Ya sé, el otro capitulo fue muy aburrido, y no lo niego T.T pero recuerden q los capis mas aburridos preceden a los interesantes, y voy a intentar cumplir esa norma!! ...n.n (desde cuando es una norma eso? O.o?) Bueh no importa xD a leer!! jejejeje

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Los 5 días restantes fueron muy agradables. No sucedió nada especial, a escepción de que se encontraron a más estudiantes de Hogwarts. Vieron a Seamus Finnigan y a Dean Thomas en la tienda de túnicas donde habían encontrado a Neville, y encontraron a Parvati comprando en Flourish y Blotts.

El último día de vacaciones, a la noche, después de una magnífica cena en el Caldero Chorreante, Harry, Ron y Hermione subieron todavía comentando el accidente que había tenido lugar poco antes de haberse parado (Crookshanks saltó sobre la mesa de un desconocido y derramó su copa de vino, ante las risas de todo el bar menos del tabernero y del hombre) y se dirigieron hacia las habitaciones que el señor Weasley les había reservado.

-¿Cuál de todas era, Harry? –preguntó Ron, mirando la hilera de puertas separadas que tenía delante. En aquellos cinco días, al pelirrojo se le empezó a pasar el rencor que sentía hacia su amigo, dado que Luna y Ginny estaban casi todo el tiempo juntas y no hablaban demasiado con ellos tres.

-Me parece que esa es la nuestra –contestó él, señalando a una puerta con un número 7 cobrizo colgado. –Y esa es la de Hermione, Ginny y Luna.

-Ajá. –afirmó Hermione vagamente, acariciando a Crookshanks, a quien tenía firmemente agarrado tras la escenita que había mostrado en el bar. –Bueno, nos vemos mañana. –concluyó con un bostezo, y entró por la puerta del número 8.

Ron y Harry también entraron a su respectiva habitación.

-¿Tienes algo para beber? –preguntó Harry, mientras guardaba unas prendas en el baúl.

-No, pero si quieres te traigo, no me vendría mal tomar algo también...

-Como quieras.

Mientras cerraba la puerta del cuarto y bajaba las escaleras, Ron se preguntó por qué había sido tan amable con su amigo. Al fin y al cabo, todos esos días se había mostrado muy frío con el, pero le parecía que ya era hora de romper el hielo. Tal vez ni siquiera se hubiera fijado en Luna, ni nada... tal vez tenía paranoías.

Siguió pensando en esto mientras pedía dos cervezas de mantequilla a un embriagado tabernero, que no parecía acordarse ni de como se llamaba.

Subió por las escaleras despacio, intentando que la cerveza no desbordara por la jarra, ya que Tom se las había servido demasiado llenas... un error fácil de comprender, si el hombre estaba borracho, pensó.

Un escalón, otro escalón... el séptimo crujía... otro escalón, otro más... se vuelca un poco de una jarra... otro escalón...

Un susurro le hizo detener cuando ya solo faltaban cuatro escalones. Alargó el cuello para ver mejor, y reconoció al instante una cabellera rubia. Se le encogió el estómago al ver que un chico de cabello negro alborotado y con gafas estaba al lado de esa persona.

Harry y Luna.

Bajó unos escalones instintivamente, porque no quería que supieran que estaba ahí. Se escondió lo suficiente para que no le pudiera ver ni un cliente del bar, y a la vez poder tener una clara vista de los dos que estaban arriba.

¿Por qué demonios tuvo que haberse ofrecido para buscar las bebidas? De lo contrario, los dos no estarían solos...

Escuchó. Hablaban en susurros, pero en aquel momento Ron tenía los sentidos tan agudos que podría haber escuchado hasta la mosca que revoloteaba en la cocina.

-Luna –murmuró la voz de Harry.

-Querías verme. –dijo la voz de la chica con total naturalidad. No era una pregunta.

-Ehh... ya lo sé. –la voz de él parecía nerviosa, algo que no le gustó nada a Ron. –Quería saber...

-Saber. No toda la gente lo domina. Pero dime que quieres que te diga, los Redmoons van a salir pronto y no quiero que me piquen –Luna hizo una pequeña mueca al decir esto.

-Ehh...sí. No, tranquila, no te van a picar –Harry le sonrió y, ante el asombro y la desesperación de Ron, agarró sutilmente a Luna de la cadera. Ella ni se inmutó.

Si hay un momento para interrumpir este tipo de escena, es ahora, pensó el pelirrojo, aterrado, mirando como Harry atraía a la rubia haca si. Pero no podía hacer nada. Sus piernas no le respondían. Hubiera usado la varita, pero ésta se hallaba en la túnica, y la túnica en la habitación. Debía gritar, pero no le salía la voz.

-Es imposible que no te piquen. Siempre están ahí para picarte.

-¿Eso crees?

Era insoportable verlos allí parados, casi en frente suyo, y el ahí, quieto, sin poder hacer nada debido a su estado de nerviosismo.

Por favor, Hermione, Ginny, alguien, ¡por favor, qué alguien los interrumpa, por favor...!

Realmente parecía que le habían echado un maleficio de piernas unidas, o que le hubieran hechizado para que quedase mudo. ¿Y si era eso lo que le habían hecho? –miró la escena –no es hora de hacerse preguntas, es hora de actuar, de interrumpir...

-Harry –dijo Luna de repente –estamos muy cerca.

Ron se quedó todavía más pasmado ante esta frase. ¿"Estamos muy cerca"? ¿Qué quizo decir con eso?

Miró a Luna y súbitamente comprendió que se refería que estaban muy pegados, muy juntos. Por un momento había creído que se refería a llegar a una etapa importante, o algo así.

-¿Te importa? –murmuró Harry, a unos centímetros de la chica.

-Me resulta curioso. Nunca había sentido el aliento de otra persona tan cerca. –su voz sonaba una vez más indiferente, y Ron pareció acertar pensar en que, a Harry, no le debía de resultar muy agradable que hablaran de su aliento cuando estaba a punto de besar a alguien.

Sin embargo, cuando Harry se acercó tanto a Luna que ésta ya no podría replicar nada más, Ron pareció sentir todo de nuevo: las piernas sobre el polvoriento escalón; las manos, las cuales se habían quedado apretadas en furiosos puños (todavía sujetando las cervezas); la voz, para gritar, gritar, y no parar de gritar más...

Pero ya era muy tarde. Los escasos centímetros que habían estado separando a los adolescentes desaparecieron, y Luna estaba recibiendo el beso que tanto había estado ansiando Harry en darle.

Se oyó un tremendo ruido del cristal roto. A Ron se le habían caido las dos jarras de cerveza, y ahora el líquido se desparramaba por las escaleras, cayendo como si fuera el rápido de un río.

Harry se separó instintivamente de Luna. Ella se quedó parada, con los ojos fijos, sin expresión, y por primera vez parecía darse cuenta de lo que sucedía.

Ron estaba lívido de furia. Sus ojos lanzaban chispas y el cabello pelirrojo parecía arder de rabia tanto como el resto de su cuerpo. Los puños estaban firmemente cerrados, como si trataran de evitar el ponerse a pegar al chico de cabello azabache que tenía delante. Su expresión era una que Harry no le había visto jamás, y sentía los dolorosos latidos de su corazón en el pecho.

-Ron –dijo rápidamente Harry –Ron, no...

-No te atrevas a decirme que no es lo que parece. ¡NO ME HABLES! –gritó, mirándole con odio, y subió las escaleras lo más rápido que pudo.

Antes de cerrar la puerta de la habitación, pudo entreveer la mirada de Luna, que seguía siendo inexpresiva, y, como él, se había quedado pálida; sus ojos azules carecían de aquel brillo lunático que siempre poseían, y los labios estaban firmemente cerrados.

Si Luna quedara así cada vez que Harry le besase, Ron podría haber matado a su mejor amigo con tal de volver a ver aquel aire indiferente en su rostro.

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¿Y bien? ¿Qué me dicen? Sí, ahora voy a tener muuuuuchas quejas, lo sé, pero... bueno, no quiero contar nada, mejor siguen leyendo y me dejan reviews, shiii??? (carita de niña buena) :P jejeje gracias!!