Ya he vuelto y debo decir que no recibí más que un sólo review ToT ,me siento deprimida, ùú pero ya que hay quienes lo leen o supongo que leen (no me contradigan) la historia aquí está la continuación. ¬¬

Este es uno de los últimos tres capítulos así que disfrútenlo mientras puedan (si claro es por eso que recibí miles de comentarios) ahhh estoy alucinando ToT

Tengo una pregunta ¿No les gusta el hecho de qué llame a Kagome "Aome"? Seguro que no.

Bueno lo intentaré cambiar para la próxima. Bueno quiero agradecer a todos los que me han mandado (los poquitos) reviews. Ya aquí termino de lamentarme disfruten la historia.

Título: Lo lamento

Capítulo 9: La situación de él y ella

—diálogos—

pensamientos—

CAMBIO DE ESCENA

( mis molestos comentarios)

En un hospital en medio de la noche se encuentra Aome en el quirófano donde varios doctores intentan desesperadamente cerrar las heridas de la chica, pero es imposible el hilo y la sutura que utilizan es consumida por una especie de veneno dejando la herida tal y como estaba al principio.

Ya habían pasado tres horas desde que Aome había sido internada en el hospital en la zona de urgencias y en la sala de espera la Sra. Higurashi ahogaba su llanto en un pañuelo mientras pedía por su hija.

En la ciudad había una extraña agitación que era causada por un ser que saltaba de edificio en edificio con dos personas sobre su espalda. Era Inuyasha con Sota y el abuelo. Después de un último salto aterrizaron precipitadamente frente al hospital.

Sota bajó de la espalda de Inuyasha y saltó a la cabeza del hanyou para ponerle una cachucha azul marino con un logotipo blanco la cual le había regalado Aome en Navidad sobre sus dos orejas de perro.

Inuyasha, Sota y el abuelo entraron al hospital. El anciano con ropa para su hija y para Aome, el niño con abrigos para todos y una mirada seria y triste y por último Inuyasha con la cabeza baja sólo seguía a los demás. Todos miraron el extraño aspecto de uno de los recién llegados, pero volvieron a sus pensamientos cuando vieron que se reunían con una solitaria mujer.

—Tranquilízate hija, tú sabes mejor que nadie que Aome tiene una gran resistencia. No se dará por vencida y nosotros tampoco. La ayudaremos— dijo el abuelo como aliento.

—Sí— dijo Sota mientras abrazaba a su madre con lagrimas en sus ojitos color chocolate.

Inuyasha después de mucho tiempo de quedarse indiferente dijo

—No se preocupen Aome sobrevivirá a esto. Yo la conozco, esto no es suficiente para matarla. Además yo prometí que la protegería y pienso seguir haciéndolo— luego agregó —Encontraré un remedio para ella se los prometo—

Las palabras de Inuyasha hicieron que la madre de la joven sacerdotisa se pusiera de pie. Inuyasha retrocedió un poco al pensar que se molestaría por eso, lo cual no entendería pues eran muy sinceras.

— Eres un gran chico Inuyasha. Te agradezco que hallas cuidado de mi hija. Gracias— y abrazó a Inuyasha cariñosamente como si fuera en verdad parte de la familia.

Inuyasha sólo acertó a sonreír tristemente.

—Yo qui... — el hanyou no alcanzó a terminar la frase pues un doctor se les acercaba.

Miraba con seriedad sus papeles. Venía del quirófano según pudieron adivinar por sus ropas azules.

—No pudimos hacer nada. Su hija tiene un caso muy extraño y perturbador nunca antes habíamos lidiado con algo semejante. Hace unos minutos la transferimos a una habitación en cuidado intensivo. Le administramos una dosis de anestesia para combatir el dolor y le estamos dando una trasfusión de sangre. Enseguida podrán verla, síganme— comentó seriamente indicando el camino.

La Sra. Higurashi quedó petrificada con tal explicación ella creía que los doctores tenían todas las respuestas pero no era cierto. Inuyasha ya se lo esperaba en esa época los venenos eran totalmente desconocidos. No podían combatirlos.

Al poco rato llegaron a una habitación de número 703 de la zona de cuidados intensivos dentro de la cual se encontraba Aome. La chica estaba tendida en una enorme cama con sabanas blancas, un camisón de igual color y una máscara de oxígeno rodeaba su boca y nariz. Todo esto resaltó el hecho de que Aome no se encontraba nada bien y la situación era sumamente grave.

Todos se sentaron a su alrededor y después de un rato de un incómodo silencio Aome abrió los ojos muy lentamente y con dificultad.

—¿Mamá? ¿Sota?— dijo al notar la presencia de su familia a su lado—

—Que alegría estas despierta hija—

—¿Dónde estoy?— preguntó inocente la chica a la que le costaba trabajo respirar.

—En el hospital— le respondieron y la niña vio como su madre comenzaba a llorar.

—No te preocupes mamá... Yo estaré bien ¿verdad Inuyasha?— el hanyou se giró hacia ella

—Aome iré a buscar un remedio en la otra época y volveré cuando pueda. Tú sólo resiste hasta que regresé— dijo seriamente.

Aome lo miró asombrada y luego sonrió como sólo hacía cuando estaba con el mitad-bestia —No te demores quisiera verte pronto—

Inuyasha le dio una última mirada a la persona que le traía tanta tranquilidad y a veces le robaba el sueño por las noches, y se fue en silencio saliendo por la ventana.

Inuyasha date prisa por favor— pensó Aome cerrando los ojos mareada y adolorida.

Inuyasha corría al templo a toda velocidad y cuando atravesó el pozo ya estaba amaneciendo.

Cuando el mitad-bestia salió del pozo un enfurecido zorrito con lágrimas en los ojos le gritó.

—¡ Cómo pudiste dejar que algo le pasara a Aome, bestia!— al momento siguiente un enorme chipote sobresalía de la cabeza de Shippo.

—¡Cállate no estoy aquí para perder el tiempo. Vine por algo que debo hacer urgentemente!— le respondió molesto Inuyasha.

— ¡Ni siquiera estas preocupado por ella lo único que viniste a hacer aquí es ver a Kikyou!— Shippo había puesto el dedo en la llaga.

— ¡CÁLLATE. NUNCA ANTES ME HABÍA SENTIDO TAN MAL POR HABER DESCUIDADO A ALGUIEN, NI SIQUIERA CON KYKOI ME SENTÍA ASÍ. NO DIGAS QUE NO ME IMPORTA ENTENDISTE!— terminó Inuyasha furioso saliendo de la vista de un zorrito hundido en llantos.

—¿Adónde va Shippo?— preguntó un monje que estaba al tanto de la conversación.

—Va a ...va a ... ¡A buscar con que curar a Aome! ¡Buaaaaa, buaaaa!—

Miroku lo tomó en brazos y lo llevó junto con Sango para que lo tranquilizara. Por que ella era la única que podía razonar con el pequeño kitsune. Después de dejar a Shippo Miroku fue a despedir a Sudeki.

—Lamento lo que está pasando. Me siento mal por irnos ahora. Quizás debamos quedarnos hasta que Aome se recupere y regrese con bien— propuso amablemente Sudeki.

—No te preocupes Sudeki. Sigan con su camino y gracias por todo esperemos volvernos a encontrar—

—Cuente con ella excelencia— respondió Yumi —Oiga Sango está muy deprimida creo que debería hablar con ella sobre lo de anoche—

—Sí lo haré gracias señorita Yumi—

Y los dos jóvenes se encaminaron fuera dela aldea seguidos de vista por un monje muy confundido.

Los pensamientos de Miroku vagaban y no sabía como actuar ante esta situación. Seguro que estaba preocupado por Aome, pero debía mostrarse fuerte para cuidar de Shippo y su amada Sango.

MIENTRAS CON INUYASHA

Este fue a ver a la anciana Kaede y le preguntó por un remedio para Aome, pero le dijo que desconocía esas heridas y su fuente.

—Será mejor que le preguntes a Jinenji—

—Sí, él sabrás que hacer—

Jinenji era un híbrido amigo de Aome que tenía unos campos de hierbas medicinales. Inuyasha no perdió el tiempo y salió en su busca. Mientras transcurría el tiempo Aome en su cama susurraba el nombre de Inuyasha entre sueños. Sota había ido a la escuela y el abuelo a atender el templo y pedir por su nieta.

Por otra parte Shippo estaba sentado junto a Kirara mirando el suelo con una profunda tristeza en su pequeño e inmaduro corazón.

Miroku estaba preocupado por Shippo. Estaba a punto de ir a hablar con él cuando una mano lo detuvo sujetándolo por la túnica. Era Sango.

—Mejor déjelo solo excelencia. Sólo le recordará más su dolor— dijo con voz temblorosa.

La chica estaba actuando muy extraño tal y como le había dicho Yumi. Tenía la cabeza gacha, su mirada expresaba tristeza, confusión, duda y hasta odio. De sus ojos rojos e hinchados corrió una lágrima rebelde que no podía ser guardada más tiempo recorriendo su aterciopelada mejilla.

Miroku sólo la había visto así en una ocasión. Cuando Hakudoshi se había apoderado del nicho de las ratas monstruo y Kohaku estaba con él. En el momento en que las ratas intentaron matar a Kohaku ella arriesgó su vida para protegerlo pues Kohaku era su hermano y la única familia que tenía. En esos momentos Miroku dejó de sonreír como siempre hacía pues ver a Sango sumida en esa confusión y tristeza le dolía más que cualquier otra cosa. Esa noche él le había dado todo su apoyo y había estado a punto de confesarle sus verdaderos sentimientos, pero no había tenido el valor suficiente para hacerlo y seguramente sintió miedo de ser rechazado por la mujer que tanto amaba.

Sango estaba empeñada en matar a Kohaku por sus actos asesinos y para liberarlo del control de Naraku. Pero su última visita la había confundido mucho.

—¿Sango, estás bien?— le preguntó precavido.

—Sí, sólo necesito tomar un poco de aire fresco— Sango dio media vuelta dándole la espalda a Miroku no dejándole ver que más lágrimas se derramaban silenciosamente y caminó fuera del alcance del monje.

DE NUEVO CON INUYASHA

Mientras tanto Inuyasha había llegado a la aldea de Jinenji al medio día. Le contó todo la historia de Aome y Jinenji muy triste le confesó que no conocía nada que pudiera causar ese tipo de heridas y le recomendó un templo lejos de ahí.

—Tal ves sepan algo— dijo el mitad caballo

—Gracias ten cuidado— se despidió Inuyasha y corrió hacia donde el sol se pone.

Mientras en otro lugar lejos de ahí tres hombres lobo junto con unos cuantos lobos recorrían el bosque en busca de Naraku. Ellos eran Hakaku, Ginta y Kouga el líder más joven del clan de los lobos.

—Eso no me agrada— comentó seriamente Kouga olfateando el aire.

—¿Sucede algo malo Kouga, estamos en peligro?—

—No par de cobardes. Estamos en los territorios de Ayame me sorprende que no nos hallamos encontrado con ella después de todo no vamos tan rápido— comentó el líder en el momento que Hakaku y Ginta lo miraban con una gota en la cabeza.

—Kouga, sí vamos rápido. Nos cuesta trabajo alcanzarte— dijo Ginta

—Cierto— agregó Hakaku asintiendo pronunciadamente la cabeza.

—Eso es por que ustedes son un par de inútiles— se defendió divertido Kouga

Cuando sus pensamientos se posaron en una hermosa chica de pelo azabache y ojos chocolate un remolino de hojas los envolvió. De ahí salió una chica pelirroja con enormes ojos verdes esmeralda.

—Sabía que te encontraría lobito— dijo enfadada la chica.

— También es un placer volverte a ver Ayame— Kouga respondió indiferente.

En eso Kouga observó que la piel de Ayame tenía manchas de sangre.

—¿Qué te sucedió?—

—No vine corriendo hasta aquí por nada. Algo, no sé que sea, nos ha estado atacando últimamente y parece que su objetivo son las mujeres del grupo— dijo refiriéndose exclusivamente a ella misma —Y necesito que me ayudes a derrotarlo Kouga—

—Sí, pero por que te busca a ti—

—No lo sé es sólo que... —olfateó temerosa los alrededores —Ya está aquí—

De uno de los árboles saltó una sombra deforme y cayó sobre Ayame golpeando primero a Kouga y sus amigos.

—¡¡Kouga!—

—¡¡Ayame!— y dejando atrás a sus dos amigos que lo acompañaban siguió al monstruo hasta que perdió su rastro —Rayos— dijo enfurecido y siguió corriendo por el bosque buscando a su prometida.

Ya había oscurecido Inuyasha seguía buscando el templo que le había recomendado Jinenji, Kouga buscaba a su enemigo más reciente y Miroku fue a buscar a Sango para cenar. No la encontró en su cabaña, pero sí su ropa.

—¿Se estará bañando?— pensó imaginándola, pero se dio cuenta que su boomerang no estaba —Que raro—

—Voy a ver si está en las aguas termales— dijo con entusiasmo.

La verdad ese libidinoso no tenía buenas intenciones con ese comentario, pero había sonado tan inocente que cualquier aldeano no se hubiera preocupado por eso. Se dirigió a las aguas termales, parecía estar muy feliz. Iba a entra en el vapor para buscar a Sango cuando...

Unos pájaros volaron fuera del bosque al escucharse un estruendo.

—¿Qué sucede?— y Miroku fue a revisar con pesadumbre.

Apenas puso un pie dentro del bosque y un árbol cayó un poco más allá casi aplastándolo. Miroku corrió hacia lo que fuera que estaba destruyendo el bosque.

Era Sango con su Hiraikotsu llorando frenéticamente y vestida con su traje de exterminadora (que pensaron ¿qué era nudista? ¬¬ )

—¡¡Naraku! ¡No te perdonaré!— y descargó su ira contra otro inocente árbol despedazándolo.

Miroku la observó con el ceño fruncido. Cuando la chica estaba lista para lanzar otro ataque desenfrenado el joven de mirada azul marino saltó sobre ella por la espalda sujetándole las muñecas.

—Sango detente— dijo firmemente.

—¡Suélteme! ¡Quiero estar sola excelencia!— se dio la vuelta hacia Miroku liberando sus muñecas y lanzó sus puños contra el pecho de Miroku.

El joven la detuvo con facilidad tomándola de nuevo por las muñecas. Sango estaba incontrolable, tenía los ojos hinchados y más lágrimas fluían por sus ojos sin control. Miroku por su experiencia con mujeres sabía perfectamente que Sango le ocultaba algo y todavía no se desahogaba por completo.

—Sango ¿en verdad quieres estar sola?— dijo seriamente en forma de reproche, pero al ver que Sango volvía a llorar silenciosamente siguió —Esta bien ya no te reprimas a ti misma. Estoy aquí para ayudarte— terminó dulcemente regalándole una tierna sonrisa a la exterminadora como sólo se las dirigía a ella.

Sango miró a Miroku a los ojos y se lanzó sobre su pecho para llorar, necesitaba desahogarse sacar todo ese sentimiento de frustración y melancolía. Miroku sonrió y acarició suavemente el cabello de Sango y pasó su otro brazo alrededor de la cintura de la chica. Luego se sentó mientras que Sango seguía llorando abiertamente. Y no pudo evitar reprocharse a sí mismo por haber pensado lo de las aguas termales.

AL OESTE

Inuyasha ya había llegado al templo, preguntó por un remedio, pero no le respondieron nada de utilidad. Insistieron para que Inuyasha se quedara a pasar la noche, pero el hanyou desistió.

—No puedo tengo prisa, pero gracias— y se fue corriendo.

Desde que Inuyasha había conocido a Aome, Miroku, Sango y Shippo se comportaba más amable y menos impulsivo. Sobre todo gracias a la compañía de Sango y de...

Aome—

CON MIROKU Y SANGO

La chica había dejado de llorar hacía un buen rato, pero no por eso Miroku había dejado de abrazarla. La situación no incomodó al monje este prefería que mojaran su ropa con lágrimas saladas a ver a Sango deprimida y distante.

Poco a poco el monje se percató que Sango dejaba de llorar y sólo sollozaba. Los brazos de la chica se alejaron del pecho del joven de ojos azul zafiro y una sonrisa picarona para después sentarse frente a él.

—Disculpe— dijo tímidamente entre sollozos

—No te preocupes Sango— le sonrió abiertamente y con sus manos recorrió las mejillas mojadas de Sango. Le secó las lágrimas y luego agregó —¿Ya te sientes mejor?—

No obtuvo respuesta

—Sango prefiero que me hallas mojado mi ropa con tus lágrimas que verte enfurecida con la pobre naturaleza. Además seguro que si no te hubiera detenido habrías destruido todo el bosque— agregó sonriendo de nuevo ante la mirada perpleja de la exterminadora.

Este comentario hizo que Sango soltará una risita nerviosa y avergonzada.

—Que bueno te hice sonreír— Miroku la miró intensamente. Tenía ganas de tomarla entre sus brazos y besarla con ternura, pero prefería no tener un golpe considerable en su rostro por atrevido XD.

Las caras que hacía Miroku al pensar hicieron que Sango lo mirara con curiosidad. Era extraño Miroku no había sentido la necesidad de estar al lado de Sango, nunca se había sentido así.

Sango por su parte bajó la mirada al césped mojado por el rocío. Quería decirle al monje sus verdaderos sentimientos, pero no encontraba el valor suficiente. Puso sus manos sobre sus piernas. En eso Miroku las tomó como diciendo "ya no llores por favor": La chica con el contacto de sus manos con las del chico se sonrojó.

Sango perdida en sus pensamientos volvió al mundo real al sentir dos fuertes brazos rodear su cintura. El monje la acercó a su cuerpo y acercó todavía más su rostro al de Sango haciendo que se le subiera todavía más el color de la cara.

Sango tuvo la tentación de besarlo, pero se resistió. Miroku se acercó más a Sango deteniéndose a unos cuantos centímetros. Miroku miró cada detalle del rostro de Sango y se detuvo en sus inocentes ojos cafés. Sango también se adentró en los ojos de Miroku perdiéndose en ese azul marino tan cálido de ese momento.

Miroku no estaba decidido aún en que hacer si besarla o no, entonces Sango comenzó a hablar nerviosamente ante la situación diciendo cosas sin coherencia.

—Entonces yo salí a caminar porque usted ya sabe... emh me sentí preocupada... —

Tenía que besar a Sango sus hormonas estaban a punto de traicionarlo y que mejor momento que uno en el que la chica estaba nerviosa y no prestaba mucha atención a sus instintos de golpearlo.

—Sabe yo... no quería preocu... — Sango no pudo terminar por que los labios de Miroku se habían posado ágil y suavemente sobre los de ella. Un choque eléctrico hizo que su cuerpo se estremeciera.

Miroku había besado a Sango, en ese momento justo las hormonas lo traicionaron y no pudo más que arriesgarse. Tenía miedo de parar y encontrarse con que Sango estaba indignada, pero algo hizo que abriera los ojos sorprendido. ¡Sango empezaba a corresponder el beso!

Ese primer beso que tanto anhelaban secretamente los dos por fin había sucedido y ninguno de los dos estaba dispuesto a terminarlo. El dulce sabor de los labios de Sango provocaban que Miroku intensificara el beso. Sango rodeó el cuello de Miroku con su s brazos acercando más sus cabezas mientras el monje la acercaba más a su cuerpo.

Después de un tiempo indefinido los dos se separaron por falta de aire, respiraban con dificultad después de lo sucedido. Al momento verse a los ojos los dos se sonrojaron involuntariamente.

—Je. Debo admitir que nunca antes había hecho algo parecido. Gracias— dijo burlesco el monje esperando una cachetada.

Sango le sonrió con ternura y lo abrazó. El calor de ese cuerpo la hacía olvidar sus temores, penas; le brindaba tanta seguridad e incluso le hizo olvidar el porque estaba en el bosque desde un principio.

Cerró los ojos mientras Miroku le acariciaba la espalda y posaba suavemente su cabeza sobre la de Sango.

CONTINUARÁ

Wow, me encantó lo que pasó con Miroku y Sango. Se nota que me gusta la pareja ¿no?. Debo admitir que cuando lo pensé ,se besaban por accidente pero me inspiré y cambie todo el asunto. Espero que les halla gustado y sigan conmigo para ya saber el futuro de Aome.

Faltan sólo dos capítulos más y les prometo que le arreglaré algunas partes medio confusas. Tengan paciencia y por favor, por favor, por favor…etc. manden reviews (no quiero parecer desesperada Xx)