Gracias de nuevo a todos los que me habéis dejado comentarios! Son un gran aliciente para seguir subiendo la historia. Espero no defraudar vuestras expectativas, y que Neji os parezca tan atractivo comoa mí. Espero también que esté in character, y que su evolución resulte natural. Si queréis charlar conmigo o cualquier cosa, agregadme al messenger o mandadme un email ! Me he dado cuenta de que no me deja poner links, así que tendré que ponerlos en mi profile. Indicaré cúal tenéis que visitar para ver el dibujo de cada capítulo y ya está.
Ah, se me olvidaba el disclaimer: Naruto no me pertenece, es de Masashi Kishimoto ( por si alguien lo dudaba XD)
El texto en cursiva representa lo que piensan los personajes.
Tsunade bostezó y contempló de reojo los bloques de documentos apilados sobre el escritorio. A pesar de que el sol otoñal iluminaba a raudales la estancia, no era un brillo cálido. Eran tan sombrío como su ánimo desde hacia meses.
Se levantó de la mesa y se acercó a la ventana. En ese momento, una fila de genins se dirigía ruidosamente hacia la academia. Una media sonrisa se perfiló en su rostro cuando observó a Iruka regañando a dos que se habían quedado rezagados. Todo parecía rutinario, pero era una rutina maravillosa, cálida y dulce. Los genin estudiando para llegar a ser chuunin y jounin algún día. Iruka los había visto crecer, desarrollarse, pelearse, reconciliarse, esforzarse. Por un momento, Tsunade envidió secretamente el cometido de Iruka. Envidió también al dueño del Ichiraku, que se dirigía con las cajas de pescado hacia su restaurante. Envidió a Sakura, que caminaba tranquilamente calle abajo. Envidió la tranquilidad de cada uno de los habitantes de Konoha, y deseó durante un segundo no haber aceptado nunca el cargo del difunto Sandaime. De ese modo, ahora podría caminar por las calles de la villa sin saber que podría ser la última vez que lo hiciera.
Tsunade se apoyó en la pared y tensó el gesto. Tarde o temprano tendría que hablar con el Consejo, pero nunca parecía buen momento. Con las pruebas de selección para el cuerpo de los ANBU el próximo mes, la villa entera estaría volcada en los preparativos. Suspiró. No podía alterar tan profundamente esa preciosa rutina. Pero por otro lado, si la sombra que se cernía sobre Konoha se materializaba, necesitarían a todo chuunin, jounin y ANBU de que dispusieran, estuviesen preparados o no.
Tsunade reprimió un gesto de cólera y apretó fuertemente el puño contra la mesa. Qué monstruosa ironía. Una guerra para garantizar la paz. Muerte para preservar la vida de unos pocos afortunados. Pensó en los dos genins rezagados a los que había visto recibir la reprimenda de Iruka. En cualquier momento de sus vidas, cuando crecieran, serían requeridos para morir, pero ahora sólo pensaban en jugar al amparo de una villa próspera que parecía invencible. No saben nada de lo que significa realmente ser un shinobi. Esa ignorancia es preciosa. Merece ser protegida mientras sea posible. Que no aprendan lo que significa perder a alguien querido, porque ya no podrán vivir sin temer que les sea arrebatado aquello que amen.
Tsunade clavó la mirada en la mesa, reviviendo por momento dolorosos recuerdos.
Si fuera posible ser shinobi en tiempos de paz. Una sonrisa amarga ensombreció su rostro.
Corrió la cortina y observó de nuevo las solicitudes de todos los aspirantes a las pruebas de selección de los ANBU. Recorrió con tristeza los nombres, las recomendaciones, las edades, las aptitudes.
Muchos os llamarían asesinos, pues vuestro cometido es matar sin dudarlo. Pero yo sé que sois mártires entrenados. Mártires para preservar la ignorancia y la dulzura de los que aún no se han manchado de sangre.
Tsunade estrelló el puño violentamente contra el escritorio. Las astillas saltaron en el aire como flechas.
Maldita Akatsuki.
Juraría que estaba tres calles más abajo de la de Sasuke. Ya he pasado por esta panadería antes.
Sakura hizo visera con las manos, entrecerrando los ojos, y se volvió para mirar el camino que llevaba recorrido. No le sonaba que estuviera tan lejos. Se aproximó a una mujer que pasaba por la calle en ese momento.
-Disculpe...
La mujer se detuvo.
-Si?
- Estoy buscando la residencia de los Hyuga. Creí que estaba por aquí…-Sakura sonrió, avergonzada.
La mujer la miró como si no pudiera creer que no supiera dónde vivía el clan más antiguo de Konoha. Señaló a la lejanía.
-Sigue esta calle recta, hasta que llegues casi a las afueras de la villa. Es una casa muy grande, al lado del bosque- y añadió, con sorna- No tiene pérdida.
Una gota de sudor apareció en la frente de Sakura.
-Gra..gracias.
- No hay de qué- respondió la mujer, y se fue meneando la cabeza.
Sakura reemprendió el paso. Le había molestado la actitud de la mujer. Sólo había estado una vez en la residencia de los Hyuga, y fue cuando acompañaron a Hinata tras la preselección del examen de Chuunin. Ella ni siquiera entró en la casa; Naruto lo hizo. Y de aquello ya hacía casi 6 años.
Cómo voy a acordarme, cuando es bien sabido que el clan Hyuga no es muy amigo de visitas. Era muy raro ver a alguien del clan paseando por la villa, o siquiera, haciendo la compra en el mercado. Su madre le había explicado alguna vez que los Hyuga, como antaño los Uchiha y otras familias poderosas, tenían sus propias tierras, con lo que no necesitaban comprar prácticamente nada. Los sirvientes vivían en la misma residencia, y los miembros del clan sólo se mezclaban con los aldeanos en momentos puntuales, como el Año nuevo o las fiestas y los torneos. Mientras que la villa iba modernizándose y adaptándose a los tiempos, el clan Hyuga seguía observando un rígido protocolo y un arcaico sentido del honor. Nunca se habían conocido escándalos de ningún tipo acerca de la familia Hyuga. Desde hacía siglos, todo cuanto sucedía de puertas para adentro era guardado en celoso secreto. Al fin y al cabo, el Byakugan, la técnica del Ojo Blanco que todos los descendientes Hyuga poseían, era una de las rarezas más codiciadas por los gobiernos militares de todos los países. Parecía lógico que se aferraran a la tradición para cerrar filas en torno a una línea genética tan preciosa.
Pero eso no justifica que vivan en el quinto pino protestó internamente Sakura. Ya llevaba veinte minutos recorriendo la calle y aún no había señales de ninguna gran mansión. Empezaba a preguntarse si realmente había sido tan tonta como para confundir la casa o pasarla de largo, cuando al doblar el último recodo, la sólida construcción de piedra apareció ante sus ojos.
Joder. Es increíble. No lo recordaba así, murmuró mientras daba un paso atrás para admirar la impresionante fachada de piedra. Ésta era amplia y recta, de piedra oscura y sostenida por un sobrio pórtico de madera barnizada. La construcción en si no era muy alta, pero si extensa. Abarcaba toda la manzana, rodeada por un grueso muro de piedra cubierto parcialmente por la hiedra. Cerca de la puerta, de madera noble tallada, tintineaba una solitaria campanita. Sakura aguzó el oído. La residencia estaba tan retirada de la villa que no llegaba ningún ruido; ni niños jugando a pelota, ni tránsito de vehículos. El tiempo parecía haberse detenido a las puertas de la imperturbable residencia del clan, como si en 300 años nada hubiera osado alterar la disciplina de espíritu de la estirpe de guerreros más importante de Konoha.
Sí, era comprensible que se sintiera muy pequeña de repente y tuviera que tragar saliva antes de llamar a la puerta. El timbre resonó en el interior de la casa. Pasaron treinta segundos antes de que la pesada puerta se abriera para dejar paso a un hombre encorvado con cara de pocos amigos. Vestía enteramente de blanco y llevaba unas sandalias de esparto que crujían suavemente contra la tierra negra del jardín.
- Qué quiere -le espetó sin demasiada ceremonia, mirándola de arriba abajo con condescendencia.
Sakura frunció el ceño ante el tono del hombre.
-Vengo a visitar a Hinata- respondió, sin parpadear.
-La señorita Hinata está con Hana bi en estos momentos- replicó secamente el criado antes de darse la vuelta- Vuelva otro día.
Sakura frunció el ceño. Mierda, no he caminado media hora para volverme a casa sin verla.
-Puedo esperar- replicó ella, luciendo una tensa sonrisa.
El criado la miró, irritado.
-Creo que no lo ha entendido. Aquí las cosas siguen un orden. Si no es capaz de entenderlo, le sugiero que...
-Shikaro-le interrumpióuna voz a sus espaldas.
Tanto el criado como Sakura dieron un respingo al oír la voz que no tardó en reconocer como la de Neji. El criado se volvió hacia él y lo saludó respetuosamente, inclinándose.
- Neji-sama.
Neji miró a Sakura. Si estaba sorprendido por la visita, no lo demostró. Su expresión era serena y neutra, reforzada por el efecto de su mirada sin pupila.
- Hola, Neji- saludó Sakura, extrañada por el comportamiento envarado de Neji.
-Qué haces aquí-se limitó a preguntar, en el mismo tono de voz.
Shikaro, el criado, aprovechó para meter baza.
- Neji-sama, esta chica quería estorbar el entrenamiento de Hinata-sama con Hanabi. He intentado disuadirla pero ha sido una grosera.
La mirada de Neji se clavó en Sakura. Ésta tragó saliva. Siempre le había inquietado esa mirada incolora y penetrante que parecía escrutar hasta el rincón más recóndito de su alma. No conocía realmente el alcance del Byakugan, pero por la intensidad de la mirada, habría jurado que hasta podía adivinar sus pensamientos. La aturdía. Sakura se obligó a bajar la vista.
- Eso no es verdad- replicó, indignada- He dicho muy claro que no me importaba esperar.
-Bien. Shikaro, retírate- ordenóNeji,sin mirarle.
El criado, en un hosco silencio, volvió al interior de la casa, no sin antes dirigirle a Sakura una mirada asesina.
-Gracias, Neji -Sakura le sonrió, confiada- Venía a visitar a Hinata, tengo algo que pedirle…
Neji la cortó en seco, sin variar una sola nota su tono.
-No puedes presentarte aquí sin más. Puedes ver a Hinata, pero más vale que sea un asunto importante. Harías bien en recordarlo la próxima vez que quieras interrumpir la rutina de esta casa.
Sakura abrió la boca, sorprendida. Antes de que pudiera añadir nada, Neji se dio la vuelta y entró.
¿Tenía que seguirle, o debía esperar fuera? Sakura se sentía decepcionada y humillada. La ilusión con la que había empezado el día comenzaba a desinflarse por momentos tras el glacial encuentro con Neji y Shikaro. Atisbó por la puerta entreabierta, sin acabar de decidirse a entrar. No creo que les importe que espere dentro. Peor que antes ya no se pueden poner.
Empujó suavemente la puerta y se sumergió en la fresca penumbra del recibidor. Olía a madera limpia y a tatami nuevo. Cuando sus ojos se habituaron a la oscuridad, pudo reconocer en las paredes escenas de batallas pintadas sobre la madera. ¿La historia del clan Hyuga? Antes de que pudiera agacharse para comprobarlo, la corredera del fondo del pasillo se abrió, dejando entrar la luz del patio. Una figurita se recortó en la luminosidad y se dirigió corriendo hacia ella. Sakura sonrió al reconocer a la menor del clan Hyuga, Hanabi. Detrás de ella, venía una tímida pero sonriente Hinata.
-Hinata - Sakura sonrió, contenta de verla- Perdona que haya interrumpido tu entrenamiento con Hanabi, le dije al criado que me recibió que podía esperar lo que hiciera falta…
Hanabi elevó hacia Sakura una mirada idéntica a la de su primo, pero una sonrisa satisfecha iluminando su rostro.
-No pasa nada, ya casi habíamos acabado y estaba aburrida-dijo Hanabi en tono cantarín. Hinata también-añadió, tirando de la manga de su hermana.
Hinata asintió.
-Es verdad, ya habíamos terminado. Me...me alegro de que vengas a verme- se sonrojó levemente- No hay mucho que hacer por aquí…pasa, vamos al jardín.
Sakura asintió y las siguió por la corredera hasta el jardín trasero. El sol se reflejaba en el agua del estanque, donde nadaban en círculos varias carpas relucientes como el oro. La brisa movía los árboles y los nenúfares en un apacible vaivén. Hinata se sentó en uno de los banquitos de piedra e invitó a Sakura a sentarse a su lado. Una vez se hubo cerciorado de que nadie se hallaba cerca, el rostro de Hinata se relajó visiblemente.
-Quién te ha dicho que no podías verme- preguntó con curiosidad.
- Un criado que se llama Shikaro- respondió Sakura, y Hanabi soltó una risita al oírlo- Y bueno, he tenido el placer de oírlo también de tu primo.
-No te tomes a mal lo que te haya dicho Neji, Sakura-chan. Nunca tenemos visitas, y cuando las hay, siempre alteran los horarios y por eso refunfuñan los criados.
-Pero es verano-objetó Sakura- Una vez acabado el entrenamiento con Hanabi¿qué haces¿No viene Naruto a verte?
Hinata se quedó lívida y le suplicó silencio con un gesto imperioso. Sakura calló de inmediato, sorprendida.
-Sakura, mi padre no aprobaría que salga con Naruto- susurró Hinata, inquieta.- Por favor, no digas nada de esto cuando estés aquí, ni siquiera a Neji- suplicó.
Neji, un amigo de ensueño con quien charlar de cualquier cosa, pensó Sakura con ironía.
-No se me ocurriría ponerme a charlar con Neji de nada, me parece- dijo Sakura con sorna. Frunció el ceño¿Qué tiene de malo Naruto- estaba desconcertada. Le parecía estar dentro de una novela medieval.
Hinata bajó la mirada, triste.
-Nada.
-Nada no, si no les gusta será por algo. ¡Pero si es uno de los ninjas más fuertes de Konoha!
Hinata la miró, con sus pálidos ojos llenos de tristeza.
-Pero no es un barrera de sangre- musitó.
- Eso da igual si él te gusta!
- No aquí, Sakura-chan- Hinata miró a Hanabi, que estaba haciendo volteretas para atrás al lado del estanque y repitió: No aquí.
Sakura se quedó en silencio, sintiéndose mal por haber despertado el malestar de su amiga. Le cogió la mano y se la estrechó afectuosamente.
- Entonces¿cómo os veis?
- Con el pretexto de entrenar con Hanabi, voy al bosque y allí nos encontramos. Hanabi hace de guardia- Hinata suspiró- Para esos casos, el byakugan es muy útil.
- Ya veo. No debe ser muy divertido jugar al escondite con vosotros¿verdad- era un pobre intento de chiste, pero surtió efecto. Hinata se rió.
- Pues sí que estamos arregladas- dijo Sakura- Tú no puedes verte con quien quieres, y quien yo quiero no quiere ni verme. Lo que vengo a pedirte tiene que ver con él…. Bueno, tiene que ver y no tiene que ver…
-Sasuke-kun?
Sakura asintió.
-Si no puedes o no tienes tiempo, lo entenderé. Me gustaría que me ayudaras a perfeccionar el control de chakra. No..no hay nada que se me de bien, Hinata, y ni siquiera soy la mejor controlando el chakra, pero es lo que se me da…menos peor. Sé que no hay nadie mejor que vosotros en lo que a técnicas de control se refiere. Por eso te lo pido.
A Hinata se le iluminó la expresión.
-Me gustaría mucho ayudarte con el chakra, Sakura, aunque no sé si…bueno…a lo mejor no soy quien mejor puede enseñarte, porque no tengo los conocimientos de mi padre o mi primo…
Sakura se echó a reír.
-No te preocupes por eso, Hinata. Yo tampoco tengo grandes facultades, así que nos apañaremos bien. Tampoco pretendo pasar la prueba de ANBU, así que…
-Neji-niisan se prepara para la prueba de ANBU-dijo Hanabi mientras se mantenía en prodigioso equilibrio haciendo el pino.
Hinata asintió.
-Entonces harán la prueba juntos -pensó Sakura en voz alta – Porque Sasuke también se presenta. De hecho, si Kakashi no hubiera estado ocupado entrenándole, le habría pedido ayuda a él en vez de molestarte a ti.
Hinata se sonrojó cándidamente.
-No es ninguna molestia, Sakura. La mayor parte del día estoy sola aquí con Hanabi. Y cuando Naruto se marcha con Jiraiya para entrenar y mi padre se lleva a Hanabi, me quedo sin nadie con quien hablar.
-Bueno, tienes a Neji. ¿No desaparecieron las hostilidades después del torneo de chuunin?
-Sí, pero…13 años de odio son demasiados para desaparecer fácilmente. Aunque mi padre le pidiera perdón por todo lo ocurrido con su padre, Neji no olvida que nació Bouke y como tal, vive para proteger al Souke. Es una estupidez -añadió con amargura.
Sakura asintió. No dejaba de chocarle la tensión que reflejaba el rostro de Hinata cada vez que hablaba de su familia. El ambiente que se respiraba en la casa de los Hyuga era claustrofóbico. Distaba mucho de la feliz distensión que se vivía en su casa. Quizá no tenía ni una cuarta parte de la extensión y riqueza de la casa Hyuga, pero al menos se podía hablar de casi cualquier cosa.
Pobre Hinata. Hay pocas personas tan dulces como tú, y sin embargo has ido a parar a este sitio tan espantosamente frío. Ni siquiera te está permitido ver a quien amas sin esconderte. Tiene que haber alguna manera.
Una idea cruzó su mente.
-Hinata ¿querrías venir a pasar los fines de semana a mi casa, si tus padres te lo permiten? Ino no está y yo también estoy aburrida…
-Claro que sí, pero…no sé si me dejarán. Tendrían que conocerte antes, supongo -respondió Hinata.
Pues si se guían por lo mismo que Shikaro, vamos listos…
-Es que si vienes a mi casa- Sakura bajó la voz- Podrías ver a Naruto sin tener que esconderte ni tener a nadie vigilando que no se acerque nadie de tu familia.
Los ojos de Hinata brillaron extasiados con la idea.
-Oh, Sakura…eso sería…sería genial. Y seguro que me dejan, porque cuando vengas a entrenar te verán…
Sakura entrecerró los ojos.¿Cómo que"cuando vengas a entrenar"?
-Ah, pero entrenaremos aquí- preguntó, torciendo levemente el gesto. No le entusiasmaba la idea de que su triste habilidad estuviera a la vista de toda la familia. Y especialmente, de una familia conocida por su brillante talento bélico.
Hinata captó la inquietud de Sakura y se echó a reír.
-No te preocupes, nadie nos verá. El jardín es suficientemente grande como para practicar sin que nadie nos moleste. El único que rondará por aquí será Neji, que estará entrenándose, y no nos hará ni caso.
Sakura estiró ligeramente el cuello para otear por encima del arbusto.
-Está él aquí ahora? No nos habrá oído?
-No, imposible. Cuando entrena está tan concentrado que nada de lo que suceda alrededor le importa.
- Cúantas horas entrena?
-Desde que se levanta hasta que cae la noche. Sólo se detiene unos minutos para comer.
Sakura arqueó las cejas, impresionada.
-Vaya…- se miró las manos, pensativa - entonces Sasuke debe estar haciendo lo mismo…-sonrió con tristeza- Supongo que para alguien como yo, que no tiene ninguna fuerza de voluntad…
No completó la frase, pero no era necesario. En el silencio de Hinata había comprensión. Cogió la mano de Sakura y la apretó afectuosamente.
-Quiero ayudarte, Sakura-chan, porque estamos en la misma situación. A ti también te han menospreciado, te han dicho que no podías hacer muchas cosas que otros sí que pueden. Y es posible que no podamos hacerlas todas-concedió, mirándola con dulzura-pero sí podemos intentarlo. Eso no pueden quitárnoslo. ¿Recuerdas la preselección de chuunin, cuando tuve que enfrentarme a Neji?
Sakura asintió. Se imaginaba lo que iba a decir.
-Estaba tan asustada…no podía ni respirar. Las piernas me temblaban tanto que creí que me desplomaría en cualquier momento. Cada palabra que Neji decía me punzaba como una arista de hielo. Fuesen verdad o no, la cuestión en vez de tratar de remediarlas, me iba acobardando más y más…hasta perder totalmente la fe en mi misma.
-Sí…eso fue lo que pasó ayer-musitó Sakura- Sasuke me dijo que me despreciaba por ser débil y autocomplaciente. Que jamás podría respetarme siquiera.
Hizo una pausa y se mordió el labio, dolida.
-Si no hubiera sido por Kakashi-sensei…no estaría aquí, tratando de ser menos inútil. Creí que me iba a morir de dolor, Hinata. Sus ojos eran…Dios, era tan fríos y me miraban con tanta repugnancia... Le daba asco. Era más de lo que podía soportar. Sé que nunca se fijará en mí, pero a pesar de todo…quiero demostrarle al menos que puedo convertirme en alguien a tener en cuenta. Alguien mínimamente fuerte.
Hinata se puso en pie, muy seria. Le ofreció la mano.
-Sakura, hagamos un pacto. Durante seis meses a partir de hoy, nos entrenaremos juntas cada tarde. Si al finalizar este período no hemos mejorado lo más mínimo, desistiremos. Pero si logramos avanzar y perfeccionar alguna técnica, nos presentaremos al examen de jounin. ¿Qué te parece?
Sakura se incorporó y estrechó la mano de Hinata, sellando así el acuerdo. Hanabi se acercó de un saltito a ellas.
-Yo también quiero ayudar-imploró, quejumbrosa- Por favor…
Sakura sonrió.
-Claro que sí, Hana bi. Sólo tienes 10 años pero ya nos sacas ventaja, así que serás bien recibida.-Se volvió hacia Hinata- Entonces ¿te parece bien que venga cada día a las siete?
-Mejor a las cinco-respondió Hinata, y señaló el cielo- Aún es verano y el día es largo, pero cuando llegue el invierno será totalmente de noche a las siete.
-Tienes razón. Entonces, vendré a verte mañana a las cinco-dijo Sakura.
-Aquí te esperaremos-sonrió Hinata.
Sakura le devolvió la sonrisa y se despidió con la mano. Echó a andar hacia la casa pero se detuvo. Se volvió hacia Hinata.
- Hay alguna salida en la que no tenga q toparme con el criado cara de palo?
Hanabi soltó una risita y señaló el sendero del jardín que llevaba al bosque. Sakura le dio las gracias y comenzó a caminar, perdida en sus pensamientos.
Presentarme al examen de jounin. Bueno, por qué no. No creo que aprobemos, pero quién sabe…si mejoramos lo suficiente…daría una pierna por ver la cara que pone Sasuke. En el examen, ejecutaría el Suiton Suikodan no jutsu y entonces él se quedaría de una pieza al ver que puedo hacerlo. Se acercaría a mí después muy serio y me pediría disculpas a su manera, incómodo por tener que admitir que se ha equivocado…
El vuelo preciso de un kunai que se clavó en un tronco a pocos centímetros de su cara la sacó de sus ensoñaciones. Sakura se quedó lívida, mirando con los ojos abiertos como platos la hoja metálica hundida en la madera, ante sus narices. El corazón le latía desbocado por el susto. Jadeó y se llevó la mano al pecho.
-Q…Qué…-se giró y vio a Neji acercarse con una media sonrisa suficiente. Sintió que montaba en cólera.
- ESTÁS LOCO -estalló, aún pálida-PODRÍAS HABERME DADO!QUÉ NARICES HACES LANZANDO KUNAIS EN EL BOSQUE?
Neji se acercó tranquilamente al tronco y arrancó el kunai de un tirón. Miró a Sakura con indolencia.
-La pregunta no es qué hago lanzando kunais en un bosque, sino qué haces tú en mi bosque mientras yo me entreno.
Sakura le miró, irritada.
-Hinata me dijo que estabas en el jardín.
-Correcto, estaba. Porque vuestra incapacidad para llevar una conversación de manera discreta es irritante. Por eso estoy aquí, lanzando kunais en MI bosque.
-Podrías haberme dado-le recriminó, cada vez más furiosa. Nunca había tenido trato con Neji, y ahora sabía por qué.
Éste se encogió levemente de hombros sin mirarla.
-Podrías haberlo esquivado.
- Cómo voy a esquivarlo, si ni podía imaginar que estabas aquí?
-Buena pregunta. Empezad vuestro entrenamiento por ese punto.-replicó Neji con sarcasmo.
Sakura se quedó boquiabierta. Lo sabe?
-Has estado escuchando-acusó, sintiendo que su indignación aumentaba por momentos.
Neji recogió un shuriken del suelo y la miró de reojo con desprecio.
-Si crees que tengo algún interés en oír las estupideces que tú y Hinata podíais estar comentando, te diré que no lo tengo. Simplemente hablábais demasiado alto, y yo estaba cerca.
Sakura cerró la boca, ahogando una última protesta.Le observó atarse la katana a la cintura con movimientos diestros.
- Podrías ayudarnos- pensó en voz alta, y se arrepintió de inmediato de haber abierto la boca cuando escuchó la carcajada de Neji.
-Se me ocurren mejores maneras de perder el tiempo-espetó secamente el Hyuga antes de desaparecer entre la maleza.
Sakura le siguió con la mirada. Los últimos rayos de sol crepuscular incidían sobre la funda blanca de la katana, arrancando destellos a su pulida superficie, que contrastaba vivamente con la larga melena oscura de Neji. Recortada en la luz del ocaso, su silueta parecía sacada de una leyenda. Sakura recordó los grabados y frescos que había visto en las paredes del vestíbulo, y se sintió intoxicada por el aura de misticismo que emanaba toda la casa. Incluso este encuentro podría ser leyenda, pensó. Sacudió la cabeza. Ya empiezo a pensar tonterías. Será mejor que me marche a casa.
Esa noche, Sakura soñó con el Byakugan.
