Capitulo 5

Algo de Quidditch…algo de confrontacion…

-¿Remus es un qué?- preguntó impaciente Peter.

-Tengo que estar seguro antes de afirmar algo –dijo Sirius ignorando a Peter.

-Dínoslo…

-No –respondió Sirius-. Déjenme confirmarlo mañana en la biblioteca y ya les diré. Mejor hagamos otra cosa por mientras.

-Pues yo me voy a dormir –dijo James con un bostezo y demasiado cansado para insistir-. Mañana comienzan las convocatorias para formar parte del equipo de quidditch de Gryffindor.

-Es cierto, hay que descansar.

Ésa noche, James y Peter durmieron muy a gusto, pero Sirius batalló un poco para conciliar el sueño. No dejaba de pensar en lo que probablemente había descubierto: si Remus era un licántropo eso explicaba sus desapariciones y su aspecto. Poco antes de caer rendido, no supo si era su paranoia o si era realidad, pero escuchó a lo lejos, en el pueblo de Hogsmeade, un aullido.

Debido al entusiasmo que le causaba el quidditch, James fue el primero en despertar. Se vistió rápidamente y golpeó a sus compañeros con las almohadas para que despertaran, ya listos, bajaron a desayunar.

-¿A qué hora empiezan? –le preguntó Sirius a James.

-A las once –respondió mientras comía sus huevos con tocino-. Falta una hora con quince minutos para que empiecen las selecciones, pero yo quiero irme antes para calentar.

-No se nota tu entusiasmo –replicó Sirius con sarcasmo-. Te acompaño –se ofreció.

-Pues yo no tengo nada que hacer, así que voy –dijo Peter.

Terminaron de desayunar y subieron a la torre de Gryffindor por la escoba de James, una Nimbus 1000 (N/A: Las escobas que voy a poner sí existen, traté de mencionar las que más se acercaban a su época). Los chicos la miraron con envidia.

-Qué buena escoba tienes, James –comentó Sirius-, yo todavía no he cambiado mi vieja Swiftstick.

-Me la regaló mi padre, según él por mis calificaciones –contestó el chico, contento.

-Vamos a ver que tal vuela –dijo Peter, entusiasmado.

Bajaron al vestíbulo para luego dirigirse al campo de quidditch a entrenar un poco. Sólo Peter acompañó a James, ya que Sirius reanudaría su investigación sobre Remus en la biblioteca.

En el campo de Quidditch, James voló como si nunca lo hubiera hecho en su vida. Estaba extasiado de estar nuevamente en el aire, y volaba muy bien, parecía haber nacido para eso. Peter lo miraba asombrado, desde luego él nunca podría hacerlo, pensaba con envidia.

Después de una hora, James bajó a donde Peter, se sentó junto a él en las gradas y esperaron a que llegara el equipo de quidditch de Gryffindor. Después de quince interminables minutos, lo hicieron. Ya habían llegado también otros aspirantes a algún puesto en el equipo. Todos bajaron al centro del campo para escuchar lo que el capitán y los demás jugadores tenían que decirles.

-Antes que nada –comenzó en capitán-, buenos días y gracias por haber asistido a nuestras convocatorias. Como ustedes saben –dijo caminando de un lado a otro-, el equipo requiere, urgentemente, de tres nuevos jugadores pues uno dimitió y los otros dos terminaron el colegio. Naturalmente escogeremos a los que más se adecuen al puesto. Los puestos libre son el de buscador, el de golpeador y el de cazador –James sonrió, era el puesto que quería-, entonces no perdamos tiempo, que comiencen las pruebas.

-¿Quiénes de ustedes van para cazador? –preguntó una chica del equipo.

-Yo –respondió de inmediato James.

-Veo que eres el único –sonrió la chica-, ¿cuál es tu nombre?

-James Potter –respondió.

-Mucho gusto, James. Yo soy Katie Johnson –dijo la chica. Se agachó a una caja que tenía su lado y sacó una pelota roja y se la entregó a James que se quedó inmóvil- y bien, ¿qué esperas? ¡Monta tu escoba!

-Lo siento –se disculpó James, sonrojado y montó su escoba. Katie le siguió.

-Lanza la quaffle –le indicó la chica a James, refiriéndose a la pelota roja que sostenía y lo hizo. Kate rápidamente se lanzó a la quaffle, y la atrapó formidablemente en el aire. Regresó hasta James-, ¿viste lo que hice? Ahora yo la lanzaré y tú irás por ella, calificaremos qué tan bien vuelas y tu desempeño con la quaffle.

Kate lanzó la quaffle y James salió rápidamente tras ella. Volaba muy bien, kate se quedó un tanto perpleja al verlo, era como si la escoba no existiera, como si fuera ingrávido. James atrapó la pelota y regresó hasta Kate.

-¿Entonces? –le preguntó James, sonriendo. Kate sonrió contenta.

Mientras tanto, en la biblioteca, Sirius se hallaba entre montones de libros, pasando hoja tras hoja en busca de la verdad acerca de su amigo Remus. Tenía sospechas de algo, pero necesitaba comprobarlo antes de comentárselo a James y a Peter.

La tarde cayó sobre el chico y la señora de la biblioteca lo corrió, pues ya era muy tarde. Sirius, resignado, se llevó varios libros a la sala común. En el camino se preguntaba si James había conseguido un puesto en el equipo.

-Contraseña –dijo la Señora Gorda, que era la que cuidaba la entrada de la sala común

-luna llena –dijo Sirius y entró a la sala.

James y Peter se encontraban platicando animadamente sobre las pruebas de Quidditch de ese día. Pero pararon al ver a Sirius y le ayudaron xon los libros que traía.

-¿Es que acaso te quieres acabar la biblioteca antes del final del curso? –le preguntó en broma James.

-Es cierto, el curso pasado era el último lugar que pisabas en todo el colegio –intervino Peter.

-Lo sé –reconoció Sirius-, pero esto es importante. Me causa mucha curiosidad. Por cierto, ¿cómo te fue, James?

-Me fue… -el chico puso cara de fingida tristeza-. ¡Me fue como nunca –gritó emocionado-, estoy en el equipo, soy un cazador!

-Felicidades James –dijo Sirius levantándose y abrazándolo-, harás un gran trabajo.

-Gracias –respondió James-. ¿Y a ti como te ha ido con tu investigación?

-Bien –respondió sin dejar de leer-, creo que ya casi… -se pegó más al texto-, ¡no puede ser!

-¿Qué pasa? –le preguntó de inmediato James.

-Licántropo… -susurró Sirius sin apartar la vista del libro-, un hombre lobo…

-¿Qué? –preguntó confundido Peter-, ¿a qué te refieres?

-A Remus –contestó Sirius-, el es…

-Es imposible, no digas locuras, Sirius –dijo James descartando la idea.

-La evidencia dice lo contrario Potter –contestó Sirius, molesto, pues no le creía y comenzó a enumerar con sus manos-, desapariciones mensuales, ir a la enfermería, la luna llena de los días pasados en ,los que él no estaba, su debilidad y palidez… créeme, todo esta en su contra.

-A lo mejor su madre es la licántropo… -sugirió Peter.

-No lo creo –dijo James-, ¿en ese caso para que tendría que ir cada mes? A la señora Lupin la puede cuidar alguien más y no necesariamente Remus, además, ella tiene una salud excelente. Cuando estuve internado en San Mungo no faltó un solo día.

-¿Entonces Remus es un hombre lobo? –preguntó Sirius.

-Tú lo has dicho.

En ése momento entro Remus por el retrato de la señora Gorda, los chicos se callaron al instante y miraron al chico. Remus estaba visiblemente pálido, ojeroso y delgado, pero aún así sonrió al ver a sus amigos, quienes no le devolvieron la sonrisa de forma convincente.

-Hola –dijo Remus al llegar hasta ellos-, ¿sucede algo?

-No, nada –contestó Sirius nervioso, escondiendo el libro que les había dado la respuesta.

-¿Qué es? –preguntó Remus señalando el libro.

-Ah… tarea…de pociones.

-Entonces me puedes ayudar con ella –dijo Remus entusiasmado-, ya que yo no sé que les encargaron.

-Pero es de castigo –intervino James-, ¿no querrás trabajar de más o sí?

-Claro que no.

-Creo que será mejor que subamos –propuso Peter-. Sabes, Remus, no tienes buen aspecto, te haría bien descansar.

-Pero si la noche es joven –objetó James, aunque en realidad estaba muy cansado también. Se le ocurrió sacarle la verdad a Remus, pero de modo que no sospechara-, el cielo esta muy estrellado y la luna –miró de reojo a su amigo- es hermosa, ¿no lo crees, Remus?

-Sí… claro… -titubeó-, pero no entiendo que tiene que ver. No podemos salir a los terrenos del colegio.

-Ya, pero no es necesario que salgamos –dijo Sirius captando la idea de James-, podemos apagar las luces de la sala común para que ella –la luna-, nos ilumine.

-Lastima que no esté llena –dijo James, fingiendo un lamento-, es cuando se ve más bella…

-No lo creo… -musitó Remus.

-Es cuando está en su apogeo –continuó Sirius-, todos los efectos que produce: marea alta, romance, inspira a los grandes escritores, se puede estudiar más fácil por los astrólogos y astrónomos y…

-Salen los hombres lobo –concluyó James, maliciosamente.

-¿Los hombre lobo? –preguntó Remus tratando de parecer tranquilo, aunque sus manos lo delataban-, los hombre lobo no existen.

-Sí existen –dijo Sirius-, yo los he visto, es más, conozco uno.

-Yo también –dijo James.

-¿En serio? –preguntó Peter que no había captado nada.

-Sí, Peter… -respondió con fastidio James.

-De hecho…

-Estás frente a uno de ellos… -dijo James señalando a Remus.

-¿Qué les pasa? –dijo Remus retrocediendo asustado-, yo no soy un hombre lobo…

-No nos mientas, Remus –dijo Sirius-, te descubrimos, no tiene caso que sigas negándolo.

-Pero… -el chico no pudo más y subió corriendo a los dormitorios.

James, Sirius y Peter, que aun seguía confundido, se quedaron inmóviles unos segundos.

-Creo que nos pasamos –le dijo James a Sirius.

-Lo asustamos –convino en chico.

-Ya –dijo James-, vamos a hablar bien con él, seguramente cree que lo vamos a acusar o a dejar de hablar.

Subieron a la habitación de los chicos y entraron muy despacio. Todo estaba silencioso, a excepción de un débil sollozo al final del cuarto. Remus estaba sentado en el alfeizar de la ventana con la cabeza entre las piernas, y lloraba. James y Sirius se miraron azorados, no querían que su amigo se sintiera mal.

-Remus… -dijo suavemente James.

-Perdón por haberte tratado así –dijo apenado Sirius.

-Pero es que tú no nos querías decir nada –dijo James, poniendo una mano en el hombro del chico.

-No importa –dijo Remus con tristeza-, tarde o temprano lo iban a saber…, pero entiéndame –dijo levantando mirándolos-, es muy difícil para mí, siempre lo ha sido desde que me mordieron. He sufrido el rechazo de muchas personas, incluso por miedo no quería venir a Hogwarts, pero el director confía en mí.

-Nosotros estaremos contigo siempre –dijo Sirius.

-Y no te juzgaremos por cómo eres, si no por quién eres –aseguró James.

-Gracias –dijo Remus más animado-, son unos amigos geniales, nunca había conocido al alguien que me apoyara, a excepción de mi madre, claro.

-Ahora nos tienes a nosotros.

-Y no te dejaremos solo –dijo Peter. Remus sonrió y se levantó de su asiento.

-Por cierto, ¿cuánto hace que lo saben? –preguntó.

-Desde hoy –respondió Sirius-, aunque teníamos la sospecha desde hace tiempo.

-A ustedes no se les escapa nada –dijo Remus sonriendo.

-Claro que no –dijo James, altaneramente-, y menos si se trata de un amigo.