Card Master Sakura:

Lágrima de Ángel

By Soma Cruz

Prólogo

Una noche más...

Sólo eso, una noche miserable, fría y oscura, como todas...

Él se sentía ya cansado de tanto caminar, las piernas le dolían y los pies lo estaban matando. Además tenía mucho sueño, ya que no había dormido desde hacía varios días. La noche se volvía cada vez más oscura y las hojas de los árboles dificultaban el paso de la tenue luz reflejada por la luna llena. La vista se le comenzaba a nublar, la oscuridad se iba haciendo más y más profunda, tanto que era casi imposible ver con claridad el pedregoso camino.

Finalmente no pudo más y cayó al suelo.

Definitivamente estaba muy agotado, ya había recorrido un largo tramo sin comer ni dormir y era de esperarse que cayera al suelo de puro cansancio. Una vez que se hubo calmado un poco y recuperado su aliento, intentó levantarse solo para caer al suelo nuevamente, ¡Ni siquiera podía mantenerse en pie! Se dio cuenta de que necesitaba descansar, así que se sentó y miró hacia el cielo. Por suerte había una abertura entre las copas de los árboles, por donde se podía apreciar con toda claridad el firmamento.

Las estrellas en el cielo se veían hermosas, la luna llena brillaba con una encantadora luz plateada; sin duda era eso lo que más le gustaba de la noche... o más bien, lo único que le gustaba, resultaba increíble lo mucho que lo calmaba ver esa cosa tan perfectamente redonda y pálida; de alguna manera eso le brindaba tranquilidad a su alma y aliviaba su dolor...

Lo aliviaba, mas no lo curaba.

El tiempo había pasado rápidamente y sus poderes se habían incrementado considerablemente. Las cosas parecían ir mejor para él, pero aun sentía que algo le faltaba, algo que pudiera llenar ese vacío que sentía dentro de sí. Él ya se había acostumbrado a la soledad, después de todo, el relacionarse con las demás personas sólo le había brindado dolor, ya que la gente siempre lo trataba mal y no les importaba en lo más mínimo sus sentimientos. Siempre que intentaba acercarse a alguien ellos lo rechazaban o simplemente lo ignoraban. Por tal razón es que nunca tuvo amigos.

Ya era bastante grande para cuidarse solo, por lo que no necesitaba la ayuda de nadie. Su forma de ser había cambiado mucho en los últimos años y pensaba que era mejor estar solo para evitar el sufrimiento, aun así, no se sentía del todo bien consigo mismo, pues sentía que algo le hacía falta y que no podía encontrarlo.

Suspiró.

Parecía ser que ya se encontraba un poco mejor, tomó aire y se puso de pie con sumo cuidado para no caer otra vez, se apoyó colocando su mano derecha sobre el tronco de un árbol y se sostuvo por unos instantes. Ya se había recuperado y se disponía a continuar con su jornada cuando algo captó su atención...

Pudo percibir una presencia en la lejanía, él no la conocía, mas sin embargo de alguna manera la encontraba curiosamente familiar; como si algo lo estuviese llamando ¿De quién era esa presencia tan extraña? Lo ignoraba por completo, pero estaba seguro que debía hallar a esa persona. Quizá si encontraba al dueño de la presencia podría dar respuesta a las preguntas que se había estado haciendo desde hace mucho tiempo atrás, así que cambió su rumbo y dejo que sus poderes le guiaran.

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Había un gran silencio en la habitación; no se percibía ningún sonido a excepción del tictac que producía el péndulo de aquel antiguo reloj que se encontraba colgado en una de las paredes, marcando las once y media de la noche. Ya era bastante tarde y ella seguía sentada frente a su escritorio, leyendo un grueso libro escrito en caracteres extraños, imposibles de leer para alguien que no hubiera al menos estudiado algo de hechicería o magia. La potente luz de una lámpara de pie iluminaba su lectura mientras que ella daba vuelta sutilmente a cada una de las páginas tan pronto terminaba de leerlas; llevaba más de cuatro horas leyendo, pero su vista no parecía cansada, al contrario, se percibía en sus ojos un gran entusiasmo conforme continuaba leyendo.

Estaba a punto de terminar de leer una de las páginas, justo al momento en que se escuchó por toda la habitación el fuerte sonido de la campana del reloj de pared, al dar las doce de la noche. El ruido cesó. Entonces, ella cerró de golpe el libro que leía momentos atrás. Se percató de lo tarde que era ya y se dirigió hacia su cama, se acostó sobre el rígido colchón y observó el techo del cuarto, mientras que su mirada se perdía entre las numerosas grietas que éste tenía.

Estaba segura que de alguna manera encontraría lo que estaba buscando, y ese libro la ayudaría para lograr su objetivo sin importar lo difícil que éste fuera. Después de todo, desde siempre había mostrado tener notables aptitudes para la magia.

- "Sólo espero que todo este esfuerzo valga la pena" –murmuró para sí a la vez que cerraba los ojos.

En lo más recóndito de su ser, ella deseaba que no fuera necesario hacer cosas tan complicadas; pero era necesario, si es que verdaderamente quería obtener lo que estaba buscando. Ella sabía que no se trataba de cualquier cosa, sabía que no era algo con lo que se debiera jugar, sabía lo peligroso que era tratar de desencadenar un poder de tal magnitud. Aun así no le importaba, estaba decidida a seguir adelante y no iba a permitir que nada interfiriese en su camino.

Cerró los ojos y se colocó de tal forma que quedó de lado, dejando caer sus brazos frente a sí y contrayendo las rodillas, acurrucándose sobre la colcha.

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El sol ya se había ocultado tras el horizonte, y la ciudad de Tokio descansaba bajo el brillante velo de las estrellas. Todas las personas caminaban con prisa, todos iban con pendiente, inmersos en sus propios pensamientos, ajenos a todo lo que se encontraba a su alrededor, sin prestar ninguna clase de atención a su entorno.

Los automóviles parecían estar en la misma situación, avanzaban por las calles de la ciudad a gran velocidad, sin que nadie pudiese detener su constante flujo. Móviles sólo por la prisa de sus conductores.

Ella conducía lo más rápido que podía; no quería llegar tarde, no podía llegar tarde, no esta vez. Esta era la tercera ocasión que se retrasaba por haberse quedado en la oficina a muy altas horas de la noche. Además que el divorcio con su esposo era ya inminente, le resultaba increíble pensar que su familia no se llevara bien, después de todos los años que estuvo cuidándolos; su marido había estado maltratándola desde hacía un tiempo y no iba a soportar tener que estar por más tiempo con ese individuo. Pero...

¿Qué pensarían sus hijos? ¿Cómo lo tomarían? Y lo que más le preocupaba ¿Volverían a confiar en ella?...

¡No!, No quería ni pensarlo, la simple idea de perderlos era suficiente para que se abstuviera de tomar una decisión, mas sin embargo, ya había llegado al límite de su tolerancia y no podía soportarlo más.

Por fin llegó al edificio. Estacionó su vehículo y salió de él para entrar a la recepción; una vez adentro se dirigió hacia el elevador para subir a la habitación en donde la esperaba aquel hombre al que alguna vez amó, el que le había dado los momentos más dulces de su vida, pero también los más amargos; no obstante, tenía que afrontarlo, ya no había nada que se pudiese hacer para evitar lo que ella siempre temió desde el mismo instante en que contrajo matrimonio: la separación.

Suspiró y oprimió el botón indicado luego de haber entrado al interior del elevador.

Después de unos cuantos momentos, se encontraba en el piso en que estaba ubicado su apartamento; caminó por los pasillos lentamente, como si no quisiera llegar al sitio hacia el que caminaba. Cerró los ojos mientras seguía su camino con miedo, deseando no estar ahí y jamás haberlo estado.

Deseaba estar con sus hijos, disfrutando de un feliz momento, sin tener que preocuparse de nada en lo absoluto.

Entonces, abría sus ojos nuevamente y se encontraba caminando a lo largo del pasillo de un edificio de apartamentos. No tardó en llegar a la puerta del lugar al que se dirigía. Ahí dentro se encontraba la persona que más miedo le provocaba; con el simple girar de la perilla estaría entrando a su perdición.

Inspiró profundamente y entró al lugar.

No escuchó nada del interior, todo estaba oscuro y parecía que la gente se encontraba dormida. No pudo ver nada y por su torpeza, sumada al pobre soporte que le brindaban los altos tacones de sus zapatillas, tropezó, azotando así contra el suelo y provocando un ligero estruendo.

Se puso de pie con lentitud, esta vez se retiró su calzado; con cautela se dirigió hacia la sala, en donde esperaba no hubiera nadie, pero una vez adentro pudo escuchar una voz seria y dura que le habló con severidad.

- "Llegas tarde."

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Seguía él caminando por el bosque.

Ya había transcurrido casi una hora desde que cambió la dirección de su camino, continuaba con la esperanza de que la presencia lo guiaría a la persona que posiblemente le ayudaría a encontrar aquello que él tan impacientemente estaba buscando.

Comenzaba a sentirse cansado. Y es que no había recuperado por completo sus fuerzas; quería parar por unos instantes para poder tomar un respiro, pero sentía que algo le impulsaba a seguir adelante, posiblemente el deseo de encontrar al dueño de aquella presencia, y no podía detenerse por ningún motivo. Fue entonces cuando pudo divisar numerosas luces que se distinguían a lo lejos; al parecer había llegado a una ciudad. Tan sólo contempló la vista desde lo alto del sitio en que se encontraba, pensando que tal vez era de ese lugar de donde provenía la presencia.

Quiso sentirla de nuevo para poder continuar con su búsqueda, pero la presencia se había ido, desapareció como si ésta hubiese desvanecido en el fino aire nocturno. Sin embargo, estaba seguro que ese era el lugar de procedencia de esa aura, y sabía que ahí encontraría a su dueño, quien probablemente le ayudaría a encontrar lo que tanto había buscado y poder recordar su pasado.

El joven comenzó a caminar para poder llegar a la ciudad mientras la plateada luz de la luna llena iluminaba su ropaje, el cual consistía en una larga túnica estilo occidental color negro, con una estrella dorada de ocho picos grabada en el centro y rodeada de un circulo del mismo color. Su semblante también se vio alumbrado por el resplandor lunar permitiendo admirar las facciones de su joven y apuesto rostro.

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Una joven de castaños y largos cabellos se encontraba en su habitación, haciendo la tarea para el día siguiente. No había parado en todo el día, y es que era la tarea de ingreso a su nueva escuela y que se suponía debía hacer durante las vacaciones de verano, pero se había quedado dentro de su mochila durante todo ese tiempo. Aunque ciertamente ésta última le costaba algo de trabajo, pues se trataba de la tarea de matemáticas y ella nunca fue muy buena en esa materia.

- "... 'r' al cuadrado es igual a 'x' al cuadrado más 'y' al cuadrado" –pensaba a la vez que respondía a cada problema- "¡Ay! ¡Qué difícil está!" –gimió.

Sin pensarlo, movilizó su mano a un lado del cuaderno de notas, en donde se encargaba de apuntar todas las respuestas, y tomó una calculadora científica color negro con numerosas estampas adheridas a ella. De ellas, la que más llamaba la atención era una que se encontraba sobre la pantalla, la cual tenía dibujada una flor de cerezo y bajo ésta decía 'SAKURA'.

- "A ver... si la 'r' vale cuatro, entonces 'r' al cuadrado vale dieciséis" –dijo, a la vez que oprimía las teclas, para no equivocarse- "¡YA! ¡Por fin terminé!" –miró su reloj- "¡Oh!, pero si ya es muy tarde."

La noche había caído temprano, pero había tenido que permanecer despierta para poder terminar su tarea. Todavía no se le quitaba ese mal hábito de olvidar la tarea de las vacaciones, y no sería una sorpresa que se retrasara el día siguiente por estar despierta hasta tan tarde.

Nuevamente miró su reloj de pulsera.

Pero esta vez no quería saber la hora. Ese simple objeto le traía muchos recuerdos de sus días en la primaria Tomoeda, cuando conoció a las personas más importantes de su vida. A veces deseaba poder regresar a esos tiempos inmemoriables y quedarse ahí para siempre, pues fue la época más feliz de su vida.

Se inclinó hacia atrás balanceándose sobre la silla y cerró los ojos lentamente...

Muy lentamente...

- "Shaoran..."

- "¡Regresa a la forma humilde que mereces! ¡CARTA CLOW!"

- "¡¿Eh...?!"

De pronto, se asustó por lo que escuchó y un segundo más tarde se encontraba en el suelo viendo el televisor de frente, que había sido encendido ¿Quién lo habría hecho?

- "¡Kero! ¡¿Me puedes decir qué estás haciendo?!"

- "Ah, Sakurita, pues como no me dejaste ayudarte con la tarea me aburrí y metí en la video casetera esta grabación que encontré, pero creo que no la habían regresado, pues ya se está terminando."

- "¡Pero si yo ya acabé la tarea!" –exclamó- "¿Y de dónde sacaste ese video?"

- "De la caja que te regaló Tomoyo..."

- "¿La caja?" –dudó- "¿Cuál caja?"

- "¿No lo recuerdas?, Tomoyo te regaló una caja en donde tenía todos los videos en los que aparecías tú."

La estudiante postuniversitaria no sabía exactamente de lo que hablaba su guardián, pero algo parecía recordar.

Era cierto, hace algunos años su amiga Tomoyo le había regalado todos los videos que grabó cuando ella era card captor. Nunca se molestó en verlos, sin saber la razón, pues eran muy importantes para su amiga y claro que para ella también.

Se sentó a un lado del muñeco de felpa y oprimió el botón de rebobinar en la video casetera para verlo desde el principio.

- "Tantos recuerdos..."

Notas del autor: .0.' Jajajaja, ¿Qué tal? Soy Soma Cruz, pa' los que no me conocen (y también pa' los que ya) este es el primer Fic que escribo y espero que sea de su agrado. No sé si me quedó bien, por lo que agradecería que mandaran sus comentarios y opiniones a

Lamento haber escrito tantas cosas que no parezcan tener que ver con Sakura, paciencia, es que hay cosas que tenían que saber desde el principio para que después no les vaya a agarrar la sorpresa, aunque les aseguro que habrá bastantes a lo largo del Fic oO. Pues bueno, este es solamente el principio y la introducción, ojalá que lo que falta por escribir les parezca mejor...