

-Gracias, pero preferimos pagar los once sickles que nos corresponden a cada uno –le interrumpió el señor Weasley con amabilidad. Stan miró a sus acompañantes.

-¿Son todos hijos suyos? –preguntó, escudriñando las caras de los chicos.

-No. Sólo los pelirrojos...

-¡Ah, pero si es Harry! –exclamó Stan tan súbitamente, que Luna miró hacia los costados sobresaltada.

El viaje resultó tan molesto como los demás que habían tenido en aquel autobús. Los que menos se caían resultaron ser Harry y Ginny, el primero porque ya tenía más costumbre en aquel transporte, y la pelirroja, tal vez porque tenía más equilibrio. Luna parecía tener verdaderos problemas para mantenerse en su silla, y por el autobús se veían salir disparados de aquí para allá desde la revista de Luna, hasta la jaula de Hedwig (la cual ululaba disgustada mientras rodaba por el suelo).

Finalmente, a la duodécima caída de Luna y cuando Pigwidgeon estaba tan mareado que no podía ni revolotear, el autobús frenó estrepitosamente y hubo un chirriar de las ruedas cuando paró totalmente.

-¡Adiós, Harry! –le saludó Stan agitando la mano, cuando el señor Weasley le entregó los 4 Galleons correspondientes y bajó del vehículo. Le sonrió a Ernie antes de que la máquina se volviera a poner en marcha, para desaparecer tras una esquina.

Todos parecían alegres de bajarse del autobús, pero el matrimonio Weasley tenía expresiones sombrías. Harry se dio cuenta de que habían hecho un gasto considerable en aquel viaje. [N/A: 4 Galleons, que tampoco sería tanto, pero en su bóveda había un solo Galleon, según recuerdo...]

Entraron todos juntos al Caldero Chorreante. Había una bruja joven de oscuro cabello enmarañado sentada en un rincón, leyendo un libro muy grueso y de color azul. Unas silenciosas lágrimas le resbalaban por la cara morena mientras leía. Hermione la miró con cautela, Harry y Ron con avidez, Ginny con curiosidad y Luna no parecía haberse percatado de su presencia. Mientras tanto, el señor Weasley hablaba con el calvo tabernero, mientras que su mujer compraba cinco cervezas de mantequilla, y las llevaba de a dos hacia una mesa espaciosa.

-Tengan –les dijo –hace demasiado frío como para salir a comprar por ahí sin una buena cerveza de mantequilla en el estómago. Quédense aquí que mientras tanto, Arthur y yo vamos a ir a Gringotts a sacar algo de dinero.

Ninguno replicó. Todos bebieron tranquilamente de su jarra y sin hablar mucho. De vez en cuando miraban a la bruja del rincón, que se secaba los ojos con la túnica. Las manecillas de un reloj marcaban las diez en punto, y Tom, el tabernero, limpiaba con un trapo harapiento unas tazas de té.

Cuando todas las siete jarras de cerveza quedaron vacías, el Sol había salido un poco tras las nubes; sin embargo, al salir, el ambiente seguía siendo frío, y la señora Weasley se acomodó su abrigo mientras se dirigía hacia ellos con los bolsillos llenos de monedas.

-Vamos a ir primero a comprar los libros –anunció, mirando un negocio cercano llamado "Flourish y Blotts" –Para ahorrar tiempo pueden ir a comprarse túnicas nuevas, mientras yo me ocupo de esto. Supongo que luego –miró a Hermione –querrás ir a ver a tus padres. –y se dirigió hacia la tienda de enfrente.

-Mejor vamos yendo, antes de que nos convirtamos en réplicas exactas de personas de hielo–recomendó Ron, abrazándose del frío.

-En el polo hay personas de hielo –comentó Luna con aire natural –las temperaturas son tan bajas que ningún hechizo puede ayudarles a sentir calor; entonces utilizan el encantamiento de congelación, para así no sentir nada.

Hermione la miró con perspicacia. Estaba claro que intentaba guardarse otra de sus muchas reprimendas. Ginny ahogó una risita.

El resto del camino lo hicieron rápido y sin decir nada. Cuando entraron a la tienda "Madam Malkin: túnicas para todas las ocaciones", sintieron un súbito calor hogareño que les dejó débiles por un instante. A continuación, una mujer regordeta y de cara sonriente se les acercó, y les indicó a cada uno un escabel diferente para que se subieran.

-Hogwarts, me imagino. –dijo, mirándoles –Oh, vaya, querido, esta túnica te va demasiado corta... –le dijo a Ron frunciendo el entrecejo –Vamos a tener que elegir otra bastante más larga, ¿no crees? Bueno, Doris te atenderá, querido, tengo a un jovencito esperándome del otro lado.

Harry, Ron y Hermione giraron la cabeza y vieron a Neville, con los brazos extendidos hacia los costados y parado sobre un escabel, llevando una túnica negra, nueva y reluciente. Le hicieron un gesto con la cabeza y Neville les saludó de igual modo, pero le dio un manotazo al centímetro que le estaba midiendo y éste fue a parar al suelo con el ruido de una cinta en movimiento.

Un rato más tarde, Harry, Ron, Hermione, Luna, Ginny y Neville salían de la tienda, con sus nuevas túnicas bien guardadas. Fueron a comprar las demás cosas que les pedían: ingredientes para pociones (Estuvieron discutiendo un rato sobre Snape), un nuevo telescopio de más eficacia, una balanza un tanto más grande de la que habían utilizado hasta entonces, y los libros nuevos que, como la señora Weasley ya debía de haberlos comprado, solamente pagó Neville por ellos.

-Me pregunto quién será el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras –dijo Ron, mirando el nuevo libro que Neville guardaba: "Nueva Guía de Defensa: Hechizos, maleficios, encantamientos y revertimientos útiles, por Dinorah Dever".

-Esperemos que no sea alguien como Umbridge. –Harry dijo, sombrío.

-Imposible. Ahora estamos aliados con el Ministerio...

-Por cierto, Harry –interrumpió Ginny, mirándo al chico –continuarán las clases del E.D, ¿verdad?

-No lo sé –murmuró él. Estaba claro que no quería pensar en el tema, asique siguieron caminando por el frío camino hasta el Caldero Chorreante, donde seguro les esperaba una abundante comida caliente.

--- bueehh ese fue el cap... -.-' si... no hubo mucha cosa romántica entre Ron y Luna esta vez, pero es necesaria una introduccion asi... ademas, todo el tiempo lo mismo resultaria pesado, no creen?? si, otra pregunta, asi que ya me pueden ir contestando en reviews :P (q manera de aprovecharse xD)

[Por cierto, la bruja que llora en el Caldero Chorreante soy yo, leyendo Harry Potter 5 ...]