El Vuelo del Ikarus

Chapter V: Celos, malditos celos...

Al llegar a Valhalla con Dheyr, vio varios guardianes caminando en un gran estado de excitación.

— Ha llegado la princesa Flher con Lord Hagen, debemos estar preparados... de seguro la princesa Hilda querrá que hagamos homenaje a su hermana...

— Sí, es cierto¡debemos prepararnos para el homenaje!

¿Homenaje?

Esto era muy extraño. Según los libros que había leído y lo que le había contado Shiryu, alumno del Santo de Oro de Libra, Dohko, los homenajes Asgardianos eran para ciertas ocasiones. Pero... ¿la llegada de la hermana de la líder de Asgard era una de ellas?

Tendría que preguntarle a alguien sobre esto. Ese homenaje le daba muy mala espina. Pensaba en ello cuando se topó con Erin y Alberich, que caminaban lentamente y hablando en voz muy baja. Cuando lo vieron, guardaron silencio de tal manera que Touma se dio cuenta en el acto de que estaban hablando de él. Erin sonrió nerviosamente, pasándose una mano por el castaño cabello.

— Lord Touma, qué bueno que os encuentro —dijo alegremente—. Habéis de saber que han llegado visitantes--

— Sí, la princesa y su protector... —interrumpió Ikarus, con aire compungido. Erin lo miró extrañada.

— No, Lord Touma, han llegado un visitante desde Grecia. Kanon de Géminis ha venido a escoltaros de regreso al Santuario...

Ikarus maldijo mentalmente a Kanon y la inconveniencia que esto le presentaba. No podría ver al Guerrero de Beta, no podría ver al amor de Alex y se iría sin decirle lo que--... pero no podía decírselo. Guardando un silencio pétreo, Touma siguió a Erin y a Alberich al Salón del Trono, donde la melena azul oscura de Kanon se movía al volverse a mirarlo.

— Saludos, Ángel de la Luz —la voz de Hilda, suave y velada, respondió a la muda reverencia de Touma—. Aquí habéis de tomar el pergamino donde comunico a vuestra Diosa Athena que concuerdo en la Alianza que propone... ambos Santuarios lucharán y se protegerán mutuamente de ahora en adelante. Llevaréis este cofre con los fragmentos del Anillo de los Nibelungos, en una ofrenda a la paz que protegemos y queremos para este hermoso mundo. Las Runas de la Alianza, sin embargo, las llevará el Caballero Kanon aquí presente, pues él ha de entregarlas a la Diosa. Así lo ha dispuesto nuestro Dios y Señor Odín.

Touma se levantó y tomó de las manos de Siegfried el pequeño cofre. ¿Realmente ese pequeño anillo pudo controlar la mente de una Sacerdotisa tan amable y tan valiente como Hilda? Ciertamente... Poseidón es un Dios poderoso...

Miró a Kanon de reojo, descubriendo que éste veía a Aleisha con ojos de borrego degollado. Tratando de no soltar la carcajada por la solemnidad del acto, Touma se inclinó ante Hilda de nuevo y recitó las fórmulas de respeto y alianza que Apolo le había enseñado antes de partir del Olimpo.

Pero... ¿realmente debía partir?


Ikarus pasó el resto de la tarde en su habitación, pensando en qué hacer con el sentimiento que había nacido en su corazón por la rubia. Apretó los dientes al recordar a ese Guerrero Divino de Beta que tantos celos le provocaba, por tener el corazón de Alexiel para él.

— Touma...

Éste se giró en redondo, encontrándose con unos ojos azules. Alexiel.

— Alexiel...

El silencio se hizo presente de la habitación. El pelirrojo y la rubia se miraron fijamente, antes de que Touma se acercara a ella de dos zancadas y se apoderara de sus labios, estrechándola contra sí. Ella no se resistió, sino que correspondió con tanta o más pasión que la del Ángel.

— Touma... —murmuró ella contra su boca—. Touma...

— Alex... —respondió él besándola con fruición—. No me importa nada... sólo quiero que este sea un momento eterno...

Ella gimió y enredó sus dedos en el bermejo cabello del Ikarus, quien en ese momento estaba deslizando las suyas propias debajo de la gruesa camisa que llevaba la rubia. Ella suspiró y se alejó un poco.

— Hoy ha llegado la princesa Flher... he venido a buscaros para el homenaje... la princesa Hilda os ha invitado a vos y a vuestro compañero Kanon de Géminis...

— Oh... pero yo no sé dónde se encuentra Kanon, Alexiel... —respondió Touma sin saber qué más decir ante el repentino cambio de la situación.

— Entonces venid conmigo... debemos hacer acto de presencia ahora en el Salón del Trono... ahora mismo.

Dicho esto, salió de la habitación velozmente. Él se quedó de piedra. ¿Qué demonios pasaba¿Dónde estaba la Alex que se rindió a sus besos?


El Salón del Trono estaba decorado increíblemente, con tapices cubriendo las paredes, representando diferentes leyendas nórdicas. Touma miró de tapiz en tapiz, identificando cada escena. Siegfried y el dragón. Hagen, Brunilda, las Nurnas. Odín en su trono, con sus dos cuervos, Memoria y Mente. Tras el trono, un tapiz enorme representaba el Ragnarok. Hilda estaba de pie, frente a dos jóvenes rubios que se inclinaron ante ella. El joven vestía de blanco y rojo, su dorado cabello cortado recto hacia delante mientras se arrodillaba con gracilidad. La chica usaba un vestido rosa pálido, que le sentaba perfectamente con su angelical belleza. La princesa Flher era una joven preciosa, pensó el Ángel de Ikarus.

— Guerrero de Beta, asiste al emplazamiento que te comando. Servisteis brillantemente como protector de mi hermana, Flher. Ahora, os agradezco de la manera que se gratifica al más leal de los habitantes de Asgard...--

Touma perdió el hilo de las palabras de Hilda cuando notó a una preciosa mujer engalanada en un vestido color vino, con detalles dorados; la joven mantenía su vista hacia delante, pero bajo su mirada su espalda se tensó, hecho éste que no pasó desapercibido para el pelirrojo. Alexiel, la hermana de Hagen de Merak.

Dioses, en toda su vida, en el tiempo que había pasado en el Valhalla, no había visto nada más delicioso. El cabello dorado de Alexiel era más brillante que el del joven, compitiendo en belleza arrolladora con los cabellos de Flher, sólo que los de Alexiel caían en suaves ondas, mientras que los de la princesa se desperdigaban por toda su espalda en rizos que caían desordenada, pero graciosamente.

— Y es por eso que concedo tu deseo, de unirte con la persona a la cual más amas...

Los aplausos tronaron por todo el Salón, dándole la bienvenida al rubio con vítores y exclamaciones. El joven se sonrojó un poco y le dio la mano a Siegfried, mientras que Touma notaba un movimiento a sus espaldas. Era Kanon, que se escabullía dentro del Salón y se situaba junto al Ángel de Ikarus y como si hubiera presenciado toda la ceremonia, aplaudió igualmente.

Touma estaba confundido, pero no hizo caso a Kanon. Sólo miraba a Alexiel sonreír y abrazar al joven ya conocido como el Guerrero de Beta... quien era su rival. Buscaría la manera de hablar con ella, debía regresar a Grecia... pero no sin antes verla de nuevo.

Avanzó hacia el grupo, siendo saludado por Siegfried y la capitana de las Sombras Divinas Aleisha, a quien no había visto durante la ceremonia de homenaje... para notarla un poco arrebolada en las mejillas. No se atrevió a preguntar, pero comenzó a atar cabos... y a reírse por dentro.

— Saludos, Ángel de la Luz —dijo Siegfried, indicándole a Touma al joven rubio que estaba junto a Alex—. Éste es el gran y fiel Guerrero de Beta, uno de los más fieles de nuestra Orden Divina.

Touma estrechó su fría mano, mirándole a los ojos. Los ojos del Guerrero de Beta eran azules como los suyos, pero irradiaban un frío impresionante. Alexiel haló la manga del joven y le dijo algo al oído, lo que lo hizo sonreír.

— Saludos, Touma de Ikarus... y Kanon de Géminis —dijo en voz clara, con una traza sutil de sarcasmo—. Sed bienvenidos al Valhalla, el hogar de Odín y sus Guerreros más fuertes y valientes.

A Touma no le gustó para nada ese tono, pero no lo dejó translucir. Erin y Alberich llegaron al grupo, lo que hizo que la atención general se volviera hacia ellos.

— Entonces, Delta —dijo el Guerrero de Beta—. ¿Ya por fin entendiste la teoría de la brillantez de las estrellas polares cuando se armonizan dos Cosmos?

Erin se sonrojó violentamente y Siegfried, Alberich y Aleisha soltaron la carcajada. Touma entendió al punto el juego de palabras. Muy interesante, pensó con una pequeña sonrisa al ver que Alberich se sonrojaba igualmente y le daba un golpe al rubio impertinente.

— Entiendo que la "teoría de la brillantez de las estrellas", es una realidad sólo comprendida por personas que saben cómo armonizar el Cosmo y explotarlo en el momento justo de explosión del otro Cosmo, amigo mío...

Las carcajadas se sucedieron nuevamente, esta vez contra el rubio, quien sonrió con suficiencia, restándole importancia a las palabras de Alberich con una mano.

— Eso lo habrá de decir el tiempo, Megrez, el tiempo y el Destino...

Ya no aguantaba su arrogancia, mejor se retiraba antes de darle un puñetazo para borrarle esa sonrisa satisfecha de la cara, pensó Touma, antes de inclinarse y murmurar unas palabras de excusa, saliendo del Salón del Trono con el corazón oprimido.

¿Ese patán era el que iba a unirse a Alexiel?

Continuará...