Holaaaaaaaaaaaaa!!!!!
Mi record en tardanza!!
Se que no deberia estar feliz, pero lo estoy, porque POR FIN termine esta historia!
:'D Soy enormemente feliz, mi primer fic terminado...
Bueno, todavia hay un capitulo más, que en realidad es un agradecimiento a cada una de las personas que me escribieron reviews. También hay una pequeña parte de la historia, que no apareció en este fic pero que tiene que ver con él, y también pongo algunas cosas sobre Nedlog que no pude mencionar.
Pero el fic fic ya está!!!!! Ayy, toy tan happy xD
Oigan, antes de atrasarlos mas y puedan leer finalmente este capi (si esq no se saltearon esto y lo dejaron para el final) queria decir que en el capitulo anterior habia dicho que ÉSTE capitulo iba seguido y lo publicaria enseguida. Bueno, no fue asi porque un ASQUEROSO, MALDITO, y HORRENDO virus me agarro cuando ya casi lo tenia listo, y me borro todo... todo todo... :(...
Pero bueno, aca lo tienen y espero que lo disfruten muchisimo!!!
Laura )
Los ojos de un deprimido Weasley se quedaron fijos en una chica que pasaba apresuradamente por un pasillo cercano. Cuando ella le vio, desvió su rumbo y se acercó a el con el reproche saltandole en el rostro.
-¡Ron! ¿Por qué te fuiste?
No hubo respuesta.
-¿Todo esto no tendrá que ver con Luna, verdad?
El pelirrojo miró hacia otro lado disgustado y fingió que se interesaba por un cuadro de un hombre que pescaba una sirena con mucho esfuerzo. Hermione le miró y resopló.
-Si no se lo dices, vas a terminar explotando.
-¿Y? –replicó el muchacho.
-¿Y? ¿Y qué? Ron, si te soy sincera, todo esto me parece una bobada, no puedes estar mal por Luna, y mucho menos por Harry, porque el... –Hermione se sonrojó de repente y miró también hacia el cuadro del pescador. Ron levantó la mirada.
-¿Sí? –preguntó el, animándola a continuar.
-Por nada... Esto... Solamente que no vale preocuparse demasiado por Harry, ¿no crees?... Quiero decir, las cosas cambiaron mucho desde que pasó lo de Harry y Luna... Y... y bueno, puede gustarle otra también, ¿no?
Ron abrió mucho los ojos.
-¿No será que te gusta a ti?
-¡¿Qué?! ¿A mi? No digas idioteces.
-No las digo... –suspiró –Te oi la otra vez, cuando estabas con él...
-¿¡De verdad!? ¿Cómo... cómo has sido capaz de...?
-Yo no tengo la culpa, no podía dormirme... Además, podían ser Harry y Luna, ¿no? Él pudo haberla traído a Gryffindor, ¡y no digas que no es posible!
-Si hubieras leído Historia de Hogwarts, sabrías que...
-No empieces otra vez con eso, ¿si?
-Bueno...
Se quedaron callados unos segundos. Ron preguntó:
-¿Y tú no deberías estar en clase?
-¡Ay! –Hermione reaccionó –¡Dios, es verdad! Tenía que entregarle estos papeles a la profesora McGonagall... Nedlog concideró que no me perdía nada si me iba unos minutos de clase... –la típica nota de orgullo de la muchacha se notó en la frase –Pero estos fueron demasiados minutos... Hasta luego, Ron.
-Adiós.
-Oye... otra cosa... si los de clase ya salieron y ves a Harry... dile, dile que... que probablemente estoy en el lavavo... ¿si?
Ron volvió a abrir los ojos mucho.
-¿En el lavavo? –preguntó sorprendido.
-Sí, ¿qué pasa?... ¡Bueno, nos vemos!
El chico miró como Hermione se alejaba corriendo y suspiró. Se quedó sentado un rato más en el escalón de una escalera que sabía bien que no se movía hasta que daban las cinco de la tarde. Pasaron minutos tan largos como si cada uno fueran diez... Y al no haber ningún reloj cerca, todo parecía el doble de lento...
En un inesperado momento, el sonido de un distante timbre N/A: ¿En serio, qué hay en Hogwarts para indicar que la clase se acaba? se oyó y Ron se paró inmediatamente. Pasos de alumnos que salían de sus aulas se escuchaban por todas partes y el pelirrojo intentó mezclarse entre ellos, para pasar desapercibido entre los de su clase. No lo logró.
-¡Ron! ¿Qué te pasó? –sorprendentemente, el que le hablaba era Harry. Su amigo le miró algo confuso.
-Ehh... Tenía que ir al servicio.
-La gente normal no suele ir al servicio de esa manera...
-Entones será que no soy normal –le respondió Ronald fríamente.
-No, no me refería a eso... se que te pasa algo más... pero me gustaría que me lo dijeras tú.
-Ya se que te lo contó Hermione, asique no me hagas hablar para nada.
-Ah, lo sabes... bueno...
-Oye, por cierto, Hermione está en los lavavos.
Harry le miró confundido.
-Ah, bien, ¿y?
Ron se encogió de hombros.
-Hasta luego. –se despidió el pelirrojo.
-¿No vienes a comer?
-Sí, claro... ya voy, espérame allá.
-Bueno –aceptó Harry, y se dirigió hacia el Gran Comedor.
Ron esperó a que se fuera. Realmente, no tenía nada de ganas de ir a comer... no era porque todavía estuviera enojado con Harry ni nada por el estilo, simplemente prefería que se quedara solo con Hermione (supuso que ya se habría ido de los lavavos...) y el seguía sin pintar nada en una escena entre ellos dos...
Emprendió camino hacia la sala común, único lugar donde podría estar tranquilo. Bueno, todavía tenía la redacción de Snape que terminar, pero de todos modos no pensaba entregarla, primero porque no podría concentrarse, y segundo porque su amiga no estaba ahí para prestarle los apuntes... entonces nada.
Cuando solo le faltaba subir una escalera para llegar al retrato de la Dama Gorda, una chica de cabellera rubia se le cruzó en el camino. No hacía falta fijarse demasiado para darse cuenta de quien era, solo una persona podía tener esa expresión indiferente, esa revista en las manos, esa manera de, simplemente parándose frente a el, hacerle sentir ése nudo en la garganta y la piel de gallina recorrerle los brazos.
Era, únicamente, Luna.
-Hola, Ronald –saludó sin el tono apático que la caracterizaba –Quería encontrarme contigo.
El nudo en la garganta se acentuó.
-¿En... –tosió para poder entonar mejor –encontrarte contigo? ¡Conmigo, quise decir!
-Sí. –respondió ella -¿Te acuerdas del viaje a Suecia que hizo mi padre?
-Ehhh... –Ron no podía acordarse de nada que tuviera que ver con aquel país.
-Hoy me trajo los Noars que me prometió –le dijo con la emoción brillandole en sus enormes ojos -¡Y antes de Navidad!
Al pelirrojo le sonó algo lo de Noars, aunque no podía acordarse dónde se los habían mencionado.
Se quedaron mirando a los ojos, Luna realmente feliz por la noticia de las criaturas y Ron observándola a ella, medio sonrojado, medio confuso. Hasta que la chica se dio la vuelta y se quitó su mochila de la espalda, guardando la revista y sacando un pequeño ser algo adormilado.
Tenía los ojos cerrados, como los gatitos al nacer. Era peludo y parecía una alfombra pero en forma de bola. Cuatro diminutas patas delanteras y traceras (que parecían tener guantes negros, aunque solo era el color de la piel sin pelaje) le nacían entre la mata del pelo gris. También tenía una cola larga similar a la de un ratón. El animal que más le recordaba a Ron a ésa criatura, era la mascota que los muggles denominaban hamster.
-Éste es para ti –le dijo Luna sonriendo y agarrándo el ser entre las manos con cuidado. –Son criaturas de montaña y no se dejan ver mucho, y los que lo ven creen que son simples rohedores, por eso en los libros no figuran y Hermione Granger piensa que no existen. –Luna abrió más los ojos, fijándolos en Ron quien estaba sorprendido ante la explicación de la muchacha –Yo creo que hay que mirar más atentamente lo que nos parece normal... sino, no podría estar regalandote éste Noar, ¿verdad?
Se quedaron mirando un poco a los ojos. Luna le tendió las dos manos con el ser en el medio, invitando a Ron a que lo tomara. Éste, un poco incómodo, colocó sus manos como las de la muchacha y lo agarró con un poco de esfuerzo, no porque pesara mucho, sino porque la criatura hacía peso para que el joven no lo pudiera agarrar. Luna reía viendo la escena.
Inesperadamente, el Noar levantó sus patitas traseras y se metió por la manga de la remera de Ron. La rubia reaccionó con rapidez e intentó capturarlo, pero el animal ya estaba por el cuello de la camisa. Ronald, contrariado, intentó agarrarlo pero le fue imposible, ya que siempre que lo tenía se le escurría como el agua.
La criatura saltó a la cabeza del pelirrojo y Luna también pegó un saltito para poder agarrarlo. El resultado de todas esas acciones fueron que: el Noar volvió a escaparse, las manos de Luna quedaron sobre los hombros de Ron, y los dos quedaron mirandose. Él, muy sonrojado, ella... confusa. Estaban tan cerca que lo que sucedería se venía venir tanto como para el uno como para el otro. Pero el que hizo desaparecer el pequeño espacio que había entre los dos no fue Ron, como se hubiera esperado, sino Luna, quien juntó apenas sus labios con los de el chico, de una manera muy sutil. Se quedaron así unos segundos, Ron asimilando lo que estaba ocurriendo, hasta que el chillido agudo de el Noar, proveniente del suelo, hizo que Luna se separara de él y mirara hacia abajo.
-¡Ay! ¿Estás bien? –se agachó y agarró a la criatura en manos.
-Pues... bastante... –reconoció Ron.
-No te lo decía a ti, Ronald –le aclaró Luna sonriendo, mientras acariciaba al Noar. Toma –le entregó la criatura e inmediatamente, el chico se la colocó sobre la cabeza. Luna rió con tantas ganas como el año pasado, la vez que se conocieron en el tren.
-Adiós, Ronald. –le saludó ella con ternura. Él solamente asintió con la cabeza.
