El nido de Golondrinas
DESCONEXION
Capítulo V
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Mü llegó tarde a almorzar. Temía que Shion pudiese enfadarse un poco con él, (más de lo que estaba ya) porque no habían cruzado palabra desde el accidente con la lámpara. Era difícil saber lo que pensaba el Patriarca mientras lo saludaba con una tímida sonrisa característica en él, en Mü. Shion no dijo ni moxte ni toxte, él simplemente guardaba un silencio implacable mientras lo observaba sentarse frente a él.
Fue cuando el sonido tenso de los tenedores rozando los platos sin interrupción de algún comentario que Shion dijo: –– Ayer no has venido a verme. –– masticando con prisa la comida y mirándolo, sus ojos eran un rayo de luz cegador bañado de seriedad. Sin embargo, Mü no vio motivo para ese trato. Desde el momento en que llegó había estado comportándose de manera extraña, como si esperara que él contase algo, cualquier cosa, y continuaba fulminándolo con esa mirada… acusadora.
Sabía en el fondo de su conciencia que algo tenía que ver con la pasada discusión con Shaka. Mü improviso una sonrisa natural, inclinando un poco la cabeza, comiendo disciplinado. –– No, no lo he hecho.
Shion asintió estrangulando bajo el mantel una servilleta limpia. –– ¿Estabas muy ocupado? –– replicó después de una pausa, arqueando las cejas.
–– Lo estaba, maestro.
–– ¿Cosas de…Caballeros, debo asumir?
–– Eran cosas de Caballeros; –– Mü acentuó su sonrisa. Se inclinó hacia delante, y acarició la mano tensa de Shion. –– pero ahora estoy aquí… con usted.
–– Eres una dulzura. –– Shion se apartó. –– ¿Era eso lo que querías oírme decir? Ahora, no vuelvas a tocarme.
–– ¡Shion! –– Mü frunció el ceño, azorado. Su maestro no sólo estaba cerrándole su mente, sino también lo esquivaba de cualquier manera posible. ¿Qué pasaba? Entre Shaka y él nada ocurrió. Eran los mismos que antes fueron. ¿Por qué a Shion debía afectarle? –– ¿Qué pasa?
–– No me pasa nada. –– Shion abandonó su plato, se sirvió una botella de vino rojo en una copa de bronce y bebió. –– ¿Por qué lo preguntas, querido? –– dijo en tono de falsa amabilidad.
–– Se está comportando de una manera extraña…, –– Mü no había terminado su plato, pero aún así, se incorporó y rodeó la mesa para acercarse un poco a Shion. –– ¿Tiene algún problema, ocurre algo en el Santuario que nadie más que usted sepa?
–– Problemas. –– escupió moviendo la copa en círculos. –– Yo no tengo problemas, y creo que tú tampoco los tienes, ya que Shaka ha vuelto a ser muy amable. ¿No es así, Mü?
–– Así es. –– admitió acercándose con cautela. Shion era una bomba de tiempo. –– Shion… no me diga que… –– Mü pretendió alcanzar su brazo, pero Shion le respondió con una bofetada que enrojeció su mejilla.–– ¡YO NO ESTOY CELOSO! –– bramó fuera de si. Mü acarició su piel, ardía.
–– Maestro… –– dijo con lagrimas en los ojos. No podía recordar cuando había sido la última vez que Shion lo había agredido de esa manera. Pero dolía. –– Shion…
Shion se inclinó para servirse más vino, en algún momento resolvió que era una perdida de tiempo beber de a copa, así que empinó la botella en sus labios y bebió más de la mitad. –– ¡Eres un insolente, un grosero, un loco, un mal maestro y discípulo! –– respiraba con rapidez, buscando una calma que no estaba en ningún lugar. –– ¡Maldito sea el día en que te hallé, maldita la hora en que te permití vivir conmigo¿Qué he logrado hacer¿Con qué tipo de moneda me está pagando la vida¡Contigo, un miserable gusano que no vale mi tiempo¡No eres digno de llevar una armadura, ni siquiera el rango de un porquero es propio de ti!
Mü se dio la vuelta lentamente, no se atrevía a mirarle a los ojos. Sólo vería el reflejo de todo lo que él decía. Su garganta quemaba tanto como la piel golpeada en su rostro, ahogándolo, impidiéndole decir cualquier cosa. Shion decía las palabras con tanta pasión y seguridad que era imposible no creer en ellas.
Sólo deseó cerrar los ojos y desaparecer.
–– ¡Así es¡Largo de aquí, ordeno que te vayas! –– la bebida continuaba dándole el desenvolvimiento para seguir, a pesar que, a espaldas de Mü las propias lagrimas de Shion también se delataban. Aún más numerosas y sentidas. –– ¡No te necesito, puedo tener las doncellas más hermosas¡TODAS LAS QUE QUIERA, TODAS¡No quiero volver a verte, Mü, te prohíbo la entrada a este lugar¡BASURA! –– concluyó despidiendo la botella en la puerta que acababa de cerrarse con lentitud.
Mü escuchó platos resquebrajarse y otros cristales caer antes de salir completamente de la Sala del Patriarca.
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–– Aldebarán ¿Dónde está Mü?
–– ¿Shaka? –– Aldebarán se extrañó. Pocas veces había cruzado palabras con el famoso Caballero de Virgo, era sorprendente que recordase su nombre. Shaka sonrió como una persona agradable. –– Disculpa que haya entrado a tu templo sin avisar.
–– No, no, no… está bien. –– Aldebarán también sonrió. –– A esta hora Mü debe estar tomando un almuerzo. –– explicó señalando con el dedo índice al templo más alto de todos. –– Con el Patriarca.
Shaka siguió la línea que apuntaba su dedo, suspirando. –– Entiendo. ¿No sabes cuando regresará él?
–– No, no lo sé. –– respondió después de pensarlo algunos segundos. –– Pero puedes esperarlo en la Casa de Aries.
–– No…, él está con el Patriarca, han de tener muchas cosas de qué hablar. –– dijo girándose para salir. –– Ten un buen día, Aldebarán. –– agregó asomando la cabeza sobre su rostro.
Aldebarán le dijo adiós con un gesto de la mano. Shaka empezaba a parecerle un poco más agradable. Antes lo único que podía conocer de él era lo que Mü constantemente le platicaba, sobre todo cuando eran unos niños.
Los recuerdos eran tan agradables.
Flashback-
–– ¡Eeeey, loquillo, qué haces allí arriba! –– gritó Aldebarán mirando hacia arriba. A pesar de tener sólo nueve años, su cuerpo era muy musculoso y robusto. Mü por su parte tenía un cuerpo bastante femenino, como los chicos muy delgados de esa edad. Su cabello ondeaba con el viento en la parte superior del enorme peñasco donde se había atrevido a teletransportarse.
–– Estaba… mirando el paisaje. –– respondió con temor. Estaba visiblemente abochornado, como la mayoría del tiempo, causándole gran gracia a Aldebarán.
–– ¿Su santidad no te ha advertido ya varias veces que no subas a lugares tan altos cuando él no está cerca? –– le reprendió entre risas, mirándolo a través de sus manos ahuecadas para hacer sombra. –– ¡Pequeño tonto! –– rió viendo como tanteaba con un pie, intentando bajar inútilmente.
Mü suspiró. –– Puedo bajar… pero…
–– ¿Pero?
–– Hace mucho viento, no puedo concentrarme.
–– Hahahahaha…
–– ¡Aldebarán!
–– Ven, loquillo, dame tu mano.
–– ¿No me dejarás caer?
–– No, seguro que no.
Mü encontró una piedra fija para apoyar un pie, y de un pequeño brinco llegó a la mano de Aldebarán que lo abrazó, dejándolo descansar en tierra firme.–– ¿Cómo habrías bajado si yo no venía? –– preguntó con los brazos entrelazados tras la cabeza.
Mü le sonrió con agradecimiento. –– Sí habrías venido. Siempre lo haces.
Fin del Flashback-
–– ¡Aldebarán! –– el cuerpo de Mü salió de la nada, abrazándose a su ancha armadura. –– ¡Él me odia, me ha prohibido volver a verlo¡Y yo no sé por qué, no puedo entenderlo…!
–– ¡Mü! –– Aldebarán tomó sus hombros para verle el rostro. –– ¡Amigo, qué te ha pasado!
–– ¡Es Shion! –– Mü ahogó un sollozo en sus brazos. Aldebarán acarició sus cabellos largos con algo de torpeza. –– ¡Oh, Aldebarán…!
Aldebarán rodeó su cuello, caminando con él hacia la habitación secreta de su templo. "Hablemos un momento" le dijo antes de cerrar la puerta con seguro. El anfitrión esperó que Mü se sentase en el borde de su cama desaliñada. Luego se sentó frente a él, apoyando una rodilla en el suelo, secó algunas lágrimas con su dedo, dibujando una sonrisa en sus labios gruesos.
–– ¿Así está mejor?
Mü evitó su mirada con dolor.
–– ¿Qué pudo afectar tanto a la bondad misma frente a mí?
–– Sólo estábamos… almorzando y… charlando… –– dijo respirando profundamente. –– Y de pronto… él nada más… enloqueció… apenas puedo entenderlo… –– sus palabras se partieron y ladeó el rostro.
–– ¿No quieres intentar volver a hablar con él? –– No era la primera vez que Mü sufría un conflicto así con Shion; por eso él creyó que la discusión podía tener reconciliación fácilmente.
Mü negó con la cabeza, arrugando la frente, sumido en su tristeza. –– Dijo cosas horribles, Aldebarán. Dijo que; no me necesita, que puede tener cualquier mujer…
–– Mü…
–– ¿Y acaso no es verdad? –– atajó con una sonrisa que no era autentica en él. –– Él puede tenerlo todo, cualquier privilegio. ¿Qué puedo darle yo más que disgustos? Tarde o temprano se cansaría de mí. No le costará trabajo encontrar una compañía mejor.
Aldebarán frunció el ceño profundamente. No entendía a qué tipo de compañía Mü se estaba refiriendo, pero eso no importaba mucho ahora, viendo su estado. Suspiró juntando la frente morena contra la blanca de Mü.
–– Ya pasó, ya pasó…–– susurró. –– el Patriarca tiene muchas responsabilidades, estoy seguro que se retractará.
–– No sé qué haría sin tu no estuvieses. –– dijo después de un silencio agradable, acumulando una nueva pantalla de lágrimas sobre sus pupilas, haciéndolas brillar.
–– Yo siempre estoy, sabes eso.
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–– ¿Shion? –– Kiki cerró la puerta tras él, buscando a Shion en la prematura oscuridad de la habitación. Melancolía, tristeza… sentimientos que pocas veces podía expeler una propiedad del energético y vivaz Patriarca. –– ¿Shion, Maestro? –– un sonido metálico lo alertó; con el pie había pateado un perol, avisándole del desastre de comidas, bebidas y vidrios que se encontraban en el suelo.
Su boca se abrió con preocupación. –– ¡Shion!
–– ¿Qué haces aquí, Kiki? –– respondió en un susurro casi inaudible.
–– ¡Oh, Maestro! –– exclamó acercándose al Patriarca. Le daba la espalda, y se reclinaba sobre la pared, sosteniéndose con una mano. –– ¿Me permitiría hacer lumbre?
–– Te he dicho varias veces que me llames Shion. –– fue un tono neutro y profundo que hizo a Kiki sonreír, tomándolo como un sí.
Buscó en la recamara que ya conocía muy bien, encontrando rápido un velón que colocó cuidadoso en un candelabro plateado de pie. –– Está bien, Shion.
–– Es muy tarde, deberías dormir. No son horas para cruzar las 12 Casas y venir hasta acá¿le has pedido permiso a Mü?
–– No, no sé donde está él. ¿Por qué me da la espalda? –– saltó sobre la cama, dando brinquillos sentados que amortiguaban en el colchón y lo divertían. –– Vine a ver si lo encontraba con usted, señor.
–– Shion…
–– Shion. –– rectificó al instante.
–– Tu querido maestro no está aquí, debe estar con él.
Kiki dejó de jugar con la cama, observándolo confundido, –– ¿con quién?
Shion se volvió a él, llevaba la máscara "fea" que no le gustaba para nada a Kiki, y que sólo usaba frente a Caballeros y otras personas que no fuesen él y Mü. –– ¿Shion? –– sabía que nada normal podía estar ocurriendo.
–– Olvida lo que acabo de decir, Kiki. –– sus palabras eran más forzadas y profundas. –– No sé donde puede estar Mü, pero tarde o temprano regresará al Templo de Aries, es su responsabilidad, yo se lo he enseñado. Vamos, ve con él, más vale que estés ahí en su retorno.
–– ¿Por qué lleva esa máscara puesta? Es de noche, nadie vendrá. –– dijo después de unos segundos, aparentemente ignorando lo que acababa de oír. –– ¿Qué ocurre, Shion?
El Patriarca se sentó a su lado, rodeándole la espalda en un abrazo cariñoso. –– Pequeño Kiki… –– dijo, –– tenemos que hablar.
–– ¿Hablar sobre qué?
–– Sobre Mü y yo.
Kiki asintió con curiosidad, atento a la máscara extraña de Shion, el velo de su tristeza.
–– Lo más probable es que él y yo no… no sigamos viéndonos como antes lo hacíamos. –– Kiki iba a decir algo, pero Shion continuó. –– ¿Recuerdas lo que hiciste, eso que hizo molestar tanto a Shaka? –– esperó que Kiki respondiera afirmativamente, nervioso. Él no sabía que Shion lo supiera ya. –– Eso… esa idea tuya, tu deseo…, tu anhelo… es algo…–– trataba de encontrar las palabras correctas, advirtiendo que ese dialogo delicado acabaría en un llanto descontrolado. –– es algo, imposible…
Shion apretó los puños con fuerza, reprimiendo en ellos su rabia y dolor.
–– ¿Pero…, por qué…?
–– Porque Mü así lo quiere.
–– ¡Pero Mü lo ama! –– aseguró con confianza. –– ¡Y usted también lo ama, yo lo sé!
–– Sí, Kiki… –– Shion lo silenció con una caricia mansa en su cabello castaño. –– Yo amo a Mü, pero lo que él siente por mí… no es lo mismo.
–– Shion…
–– Te lo digo, Kiki, porque has crecido ante mí con una rapidez que pasó inadvertida. Por eso, necesito que me hagas una promesa, una promesa de hombres. Hazlo por favor.
Kiki movió la cabeza en un gesto que dijo "sí".
–– Sé feliz. Es el mayor deseo de Mü. Sé feliz sin importar sus condiciones, sin importar con quien esté él, sin importar… que no sea yo quien…-- respiró profundamente, evitando un sollozo. No quería que Kiki supiese que lloraba, se angustiaría demasiado. –– Sin importar que no sea yo quien cuide de ustedes… sé un pequeño feliz, Kiki, y no te opongas en las decisiones que él y yo tomemos.
–– Shion…
–– Es una promesa.
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Una mariposa rosa y blanca batió sus alas sobre él, descansando con confianza en su mano preparada para recibirla. Era preciosa.
–– Hola, hermosa. –– dijo Shaka en voz suave, acercándola a su rostro con curiosidad y cariño. –– Es una noche fría para andar fuera.
No era propio de él ese tipo de actitud…, no la del Shaka que solía ser cuando vivía con la amarga resolución de no ver a Mü. –– Hace algunos años… nadie se habría atrevido a acercarse de esa forma a mí. Nadie como tú… –– añadió en último momento, sonriendo. –– ni como él. –– pensó en él, en Mü, y su sonrisa franca se expandió. Estaba tontamente enamorado.
–– ¡Eh, Shaka! –– se anunció Aldebarán, entrando al Templo de Virgo. Llevaba el casco bajo un brazo, y con el otro se rascaba la cabeza, algo tenso, sudoroso. –– Disculpa venir a esta hora.
–– No, está bien. –– agitó la mano obligando a la mariposa volar antes que Aldebarán reparara en ella. –– ¿A qué puede deberse esta visita?
Aldebarán rió con nerviosismo. –– ¿Me invitas a sentarme?
–– Desde luego, siéntate por favor. –– Shaka no imaginaba a qué podía deberse tan inesperada presencia. Se hizo a un lado para permitirle un lugar humilde sobre un almohadón liviano.
–– He venido a hablarte sobre algo. ¡Sé que no debería…! Después de todo, tú y yo no nos conocemos precisamente bien…, sin embargo… eres la persona más parecida a Mü que yo conozco y de alguna manera…
–– ¿Has venido a hablar sobre Mü¿Está bien él?
Aldebarán razonó unos momentos su respuesta. ¿Cómo se lo explicaría? –– No. ¡Quiero decir, sí, sí lo está… pero…!
–– ¿Mmh?
Tauro soltó un suspiro grueso, mirando al suelo. –– Está… mucho, muy triste por una discusión que tuvo con el Patriarca.
–– ¿Una discusión…, –– Shaka frunció el ceño, no estaba muy sorprendido, –– con su maestro, el Patriarca? No debería sorprenderte, Aldebarán. Mü puede tener roces y cualquier tipo de discusiones con él, pero lo que no entiendo es; ¿qué tiene fuera de lo común?
–– Ocurre, Shaka… que ésta no ha sido una discusión como lo puede ser cualquier otra. He venido aquí porque… Shion ha rotó en miles de piezas el corazón de Mü, y no hay nada que yo pueda hacer para hacerlo sentir mejor. Yo…, no entiendo mucho de esas cosas… y tú… tienes una gran influencia y reputación en las 12 Casas. Pensé que… podrías hablar con el Patriarca personalmente y----
–– Aldebarán… ¿Mü se siente triste?
–– Así es. ¡Oh, por favor, Shaka! Te lo pido de ésa manera, habla con Shion, pídele que acepte a Mü nuevamente, (¡no le permite acercarse!) sé que tienes la suficiente capacidad y sabiduría para lograrlo.
Shaka le sonrió en aires de tranquilidad. –– Mü es un adulto, Aldebarán. Sentirse triste… sólo puede ser culpa suya, no la de Shion.
–– ¿Cómo puede ser¡Ha venido sollozando a mí porque Shion le hizo daño!
–– Ha llorado porque ama a Shion. Eso no es culpa suya, –– repuso incorporándose, caminando a la entrada del Templo de Virgo. –– las personas como Mü…, sólo sufren por amar.
–– Shaka… –– Aldebarán ya se encontraba a su lado, ambos miraban el Templo de Aries, numerosas escaleras y Casas más abajo.
–– Comprendo ésa… inquietud, Aldebarán. Pero lamento decirte que no me sorprende lo que ha ocurrido, ya estaba preparado para algo así. Buscaré a Mü mañana tan pronto como me sea posible, y prometo que hablaré con Shion al respecto.
Aldebarán lo miró, dudando, o tratando de creer que hubiese accedido a hablar con el Patriarca tan fácilmente.
–– Es una promesa, yo haré sonreír a Mü de nuevo.
¿Cómo podría asombrarle eso? Él había hablado con Shion. Había hablado con Shion sobre lo que hizo Kiki, y sobre muchas cosas más.
El destino de Mü, el suyo propio…, Shion le dijo que entre él y Mü no podía haber nada. Él era su maestro, su Patriarca. Tenía razón. Fueron palabras y conversaciones llenas de tantos sentimientos y amor sincero, que Shaka no se atrevería a comentarle a alguien jamás, ni al propio Mü, que durante un par de horas pudo ver el corazón abierto del Patriarca frente a él y sangrando. Había demostrado amar a Mü, tanto como él lo hacía; renunció a él, le dio simplemente la espalda y dijo que lo hiciera feliz, que nada debía preocuparle a Shaka… ni lo hecho por Kiki, ni el Patriarca, ni nada más.
Mü no conocía la magnitud del sufrimiento de Shion, pero Shaka sólo podía esperar que las heridas sanasen.
–– Deja de angustiarte por Mü. Se sentirá mejor, lo verás, y entonces le llevaré a dar un paseo. Parece especialmente interesado en ver unas truchas que cambian de color.
–– Gracias por todo, Shaka. –– dijo feliz.
–– Deseo merecerlas, Aldebarán.
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Una lagrima más se deslizó en su mejilla, parando en su barbilla bonita y cayendo al suelo. –– ¿Maestro Mü? –– Mü no había escuchado la puerta abrirse. Kiki lo miraba desde una oscura sombra de la habitación. –– ¿Mü…? –– replicó en voz baja, sentándose a su lado. Mü lo ignoró olímpicamente, sin preocuparse de otras lagrimas que reemplazaron las ya caídas. –– ¿Se siente triste?
–– Me siento… muerto, Kiki. –– respondió ronco, sorprendiendo un poco a los ojos infantiles del niño.
–– Mü…
–– No debes preocuparte por mí. Nada más… déjame solo.
–– Pero usted se ve tan mal. Shion me ha dicho que… ustedes dos tal vez… no se vean como antes. Shion me ha dicho que…–– Kiki frunció el ceño, –– que le ha prohibido regresar a la Sala del Patriarca.
–– ¿Eso te ha dicho? –– preguntó Mü con un nudo en la garganta. –– Sin embargo tú puedes hacerlo, Kiki. No te preocupes por eso.
–– Shion lloraba, como usted lo hace, Mü. Llevaba esa mascara horrible puesta, pero noté el esfuerzo que requería cada palabra por sencilla que fuese.
Kiki se sentó a su lado, trabajó en una trenza con un mechón del cabello de su maestro. –– Me dijo que se siente triste por usted.
–– ¿Por mí? –– preguntó incrédulo.
–– Ajá, –– Kiki sonrió. –– Eso me dijo él. Siempre me dice muchas cosas.
–– Porque eres un buen niño, Kiki.
–– Yo… a mí, no me gustó verlo así. –– continuó sin hacer mucho caso. –– Le pregunté por qué le trató a usted de esa forma, y me ha respondido que usted no lo quiere.
–– ¡Ha dicho eso…!
–– "Yo hablaré con Mü, haré que él lo quiera de nuevo" pero insistió en que no dijese nada, fue una orden y… una promesa. Sólo desea su felicidad, sin importar con quién decida estar usted. Yo también lo hago, querido Maestro. Nosotros sabemos que... queremos su felicidad.
–– ¿Y si ha sido una promesa entre ustedes, por qué estás entonces diciéndome todas esas cosas, Kiki?
–– Porque usted es mi maestro, y porque… ¡soy un pillo!
–– ¡Vaya que lo eres! –– Mü rió para él, alborotándole el cabello y olvidandofugazmente su tristeza. Kiki lo abrazó sin parar de reír.
–– No nos sintamos tristes, leamos un cuento.
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Nota: Y SI KIKI ES UN PILLO, ESTA AUTORA ES MUCHO PEOR... OBVIAMENTE ESTE NO ES UN EPÍLOGO : ) ES OTRO CAPÍTULO. HE DECIDIDO ESCRIBIR MÁS PORQUE UN EPÍLOGO NO ERA SUFICIENTE PARA LLEGAR A UN FINAL APROPIADO... Y BUENO. ¡ASÍ QUE PERDONENME, LAS HARÉ SUFRIR UN PAR DE CAPÍTULOS MÁS!
¡GRACIAS POR SUS COMENTARIOS, RECUERDEN QUE LOS RESPONDERÉ SIN FALTA!
