El Vuelo del Ikarus
Chapter VI: Humillación
A la mañana siguiente, Kanon encontró a un Ikarus muy abatido en el nevado campo de entrenamiento del Palacio Valhalla.
— ¿Qué te sucede, Touma? —preguntó jovialmente Kanon, mirando los ojos del pelirrojo, lo cuales tenían una sombra bajo ellos—. ¿No dormiste anoche?
El aludido lo miró de reojo. Sabía que podía confiar en él, pues ya habían salido incólumes de unas cuantas situaciones incómodas en el Santuario, desde robarle el almuerzo a Aldebarán hasta jugar con las armas de la armadura de Libra, con la correspondiente huida a campo traviesa del enojo de ambos Santos Dorados.
— No, no dormí nada —respondió de mal humor—. Ese nuevo Guerrero me saca de mis casillas... ¿qué le habrá visto Alexiel? No lo comprendo.
— Aaahh... —el sonido de la voz de Kanon le indicó que por fin entendía lo que le sucedía—. Así que te gusta la rubia Merak¿eh? Tienes buen gusto muchacho, pero... ¿no te parece que estás haciendo una tormenta en un vaso de agua?
— ¿A qué te refieres? —replicó Touma
Kanon hizo una mueca y resopló, guardando silencio y colocándose en postura de batalla. Touma entendió al vuelo que, si quería una respuesta por el antiguo General Marino, tendría que vencerlo en entrenamiento.
Así, pues, se enfrascaron en una pelea dura, de puñetazos y patadas cargadas con Cosmo, únicamente evitando golpear la cara del oponente. Kanon rió sarcásticamente cuando Touma hizo un salto atrás algo florido, para evitar una poderosa patada del Geminiano.
— ¡Vamos, Touma! —siseó Kanon, lanzándose nuevamente al ataque—. ¡A menos que no muestres algo de valía esa chica no te hará caso!
— Ah¡ya cállate! —exclamó exasperado el joven, sintiendo que la rabia y la frustración de no saber qué era lo que pasaba con Alexiel y ese rubio idiota, llegaba a un punto álgido. Esquivando el puño de Kanon, lanzó una patada cargada con su purpúreo Cosmo, impactando directamente en el estómago de Kanon y sacándole el aire, mandándolo a volar hacia el otro lado del campo. Kanon se levantó sujetándose el bajo torso, boqueando por respirar.
— Ex-celen-... te, much-... muchacho —jadeó—. Vamos a ver qué puedes hacer contra uno de mis mejores ataques... ¡Galaxian Explosion!
Esto no tomó por sorpresa al pelirrojo, quien convocó velozmente una de sus doradas lanzas y la dirigió directamente al punto donde el vórtice del ataque se retorcía, anulándolo con un gran estallido que retumbó por todo el cielo e hizo eco, escuchándose hasta más allá del Bifrost.
Ambos se miraron jadeantes, mientras tras de Touma llegaban corriendo Alexiel, acompañada de los Guerreros Divinos de Beta, Delta y Alpha, con sus Sombras Divinas, Erin y Aleisha.
— ¿Pero qué rayos es lo que está ocurriendo aquí? —preguntó Aleisha con voz autoritaria, mirando directamente a Kanon, quien se levantó a todas luces incómodo por la interrupción.
— Sólo entrenábamos, Lady Aleisha —respondió Touma echándose para atrás el cabello mojado por el sudor y la nieve. Siegfried hizo un sonido de incredulidad mientras Erin y Alberich se miraban confundidos. El rubio Guerrero de Beta soltó una corta carcajada y se cruzó de brazos.
— Es evidente que los Santos de Athena no pueden estar un momento sin tratar de arrancarse la cabeza mutuamente, siendo como son de violentos —dijo con sarcasmo—. Bonito espectáculo que muestran en una tierra que no es la suya¿no?
— Creo que lo que haya pasado entre Géminis y yo no es problema tuyo, Beta —replicó Touma, ya con voz normal. Los ojos del aludido llamearon fríamente de ira, al ser interpelado de ese modo.
— ¡Eres un insolente¡Cómo te atreves a hablarme así, a mí, un Guerrero Divino de la Orden Sagrada de Odín¡Pagarás cara tu ofensa, Ikarus!
Touma sonrió torvamente. Esto era lo que estaba buscando al hacer todo ese escándalo con Kanon. Se cuadró en una postura marcial, llevando un pie hacia delante y flexionando la otra pierna.
— ¡Ser Guerrero de Odín no implica que puedas vencer a un Ángel del Olimpo!
Lleno de rabia ciega, Beta empujó fuertemente a Alexiel, lanzándola al suelo, haciendo que ésta dejara de sujetarlo. Se colocó en su habitual postura de ataque y encendió su Cosmo, derritiendo toda la nieve del campo y producto del calor, sumergiendo los pies de todos los presentes hasta los tobillos.
— No toleraré ninguna ofensa contra la Orden ni contra mí, muchachito —gritó Beta fuera de sí—. ¡Great Ardent Pressure!
El ataque del rubio tomó desprevenido al Ángel, quien fue lanzado con fuerza mientras emitía un grito, cayendo varios cientos de metros hacia atrás. Se levantó apretando los dientes y soltando un gruñido colérico. Estaba harto.
— ¡Ikarus's Flight!
Ninguno de los presentes se había preparado para lo que vieron. Corriendo velozmente, el cuerpo de Touma tomó la forma de una gran bola de Cosmo púrpura, que despedía rayos en sus bordes. Impactando tremendamente contra el rubio, ambos se elevaron al cielo, para luego comenzar a caer después de alcanzar unos cuantos kilómetros sobre el suelo. El ataque de Touma, sin embargo, llevaba su nombre de esa manera pues su Cosmo estallaba continuamente mientras caían vertiginosamente en espiral, asemejando la mítica leyenda del personaje del cual Touma llevaba su nombre. Este ataque era el que el Ángel de Apolo y Artemisa más atesoraba, pues la velocidad que podía alcanzar era semejante a la que podía alcanzar el poder de un Dios. En esos momentos, él era un Dios.
Alexiel ahogó un grito al ver al rubio y al pelirrojo caer con tanta velocidad que era seguro que no sobrevivirían a la caída, pero Siegfried se adelantó y con Alberich, encendieron sus respectivos Cosmos, llenos de poder.
— ¡Nature Unity!
— ¡Odin Sword!
El ataque combinado de ambos nórdicos abrió una enorme brecha en el suelo, la cual se llenó rápidamente del agua que el Guerrero de Beta había derretido con su Cosmo de fuego, preparando así un "colchón" de agua donde podían aterrizar. Así sucedió, pues ambos jóvenes cayeron en el boquete con un tormentoso sonido, levantando mucha agua.
Todos corrieron hacia el agujero, viendo que los dos jóvenes estaban a punto de caer inconscientes, producto del esfuerzo realizado. Mientras Aleisha, Erin y Kanon se ocupaban de reanimar a Touma, Alexiel, Alberich y Siegfried se ocupaban de traer a la conciencia al otro Guerrero.
Touma abrió los ojos y se encontró con los ojos azules y furiosos de Aleisha, mientras presionaba su pecho para desbloquear sus vías respiratorias.
— Touma, esta vez te salvaste¡pero por poco Hagen te pulveriza¿Qué es lo que pasa contigo, muchacho?
Ikarus se movió levemente y Kanon lo empujó, forzándolo a quedarse acostado. Siegfried se acercó, con el rostro severamente cerrado.
— Ikarus, no entiendo qué es lo que pasa exactamente por vuestra mente —dijo, mientras miraba momentáneamente de reojo a Kanon—. Entiendo que Hagen es muy impulsivo, pero... ¿vos? Me temo que tendréis que explicarte ante la Princesa Hilda.
El rubio se levantó y, acompañado por Alberich y Alexiel, se retiró del campo. Touma, aún mareado por el esfuerzo y por el desnivel en su percepción por la caída, no vio la mirada que compartieron Kanon y Aleisha, para luego ella abandonar el campo con Siegfried y Erin. Sólo quedaron Touma y el antiguo General Marino, quien lo ayudó a levantarse por fin.
— ¿Por qué nombran al hermano de Alexiel? —preguntó el pelirrojo, rascándose la cabeza— No comprendo...
Kanon soltó la carcajada sonoramente, casi cayendo al suelo del ataque de risa.
— ¡Jajajaja! —rió, sujetándose el estómago—. ¡No puedo creerlo! Touma, muchacho idiota¿no sabes que Hagen de Merak es el Guerrero Divino de Beta¡Jajajaja¡Por los Dioses! Eres un... ¡jajajajaja!
Touma cayó sentado en una roca, amargamente impresionado. Había metido la pata hasta el fondo¿cómo no vio antes el parecido de Alexiel con ese güero impertinente?
Ahora Alexiel lo odiaría, no querría verlo de nuevo...
Continuará...
