El nido de Golondrinas
MAESTRO Y PUPILO
Capítulo II
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–– Es demasiado resentimiento para alguien de su edad, –– dijo viendo la espalda del niño sentado en una roca. Mirando el infinito océano, al horizonte, –– no sé qué voy a decirle a Mü.
–– Está bien, Mü sólo quería que él se divirtiera, no que te contase todo, como si fuese un católico en el confesionario.
–– Lo sé, pero él… es un niño, Aioria. A su edad debería comer un helado, reír, correr por allí con los otros niños. ¡Sé que le exigí muchísimo a Seiya a pesar de su corta edad! Pero en ese entonces los caballeros, sin importar su rango, debían estar a priori en la disposición de la Diosa. Era una época tensa. ¿Y ahora, qué¿No es buen momento para que un niño de ocho años libere el estrés?
–– No, Kiki no es un chico estresado. –– Aioria negó distraídamente con la cabeza mientras también lo veía. Ahora lanzaba piedrecillas al vacío. –– Es un niño molesto, solamente. Ya se le pasará, –– aseguró sonriéndole al perfil de la mujer.
–– Kiki, –– Marín se arrodilló a su lado. –– ¿Quieres comer algo?
–– No, gracias señorita. –– parecía melancólico.
–– ¿Puedo hacer algo por ti?
–– No creo. –– musitó balanceando lentamente sus cortas piernas que colgaban del acantilado. Ya a Marín empezaba a parecerle peligroso, pero no quería reprimirlo ni darle órdenes para que no se sintiese peor.
–– Déjanos solos, Marín. –– dijo la sombra masculina que ahora los cubría a ambos. –– Esto es cosa de hombres. –– Aioria le guiñó un ojo.
Marín sonrió tras su máscara y se incorporó. Quién sabe, podía ser que Aioria tuviese razón. ¿Y si eso era¡Pero claro…! Kiki no quería sentirse como un niño, y era así precisamente como lo estaban haciendo sentir.
Miró fugazmente a la pareja que dejaba atrás. Se lo encargaría al León.
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–– Su comportamiento será una costumbre que nunca podrás abolir, Mü. –– dijo en voz baja Shion, cortando parte de una empanada con el tenedor y llevándosela a la boca.
Mü lo miró por un instante y respondió. –– No quiero abolir nada en él, maestro.
–– Pero te sientes herido. Él no quiso escucharte, Mü.
–– Lo sé, pero yo no soy lo importante, mi intención fue la de saber el por qué de la tristeza de Kiki.
–– Ya veo… –– aseguró sin mucho convencimiento. – (no has comido nada, ten) Y… ¿cómo está él?
–– Bien, supongo.
–– ¿Supones? Dejar al aprendiz por allí solo no es cosa tuya, Mü.
–– No está solo. Le he pedido a Marín que hable con él, tal vez le diga algo que a mí no, y lo ha llevado a dar un paseo.
–– Eso está mal, muy mal Mü. –– reprobó antes de dar unos sorbos largos a su taza. –– Kiki debería confiar ciegamente en ti. ¡Me ha sorprendido este problema tan repentino…!
–– Perdóneme.
Shion sonrió poniéndose de pie. Era mucho más alto que Mü. Se inclinó sobre sus rodillas para estar a su mismo nivel. –– Yo no tengo nada que perdonarte. Eres muy dulce y bueno, Mü. No sabría cómo criticar eso, así que, no me obligues a perdonarte. Me estás dejando sin argumentos.
Mü parpadeó ante la mirada tan cálida de su maestro. Siempre lo protegía tanto, siempre lo entendía tan bien. Era como hablar con su propio espíritu, comunicarse constantemente con su propia alma. Shion siempre fue una parte de él, una parte que Mü aún no sabía definir. Pero una parte sumamente vital.
Sintió un repentino impulso por darle un beso en los labios, pero ya Shion se había incorporado y caminaba lejos de él. Escuchó como respiraba profundamente, y luego dejaba salir una gran bocanada de aire. Había alguna mezcla de pensamientos y preocupación en esas acciones.
–– Estarás bien, Mü. Te preocupas demasiado.
«Es por Kiki de quien me estoy preocupando. Quiero que él esté bien, no yo» pensó.
Shion se volvió a él, arrugando la frente. –– ¿Estás seguro? –– susurró mirando hacia abajo. –– ¿Estás seguro, Mü, que es tu pupilo quien te preocupa?
«Completamente»
El patriarca tocó la mejilla de Mü, acariciándola en silencio y con suavidad. –– Completamente entonces. Es demasiada seguridad para alguien tan joven como tú. –– dijo mirando fugazmente sus labios.
–– Fue casi lo mismo que le dije a Kiki ayer. –– dijo al fin usando la voz.
–– Lo sé, lo sé. Todo es una cruel ironía. Siempre he sido un gran partidor de la experiencia, Mü. Shaka tal vez debería oír un poco sobre ella, y sólo entonces entenderá. Quizá esté atrapado en el estereotipo del aprendiz de ocho años, o el aún más ridículo maestro bondadoso y terriblemente dulce. –– terminó sonriéndole ampliamente.
–– Sí, puede que eso sea. –– Mü también sonrió. Shion continuamente lo halagaba, no era algo inusual en él.
Terminaron de comer a gusto, sin decir una palabra más.
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«Si también querías compartir tu tiempo¿por qué lo trataste tan fríamente?»
–– No fui frío, maestro. Yo… no lo sé.
Unas sonoras carcajadas resonaron en la oscura habitación. «Shaka… tu respuesta ha sido muy sabia.»
–– No sé que quiere decir. – respondió en tono seco.
«Que constantemente te contradices, Shaka. Y al hacerlo, admites lo que tanto te cuesta sacar. Estás siendo frío ahora mismo, negándote a admitir tu comportamiento. ¿Hay alguna razón que yo no conozca?»–– Por supuesto que no, maestro. Usted lo sabe todo de mí.
«¿Cuándo he dicho eso? No puedo saber si lo sé todo de ti, Shaka.»
–– ¡Pero…! – refutó enseguida.
–– ¡Hola, Shaka¿Con quién hablas?
Aioria entraba en el lugar con precaución. Al ver a Shaka en posición de loto arqueó las cejas en entendimiento. –– Estabas meditando, pero espero que tengas algo de tiempo.
Shaka aún esperaba volver a oír el más leve susurro del Budhha Sakyamuni, pero era seguro que no lo lograría, y habría sido inútil seguir intentándolo con Aioria hablándole a escasos pasos de distancia.
–– Sí, Aioria, creo que tengo algo de tiempo. –– respondió fingiendo estar concentrado. Últimamente se había estado sintiendo muy nervioso, y esperaba que sus compañeros de armas no lo estuvieran notando.
–– Es Kiki.
–– ¡Kiki…! –– replicó con aspereza. –– ¿Qué sucede ahora con él?
–– He pasado la tarde con él y Marín. Estaba de muy mal humor, Shaka, según me ha contado Marín, tiene que ver contigo.
–– ¿La amazona de plata, qué puede saber ella de lo que pasa en las doce casas?
–– Yo…, francamente…
–– ¿Mü se lo ha dicho, verdad?
Aiora se mordió el labio. No estaba muy seguro, pero quizá había cometido unos cuantos errores en esa habitación.
–– ¿Verdad, Aioria? Bueno. No importa, debí suponer que un Aries por más confiable que aparente ser, nunca se queda con la boca cerrada. –– comentó fríamente.–– Shaka, no puedes hablar de así de alguien que…, –– se acercó a él con decisión, pero se detuvo cuando Shaka se incorporó y le dio la espalda.
–– ¿De alguien que es profundamente infantil, como su pupilo¿De alguien que al parecer no ha aprendido nada en estos terribles años de batalla? De alguien que… –– Shaka apretó su puño. –– Buenas noches, Aioria.
Cerró la puerta tras él. Aioria se había quedado observando atónito, como hipnotizado, pero súbitamente corrió hacia él, enojado, y empezó a golpear la puerta. –– ¡No puedes hablar así de uno de los caballeros más valientes, Shaka! Tú lo sabes, él daría su vida por ti. ¿Es a ese hombre el que llamas infantil? Y encima, ofendes a su pupilo. ¡No tienes vergüenza! –– bramó dando un último golpe a la puerta.
Su capa susurró al compás de sus largas y enfurecidas zancadas. No podía creer esa actitud.
Shaka recostó la espalda en la puerta. Cerró los ojos con fuerza y suspiró. –– Nadie podrá entender. ¿Ni siquiera usted… Maestro? –– pregunto a su soledad.
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Mü encendió la lámpara de la pequeña recamara. Sólo había lo necesario en ella, lo poco que alcanzaba a iluminar la luz, señalaba una camita individual, un vestidor y la mesilla donde posaba la lámpara de gas.
Se escuchó un suspiro leve. ––No está.
–– Debió negarse a regresar. ¿Seguro que estuvo con Marín?
«Desde luego«
Mü se sentó lentamente en la cama de Kiki y acarició su almohada con la yema de los dedos.
–– ¡Qué hilarante! Juraría que empezarás a llorar. –– Mü no apartó la mirada de la llama frente a él, tampoco respondió.
–– Mü¿cómo puedo hacerte entender? – repentinamente Shion se encontró sentado a su lado. –– Kiki no necesita una madre.
–– ¡Una madre! –– replicó abriendo mucho los ojos.
Shion rió echándose hacía atrás. –– Mü, pequeño tonto. Quiero decir que Kiki ya no desea tu dulzura y mimos, él quiere al maestro. Al hombre que puede…
–– Nunca pensé en eso.
–– Kiki está creciendo, y creo que Shaka se lo ha recordado a su estilo propio.
–– Él es muy maduro. Siempre lo he dicho, maestro, y lo mantendré. Sé que cuando llegue a una siguiente fase, la manejará bien. Es… Shaka quien me hace pensar.
–– ¿Shaka?
«¿Cómo podré explicárselo?»
–– ¿Explicarme qué¿Explicarme qué, Mü¿No es Kiki quien te angustia?–– No, no lo es… –– dijo en un timbre mínimo. De cualquier modo, Shion habría conocido su respuesta.
–– Mü, sabes lo mucho que significas para mí. ¿Lo haces?
«Sí»
–– No, dímelo.
–– Sí, lo hago.
Shion caminó de un extremo al otro de la habitación. Cubrió su rostro con la palma de la mano, como si tuviese jaqueca.
–– Mü, –– se volvió de nuevo hacía él. – ¿Te has enamorado de Shaka?
La sorpresa de Mü fue tan titánica que perdió el control de sus poderes.
Los cristales de la lámpara que hasta ese momento, había iluminado pobremente casi toda la habitación, salieron despedidos, resquebrajados y cayeron en cualquier lugar cerca de Mü. La llama de la lámpara se extinguió por completo, y los dos Carneros quedaron a obscuras.
Mü se puso de pie enseguida. –– Perdóneme, se lo suplico, lo limpiaré de inmediato. –– se apresuró sobre el desastre de vidrios ciegamente y se cortó cuando Shion, con un movimiento brusco y repentino, lo rodeó con un brazo y lo empujó sobre la cama.
Mü sabía mejor que nadie lo poderoso que era su maestro. Pero esa nueva fuerza joven y viril era desconocida para él. Nunca habría imaginado que sin hacer uso de su telequinesia, hubiese podido mantenerlo sometido contra el colchón en un agarre de acero. Todo había sucedido muy rápido en la negrura de ese cuarto, Mü no tuvo la oportunidad de estar sorprendido.
Shion tomó la mano sana de Mü y la mantuvo firme sobre su cabeza. Con el otro brazo rodeaba a Mü y con su cuerpo impidió que el Aries más joven pudiese levantarse.
Mü sintió un repentino miedo al imaginar que su maestro podía estar molesto.
–– No tengas miedo. No voy a hacerte daño, sólo voy a tenerte aquí hasta dar por acabada nuestra plática. Porque vas a afirmar todo lo que creo saber. –– Mü no respondió, pero mantuvo su mirada sumisa.
–– Respóndeme entonces¿te enamoraste de Shaka¡El santo de Virgo!
–– No. –– contestó simplemente. –– Por supuesto que no. –– agregó, pensando que tal vez no había sido suficiente para Shion. Miró a otro lado de la habitación, cualquier punto lejos del brillo audaz y decidido de los ojos de su maestro.
–– Mü…, no me gustaría entrar en tu mente ahora. Sabes lo mucho que aborrezco invadir tu intimidad. Me dijiste hace un momento que es Shaka quien te tiene así, angustiado. Viniste a mí diciendo que "Kiki no está bien." –– rodó los ojos imitando una voz suave y tranquila como la de Mü. –– Dijiste que estabas preocupado. Y sin embargo, no pensaste en Kiki ni por un segundo. No mientras estuviste conmigo. Sabía que había algo más, y estoy seguro ahora. No puede haber equívoco.
«Yo no me he enamorado de él, maestro»
Shion excavó en su mirada con concentración, como buscando algo en ella que se le había perdido. Mü sonrió dulcemente. Extendió su mano mojada de sangre hasta el rostro de su maestro y lo acarició, dejando la marca de su mano en la mejilla de Shion.
Shion súbitamente se incorporó, dejando a Mü y al resto de su cuerpo libre de
movilidad. Caminó hacia la salida y apretó la perilla.
«No puedo ver la mentira en tus ojos, Mü. Está bien. Otro día me ocuparé de hablar con Kiki»
–– Te quiero. –– susurró Mü, viendo que Shion se iría sin agregar más. Shion volvió la mirada hacia él, pero no dijo nada, y se marchó.
Mü aún en la misma posición rodó sobre la cama hacia la almohada de Kiki. Introdujo la mano (sana) bajo ella y sacó un papel. No pudo evitar sonreír cuando vio de nuevo el dibujo de Shaka.
–– Nosotros… nos amamos mucho. Él me amaba, y yo todavía lo amo.
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–– ¡Sólo un poco más! Están muy altas.
–– No te apresures. Ten cuidado de no caer.
–– Ya, ahí van. –– dos manzanas verdes cayeron hacia abajo, listas para las manos de Mü.–– Entonces baja ahora. –– dijo preocupado. –– Qué--- –– Se escuchó una rama partirse en dos y Shaka cayó sobre Mü que esperaba abajo.
Shaka no paraba de reír al incorporarse. Tenía muchos raspones y sucio en sus brazos y rostro. –– Lo siento mucho¿estás bien?
–– Sí¿tú estás bien? –– contestó sacudiendo su túnica.
–– Estoy bien. – Shaka le ayudó a ponerse de pie y recogió las manzanas del suelo. –– Vamos entonces.
Regresaron al templo de Virgo. Como siempre, a comer de esas manzanas, las mejores de Grecia, en la habitación de Shaka. Era más fácil ya que el maestro de Shaka les permitía estar allí, o bueno, eso es lo que Shaka le decía. De cualquier modo, Shion nunca le habría permitido a Mü llevar visitas al templo (mucho menos la de cierto aspirante a Virgo).
Con Shaka era diferente.
Podían estar juntos todo el tiempo que desearan. Hablando sobre temas muy adelantados a su corta edad, y algunas veces, muy atrasados. Pero siempre divirtiéndose en las horas libres de entrenamiento.
–– ¿Cuándo iremos de nuevo al nido de golondrinas?
Mü lo miró con severidad. –– No digas tonterías, Shaka.
–– ¿Por qué no? –– contestó entre una risita suave.
–– Te has lastimado mucho hoy. Nada más mira. –– señaló los hilillos mínimos de sangre que recorrían algunas partes de su cuerpo.
–– Eso no me preocupa. –– aseguró viendo a Mü ponerse de pie, caminando hacia unas gavetas. –– Tú tampoco deberías preocuparte, no…
–– No me preocupa, Shaka, me ocupa, porque tendría que cuidarte. –– dijo de espaldas a él, volviéndose con una serie de vendas y antisépticos.
Shaka espectó desconcertado como Mü tomaba su brazo y lo atraía hacia él. De esto, pasó su mirada al serio semblante de su amigo. Sus ojos se veían tan angustiados, y tuvo la disposición de pedirle una disculpa, por preocuparlo tanto.
Pero repentinamente sintió algo extraño que nunca antes había experimentado.Las tripas en su interior parecían tener una incesante pelea. Notó como su rostro se ruborizaba como si hubiese corrido por horas. Su piel empezó a erizarse con cada pequeña caricia que Mü dio en su brazo con un pañuelo húmedo.
Mü que al parecer no se había percatado de nada levantó la mirada hacia él y sonrió como él solía sonreír. Cuando sonreía, sus labios se expandían, sólo un poco, y sus pestañas llegaban a cubrirle parcialmente los ojos verdes y brillantes.
Fue en ese entonces cuando supo que se había enamorado de esa sonrisa. Estaba seguro.
Shaka abrió repentinamente los ojos. Estaba en su habitación del templo de Virgo, durmiendo 15 años después del sueño. No, había sido más que un sueño, era una memoria.
–– ¿Qué pasa¿Por qué me hace ver estas cosas? –– preguntó con naturalidad, tratando de ocultar el temblor de su voz. Su garganta estaba seca y sus labios partidos. Tragó saliva. –– Maestro… no lo entiendo.
Los años habían pasado y el entrenamiento los distanció inevitablemente. ¿Pero es la distancia lo que hace la lejanía? Porque lo sentía tan cerca.
Tan cerca que habría jurado, vivía en su interior.
Lo estaban. Siempre se habían amado.
Shaka había entregado su vida a la Diosa, al igual que el resto. Y ahora no había Diosa. ¿Qué le impedía volver a ser el mismo joven Shaka que no podía evitar ir en busca de Mü?
El destino le había obligado a superar pruebas inhumanas, pero le había pagado bien permitiéndole conocer a Mü.
Se mordió el labio inferior.
Hasta las estrellas en el cielo parecían ser fragmentos de los ojos claros de Mü, esos ojos que podría distinguir entre una multitud. Y su corazón se agitó como lo hizo una vez hace 15 años.
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Nota: ¿QUÉ PUEDO DECIR ESTA VEZ? ME HA PARECIDO TIERNO QUE MU REALMENTE NO SE HAYA ENAMORADO DE SHAKA, SINO QUE YA LO AMABA DESDE AQUEL ENTONCES :D CON ESO BURLÓ A SHION DE CIERTO MODO. COMO VEN, SHAKA TAMBIÉN LO AMABA, Y SI SE LO PREGUTAN..., BIEN, DE ACUERDO, SHION AMA A MU TAMBIÉN, Y NO SÉ SI MU LO SABE.
GRACIAS POR SUS REVIEWS¡ME ALEGRAN MUCHO!
