Capitulo 15°

AGRADECIMIENTOS Y RETRIBUCIONES II POR LOS HERMANOS WEASLEY

Nº 4 de Privet Drive, Little Whinging, Surrey.

5 días más tarde.

Harry se hallaba sentado en un sillón en la salita de la casa de sus tíos, sus brazos alrededor de la cintura de su esposa, que cómodamente sentada en su falda, con la cabeza reclinada en su hombro, estaba riéndose por lo bajo de lo que él le estaba susurrándole a la oreja, cuando la puerta se abrió para dar paso a Dudley Dursley.

- Lord y Lady Potter, sus visitas han llegado. - Anuncio Dudley con un tono de voz suficientemente alto, para que las personas que esperaban fuera de la habitación lo oyeran claramente, como había sido instruido con anterioridad.

- Hágales pasar Dudy. - Ordeno Ginny sin hacerle caso.

- Buenas tardes queridos. - Exclamo con voz melosa Rita Skeeter al entrar en la habitación. - Les agradezco que hayan accedido a tener esta reunión.

Tras ella entraron en la sala Charlie, Fred, George y Ron Weasley, cuatro de los hermanos de Ginny, cada uno que se queda parado en el umbral de la puerta durante unos instantes, mientras su seño se ahonda al vislumbrar la escena ante ellos.

Rita rápidamente procedió a sentarse en un sillón situado al lado del de Harry y Ginny, dejando a los hermanos de esta apretarse en sofá situado frente a los dos.

- Dudy puedes traer los dulces que trajeron esta mañana, y algo de limonada. - Pidió Ginny aun riendo entre dientes por lo que le estaba diciendo Harry.

Dudley se puso verde, y hizo una mueca de verdadero asco al oír la petición de Ginny, pero con una ligera inclinación de la cabeza en muda aceptación abandono la habitación.

- Mientras esperamos, Rita usted tenia unos contratos mágicos, que supongo que mis hermanos han firmado dada su presencia aquí. - Pidió amablemente Ginny. - ¿Me permitiría examinarlos?

- Naturalmente querida. - Se apresuro a decir Rita, mientras sacaba unos pergaminos de su bolso, y se los daba a Ginny.

Ginny sostuvo los pergaminos en alto para que ella y Harry lo pudieran examinar juntos, tras varios minutos y un par de ataques de risa, ante los comentarios que Harry siguió susurrando en los oídos de su esposa, Dudley había vuelto en dos ocasiones, trayendo la primera vez una bandeja con varios vasos y una gran jarra de limonada, que deposito en una mesa de café frente a donde estaban sentados Harry y Ginny, y en el segundo viaje, otra bandeja llena de lo que parecían ser unos pequeños corazones aun palpitantes, mezclados con manos y pies en miniatura que se arrastraban torpemente por la bandeja.

- ¿Que os parece? - Interrogo Ginny con destellos en los ojos. - Son unos nuevos dulces que Harry y yo vamos a comercializar, los llamamos Delicias de Caníbal.

Los hermanos Weasley asombrados cruzaron miradas de desconcierto, hasta que Fred y George intercambiaron unas palabras en un susurro y se volvieron a hablar a las orejas a sus hermanos, después de lo cual los cuatro Weasley sonrieron a Harry y Ginny afectadamente.

- ¿Realmente creéis que somos tan ingenuos? - Inquirió Ron pareciendo muy pagado de si mismo.

- ¿Por que? - Pregunto Ginny intentando parecer inocente, pero dejando traslucir un poco de irritación.

- ¡Oh venga! Este es el truco más viejo del mundo. - Exclamo Ron riendo afectadamente. - Dulces encantados. ¿No podíais pensar en algo más original?

- Prácticamente todos los dulces que se venden en el mundo mágico están encantados, Ron. - Contesto fingiendo no saber de que estaba hablando su hermano, sin demasiado éxito. - ¿Por que estos iban a ser diferentes?

- Ginny, Ginny, Ginny, se os ha visto el plumero, es inútil que intentes arreglarlo ahora. - Dijo condescendientemente Ron. - Es evidente que habéis maldito los dulces para vengaros de nosotros.

Ginny hizo una mueca ante las palabras de su hermano, y aun que rápidamente se recompuso y intento fingir sorpresa, su gesto no paso inadvertido para los varones Weasley que sonrieron divertidos.

- ¡No es verdad! - Negó vehementemente Ginny, y continuo en un tono ofendido. - Me ofende que creáis que recurriríamos a un truco tan burdo.

- No malgaste el aliento hermanita, no vamos a caer en vuestra trampa. - Respondió confiadamente Ron.

- ¡Bien! - Exclamo enojadamente Ginny, y cogiendo uno de los dulces en forma de corazón procedió a comerlo con gran placer, tras lo cual, increpo a su hermano con una sonrisa irónica en los labios. - ¿Ahora Que¿Aun piensas que están malditos?

- ¿Que...¿Como...? - Balbuceo Ron sorprendido durante unos instantes, pero rápidamente se recupero y volvió a acusar a su hermana. - ¡Oh muy bueno Ginny! Así que no todos están malditos, dime Ginny, cuales están encantados, los pies o las manos, o son los dos.

- Ron... No... Están... Malditos. - Dijo muy despacio Ginny hablando con su hermano como si fuera un niño pequeño. - Me ofende que puedas creer que yo intentaría algo tan evidente.

- ¿Y esperas que creamos eso? - Pregunto despectivamente Ron.

- ¡Oh Merlín! - Exclamo Ginny levantando los brazos a cielo. - Por mi puedes creer lo que quieras, solo estaba intentando ser cortes, no que lo merezcáis, no queréis probad los dulces, pues no lo hagáis, no es como que os vayáis a morir de hambre.

Y sin decir nada más, Ginny cogió un pie y una mano de la fuente de dulces, y tras darle uno a Harry, los dos comieron los dulces con evidente placer.

- ¡No vas a engañarnos! - Exigió Ron cruzando los brazos sobre el pecho enfurruñado. - Sé que hay un truco... Tomasteis un antídoto contra la maldición... O los dulces malditos están marcados para que solo vosotros podáis verlos... O solo están malditos los dulces que tu probaste con una maldición que solo afecta a los hombres... O...

- ¡O cállate! - Grito irritada Ginny.

- ¡Tu no eres nadie para decirme que me calle! - Grito a su vez Ron levantándose de golpe.

- ¡Esta es mi casa, y tu eres un invitado! - Respondió aun más fuerte Ginny, levantándose y enfrentando a su hermano. - ¡Yo te diré que te calles cuando me de la gana !

- ¡Esta es la casa de Harry, no la tuya! - Replico sulfurado Ron.

- ¡Harry es mi marido! - Exigió Ginny echando chispas por los ojos. - ¡Su casa es mi casa!

Ron se puso blanco como la nieve, los puños prietos pegados a los lados, erguido en toda su altura, los ojos brillando en la furia y la boca abierta incapaz de formular una respuesta, parecía una bomba apunto de estallar.

Pero antes de que ocurriera algo más Rita Skeeter se interpuso entre los dos hermanos, y dándoles una sonrisa forzada los aparto suavemente.

- Venga, venga, no van a pelearse por una tontería, cuando tenemos cosas más importantes de que hablar. - Dijo rápidamente mientras daba una mirada de advertencia al mayor de los hermanos Weasley presentes, que rápidamente reacciono levantándose y haciendo a Ron sentarse a su lado mientras le susurraba palabras tranquilizadoras.

Harry mientras había cogido la mano de Ginny, y la había tirado de nuevo sentada en su falda, y igual que Charlie estaba susurrando algunos comentarios en su oreja, pero a diferencia de este parecía que Harry estaba felicitando a su esposa por la gran sonrisa que apareció en los labios de ella.

Una vez los ánimos parecían más calmados, Rita volvió a tomar asiento, y tras buscar en su bolso saco una caja de bombones que ofreció a los hermanos Weasley.

- Estoy segura de que los dulces que nos han traído son exquisitos, pero yo estaría muy agradecida si prueban estos bombones y me dan su opinión. - Pidió conciliadoramente Rita. - Son unas muestras que me han dado mis jefes de unos bombones, que igual que estos dulces, van a ser comercializados próximamente, y el Profeta va a realizar la campaña publicitaria del lanzamiento.

Los hermanos Weasley aceptaron rápidamente los bombones de Rita con una sonrisa en los labios, Harry y Ginny por su parte rechazaron la oferta educadamente, volvieron a examinar los pergaminos que les había dado la periodista.

- Parece todo correcto. - Informo a los presentes Ginny devolviendo los pergaminos a Rita unos minutos más tarde. - Si todos los presentes están de acuerdo podríamos pasar a cumplir el ultimo prerrequisito para que esta reunión tenga lugar.

- Naturalmente querida. - Acepto rápidamente Rita, dándoles una mirada de advertencia a los hermanos de Ginny, que parecían querer decir algo.

- Excelente - Exclamo Ginny con una gran sonrisa, y cogiendo una campanilla que había en una mesita al lado de ella, y la hizo sonar.

Tras unos minutos Dudley Dursley entro, y se acerco inseguramente a Harry y Ginny.

- Han llamado Lord Potter, Lady Potter. - Pregunto Dudley, causado que los hermanos Weasley intercambiaran miradas de irritación al oír como se había referido a su hermana.

Ginny cogió una de las manos de Dudley con las suyas y le dio una mirada llena de compasión, que rápidamente se siguió por una de puro terror de Dudley.

- Dudy querido, mi marido y yo estamos muy preocupados por ti. - Declaro con un tono triste Ginny, haciendo removerse incómodos en sus asientos a sus hermanos, empezar a temblar a Dudley.

- ¿Preocupados? - Atino a articular Dudley con incredulidad. - ¿Por mí?

- No hemos podido dejar de notar tu... Constante estado de indisposición, Dudy. - Explico inocentemente Ginny, causando a Dudley ponerse rojo como un tomate, ignorando la reacción del muchacho Ginny continuo señalando a sus hermanos. - Por eso hemos pedido a estos... Estos... Expertos en la materia, venir para ayudarte.

- ¿Queee? - Grito Dudley, mientras retrocedía a trompicones contra la pared, al tiempo que se tapaba el trasero con ambas manos, y miraba con ojos desorbitados a los hermanos de Ginny. - Por favor... No es necesario... Por favor... No me hagan nada... Yo seré bueno... Por favor... Haré todo lo que quieran...

- ¡Oh venga Dudy! Claro que es necesario. - Objeto risueñamente Ginny. - Solo hay un baño en esta casa... Y hay un limite a lo que los ambientadores pueden hacer.

- No... No... No... - Empezó a repetir sin cesar Dudley mientras lloraba y negaba con la cabeza.

- Dudy querido, es por tu bien. - Insistió amablemente Ginny. - Tu madre nos a dado permiso, de hecho ella nos pidió que lo hiciéramos.

Dudley miro atónito a Ginny por unos segundos, hasta que con un impulso repentino se lanzo hacia la puerta.

- ¿Rita? - Dijo con suavidad Harry, hablando por primera vez en voz alta desde que sus cuñados habían llegado. - La puerta, por favor.

- Colloportus. - Dijo Rita con una sonrisa en los labios mientras apuntaba con su vara a la puerta, antes de que Dudley pudiera salir de la habitación.

- Dudley. - Llamo suavemente Harry, mientras Dudley se dirigía desesperado hacia la ventana que daba al jardín, tras tratar infructuosamente de abrir la puerta. - No vamos hacerte nada si tu no quieres, si quisiera maldecirte lo haría a la cara, no necesito ningún tipo de subterfugio para hacerlo, así que cálmate y escúchanos por un momento.

Sin hacer caso de su primo, Dudley intento abrir la ventana, para su desgracia Rita había tomado la iniciativa, y sin que nadie se lo pidiera había agregado varios encantos a la ventana para que no pudiera abrirla o romperla.

- ¡Dudley!... ¡Dudley!... ¡Dudley! - Acabo gritando exasperado Harry, después que su primo estrellara una silla contra la ventana, causado que su primo se girara para mirarlo asustado. - Puede que no seamos amigos... ¿Oh! A quien quiero engañar, tengo motivos más que suficientes para odiarte el resto de mi vida, pero a menos que me des algún motivo ulterior, no tienes nada de que preocuparte de mí, me doy más que satisfecho por con el acuerdo que hemos llegado para este verano y el siguiente, solo espero que tú y tu familia aprendáis una lección de todo esto.

Ante las palabras de su primo, Dudley se calmo un poco aun que sus rodillas continuaron temblando mientras miraba fijamente a Harry.

- Dudley, cuando abriste esa carta dirigida... - Los ojos de Dudley parecían a punto de salir de sus orbitas ante la declaración de Harry. - Si se que abriste esa carta... Como iba diciendo, cuando la abriste recibiste una maldición muy antigua, que es la causa de todos los trastornos que has estado teniendo...

- U... ¿Una Mal?... ¿Maldición? - Tartamudeo Dudley sumamente aterrado.

- Sí, una maldición Dudley. - Respondió cansadamente Harry. - Nosotros hemos hecho un trato para que te la quiten, pero es una oferta única, o lo hacen hoy, o no volverás a acercarte a una mujer durante toda tu vida, tu eliges.

- ¿To?... ¿Toda?... ¿Mi vida?. - Repito anonadado Dudley.

- Sí. - Respondió con firmeza Harry. - ¿Así que va a ser¿Quieres que te la quiten?

- S... Si. - Respondió un tembloroso Dudley Dursley, sin mirar a su primo a los ojos.

- Perfecto, ahora que tenemos la plena colaboración de Dudy, podríamos proceder. - Pidió Ginny a sus hermanos, haciendo caso omiso de lo que había ocurrido.

Los hermanos Weasley se miraron desconcertados ante lo ocurrido, finalmente encogiéndose de hombros Fred y George se levantaron y encararon a su hermana y su esposo.

- Nuestra queridísima inocente e ingenua hermanita pequeña... - Empezó a decir Fred dando una ampulosa reverencia a su hermana.

- Y el pervertido gusano traidor que la ha seducido... - Agrego George saludando a Harry de igual manera

- Ante todo nos gustaría señalar... - Continuo Fred.

- Puntualizar... - Añadió George.

- Remarcar... - Insistió Fred.

- Para evitar cualquier posible confusión... - Dijo George.

- Malentendido... - Siguió Fred.

- O equivoco... - Agrego George

- Que nosotros solo nos hemos comprometido a levantar la maldición... - Explico Fred, con un sonrisa afectada.

- En el caso y solamente en el caso, que la ballena. - Continuo George con una mueca idéntica a la de su hermano gemelo, señalando vagamente a Dudley con la mano.

- Este realmente maldito... - Retomo la palabra Fred.

- Y únicamente y exclusivamente... - Puntualizo George.

- Si se trata de la maldición que nosotros enviamos. - Acabo Fred

- Si yo no he leído mal el contrato mágico que habéis firmado, la única magia que podéis usar mientras estéis en esta casa, es el contador para esta maldición. - Respondió con una sonrisa divertida Ginny. - ¿Así como pensáis comprobarlo?

- Bien ese no es un problema... - Contesto con una gran sonrisa Fred.

- Permítenos encantadora hermanita pequeña que te iluminemos con nuestra gran sabiduría... - Continuo con un tono alegre George.

- Inteligencia... - Añadió Fred.

- Y previsión... - Siguió George.

- Ves esta bonita piedra... - Pregunto bastante pagado de si mismo Fred, mientras mostraba en alto una pequeña y redondeada piedra gris.

- Esta encantada para brillar si la persona que la toca a recibido la maldición que nosotros os enviamos. - Termino risueñamente mientras su hermano gemelo lanzaba rápidamente la piedra a Harry.

Harry cogió la piedra en el aire con una sonrisa afectada, y jugo por unos instantes con ella, ante las caras de decepción de los hermanos Weasley, antes de pasarla a Ginny y susurrar algo en la oreja de la muchacha, que la hizo reír inconteniblemente, a la creciente irritación de sus hermanos.

- Bien, si queréis hacer los honores. - Dijo finalmente Ginny, una vez había conseguido dominarse, arrojando la piedra devuelta a Fred.

Fred irritadamente se acerco a Dudley, y coloco la piedra contra la frente del tembloroso muchacho, y esta empezó a brillar inmediatamente, causando una hola de suspiros de los otros tres hermanos Weasley.

- Una vez hemos terminado con vuestra... ¿Demostración de sabiduría? - Dijo Ginny burlonamente. - ¿Vais hacer honor a nuestro acuerdo, o habéis preparado algún otro numero circense para nuestro entretenimiento¿Quizás algunos juegos malabares después de la actuación de los payasos?

Ante los comentarios irónicos de Ginny, el seño de sus hermanos se puso más oscuros, pero tras un pequeño intercambio de miradas, Fred procedió resignadamente a quitar la maldición.

Dudley profirió un grito de puro terror, cuando se cubrió con una brillante luz azul mientras el hermano de Ginny murmuraba las palabras del hechizo, y inmediatamente que este termino, se cubrió la entrepierna con ambas manos, para proseguir tras unos instantes, a palparse todo el cuerpo con una cara de creciente alivio.

- ¡Magnifico! - Declaro alegremente Ginny. - Ahora si no le importase Rita, podría quitar los hechizos de la puerta y la ventana.

Tan pronto como Rita saco su vara para quitar los hechizos, Dudley cubrió protectoramenté sus partes nobles con sus manos, y retrocedió hasta pegar su trasero contra la pared más cercana, tras unos instantes, sin apartar su mirada de la recolección de magos y brujas que lo estaban observando con gran entretenimiento, se deslizo extremada lentitud a lo largo de la pared hasta llegar a la puerta, donde disimuladamente comprobó que estaba realmente abierta, antes de abandonar la habitación a la carrera, clamando por su madre a pleno pulmón, ante el regocijo de todos los presentes.

- Bien, ahora que ya hemos cumplido con todas las formalidades. - Dijo tras unos instantes con tono despectivo Ginny. - ¿Podríais explicarnos por que caprichosa razón habéis sentido la necesidad de hacernos perder nuestro valioso tiempo pidiendo esta reunión?

Los hermanos Weasley premiaron a su hermana con múltiples mirada asesinas, que ella impertérrita devolvió una por una, hasta obligar a los cuatro varones apartar la vista y revolverse incómodamente en sus asientos, finalmente Rita Skeeter se apiadó de ellos y intervino rompiendo la tensión.

- Vera querida, sus hermanos se me acercaron planteando la existencia de algunas incorrecciones las declaraciones, que usted y el señor Potter hicieron en su entrevista. - Dijo Rita sin dar mucha importancia a sus palabras, como si estuviera hablando del tiempo.

- ¿Y cuales podrían ser esas incorrecciones? - Pregunto Ginny fingiendo sorpresa ante las palabras de Rita.

Sus hermanos cruzaron miradas indignadas entre si, antes de que Charlie tomara la palabra.

- Ginny, sabes perfectamente a lo que nos estamos refiriendo, toda esa historia de amor a escondidas que contasteis en la entrevista, es una sarta de mentiras, igual que todas esas historias sobre nosotros amenazando a Harry, o intentando secuestrarte después del ataque a la madriguera, nada de eso es cierto. - Riño con firmeza a su hermana Charlie. - Como no es cierto que os casasteis por amor, vuestro matrimonio no es nada más que una farsa debida a un absurdo accidente.

- Él nunca te hizo el menor caso, y tu no podías acercarte a menos de diez pasos de él sin sonrojarte, tartamudear y acabar saliendo corriendo - Intervino furioso Ron. - Yo, yo os propuse que fuerais juntos al baile del torneo de los tres magos, y fuiste tú quien se negó a ir con él.

- Yo ya le había dicho que sí a Neville. - Se defendió tranquilamente Ginny. - No podía aceptar la propuesta de Harry.

- ¡Aja! Lo reconoces. - Exclamo triunfantemente Ron, señalando a su hermana mientras miraba a la reportera sentada junto a ella. - Usted lo ha oído Rita, ha reconocido que es verdad, ahora no puede negarlo.

- ¿Y por que iba a negarlo? - Pregunto fingiendo sorpresa Ginny. - Si es la verdad.

De nuevo los hermanos Weasley volvieron a intercambiar las miradas, esta vez con claras muestras de desconcierto, y de nuevo Charlie volvió a tomar la palabra, y hablar en nombre de ellos.

- ¿Entonces, tu y Harry vais a detractaros de vuestras declaraciones? - Pregunto en un tono de voz inseguro Charlie.

- No. - Respondió contundentemente su hermana.

- ¿Por qué no? - Exigió saber Ron levantándose de golpe de su asiento. - ¿Por qué dijisteis todas esas mentiras en primer lugar?

- No es como pudiéramos ocultar lo que ha pasado. ¿No? - Respondió tranquilamente Ginny. - Qué queríais que dijéramos cuando las personas empezaran a preguntar: "¡Oh! Lord Voldemort va detrás de mí por que él me poseyó en mi primer año, y me uso para liberar el Basilisco que casi mato media docena de estudiantes, y accidentalmente me transfirió algo que ahora que quiere recuperar, y claro solo duermo con Harry debido a un absurdo accidente." ¿Que pensáis que todo el mundo diría de mí¿Queréis que pase por una cualquiera¿Creéis que alguien creerá que Harry y yo no tenemos relaciones, cuando ni siquiera mis hermanos confían en nosotros¿O lo que esperáis es que la gente me tenga miedo y me rehuya? Ginny Potter, la concubina del señor oscuro, si la haces irritar te enviara un basilisco a matarte.

- ¿No podíais encontrar otra explicación que no nos involucrará? - Inquirió con un tono cansado Charlie tras unos minutos.

- ¿Qué ocurre? No tenéis ningún problema en hechizar a Harry para proteger mi honor, cuando lo único que a hecho él en su vida es intentar ayudar a nuestra familia, pero vosotros no estáis dispuestos a hacer el más mínimo sacrificio para mí. - Replico con tono de desilusión Ginny.

- ¡Mínimo sacrificio¡¡¡Mínimo sacrificio! - Exploto Ron completamente rojo gritando a pleno pulmón. - La mitad de las chicas de la escuela me han enviado ahuyadores... Y... Y esas insinuaciones que hicisteis... ¡Greg y Clabe me han enviado proposiciones románticas!

- ¡Oh¿Y que les has contestado? - Pregunto interesadamente Ginny. - ¿Has aceptado?

Ron salto de su asiento y avanzo dos paso hacia su hermana con los puños cerrados y una mirada de absoluta furia en los ojos, pero afortunadamente Charlie fue más rápido y lo cogió antes que pudiera ir más lejos.

- No es cuestión de broma. - Intervino Fred hablando con seriedad, quizás por primera vez en su vida. - Nuestras ventas han bajado en picado desde que salio el articulo.

- Hay un grupo de mujeres manifestándose constantemente delante de nuestra tienda, y no parecen tener intención de dejarlo en el futuro cercano. - Se quejo lúgubremente George.

- ¡Cada vez que asomamos la cabeza intentan hechizarnos!. - Siguió lúgubremente Fred.

- Los únicos que entran ya en nuestra tienda, son manojo de tipos raros vestidos en túnicas de colores chillones, que harían parecer a las de Gilderoy Lockhart elegantes. - Continuo George desanimado.

- Y no compran nada, solo se dedican guiñarnos el ojo y enviarnos besos cada vez que nos ven. - Dijo molesto Fred.

- ¡Uno de ellos me dio una palmada en!... - Se quejo indignado George. - ... En alguna parte.

- Y no es solamente en la tienda. - Añadio con voz fúnebre Fred. - No podemos dar dos paso en publico sin que una mujer nos de una bofetada y intente hechizarnos.

- ¿Quizás debería sentir un poco de lastima de vosotros? - Se pregunto con aire meditativo Ginny, para añadir con una sonrisa irónica. - Pero ya sabéis, yo tengo tal temple terrible, y soy capaz de hacer cualquier cosa para conseguir lo que quiero...

- Ginny... - Intento interrumpir Charlie.

- Y soy tan poca cosa, esta es mí única oportunidad de seducir a Harry... - Continuo Ginny ignorando a su hermano. - Y vosotros intentasteis estropearla.

- Ginny sabes que no lo queríamos decir. - Afirmo cabizbajo Charlie, sin atreverse a mirar a su hermana.

- Claro no lo queríais decir, como no queríais maldecidnos, solo estabais jugando y se os fue un poco la mano. ¿No? - Replico ácidamente Ginny.

- Ginny... Lo sentimos, no deberíamos haberlo hecho... pero estábamos preocupados por ti. - Se disculpo Charlie.

- Menuda preocupación, no es suficiente que Voldemort intente matarme, no es suficiente que tenga que pasarme todo el verano en una casa donde odian a la magia y a todos los magos y brujas, no es suficiente que Harry y yo hayamos acabado casados y obligados a vivir dentro del alcance del brazo del otro, no, hacia falta que mis hermanos me maldecieran para hacer mi vida aun más miserable. - Acuso irritada Ginny.

- No intentábamos maldecidte a ti. - Grito furioso Ron desde el otro lado de la habitación, donde había estado paseando enojadamente bajo la atenta mirada de su hermano, que permanecía de pie al lado del sofá donde estaban sentados los gemelos, desde que le había impedido acercarse a Ginny.

- No claro, queríais maldecid a Harry que se vio envuelto en todo este enredo solo para intentar ayudarme. - Puntualizo enojada Ginny. - Dejemos de lado por unos instantes el hecho que Harry no merecía que lo hechizarais, y el hecho que cualquier hechizo que golpee a uno de los dos afectara igualmente al otro, os parasteis a pensar lo que hubiese significado para mi, obligada a estar al lado de Harry todo el tiempo, si hubierais conseguido maldecidlo.

- Ginny, lo sentimos. - Intervino con aire contristo Fred.

- Si, no dejamos llevar por la travesura. - Convino en el mismo tono George.

- No pensamos en las consecuencias. - Añadió Fred

- Debimos haber confiado en ti y Harry. - Continuo George.

- Ya hemos aprendido la lección. - Se apresuro a decir Fred.

- No volveremos a interferir en vuestras vidas - Aseguro George.

- Por favor, perdónanos. - Pidieron a coro los dos hermanos arrodillándose en el suelo y empezaron a hace reverencias ante Harry y Ginny. - Por favor, perdonarnos.

- Tienen razón Ginny, cometimos un gran error. - Estuvo de acuerdo Charlie, de pie al lado de los gemelos, mientras Ron los miraba desde lejos, sulfurado y con los brazos cruzados en el pecho, sin decir nada. - Lo sentimos.

Ginny se giro y murmuro algunas palabras a la oreja de Harry, y espero hasta que este asintiera ausentemente antes de dirigirse a sus hermanos de nuevo.

- Rita podríamos convencerla, que publicara una disculpa publica de mis hermanos, algo así como que no tienen nada contra Harry, que están encantado con nuestra boda, y solo habían intentado separarnos por que pensaban que éramos demasiado jóvenes. - Pregunto lentamente Ginny. - Luego podrían explicar que estaban bajo los efectos de un hechizo cuando intentaron secuestrarme y enviaron esa maldición, y claro, desmentir categóricamente esas insinuaciones que tanto parecen molestarlos.

- Por supuesto querida estaría encantada de publicar esa disculpa. - Acepto con una sonrisa Rita.

Fred y George se levantaron del suelo, y le dieron a su hermana una ligera sonrisa de compromiso, no demasiado felices con la solución, pero aceptándola regañadientes.

- ¿Cómo puede estar de acuerdo? - Grito Ron dirigiéndose a la periodista. - Usted la oído, nada de lo que le dijeron era vedad.

- Hoy día la verdad es algo tan relativo. - Respondió concisamente Rita.

- ¡Ellos la engañaron! - Grito fuera de si Ron.

- ¡Oh no! Le aseguro que no me engañaron. - Lo corrigió Rita.

- Pero... Usted la oído... - Tartamudeo Ron desconcertado, señalando con su mano a Ginny. - Ella lo ha reconocido... Lo que le dijeron era mentira.

- No, señor Weasley, si bien es cierto que habían... algunas incorrecciones en el articulo, también es cierto que esto no ha venido como una sorpresa a mí. - Respondió con una sonrisa falsa Rita.

- ¿Usted lo sabia? - Exclamo escandalizado Ron, mientras el resto de los hermanos Weasley miraba en la sorpresa a la periodista.

- Rita fue sumamente útil a la hora de elaborar la historia. - Aclaro con una sonrisa Ginny.

- ¿Por... Por que? - Tartamudeo anonadado Ron.

- Siempre es positivo estar a bien con los jefes. - Declaro encogiéndose de hombros Rita.

- ¿Los jefes? - Exclamaron a coro los hermanos Weasley.

- ¿No lo sabiais? - Inquirió inocentemente Ginny. - Harry descubrió este verano que él es, o será cuando el año que viene cumpla diecisiete, el dueño del Profeta, o para el caso de prácticamente todos los otros medios de comunicación del mundo mágico.

Los cuatro hermanos Weasley se quedaron con la boca abierta mirando a su hermana, hasta que de repente Fred palideció notablemente.

- ¡Los bombones! - Exclamo Fred señalando a Rita. - Usted dijo que se los habían dado sus jefes.

- Si, me los dieron esta mañana cuando vine a concretar los detalles de la entrevista. - Confirmo divertida Rita observando como los cuatro hermanos Wesleys se ponían blancos como la nieve.

- Ya os he dicho que no íbamos a intentar un truco tan burdo como maldecid los dulces de la bandeja. - Afirmo con una risita Ginny.

- ¿Los bombones... Estaban malditos? - Pregunto con voz insegura Charlie.

- ¿Que¡Oh no! - Respondió con sorpresa fingida Ginny. - ¿Cómo podéis pensar que seriamos capaces de maldecirós?

- Gracias a Merlín. - Dijo con un suspiro Charlie mientras se enjugaba el sudor de la frente con una mano.

- Claro que no estaban malditos, ahora encantados... Si que estaban encantados. - Añadió Ginny una vez sus hermanos ya se habían relajado.

- ¿Encantados? - Gimieron al mismo tiempo los varones Weasley.

- Si. - Respondió con aire inocente Ginny.

- ¿Que hacen? - Inquirió inseguro George.

- Rita ya os lo ha dicho, es un nuevo producto que vamos a comercializar. - Respondió alegremente Ginny. - Lo llamamos BabyBoom.

- ¿BabyBoom? - Repitió inquieto Fred.

- Si, es para niños pequeños, uno come un bombón y reproduce el curso de un embarazo en noventa segundos, nada demasiado realista, simplemente se hincha la barriga, un ligero mareo durante unos instantes, algunas sensaciones de nauseas, unas contracciones indoloras al final, y tras un pequeño estallido aparece una muñeca o un muñeco. - Explico tranquilamente Ginny.

Fred y George intercambiaron miradas de desconcierto con Charlie, mientras Ron se acerco despacio hacia donde estaban sus hermanos con los puños fijos a los lados.

- Pero hemos comido los bombones y no nos ha pasado nada. - Afirmo desconcertado Charlie.

- Si, es curioso. - Respondió escuetamente Ginny, antes de volverse a la periodista sentada a su lado. - ¿Podría ver la bolsa de los bombones Rita?

- Por supuesto señora Potter. - Respondió alegremente Rita, sacando la bolsa y dándosela a Ginny.

- ¡Ah Claro! Me equivoque de bolsa, estos son los BabyBoom para adultos. - Exclamo Ginny sonriendo alegremente.

- ¿Para adultos? - Inquirió nerviosamente Fred y George.

- Si, son unas de las primeras pruebas del producto, pero los descartamos porque pensamos que no tendrían mucha salida. - Explico con voz casual Ginny.

- ¿Que... Que diferencia hay con los otros? - Pregunto con voz entrecortada Charlie.

- No muchas, solo duran más tiempo y son más realistas. - Respondió con voz casual Ginny.

- ¿Cuánto tiempo más? - Pidió rápidamente Fred.

- ¿Y cómo de realistas? - Añadió inmediatamente George.

- Bien hay diferentes tipos de bombones con diferentes tiempos de duración, según el tipo pueden variar desde las nueve horas hasta los nueve meses. - Dijo inocentemente Ginny, evitando mirar la cara de horror de sus hermanos, para no estallara reírse. - Y son muy realistas, muy, muy realistas.

Fred, George y Charlie se quedaron mirando a su hermana con ojos desorbitados, mientras toda la sangre abandonaba sus caras.

- ¿Cuánto duraran los que nos habéis dado? - Exigió Ron en un gruñido, avanzando más allá de sus hermanos.

- Realmente Ron, nosotros no os hemos dado ninguno. - Objeto Ginny con un tono regañón propio de Hermione.

- ¿Cuánto? - Volvió a exigir levantando la voz Ron.

- No mucho. - Respondió tranquilamente Ginny después de volver a examinar la bolsa de bombones, causando que los gemelos y Charlie dieran un suspiro de alivio. - Nueve semanas.

- ¡Yo los mato! - Grito Ron lanzándose sobre Ginny y Harry.

Inmediatamente hubo cuatro estallidos, y donde había habido antes los cuatro varones Weasley, solo quedaba su ropa y sus varas.

- ¡Umm! Rita parece que se olvido de explicarles a mis hermanos las condiciones del contrato mágico que firmaron. - Declaro Ginny con una risita.

- ¡Oh no, Señora Potter! Puedo asegurarle que informe convenientemente de lo que ocurriría si intentaban atacarlos a usted o el señor Potter. - Contesto solemnemente Rita, para añadir con una risita. - Aun que quizás olvide mencionar que su ropa y sus varas se quedarían atrás cuando fueran enviados a la calle Diagon.

- Un error muy comprensible. - Respondió comprensivamente Ginny. - Realmente pueden dar las gracias que aun conservan sus calzoncillos, aun que pensándolo mejor, no sé si eso es bueno o malo, considerando lo que acostumbran a llevar mis hermanos.

- Estoy segura que no son eso malo. - Objeto Rita con una sonrisa.

- Oh, creame son mucho peor. - Replico riendo por lo bajo Ginny. - ¿El profesor Lupin acepto nuestra propuesta?

- Si, estuvo encantado. - Explico la periodista. - En estos mismos instantes debe estar en la calle Diagon tomando las primeras fotografías del embarazo de sus hermanos.

- Magnifico. - Indico con voz alegre Ginny. - Si no le importa Rita, podría recoger la ropa y las varas de mis hermanos y llevárselas a la calle Diagon, estoy seguro que se abran refugiado en la tienda de los gemelos.

- Naturalmente. - Acepto Rita al tiempo que convocaba la ropa y las varas, las guardo en su bolso una vez las había encogido. - Será un placer.

- Muchas gracias. - Dijo amablemente Ginny. - Ha sido un placer contar con su colaboración.

- El placer a sido mío, no siempre se puede jugar una travesura en los infames gemelos Weasley. - Respondió sinceramente Rita. - Ahora si me disculpan, iré a devolver su ropa a sus hermanos.

Sin decir más Rita abandono la habitación dejando a Harry y Ginny solos.

- ¡Ha sido genial! - Exclamo entusiasmada Ginny, levantándose de un salto y tirando a Harry de pie, para besarlo intensamente. - ¿Has visto su cara cuando han comprendido que los bombones estaban encantados?

- Si. - Respondió lacónicamente Harry.

- ¿Y cuando has cogido la piedra de los gemelos? - Siguió eufórica Ginny. - Parecía como si les hubieran dicho que tenían que besar a Snape.

- Si. - Volvió a contestar Harry con una voz carente de emociones.

Ginny se callo durante unos instantes, y miro fijamente a los ojos a su esposo.

- ¿Que ocurre Harry¿No funciono¿No pudiste usar Legeremancia en ellos mientras estaban distraídos? - Inquirió con voz preocupada Ginny. - No importa Harry, encontraremos otra forma de obtener información de lo que esta pasando.

- No. - Respondió tristemente Harry. - Funciono perfectamente, demasiado bien.

- No comprendo. - Dijo desconcertada Ginny. - ¿Que ocurre entonces?

- Ron y Hermione... Se han unido al Orden del Fénix. - Declaro tras una larga pausa Harry, sin atreverse a mirar a Ginny a los ojos.

- ¡Pero eso es magnifico! - Exclamo entusiasmada Ginny. - No lo comprendes, si se lo han pedido a ellos, significa que nos lo pedirán a nosotros cuando salgamos de aquí.

- No Ginny, no van pedírnoslo. - Dijo en un susurro Harry. - El Orden del Fénix a reclutado a Ron y Hermione para espiarnos.