1.- Your nitghmares.
Bien quizás esa no era la mejor forma de iniciar un dialogo entre nosotros, suspire por lo bajo antes de sentir la mirada inquisidora de mi madre vigilando cada uno de mis movimientos, la forma en que comía, en que me sentaba, en que me limpiaba la boca. Mis modales no habían mejorado mucho desde que había entrado a Hogwarts. Escuche un gruñido por parte de mi padre. Una buena manera de llamar la atención de nuestra diminuta familia.
"Recibí una carta de los Potter. Me han enviado una petición para que los acompañes antes del inicio de clases al Callejón Diagon" la voz de mi padre era profunda, pero de un volumen algo alto. "Sabes que no me gustan las amistades que llevas"
"Los Potter son sangre limpia" murmure aun mirando mi plato. La pequeña tirana de mi madre dio un golpe en la mesa y de inmediato levante la cabeza. Mirando los ojos grises de mi padre.
"Se que son sangre limpia" dijo mi padre "Pero son de esa clase de magos que se juntan con híbridos y sangre sucias. Manchan con su conducta el hecho de ser mago. Muy vergonzoso que una familia de un linaje tan antiguo como el nuestro se comporte de esa manera"
"Además los Potter no siguen las expectativas del señor Oscuro" apoyo mi madre con su siseante voz "Sigues muy malos pasos Sirius"
Baje la mirada de nuevo, tratando de no demostrar mis sentimientos, tenia ganas de gritarles que no tenían derecho de juzgar así a la gente, después de todo, éramos todos humanos, hechos a la semejanza de Dios. Pero al parecer ellos no parecían creerlo.
"¿Y que haré padre?" pregunte, tratando de mostrar respeto hacia mi padre.
"Iras a esa visita al Callejón Diagon" dijo mi padre dando un sorbo largo a su copa después de decirme eso "Hasta que el señor Oscuro no tenga definido que familias cumplen los estatutos normales, seguirás haciendo amistad con Potter"
Eso me alegro, después de decidir que no quería seguir con mi cena, pedí permiso para retirarme a mi habitación y los deje solos en el Comedor, cruce con pasos lentos el corredor que estaba decorado con las cabezas de nuestros elfos antiguos, Regulus, mi hermano estaba callado al final de la escalera, era raro verlo así, casi siempre se la pasaba parloteando tratando de presumirme lo que había hecho con padre durante las tardes en el Ministerio. Pero no me dijo nada, simplemente me dedico una larga mirada parecida a la de mi madre ante de que continuara subiendo las escaleras.
"¿Un día bueno?" me pregunto Phineas Nigellius desde su pequeño cuadro blanco.
"Nada mal Phineas" dije mientras sacaba un pedazo de pergamino de mi baúl y tinta "Me han dejado ir de compras con Los Potter, estoy ansioso por responderle a James contándole eso"
"Que bueno que tengas esos ánimos" me dijo Phineas con sarcasmo "Nada como pasar el tiempo con los amigos aunque tampoco es bueno dejarse llevar por ellos"
"No me sermonees" me queje al tiempo en que mi lechuza revoloteaba inquieta en su jaula "Ya bastante tengo con escuchar a mis padres durante los alimentos"
"De acuerdo" dijo Phineas tratando de parecer indignado "Me daré una vuelta, a ver que hay de nuevo"
Escribí una carta algo larga para James Potter, mi primer y mejor amigo que había conocido en el Anden 9 ¾. La mande con mi lechuza, un regalo de mi prima Andrómeda cuando había cumplido los once años, la lechuza era muy bonita, tenia plumaje color negro y unos enormes ojos ambarinos. Aun no le ponía un nombre por que era indeciso escogiendo nombres, durante el resto de la tarde me había quedado en mi habitación mirando los antiguos libros del curso anterior, en especial el de Pociones. El profesor de Pociones había resultado ser un profesor muy amable a pesar de que era el Jefe de la Casa Slytherin. En algunas ocasiones nos había dado a James y a mi algunas tutorías, junto con otro chico que no recuerdo su nombre.
"Mamá te quiere ver abajo Sirius" me dijo Regulus asomando la cabeza por la puerta.
"¿Cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar?" le reclame molesto.
"¡Mamá! Sirius me esta amenazando" escuche que grito su pequeña voz de soplón.
Me levante del piso dejando mi libro de Pociones junto a mi baúl, salí de la habitación aun molesto por las mentiras de Regulus, a pesar de que era mi hermano, lo detestaba mucho, algunas veces dudaba seriamente de ser parte de esa familia, había contemplado la posibilidad de ser adoptado pero si lo fuese yo no estaría en el Tapiz de la Honorable Familia Black y sería discriminado por ser un bastardo.
Mi madre esperaba en la Biblioteca, algo incomodo por lo tétrico del lugar llame a la puerta para saber si podía pasar, después de la fría afirmación que me dio entre lentamente, ella estaba sentada en uno de los elegantes sofás tapizados de piel de dragón. Bebía de una copa algo ostentosa de cristal y me miraba fijamente.
"Toma asiento Sirius" me murmuro.
"¿Desea algo madre?" le pregunte.
"Si, quisiera saber o mas bien deseo saber por que escogiste estar en Gryffindor" su tono de voz sonaba a un reclamo.
Había llegado a pensar que se asunto había quedado olvidado, pero al parecer la tirana de mi madre no se olvidaba de las cosas, al ver que no respondía, dejo caer su copa de cristal al piso y me dio un bofetón. Quieto, con la mejilla palpándome de dolor, intente comprender por que el ataque de mi madre.
"Eres un idiota, nunca un Black había estado en Gryffindor. Tu prima Bellatrix y Narcissa al parecer si lo pudieron hacer bien entrando a Slytherin, ¿acaso te pido mucho Sirius, no. No te exijo nada mas que te juntes con personas de tu altura social y que demuestres que los Black siguen siendo familia de un alto linaje" respiro profundo después de decirme todo eso "Pero al parecer es mucho pedirte, me has decepcionado"
"Pero madre, yo no escogí...el sombrero" balbucee sintiendo las lagrimas recorrer mi rostro.
"Excusas, se un hombre Sirius y afronta las consecuencias de tus actos" me reprendió con voz desganada "Te puedes retirar y quiero que pienses mucho en el asunto"
"Si madre" dije saliendo de la Biblioteca aun con la mejilla roja por el golpe.
Subí las escaleras mas que furioso, odiaba que me golpearan y mas cuando yo no podía hacer nada, pero tenia que resignarme, eran mis padres y al quería creer que ellos estaban en todo su derecho. Regulus permanecía asomado desde su habitación burlándose de mi, cosa que no soporte mucho tiempo.
"¿Te gusta reírte de mi idiota?" le pregunte cuando pude acorralarlo en alguna parte y mirar su expresión de horror "Te daré razones para que no lo sigas haciendo"
En Hogwarts había aprendido a defenderme, por que muchas veces los chicos grandes nos sacaban cosas a James y a mi. No note cuando golpee a Regulus rompiéndole un labio, ni cuando mi padre subía furioso a las habitaciones a separarnos, ni a mi madre cuando nos lanzo una maldición para que controláramos nuestra adrenalina.
"¿Se puede saber por que ustedes dos estaban peleándose como vulgares muggles?" pregunto nuestro madre mirándome con odio.
"Sirius comenzó mamá" sollozo Regulus señalándome "Me rompió la boca mamá, mira como me sale sangre"
"Si serás idiota" me grito la furiosa señora Black.
Lo primero que sentí fue un bofetón parecido al que me había dado en la biblioteca, los ojos grises de la señora Black brillaban de una manera sobrenatural provocándome un miedo genuino, propio de un hijo cuando ve que su madre arremete contra él. Al sentir sus manos entre mi cabellos intente alejarme, pero la señora me jalo provocándome un ardor en el cuero cabelludo que me hizo gritar. El señor Black no hacia nada, me miraba como un espectador mas, al igual que Regulus que parecía divertido por la paliza que me daban.
Nunca había tenido la necesidad de llorar por dolor, pero ahora lo hacia, no era coraje, era dolor y rencor hacia la señora Black. No era mas mi madre, era simplemente la señora Black, una señora que hacia todo lo posible por querer deshacerse de mi, con el ultimo arañazo en mi rostro, abandono la habitación haciendo que el señor Black le siguiese, Regulus seguía riéndose con la boca tapada para ahogar el sonido, como pude sali de ahí.
"¿Sirius?" me llamo Phineas a través de su retrato.
"Déjame solo Phineas" le gruñí ronco, queriéndome ocultar por entre las sombras de mi habitación.
"¿Qué te ocurrió niño?" me pregunto Phineas con la voz llena de duda "Déjame verte, esta demasiado oscuro aquí"
"Vete" le grite lanzando algo contra su cuadro, mi libro de Pociones.
Cuando me vio, abrió desmesuradamente sus ojos verdes, desapareció de su cuadro haciendo un ¡Plin! Y no le vi en un rato mas, trate de limpiarme la sangre que me salía de la boca y de mi mejilla a causa de que me había arañado la cara la señora Black. No quería llorar, no valía la pena llorar, solo seria demostrarles que era débil ante sus maltratos. No quería ser débil.
"¿Primo?" me llamo una voz que provenía de la chimenea de mi cuarto. La cara consternada de Andrómeda mi prima se asomaba por ella.
"¿Qué...?" pregunte hipando por haber estado llorando en silencio.
"Oh Sirius deja que entre" me pidió ella y retire el símbolo de guardia que había en la chimenea.
"¿Quién te llamo?" le pregunte cuando por fin la pude ver de cuerpo completo y ella me abrazaba con fuerza.
"Phineas" dijo ella con timidez "Pobre Sirius, deja que te cure esas heridas, ¿peleaste con tu hermano?"
"Si...y con la señora Black"murmure cuando ella encendió las luces.
Andrómeda me miro estupefacta cuando escucho que había nombrado a la señora Black de esa manera, paso un buen tiempo ayudándome a tranquilizar y mientras me ponía pomada en las mejillas curándome las marcas que habían quedado en mi cara, me sentía tan agradecido con mi prima. No me hizo preguntas, solo se limito a abrazarme y a tratar de consolarme, los ojos castaños de Andrómeda me miraron largamente.
"No entiendo por que tu madre te trata así Sirius...perdón la señora Black"corrigió con una sonrisita cuando le mire seriamente.
"No me quiere" dije ronco "Si todas las mujeres son así juro que nunca me voy a casar" ese fue el turno de mi prima de mirarme seriamente.
"Hay algunas mujeres que no se comportan de esa manera Sirius" me explico ella abrazándome de nuevo "Unas son mas maternales que otras y simplemente no te puedo decir que no exista alguna mujer que no tenga instintos maternales por que no estoy segura"
"¿Tu me quieres Andrómeda?" le pregunte ladeando la cabeza un poco, perdiendo la mirada entre las llamas de la chimenea.
"Claro que te quiero Sirius, pero todo a su manera" dijo ella en un susurro "Recuerda que hay mujeres que te van a querer por lo que eres, y otras por lo que tienes"
"¿Vas a estar ahí para mi siempre?" le pregunte, si era un niño tonto y estúpido que se creía todo lo que le decían.
"Si" me dijo Andrómeda sonriendo.
Me quede dormido entre sus brazos, era la primera vez que no tenia pesadillas. Tuve un sueño algo vago, pero muy vivido y que puedo recordar en cualquier momento, que se grabo en mi memoria como el carbón. Sobre una persona de piel blanca y ojos negros.
