CAPÍTULO 19: "Hola, Kaede"
Japón lucía igual que cuando él se marchó a Estados Unidos.
Y pensar que sólo volvió por su pelirrojo...
Ahí estaba Hanamichi, en el aeropuerto, con Otomi en brazos. Kasumi se encontraba junto a él, sollozando, pero su mirada le decía "ve por él que yo te apoyo".
Al fin su amor era correcto y aceptado. Nadie lo culpaba. Hanamichi lo miraba con amor, Otomi aplaudía con entusiasmo.
El pelirrojo entregó a Otomi con Kasumi y abrió los brazos.
Kaede lo imitó y se abrazaron como nunca antes: con amor y con la plena conciencia de que ese amor era correspondido por ambos...
Después, Hanamichi se apartó un poco, haciendo que sus rostros quedaran frente a frente y sus bocas a escasos centímetros de distancia. Kaede pudo percibir con claridad el aliento a hierbabuena del pelirrojo. Hanamichi, en cambio, sólo pensó en lo hermosos que eran los ojos de Rukawa.
Kaede pareció verlo todo en cámara lenta: el pelirrojo cerró los ojos y empezó a aproximarse con mucha lentitud; su rostro se hacía cada vez más grande; el olor a hierbabuena era cada vez más certero sobre su nariz; estaban a milímetros...
Y, de pronto, el sonido del despertador.
—Rayos... —susurró el pelinegro.
De seguro había sido otro de esos sueños inalcanzables. Ya se le estaba haciendo costumbre despertar anhelante cada mañana... Y no le agradaba.
Encendió la televisión por costumbre. No era que de verdad quisiera estar enterado de las noticias matutinas, sino que prefería eso a recordar el sueño no cumplido durante el tiempo que no tuviera clases en la universidad.
El presentador leía sus notas con pasión casi verdadera, y Kaede pudo notarlo. Escuchó algo acerca de una anciana rescatada de un incendio en Nueva York, un gato que sabía comer con cuchara en Nueva Jersey, el estreno de una película protagonizada por Amano Kamiya... Eso le trajo recuerdos gratos. Se preguntó qué sería de la vida de Amano, y no pudo evitar el recuerdo de Haruka y Hanamichi felices y juntos. Por último, como boletín urgente, una actriz japonesa desaparecida.
Kaede iba a apagar el aparato, pero las palabras "actriz japonesa desaparecida" llamaron su atención. Subió el volumen y se sentó en el suelo frente a la caja animada. Escuchó algo que dijeron demasiado rápido: actriz desaparecida un par de días atrás, madre de una niña y novia de un muchacho estudiante de universidad local, protagonista de cierta telenovela exitosa, reportada desaparecida la mañana anterior, pero intensamente buscada desde que su novio dio el aviso. Por exhaustivos esfuerzos, el paradero de la actriz pudo descifrarse. Sin embargo, la mujer, identificada como Haruka Takami, de veintidós años, fue hallada muerta en el estacionamiento del foro donde la telenovela se grababa. Aparentemente, fue un intento de robo, pero un guardia de seguridad estaba cerca y logró detener al presunto criminal. Hubo un tiroteo en el que el guardia resultó herido y el asaltante muerto también. Nadie pudo hacer nada por ayudar a la mujer, que dejó huérfana a una hija de tres años, y solo a su novio Hanamichi Sakuragi, aún estudiante de licenciatura.
El cuerpo de la mujer había sido entregado al mencionado Sakuragi, y, según informaba el vocero oficial e íntimo amigo de la pareja, sería velado al día siguiente y cremado a la mayor brevedad.
—Hana... —se sobresaltó el pelinegro. Y no tanto por el fatídico destino de la actriz, puesto que no era su mejor amiga ni su persona favorita, sino por el pobre Hanamichi.
Cómo estaría sufriendo el pobre pelirrojo, y Otomi, huérfana de madre a los tres años...
No supo cómo reaccionar. Creyó sentir el enorme vacío que debía estar sintiendo Hanamichi. Estuvo a punto de desvanecerse, pero logró controlarse.
Pensó en viajar a Japón. Sí, eso debía hacer. Su do'aho lo necesitaba. Se había quedado sin la mujer que amaba. Él tenía que estar ahí para consolarlo y no dejarlo caer. Por él y por Otomi, puesto que la niña resentiría mucho la ausencia de su madre.
Pero tenía un juego importante al día siguiente... Era el campeonato... El equipo contaba con él...
Sería algo irresponsable dejarlo todo y marcharse a Japón sólo para secar el llanto de los ojos de chocolate que tanto amaba... Ese no era su estilo...
El básquetbol era lo más importante para él, y estaba sobre todo lo demás.
Aún sobre Hanamichi Sakuragi...
Tal vez lo más prudente era sólo llamarlo y desearle el pésame. Hanamichi seguro comprendería que era necesario que él permaneciera en Estados Unidos...
¿O no?
Tomó el teléfono y marcó.
—Señor, haga el favor de asegurar su cinturón. Aterrizaremos en diez minutos.
Era esa molesta sobrecargo de nuevo... En cuanto el avión estuviera en tierra, era seguro que buscaría a alguien con quién quejarse de la molesta mujer. No lo había dejado dormir casi nada durante todo el viaje, y aún insistía en atenderlo sin que él lo solicitara.
El avión aterrizó, y Kaede Rukawa descendió del vehículo.
¿Una llamada bastaba? Sí claro. En tus sueños más inalcanzables. Nada era más importante que Hanamichi Sakuragi y su tristeza que debía ser disipada.
No avisó a nadie que se ausentaría, salvo al entrenador del equipo. Dijo que un pariente había muerto y que debía estar con su familia. El hombre lo creyó puesto que Rukawa era constante y no abandonaba sus deberes con la escuela y con el básquetbol, a menos que fuera verdaderamente prioritario.
Recordaba cómo llegar al hogar del pelirrojo. Lo único que deseaba era que no hubieran cambiado de residencia.
Seguramente encontraría a Hanamichi abatido. No quería verlo así, pero no soportaba estar lejos sabiéndolo tan desamparado, tan triste... No podía permitirse estar lejos de él en ese momento.
Abordó un taxi a la salida del aeropuerto y le indicó al conductor la dirección. El hombre lo distrajo todo el viaje con la noticia de la actriz recién fallecida, y le habló de la lástima que sentía por el pobre chico que se había quedado solo con la hija de ambos. Le comentó que él hubiera deseado estar en el lugar del chico, para heredar toda la fortuna de la mujer. Kaede pensó que el tipo era un imbécil.
Cuando por fin llegó a la dirección, agradeció a todos los dioses porque el tiempo no se le hubiera hecho eterno.
Miró el edificio. Entró. Abordó el ascensor. Marcó el piso cuatro. Esperó oyendo la música del interior. Descendió y se detuvo frente a la puerta. "Aquí es" suspiró. No sabía lo que Hanamichi haría al verlo. Deseaba abrazarlo y consolarlo. Supuso que habría gente dentro sufriendo por la muerte de Haruka... Pero no le importó y tocó el timbre. Esperó a que abrieran.
—Kaede... —susurró una voz dulce que el muchacho casi había olvidado.
Era Kasumi Tadano, su novia a distancia y la chica a la que le había dicho que no podría verla porque tenía partidos importantes.
—Hola, Kasumi.
Lo más correcto era saludarla.
Estaba vestida de negro. Era obvio que no había dormido bien.
—¿Quieres pasar? —le preguntó— Hanamichi se alegrará de verte.
Eso lo hizo sonreír.
CONTINUARÁ...
Notas de la autora:
Hola!
De nuevo estoy por aquí, con uno de los últimos capítulos de este fic. Creo que en cuanto termine este podré finalizar también Revivir el pasado, y he de admitir que eso me emociona, puesto que son mis primeros fics largos en los que sufro igual que los personajes y me alegro por cada cosa buena que les sucede.
Gracias a quienes aún leen, a pesar de lo que me he tardado.
