¿Por qué cada vez que encontramos algo realmente valioso lo dejamos ir?

Es que realmente nos gusta hacer sufrir a la gente, o es simplemente por hacernos sufrir a nosotros mismos?

La verdad no lo sé, no me gusta hacer sufrir a la gente y no me gusta sufrir, mas ahora es muy tarde para preguntármelo.

No me gusta redundar, pero esta vez tendré que hacerlo, y aunque ahora me duela más que nunca hablar, lo haré, para que no den las cosas por aseguradas, como lo hice yo.

Mañanas de invierno, tan frías como sus ojos, como sus palabras y expresiones.

Qué no daría por verle sonreír, por saber que hay algo más en sus ojos que profundo desdén y melancolía oculta por sus rubios cabellos y negras pupilas.

Miré por la ventana de mi habitación, los árboles se mecían al son del viento, y las hojas sueltas, abandonadas por el otoño, decoraban el frío suelo de las calles.

De pronto la vi salir, estaba yendo a clases por la mañana en la escuela, mientras yo asistía por las tardes. No me gustaba mucho que fuera, no por que la quisiera todo el día en casa, sino por lo que pudiera pasarle estando dicha escuela, tan lejos. Pero ella lo había decidido así, me dijo que era muy perezoso para levantarme en las mañanas y ella no quería demorarse tanto.

Todas las mañanas que me quedaba solo lo único que hacia, aparte de limpiar ¬¬, era pensar en nuestro compromiso, aquel pequeño detalle que uniría nuestras vidas para siempre. Aquel detalle que nunca podía hablar con ella por miedo a una negativa.

Aun sumido en mis pensamientos, se me pasó la hora y ella ya se encontraba en casa.

. Hola Annita, llegaste temprano hoy n.nU-.

.no es temprano, son mas de las 2, y tu aun estás en pijama, no has terminado de limpiar, no has preparado el almuerzo y las clases comienzan en menos de 1 hora- me contestó un tanto molesta.

.tan tarde es! Oh demonios! Tengo que arreglarme!- dije preocupado corriendo a mi habitación-. Lo siento Annita, te prometo que lo compensaré con la cena, te lo juroooo!

.uff-la escuché quejarse y me fui.

Lo vi salir rápidamente y perderse en la neblina que caía. Cómo lo quería! Si tan solo el lo supiera, mas no podía decirle, mi orgullo no me lo permitía, además el miedo me embargaba, sí, yo Anna Kyoyama, temía que el se burlase, o simplemente no sintiera lo mismo, sabía que si eso era así me derrumbaría, y no tendría cara para verlo, nunca más.

Prefería vivir a su lado sin saber qué sentía el por mi.

.Ésta casa es un desastre- pensé- pero no se salvará para mañana.

Aquella tarde me sentía más sola que nunca, no sabía por qué, quería desaparecer.

Mas la puerta interrumpió mis pensamientos. Abrí, y era uno de los amigos de Yoh.

.buenas tardes, Anna- me saludó. Más que uno de los amigos de mi prometido, era uno mío.

.hola, Len, pasa-le invité

gracias-

¿qué haces aquí a esta hora, sabes que Yoh asiste a clases en la tarde-

lo sé, vine a verte, bueno, quería conversar, y sé que lo puedo hacer contigo- me dijo algo avergonzado

qué te sucede-

no sé si me puedas ayudar, es que tu sabes que, bueno que…-

te gusta Pilika, y no sabes como decirle lo que sientes, Len, me encantaría saber la manera de poder expresarte a la persona que quieres, eso me ayudaría a mi también- le contesté cansada.

qué puedo hacer? Sabes que me aterra decirle algo, e incluso dudo que yo quiera decírselo

algo sé, no pierdas la oportunidad, se te puede pasar el amor

Ja! Tú crees?

no lo sé, pero, esto en mi caso puede ir de mal en peor. Sabes que nos vamos a casar-

en menos de 1 año-

si, aunque parece mucho tiempo no lo es.

ay, Anna, Yoh, al parecer sigue siendo un tonto

si, aún

Así paso la tarde en la pensión Asakura, Anna se desahogaba con su mejor amigo, el único según ella.

Yoh, sorprendido de ver nuevamente a len en su casa al llegar, le saludó animosamente, aunque por dentro ardía de rabia. Hacía tiempo que el visitaba a Anna en las tardes de escuela, y ya le parecía un poco extraño. Yoh Asakura, el gran shaman que derrotó a Hao, estaba celoso de su mejor amigo.