Éste es mi capítulo favorito. Fue el que más me costó, pero también del que más orgullosa estoy.

Por fin he podido inventarme una historia legendaria acerca de los orígenes de la familia Hyuga, la historia que yo quería leer. Para escribir este capítulo, me basé en dos fuentes: para el entrenamiento de Neji y Sakura, usé los conceptos de "El libro de los cinco anillos" del legendario Miyamoto Musashi. Evidentemente, he cambiado algunas cositas para que encajara con la historia de los Hyuga. Y a la hora de inventarme el origen legendario del Byakugan, me inspiré en la mitología clásica japonesa. Estoy satisfecha de cómo ha quedado la historia ( bueno, siempre se puede mejorar, como en todo ) y espero que os guste.

Enjoy!

Este capítulo empieza con Neji y Sakura entrenando...


-No fijes la vista en un punto concreto. Y no mires nunca al enemigo a los ojos. Corres el riesgo de quedarte ensimismada.

Sakura frunció el ceño y asintió, esforzándose por corregir la inercia de su mirada, que la llevaba irremisiblemente a buscar los ojos de Neji.

- Qué acabo de decirte - gruñó éste, al notar de nuevo la mirada de Sakura fija en él- Aprende a mirar en general. Si le miras a los ojos, puedes perder de vista sus manos o un cambio de posición de los pies. Procura mantener tu atención en el enemigo sin limitar tu punto de mira a un aspecto concreto.

Sakura se enjugó el sudor de la frente con una mano, sin soltar la vara de bambú. Cerró los ojos apenas un segundo, para concentrarse en sus palabras. Una visión general. No limitar la mirada a un punto. No mirar a los ojos. No mirar a los ojos. Sus dedos se cerraron con fuerza en torno a la vara, como aferrándose a las indicaciones de Neji. Abrió los ojos de nuevo y asumió la posición de ataque: las piernas separadas y el torso levemente adelantado.

- Las piernas - observó Neji, señalándolas – Sepáralas más y disponlas en diagonal. Tendrás más equilibrio en caso de ataque.

Sakura asintió y obedeció, sin abandonar la "mirada en general".

Llevaban ya tres semanas de duro entrenamiento, y aunque sus progresos eran modestos, notaba con satisfacción que cada día le costaba menos incorporar los conocimientos adquiridos. La técnica de Neji era ortodoxa pero efectiva; no en vano era la única que seguía la familia Hyuga. Hinata le había explicado algo al respecto. Uno de sus antepasados, el ilustre samurai Musashi Miyamoto, creó 200 años atrás una serie de preceptos para la lucha con espada basada en un único criterio: la eficacia. Dichos preceptos, conocidos como la Técnica de los Dos Cielos o Dos Sables, predicaban un estilo depurado y práctico, usando únicamente dos armas: una katana y un kodachi , y cuyo objetivo debía ser únicamente la victoria, no el lucimiento personal. Según Miyamoto, las florituras y piruetas eran para los inexpertos; a los verdaderos guerreros les bastaba un solo movimiento para zanjar un enfrentamiento.

Y a mí me basta con no limitar mi punto de atención pensó, esforzándose a conciencia por evitarlo.

-No dejes vagar la vista tampoco- la voz de Neji sonó ligeramente irritada- Así sólo consigues traslucir tu nerviosismo. Concéntrate.- le ordenó, al tiempo que recogía la katana y el kodachi del suelo. Desenvainó ambas armas y las blandió: la katana en la derecha, para la ofensiva, y el arma corta en la izquierda, para la defensa.

Sakura tragó saliva, siguiendo sus movimientos de soslayo. Hasta ese día, habían practicado con varas de bambú. No estaba muy segura de saber contrarrestar una katana. Como si captara su inquietud, Neji se adelantó.

- Tu defensa no será buena hasta que te sientas realmente en peligro- expuso- Y si una vara de bambú no es lo suficientemente explícita para tu imaginación, tendré que recurrir a métodos más drásticos.

Sakura le miró, incrédula. ¿Realmente planea que nos enfrentemos en estas condiciones?

- Pe... pero no es justo... Tú... tú tienes dos armas y yo sólo tengo un... un simple bambú. No tengo ninguna posibilidad de...

- Una lástima- Neji acompañó sus palabras de un leve encogimiento de hombros.- Entonces tendrás que morir.

Los ojos de Sakura se abrieron desmesuradamente. Blandió la vara de bambú ante sus ojos.

- Es que no te das cuenta- preguntó, nerviosa- No estamos en igualdad de condiciones!

- Eso es cierto- concedió Neji, en un tono no exento de ironía- Aunque tuvieras veinte katanas, yo seguiría siendo capaz de matarte sin más arma que las manos. Nada de excusas- zanjó, avanzando hacia ella.

Sakura retrocedió un paso, revolviendo nerviosamente en su interior en busca de un argumento que le hiciera entrar en razón. ¿Es que no se daba cuenta de lo descabellado que resultaba?

-Neji - intentó una vez más, tratando de sonar serena y razonable- Es imposible lo que pretendes. No tengo tanta habilidad. ¿No ves que el bambú no ofrece ninguna resistencia? Lo cortarás en el primer ataque- añadió esperanzada.

Neji desechó sus palabras con una sonrisa desdeñosa. Sakura nunca llegaría a saber lo mucho que se estaba divirtiendo con su expresión atemorizada.

- Si te consuela, te diré que también puedo cortar otra katana en dos con un solo movimiento. Es indiferente.- informó en tono casual.

- Gracias, ahora me siento mejor–murmuró sombríamente la chuunin, mientras asumía resignadamente la posición defensiva.

Estudió rápidamente la situación. Neji se había colocado en una zona donde el terreno se empinaba en una ligera pendiente. Sin duda, la inercia de la cuesta abajo le facilitaría el ataque, pero también dejaba abierta una posibilidad de huida para ella: si lograba eludir esa primera descarga, podría ganar los segundos que tardara Neji en frenar y corregir la dirección.

Pero tengo que esquivar la primera ofensiva como sea. D e ello depende que el resto del combate se desarrolle en equilibrio de oportunidades, o por lo contrario, que sea el juego del gato y el ratón.

Observó a Neji separar ligeramente las piernas, ladeando el cuerpo hacia la izquierda. Sus manos empuñaban respectivamente katana y kodachi, apuntando las afiladas hojas hacia el cielo, como si de alas se tratase. Le vio cerrar los ojos durante un breve instante para abrirlos de nuevo y clavar en ella su dura e intensa mirada. Con un simple movimiento de muñeca, giró las hojas de las armas y éstas la deslumbraron reflejando el sol.

Mierda, el sol.

Para cuando Sakura pudo reaccionar, ya tenía a Neji encima. Alzó instintivamente la vara de bambú para detener el avance implacable de la katana, y retrocedió con un grito ahogado al ver cómo el filo del kodachi silbaba, rasante, a pocos centímetros de su estómago.

Piensa matarme realmente, y el pensamiento se sumó al frenético hervidero que era su cerebro.

Trató de ganar distancia empujando a Neji con el extremo del bambú, pero el Hyuga se agachó, pillándola desprevenida, y de un golpe con la empuñadura del kodachi mandó su única defensa varios metros lejos. Sakura gimió.

Estoy perdida. Mierda.

Neji se dirigió resueltamente hacia la vara y la hizo saltar en el aire de un golpe seco con el pie. Cuando cayó al suelo, lo hizo en tres trozos limpios. Sakura miró a Neji con desmayo.

Ni siquiera había llegado a ver la katana moviéndose; sólo había podido percibir su silbido segando el aire.

- Ya no hay bambú - dijo Neji, deleitándose con la expresión atrapada de Sakura. Chutó los trozos que había a sus pies- Qué vas a hacer ahora?

- Neji...- empezó, pero no pudo acabar. Dio un salto mortal para esquivar el peligroso círculo que la katana describió sobre su cabeza. Retrocedió rápidamente y dio una patada al suelo, levantando una nube de polvo. Oyó a Neji mascullar algo mientras se escabullía en desesperada huida hacia el inicio del bosque.

- Tu amor por la naturaleza es encomiable - murmuró Neji. Sus ojos se entrecerraron, sombríos.- Pero esto es a campo abierto - añadió, y sin dudarlo un instante, lanzó el kodachi tras ella. Sonrió cuando oyó su grito.

Las manos de Sakura se aferraron al mango del arma, tratando frenéticamente de arrancarlo de la corteza del árbol. La hoja había atravesado la manga de su vestido y herido su brazo: podía sentir el escozor del corte y el inconfundible calor de la sangre fluyendo hombro abajo. Pero lo peor era que la había clavado contra el árbol, y no podía liberarse.

- Te sugiero que te sueltes antes de que llegue- dijo Neji con falsa suavidad.

La chuunin contuvo un sollozo y redobló sus esfuerzos. La sombra de Neji acercándose le lamía ya los pies. Avanzaba con una estudiada calma, girando suavemente la katana mientras sonreía con satisfacción. Sakura apretó los dientes, sintiendo su pulso desbocado tamborilearle las sienes.

Miró a Neji, que se había detenido frente a ella. Disfrutando del momento, el ninja levantó la katana, listo para descargar. Sakura cerró los ojos, como aceptando su sino... y en un fugaz movimiento arrancó el kodachi sin ningún esfuerzo, tomándole por sorpresa.

La expresión de Neji se desencajó, atónito. Su mirada bajó hacia el filo del arma, resueltamente apuntada hacia su cuello.

Como el día en que perdió la apuesta en el bosque, Neji sólo necesitó un segundo para darse cuenta de la treta. El brazo de Sakura apuntaba sin titubear su yugular, y una sonrisa cansada pero victoriosa curvaba sus labios entreabiertos. Sus ojos verdes relampagueaban, clavados en los suyos.

La mano de Neji se abrió, dejando caer la katana como una muda rendición.

- No te lo esperabas... ¿verdad? Creías que no podía soltarme- le dijo ella, exultante.

Neji no respondió, pero sus labios se curvaron en una confiada sonrisa. La sensación de triunfo de Sakura se empañó. Frunció el ceño.

- Qué?...- murmuró, intentando sin éxito descifrar su expresión.

Sin decir palabra, Neji acercó lentamente su rostro al de ella, mirándola severamente, hasta que apenas los separaron unos centímetros. Sakura soltó un leve resuello. La intensidad de su mirada hizo que sintiera una repentina sequedad en la boca. Trató de tragar saliva, sin éxito. Sentía cómo la sangre se le agolpaba en las mejillas en respuesta a su imperturbable mirada. Quiso moverse, pero una extraña languidez había aflojado sus extremidades, como si fueran de trapo. El suave olor de Neji llenaba sus sentidos, dilatando sus pupilas y dejándola extrañamente embriagada. Sin querer, su espalda se tensó en una expectativa que la asustó. Le devolvió a Neji una mirada entre asustada y fascinada.

Pasaron varios segundos, que parecieron años.

Finalmente, Neji abrió la boca.

-No te he dicho- dijo, pronunciando lentamente- que no miraras nunca a los ojos?

Sakura lo comprendió entonces. Siguió su mirada hacia abajo, y vio la hoja de la katana apuntando hacia su estómago. Al dejarla caer, minutos antes, Neji se había asegurado de pisar la empuñadura, de manera que elevara la hoja. Nada quedaba al azar.

Sakura cerró los ojos y maldijo.

- Si te hubieras movido, te habrías ensartado- indicó él con pretendida gravedad.

Sakura evitó mirarle, avergonzada. Soltó el kodachi y se apoyó en el tronco sin decir palabra. Sus dedos palparon cuidadosamente la herida. El vestido estaba desgarrado, pero el corte no parecía grave. Tiró del tejido, desgarrándolo para liberar el hombro y examinarlo. Aunque había sangrado copiosamente, la hoja no había penetrado con profundidad. Con suerte, ni siquiera le dejaría cicatriz, pero necesitaba urgentemente ser limpiado y vendado. Sujetándose el vestido contra el pecho, se volvió hacia Neji.

- Necesitaría desinfectármelo - pidió.

Neji asintió, mirando fugazmente la piel desnuda.

- Avisaré a Hinata- dijo, antes de darse media vuelta.

Sakura contuvo la respiración mientras le observaba alejarse. Cuando quedó fuera del alcance de su vista, cayó de rodillas con un gemido y se cubrió la cara con ambas manos, tratando desesperadamente de controlar los pensamientos desbocados. No entendía su reacción anterior, cuando Neji se había aproximado a ella.

Es fruto de la tensión producida por el enfrentamiento, se dijo sin mucha convicción. Cuando se somete el cuerpo a un estado de alerta contínua, es perfectamente normal que al relajarse se produzca una bajada de tensión repentina. Las extremidades se aflojan y el pulso desciende notablemente. Es lo normal, se repitió

Pero no conseguía serenarse. Sabía muy bien que su pulso en esos momentos, lejos de descender, había aumentado. Una inexplicable falta de aire había atenazado su pecho, y conocía perfectamente ese calor que había prendido en su estómago como un devastador incendio. Sabía de qué se trataba. Ya lo había sentido antes. Esas eran las sensaciones que se reservaba para cuando veía a Sasuke.

Sacudió la cabeza, angustiada. No, por favor. Tiene que ser otra cosa.

Pero tenía que reconocer que Neji no era feo, al fin y al cabo.

Su lujosa melena oscura, que en cualquier otra persona resultaría afeminada y ridícula, en él constituía un rasgo innegablemente masculino que le confería un aspecto regio, como el que habían lucido siglos atrás los samurais del bushidô. Recordó cómo se lo recogía en una cola antes de empezar, consiguiendo que cada cabello estuviera en su sitio. En Neji, todo estaba en su sitio, concedió. Sus facciones eran armoniosas y rectas; la frente despejada, pese a que siempre llevaba el protector de Konoha anudado. Es bastante agraciado, admitió. En tres semanas nunca le había visto sonreír de verdad, pero durante algún breve segundo, le había visto relajado. Su boca, aunque siempre estaba tensa en un grave rictus, era generosa, y sus ojos... esos ojos...

Sakura suspiró. Trató de pensar en otra cosa, pero no podía dejar de verlos.

Esos ojos. Punzantes como témpanos. Grandes ojos opalinos, huérfanos de pupila, condenados a amedrentar a sus enemigos. Unos ojos que podían escrutar el alma, rastreando hasta su último y tembloroso secreto. Nada escapaba a su glacial y sereno estudio.

Con todo, en el segundo de silencio que habían compartido en el árbol, creía haber visto un fugaz atisbo de emoción en ellos. Una pequeña sacudida, un ligero brillo. El solo hecho de pensarlo hizo que su estómago se contrajera violentamente.

No hay nada malo en admitir que Neji es atractivo. Es una opinión que debe compartir cualquier mujer que le vea. Tenten, por ejemplo.

Frenó en seco el curso de sus pensamientos.

¿Habrá mirado así a Tenten alguna vez? Eran compañeros de equipo. Puede que él en un momento dado la ayudara también... puede que la mirara así. Sakura se llevó una mano al pecho, inexplicablemente dolida ante esa posibilidad.

Y qué, si ha mirado a Tenten así. A ti te da igual. Como si se tira a media villa. Te es indiferente. Ni siquiera te entrena por voluntad propia. Te lo ha dicho muchas veces. Tú misma has visto el hastío con el que te recibe. De todas las personas de esta villa, tú eres la última con la que querría pasar el tiempo. Y te tiene que dar igual.

- Y me da igual – repitió en voz alta, como si fuera un mantrâ- No me concierne.

De repente, los últimos rayos de sol que iluminaban el jardín desaparecieron, como si alguien hubiera echado una manta sobre el sol. Sakura miró al cielo. Oscuras nubes se arremolinaban, ahogando despiadadamente los pequeños claros azules y sumiendo el jardín en la penumbra.

Es tarde ya. Tengo que marcharme antes de que empiece a llover, se dijo, incorporándose.

Se apretó la herida con la mano y caminó hacia la casa. En la lejanía, el retumbar de los truenos pregonaba la certeza de una tormenta.

Sakura se puso las sandalias y abrió la corredera de la casa. Vio a Hinata correr hacia ella.

- Sakura-chan! Neji me ha dicho que... - sus ojos se posaron en el vestido desgarrado.

- No es profundo, no te preocupes- la tranquilizó- Parece más grave de lo que es en realidad.

Hinata levantó el jirón de tela que le cubría la herida y la examinó. Sus ojos se alzaron, extrañados.

- Pero esto no es una herida de kunai...

- No. De kodachi- la informó Sakura.

Hinata meneó la cabeza con incredulidad.

-Neji no está en sus cabales- murmuró, observando el corte- A quién se le ocurre... ¿No estábais practicando con el bambú?

- Sí, pero él estimó que había llegado la hora de dar un paso adelante- contestó Sakura, sin darle más importancia- Hinata- llamó, reduciendo su voz a susurros. Miró hacia el pasillo para cerciorarse de que nadie las escuchaba y prosiguió- Has podido verte con Naruto?

Hinata negó con la cabeza y empujó a Sakura a un rincón cercano.

- Ha acompañado a Tsunade en una visita diplomática -susurró- No vuelve hasta mañana.

Sakura frunció el ceño. Bajó aún más la voz.

- Una visita diplomática? Ahora?

Hinata asintió enérgicamente.

- Mis padres también se han marchado, antes de lo habitual - añadió nerviosamente.- Hace una semana que el ambiente está enrarecido. Se han llevado a Hanabi con ellos. No sé qué pasa- culminó, agitada.

Sakura se mordió el labio inferior, inquieta. Su breve encuentro nocturno con Kakashi y Genma tres semanas atrás le había producido el mismo desasosiego que sentía ahora. La sensación de que algo no marchaba como debiera.

-Mis padres llevan un mes fuera, pero en ellos es habitual- dijo. Miró a Hinata- Has notado algo extraño en la villa? Te ha dicho algo Naruto antes de irse?

- Estaba preocupado- respondió, ansiosamente- Me dijo que no saliera de casa hasta que volviera... - coronó la frase como si fuera una pregunta.

Sakura volvió a quedarse en silencio. Un trueno redobló con fuerza, como un siniestro gong, recordándole que debía apresurarse si quería llegar a casa antes de que empezara a llover.

- Tengo que marcharme- dijo. Le puso la mano en el brazo, procurando confortarla- Mañana podrás ver a Naruto, y quizá podamos sonsacarle algo en mi casa. No te preocupes, seguro que no es nada grave.- e intentó sonreír, pero fue una mueca desvaída.

Hinata asintió, guardando sus temores, y acompañó a la harapienta chuunin a la puerta. Las primeras gotas ya estaban mojando el pavimento.

-No prefieres quedarte- ofreció Hinata- No tardará en llover...

- Esto son cuatro gotas. Si me doy prisa, estaré en casa antes que la tormenta- repuso Sakura, iniciando el paso- Hasta mañana!

Dobló la esquina rápidamente, rezando para que el cielo contuviera su ira hasta que hubiera recorrido al menos tres cuartos del camino. Un viento helado sacudió las pocas hojas ocres que quedaban en los árboles y la hizo estremecerse. De repente, su idea de correr hasta casa no le parecía tan acertada. Entrecerró los ojos, llorosos por la ventisca, y apremió el paso ignorando deliberadamente los relámpagos, que restallaban como látigos en el cielo pocos metros tras ella.

No tuvo suerte. Un minuto más tarde, la lluvia azotaba la villa con una violencia inusitada. Viendo imposible avanzar con el fuerte viento en contra, Sakura se acurrucó tiritando contra una pared, buscando el escaso refugio que ofrecía una cornisa. Sus uñas se habían tornado azuladas y sus pies, empapados dentro de las sandalias, se apretaban uno contra otro en un fútil intento de conservar el calor.

Se arrepentía profundamente de haber rechazado la oferta de Hinata, y se arrepentía aún más de haber iniciado aquel estúpido entrenamiento con Neji.

Empapada hasta la médula, sus labios, amoratados por el frío, se movieron imperceptiblemente en un ruego: que amainara cuanto antes. El rugido del viento se llevó su sollozo, pero le trajo su nombre. Sakura levantó la vista, sorprendida, y escrutó la densa cortina de agua.

¿Había oído su nombre, o sólo había sido una imaginación?

Abrazándose el cuerpo, aguzó el oído. Volvió a oír su nombre débilmente, entre el repiqueteo del agua. ¡Alguien la había llamado!

Se levantó rápidamente y se plantó en mitad de la calle. Vislumbró una figura que se dirigía hacia ella corriendo. Sakura contuvo la respiración al ver de quién se trataba.

No era otro que un empapado y furioso Neji.

- HAS PERDIDO EL JUICIO, MUJER- le gritó, para hacerse oír por encima de la tormenta.

El pelo, empapado, se le había pegado al cráneo y los lacios mechones chorreaban sobre el chaleco del uniforme de jounin. No llevaba el protector de la frente; Sakura se figuró que Hinata le habría pedido que saliera inmediatamente a por ella al ver la tormenta. Sus ojos eran dos destellos irritados. Neji la agarró de la muñeca y tiró de ella sin ceremonias.

- Múevete a menos que quieras morirte de una pulmonía - restalló.

Sakura asintió débilmente y se dejó arrastrar a trompicones entre los charcos. Sólo veía sus pies, sucios de barro, siguiendo torpemente a los de Neji por la resbaladiza calzada. Cada vez se sentía más cansada, pero la mano del Hyuga, firmemente cerrada en torno a su muñeca, no le concedía descanso.

Finalmente, apareció ante ellos la casa Hyuga. Hinata estaba en la entrada, retorciéndose las manos con preocupación.

- Neji - exclamó, al verles llegar. Descendió los escalones y corrió hacia ellos.

- Métete en casa ahora mismo- ordenó Neji, haciéndola a un lado. Rodeó con un brazo la cintura de la exhausta Sakura para ayudarla a subir los escalones, ante la mirada angustiada de Hinata.

- Oh... Sakura... – la dulce Hyuga reprimió un gemido al ver el estado en que se hallaba su amiga.

- En vez de traer lamentos trae mantas- la interrumpió Neji, irritado.

Hinata corrió a obedecer mientras él recostaba a Sakura contra la pared del vestíbulo. Cerró la corredera de acceso a la calle con el pie e inspeccionó rápidamente el pasillo. Entonces, y sólo entonces, Neji se permitió apoyarse contra la pared en un segundo de paz tras la carrera.

- N.neji...

- Qué.

Sakura tragó saliva, demasiado agotada para abrir los ojos siquiera. Durante un segundo, sólo el quedo repiqueteo de la lluvia sobre el tejado resonó en la penumbra.

- Gracias –musitó.

Neji contuvo una ácida respuesta referente a la irresponsabilidad y el tiempo; la dejaría para otra ocasión. En su lugar, asintió con la cabeza.

- De nada.

- Ya estoy aquí- anunció Hinata, llegando con las mantas en los brazos. Le ofreció una a Neji, pero este rehusó.

- Son para ella. - indicó, antes de desaparecer pasillo adentro.

En cuanto Neji desapareció de su vista, Hinata abrazó a Sakura, aliviada.

- Qué miedo he pasado. Cuando he visto que empezaba a llover de esa manera... supe que no te daría tiempo a llegar a casa.

Sakura entreabrió los ojos y estornudó. Hinata le echó una gruesa manta azul sobre los hombros y le frotó los brazos. Una mueca de dolor tensó las facciones de Sakura.

- La herida- gimió- Cuidado.

Hinata asintió y evitó la zona.

- Neji salió corriendo a buscarte en cuando se lo dije- explicó.

A pesar de las circunstancias, Sakura no pudo evitar sonreír levemente.

- Lo primero que ha dicho al verme ha sido que si estaba loca- rememoró.

- Menos mal que ha dado contigo. Es un milagro que no te haya dado algo ahí fuera con lo que está cayendo- terció Hinata.

Sakura no dijo nada. Hinata comenzó a secarle el pelo enérgicamente con una toalla.

- Neji se habrá enfadado conmigo- murmuró Sakura de pronto, sintiéndose culpable por haberle hecho salir.

- Sólo está de mal humor porque odia mojarse- respondió Hinata. Soltó una risita- Nunca le había visto despeinado.

- No quiero molestar, Hinata- dijo Sakura, mirándola. Se arrebujó en la manta y añadió- En cuanto amaine, me iré a casa.

Hinata meneó la cabeza, indicando que no quería oír nada al respecto. Recogió la toalla húmeda y dijo firmemente:

- No te vas a ir a ningún sitio, porque es tarde y no va a amainar. Sigue lloviendo con la misma fuerza que antes. Tenemos diez habitaciones para visitas que nunca recibimos. No creo que pase nada porque tú ocupes una.

Sakura sonrió, aceptando sin rechistar aquella suave pero inflexible orden. Intuyó que aquel agradable método de hacerse obedecer no tenía nada de espontáneo.

- Ven, vamos a mi cuarto. Te prestaré ropa seca- sugirió Hinata.

Sakura la siguió a través del pasillo y bordearon un patio interior cubierto. Una vez más, no pudo evitar sorprenderse de lo grande que era la casa, ni del solemne respeto que sus líneas inspiraban. El cuarto de Hinata, si bien conservaba ese mismo aire austero y regio, tenía algo que lo hacía más acogedor.

- Son las flores- dijo Hinata sonriendo, a modo de respuesta. Se acercó al jarrón negro que contenía crisantemos, y los acarició con las puntas de los dedos.- Me gustan mucho las flores. Por eso siempre tengo algunas aquí.

Aparte del jarrón, en la habitación, cubierta por un tatami fresco, sólo había un arcón de madera lacada, para la ropa, un pequeño escritorio bajo del mismo material y un suave futón de color celeste enrollado contra la esquina. En las paredes pendían dos valiosos grabados del calígrafo Hokusai y, bajo ellos, en una mesita, había una figurita de Zenmyô Noshin, una de las diosas del shinto, cuya leyenda contaba que se había convertido en un dragón para proteger y guiar la barca en la que viajaba su prometido.

- Muy significativa- sonrió Sakura, señalando la figura- Es tu protectora?

Hinata rió.

- No, todo el Souke tiene como protector a Hachiman. Ya sabes que se cree que nuestro clan desciende del clan Minamoto, que a su vez desciende de este dios.

- Sólo el Souke? Es que el Bouke tiene otro- Su pensamiento voló rápidamente hacia Neji.

Hinata asintió.

- Zâo Gongen es su protector- informó.

- El guardián del culto ascético Shugendô y expulsor del mal- musitó Sakura.- Muy apropiado, desde luego. No dejáis ni un solo detalle al azar¿eh?

- Ni uno solo- confirmó Hinata. Sacó un yukata blanco del arcón y se lo mostró a Sakura.- Hum... puede que te vaya un poco pequeño. Bueno, pruébatelo mientras aviso a Shikaro para que prepare la cena.- sonrió al ver cómo Sakura fruncía el ceño- No dirá nada. Eres mi invitada- y salió del cuarto.

Una vez sola, Sakura se despojó del inservible y mugriento vestido rojo, lanzándolo al suelo. La camiseta de rejilla que llevaba debajo también estaba desgarrada por el hombro, así que siguió el mismo camino. Se miró la herida, que había quedado limpia por el aguacero. No hay bien que por mal no venga, pensó. El contacto del yukata seco sobre su cuerpo destemplado le produjo un agradable escalofrío. Se lo anudó a la espalda, como había visto hacer a Hinata, y salió a buscarla.

La encontró en una estancia más amplia que, al parecer, usaban como comedor. Hinata la saludó mientras colocaba los pequeños cuencos oscuros con el arroz y el pescado.

- Mi madre lo ha dejado todo dispuesto, afortunadamente. No moriremos de hambre.

- Neji no cenará con nosotras- preguntó Sakura, advirtiendo que sólo había dos cuencos.

Hinata se detuvo.

- El Bouke suele cenar aparte, en sus dependencias -explicó- A no ser que se den circunstancias especiales; fiestas y cosas así. De todas maneras, Neji rehusaría. No creo que le apetezca cenar con nosotras.

- Bueno, no se lo hemos preguntado tampoco- apuntó Sakura- Y comer aquí las dos solas es un poco triste. ¿Cómo llego a las estancias del Bouke?

- Doblando hacia la izquierda cuando llegues al patio interior- describió Hinata, sin mucho entusiasmo. La miró a los ojos y añadió- Pero no es buena idea. Nunca ha querido. Dirá que no.

- Yo sólo se lo propondré; es de educación. Luego puede decidir si viene o no- replicó, saliendo de la estancia en dirección al patio interior.

Las dependencias del Bouke eran idénticas a las del Souke, sólo que aún más austeras. Parecía que casi toda la familia se había marchado, porque las habitaciones estaban a oscuras y sus correderas abiertas, con excepción de la última. No le costó adivinar que se trataba de la habitación de Neji. Se plantó ante la corredera y apenas pudo contener su nerviosismo cuando llamó con los nudillos.

- Adelante- invitó la voz de Neji. Por el tono, netamente formal, Sakura supo que Neji la había tomado por Shikaro.

- Nej... - Sakura se detuvo a medio abrir la corredera al ver la espalda desnuda de Neji, que estaba sentado en el suelo. Se ruborizó y retrocedió rápidamente, musitando una fugaz excusa.

Al distinguir quién era su visita, Neji se ajustó rápidamente el yukata y asomó la cabeza por la corredera. La vio detenerse y mirarle desde la penumbra del pasillo. Sakura agradeció que la oscuridad ocultara su azoramiento.

-Qué quieres- inquirió él, pero la pregunta original, adivinó ella, era "Qué haces aquí". Era evidente que no esperaba visitas.

Sakura retorció una esquina de su yukata inconscientemente. Carraspeó y dijo, procurando que no le temblara la voz:

- Vamos a cenar. Me... nos preguntábamos si querrías acompañarnos. Si quieres- añadió rápidamente.

Se produjo un breve silencio. Neji estaba sorprendido por el ofrecimiento. Estudió las facciones de la joven, iluminadas por la tenue luz que salía de su habitación. Reconoció el yukata que llevaba; era el que usaban generalmente los miembros de la familia para estar por casa.

- No, gracias- respondió, y notó que había sonado demasiado seco.- No tengo hambre - añadió, en un tono mucho más suave.- Gracias de todos modos.

Sakura asintió con la cabeza y se retiró rápidamente. Neji la siguió con la mirada. Pese a que no era muy amigo de cortesías, había percibido que su ofrecimiento era sincero. E inesperado. Era irónico que el único ofrecimiento de cenar en la casa principal le llegara de alguien ajeno a la familia. Sonrió levemente al ver su paso incómodo. Era evidente que no estaba acostumbrada a caminar con kimonos. Ni tampoco a irrumpir en habitaciones masculinas. Cuando ella abrió la corredera, él aún no había tenido tiempo de ajustarse la parte de arriba del yukata. Sabía que la había azorado. Había notado el rubor en su voz, más que en sus mejillas, y su renuencia a mirarle a los ojos.

Es tímida, se dijo. O quizá es que nunca ha visto...

Neji se detuvo, irritado. ¿En qué diablos estaba pensando?.

Cerró la corredera y se sentó en el futón. No podía creer que hubiera considerado durante un breve instante aceptar la invitación. Era simplemente inaudito.

Estoy demasiado cansado, concluyó.

Mientras tanto, en el otro extremo de la casa...

- Ya te dije que rehusaría- sonrió Hinata. Se acercó los palillos cargados de arroz a la boca, pero se detuvo al ver la expresión taciturna de su amiga- Qué te pasa?

Sakura la miró ligeramente sorprendida, como si acabara de recordar que Hinata estaba allí. Bajó la vista hacia su cuenco.

- Nada. Cuando he ido a buscar a Neji... - se detuvo, como ensimismada.

- Sí?

Sakura removió el arroz y continuó hablando.

- He entrado en su cuarto antes de darle tiempo a... vestirse del todo.

Hinata arqueó las cejas, incrédula.

- Has visto a Neji desnudo?

Sakura se ruborizó visiblemente y se apresuró a negarlo.

-No, no, nada de eso. Sólo la espalda; la tenía descubierta. Cuando entré, estaba sentado de espaldas a la puerta- explicó- Y vi que tenía un tatuaje. Uno grande, que le ocupaba la mayor parte de la espalda.

- Un tatuaje- la perplejidad de Hinata delató que era la primera vez que tenía noticia de ello.

Sakura asintió.

- Recuerdas lo que aparecía en él - se interesó la Hyuga, picada por la curiosidad.

Qué pregunta. Claro que lo recordaba. Sólo había durado un segundo, pero la imagen aún palpitaba, vívida y brillante, en sus pupilas: la esbelta musculatura de su espalda, tan perfecta, tan masculina, bruñida por la cálida luz de la lámpara de shogi.

- Dos carpas- describió, fascinada- Dos carpas; una arriba y la otra abajo, formando un círculo en medio del oleaje.

- Ahh – dijo Hinata, decepcionada- Es sólo el símbolo familiar. Mira - se levantó el yukata por detrás y le mostró a Sakura lo que acababa de describir, pero en un tamaño mucho más reducido.

-Es esto, sí- afirmó Sakura, reconociendo el dibujo en la baja espalda de Hinata. Ésta volvió a colocarse la ropa y se sentó de nuevo.- Por qué dos carpas- le preguntó.

Hinata sonrió.

- La carpa blanca es el Dios del Río, Kojiko-sama, y la gris simboliza la familia Hyuga- se interrumpió y la miró, ampliando la sonrisa- Es una larga historia. ¿Estás segura de querer escucharla?

- Qué mejor que una leyenda para una noche lluviosa- contestó Sakura, devolviéndole la sonrisa.

- Está bien - Hinata se acabó el arroz y se levantó- Ven conmigo.

Intrigada, Sakura la siguió hasta el vestíbulo. Hinata encendió un farolillo y lo dejó en el suelo, iluminando las telas que adornaban las paredes. Se arrodilló y contempló la primera, por indicación de Hinata. En ella se veía dibujada la silueta de la Tierra.

- Hace muchos, muchos siglos- comenzó Hinata- Los hermanos divinos Izanagi e Izanami dieron a luz a la Tierra. La diosa Izanami murió al dar a luz al dios del fuego, y su hermano Izanagi, desesperado, trató de seguirla al reino de los muertos, pero allí se le cerraron las puertas. Para purificarse del hedor de los cadáveres, se lanzó a un río y permaneció bajo sus aguas setenta días y setenta noches. Cuando salió, dio a luz a la Diosa del Sol, Amaterasu Ômikami, y a su vengativo hermano, el Dios de la Tormenta, Susa-no-ô. Izanagi partió, sin agradecer nada al dios del río, que tanto le había ayudado, y se ocultó en el viento.

Hinata hizo una pausa y movió el farolillo, arrojando luz sobre el siguiente fresco. Sakura lo observó, fascinada. Era una gran batalla.

- Susa-no-ô, celoso del poder de su hermana, la ofendió y consiguió que ésta se ocultara en una cueva, sumiendo el mundo en la oscuridad. Sólo una divertida danza que idearon los otros dioses la convencieron para que saliera. Como resultado, Susa-no-ô fue desterrado a Izumo, donde dio origen a una estirpe de gobernantes que se enfrentaron contra los descendientes de la Diosa del Sol en una cruenta batalla que duró cien años.

- Y ganó ella- apostilló Sakura, que conocía el mito.

- Efectivamente, y ahora viene lo bueno- sonrió Hinata, y señaló el tercer panel, que representaba una gran carpa blanca saltando sobre una ola gigantesca- El Dios del Río, que tanto había ayudado a Izanagi, tomó partido por Amaterasu, la Diosa del Sol, y envió a una familia de monjes guerreros, los Minamoto, a combatir de su lado. Ganaron, como bien has dicho, pero... Susa-no-ô aún no había dicho su última palabra. Enfurecido por la derrota, decidió vengarse de los valientes monjes Minamoto.

La luz del farol iluminó a un ejército de hombres con los ojos blancos, impasibles.

- Los cegó con un relámpago- susurró Hinata, sombría- Les fulminó las pupilas, castigándoles a vivir en la oscuridad. Así se vengó de tan valientes guerreros.

Sakura resiguió con las puntas de los dedos el grabado de los ojos blancos, extasiada. La cadenciosa voz de Hinata y el repiqueteo de la lluvia creaban una atmósfera hipnótica que la había subyugado por completo. Sus ojos se deslizaron hacia el siguiente fresco. Aparecía de nuevo la carpa blanca, esta vez al lado de los guerreros. Hinata sonrió con arrobo al ver el grabado.

- Kojiko-sama, el Dios del río, montó en cólera cuando vio el injusto castigo de Susa-no-ô, y lo ahogó en sus aguas. Luego se volvió hacia sus leales monjes y dijo, apiadándose de su ceguera: "Lo que el relámpago os ha quitado os lo restituirá el río. No tendréis pupila, pero sí una visión tan pura como mis aguas. Id, y ved".

Sakura sonrió, recorriendo con la vista el fresco. Se volvió hacia Hinata.

- Así que les devolvió la vista, mil veces aumentada. Por eso tenéis el Byakugan, o la "visión pura".- suspiró- Qué historia tan increíble!

-Sí- el tono de Hinata estaba henchido de orgullo- Cuando recibieron ese don, los monjes decidieron cambiarse el nombre en honor a su benefactor. Dejaron atrás el Minamoto y adoptaron el Hyu-ga, que en el dialecto antiguo significa "familia blanca". También se dejaron crecer el pelo, como símbolo de que abandonaban la vida ascética del monje para adoptar la de guardianes del culto de Kojiko-sama. Con el tiempo, esto se fue relajando y la familia se fue militarizando... pero esto ya es otra historia.

- No me extraña que exista ese fuerte sentimiento de pertenencia entre los miembros de esta familia- dijo Sakura con admiración- Yo también lo tendría, de venir de una familia con semejante historia.

Hinata rió suavemente. Se puso en pie de nuevo y apagó el farolillo, dando por finalizada la historia.

- Sólo es una leyenda. Como tal, una parte es verdad y la otra es la que nos queremos creer.

- Quién no querría creer algo así- repuso Sakura, aún narcotizada por el mito- A pesar de la ciencia, el ser humano sigue necesitando una versión bella y épica de la vida. La verdad no es tan importante. Los átomos, al fin y al cabo, no dan para llenar una velada lluviosa. La tradición oral sí.- concluyó sonriente.

- Totalmente de acuerdo- dijo Hinata, con dulzura- Pero no sé hasta qué punto esta opinión no es compartida por todas las mujeres del mundo.

Sakura se echó a reír mientras la seguía por el pasillo.

- El romanticismo no es sólo cogerse de la mano y querer que haya luna llena, Hinata. Existe desde que nos negamos a vivir en la simplicidad.

- Para bien o para mal- apuntó Hinata.

- Vaya, sí que nos estamos poniendo profundas- murmuró Sakura, divertida- Y pensar que empezó por preguntarte cómo llegar a las estancias del Bouke...

Hinata se detuvo ante la corredera del comedor. Se volvió hacia su amiga y escrutó sus ojos en la semioscuridad durante unos breves instantes. Sakura supo lo que iba a preguntarle.

- Sientes algo por Neji, verdad- inquirió Hinata con delicadeza.

Sakura no respondió. Llevaba días luchando contra las evidencias, tratando de desterrar sus confusas emociones, hasta que esa misma tarde, el momento con Neji en el árbol había sellado su derrota. Era innegable que la presencia del Hyuga la perturbaba. Con todo, no conocía cúal era la naturaleza de sus sentimientos hacia él.

- No lo sé - musitó con sinceridad- No lo sé.

- Qué sientes cuando le ves - preguntó Hinata en susurros.

- A veces, admiración. Otras, exasperación.- sus ojos ardieron, febriles- Y hoy... – Hizo una pausa, sin mirarla.- Hoy he sentido lo mismo que sentía cuando veía a Sasuke. Una zozobra extraña. No podía hablar, y el corazón me palpitaba tan intensamente que temí que lo oyera.

Sakura calló, pensativa. Durante unos largos segundos, ninguna produjo sonido alguno.

- Comencé a hacerme preguntas cuando me percaté de que no echaba de menos a Sasuke; que ni siquiera me había acordado de él. - dijo de pronto- Después de llevar años dedicándole una atención incondicional, olvidarme de su existencia era algo inaudito. Al principio lo achaqué a una supuesta superación, a la madurez, vete a saber.

- Pero no le has olvidado, sólo lo has reemplazado- adivinó Hinata.

- No- susurró Sakura. La melancolía timbró su tono- Comparando ambos sentimientos, me doy cuenta de que realmente no quería que Sasuke me correspondiera. No estaba enamorada de él, sino del amor. Que me ignorara era perfecto, de esa manera podía alimentar mi adoración platónica y vivir con la emoción de una expectativa imaginaria cada día. ¿Qué podía ser más seguro? Él nunca me decepcionaría, porque nunca me había correspondido siquiera. Nunca había habido interacción real.- Hizo una pausa y añadió, sorprendida- Es increíble que esté diciendo esto.

- Continúa- la animó Hinata.

- No hay mucho más que decir - respondió Sakura- Excepto que estoy asustada. Muy asustada. Siento que Neji es real, no es una quimera platónica como lo fue Sasuke. No puedo manipular dentro de mi cabeza sus acciones y palabras para sentirme mejor o peor, porque tienen, por si solas, significado. Cuando Sasuke me evitaba, yo me complacía interpretándolo como que quería ocultar sus sentimientos por mi. Cuando Neji se burla de mí, o cuando me regaña, sé que sólo se burla o me regaña. No hay trampa ni cartón, no puedo interpretar nada diferente a partir de sus acciones. Y tampoco quiero, porque veo que me gusta cuanto hace. Y eso es lo que me aterroriza. Si Sasuke me hacía daño, podía inventarme un consuelo. Pero cuando Neji me hiere, no hay consuelo posible. Está fuera de mi alcance. Es algo que jamás podré tener, ni siquiera en sueños. Y temo desear tenerle a mi lado, Hinata.- su voz se quebró en un gemido angustiado- Temo necesitar algo que de antemano sé que es imposible.

Hinata abrazó a Sakura y acarició sus cabellos de manera maternal, buscando las palabras necesarias para calmar el agitado espíritu de su amiga.

- Sakura- le dijo con dulzura- Querías madurar, y te aseguro que acabas de hacerlo. No hay nada malo o trágico en lo que sientes por Neji. El temor al rechazo, a no poder conseguir a la persona amada, va indisolublemente unido al verdadero amor. Las relaciones platónicas están muy bien porque sólo dependen de uno mismo, pero no son reales. Es algo por lo que todos hemos pasado alguna vez. Tú sólo has acusado más violentamente el cambio.- buscó su mirada¿Crees que amas a Neji? Pues entonces procura hacerte merecedora de su amor. No dudó ni un instante en salir a buscarte en medio de la tormenta, ya te lo dije antes. A pesar de su apariencia inexpugnable, Neji no es de piedra.

- Eso no lo tengo muy claro- murmuró Sakura, escéptica.

Hinata se echó a reír, aliviada de ver que la conversación tomaba un rumbo menos dramático.

- Podrá ser poco expresivo, pero no es insensible a la belleza- continuó.- Tú eres bonita, y es imposible que no lo haya notado.

Sakura se sonrojó ante el cumplido, pero desechó la idea negando la cabeza.

- Aunque así fuera, diría que Neji es la última persona del mundo que le concedería a ese aspecto alguna importancia.

- Muy cierto- concedió Hinata- Pero seguramente, los atributos que él busca en una mujer no distan mucho de los que buscaría cualquier hombre de sus características: inteligencia, valor, lealtad, y dulzura.

- Casi nada- comentó Sakura, irónica.

- No he mencionado nada que tú no poseas – replicó Hinata cándidamente- Y si él aún no lo ha percibido, ayúdale a hacerlo. Tienes una oportunidad inmejorable cada día.

Sakura asintió. De repente se sentía emocionalmente exhausta, como si hubiera liberado una gran carga. Miró a Hinata y sonrió.

- Al final sí que nos hemos puesto profundas¿verdad?

La Hyuga rió con suavidad.

- Sí. Ahora consúltalo con la cama. Mañana tendrás las ideas más claras.

Sakura aceptó la sugerencia.

- Buenas noches, Hinata- deseó.

- Que descanses- respondió afectuosamente ésta, encaminándose hacia su habitación.

Sakura se quedó sola en el pasillo. Miró en dirección al patio interior que conducía a las estancias del Bouke y sonrió ligeramente.

Buenas noches, Neji.