CAPITULO XI
"INTERMEDIO"
Hubo un cambio que se observó en la Reina Arwen. En los años que vinieron había envejecido muy poco, una maravilla de la que todos fueron testigos, pero fuera de esa cubierta, parecía que se había despertado una nueva reina. Siempre clara y justa, ahora era muy orgullosa y exigía ser escuchada. Sus ideas y consejos eran muy buscados y deseados. Era muy admirada y también respetada por todos. Los que eran lo bastante viejos para recordar decían que se parecía a Tínuvel en la cara y a Galadriel en presencia.
Pero había algo en sus ojos que hacían que los hombres se detuvieran a observar y después deseaban llorar. Aún siendo tan justa y hermosa, sus ojos se veían muy oscuros y tristes. No había luz en ellos, ni cuando reía, y su sonrisa nunca alcanzó a sus ojos muertos. Parecían llevar su propia historia, una tan llena de dolor y aflicción que hace que uno quiera ponerse a llorar con pena por un simple suspiro de los orbes violetas.
Aragorn notó ese cambió hacía mucho e identificó que el cambió había comenzado desde su regreso de Llothlorién con Legolas. Ciertamente era extraño, que cuando algo grande y maravilloso hubiera despertado en ella, otra cosa también muriera. Mucho tiempo antes ella había estado inactiva, vagaba por los vestíbulos de Gondor con poco interés en cualquier cosa. Notó que ella lentamente escondía su ego en un caparazón. Pero ahora estaba viva y enérgica, apasionada y gentil, más que cualquier elfo que el hubiera conocido en los bosques de Lothlorién hacía muchos años.
Él no podría tener parte en su alegría, porque ella había construido un muro alrededor de su corazón que nadie podía penetrar.
Nunca era fría con él, grosera o injusta. Era una madre cariñosa, gobernante justa y una esposa obediente, pero siempre guardaba una pequeña parte de si, y él conocía la razón.
Legolas.
Le había hecho algo que le trajo tal cambio. Aragorn lo odiaba y a la vez lo quería por eso. Por que había salvado a Arwen. La había salvado de desaparecer y desvanecerse. Algo que él mismo no hubiera podido hacer, aunque no lo había intentado. Diariamente ella se hacía más sabia, más hermosa, mientras él disminuía y se volvía frágil.
Legolas.
Nunca hablaron del elfo. Y todos tenían cuidado de mencionarlo, y siempre era únicamente en su parte de la Guerra del Anillo. Nadie mencionaba la relación de Arwen con el guerrero elfo. Era comúnmente sabido que nadie debía mencionar su nombre alrededor de ella y todos sabían por que. A pesar de la gran admiración y respeto por su Reina, siempre hubo especulación sobre cual era exactamente su relación con Legolas. ¿Había algún triángulo amoroso en la casa real? ¿La Reina realmente amaba al Rey Elessar? La mayoría del reino siempre se lo preguntaba, algunos incluso tenían teorías, pero nadie estaba seguro.
Legolas no fue visto en Gondor por años, después de regresar con la Reina. Nadie sabía su paradero, y muchos dudaban que permaneciera en la Tierra Media, aunque algunos afirmaban haber visto su morada en los bosques. Estaba glorificado en cuentos e hizo leyenda junto con los otros Nueve Caminantes. Los elfos se habían convertido en una cosa del pasado, salvo cuando eran lo bastante afortunados para ver a la Reina con sus propios ojos.
***********************
Llovía y tronaba afuera, pero el Rey Elessar estaba cálido en su sillón sobre una tarima en el pasillo principal, un fuego ardía haciendo que las sombras danzaran en la noche. Estaba cálido pero se sentía muy solo. En éste punto de su vida, empezó a reflexionar sobre la misma y todo lo que había hecho. Todas sus decisiones, sus elecciones, sus errores y malentendidos fueron revividos cuadro por cuadro. Se preguntaba si había vivido una buena vida, si había sido lo suficientemente digno para reclamar el título como Rey de Hombres. ¿Había cumplido su destino con lo mejor de su habilidad? La respuesta a esto sería descubierta en algún tiempo, aunque tiempo no era algo que él tuviera mucho.
Estaba sumido en sus pensamientos cuando sus ojos captaron un movimiento al otro lado del pasillo. Alguien había entrado a través de las puertas y estaba oculto entre las sombras. Aragorn apenas podía distinguir la silueta de una figura, alta y delgada caminando cuidadosamente hacia él. No detectó ningún peligro inmediato, aunque era muy peculiar en un visitante nocturno. Aragorn se levantó completamente, orgulloso y alto, una muestra del esplendor que él podría, a su edad, poseer.
El visitante se acercó más, haciendo un poco, si esto era posible, de ruido mientras caminaba. Aragorn podía oír gotitas de agua que caían al piso, cada vez mejor mientras se acercaba a él. Después, finalmente caminando en la luz, el visitante reveló ser Legolas.
"Mae govannen."- Legolas dijo mientras se arqueaba con respeto.
Aragorn se quedó asombrado. El pensó, como muchos, que Legolas había navegado hacía años. No lo había visto en años y casi parecía un recuerdo distante. Aun así, se veía más vivo y real ante él. Los años no tenían ningún efecto en él, era tan ligero, fuerte y claro como el día en que Aragorn lo vio por primera vez. Sin embargo, en sus ojos resplandecía una sabiduría más profunda y quizá un gran golpe de dolor en las profundidades. Le recordaron mucho los ojos de Arwen.
Hubo un disturbio tras Legolas mientras los guardias entraban en el cuarto. "Mi Señor, hay un intruso-".- Pararon cuando vieron a Legolas enfrente de su rey. Tomaron sus armas listos para atacar pero Aragorn los detuvo con una mano.
"No".- dijo. "Él es un amigo mío del pasado."- Los guardias se relajaron pero no se fueron hasta que Aragorn les pidió que les dieran algo de paz.
Con la impresión inicial ida, Aragorn ahora encaró de nuevo al elfo. Le parecía irónico, que estando en un estado de debilidad como en el que estaba, con Legolas que era siglos más viejo que él, éste se veía solo como un muchacho.
"Perdóname. No todos los días uno se encuentra a alguien a quien todos supusieron se había ido hace mucho, caminando ante ellos otra vez."
Legolas no dijo nada. Sus ojos siguieron a Aragorn mientras éste paseaba en el cuarto.
"¿Por que después de todos éstos años, finalmente has elegido revelarte ante mi otra vez?"
"Vine para ver la amistad que guardo cerca de mi corazón, en esperanzas de reparar lo que se había roto."
Legolas se sorprendió al escuchar la risa de Aragorn.- "¿Así que deseas verme ahora en mi lastimoso estado e intentar compensarte antes de que pase de ésta tierra? Para hacerle un favor a un hombre moribundo."
"No vine aquí por ti."- Intervino Legolas. "Vine por mi. Deseo remediar las cosas antes de que pase de ésta tierra."- Detectó un parpadeo en los ojos del rey, aunque solo por un momento. "Finalmente has decidido responder a la llamada del mar. Oh, aunque tus intenciones son nobles, también muchos inviernos han ido y venido, y el tiempo para remediar hace mucho que pasó."
"He vivido para ver muchos inviernos más que tú, Elessar, y muchas más primaveras. Siempre hay tiempo para la amargura y el resentimiento, pero también para el perdón."
"¿Que hiciste para que te perdone?"
"Solamente amar lo que siempre fue tuyo. Desear lo que no podría tener."
Aragorn guardó silencio.
"Si, te estoy diciendo esto ahora. Estoy enamorado de Arwen. Pero ella no me tendría.por que ya te tenía a ti. Ambos la amamos, de la misma forma, aunque solo uno de nosotros fue lo bastante afortunado para ser correspondido."
Aragorn se había vuelto a sentar, su barbilla descansaba sobre sus manos firmemente cerradas. Estaba pensando profundamente, procesando todo lo que acababa de oír.
"Supongo que estarás bien después de todo,"- Legolas continuó - "Amin hiraetha."(Lo siento). Con eso se dio vuelta para irse.
Legolas casi estaba en la puerta cuando escuchó la voz de Aragorn llamándolo en la oscuridad. Sus penetrantes ojos vieron al rey dándole la espalda, viendo fijamente al fuego.
"Mellon."- Su voz fue profunda y llena de sabiduría. "Mucho he luchado en mi conducta con tu relación con Arwen. Incluso ahora no se que pensar. tu engaño y traición me han herido gravemente."
Hablaba lentamente, intentando difícilmente tratar de expresar todo lo que estaba sintiendo y pensando. Legolas pudo ver la expresión dolida de su cara, la lucha interna que tenía.
"Sin embargo,"- continúo- "No hubiera querido que ninguno de nosotros pasara de éste mundo sin que me dijeras esto. No puedo perdonarte por amar a Arwen. De hecho, no es tu culpa. Siempre te he querido y he sido bendecido con tu amistad. En verdad sufro por las noticias de tu salida ya que tu compañía me hará mucha falta."
Legolas al oír estas palabras, encontró extremadamente difícil estar parado ahí. En verdad, el debería estar de rodillas, arrepintiéndose por su pecado. No era merecedor del perdón de Aragorn.
"No. Yo soy el bendecido,"- Contestó conmocionado.- "Por ver el reino de Gondor renovado en todo su esplendor por el heredero de Isildur, tal hombre merecedor del título de Rey de Hombres. Y haberlo conocido en una época de mi vida, haber luchado a su lado, con él como mi guía. amigo, digo que estoy realmente bendecido."
Hubo silencio en el cuarto y Aragorn no lo miraba.
"Nämarie Estel."
El último recuerdo que Legolas tuvo de Aragorn fue el viejo rey parado frente al fuego, una mano sobre su capa, la otra cubriendo su cara cansada.
***********************************
Legolas tomaba su camino a través de los oscuros pasillos cuando pasó al otro lado de un corredor que abrió para revelar la ciudad abajo. La lluvia había cesado y todo el mundo parecía estar fresco y nuevo. Las estrellas se mostraban en la oscuridad del cielo, tan hermosas y brillantes que sintió un impulso de quedarse a observarlas. Respiró profundamente y se sintió muy viejo.
Repentinamente, escuchó un gritó de asombro detrás de él. Volteó y encontró a Arwen mirándolo fijamente, parada muy rígidamente.
Sintió pena por dentro. Quería evitar ese encuentro. Pero como sus ojos encontraron los de ella, toda la lógica se alejó de él. Su vestido era de un intenso azul que se confundía con el cielo, fluía sobre su cuerpo como el agua y el viento jugaba con cada capa. Una diadema de plata adornaba su cabeza, llevaba su largo cabello suelto y rodeaba su cara. Había pasado bastante tiempo desde la última vez que él la había visto y por un momento deseó llamarla, "Tínuvel."
"Legolas."- exhaló, su pecho subía y bajaba. Él no se movió ni pronunció palabra.
"¿No tienes nada que decirle a tu Reina?"- preguntó, incómoda bajo su intensa mirada.
Las esquinas de su boca se levantaron un poco. Encontró eso bastante divertido; ella tenía una fachada por la que él fácilmente podía ver a través. Juntando sus labios, dio un paso adelante y se inclinó.
"Mi Señora."- su voz se escuchó como una canción para los oídos de ella. Él la miró de nuevo y algo se enfrió en el estómago de ella. Caminó alejándose de ella, dejándola en un estado de shock.
"¿Y a tu amante qué?" - La voz de Arwen perdió todo orgullo y estaba llena de impotencia.
Legolas se detuvo.
"A ella le digo que todavía la amo. Y me estoy llevando mi amor al Reino Bendecido para enterrarlo. Ahí será eterno."
"Pero nunca será más que un recuerdo."- Arwen susurró, terminando la frase en voz alta. Había oído las mismas palabras hacía mucho. Cerró sus ojos para recordar y las lágrimas que habían estado amenazando con caer, resbalaron por sus mejillas.
Arwen giró para seguirlo.
"¿Entonces éste es nuestro final?"- gritó, con voz titubeante.
Él volteó y se paró enfrente de ella. La mano de él acarició su mejilla, que hormigueaba por el contacto. Su pulgar limpió sus lágrimas, aunque en un momento regresaron otra vez.
"Nosotros terminamos hace mucho."- No se lo dijo con rencor o resentimiento, lo dijo como alguien que aceptaba la verdad. La miró con ojos tiernos y amorosos y ella gozaba por su contacto. Lentamente el besó su cabeza y se alejó. Arwen abrió sus ojos por la repentina perdida de su contacto y vio a través de sus lágrimas su figura que caminaba alejándose de ella.
"¡Legolas!"- gritó mientras corría hacia él. Él dio vuelta justamente cuando ella lo alcanzaba y lo abrazó con toda su fuerza.
Fue un abrazo de desesperación. Lo acercó a ella lo imposiblemente más cerca como si tratara de exprimir toda la vida de él dentro si. Arwen enterró su cabeza en su pecho y él podía sentir sus lágrimas filtrarse a través de su ropa. No quería que se fuera, sabiendo que él la dejaría, se aferró a él desesperadamente esperando que el tiempo estuviera detenido.
"No quiero que te vallas."- Sus palabras se ahogaban en su pecho.-"Amin mela lle"(Te amo) Lo apretó aún más, tirándolo siempre más cerca.
Legolas no dijo nada, pero la abrigó por algún tiempo. Sus manos se movían dentro y fuera de su cabello. Su corazón estaba latiendo locamente y le parecía que iba a estallar. Ella había dicho antes esas palabras solamente una vez y eso lo debilitaba.
Lentamente, él quitó sus manos de alrededor de su cuello pero las mantuvo cerca. La miró, como por última vez, y le hizo sufrir ser la causa de sus lágrimas.
"Nämarie, Úndomiel"- Susurró. La hubiera besado de no haber sido por unos entrometidos y preocupados ojos. En lugar de eso, levantó sus manos y las besó suavemente, nunca dejando de verla a los ojos. Después giró sobre sus talones y se alejó.
Arwen sintió una soledad como nunca la sintió antes cualquier otra alma viva. Se apoyó contra la baranda y se dobló en sus rodillas.
**********************
DIAS DESPUÉS.
Arwen estaba parada en la orilla del balcón más alto, mirando al oste, pues el sol se ponía sobre el horizonte. El cielo estaba armonizado en tonos profundos de morado y azul, aunque Arwen no lo notó. Se sentó allí después de la puesta de sol y durante la noche.
Aragorn la encontró ahí y le trajo una pequeña lámpara para iluminar el espacio oscuro. Sabía que ella pagaba silenciosamente un tributo a Legolas. Se movió para sentarse a su lado y alcanzó su mano. Estaba mortalmente fría.
"Después de todo lo hizo,"- habló, su voz fue suave y llena de tristeza.- "El último de mi gente finalmente dejó los límites de la Tierra Media. Estoy sola."
"Arwen no estás sola. ¿Qué aún no tienes mi amor. y el amor de tus niños y de toda tu gente?"
Ella intentó sonreírle.-"Ahora todos los elfos han viajado a Valinor, nunca regresarán y eso aflige mi corazón. Aunque aún resistiré contigo hasta el final de nuestros días. Y eso es suficiente para aliviar mi corazón."
El Rey Elessar y la Reina Arwen estuvieron parados en el balcón más alto por un momento antes de regresar adentro. Arwen se detuvo por un momento para ver hacía el oeste, donde la luz se extinguía.
"INTERMEDIO"
Hubo un cambio que se observó en la Reina Arwen. En los años que vinieron había envejecido muy poco, una maravilla de la que todos fueron testigos, pero fuera de esa cubierta, parecía que se había despertado una nueva reina. Siempre clara y justa, ahora era muy orgullosa y exigía ser escuchada. Sus ideas y consejos eran muy buscados y deseados. Era muy admirada y también respetada por todos. Los que eran lo bastante viejos para recordar decían que se parecía a Tínuvel en la cara y a Galadriel en presencia.
Pero había algo en sus ojos que hacían que los hombres se detuvieran a observar y después deseaban llorar. Aún siendo tan justa y hermosa, sus ojos se veían muy oscuros y tristes. No había luz en ellos, ni cuando reía, y su sonrisa nunca alcanzó a sus ojos muertos. Parecían llevar su propia historia, una tan llena de dolor y aflicción que hace que uno quiera ponerse a llorar con pena por un simple suspiro de los orbes violetas.
Aragorn notó ese cambió hacía mucho e identificó que el cambió había comenzado desde su regreso de Llothlorién con Legolas. Ciertamente era extraño, que cuando algo grande y maravilloso hubiera despertado en ella, otra cosa también muriera. Mucho tiempo antes ella había estado inactiva, vagaba por los vestíbulos de Gondor con poco interés en cualquier cosa. Notó que ella lentamente escondía su ego en un caparazón. Pero ahora estaba viva y enérgica, apasionada y gentil, más que cualquier elfo que el hubiera conocido en los bosques de Lothlorién hacía muchos años.
Él no podría tener parte en su alegría, porque ella había construido un muro alrededor de su corazón que nadie podía penetrar.
Nunca era fría con él, grosera o injusta. Era una madre cariñosa, gobernante justa y una esposa obediente, pero siempre guardaba una pequeña parte de si, y él conocía la razón.
Legolas.
Le había hecho algo que le trajo tal cambio. Aragorn lo odiaba y a la vez lo quería por eso. Por que había salvado a Arwen. La había salvado de desaparecer y desvanecerse. Algo que él mismo no hubiera podido hacer, aunque no lo había intentado. Diariamente ella se hacía más sabia, más hermosa, mientras él disminuía y se volvía frágil.
Legolas.
Nunca hablaron del elfo. Y todos tenían cuidado de mencionarlo, y siempre era únicamente en su parte de la Guerra del Anillo. Nadie mencionaba la relación de Arwen con el guerrero elfo. Era comúnmente sabido que nadie debía mencionar su nombre alrededor de ella y todos sabían por que. A pesar de la gran admiración y respeto por su Reina, siempre hubo especulación sobre cual era exactamente su relación con Legolas. ¿Había algún triángulo amoroso en la casa real? ¿La Reina realmente amaba al Rey Elessar? La mayoría del reino siempre se lo preguntaba, algunos incluso tenían teorías, pero nadie estaba seguro.
Legolas no fue visto en Gondor por años, después de regresar con la Reina. Nadie sabía su paradero, y muchos dudaban que permaneciera en la Tierra Media, aunque algunos afirmaban haber visto su morada en los bosques. Estaba glorificado en cuentos e hizo leyenda junto con los otros Nueve Caminantes. Los elfos se habían convertido en una cosa del pasado, salvo cuando eran lo bastante afortunados para ver a la Reina con sus propios ojos.
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Llovía y tronaba afuera, pero el Rey Elessar estaba cálido en su sillón sobre una tarima en el pasillo principal, un fuego ardía haciendo que las sombras danzaran en la noche. Estaba cálido pero se sentía muy solo. En éste punto de su vida, empezó a reflexionar sobre la misma y todo lo que había hecho. Todas sus decisiones, sus elecciones, sus errores y malentendidos fueron revividos cuadro por cuadro. Se preguntaba si había vivido una buena vida, si había sido lo suficientemente digno para reclamar el título como Rey de Hombres. ¿Había cumplido su destino con lo mejor de su habilidad? La respuesta a esto sería descubierta en algún tiempo, aunque tiempo no era algo que él tuviera mucho.
Estaba sumido en sus pensamientos cuando sus ojos captaron un movimiento al otro lado del pasillo. Alguien había entrado a través de las puertas y estaba oculto entre las sombras. Aragorn apenas podía distinguir la silueta de una figura, alta y delgada caminando cuidadosamente hacia él. No detectó ningún peligro inmediato, aunque era muy peculiar en un visitante nocturno. Aragorn se levantó completamente, orgulloso y alto, una muestra del esplendor que él podría, a su edad, poseer.
El visitante se acercó más, haciendo un poco, si esto era posible, de ruido mientras caminaba. Aragorn podía oír gotitas de agua que caían al piso, cada vez mejor mientras se acercaba a él. Después, finalmente caminando en la luz, el visitante reveló ser Legolas.
"Mae govannen."- Legolas dijo mientras se arqueaba con respeto.
Aragorn se quedó asombrado. El pensó, como muchos, que Legolas había navegado hacía años. No lo había visto en años y casi parecía un recuerdo distante. Aun así, se veía más vivo y real ante él. Los años no tenían ningún efecto en él, era tan ligero, fuerte y claro como el día en que Aragorn lo vio por primera vez. Sin embargo, en sus ojos resplandecía una sabiduría más profunda y quizá un gran golpe de dolor en las profundidades. Le recordaron mucho los ojos de Arwen.
Hubo un disturbio tras Legolas mientras los guardias entraban en el cuarto. "Mi Señor, hay un intruso-".- Pararon cuando vieron a Legolas enfrente de su rey. Tomaron sus armas listos para atacar pero Aragorn los detuvo con una mano.
"No".- dijo. "Él es un amigo mío del pasado."- Los guardias se relajaron pero no se fueron hasta que Aragorn les pidió que les dieran algo de paz.
Con la impresión inicial ida, Aragorn ahora encaró de nuevo al elfo. Le parecía irónico, que estando en un estado de debilidad como en el que estaba, con Legolas que era siglos más viejo que él, éste se veía solo como un muchacho.
"Perdóname. No todos los días uno se encuentra a alguien a quien todos supusieron se había ido hace mucho, caminando ante ellos otra vez."
Legolas no dijo nada. Sus ojos siguieron a Aragorn mientras éste paseaba en el cuarto.
"¿Por que después de todos éstos años, finalmente has elegido revelarte ante mi otra vez?"
"Vine para ver la amistad que guardo cerca de mi corazón, en esperanzas de reparar lo que se había roto."
Legolas se sorprendió al escuchar la risa de Aragorn.- "¿Así que deseas verme ahora en mi lastimoso estado e intentar compensarte antes de que pase de ésta tierra? Para hacerle un favor a un hombre moribundo."
"No vine aquí por ti."- Intervino Legolas. "Vine por mi. Deseo remediar las cosas antes de que pase de ésta tierra."- Detectó un parpadeo en los ojos del rey, aunque solo por un momento. "Finalmente has decidido responder a la llamada del mar. Oh, aunque tus intenciones son nobles, también muchos inviernos han ido y venido, y el tiempo para remediar hace mucho que pasó."
"He vivido para ver muchos inviernos más que tú, Elessar, y muchas más primaveras. Siempre hay tiempo para la amargura y el resentimiento, pero también para el perdón."
"¿Que hiciste para que te perdone?"
"Solamente amar lo que siempre fue tuyo. Desear lo que no podría tener."
Aragorn guardó silencio.
"Si, te estoy diciendo esto ahora. Estoy enamorado de Arwen. Pero ella no me tendría.por que ya te tenía a ti. Ambos la amamos, de la misma forma, aunque solo uno de nosotros fue lo bastante afortunado para ser correspondido."
Aragorn se había vuelto a sentar, su barbilla descansaba sobre sus manos firmemente cerradas. Estaba pensando profundamente, procesando todo lo que acababa de oír.
"Supongo que estarás bien después de todo,"- Legolas continuó - "Amin hiraetha."(Lo siento). Con eso se dio vuelta para irse.
Legolas casi estaba en la puerta cuando escuchó la voz de Aragorn llamándolo en la oscuridad. Sus penetrantes ojos vieron al rey dándole la espalda, viendo fijamente al fuego.
"Mellon."- Su voz fue profunda y llena de sabiduría. "Mucho he luchado en mi conducta con tu relación con Arwen. Incluso ahora no se que pensar. tu engaño y traición me han herido gravemente."
Hablaba lentamente, intentando difícilmente tratar de expresar todo lo que estaba sintiendo y pensando. Legolas pudo ver la expresión dolida de su cara, la lucha interna que tenía.
"Sin embargo,"- continúo- "No hubiera querido que ninguno de nosotros pasara de éste mundo sin que me dijeras esto. No puedo perdonarte por amar a Arwen. De hecho, no es tu culpa. Siempre te he querido y he sido bendecido con tu amistad. En verdad sufro por las noticias de tu salida ya que tu compañía me hará mucha falta."
Legolas al oír estas palabras, encontró extremadamente difícil estar parado ahí. En verdad, el debería estar de rodillas, arrepintiéndose por su pecado. No era merecedor del perdón de Aragorn.
"No. Yo soy el bendecido,"- Contestó conmocionado.- "Por ver el reino de Gondor renovado en todo su esplendor por el heredero de Isildur, tal hombre merecedor del título de Rey de Hombres. Y haberlo conocido en una época de mi vida, haber luchado a su lado, con él como mi guía. amigo, digo que estoy realmente bendecido."
Hubo silencio en el cuarto y Aragorn no lo miraba.
"Nämarie Estel."
El último recuerdo que Legolas tuvo de Aragorn fue el viejo rey parado frente al fuego, una mano sobre su capa, la otra cubriendo su cara cansada.
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Legolas tomaba su camino a través de los oscuros pasillos cuando pasó al otro lado de un corredor que abrió para revelar la ciudad abajo. La lluvia había cesado y todo el mundo parecía estar fresco y nuevo. Las estrellas se mostraban en la oscuridad del cielo, tan hermosas y brillantes que sintió un impulso de quedarse a observarlas. Respiró profundamente y se sintió muy viejo.
Repentinamente, escuchó un gritó de asombro detrás de él. Volteó y encontró a Arwen mirándolo fijamente, parada muy rígidamente.
Sintió pena por dentro. Quería evitar ese encuentro. Pero como sus ojos encontraron los de ella, toda la lógica se alejó de él. Su vestido era de un intenso azul que se confundía con el cielo, fluía sobre su cuerpo como el agua y el viento jugaba con cada capa. Una diadema de plata adornaba su cabeza, llevaba su largo cabello suelto y rodeaba su cara. Había pasado bastante tiempo desde la última vez que él la había visto y por un momento deseó llamarla, "Tínuvel."
"Legolas."- exhaló, su pecho subía y bajaba. Él no se movió ni pronunció palabra.
"¿No tienes nada que decirle a tu Reina?"- preguntó, incómoda bajo su intensa mirada.
Las esquinas de su boca se levantaron un poco. Encontró eso bastante divertido; ella tenía una fachada por la que él fácilmente podía ver a través. Juntando sus labios, dio un paso adelante y se inclinó.
"Mi Señora."- su voz se escuchó como una canción para los oídos de ella. Él la miró de nuevo y algo se enfrió en el estómago de ella. Caminó alejándose de ella, dejándola en un estado de shock.
"¿Y a tu amante qué?" - La voz de Arwen perdió todo orgullo y estaba llena de impotencia.
Legolas se detuvo.
"A ella le digo que todavía la amo. Y me estoy llevando mi amor al Reino Bendecido para enterrarlo. Ahí será eterno."
"Pero nunca será más que un recuerdo."- Arwen susurró, terminando la frase en voz alta. Había oído las mismas palabras hacía mucho. Cerró sus ojos para recordar y las lágrimas que habían estado amenazando con caer, resbalaron por sus mejillas.
Arwen giró para seguirlo.
"¿Entonces éste es nuestro final?"- gritó, con voz titubeante.
Él volteó y se paró enfrente de ella. La mano de él acarició su mejilla, que hormigueaba por el contacto. Su pulgar limpió sus lágrimas, aunque en un momento regresaron otra vez.
"Nosotros terminamos hace mucho."- No se lo dijo con rencor o resentimiento, lo dijo como alguien que aceptaba la verdad. La miró con ojos tiernos y amorosos y ella gozaba por su contacto. Lentamente el besó su cabeza y se alejó. Arwen abrió sus ojos por la repentina perdida de su contacto y vio a través de sus lágrimas su figura que caminaba alejándose de ella.
"¡Legolas!"- gritó mientras corría hacia él. Él dio vuelta justamente cuando ella lo alcanzaba y lo abrazó con toda su fuerza.
Fue un abrazo de desesperación. Lo acercó a ella lo imposiblemente más cerca como si tratara de exprimir toda la vida de él dentro si. Arwen enterró su cabeza en su pecho y él podía sentir sus lágrimas filtrarse a través de su ropa. No quería que se fuera, sabiendo que él la dejaría, se aferró a él desesperadamente esperando que el tiempo estuviera detenido.
"No quiero que te vallas."- Sus palabras se ahogaban en su pecho.-"Amin mela lle"(Te amo) Lo apretó aún más, tirándolo siempre más cerca.
Legolas no dijo nada, pero la abrigó por algún tiempo. Sus manos se movían dentro y fuera de su cabello. Su corazón estaba latiendo locamente y le parecía que iba a estallar. Ella había dicho antes esas palabras solamente una vez y eso lo debilitaba.
Lentamente, él quitó sus manos de alrededor de su cuello pero las mantuvo cerca. La miró, como por última vez, y le hizo sufrir ser la causa de sus lágrimas.
"Nämarie, Úndomiel"- Susurró. La hubiera besado de no haber sido por unos entrometidos y preocupados ojos. En lugar de eso, levantó sus manos y las besó suavemente, nunca dejando de verla a los ojos. Después giró sobre sus talones y se alejó.
Arwen sintió una soledad como nunca la sintió antes cualquier otra alma viva. Se apoyó contra la baranda y se dobló en sus rodillas.
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DIAS DESPUÉS.
Arwen estaba parada en la orilla del balcón más alto, mirando al oste, pues el sol se ponía sobre el horizonte. El cielo estaba armonizado en tonos profundos de morado y azul, aunque Arwen no lo notó. Se sentó allí después de la puesta de sol y durante la noche.
Aragorn la encontró ahí y le trajo una pequeña lámpara para iluminar el espacio oscuro. Sabía que ella pagaba silenciosamente un tributo a Legolas. Se movió para sentarse a su lado y alcanzó su mano. Estaba mortalmente fría.
"Después de todo lo hizo,"- habló, su voz fue suave y llena de tristeza.- "El último de mi gente finalmente dejó los límites de la Tierra Media. Estoy sola."
"Arwen no estás sola. ¿Qué aún no tienes mi amor. y el amor de tus niños y de toda tu gente?"
Ella intentó sonreírle.-"Ahora todos los elfos han viajado a Valinor, nunca regresarán y eso aflige mi corazón. Aunque aún resistiré contigo hasta el final de nuestros días. Y eso es suficiente para aliviar mi corazón."
El Rey Elessar y la Reina Arwen estuvieron parados en el balcón más alto por un momento antes de regresar adentro. Arwen se detuvo por un momento para ver hacía el oeste, donde la luz se extinguía.
