Título : Lo lamento

Capítulo 7: Inuyasha, una bestia completa.

Ya estoy de vuelta con la continuación jeje... me demoré un poco pero más vale tarde que nunca.

—diálogo—

pensamientos—

CAMBIO DE ESCENA

Los personajes no me pertenecen ToT (ya quisiera) son de Rumiko Takahashi-sama

COMENZAMOS

Inuyasha atacó con mucha fuerza a Lacoshi que esquivó el golpe. Miroku y Sudeki se encargaron de Murashi.

Después de que Murashi lastimara nuevamente al monje en la pierna y al mitad bestia en su espalda los dejara ahí tirados, Murashi atacó a Inuyasha por la espalda mientras que este se defendía de las lanzas de Lacoshi.

—¡Agujero negro!— Miroku logró separar a Murashi de Inuyasha.

Murashi lo encaró y se le acercó de un salto.

—¡Hiraikotsu!— el boomerang protegió al monje —Excelencia ¿se encuentra bien?—

Sango se hincó frente al monje que estaba sorprendido. Sango puso su mano sobre el pecho de Miroku y volvió a preguntar si se encontraba bien.

—Sí, de maravilla gracias Sango— pasó su mano por la mejilla de la exterminadora. Estaba feliz de verla ahí con él y más le gusto ver que Sango un poco sonrojada le sonreía.

Miroku pasó sus brazos por la cintura de Sango y la atrajo a él. La estaba abrazando. Sango se puso de un color rojo intenso y después de unos segundos se separó del monje muy apenada.

Sango por fin mostraba su lado femenino. Ella era tímida y cuando se sonrojaba de esa manera se veía mejor que de costumbre. Se veía hermosa. (claro hay que señalar que esto pasó en unos cuantos segundos ��)

En cuanto a Yumi, ella corrió donde Sudeki y lo abrazó por el cuello.

—Me alegra que estés bien— dijo la chica

— A mi también me alegra que estés bien— le respondió Sudeki.

Inuyasha, que peleaba con Lacoshi, había descubierto que aunque pudiera leer lo mente sus movimientos eran muy lentos así que lo que debía hacer era atacar rápidamente de ángulos diferentes. Guardó a colmillo y saltó.

—Garras de acero, garras de acero— y así prosiguió sin darle tiempo a Lacoshi de reaccionar adecuadamente.

Cada uno o dos ataques Lacoshi se lastimaba más. Al paso de un rato decidió que no quería morir y huyó.

Murashi por su parte abrió los ojos dirigiéndose a Miroku y Sango. Sango se acercó asustada a Miroku, pero el monje creo un campo que los protegió de cualquier daño.

Aome que seguía escondida viendo a Inuyasha reaccionó y lanzó una flecha a la frente de Murashi entre sus ojos. La flecha cayó justo en el blanco provocando que Murashi enfureciera y atacara a Aome con chorros de veneno. Inuyasha no perdió el tiempo y corrió a Aome la subió a su espalda y salto fuera del alcance de las toxinas. Al regresar a tierra Inuyasha dejó a Aome junto a él para que se pusiera en pie iba a vengarse de Murashi.

—Maldito Murashi— de detrás de Inuyasha se escuchó un gemido y Aome cayó al suelo de rodillas con los brazos alrededor de su abdomen.

La chica no soportaba el dolor de esa herida que era la más profunda. Inuyasha se había olvidado que Aome estaba lastimada y se arrodilló junto a ella.

—Aome ¿te sientes bien? te ves muy pálida— era de esperarse porque Aome había perdido mucho sangre.

—Inuyasha acaba con Murashi para poder irnos— dijo la sacerdotisa con una sonrisa

—Sí— dijo Inuyasha preocupado.

Murashi tenía una flecha clavada entre los ojos lo cual lo dejó ciego, se quito la flecha y un hilillo de sangre rodeó su frente. Estaba furioso, pero no podía hacer gran cosa pues no podía calcular sus ataques sin la visión. Luego escuchó una voz en su cabeza. Era Naraku.

—Tranquilízate Murashi, utiliza el poder de los fragmentos y verás las figuras que te rodean por su calor corporal—

Murashi se concentró en encontrar a la causante de que no pudiera ver. No la pudo localizar. Como era posible hace un momento había escuchado. Era imposible que huyera estaba gravemente lastimada, estaba seguro de eso.

Aome había perdido tanta sangre y energía que su calor corporal disminuía rápidamente. Si no recibía ayuda médica de su época moriría. Inuyasha lo notó y se preocupó mucho.

—No puede ser, si sigo aquí Aome morirá—

—Inuyasha— dijo entre suspiros de cansancio —No me siento bien—

—Aome resiste¡AOME!— se había desmayado —Resiste por favor— tomó su mano y se sorprendió que estuviera helada —No Aome— la abrazó para darle calor.

Sango, Miroku, Yumi y Sudeki se acercaron.

—No te preocupes Inuyasha yo me encargaré de esa basura— dijo Sudeki cojeando a Murashi.

—No Sudeki estas herido, si te lastiman no serás más que una carga— dijo Yumi

—Sudeki tú quédate con Miroku y protege a las chicas. Sango asegúrate de que Aome se recupere— Inuyasha se volvió a su enemigo —Yo lo aniquilaré, ya me cansé de su presencia y de su asqueroso olor—

Murashi se dio cuenta de que Inuyasha se le acercaba y se preparó. Detrás de el hanyou habían más figuras y entre ellas estaba...

—Sí, encontré a la mujer que me hizo esto— lanzó veneno.

Inuyasha sacó su espada y dispersó el veneno.

—Murashi esto es entre tú y yo—

Murashi también lo pensó y preparó sus garras venenosas. Inuyasha atacó de frente con colmillo de acero y el monstruo lo esquivó y de pasó arrojó veneno a las manos de el mitad-bestia.

—Aaagghhh— se quejó

—Inu...ya...sha—

—Aome no te muevas— le dijo Sango

—Señorita Aome Inuyasha se encargar�, tranquila— agregó Sudeki.

Después Murashi con su lengua le arrebató a colmillo a Inuyasha y la dejó fuera de su alcance.

—Garras de acero... pero que—

—Aquí abajo— Murashi se había arrojado a tierra para protegerse de las garras de acero del hanyou y con sus propias garras atravesó el estomago de Inuyasha. Después lo golpeo e Inuyasha quedó tendido en el suelo. Murashi lo levantó por un mechón de cabello y lo clavó a un árbol con sus garras.

—�¡Inuyasha!— gritaron Miroku y Sango

—No puede ser, es muy rápido incluso sin su vista— dijo Sudeki

—Hay que hacer algo— dijo Yumi

No quiero ver a Inuyasha convertido en bestia otra vez. Pero no podré evitarlo. Inuyasha por favor contrólate— pensó Aome sin fuerzas.

Inuyasha clavado en el árbol comenzó a experimentar la metamorfosis.

Sus garras crecieron al igual que sus colmillos. Sus ojos dorados perdieron su brillo para dar paso a unos rojos y una mirada llena de furia descontrolada y en su cara se dibujaron dos líneas moradas que atravesaban sus mejillas. Inuyasha se había transformado en bestia listo para terminar con cualquiera que se pusiera en su camino.

Miroku y Sango se prepararon para intervenir en caso de que el mitad-bestia perdiera el control.

Aome al cuidado de Yumi, observaba intentando mantenerse despierta y Sudeki estaba parado frente a ellas muy sorprendido. Nunca creyó poder ver a un hanyou transformarse en monstruo, tal vez a excepción de él mismo.

Murashi presintió el peligro de tener a una bestia perro completa frente a él y temió por su vida. Y tenía razón en hacerlo, Inuyasha era despiadado y poco predecible.

Inuyasha se separó del árbol sin hacer esfuerzo alguno y se puso de pie encarando a Murashi. Levantó la cabeza lentamente dejando ver su expresión; era tan distinta a la anterior no reflejaba piedad.

—Murashi te equivocaste de enemigo y de lugar, por que esta será tu tumba— dijo Inuyasha con voz imponente.

El demonio no tuvo tiempo de responder. El miedo se apoderó de su cuerpo en el momento que unas garras lo destrozaban. Intentó gritar, pero no pudo. Sufrimiento fue lo último que experimentó ese ser maligno.

Naraku y Hakudoshi lejos de ese lugar observaban los acontecimientos a través del espejo de Kanna.

—Vaya Naraku, Inuyasha logró acabar con Murashi. Pensé que duraría más ¿No te molesta eso?— dijo Hakudoshi con una sonrisa irónica y llena de maldad.

—Es una lástima, pero por lo menos Murashi cumplió con su cometido principal— dijo enojado Naraku.

—¿De qué hablas Naraku?—

—Lo que le mandé hacer a Murashi fue matar a la sacerdotisa—

—Pero si sigue con vida— replicó el albino

—Si, pero no por mucho. Inuyasha tiene todavía que pelear con Lacoshi y gracias a la técnica que utilizó Murashi para herir a Aome con los ojos, sus heridas no cerrarán—

—Ya veo— dijo Hakudoshi divertido —esa mujer es detestable, con toda esa bondad y sobreponiendo la oscuridad de su corazón. Me costó mucho encontrar esa oscuridad, pero lo conseguí— miró hacia la puerta del salón donde se encontraban.

Era muy elegante, Hakudoshi se dirigió ala salida y antes de abandonar el recinto volvió la cabeza un poco y agregó.

—Dudo mucho que la mates así Naraku. Ella es una mujer muy resistente. Incluso más que Kikyou o tal vez... más que tú Naraku— sonrió y salió acompañado de Kohaku.

—Señor Hakudoshi ¿es cierto que han logrado acabar con Inuyasha y los demás?— preguntó el exterminador.

—Así es. Ahora esa mujer debe estar al borde de la muerte al igual que sus estúpidos amiguitos. No vivirá mucho. Lacoshi se encargará de eso ya verás—

Kohaku reprimió la ira que sentía hacia ese niño que le dirigía la palabra y asintió. Después se dirigió a lo más oscuro del castillo, alejado de su "amo" y los demás.

Kohaku golpeó el piso con su puño y empezó a llorar silenciosamente. Golpeó una y otra vez el suelo lastimándose, luego de unos minutos de estar ahí arrodillado se sentó contra la pared opuesta a la puerta con una profunda tristeza.

Después de todos sus intentos por volver a estar cerca de aquel bebé que contenía el corazón de Naraku y Hakudoshi no lo había logrado. Parecía que Naraku quería que él, Kohaku, ayudará en todo a Hakudoshi y lo único que había logrado era matar a más y más inocentes. Kohaku desesperado puso sus manos sobre su cabeza y lloró. Quería gritar, pero no podía.

—Soy un asesino, por ocultar que he recuperado la memoria he matado el mismo número de personas que Hakudoshi. Mi hermana piensa matarme por mis actos— recordó aquella chica de hermoso rostro que siempre estaba acompañada de una gatita de dos colas y lloró aún más —Hermana, hermana, hermanita— decía conforme la recordaba —No puedo dejar que la maten. Iré a verla y si es necesario mataré a Lacoshi para protegerla. No permitiré que Naraku destruya lo único que me queda en la vida. Ya no quiero matar a nadie, ya no quiero seguir con esta farsa— dijo llorando el pobre niño.

Hakudoshi del otro lado del castillo percibió la inseguridad del corazón de Kohaku y se lo informó a Naraku.

—Vigílalo bien, no quiero que me traicione como piensa hacerlo Kagura— sonrió malignamente.

Fin del episodio

OÓ vaya esto se va a poner interesante. Agradezco de todo corazón sus reviews (no los he borrado del mail y se me acaba el espacio u.u) Pero quiero pedirles que me dejen más, necesito saber que opinan de mi historia.

A mí en lo personal me a gustado mucho n.n ( pues claro eres la autora ��) jeje U

Dejen reviews y no se pierdan el próximo capítulo "La última visita de Kohaku"