Doce y veinte de la mañana.
>>No entiendo por qué no lo admites. Venga ya, di que te has enrollado con ella y acabemos el interrogatorio de una vez. Por negarlo no vas a evitar que haya sucedido, así que... - dijo Carter.
Había arrastrado a Luka a la salita durante un momento libre para intentar sonsacarle lo ocurrido la noche anterior, y éste intentaba con todas sus fuerzas hacerle comprender que en realidad no había pasado nada.
>>No me enrollé con ella. No pasó nada. Ya te he contado la historia y eso es todo.- repitió Luka por enésima vez.
>>Pues la verdad es que no es una historia muy convincente.
>>Vale, no lo creas si no quieres, pero es cierto. ¿Qué pasa, tan cotilla te estás volviendo que ahora también te interesa con quién paso la noche?
Carter le miró extrañado.
>>¿Por qué lo dices?
>>Primero, por lo que estás insistiendo para que te cuente los detalles de anoche, y segundo por todo lo que le contasteis a Nora sobre mí. ¿Os lo pasasteis bien?
Tuvo que soportar que Carter se echara a reír con ese comentario. Nunca habría pensado que salir la noche anterior hubiera sido un error tan grande. Y sobre todo cuando lo que le había hecho salir era hablar con Sam...
Dios, no, pensó al recordar su verdadero propósito. Había salido para ver a Sam, tal vez para arreglar las cosas, y de repente se había encontrado con Nora y sus planes habían cambiado. No había vuelto a acordarse de ello hasta ahora, catorce horas más tarde. Cualquier posibilidad de al menos quedar cordialmente con Sam estaba a punto de morir. Tenía que encontrarla y hablar con ella antes de que los rumores se extendieran o todo se habría acabado. Si es que no se había acabado ya.
>>Fueron las chicas- se explicó Carter- Te dije que tenías que venir, que no podía controlarlas yo solo.
>>Escucha- le dijo Luka entonces- Te juro por lo que más quieras que no me acosté con Nora. Te lo juro. Y además te pido que no le digas una palabra a nadie antes de que yo pueda hablar con Sam y explicárselo todo.
>>Bueno, pero esto suena cada vez más a que me estás mintiendo.
Entonces la puerta de la salita se abrió y Abby asomó la cabeza.
>>Nos traen un accidente de tráfico. Ford contra moto. Y uno no llevaba casco.- vio que ninguno de los dos reaccionaba y preguntó- ¿De qué estabais hablando?
>>Nada importante- respondió Carter saliendo de la habitación.
Luka suspiró aliviado. De momento el secreto estaba a salvo. Salió también y Abby le siguió.
>>Lo siento si te molestó lo que dijimos de ti anoche- se disculpó.
Él se volvió. Curiosamente ya no le sorprendía.
>>Así que ahora también escuchas detrás de las puertas. Perfecto.
>>Sólo lo he oído por casualidad- replicó ella. No parecía muy arrepentida.
>>Pues si lo has oído todo, por favor, no digas nada.
Abby empezó a adelantarse. Las ambulancias estaban llegando.
>>No te hagas ilusiones. Ya sabes cómo van las cosas aquí. Todo el mundo se entera de todo. – concluyó.
Luka suspiró. Desgraciadamente ella estaba en lo cierto.
>>Varón, 40 años, lo encontramos inconsciente. Tensión3-7 ytraumatismo craneal.No llevaba casco.
Nora miró el rostroensangrentado del hombre y respiró hondo. En su anterior trabajo apenas tenía que enfrentarse a casos como ése. Tendría que volver a acostumbrarse aello y desempolvar los viejos recuerdos de sus tiempos de estudiante. Y así, de repente, no parecía nada fácil.
>>Bien, a Trauma 1- dijo.
>>Éste es mío- dijo al mismo tiempo una voz masculina y desconocida a sus espaldas, y después añadió- ¿Nos conocemos?
>>Me temo que no- contestó ella- Soyla doctoraEvans. Y creo que no me vendrá mal un poco de ayuda.
>>Greg Pratt- se presentó él mientras entraban en la sala de trauma.
Una vez dentro, todo era como siempre: no había tiempo para dudar, sólo pensar y actuar rápido. Y Pratt estaba mucho más hecho a ese trabajo que ella.
>>Chuny, dos unidades de cero negativo y ve pidiendo un TAC- dijo, y miró al paciente- ¿Cómo está la saturación?
>>Ochenta y dos- anunció Nora, intentando concentrarse al máximo- ¿Intubamos o...?
>>Probaremos con el balón primero. Consigue un portátil de rayos y mira a ver si hay hemorragias intrabdominales.
Ella se dispuso a hacerlo, abrió la camisa del hombre y extendió el gel para empezar a pasar el ecógrafo. Se obligó a calmarse, sabía que eso podía hacerla cometer errores y era lo último que quería. No se veía nada anormal, al menos eso parecía ir bien.
>>Hay posible fractura craneal. Todo por no llevar el casco.- anunció Pratt- Deberíamos subirlo a TAC lo antes posible.
>>¿No deberíamos esperar a que se estabilizara?- preguntó Nora.
>>Difícil elección, o sufre una parada o se nos desangra por la cabeza.
Nora notó que sus manos temblaban al soltar el ecógrafo. Comenzó a respirar profunda y pausadamente, intentando controlarse. No podía dejar que los nervios la traicionasen. Había perdido práctica en los traumas, sí, pero siempre podía recordar experiencias previas, tres años de residencia en Urgencias en San Francisco. Tenía que recordarlas, tranquilizarse como lo hacía entonces.
>>¡Mierda, ha entrado en parada!- oyó entonces exclamar a Pratt.
No, por favor, esto no me puede pasar a mí, se repitió ella.
>>¿Inicio compresiones?- logró preguntar.
Él asintió con un gesto de la cabeza y un segundo más tarde Nora estaba en medio de un masaje cardíaco. Inútil. Estaba presionando todo lo que podía, en el ritmo correcto, y sin embargo no surtía resultado.
>>¡Desfibrilador!- se oyó decir, como si hablara desde fuera de sí misma- Carga a doscientos.
Sujetó las palas ignorando la tensión por un momento. O el estrés la volvía más eficiente o había conseguido superar su miedo inicial. Notó cómo la corrienteascendía por los cablesmientras las enfermeras preparaban al paciente para la primera descarga. Había llegado el momento. Aplicó las palas al pecho desnudo del hombre que yacía en la camilla y dijo:
>>¡Fuera!
La corriente pasó sin ningún resultado. Intentémoslo otra vez, pensó. Cargó de nuevo. Aplicó las palas. Fuera. Otra vez nada. Siguió durante veinte minutos más sin resultado.
>>Asistolia- dijo Pratt en tono de frustración, aunque siguió con las compresiones.
El pitido del monitor le atravesó los oídos. El sonido del fracaso. De la muerte. Dejó a un lado el desfibrilador y cerró los ojos, emocionalmente agotada.
>>Alto compresiones. Llevamos más de veinte minutos. Hora de la muerte 12:45 AM.
Nora se quitó los guantes de látex con rabia y los tiró a la papelera. Era el primer paciente que perdía en años. Ya casi había olvidado lo que se sentía al hacerte responsable de la vida (o de la muerte) de una persona. Se tragó las ganas de soltar una palabra improcedente y avanzó hacia la puerta.
>>Tienes que firmar el certificado de defunción-le dijoPratt.
>>Encárgate tú¿puedes?- respondió ella.
Empujó las puertas con más fuerza de la debida, intentando quizá descargar su ira, y desapareció por el pasillo.
