El Vuelo del Ikarus

Chapter IX: La Predicción

La Sala central del Templo de Apolo estaba adornada con flores de color blanco, que parecían volver a la vida con el incienso que llenaba el recinto. Éste era de un olor penetrante pero muy agradable, para ayudar a Thoran a entrar en trance.

Los visitantes entraron a la Sala, sintiéndose invadidos por una repentina sensación de aprensión mística, que nunca habían experimentado. Touma, sonriendo incesantemente, guió a Thoran hasta el ara, donde yacían algunos objetos indispensables para la ceremonia. Thoran levantó un puñal de cuatro filos y sin más preámbulo, comenzó.

— Oh, Dios Apolo, el Gran Señor que conduce el sagrado carro solar a través de la bóveda celeste, Dios de la medicina y la poesía, de las artes y de la música, atiende a tu humilde servidor en esta petición de la voz de tu Oráculo Sagrado; hoy en este día propicio solicitamos tu venia para iluminar nuestro camino en dirección al Destino que nos deparan las Parcas, lo que deseamos saber sobre el futuro de la Princesa Flher, hermana de la Regente de Asgard y su contrayente, Hagen de Merak, Guerrero Divino de la sagrada Orden de Odín... ¡te suplico, alúmbranos con tu sabiduría!

Acto seguido, Thoran cortó la palma de su mano izquierda y dejó caer un poco de sangre en un cuenco sobre el altar, colocando luego encima de eso unos lirios blancos. Touma retrocedió y le susurró a los demás.

— Hasta hace algunos años, los sacrificios que se le hacían a los Dioses eran borregos o cabras, inmolándolos y cosas así; pero ahora sólo con una pequeña muestra de la sangre del Sacerdote Mayor, con flores y frutos de la naturaleza, hacen lo propio... y los animales permanecen para otros usos, como la lana para el vestido...

Thoran alzó los brazos, blanqueando los ojos. Había entrado en un trance profundo, con el permiso de su señor.

— Aquellos que habéis venido al Oráculo —tronó una voz que salía de la boca de Thoran, completamente distinta a la que habían escuchado y que los hizo saltar a todos—, tenéis en vuestro Destino un tiempo donde habrán de cultivar el olivo; pero debéis cuidaros del puñal y del veneno, pues por ellos estará pendiendo de un hilo la traición; cuidad de aquellos que son el futuro de vuestro reino, cuidad de la mortalidad de vuestra gente... las manzanas crecen sólo si se les cuida y las alas de un ángel podrán ser una solución...

La voz se fue desvaneciendo y Thoran cayó de bruces sobre el altar. Touma corrió a su lado, al igual que los otros sacerdotes del Templo.

— ¡Abuelo, abuelo! —exclamó mientras lo zarandeaba un poco—. ¡Respóndeme, Thoran!

El anciano abrió los ojos y sonrió levemente. El pelirrojo y todos los presentes suspiraron aliviados. Alexiel se inclinó y tomó la mano de Thoran, quien hizo un poco más amplia su sonrisa.

— No te preocupes mi niña, no pienso morir todavía... aún me quedan fuerzas para sentir la felicidad que compartes —susurró, antes de caer dormido. Touma lo levantó en brazos como un niño pequeño y avanzó con el cortejo de sacerdotes y sus tres compañeros detrás, dirigiéndose a las habitaciones de Thoran y dejándolo sobre su cama.

— Reposa ahora, abuelo... —murmuró, besando su frente—. Mañana vendré a verte... y espero que estés bien¿eh?

Luego, dejó a los sacerdotes que se ocuparan del anciano y salió de la habitación, acompañado de Alexiel.


Habían permanecido un buen rato en la Fuente, acostados entre la maleza, escuchando los sonidos que hacía el viento entre las hojas de los árboles y el latir del corazón del otro. Alexiel rodeaba a Touma con los brazos, acunándolo contra su pecho como un niño pequeño, acariciando sus cabellos mientras él suspiraba de vez en cuando. El silencio estaba cargado de un diáfano entendimiento, de simpatía y... de paz.

— Alex... —murmuró Touma por fin, hablando junto a la piel de la rubia—. Cuando vuelvas a Asgard... —sólo mencionar su tierra, su hogar fue algo que le heló la sangre, y el pensamiento de que algún día no muy lejano se separarían era insoportable—. ¿Crees que Hagen comprenda esto que ocurre entre nosotros?

Alexiel pensó cuidadosamente la respuesta. Luego de la horrible discusión que tuvo con Hagen cuando éste se enteró del viaje asignado por Hilda y, que además, iba acompañada de ese "pelirrojo estúpido", a lo que ella le había replicado algo como "no te expreses de él de ese modo", no sabía propiamente cómo plantearle esa situación a Touma. Luego de la réplica a su hermano, éste la miró fijamente y le preguntó si tenía sentimientos por ese "oriental ignorante y mentecato", siendo la respuesta de Alexiel "Sí¿y qué? Ya va siendo hora que elija con quién pasar mi propia vida¿no?". A Hagen le sorprendieron mucho sus palabras, pues en muy pocas ocasiones había visto a su hermana tan enfadada y tan decidida como en ese momento. Hablaron por largo rato, hasta que el Guerrero Divino comprendió las razones de su elección: Touma había robado su corazón.

— ¿Alex...?

— No se opondrá a ninguna de mis acciones, mi amor... pues yo estoy en edad de hacer con mi vida lo que me plazca... y está más que claro que ahora yo estaré sola, haciendo lo que me corresponde, pero mirando al cielo... a ver si un Ángel de Luz cae de él y me abraza —sonrió. Touma sonrió y la besó en los labios, enternecido. Ella lo miró luego y preguntó.

— ¿Qué es eso de las manzanas, lo que dijo Thoran?

— Mmm... —respondió él pensativo, rodando sobre ella y descansando sobre su espalda mirando al cielo recortado—. Es algo difícil de comprender, pues las profecías o hados que predicen en este Oráculo están codificados, pues al Dios Apolo le gusta confundir un poco a los que vienen a buscar consejo.

— ¿Y entonces qué significa?

— Mmm... podría significar que la princesa Flher va a darle un heredero al reino, o podría significar que un familiar cercano a traerá bienestar a la familia real... ¿Hilda no tiene planes de casarse con Siegfried?

— No te sabría decir... Hilda es muy reservada... la que podría darnos respuesta es Aleisha, pero como a estas horas estará ocupada... —finalizó, soltando una risita. Touma sonrió ampliamente, travieso.

— ¿Sabes qué es lo que pienso? Que todo estará bien... aún cuando Hagen no me soporte por las razones que bien sabemos, todo estará bien...

— Que Odín te escuche, amor...

— Así sea... creo que debemos dormir algo...

Y sin mediar más palabras, la abrazó por la espalda y compartieron sueños, en la Fuente que los había logrado reunir de nuevo.


Se despidieron de un Thoran aún débil por las energías gastadas en su fuerte trance, pero éste les aseguró que estaría bien.

— Id, hijos míos —replicó inmutable a las protestas de Touma—. La Diosa Athena os espera, debéis llevarle esos presentes que la Princesa Hilda le envía, es de suma importancia que cumpláis con vuestra responsabilidad...

— Pero abuelo, tú--

— No te preocupes por mí, muchacho, hace mucho que hago esto con el mismo efecto siempre... ya os dije que aún queda mucha vida en mí para que os estéis alarmando por esa nimiedad. ¡Ahora, fuera¡Que el Carro Solar ilumine vuestro camino y que Apolo os bendiga!

Siendo felizmente echados de Delfos, Aleisha, Kanon, Alexiel y Touma iniciaron el viaje en dirección a Atenas, donde estaría la última parada de su misión.

Corriendo como cuatro felinos atrás de su presa, avanzaron inmutables a través del agreste campo, arribando a la urbe en pocas horas. Aleisha se recostó de una pared de piedra sonrojada por la carrera, mientras Alexiel hacía lo propio, abanicándose el rostro con una mano.

— Creo que las nórdicas no aguantan este calor, Touma... —guiñó un ojo Kanon, siendo golpeado inmediatamente por Aleisha.

— No te pases de listo, sabes bien que los poderes de Alex son más abrasadores que este calor de Septiembre; además, estoy segura que tú no sobrevivirías una noche en el Bosque de Merkwood, así que estamos a mano.

Alexiel soltó una carcajada burlona, siendo coreada por la capitana de las Sombras Divinas. Touma alzó una ceja cuando la rubia convocó un poco de su Cosmo y refrescó el aire a su alrededor, manteniéndola a ella y a su hermana frescas como lechugas mientras Kanon y el pelirrojo sudaban la gota gorda.

— Apuesto que tú tampoco soportas este calor —mencionó Aleisha de pasada, dirigiéndose a Touma mientras avanzaban por la pequeña villa que reposaba a los pies de las montañas donde se escondía el Santuario de Athena. Touma sacudió la cabeza y se echó el cabello hacia atrás.

— No, este calor es insoportable... en otros sitios es mucho más fresco —respondió, recordando los sitios a los que Artemisa le había llevado y su Santuario, siempre lleno de corrientes de agua—. Miren, allí está el Coliseo¡Estamos en los dominios de la Diosa de la Sabiduría!

— Bienvenidos a Casa, Caballeros...

Touma saltó a escuchar esa voz. ¡Era Marin!

— ¡Oneesan¡Samishii!

Marin rió y correspondió al efusivo abrazo de su hermano. Aún lucía la máscara que caracterizaba a las Amazonas de Athena, pero podía sentirse su felicidad y su sonrisa. Kanon saludó brevemente antes de continuar con Aleisha, dirigiéndose al Templo de Aries y al inicio de la Calzada Zodiacal.

Neesan, ella es Alexiel de Merak, Sombra de--

— Ya lo sé, Touma-chan —rió Marin, revolviéndole el cabello—. Athena me ordenó que viniera a recibirlos, pues está muy interesada en el éxito de tu misión.

— Bien que lo fue, hermana —respondió Touma mientras tomaba de la mano disimuladamente a Alex y avanzaban tras la Amazona de Águila, gesto que no pasó inadvertido para ella—. He de decir que Asgard es una tierra hermosísima... tan llena de nieve y de personas buenas...

— Y de hermanos celosos también —dijo Marin con sorna, haciendo sonrojar a Touma—. ¡Jajajaja! Ototo, eres un tonto... ya la Diosa fue informada de tu comportamiento en Asgard, pues la propia Hilda le envió un mensaje cósmico... ¡así que puedes prepararte para un réspice, hermanito baka!

Touma y Alex se miraron. Él no podía discernir si las palabras de Marin eran en tono de broma o en serio...

Oh, oh... aparentemente, estaba en problemas.

Continuará...

¡Samishii¡Te extrañé mucho! (Notas de la Autora.)