Capítulo 4

Seis y media de la tarde.

Luka acababa de doblar la esquina para entrar en su casa cuando descubrió, sentada en las escaleras de su casa con una mochila sobre las rodillas, a la persona (si es que ya se le podía llamar así) que menos esperaba ver.

>>Hola, Luka- le dijo con una sonrisa

>>Alex¿qué haces aquí¿No deberías estar en casa?

El niño puso cara de culpabilidad.

>>En realidad, debería estar en mi clase particular de matemáticas, pero he parado por el camino y se me ha hecho tarde. Así que he pensado que a lo mejor podía venir a tu casa.

Él le cogió por el cuello de la camiseta y lo levantó del escalón.

>>No puedes venir a esconderte aquí cada vez que no quieras ir a clase¿sabes? El día que tu madre se entere nos matará a los dos- le dijo.

>>Por favor, Luka-Alex le miró con ojos suplicantes, juntando las palmas de las manos como si rezara- No puedo con las mates. Y además ese tío no sabe explicar.

>>Pero seguro que se le da mejor que a ti- cogió al niño por el hombro y lo empujó suavemente hacia la calle- Vamos, seguro que todavía te está esperando.

Alex se escapó de su mano y volvió a subir corriendo hasta el final de la escalera. Estaba dispuesto a dejarse matar antes de ir a clase. Luka le miró con un gesto de cansancio. Lo último que le apetecía era lidiar con un niño de diez años para conseguir que hiciera sus deberes.

>>Hace media hora que debería estar allí- probó Alex como último intento- Ya creerá que no voy a ir.

>>Baja, Alex. No pienso repetirlo- dijo Luka con la mayor firmeza que tuvo.

>>Pero es que...

>>¡Baja¡Ya!

Los dos cruzaron una mirada y eso bastó para que el niño viera que no estaba bromeando en absoluto. Se acomodó la mochila en un hombro y bajó lentamente y con expresión de fastidio.

>>Eso es porque vas a cortar con mamá, si no me dejarías quedarme- murmuró al pasar por su lado.

Luka cerró los ojos por un momento. Era una maldición que el hijo de Sam fuera tan listo, que se diera cuenta de todo. Llevaba intentando ignorar la verdad toda la mañana, y ahora las palabras de un niño de diez años le revelaban la cruda realidad de la manera más simple: iba a cortar con Sam. Aquello se había acabado. Habían sido unos meses maravillosos, con sus malos momentos también, sí. Pero siempre lograban superarlo.

Sin embargo, tenía la sensación de que aquella vez no sería así.

>>Ven, creo que será mejor que hablemos- dijo, volviendo a cogerle por los hombros, pero esta vez más cariñosamente, y llevándolo de nuevo hacia las escaleras.

Los dos se sentaron en los peldaños más bajos, con la espalda apoyada en la pared. Luka se mordió el labio inferior. No sabía por dónde empezar.

>>¿Sabes, Alex? Hay veces que en una pareja... pues las cosas no van bien y hay que tomar la decisión de seguir adelante por separado. No tiene que ser nada importante, a veces es sólo algo pequeño, absurdo, pero te hace ver que no estás en el mismo nivel.

El niño puso los ojos en blanco.

>>Luka.

Él le miró esperando que hubiera comprendido.

>>Te estoy preguntando por qué vas a cortar con mi madre, no por qué cortan las parejas en el mundo.

Dios. Otra vez le había hecho lo mismo. Descubrir con su sinceridad infantil lo que él estaba intentando ocultar. Extendió su mano hacia la cabeza del niño y le revolvió el pelo forzando una sonrisa. Le había cogido demasiado cariño en los últimos meses, en cierto modo le recordaba a sus propios hijos. Aquello le hizo sentir una punzada de tristeza aún más profunda.

>>Ya lo sé, Alex. Es duro- fue lo único que alcanzó a decir- Yo no puedo darle a tu madre todo lo que espera de mí.

>>¿Qué quiere¿Que os caséis? Pídeselo, a mí no me importa.

Luka asintió.

>>No eres tú, ni tu madre. Soy yo. No sé si estoy preparado.

Alex pareció no necesitar más explicaciones con aquello. Se quedó en silencio, con la cabeza gacha, como si de repente hubiera comprendido toda la verdad, como si él fuera el que la estuviera viviendo.

>>Pero... ¿podré seguir viéndote, no? Puedo ir al County para hablar contigo y eso.- preguntó.

>>Claro- Luka se animó con esa pregunta- Pero con una condición, que no vuelvas a faltar a tu clase de matemáticas.

Intercambiaron una sonrisa de complicidad, cuando súbitamente la expresión del niño cambió, e intentó esconderse detrás de él. Luka no tuvo que mirar atrás para saber por qué. Le bastó con oír la voz.

>>Debí imaginarme que estarías aquí.

Era Sam. Y él volvía a estar en medio. Fue a intervenir cuando Alex se puso en pie y encaró a su madre.

>>Mamá¿por qué...?

>>No hables. Aquí la que hace las preguntas soy yo- dijo Sam severa- Entra al coche ahora mismo. Ya hablaremos en casa.

Acto seguido se volvió a Luka, mientras su hijo se dirigía con desgana hacia la puerta de la calle. Se miraron de una forma tan intensa que por un segundo pareció que las cosas podían cambiar.

>>Tenía clase- dijo ella rompiendo la poca magia creada- Su profesor me ha llamado diciendo que no había aparecido por allí. Llevo una hora buscándole por todas partes.

>>Lo siento, yo acababa de llegar, iba a llamarte.- intentó disculparse Luka en vano.

Sam sacudió la cabeza en un gesto negativo. Suspiró. En el fondo, ya no le quedaba nada que hacer allí.

>>¿Sabes qué? No importa. Ya nos veremos, mañana en el trabajo o donde sea.

Se recogió el pelo detrás de la oreja derecha y le miró una vez más antes de dar media vuelta para marcharse.

>>¿Os llevo a casa?- propuso Luka como último intento para hablar con ella.

>>No, tengo el coche, gracias- respondió ella sin girarse.

En menos de un segundo había desaparecido al otro lado del portal.


Nueve y veinte de la noche.

En casa de Sam se respiraba una tensión insoportable. Alex ni siquiera le había dirigido la palabra mientras ella le reñía. Me has dado un susto de muerte... Es la última vez que faltas a clase... no sé para qué estoy pagando un profesor . Y desde después de la cena estaba tirado en el sofá con los ojos clavados en una película de asesinos en serie. Su madre ya no sabía qué hacer con él. Estaba demasiado cansada para enfrentarse a interminables preguntas sobre Luka.

>>Alex, a la cama- dijo.

>>No quiero. Mañana es domingo, no tengo que ir al colegio- respondió él de mala manera.

>>Sí, pero yo trabajo mañana y antes de que me vaya quiero dejarte ahí sentado haciendo los deberes de matemáticas.

>>¡No sé hacerlos!- se quejó el niño.

>>¿Ah, no? Si hubieras ido a clase te habrían ayudado. Ahora tendrás que apañártelas solo.

La expresión de Alex cambió, se volvió furiosa. No quería mirar a su madre.

>>Me suspenderán de todas formas, el profesor me odia.

>>Si te dedicaras a escucharle en vez de estar distraído toda su hora, seguro que le caerías mejor.- Sam suspiró, agotada- Y ahora a la cama. Ya.

Él la miró intentando cualquier cosa.

>>Alex, esto no tiene discusión. Yo soy tu madre y digo que te vayas a la cama. A ver si me haces caso por una vez.

>>Nunca me acuesto tan temprano los sábados cuando Luka viene a casa.

>>Luka no va a volver, así que vete haciendo a la idea.

Sam se sentó en el sofá, sin decir nada. Aquella era la única verdad, pero había sonado terrible, como un disparo. Acababa de aceptar delante de su hijo que todo había terminado.

No estaba mirando a Alex, pero tuvo que girarse hacia él. Sentía su mirada furiosa sobre ella, aunque no estaba preparada para sus palabras.

>>Que tú estés enfadada con Luka no significa que yo tenga que dejar de verle. Es mi amigo, y me da igual que hayáis roto. Y si tienes un mal día, búscate la vida. Yo no he hecho nada.

>>¿Nada? Has faltado a clase, por si se te olvida, jovencito.

>>¡Déjame en paz!- contestó Alex levantándose y entrando en su cuarto con un portazo.

Sam fue tras él. Sólo quedaba una posible solución, tanto para él como para ella, y era enfrentarse a la situación. Tenía que hablar con Luka, aunque le costase. Se puso en pie y entró en la habitación de su hijo. Estaba sentado en la cama, de espaldas a la puerta. Sam se sentó a su lado y le abrazó. A pesar de todo, siempre se sentía mejor cuando abrazaba a su hijo.

>>Lo siento, Alex- murmuró- Tienes razón.

El niño no contestó, pero se dejó abrazar.

>>Si me prometes que te irás a la cama y no le abrirás a nadie, iré a hablar con Luka¿vale? Pero tienes que prometérmelo.

Alex asintió.

>>Te lo prometo. Vete ya.