CAPITULO VI

"TAL PARA CUAL"

Había cambiado tanto. Cambió tanto que era casi irreconocible. ¿Cuándo ocurrió esto? No hace mucho tiempo la sala estaba llena de elfos, y ella se encontraba dentro de su tierra. Y aún lo estaba. Los viejos caminos ya no estaban y la maravilla de Imladris había desaparecido. En lugar de eso quedó un frío y pobre recuerdo del esplendor de una época olvidada.

¿Había olvidado lo que significaba ser un elfo?

Arwen caminaba entre el desorden y el silencio de los pasillos, recordando pequeñas cosas de su pasado. De los magníficos corredores llenos del calor de su gente durante las celebraciones que organizaba su padre. De peleas y reconciliaciones entre ella y sus hermanos, Elladan y Elrohir. De la hermosa y real presencia de su madre que traía ligereza a su corazón.

Lo había olvidado.

En el mundo de los hombres ella había perdido todo el contacto con su propia gente. Con su propia herencia. Con sigo misma.

Consternada y desanimada, Arwen se encontró parada justo afuera de dos puertas espléndidas. La habitación de su padre. Asustada de entrar, se forzó a cruzar el umbral.

Estaba oscuro y mohoso pues no había entrado la luz en años. La esencia de su padre estaba perdida, Elrond el Medio Elfo, fue sustituida por el olor de cosas oscuras y muertas. Encontrando un camino entre las sombras, Arwen levantó las gruesas cortinas y permitió que el sol, que tanto había faltado, bañara de nuevo el cuarto con su luz.

Todo estaba cubierto por sábanas. Las mantas élficas que alguna vez fueron brillantes y cómodas, ahora estaban grises pues nadie había tocado las camas. Los ojos de Arwen vieron como, cuando ella era solamente una pequeña niña, entró al cuarto de sus padres y saltó en la cama, despertando a los dos elfos que dormían. El corazón de Arwen comenzó a oprimirse, no se había dado cuenta hasta que punto extrañaba a su familia.

Se acercó al armario de su padre y encontró un poco de ropa. Los elfos solo llevaban consigo al océano ropa que fuera muy necesaria. Tocó el suave tejido, sorprendiéndose al ver que estaban bien conservadas a pesar de todos los años de abandono. Entre esa ropa encontró la prensa favorita del Señor Elrond. Cuidadosamente tocó la bata con sus delicadas manos, casi asustada de que fuera demasiado brusca y se deshicieran delante de ella. Sus dedos trazaron el delicado diseño y cuando lo olió, todavía tenía el olor de su padre.

Recordó uno de sus últimos encuentros con él.

"Arwen. no hay nada para ti ahí, solo muerte." La voz de Elrond sonó muy decidida cuando habló.

Y se movió para consolar a su hija de la dura realidad que le había mostrado. "¿Aim, ú-'erin veleth lîn?" (¿Tampoco tengo tu amor?)

"Gerich meleth nîn, ada." (Tienes todo mi amor, padre.)

"Ada." Arwen lloró involuntariamente. Lágrimas bajaban por su cara. Entonces, la Reina de Elfos y Hombres se desmoronó en el piso, se consumió por su pena y gritó mientras sostenía una prenda que pertenecía a su padre.

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Arwen se aventuró a salir a los jardines bajo el cielo lleno de estrellas. Escuchó un suave tarareo de la voz de Legolas y lo buscó entre la vegetación abandonada del jardín.

Oyó sus suaves pasos detrás de él y aun así continuó con su discreto tarareo. Admiraba las constantes corrientes de los ríos y las cascadas de Rivendell. Estaba parado en el que era su punto de visión favorito desde que era niño.

Arwen caminaba distraída, como si solo se guiara por su voz. Vio que sus generalmente brillantes ojos violetas, ahora estaban oscuros y escondidos detrás de una rojez que provenía solamente del llanto. Vio en su cara muchas líneas hechas por lágrimas, bajos sus ojos hinchados. Ojos que veían hacía arriba, fijos en la nada. Notó que agarraba una pieza de ropa con sus pálidas manos. Mientras ella se acercaba, él reconoció la tela que había visto en sus años más jóvenes y supo a quién le perteneció. Él solamente podría suponer lo que ella estuvo haciendo. Ella descansó en la suave hierba, mirando fijamente a la nada y él se preguntó si acaso sabía que estaba ahí.

Legolas se había prometido que estaría lejos de ella. pues su presencia era demasiado dolorosa para soportarla. Su corazón no podía cumplirla. estando tan cerca de ella y aun así tan lejos. Pero era peor cuando se separaba de ella. No podía hacer más que regresar cada año a Rivendell o a Lothlorien con la esperanza de que ella regresara también. O ir a Gondor apenas para echarle un vistazo. solo para desaparecer al día siguiente. Era patético y lo sabía pero tenía tanto poder sobre él, que no sabía como recuperar su libertad.

Se acercó una vez más a ella incluso cuando intentaba ser indiferente. Como observó a la Señora de Imladris en su peor momento, sintió que debía disminuir su resolución.

Seguía siendo hermosa. Todavía el más justo y noble ser que ahora caminara sobre la tierra. A pesar de los años, había cambiado muy poco. Todavía tenía la más pura piel de marfil, el pelo negro de su juventud y esos hechizantes ojos violetas. Era digna de admirarse. Incluso ahora, en su miserable estado ella era impresionante.

Y la imagen que daba era desgarradora. Finalmente Legolas detuvo su canción y esperó.

"Nae saian luume." Su voz era ronca. "He estado ausente demasiado tiempo. Tenías razón. Estoy avergonzada por lo que he hecho. Soy una deshonra. ¿Qué pensaría mi padre de mí?"

Legolas la miraba, estaba retorciendo y alisando la prenda entre sus manos. Suspiró. No quería aumentar tal tristeza. Se sentó a su lado.

"Él pensaría que eres valiente y sabia. Vería tu fuerza y valor. Y estaría orgulloso de tener una hija digna del título de Reina de Elfos y Hombres. Orgulloso de que la luz de La Estrella de la Tarde brille."

"Elfos. ¿Qué elfos? No hay ninguno que viva aquí salvo tú y yo. Y estás equivocado.la luz de La Estrella de la Tarde ha disminuido en nada más que una tenue luz."

"Por favor, no te preocupes. Estaba equivocado en mis acusaciones, actuaba por ira y frustración."

"Dijiste la verdad. Abandoné todo esto y ahora debo estar sola sufriendo mi pérdida." Apretaba la ropa fuertemente entre sus nudillos. "Di la vuelta hacia la sombra y el crepúsculo."

Él suavemente le tomó las manos y pareció romperla de su trance. Finalmente ella le dirigió una mirada, lágrimas frescas estaban en sus ojos. ". y a ti. mi querido amigo."

"Legolas, ¿Cómo te he dejado? ¿Por que aún no has navegado sobre el mar?"

"Aunque no debo estar aquí en éstos tiempos, estaré en donde quiera que estés, Y esa es razón suficiente para mí para permanecer en este mundo."

"Pero ¡fue una agradable sorpresa el saber que no lo hiciste! Todos estos años.abandonado. No te culpo por estar enojado conmigo. No te culparía si navegas mañana."

"Cierto, fue doloroso ver que te envolvías tanto en el mundo de los hombres, que no tenías tiempo para tu propia gente. Pero eso no significa que no me preocupe por ti. Perder tu amistad me haría sufrir más que cualquier otra cosa en este mundo."

"¿Cómo puedes perdonarme tan fácilmente?" Susurró, incrédula.

"No me atrevo a darle la espalda al último de mi parentela, mi Reina, mi amiga. Si no sabes cuanto me preocupo por ti, entonces no sabes nada. Esto." él tomó sus manos y las puso sobre su corazón. "esto es verdadero."

Entonces puso su frente contra la de ella. "Aún tenemos tiempo para vivir nuestra historia, y descubriremos el final juntos."

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Algo corto, pero uff, no saben lo que les espera, lo que sigue los va a dejar O_O, no, no, no, no les voy a adelantar nada, así que espero y sean pacientes, asi como yo lo fui cuando lo leí.

¡Muchas gracias por sus comentarios!, aunque son pocos, me motivan a seguir traduciendo un poco más rápido, les pido disculpas si algo no queda muy digerible.

¡Nos vemos!