Ok, hagamos esto rápido, nada, absolutamente nada de Shaman King me pertenece, solamente la historia. En este capítulo va a haber lemon, pero el fic es yaoi, si no te gusta, no lo leas, aunque si lo lees y te gustó pues… agradecería algunos reviews. Ahora si, continuemos con el fic, que espero no esté tan kilométrico como el anterior
LA VERDAD DE MI CORAZÓN
Horo-Horo no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban, el poderoso Len Tao le pedía que volviera a besarlo pero, ¿Cómo era posible? ¿Acaso es que él también sentía lo mismo por el? ¿O solamente estaría jugando? No lograba comprender a Len, o tal vez no quería. No sabía si era capaz de acceder a él solamente por un momento, cuando el lo amaba con toda el alma ¿Qué haría? No estaba seguro.
Len observaba cómo el shaman de hielo lo veía a los ojos, podía notar confusión en su mirada y, en realidad, no lo culpaba pues ni él mismo estaba seguro cuáles eran sus sentimientos hacia el ainu. La verdad era que quería sentir otra vez sus cuerpos juntos, pero no quería obligarle a hacer algo que no quería, y menos por un simple capricho suyo, aunque estuviera acostumbrado a ello.
Su mirada dorada se desvió a un lado. Por increíble que le pareciera no quería herir a Horo-Horo por un simple capricho, una necesidad, un deseo. Un deseo que cada vez se extendía más por todo su ser. No entendía el por qué tenerle tan cerca le provocaba tales pensamientos y reacciones pues, aunque no quisiera, su cuerpo estaba reaccionando a la cercanía de sus cuerpos. Solamente rogaba por descubrir cuál era la verdad de su corazón.
Horo-Horo seguía sin moverse, si no hacía algo rápido Len se desesperaría y desistiría y, aunque no quería ser un simple juguete, si deseaba ser el primero en poseer a Len. No sabía que decisión tomar. Así pasaron algunos minutos y ninguno de los dos se movía en absoluto, desconcertando más al peliazul. Nuevamente sus ojos se encontraron buscando una respuesta que probablemente jamás obtendría. Y pronto algo rompió el silencio.
Len – Horo-Horo – habló finalmente – tu….
Horo-Horo – Quieres que me quite de encima ¿cierto? – Dijo al tiempo que levantaba su cuerpo pero un peso externo lo obligó a detenerse
Len – Completamente rojo – No… es eso… - Dijo con nerviosismo – Yo… te deseo – lo había dicho
Horo-Horo - ¿Qué? – Si bueno, Len lo deseaba pero… ¿eso era todo?
Len – Acercando lentamente su rostro – Creo que tu… me…. Gustas – Dijo pausadamente antes de fundir sus labios con los de él.
Si bien antes Horo-Horo estaba sorprendido, ahora lo estaba mucho más, debido a que no era él quien había iniciado el beso como la vez anterior, sino Len, SU Len había iniciado el beso nuevamente, y además le había dicho que le gustaba. Bien, no le había dicho que le amaba igual que él le amaba, pero era un inicio, y si a eso le aunaban que había dicho que lo deseaba, se daba por complacido ¬¬ que conformista no creen
Mil y un dudas surgían en su mente, mil y un ideas iban y venían pero… pronto ya no pudo pensar más, los labios de Len le hacían perder la razón lentamente, empezando a sentir cómo un calor inundaba sus mejillas y las teñía de un ligero color carmín. Si esto era un juego de Len sería mejor que se lo dijera ahora, o que lo detuviera, pues en unos instantes más ni él mismo y ni Len podrían detener lo que deseaba hacer.
Por su parte Len no daba crédito a lo que estaba dando pie, era el heredero de su dinastía, y el futuro para ellos y… ¡Estaba besándose con un hombre! Más que eso, deseaba continuar, deseaba culminar lo que se había iniciado… lo cuál sabía completamente en que terminaría. Más sin embargo, estas dudas y preocupaciones fueron desapareciendo poco a poco hasta convertirse en nada, perdiéndose entre las sensaciones que su cuerpo estaba recibiendo por un simple beso. Ahora ya nada importaba, solamente disfrutar.
Ambos chicos se olvidaron de sus problemas y comenzaron con ese acto que era realizado por muchos pero, que a la vez, era entregado en su plenitud por tan pocos. Horo-Horo estaba besando con pasión los besos de Len, sin piedad, eran como una droga que una vez probada sería imposible dejar, y Len disfrutaba ese contacto que probablemente jamás volvería a sentir en su vida.
Horo-Horo pronto abrió los labios de Len e introdujo su lengua nuevamente dentro de la boca de este, Len por su parte estaba deseoso de volver a sentir ese delicioso escalofrío al tocarse sus lenguas. Y así sucedió, ante el más mínimo contacto entre ellas, un escalofrío recorrió a lo ancho su espalda provocándole curvearse un poco de forma inconsciente y, al mismo tiempo, pegarse más al cuerpo del ainu.
Horo besaba los labios de Len como intentando saciar una sed indexistente, pero que a la vez lo devoraba, mordiéndolos ligeramente y arrancando pequeños gemidos de la garganta de Len el cual ni siquiera se había dado cuenta que los hacía. Pronto sintió la necesidad de explorar más y lentamente movió sus labios desde la boca de Len, a su mejilla y luego a su oreja, chupando y dándole pequeños mordiscos que, aunados al aliento del ainu, hacían todo más excitante para el chino.
Lentamente sus labios pasaron de este lugar al cuello de Len, el cual a cada instante sentía que se perdía más en ese mar de sensaciones tan delicioso. El movimiento de Horo-Horo era lento, pausado y sin ninguna prisa, pero esto le estaba devorando el alma y, sin ser consiente de sus actos, tomó la cabeza de Horo-Horo con sus manos y lo empujaba a fin de hacerle entender que quería que siguiera con su camino.
Horo-Horo solamente pudo seguir las "ordenes" de Len no porque se lo estuviera pidiendo, sino porque él también deseaba seguir. A medida que su boca descendía, sus manos hacían la labor de desabotonar su pijama y recorrer ese maravilloso cuerpo con sus labios. De su cuello pasó a descender a sus tetillas, las cuales le llamaban por alguna extraña razón, así que no perdió el tiempo y, cuando estuvieron a su alcance, no tardó en devorarlas
Len ya no podía más, sentía explotar su cuerpo ante lo que sentía y, cuando Horo siguió descendiendo y alcanzó una de sus tetillas con su boca, su cuerpo se arqueó de manera incontrolable y de su boca salió un gemido, el cual ahora si percibió logrando que su sangre se acumulara más en aquel punto que ahora estaba tan sensible, y en sus mejillas ya más rojas que una manzana.
Horo al escuchar el gemido de su amigo sintió su erección a todo su poder, pero no podía apresurar las cosas, quería disfrutarlo al máximo y más que nada, quería que Len lo disfrutara al máximo. Su boca succionaba su tetilla, la mordía y, el contacto con su respiración hacía que se endureciera. Al llegar a este punto siguió con la otra con el mismo procedimiento, generando las mismas reacciones en el cuerpo de Len y que sus gemidos fueran más fuertes que antes. Estos eran como música para sus oídos.
Len sentía que se desbordaba en placer con cada beso que Horo depositaba en su cuerpo. Una serie de descargas eléctricas eran sentidas por todo su cuerpo de forma tan dolorosa y a la vez tan provocativa que cada vez quería más. Mientras Horo seguía con su camino de besos, sus manos traviesas e incontenibles iban bajando poco a poco el pantalón del pijama de Len junto con el bóxer de este, provocando más sensaciones en el cuerpo de este
Len empujaba más y más la cabeza de Horo hasta que llegó a su abdomen, claro estaba que ese no era el lugar al cual quería empujarle, pero algo le detuvo ahí, en su ombligo, le llamaba de forma tan hipnotizante que no lo dejaría pasar, además de que ver a Len con solamente la camisa de su pijama abierta y su cuerpo desnudo bajo el suyo era más que embelesadora, así que no perdió el tiempo y metió su lengua en aquella cavidad provocando cosquillas en el que estaba debajo suyo, pero que no quería hacérselo notar
Sentía a Len retorcerse ante el más mínimo contacto, ya fueran sus yemas, sus manos, sus labios o inclusive su ropa pero, había algo que faltaba. Quería sentir la piel de Len junto a la suya, aquella piel bañada en sudor provocado de placer mezclarse con el suyo propio, así que, haciendo un espacio entre ellos comenzó a quitarse su camiseta (la que estaba abierta) seguida por su camisa de manga larga.
Ante la falta de contacto Len se extrañó, así que abrió los ojos (que hasta entonces se habían mantenido cerrados para incrementar el placer) para saber qué ocurría y, pudo observar a Horo mirándole a los ojos de forma tan tierna y dulce que, de haber sido posible, se habría sonrojado más. No pudo retirar la vista de sus ojos mientras que este se quitaba su ropa lo más rápidamente que podía.
Pronto el torso de Horo estaba desnudo, ante la vista de Len, quien estaba atónito por ello. No sabía exactamente que reacciones le provocaba ver al ainu en esa condición, pero sabía que no era una simple amistad u atracción física, tal vez… sólo tal vez…. En verdad estaba enamorado del shaman de hielo y… por que no, a qué habría de temer si después de todo este le amaba.
Pronto Horo estuvo totalmente desnudo, su bóxer había ido a parar a un sitio desconocido para Len pues estaba perdido en sus pensamientos pero, el contacto de sus cuerpos de nueva cuenta lo hizo volver a la realidad… o tal vez a su sueño… ya poco importaba. Horo-Horo siguió con su recorrido mientras sus manos pasaban desde los muslos hasta las caderas de Len, mientras este yacía recostado en el suelo de aquella sala
Durante un instante, Horo dejó su trabajo de un lado y volvió a su vista hacia Len, y si no lo hubiera visto jamás lo habría creído pues, a sus ojos, Len parecía un ángel caído del cielo con sus ojos cerrados herméticamente, sus mejillas totalmente rojas a todo lo que daban, sus manos sujetas a su cabeza empujándole a seguir, su piel entre blanca y bronceada totalmente bañada en sudor, la camisa del pijama abierta de par en par y totalmente entregado a él. Era en definitiva un ángel, y él el demonio.
Siguió con su labor y por fin llegó a ese punto tan deseado para él, aquel que clamaba por liberación y que, ahora, dolía con tanta insistencia. Horo-Horo primero posó su lengua en la punta del miembro de Len, el cual al sentirla, inconscientemente levantó sus caderas para sentir más el contacto. Horo volvió a repetir el acto y de la boca de Len se desprendió un gemido de placer más fuerte que cualquier anterior.
Pasó su lengua a lo largo del tronco del miembro de Len, haciéndole sentir a este una innecesaria espera y, pronto, de un solo bocado, Horo metió el miembro de Len en su boca, haciéndole al otro arquear su espalda buscando más y dejando salir de su boca un gemido tan estridente que, de no haber estado solos, todos habrían acudido a descubrir qué le sucedía al sucesor de la dinastía Tao
Horo comenzó un juego de "saca y mete" con su boca con el miembro de Len dentro, mientras el otro dejaba salir gemidos cada vez más fuertes, estridentes y excitantes para Horo, su espalda se arqueaba a voluntad propia y sus caderas buscaban el contacto máximo, tratando de tener el mayor placer posible a toda costa, su cuerpo sudaba sin control y no aguantaría mucho más.
Horo aumentó el ritmo de su juego, mandando constantes e incesantes descargas a lo largo de su columna vertebral hasta que, sin previo aviso, Len eyaculó en la boca de Horo, el cual sin pensarlo bebió el contenido como si de un premio se tratara, un premio que a su boca sabía tan dulce como la miel y tan refrescante como el agua pero, a pesar de sus intentos, un poco se escurrió por la comisura de su boca, que después limpió con su lengua.
El pecho de Len subía y bajaba constantemente intentando recobrar su respiración normal después del "ejercicio" hecho pero… aún faltaba, sentía que algo faltaba… y quería saber que es. Lentamente se incorporó y se sentó en las piernas de Horo, el cual se encontraba de rodillas, y volvió a besar su boca, probando así un poco de su propio sabor de los labios de… su amor. Lo había descifrado. Amaba a Horo y, ahora no perdería la oportunidad de demostrárselo.
El ainu, por otro lado, estaba perplejo. Ya había satisfecho (más o menos) su sed, pero ahora Len le volvía a besar con pasión, haciendo que su sangre hirviera nuevamente. Sin pensarlo siquiera tomó la cintura del chino y lo acercó a su cuerpo, aún traía la camisa de su pijama, así que se la retiró completamente. Esta imagen superaba a la anterior pero… debía detenerse ahora, así que se dispuso a levantarse pero, un par de brazos rodeando su cuello se lo impidieron.
Horo-Horo – Viendo a Len a los ojos – Si quiero detenerme será mejor que lo haga ahora – Su voz era triste pero decidida – Si sigo así podría hacerte algo de lo que después me arrepentiría – Pero Len no dejó de abrazarlo
Len – Onegai – Dijo casi en un susurro – Tómame
Horo abrió los ojos de par en par, sus oídos no daban crédito a lo que escuchaban. El poderoso y gran Len Tao, sucesor de la dinastía Tao le estaba pidiendo que lo tomara, a él, debía haberse vuelto sordo por la pasión o algo por el estilo pero, el rostro de Len escondido entre su cuello y su hombro y su corazón palpitando de manera tan rápida no podían mentir, en verdad deseaba que lo tomara pero ¿porqué?
Horo-Horo - ¿Estas seguro? – Sintió a Len asentir - ¿Doshite?
Len – Susurrando en su oído – Porque yo… - Tres palabras dichas que hacían que el corazón de Horo diera vueltas
Horo-Horo – Bien, si así lo quieres
Horo comenzó a masturbar el miembro de Len para volverlo a poner erecto, mientras esta con sus gemidos le hacía sentir una excitación desbordante al peliazul, los labios del chino buscaron a los del ainu hasta que los encontraron. El fuego de la pasión volvía a avivarse, Horo llevó su mano hasta la boca de Len y este no tardó en chupar sus dedos con verdadera excitación, y cuando estuvieron completamente húmedos, Horo empezó a buscar la enterada de Len.
Al encontrarla metió un dedo en esta sintiendo inmediatamente tensarse el cuerpo del otro, se detuvo un instante en su acto de masturbación y dejó que el otro se acostumbrara al intruso en su cuerpo, cuando sintió que comenzaba a relajarse metió un segundo dedo y, casi instantáneamente un tercero, provocando una mueca de dolor en el pelimorado, pero escondiéndose rápidamente en la cavidad entre el cuello y el hombro del peliazul.
El dolor iba pasando y, en ese instante, Horo le acomodó sobre sus piernas de tal forma para que estuvieran cómodos y pudieran verse los rostros, cuando lo logró, dirigió su miembro hasta la entrada de Len, era cálida y estrecha, y causaba dolor, a ambos. Al ver la cara de dolor de Len, Horo se detuvo un instante y, el chino, al darse cuenta, se empujó a si mismo para que el miembro de Horo entrara por completo en él, haciéndole exclamar un alarido de dolor y escondiendo su cara en lo que ya había encontrado como su refugio
Horo estaba preocupado por el otro chico, y más al sentir como algo mojaba su hombro, era como agua… cálida. Lágrimas rebeldes salían por los ojos de Len ante la acción que había tomado pero… estaba decidido, si había podido con los golpes de su padre y sus maltratos sin siquiera mostrar dolor, porqué no habría de hacerlo ahora, que lo hacía porque quería. Lentamente el dolor fue desapareciendo y reemplazado por placer.
El ainu se dio cuenta de esto porque el chino comenzaba a moverse, así que de nuevo comenzó a masturbar el miembro del otro. Los gemidos eran más fuertes cada vez y más constantes, el ritmo era cada vez más rápido y el placer mayor a cada instante, pronto ya no pudieron más y Len de vino en las manos de Horo cayendo en el vientre de ambos y Horo se vino dentro de Len, dejando una sensación cálida y viscosa en él
Horo comenzó a salir lentamente del pelimorado provocando más descargas eléctricas en este, sus ojos pesaban pero, era un cansancio deseado y que estaría siempre dispuesto a experimentar con tal de sentir todo de nuevo. Horo tomó su camisa y cubrió con esta a Len, la abotonó y se puso su pantalón. A Len le quedaba un poco grande su camisa pero… se veía bien y tierno. Estaban cansados y pronto se quedarían dormidos. Silencio
Horo-Horo – Rompió el incómodo silencio – Oye Len – Le dirigió una sonrisa cálida y sincera
Len – ¿Qué pasa? – No sabía cuanto mas podía resistir despierto
Horo-Horo- ¿Qué quiere decir lo que me dijiste?
Len – Le vió con risa burlona y apoyando su cabeza en la mesa - ¿Actuaste sin saber que significaba? – Vió que el ainu le sonreía tontamente – Wo ai ni quiere decir "Te amo" en chino – Sus ojos se cerraron, se estaba quedando dormido
Horo-Horo – Ablando en susurro junto a su oído - ¿Me amas len?
Len – Casi dormido – Si
Horo-Horo - ¿Cómo lo sabes?
Len – Más dormido que despierto – Porque… es la verdad… de mi corazón – Se quedó dormido
Horo-Horo – Yo también te amo Len
Así pues, al ver a su koi dormir, decidió llevarlo a su habitación, ya hablaría después con Yoh para que lo cambiara Anna a la misma habitación que Len y pasar más tiempo junto a él. A fin de cuentas su extraño y peculiar amigo había tenido razón, él le había dicho que no renegara el quedarse en casa pues Len estaba con él y presentía que algo iba a pasar, y vaya que pasó. Hoy había sido un día muy especial.
