Toma de Mí

Toma de mí todo, bébetelo bien.

Hay que ayunar al filo del amanecer

Toma de mí todo, y todavía más

Hay que esperar un largo no de claridad

Toma de mi todo cuanto pueda ser

Que el son no da de beber.

Silvio Rodriguez

Fue así… como las chispas que saltan sin control.

El ambiente cerrado de la cueva, la constante compañía de las últimas semanas, el cofinamiento, el peligro del exterior… la muerte que rondaba con su nariz puntiaguda y aquel silencio que a voces afirmaba que no les quedaba mucho tiempo.

Todo, nada mas que leña al fuego.

El deseo llevaba ya rondándolos como gato en acecho durante algún tiempo. Caricias por descuido que provocaban toques eléctricos, miradas que ocultaban un brillo lujurioso, la absoluta certeza de que no había nada que perder, que solo quedaban ellos dos.

Era un mundo nuevo, pequeño. Encerrado en un oscuro recoveco del interior de la tierra, era su nuevo mundo… sin leyes aparte de las que ellos mismos se impusieron.

La voluntad no tardó en romperse.

Y ahí, entre los gritos de su última pelea Ranma cruzó la línea que hace mucho tiempo se dibujaron en sus cabezas. La besó con fuerza, con un deseo que rayaba en la desesperación.

Akane fue tomada por sorpresa, y el intempestivo fuego que acaricio sus labios no tardó en consumirla, pero de pronto, asustado, él se separó de ella antes de que la muchacha pudiera corresponderle.

La miró apenas de reojo, el pudor lo retuvo en el deseo de mirarla de frente, a los ojos, como se miran a las cosas que nos pertenecen.

Su presencia quemaba, se alejó unos pasos de ella por miedo a cometer otra locura… el aire de la pequeña cueva se había vuelto sofocante en los últimos segundos. Y él, agitado sentía el llamado de la tersa piel de la joven. Respiraba turbado, y en su preocupación no alcanzó a ver la expresión de shock de la muchacha, lentamente transformándose en sonrisa.

Akane sonrió, con una mano aún tocándose los labios.

….

Él la miró de reojo… y la sintió cerca una vez más. Paso a paso Akane acortaba la distancia entre sus cuerpos, y a pocos centímetros se detuvo e inclinó la cabeza obligándolo a verla, de frente, a los ojos.

"Ranma" susurró en un murmullo grave, un ronroneo irresistible.

Él no dio un respiro y acabó con el espacio que los separaba.

Besos violentos, caricias dulces y atrevidas, piel contra piel… calor, fuego, deseo. Una llama inconsumible.

Con cautela Ranma acaricio su cuerpo, ella, dulce se aferró a él, y fueron uno.

Jadeos, suspiros, gemidos, el resonante silencio de una mirada que lo dice todo… besos cortos, sonrisas, cansancio.

Silencio… y en el, escondidas aún dos palabras que ninguno de los dos diría jamás. Las palabras que ella tanto había añorado y que el siempre rehuyó, las que en aquel momento no necesitaban ser pronunciadas porque fueron hechas, y ya no eran palabras añoradas, lo eran todo, eran ellos, algo palpable… real.