La obra perfecta

Capítulo 2: El elfo solitario

Azuzó su caballo al máximo bajo el cielo gris, el viento golpeaba contra su cuerpo con dureza, desordenando su dorado cabello a su alrededor, se avecinaba tormenta, de eso no había duda, debía apresurarse a llegar a Rivendel, algo en su interior le decía que debía regresar a casa lo antes posible, el animal, relinchó cansado, su jinete desmontó acariciándole el lomo

"Supongo que te exigí demasiado hoy amigo mío"- susurró con pesar llevándolo por las riendas hasta la protección de algunos árboles al lado del camino- "Descansaremos aquí por esta noche Asfaloth, aunque tu lo necesites más que yo"- se acomodó contra un árbol contemplando lentamente como el paisaje se iba oscureciendo a su alrededor, había viajado mucho durante aquel día y el pobre caballo estaba agotado, más algo en su interior se agitaba continuamente, no le agradaba aquella situación, no sabiendo que se encontraba tan cerca del hábitat de los orcos, es cierto que con en el último tiempo varias poblaciones humanas se habían asentado entre el valle de Rivendel y las Montañas Nubladas, pero no estaba del todo seguro de ser bien recibido en aquellos lugares, intentó dormir un poco, pero no le agradaba el sonido del viento, parecía estar dispuesto a dar una gran batalla, agitando y lastimando a los árboles, suspiró con cansancio cubriéndose con una manta, comió algunas de sus provisiones y poco a poco se fue quedando dormido

Las primeras gotas del día lo despertaron al golpear su perfecto rostro, apenas estaba aclarando, aunque la pálida luz apenas si se filtraba en las espesas nubes, se apresuró a preparar todo y partir lo antes posible, quería llegar a Imladris antes de que llegara la verdadera tormenta, pero no estaba seguro de lograrlo, deseaba estar en casa, esas palabras despertaron un extraño sentimiento en él, lo sabía perfectamente, Rivendel era su casa, pero no su hogar, era un lugar muy hermoso, de eso no había duda, pero desde la caída de Gondolin, tantos años atrás, él no había podido sentirse cómodo en lugar alguno, había pensado seriamente en viajar al oeste, pero algo lo retenía, no podía explicar qué.

Volvió a pensar en Niniel, aquella hermosa elfa que había estado a punto de convertirse en su esposa, recordó su dorado cabello reflejando los colores del atardecer y sus maravillosos ojos profundos como el mar mismo, su belleza no tenía comparación a los ojos de aquel elfo, pero no había podido salvarla, la chica había muerto en manos de los orcos de Morgoth aquel fatídico día, y su brillo ya no sería visto sino hasta el fin de los tiempos, en las estancias de Mandos, sintió la tristeza colmar su cuerpo, aquellos recuerdos eran demasiado dolorosos inclusive para él, un alto señor entre los elfos, volvió a la realidad en el instante en el que un relámpago cortó el profundo cielo gris, avivó el caballo, si no podía evitar la tormenta, se propondría al menos llegar a Rivendel antes de que oscurezca

Llevaba varias horas a caballo, por más que hubiera intentado apresurarse una cortina de agua le retrasaba el paso, estaba absolutamente empapado, la lluvia había traspasado hace mucho su capa, su camisa y pantalones se adherían a su esbelto cuerpo, mientras su cabello dorado caía pesadamente tras su espalda y pegado a su rostro, probablemente fuera hora del almuerzo, pero en ese instante ese era el menor de los problemas, Asfaloth avanzaba con lentitud, intentando no resbalar en el barro y no tropezar con las raíces de los árboles.

Fue en ese instante en el que percibió en la lejanía aquel sollozo, apenas audible, su caballo se detuvo, al parecer también lo había oído, extrañado condujo al animal fuera del camino, de donde creía provenía el sonido, no era común que nadie anduviera por las afueras del valle, menos en un día como aquel, fue entonces donde descubrió un pequeño bulto contra un inmenso árbol, desmontó con agilidad acercándose sorprendido, cuando llegó a su lado descubrió a una pequeña niña, su cabello negro contrastaba con la hermosa carita redonda y expresión bondadosa, estaba calada hasta los huesos, y temblaba de pies a cabeza, intentó llamarla, pero esta no reaccionaba, estaba inconsciente, y Glorfindel no tardó en darse cuenta que tenia fiebre, la tomó en sus brazos con preocupación, y volvió a montar, la sentó frente a él protegiéndola con su cuerpo del frió, una extraña sensación surgió en su interior, ahora más que nunca debía llegar a Rivendel, o la vida de la niña correría peligro

"Ya no podemos retrasarnos amigo mío"- murmuró mientras el animal relinchaba, y captando la gravedad de la situación salió a la carrera a una velocidad inusitada.

Glorfindel percibió aquel pequeño cuerpo junto al suyo, recostó a la niña contra su pecho mientras hacía lo posible para que no se mojara, una calidez comenzó a nacer en su interior, mientras contemplaba a esa personita tan desprotegida descansando entre sus brazos

No había pasado una hora, cuando divisó la casa de Imladris, Asfaloth aumentó aun más la velocidad hasta su hogar, llevándolo prontamente

Glorfindel saltó del animal una vez frente a la entrada, corriendo al interior de la casa con la niña en brazos, mientras dos elfos se apresuraban a llevar su caballo a los establos. Los habitantes de la casa se sorprendieron al ver pasar al elfo a toda velocidad a su lado, mientras ordenaba que preparen una habitación urgente y llamaran al señor de los elfos, finalmente depositó a la niña en el cuarto que le indicaron, y la cubrió con los mullidos acolchados hasta que trajeran ropa seca. La contempló en silencio, preocupado, así lo encontró Elrond al entrar en la habitación, una gran aflicción colmaba los ojos de aquel elfo, que observaba al pequeño ser que descansaba en la enorme cama

"Qué fue lo que ocurrió?"- preguntó Lord Elrond poniendo la mano en el hombro de su amigo

"La encontré en las afueras del valle, estaba sola e inconsciente a causa del frío y la fiebre"- murmuró sin apartar su vista de ella- "estaba sola, no había nadie en los alrededores"

"Es muy extraño- aceptó el Señor de la casa con preocupación- lo mejor será que te cambies de ropas, y descanses un poco mientras yo veo que puedo hacer por ella"

"Voy a quedarme aquí- se negó con seriedad aun mirándola- no voy a dejarla sola"

"Llevas varios días de viaje- le espetó Elrond- y tus ropas también están empapadas, no te preocupes por ella, voy a cuidarla bien, pero va a tardar en despertar, y si quieres cuidarla entonces lo mejor será que también estés descansado"

"Pero..."

"Nada de peros- le interrumpió el medio elfo con seriedad en el momento en que una doncella llegaba con un pequeño camisón para la niña y algunas medicinas- "Lalaith te preparará un buen baño, y luego de que te hayas cambiado y comido podrás volver a verla"- ordenó con seriedad, no le gustaba tratar así a su amigo, pero sabía que estaría muy cansado después de tan largo viaje. El rubio elfo aceptó con resignación, poniéndose de pie se dispuso a salir del cuarto- "Como estaba Anael?"- preguntó finalmente recordando el motivo por el que aquel señor de los elfos había viajado al Bosque Negro

"Él y su esposa murieron en manos de los orcos cruzando las montañas"- murmuró con tristeza antes de salir de la habitación- "nunca llegaron al bosque"

Elrond se quedó en silencio, ahora comprendía el porque de la angustias de su amigo, una vez que este dejó la habitación se concentró en la pequeña niña que descansaba en la cama, tenía una tranquila expresión, y a pesar de estar empapada y sucia, podía percibir la belleza de aquel pequeño rostro

No había pasado siquiera una hora cuando Glorfindel volvió a atravesar aquella puerta con rapidez, esta vez el eldar estaba impecablemente vestido, pero su expresión denotaba gran preocupación

"como esta ella? Qué es lo que tiene?"- murmuró con consternación

"Tomó mucho frío- murmuró Elrond sorprendido, no recordaba haber visto a aquel elfo tan preocupado en toda su existencia- va a recuperarse, pero necesita descansar, parece no haber comido en unos días, y está muy débil, va a recuperarse, si logramos controlar su temperatura"- una extraña sonrisa nació en los labios del rubio elfo mientras acariciaba la pequeña cabecita que asomaba entre los edredones

"Espero que se recupere pronto, para poder devolverla a su familia- murmuró con seriedad, y agregó dudando- si no tiene familia, como lo creo por donde la encontré, me gustaría hacerme cargo de ella"

"Estas seguro, no pienso abandonarla, no te preocupes por ello"- lo calmó el señor de los elfos- "puede quedarse aquí si así lo desea"

"algo me dice que debo hacerme cargo, yo la encontré, es mi responsabilidad"- concluyó el mayor de los elfos- "además, parece una niña muy dulce, en verdad, si está sola, yo la tomaré bajo mi cuidado, y tendrá todas mis atenciones"

"no te encariñes demasiado, tal vez sea una niña perdida que se separó de una caravana"- lo calmó Elrond, con temor, no acababa de entender aquel repentino cariño de su amigo por la pequeña desconocida- "tengo cosas que atender"- anunció antes de ponerse de pie- "le pediré a Lalaith que te traiga algo de comer aquí, ya que algo me dice que no querrás despegarte de su lado"- el Eldar aceptó con la cabeza, sentándose en la cama junto a la pequeña, para contemplar como el señor de la casa se alejaba.

Contemplo al ahora limpio rostro blanco, parecía descansar tranquilamente, acarició su rostro, percibiendo que ardía, suspiró ya lo había dicho Elrond, debían procurar que no subiera su temperatura, por lo que comenzó a cantar una antigua melodía, mientras concentraba su energía en bajar la fiebre de la pequeña

La noticia corrió muy rápido, al parecer el que Lord Glorfindel había encontrado una pequeña en el camino, y no se despegaba de ella, ya era sabido por todos en el valle de Rivendel, sobre esto discutían Elrond y Galdor, aquella mañana tres días después en el momento en que el Noldor entraba de improviso en el estudio

"Tinwel, está murmurando cosas"- le informó sus amigos cuando llegó a su lado con una sonrisa

"Tinwel?"- preguntó Galdor con sorpresa

"Así decidí llamarla mientras duerme"- le explicó el eldar, con alegría- "Elrond debes verla por favor"- rogó

"Si es cierto lo que dices, con un poco de suerte despierte pronto y podamos saber de donde viene"- le indicó a sus acompañantes mientras salía del lugar

Los tres señores elfos entraron en la habitación en silencio, intentando no molestar a quien allí reposaba, Elrond revisó a la niña y sonrió con calma

"Ya no tiene fiebre"- aseguró- " podría despertar en cualquier momento"- luego de dejarle algunas indicaciones a Glorfindel marcharon a continuar con sus deberes. El eldar suspiró con calma, sentándose junto a la pequeña figura, que ahora lo miraba asombrada

"Aiya Tinwel- murmuró el elfo con suavidad observando a la sorprendida niña- "es bueno ver que ya despertaste"

Ya les dejo otro capi, espero que les guste, y sean generosos, dejen sus reviews, no les toma mucho, y hacen muy bien a la autoestima de las autoras

Hada: amiga!como ya te explique el otro fic tiene demasiados recuerdos para mí, por lo que por lo pronto vas a tener que conformarte con el final que tuvo, espero algun día sicatrice todo esto y poder terminarlo (me quedaron muchas ideas retorcidas en el tintero) en cuanto a este fic, tenía la idea desde antes de comenzar con cosas de familia, pero por una u otra razón lo fui demorando, aunque no tiene comparacion con la joyita que estas escribiendo vos, es en verdad excelente, y ya sabes que quiero que sigas actualizando... por ciernto, a vos te parece que yo pueda complicarle las cosas? YOOO! yo soy una nena buena (sí, ya se que soy buena para complicarle la vida a los personajes de mis fics) esta no va a ser la escepcion, jejejje, nos seguimos leyendo, esepro te guste el capi

Andraya TheLat: yo diría que su suerte mejoró bastante, pero bueno, las cosas no le van a ser muy faciles, espero que disfrutes el capi y tambien te pido que actualices rápido si? (cara de cachorrito) quiero saber como sigue tu historia, espero que sigas disfrutando de la mia, nos leemos