Dark Kotetsu Angel: no tengo disculpa, mil perdones por no seguir antes la historia, pero de verdad, poco tiempo y el colegio... mi graduación del cole...vísperas de la universidad... mucho ajetreo... en fin. Supongo que ahora que salgo a vacaciones dentro de una semana, actualizaré más rápido. Muchas gracias por la paciencia y por leer el fic!
¡Agradezco muchísimo sus comentarios, mil y mil gracias por leer! n.n –
Disclaimer: Inuyasha no me pertenece... TT..TT
ENJOY!
oooooooooooooo
Yo necesitoCapítulo 3: Vision–Flashback
Y ambos se quedaron ahí. Kagome muy nerviosa ante la insistente mirada del hanyou. Y él, observándola a ver si la cabeza se le arreglaba. La colegiala decidió enfrentar esa mirada y hablar de una vez, sin embargo, al hacerlo, quedó sumergida en los ojos ambarinos de Inuyasha...
ooo
En ese espacio onírico, sólo existían Kagome y él. Tal parecía que la cabaña, el bosque, incluso los otros se hubiesen esfumado en un segundo. No era la primera vez que algo así – más o menos de aquel estilo – sucedía entre ellos dos. Se quedaban viendo por instantes, pero que traducidos en cada una de sus mentes, resultaban mucho más, una idea de eternidad.
Esta vez, muchas cosas hacían de este momento diferente.
Inuyasha se sentía... dolido. Aunque jamás formaría un espectáculo teatral de llanto o dramaturgia allí mismo. Mientras eso, Kagome sufría de una amalgama raro dentro de sí misma, no era ciega – de ningún modo – para no ver que aquel "fenómeno" que tenía frente a ella era bastante atractivo. Claro que, parecía que encarnara al Tarzán japonés en un tiempo moderno: ropas gastadas, cabello maltratado, algunas cicatrices por aquí y allá, y rasgos como de "la selva".
– ¡un momento!.¡Me estoy comportando como una niña hechizada por un dulce! – y se sonrojó hasta el cabello.
– Kagome... –
– Inu...yasha – qué extraño... se sentía tan familiar pronunciar ese nombre... ¿por qué sería?... además, ya no se sentía tan intimidada, ni tampoco avergonzada ante su apuesta presencia. Un momento, "apuesta"? No tardó mucho en reconocer que lo había pensado, y eso que cuando lo vio estando tan maltrecha lo calificó como un fenómeno... y a todo su inusual entorno.
– Yo em... – oh vaya, Inuyasha no tenía mucha fluidez en ese momento... hasta que, notó el sonrojo en la muchacha – Vaya Kagome... – la miró con intensidad
– Bien... T.T .¿qué dirá ahora de esto? – inconscientemente se tocó la mejilla, "solamente" estaba ardiendo, a bastantes grado centígrados.
– Creo que además de quedar sin memoria, quedaste con fiebre –
– ú.uU – Kagome se llevó el índice a la frente. – supongo... –
– Bien, por... ¿dónde comenzamos? – le dijo el hanyou, mostrando un semblante relativamente serio.
– Supongo que... desde cómo llegué aquí... ¿no crees? –
– Me parece bien... ... ¡feh!.¿Qué tanto me ves? ó.O – le reprocha a la muchacha sintiendo su mirada clavada sobre sí
Kagome sonrió un tanto – Tus orejas... –
– ¿qué hay con mis orejas? – pregunta bastante incómodo, Kagome sentía como si fuera la primera vez que se viesen. – ¡OYE!.¿qué crees que haces? –
– vaya, que suavecitas! – dijo mientras acariciaba las orejas blancas del hombre mitad bestia. – n.n –
En ese momento, Kagome se detuvo, en seco. Como si hubiera recibido un electroshock en su mente. Parpadeó repetidas veces, y soltó las orejas de aquel, como si le quemaran.
FLASHBACK...
– ¡Yo te protegeré, Kagome! –
– ¡Inuyasha!.¡No vayas! –
FLASHBACK...
– ¿Qué está pasando? – se dijo para sus adentros, mirando al vacío.
¿Por qué tenía la impresión de haber olvidado cosas sumamente importantes? Nada era un sueño. Pero no deseaba que lo fuera... muy en su interior.
– ¿Estás bien? –
Kagome lo miró, extrañada ante su ¿preocupación? Alguien que se preocupa así por otro es porque debe conocerle...
– ¿o no? – piensa la joven miko, otra vez hipnotizada ante esas dos piscinas ambarinas tan profundas. – Yo... estoy bien – me duele la cabeza
El inu youkai balbuceó algunos monosílabos, ya tenía por bien sabido que en los tiempos de Higurashi existían pociones, brebajes y aparatos extraños con los que la gente sanaba rápidamente. En teoría, se hallaba impotente, pero también pensaba que el dolor era a causa del terrible golpe.
Kagome dio un suspiró largo, y angustioso, cerró los ojos. Eran muchas imágenes, muchas cosas que no entendía.
FLASHBACK...
– ¿Kagome? –
– Arg¡Kagome!.¡Siempre metiéndote en problemas!
– Pero qué torpe eres Kagome... –
– Kagome...
Kagome...
Kagome...
FLASHBACK...
– ¡Me estoy volviendo loca! – gritó – No sé qué ra... –
El abrazo cálido, sutil y repentino del mitad demonio la tomó por sorpresa... ¿...Así se abrazan los amigos...? Entonces, Inuyasha la abrazó con más fuerza.
– ¿Desde cuándo lo hemos sido? –
– Hace mucho tiempo nos conocemos... Kagome –dijo, en voz tranquila. La muchacha pensó que él le leyó la mente, pues había respondido una de las muchas preguntas que la acechaban constantemente. – Aunque tú no recuerdes muchas cosas, así es –
– Me gustaría poder recordar, pero no puedo – y sin querer, o lo que era más probable, con una intención completamente desconocida pero presente, ella correspondió ese abrazo, colocando sus finas y delicadas manos sobre el haori del hijo de Inutaisho.
FLASHBACK...
El viento sopló sutilmente y movió los pétalos de cerezo, cayendo algunos sobre Kagome. Era el ocaso, y el cielo estaba pintarrajeado mayestáticamente de matices violetas y anaranjadas. Se encontraba junto a Inuyasha, quien a cada momento refunfuñada sobre sus esmerados cuidados, aunque muy en el fondo no estuviera tan enojado como aparentaba.
– Vaya que te hirieron, Inuyasha – expresa mientras tomaba algunas gasas y se las envolvía alrededor del brazo derecho
– ¡feh!.¡Esto no es nada. ¿Para qué te molestas en ponerme estas cosas? Sanaré pronto –
– Lo sé, lo sé... pero así estoy más tranquila – le sonrió ampliamente, mientras que por las mejillas de un maltrecho Inuyasha se asomaba un leve rubor, que ella no notó.
FLASHBACK...
¿Qué había sido todo eso? Esa última visión fue más larga... más clara. Incluso diría que podía palpar el prado, los pétalos rosados del cerezo. Le hubiera gustado saber cómo seguía avanzando ese recuerdo. No eran figuraciones suyas, a pesar de estar al tanto de que las memorias se dividen entre reales e inventadas... pero ésta y otras no eran inventadas.
Se separaron de ese intenso y casi sufrido abrazo, mirándose el uno al otro por el rabillo del ojo. Reinó un silencio incómodo, y es que no sabían qué decir. Inuyasha estaba pensando en los "libretos" para explicarle la historia, con detalles – dolorosos también –. No obstante, se hallaba en un dilema poco amigable: sentimientos... la historia que le contaría podría verse distorsionada omitiendo las veces en que la había hecho llorar por Kikyou.
Ya se veía a sí mismo contándole a Kagome...
– – ... ... (...) Y verás, te he hecho llorar muchas veces porque soy un estúpido... – –
– En verdad un idiota... – se dio un puntapié mentalmente
– Él significa mucho para mí... no tengo idea de por qué... –
FLASHBACK...
Inuyasha frunció el cejo – ¡feh! –
Kagome frunció el cejo también – Inuyasha... ù.ú... ¡OSUWARI! –
¡PAFF! – Fue el sonido de la cara del inu youkai estampada contra la tierra
FLASHBACK...
Kagome parpadeó, sorprendida. Esa visión le sacó una inevitable sonrisa, que se convirtió en una risa leve. Debía... debía comprobar eso. Si lo que le mostraba la anterior visión era verdad... entonces...
– Inuyasha –
– ¿Qué?
– ... osuwari – dijo en voz muy baja, pero lo suficientemente audible para que los ojos del hanyou se abrieran como platos... justo antes de que su cara le hiciera un psicodélico diseño de decorado al suelo de la cabaña...
– ¿qué haces? – protestó, señalando con su índice su cara llena de polvo y tierra. – e–espera... dijiste... ¿dijiste esa palabra? –
Kagome se encogió de hombros – Parece que fue un recuerdo... y era... verdadero –
– Entonces, significa que estás recordando ¡Kagome!.¡Estás recordando!.¿Sabes lo que significa?.¡Volverás a ser la misma muy pronto! –
La colegiala se le quedó mirando entre asustada–extrañada, así que Inuyasha pareció volver a su compostura semi–estoica.
– ¿Y bien? Supongo que... – titubea, colocando una mano tras su larga melena plateada – que quieres que te cuente... –
– Quiero saberlo todo – pide, esperando a que los relatos del mitad humano hagan su trabajo en estimular las lagunas en su memoria.
– ¿T–todo? Así será – replicó el – Llegaste aquí por... –
ooooooooooooooooooo
– ¿por qué no podemos entrar? – dijo Sango, mientras acariciaba a Kirara y daba una mirada a la cabaña.
– Mi estimada Sango – comenzó Miroku con una mirada que parecía desvestirla – ¬u¬... sucede que... –
¡PLAFF!
– Auch T–T... pero si no hice nada malo... –
Sango frunció el cejo, indignada – Correcto, no hizo nada malo, pero pensó algo malo... u.ú, me resulta difícil creer que Kagome se haya olvidado de su perversión...¬¬ –
El houshi se frotó su mejilla adolorida – T.Tx... como iba diciendo, no podemos interrumpirlos a ellos dos, dentro de un rato de seguro podremos, además, no ha pasado tanto tiempo... aunque no dudo que para ellos sí. –
– Espero que Kagome recuerde pronto – dijo Shippou, mirando las nubes. – No quiero ni pensar en qué puede pasar si ella se olvida de nosotros por completo... –
– Miroku... – iba a decir la exterminadora
– Ssshh... – los ojos oscuros del budista se clavaron entre los densos arbustos... – Temo que tenemos compañía... que no es bienvenida – Miroku blandió su báculo
Kirara gruñó, Sango tomó su hirai–kotsu y Shippou se colocó en guardia.
Ante ellos, dos criaturas anormales pero con rasgos humanos aparecieron frente a ellos. Se parecían mucho; los dos con el cabello castaño, larguísimo, uno de ellos lo llevaba recogido en una coleta alta, y el otro, en una cinta que lo recogía bien abajo, llegando a casi la mitad del largo. Sus ojos eran amarillo–naranja, y sus ropas, blancas, grises y negras. En cada una de sus espaldas, llevaban katanas, y extrañamente, cada uno tenía la mitad de una máscara, cubriendo el lado izquierdo del que tenía la coleta alta y la otra mitad opuesta del rostro del otro individuo.
– Hay dos poderes muy grandes aquí... –
– Sentimos su presencia – completó el que llevaba la máscara del lado izquierdo
– Y ahora... ustedes van a morir... – sentenciaron al unísono.
–––––––––––––––––
– Continuará –
–––––––––––––––––––––
