¡Feliz Nochebuena!
Estoy feliz, esta noche es el baile de navidad y Harry me ha dicho que tiene un regalo muy especial para mí; ahora mismo son las tres de la tarde y estoy sola en la habitación; Harry está ayudando a Dumbledore y a otros profesores a decorar el Gran Comedor; desde que Ron dejó su cargo como prefecto y se lo concedieron a Harry, hace más o menos una semana, Harry esta un poco más alegre y colabora en muchas actividades del colegio, pero eso no es el tema. Aprovecho el tiempo para seguir contándote lo que ocurrió el año pasado. Veamos donde me quedé… a ver… ah, sí, ya recuerdo…
Después de una dos horas, cuando ya casi me dormía, Harry volvió a gritar, rápidamente me levanté de la cama y lo desperté, al hacerlo su reacción fue la misma que la otra vez, se abrazó a mí cuál niño pequeño y lloró hasta que se quedó dormido, yo ya no podía más, me partía el corazón verle sufrir y encima sin saber porqué ni como ayudarlo.
La mañana siguiente, al despertarme, un olor a rosas frescas me inundó los sentidos, al levantarme vi a Harry de pie junto a la cama con una sonrisa entre triste y vergonzosa y un ramo de rosas en la mano, no hicieron falta las palabras, con ese simple gesto comprendí que me daba las gracias por ayudarlo y no hacerle preguntas y a la vez me pedía perdón por hacerme sufrir y preocuparme; aún así, él decidió hablar:
Buenos días Hermione.
Buenos días.
Feliz nochebuena.
Igualmente.
Quería decirte dos cosas – se acercó hasta mí y me dio el ramo de flores – la primera pedirte perdón…
¿Por qué Harry? No has hecho nada.
Por perturbar tus sueños y no dejarte dormir - yo iba a replicar, pero con una señal de su mano me lo impidió – y la segunda es darte las gracias, por estar ahí, por darme seguridad y tranquilidad y por no hacer preguntas, sé que te gustaría saber que me pasa y sé que no preguntas por no molestarme, pero cuando esté preparado te lo contaré, te lo prometo.
Esta bien Harry, pero sabes que puedes contar conmigo ¿no?
Lo sé, pero antes debo saber que me ocurre.
De acuerdo, y ahora ¿qué tal si bajamos a desayunar y luego salimos a patinar al lago?
Me parece genial, te espero en la sala común. Hasta luego – y antes de irse me dio un beso en la mejilla y me susurró un "gracias" cerca del oído.
En cuanto salió por la puerta me puse a saltar y a bailar de alegría mientras abrazaba las flores; me vestí rápidamente y bajé a la sala común para encontrarme a un Harry sonriente y feliz; desayunamos entre risas y juegos, y luego salimos a patinar al lago, bajo el agua congelada podíamos ver al calamar gigante ir de un lado a otro y a alguna que otra sirena asomar la cabeza.
Por la tarde estuvimos en la sala común de Gryffindor cerca de la chimenea, hablando, leyendo y jugando ajedrez mágico; a eso de las ocho subimos a vestirnos para la cena de nochebuena y a coger los regalos. La cena fue maravillosa, cenamos riquísimos platos preparados por los elfos, bailamos y reímos como nunca y nos lo pasamos en grande. Harry me regaló un collar muy bonito del que colgaba un colgante en forma de pergamino en el que había dos "H" entrelazadas por delante y por detrás una inscripción que decía "Para siempre", era el mejor regalo que me habían hecho nunca. Yo le regalé una foto en la que estábamos Ron, Harry y yo durante nuestro primer curso y a la que añadí las de sus padres y la de Sírius; su reacción fue inesperada, sabía que le gustaría, pero no imaginé que reaccionaria así; su rostro se iluminó y sonrió anchamente y luego me abrazó y ¡me besó, sí, pero no un beso en la mejilla, sino un beso en los labios, el primero que me daban en mi vida y lo había hecho el hombre que me había robado el corazón. Después de eso, nos fuimos a dormir, todos muy felices y tranquilos, la noche se preveía tranquila para todos ¿o no?
Alrededor de las cuatro de la madrugada Harry volvía a tener una de sus pesadillas, me acerqué a despertarlo, pero esta vez, no solo llamaba a su madre, también me llamaba a mi.
Mamá, papá, no os vayáis, no me dejéis, os necesito… Hermione, Hermione por favor, no me dejes, no te vayas, no puedes dejarme solo, por favor. Mamá, papá, Hermione…
Lo desperté. Él lloraba. Yo lloraba. Se abrazó a mi como la primera noche.
Hermione estás aquí. Abrázame. Abrázame fuerte y no me dejes, por favor.
Y así lo hice; lo abracé como si mi vida dependiera de ellos. Después de un buen rato en esa posición, Harry pareció calmarse; así que lo ayudé a levantarse y lo llevé al baño, lo dejé sentado en el retrete mientras le preparaba un baño caliente y le buscaba un pijama limpio. Lo dejé en el baño para que se lavara y calmara y mientras me acerqué a la cama donde dormía y comprobé que las sábanas estaban empapadas por el sudor; así que las retiré y las dejé en el lugar de la ropa sucia para que los elfos se las llevaran.
Poco después salió Harry del baño y al ver que la cama no tenía sábanas me miró interrogante.
Esta noche es navidad y no pienso dejar que duermas en esas condiciones, así que hoy tu duermes en tu cama y yo me voy a mi habitación. Y no quiero protestas.
Lo cogí de la mano y lo llevé a su cama; lo tumbé y lo arropé; justo cuando iba a darme la vuelta para irme el me cogió del brazo y habló:
No te vayas… por favor… quédate conmigo, te necesito…
No podía resistirme a Harry, y menos con esa cara de niño bueno y triste, y esa mirada de niño perdido; así que me tumbé con él en su cama; mi intención era esperar a que se durmiera y luego irme a mi habitación, pero no pude; él me había cogido por la cintura tan fuerte que no podía soltarme, así que terminé dormida entre los brazos de Harry, como siempre había soñado, aunque las circunstancias no fueran las que yo quería.
A la mañana siguiente, al despertarme, no sabía dónde estaba, no reconocía nada de lo que veía a mi alrededor; de repente, un olor muy familiar llegó a mí; era un olor que reconocería en cualquier parte, era el olor a hierba mojada que desprendía siempre Harry; automáticamente, todos mis sentidos se pusieron a trabajar al doscientos por cien de su capacidad y empecé a ser consciente de la situación en la que me encontraba: estaba en la cama de Harry; eso no era raro puesto que había dormido en ella los últimos días, lo que era raro era que Harry también estaba en ella y además me tenia cogida por la cintura, mi cabeza reposaba en su pecho y nuestras piernas estaban entrelazadas. Rápidamente mi rostro se encendió cuál bombilla roja de navidad, intenté salir de allí inmediatamente, pero Harry me tenia cogida tan fuerte que me fue imposible soltarme.
Al moverme, Harry despertó y me miró con esos ojos verdes que tiene que me vuelven loca, y en su mirada había un brillo como mágico, intenté descifrarlo pero no pude, estaba demasiado nerviosa por la situación, iba a disculparme por eso cuando él habló:
Buenos días y Feliz Navidad Hermione
Feliz Navidad a ti también Harry
Se hizo un silencio y luego él habló de nuevo:
Gracias – eso era todo, con eso entendí más cosas que si me hubiera leído todos los libros de la biblioteca. Aún así me atreví a preguntar:
¿Por?
Por todo, por ser mi amiga, por estar esta noche conmigo, por ayudarme cuando lo necesito, por entenderme siempre, por no preguntar y aceptarme tal como soy, por reñirme cuando es necesario, por ser tu, por quererme, pero sobretodo, por dejar que te ame y darle un nuevo sentido a mi vida.
No podía creer lo que estaban oyendo mis oídos, ¿Harry acababa de decir que me amaba? Si eso era cierto, ¿qué demonios hacia yo que no le respondía que yo también lo amaba, así que, aún tumbado como estábamos en la cama, me abracé fuertemente a él y le respondí:
Yo también te amo Harry, te amo como nunca creí hacerlo y…
Pero no pude terminar, Harry se había incorporado un poco y me besaba, era un beso lleno de amor y dulzura, sus labios sabían a chocolate y era el mejor beso que me habían dado en mi vida; después de separarnos nos quedamos abrazados y tumbados en la cama; no hacían falta las palabras.
Al cabo de un rato Harry habló:
Hermione
¿Si Harry?
Hoy es Navidad, y me gustaría saber si podrías concederme un deseo.
Claro, ¿de que se trata?
Hermione Jane Granger ¿quieres ser mi novia y permitir que te ame cada día de mi vida?
Si, quiero ser tu novia y amarte cada día de mi vida.
Y nos besamos, estuvimos todo el día en la sala común, besándonos y hablando sobre cualquier cosa.
A partir de ese día dormimos siempre en la misma cama, pero nunca llegamos más allá de los besos, bueno, alguna vez los besos subían tanto de intensidad y desbordaban tanta pasión que nos era difícil contenernos; pero después de hablarlo decidimos que lo mejor era dejarnos llevar, que no nos detendríamos forzadamente si surgía la ocasión, y pese a haberlo hablado, algunas veces Harry se obliga a detenerse pues sigue creyendo que no es el momento. Y eso es todo.
Ahora diario ya sabes como empezó todo; espero que sigamos siempre como el primer día.
Tengo que dejarte, debo arreglarme para bajar a cenar.
Feliz Navidad.
Hasta la próxima.
Besos,
Hermione G.
