¡Hola! Ya estoy aquí con el segundo capítulo, espero sinceramente que os guste.
Muchas gracias por los reviews a Kaoru Himura Saito, gabyhyatt y Annita Kyoyama, mil gracias, de verdad, me han animado mucho.
AVISO: en este capítulo se cuenta una historia de terror algo macabra. Me la he inventado yo (más o menos), así que puede que no sea de muy buena calidad, pero la historia es algo macabra y si hay gente que es muy sensible ante esto, está avisado.
"Para pasar la noche con una sesión…de historias de terror"
Se produjo un silencio durante el cual solo se podía oír la lluvia caer con fuerza sobre la zona. Los tres kendokas se quedaron mirando sorprendidos al luchador, quien seguía sonriendo de forma malévola y sus ojos brillaban divertidos. Entonces Yahiko rompió el silencio.
"¡Eh, tienes razón, ahora es el momento ideal! ¡Qué buena idea, Sano!" dijo, casi gritando, de forma alegre y emocionada.
"Venga, eso es una criaturada, nosotros ya somos mayorcitos para estos juegos" dijo Kaoru intentando parecer severa, pero su voz la traicionó temblando ligeramente. Y es que esa no era la verdadera razón por la que no quería que explicaran historias de terror. La auténtica razón era muy simple: le daban miedo. Una historia de esas le daba un pánico terrible. Pero claro, eso no podía contarlo. Solo de imaginar las burlas de Sanosuke junto con las risas de Yahiko si se enteraran, se le revolvía el estómago. Y Kenshin… ¿que pensaría él si lo supiera? Probablemente que aún era una cría... ¡Kami, eso si que no!
Kenshin y Yahiko no parecieron notar el temblor en la voz de Kaoru, pero Sanosuke si que lo notó.
"¡Oh, vamos Kaoru, es solo para pasar un rato divertido!" dijo Sano con una inocente sonrisa. Luego su sonrisa cambió y se convirtió en una mueca burlona. "A no ser, claro está, que este tipo de historias te den miedo…"
Ante eso último, Kaoru enrojeció de rabia y de vergüenza. Había dado en el clavo. Pero no iba a darle la razón, no señor. "¿Pero qué dices? ¡Claro que no me dan miedo! Yo solo digo que…"
"¡Perfecto, ningún problema, pues!" la interrumpió contento. Entonces se giró hacia Kenshin. "A ti que te parece la idea, Kenshin?"
Kaoru también se giró hacía Kenshin, mirándole de manera desesperada sin que él lo notara. '¡Por favor, dile que no es una buena idea, por favor, Kenshin…!' pensó desesperadamente.
El pelirrojo pareció pensárselo durante un momento. "Por mi vale, puede ser divertido." contestó esbozando su simpática sonrisa de vagabundo. A Kaoru se le vino el mundo abajo. '¡Argghh, Kenshin no baka!'
"¡Así se habla!" dijo Sano satisfecho, dándole una fuerte palmada amistosa en la espalda que casi lo tira contra las velas.
"No se como os pueden divertir estos juegos, de verdad" murmuró una MUY fastidiada Kaoru.
"Bah, lo que pasa es que las feas no se saben divertir" dijo Yahiko en voz alta, mirándola de reojo divertido.
"¡ ¿Qué has dicho, mocoso!" le gritó Kaoru con cara de enfadada (esa cara tan divertida que se le pone cuando se enfada, sabéis cual digo, ¿no? Jeje).
"¡Lo qué has oído, bruja!" le contestó Yahiko en el mismo tono y con la misma cara.
"Vamos, vamos, calmaos…" intentó tranquilizarlos Kenshin con su sonrisa y una gota en la cabeza.
"Bueno" dijo Sano, haciéndose oír en medio del alboroto. "Ya que nadie empieza, aquí va una historia de mi reparto."
Los otros se callaron y pusieron su atención en Sano. Había adquirido de repente un aspecto serio y sombrío que nunca antes le habían visto, y la luz de las velas le daba un aire fantasmal. Kaoru tragó saliva. Iba a ser una noche muy larga…
Sano cerró los ojos durante un momento, y en cuanto los volvió a abrir empezó a narrar la historia.
"Cuenta la historia que tiempo atrás, un matrimonio vivía en una pequeña aldea situada cerca de aquí. El hombre era un campesino que trabajaba el campo día tras día, pero tanto él como su mujer vivían felices estando juntos. No eran muy conocidos en la aldea, pero los que los conocían podían decir que eran buena gente. Ese tipo de personas que no esperas que les pase ninguna desgracia, porque la vida les sonríe. Pero una noche de tormenta su suerte les abandonó y todo cambió.
Esa noche el matrimonio estaba cenando tranquilamente en su chabola, hablando animadamente sobre como habían pasado el día. A pesar de que llovía a cántaros, ninguno de los dos mostraba preocupación alguna y no hacían caso de los truenos que resonaban con fuerza por el lugar. Estaban tan concentrados en su conversación, que ni siquiera vieron por la ventana la figura de una mujer de largo cabello oscuro vestida de blanco. Si la hubieran visto, se habrían dado cuenta de que, a pesar de estar bajo la lluvia, las gotas de agua no conseguían mojarla. Y si lo hubieran visto, quizás el pánico les habría hecho escapar a tiempo.
Justo cuando el matrimonio había acabado de comer, un fuerte viento abrió todas las puertas y ventanas de la chabola y apagó todas las velas que la iluminaban. Tanto la mujer como el hombre gritaron asustados, pero al momento se tranquilizaron y se rieron de su reacción. Pero un ruido ahogó sus risas.
Un ruido de pasos.
Pasos que resonaban por todas partes, pero que a la vez parecían venir de la nada. La pareja se puso muy nerviosa. Entonces el hombre decidió salir fuera para ver que sucedía, dejando sola a su mujer en la cocina. No pasó medio minuto, cuando la mujer oyó un grito desgarrador de su marido que provenía de fuera, al mismo tiempo que se dejaban de oír los pasos. Aterrorizada, la mujer salió corriendo al exterior, no sin antes coger un hacha que usaba su marido para cortar leña. Lo que vio al llegar fuera la hizo gritar.
Su marido estaba en el suelo temblando de dolor, agarrándose la pierna derecha, que la tenía toda ensangrentada. Una mujer de largo cabello oscuro vestida de blanco estaba de pie cerca de él, sus ropas ligeramente manchadas por la sangre del hombre. La hoja de un cuchillo teñida de sangre brillaba en su mano.
A pesar del miedo que sentía, la esposa del marido no se lo pensó dos veces. Corrió hacia la mujer de cabello oscuro con el hacha en sus manos, dispuesta a luchar. La extraña mujer apenas se movió cuando se le tiró encima la otra mujer. Esta intentó mirarle la cara, pero una sombra la tapaba junto con la oscuridad de la noche, dándole un aspecto fantasmal. Entonces, la mente de la mujer se quedó como en blanco. Perdió la noción del tiempo y apenas sabía quién era o donde estaba. Sin saber muy bien porqué, cogió el hacha y se lo clavó a la mujer de cabello oscuro.
Una vez.
Otra vez.
Otra vez…
Para cuando se quiso dar cuenta, había destrozado prácticamente el cuerpo de la mujer. Pero el problema era que no era el cuerpo de la extraña mujer el que había destrozado.
Era el de su marido.
Gritó horrorizada y se giró hacia el lugar donde había estado su marido un momento antes. Era la mujer de largo cabello oscuro la que estaba allí, de pie, cabizbaja. Entonces levantó la cabeza justo en el momento en que un rayo iluminaba el cielo y la mujer le pudo ver la cara.
No se sabe qué es lo que vio en la cara de la extraña mujer, pero fue suficiente para arrancarle un terrible grito de angustia antes de que se le parara el corazón y cayera al suelo muerta, junto con el cadáver destrozado de su marido.
A la mañana siguiente, cuando una vecina fue a hacerles una visita, no pudo encontrarlos por ninguna parte. Tan solo encontró el hacha y el cuchillo, cubiertos de sangre, ambos clavados en el suelo.
Se dice que desde esa noche, una maldición cayó sobre el matrimonio, obligándolos a vagar eternamente por los alrededores de esas tierras, en busca de la mujer de cabello largo y oscuro. Pero también se dice que aquél suceso fue tan horrible, que la locura los dominó y cualquier mujer de cabello oscuro y largo la consideran culpable de su desgracia…"
Se hizo un silencio mortal en el momento en que Sano acabó de contar la historia. Un trueno cayó con fuerza en ese momento y Kaoru dio un respingo. Entonces se dio cuenta de que tenía la boca seca y que temblaba ligeramente. La historia de Sano había sido espeluznante…
Sano seguía con esa expresión seria y sombría, pero de repente se le iluminó la cara con una alegre sonrisa. "¿Qué os ha parecido? ¿A que da miedo?"
"Bah, tampoco hay para tanto…" dijo Yahiko intentando aparentar indiferencia, pero por la expresión de su cara quedaba claro que la historia no le había dejado nada indiferente. Al fin y al cabo, era un niño.
"¡Ja! ¿Crees que no he visto la cara que ponías mientras explicaba la historia?" le dijo Sano sonriendo burlonamente. "Aunque es culpa mía, no debería haber explicado una historia así en presencia de un crío…"
"¡ ¿A quién llamas crío, cabeza de gallo!" le gritó enfadado Yahiko.
"¡ ¿Qué me has llamado!" le gritó Sano también con cara de enfadado.
"¡Cabeza de gallo!"
"¡Serás…!"
"Vamos, vamos, haya paz…" intentó tranquilizarles Kenshin.
"¿Eh que daba miedo la historia, Kenshin?" le preguntó Sano, olvidándose de Yahiko y mirando a Kenshin.
"Bueno, no está nada mal… ¿quién te la ha contado?"
Sano sonrió misteriosamente. En realidad, le contaron más o menos esa historia tiempo atrás, pero como no la recordaba del todo, la había ido retocando sobre la marcha para que fuera de auténtico terror y así asustarlos a los tres, en especial a Kaoru. Por eso había dicho que las almas del matrimonio iban a por las jóvenes de largo cabello oscuro. Por eso había dicho que ocurrió en una noche de tormenta. Por eso había dicho que sucedió cerca de ahí.
En el fondo le sabía mal asustarla tanto (había visto su cara aterrorizada cuando explicaba la historia), pero es que antes había notado que las historias de terror no le hacían gracia y no pudo evitarlo. Era pura tentación.
"Bueno, verás…" empezó a decir Sano, pero en ese momento las puertas del dojo se abrieron con un golpe violento. Un viento helado entró y apagó las velas de un golpe, envolviéndolo todo en la oscuridad. Los cuatro se giraron alterados hacía las puertas.
La silueta de una mujer de cabellos largos oscuros se dibujó con la luz de un rayo que cayó en ese instante.
¡Uoooo! Jejejej, suspense. Espero que os haya gustado este capítulo, dejad reviews para dar vuestra opinión, ¡por favor!
