CAPITULO 4 CARA A CARA
Joanne se adelantó con Malfoy y se pusieron de frente lo miró y vio que sonreía ¿Pero por qué? ¿Se creía que era tan bueno para ganarle?
Se volvieron a mirar a los ojos y algo en el interior de Joanne se convulsionó, dejando es su alma, una huella indeleble, su contrincante tenía una elegancia aristocrática, mucha seguridad y mucha ligereza. Lo notó cuando él la había rozado con un chorro de luz rojo, ella se preparó para el ataque. Había algo en él que la atraía. Pero no debía pensar en eso. Blandió la varita y también su hechizo lo pasó rozando. Draco tuvo que concentrarse con todas sus fuerzas y pensar que en vez de ella, su rival era Potter, así que decidió no mirarla y disparar el hechizo sin más. Funcionó; La chica dio unas volteretas en el aire y cayó de golpe al suelo, se quedó unos segundos sin respiración, parecía que ella no se iba a levantar pero no fue así, se puso en pie y lanzó un expelliarmus muy rápido que le dio a Draco y su varita salió disparada. Él la agarró de nuevo, estaba en el suelo, pero había vuelto a coger la varita. Joanne creía que por fin había ganado al ver que su rival no se levantaba del suelo. Pero se equivocó Draco desde el suelo levantó la varita y le lanzó su último hechizo, un expelliarmus y otro mucho más eficaz y pudo ganar a la chica. A Ella se le había enroscado unas gruesas cuerdas como serpientes en los pies y su varita había volado, además de que perdió el equilibrio y cayó al suelo.
- Excelente –Dijo Shail en cuando en ese momento sonó el final de esa clase, algunos dieron resoplidos, por no haber tenido la oportunidad de luchar. –A La siguiente clase seguiremos, No-pasa nada.
Joanne se encontraba todavía en el suelo. Draco se aproximó a ella y cogió su varita que estaba a escasos metros de allí y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Joanne alzó la mano cogiendo la del rubio. Sus dedos rozaron los de él. Sintió como si hubiese recibido una pequeña descarga eléctrica, algo que la sacudió por completo... aunque le gustó esa extraña sensación, y una extraña debilidad recorrió su cuerpo como un escalofrío.
Draco sonrió entrecortadamente.
- Has estado Bien. –Dijo Draco Entregándole la varita.
Él se dio media vuelta y llegó junto a su amigo Sluke que lo estaba esperando. Joanne todavía sentía su mano estrechada a la de Draco y pensó que quería volver a tener aquella extraña sensación. Ese chico le atraía y re repelía al mismo tiempo. No pensó en nada más en todo la mañana y Hermione le tuvo que llamar la atención más de una vez. Aunque Hermione no se dio cuenta de lo que pasaba.
Harry y Ron estaban discutiendo sobre el falso enfado de Harry aquella mañana, y al final como estaba tan pensado le tuvo que decir que no estaba enfadado sólo que recapacitara un poco antes de abrir la boca, sobre todo con Hermione.
Lo intentaré, pero...
Draco tampoco estuvo muy atento a las clases, hasta la hora de comer cuando vio a Joanne en el gran comedor almorzando con sus compañeros de Gryffindor, esa vez es cuando supo que envidiaba a Potter y a Weasley por ser los primeros en haberla conocido y con juntarse con ella. Sluke a su lado hablaba con Lizza, y ella escuchaba atentamente.
- ¿Entonces vendrás conmigo a espadalogía, Lizza? –Preguntó Sluke – Ya que Draco yo quiere venir...
- Claro que iré. Pero falta todavía un rato ¿qué tal si hacemos los deberes de historia de la magia, que nos ha mandado Binns?
- ¿Qué, ahora? No, no por favor –Dijo Sluke exhausto – No he entendido nada de lo que a querido decir ese loco con las revueltas de los duendes en el siglo...
- 10 –Terminó Lizza por él.
- Exacto. Eso iba a decir. ¿Podrías ayudarme? No he tomado ningún apunte, es la asignatura más aburrida de todas.
- No, no lo es. Tal vez si la diera otro profesor fuera más... Bueno a mí me gusta por eso, saqué un extraordinario en ella. Además de los otros 8
- ¿Nueve T.I.M.O.S sacaste? –Preguntó Draco palideciendo –Yo sólo seis o cinco. Y... ¿Y tu hermana?
- Bueno... ella 8 T.I.M.O.S pero, no está mas, en cambio 5 son pocos.
- Al menos son cinco –Respondió Draco herido y molesto- Habrá otros peores– Reflexionó Draco –Crabbe y Goyle por ejemplo, menudo par... de gorrones.
Eran las 6.58 y Joanne se preparó para sustituir a Hermione como prefecta, Ella le había dicho que normalmente los prefectos se esperaban para las rondas en el vestíbulo junto a las puertas del gran comedor.
Así que llegó allí cinco minutos después bastante más arreglada que de costumbre, aunque había corrido bastante para encontrarse cara a cara con Draco Malfoy.
Draco reaccionó, no de inmediato, estaba apoyado en aquellos enormes relojes de arena, en el que ese momento, Ravenclaw llevaba ventaja por un punto a Gryffindor y Slytherin que estaban empatados y Hufflepuff que iba en el último lugar. Ninguno de los dos se movió durante breves minutos, pero Draco se dirigió a ella con paso decidido y se quedó a escasos centímetros de su cara.
- Has llegado tarde ¿No?
- Bueno es que estaba... –de repente se dio cuenta que llevaba bastante desabrochada la camiseta y se apresuró a abrochársela.
- Vamos –Dijo Draco había conseguido alterarse un poco.
- Tú a mí no me das órdenes, ¿Entendido? –Dijo Joanne con dureza, no quería parecer débil ante él, quería demostrarle que era mucho más fuerte.
Draco sin embargo se acercó más, sintió la respiración de Joanne, y parecía cansada de haber corrido tanto.
- Está Bien. ¿Por qué no vamos fuera para qué te dé el aire un poco? – Dijo. Ya había salido y Joanne le siguió a cierta distancia.
- En ese caso... Espera –Dijo repentinamente Joanne. –Me debes algo.
- ¿Yo? –Dijo Draco pensativo -¿Y qué es eso que te debo?
Joanne sonrió con serenidad.
- Una revancha
Draco también sonrió. Sacaron sus varitas y hicieron una inclinación. Luego retrocedieron. Joanne estaba preparada para atacar y defenderse.
Un rayo de luz verde iba directo hacia ella pero hizo aparecer una barrera invisible entre el hechizo y ella y este no dio en el blanco.
- ¡Talantallegra! –Exclamó Joanne y sonrió al verlo los ojos de sorpresa de Draco al ver que su escudo no había funcionado.
Las piernas de Draco estaban como gelatina y no podía moverse. Pero tenía la varita en la mano así que apuntó Bien hacia su rival.
- ¡Glompetus!
Pero Joanne fue más rápida y utilizó el impedimenta para protegerse y dio de lleno en Draco que cayó al suelo. Joanne bajó la varita satisfecha y sonriendo. Ahora era ella la que le tendía la mano, para ayudarle a levantarse, después de haber puesto fin al hechizo de piernas de gelatina. Éste fue el momento en que sintió la agradable sensación que tenía al tener contacto con los dedos de Draco. Se miraron a los ojos como nunca antes había hecho. Pero entonces un ruido entre las sombras les hizo desviar la mirada. Se escuchaban detrás de unos arbustos. Algo se movía escondidos en ellos.
- Lumos –susurró Draco a su varita.
La luz de la varita vio Bien claro lo que hallaba entre los arbustos: dos pequeñas crías de unicornio.
- ¡Oh! – Exclamó Joanne conmocionada. –Son preciosos.
- Yo que tú, no me acercaría. No creo que nos tengan cariño.
- Eso és, solo a los chicos –Explicó Joanne –A las chicas las tratas muy bien. Siempre he soñado con ver a un unicornio. Tocarlo...
Joanne se aproximó más a los matorrales y a poco metros, fue extendiendo la mano. Justo cuando iba a, tocar el hermoso cuerno del unicornio, se marcharon corriendo adentrándose en el bosque.
- ¡No, Esperad!
- Es imposible, ya se han ido.
- Me gustaría tanto... acariciar a un unicornio, tan solo una vez...
- ¿En serio?
- Regalaría lo que fuera...
Se quedaron un rato en silencio y después de unos minutos, se fueron hacia el interior del castillo sin dirigirse la palabra pero constantemente mirándose de reojo. Estuvieron más de 20 minutos así, hasta que llegaron las 8.45 cuando todo el mundo salía de clases de espadalogía.
- Bueno, adiós. –Se despidió Joanne.
- Adiós –Murmuró Draco en voz baja.
Joanne caminó despacio. No sabía si se arrepentía de sustituir a Hermione. Por que ahora tendría que estar con Draco a solas 1 hora al día todos los días, menos los fines de semana. Sabía que le estaba haciendo un gran favor, pero sentía que no podía estar con Draco, por que en su interior se había desatado una horrible sensación en el estómago. Y cada vez que lo veía o hablaba con él se iba destruyendo esa capa.
Draco sin embargo pensaba en que no podía dejar de verla, ni un sólo día, y que todo en lo que su padre lo había convertido se iba destruyendo como, si un árbol se quedara sin hojas. Estaba volviéndose más maduro, y responsable y ya no pensaba en hacerle la vida imposible a los demás, ni siquiera a Potter. Dejaría atrás su otra personalidad y no volvería a mirar a ella. ¿Y por qué ese comportamiento? Se debía a una razón: Joanne, desde que la vio por primera vez, había sentido algo que nunca había experimentado, un sentimiento que se escondía en su corazón.
