Distortion
By Cathain
Capitulo VII
ººººººººººººººººººººººººº
Silencio...
Silencio.
Silencio y más silencio; luego la muerte hablo y sabes que dijo?
¿Que?
Ella dijo que un día verde con ojos amarillos derramaría sangre y que esa sangre era sangre portadora de vida, de tu vida.
Era como una eternidad fulgurante.
Era una cómoda sensación de vacío, una falsa sensación de libertad que aportaba a su mundo un poco de estabilidad.
Todo brillaba alrededor del inanime cuerpo, meciéndolo en una sinfonía consternada de elementos pacíficos. Poseyéndole.
Y el pacto antiguo echo con fuego quemando en sus venas, discurriendo y fluyendo de forma armónica por todo su cuerpo contrayendo las siluetas mal formadas en la brillantez de la visión. Todo era perfecto...
*
Era un silencio hermoso ciertamente, jamás se le había cruzado por la mente que algún día estaría viendo dormir a Potter, ser el profeso mas odiado por el chico no le daba esos privilegios. Una sonrisa con tinte algo sádico se dibujo en sus labios. Tener su cuello expuesto. Su vida en sus manos... Ah! Era una cosa tan regocijante aquel pensamiento.
Un cuerpo inanimado, como un títere, un títere sin ser usado, reposando en un escaparate de oro, simplemente mostrándose sin vida a los espectadores mientras la vida le consumía por dentro como una gloriosa caravana de placer y restricción, sin obtener pero sin dar.
Pobre humanidad llena de desechos.
- Algunos deben perecer en los residuos de la tortura mientras otros tienen el placer de perecer mientras... sueñan. -susurro gentil Snape en el oído del niño-que-vivió. Inclinado hacia él brindándole algo de calor con su cercanía.
Ahora solo le quedaba brindar por el dolor de la fragilidad, después de todo Harry Potter no tenia mucha culpa de nada. Albus Dumbledore lo sabia, Severus Snape también lo sabia, y lo sabia aun con mas certeza que el mismo director de Hogwarts.
- ¿Pero en que infierno te hayas tu? -comento para sí, satisfecho con el leve gemido que había escuchado brotar de los labios del chico ante la nula cercanía de su boca con su oído.
Ser seducido por la oscuridad era tan placentero y aunque Potter fuese tan condenadamente bueno, era tan frágil como para pasar desapercibidos los constantes y excitantes flirteos de la oscuridad.
Todo era perfecto... y tan falso.
~*~
La oscuridad vacilaba entre la piedra diabólica que formaba el cuerpo de las gárgolas. Cuantas no habían repartidas sobre las tumbas, conformaban un circulo alrededor de una muñeca con forma de mujer.
Era una mujer de cabellos rojos como el fuego, como una llama apagada en ese instante, su brillo se estaba perdiendo. Su cuerpo se hallaba enfundado en una túnica de seda blanca con intrincados motivos y símbolos dorados y rojos bordados en la tela. Parecía una muñeca de porcelana con su piel de nieve y sus cabellos acomodados en forma perfecta sobre su espalda, sobre sus hombros, sobre sus ojos ocultando su rostro casi por completo.
Sentada entre esas gárgolas, frías y quietas por igual, piedra cruda y carne pálida. Suaves murmullos deslizándose entre el tiempo, entre el espacio, tramando, conspirando.
El aire frío volvió a azotar su cuerpo sin piedad, calándose hasta sus huesos haciéndole temblar. Se encogió contra la cruz de piedra que cuidaba de la tumba bajo sus pies, abrazándose a si mismo. Sentía tristeza al observar a esa mujer pelirroja sentada entre esas bestias, le recordaba tanto a alguien, pero no sabia a quien. No sabia si seria bueno recordarla.
Pudo escuchar un grito romper el compuesto silencio.
Un grito despertando a las gárgolas de su letargo inmortal.
Un grito desgarrar su garganta.
Un grito dándole vida a la muñeca.
~*~
Un grito afloro del cuerpo inmóvil, que adquirió vida por breves segundos en los cuales su cuerpo convulsiono a causa del hechizo, liberando toda la tensión a través de aquel sonido que helaba la sangre.
Todos se apresuraron a entrar en la habitación. Enfermeras, médicos, amigos.
Nadie preguntó nada. Nadie dijo nada. Pero la mayoría le lanzaron oscuras miradas de reojo. Mientras la enfermera le daba una poción sedante al niño-que-vivió.
Dumbledor se comía sus propios remordimientos, su culpa... Debía haber estado más pendiente de Harry Potter, quien iba a pensar que seria tan frágil. Estaba exigiendo demasiado de un niño de 15 años, a pesar de que todo había resultado según lo planeado hasta ese momento. Pero había caído en cuenta de que realmente no poseía el control, y todo se reducía al control.
Harry descansaba tan tranquilo en aquel cuarto blanco, en aquella confortable cama. Llevaba un par de días así, no despertaba, estaba inconsciente ante la vida, ante la realidad, encerrado en sí mismo. Y no había forma ni manera de sacarlo de su estado catatónico.
Desde aquella mañana en que se le había encontrado tirado en el pasillo, al principio habían rastreado la magia esperando encontrar algún hechizo que le hubiese lanzado algún atacante fantasma, pero nada se había hallado, solo un leve e inconexo rastro de magia impregnado en su piel, pero nada que pudiese arrojar algún tipo de información.
Temía que el único lazo que hubiera estado atando a Harry a la realidad se hubiese destruido. Sabia que el niño había estado muy sensible después de la muerte de Cedric, sabia que la genética de un héroe no se llevaba precisamente en la sangre.
Aunque a veces se negara a aceptarlo sabia que después de todo Harry Potter seguía siendo un niño con una cordura muy frágil de mantener.
Antes de que le pidiesen abandonar la habitación había desaparecido por uno de los silente pasillos, sumido en oscuros pensamientos.
~*~
El viento helado se deslizaba a su alrededor, moviendo de forma casi imperceptible su cabello azabache en una frágil caricia mientras el silencio volvía a reinar nuevamente en el lugar, pero el olor metálico inundaba su olfato. Visualizo esta vez a las gárgolas formando ahora un circulo más pequeño, todas unidas por un leve contacto entre sus cuerpos de roca, y todas salpicadas en sangre fresca.
Se acerco temeroso hasta él circulo, con asombro pudo observar como la mujer había desaparecido, pero todo el pasto se hallaba cubierto de sangre, aplastado y lleno de cuajos rojos, como si allí se hubiese llevado a cabo algún crimen, pero no había huellas, no había rastros de algún cuerpo.
Alguien acariciaba con ternura sus cabellos. El aroma a lirios le inundo nuevamente en una cálida sensación, permitiéndole relajarse momentáneamente.
Tratando de matar aquel recuerdo, símbolo impropio de paz al continuar la vía que marcaba la clara restricción de sus deseos, pero solo lo recordaba todo con mayor claridad. Estaba sucio.
Sus hombros comenzaron a moverse involuntariamente mientras sus cálidas lagrimas mojaban su fría y sardónica sonrisa. Estaba temblando por el sentimiento oprimido en su cuerpo.
- Vete madre. -su voz sonó hueca provocando que el fantasma se diluyera en el silencio de la momentánea devastación.
Debía de ser la hora, el momento que se había elegido para consumar de una vez su desagradable deseo, porque a pesar de que lo disfrutaba y hacia caso omiso a su conciencia, estaba plenamente claro de lo que sucedería, y ya había tomado su decisión.
Todo juego tenia su limite.
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Notas:
Reviews?
Pues la etapa de bloqueo ya termino, así que aca esta otro capitulo mas, definitivamente el penultimo, pero debo confesar que el ultimo me tiene algo contrariada la verdad jejeje, es que nose, tengo dos opciones para hacerlo, y aun no se cual de las dos vaya a publicar a la final. Creo que esto se demorara un poquito mas de lo planeado, disculpas por la tardanza.
Críticas, comentarios, dudas, aclaraciones, flames y demás mándenlas a red_queen216@yahoo.com o deja un review.
By Cathain
Capitulo VII
ººººººººººººººººººººººººº
Silencio...
Silencio.
Silencio y más silencio; luego la muerte hablo y sabes que dijo?
¿Que?
Ella dijo que un día verde con ojos amarillos derramaría sangre y que esa sangre era sangre portadora de vida, de tu vida.
Era como una eternidad fulgurante.
Era una cómoda sensación de vacío, una falsa sensación de libertad que aportaba a su mundo un poco de estabilidad.
Todo brillaba alrededor del inanime cuerpo, meciéndolo en una sinfonía consternada de elementos pacíficos. Poseyéndole.
Y el pacto antiguo echo con fuego quemando en sus venas, discurriendo y fluyendo de forma armónica por todo su cuerpo contrayendo las siluetas mal formadas en la brillantez de la visión. Todo era perfecto...
*
Era un silencio hermoso ciertamente, jamás se le había cruzado por la mente que algún día estaría viendo dormir a Potter, ser el profeso mas odiado por el chico no le daba esos privilegios. Una sonrisa con tinte algo sádico se dibujo en sus labios. Tener su cuello expuesto. Su vida en sus manos... Ah! Era una cosa tan regocijante aquel pensamiento.
Un cuerpo inanimado, como un títere, un títere sin ser usado, reposando en un escaparate de oro, simplemente mostrándose sin vida a los espectadores mientras la vida le consumía por dentro como una gloriosa caravana de placer y restricción, sin obtener pero sin dar.
Pobre humanidad llena de desechos.
- Algunos deben perecer en los residuos de la tortura mientras otros tienen el placer de perecer mientras... sueñan. -susurro gentil Snape en el oído del niño-que-vivió. Inclinado hacia él brindándole algo de calor con su cercanía.
Ahora solo le quedaba brindar por el dolor de la fragilidad, después de todo Harry Potter no tenia mucha culpa de nada. Albus Dumbledore lo sabia, Severus Snape también lo sabia, y lo sabia aun con mas certeza que el mismo director de Hogwarts.
- ¿Pero en que infierno te hayas tu? -comento para sí, satisfecho con el leve gemido que había escuchado brotar de los labios del chico ante la nula cercanía de su boca con su oído.
Ser seducido por la oscuridad era tan placentero y aunque Potter fuese tan condenadamente bueno, era tan frágil como para pasar desapercibidos los constantes y excitantes flirteos de la oscuridad.
Todo era perfecto... y tan falso.
~*~
La oscuridad vacilaba entre la piedra diabólica que formaba el cuerpo de las gárgolas. Cuantas no habían repartidas sobre las tumbas, conformaban un circulo alrededor de una muñeca con forma de mujer.
Era una mujer de cabellos rojos como el fuego, como una llama apagada en ese instante, su brillo se estaba perdiendo. Su cuerpo se hallaba enfundado en una túnica de seda blanca con intrincados motivos y símbolos dorados y rojos bordados en la tela. Parecía una muñeca de porcelana con su piel de nieve y sus cabellos acomodados en forma perfecta sobre su espalda, sobre sus hombros, sobre sus ojos ocultando su rostro casi por completo.
Sentada entre esas gárgolas, frías y quietas por igual, piedra cruda y carne pálida. Suaves murmullos deslizándose entre el tiempo, entre el espacio, tramando, conspirando.
El aire frío volvió a azotar su cuerpo sin piedad, calándose hasta sus huesos haciéndole temblar. Se encogió contra la cruz de piedra que cuidaba de la tumba bajo sus pies, abrazándose a si mismo. Sentía tristeza al observar a esa mujer pelirroja sentada entre esas bestias, le recordaba tanto a alguien, pero no sabia a quien. No sabia si seria bueno recordarla.
Pudo escuchar un grito romper el compuesto silencio.
Un grito despertando a las gárgolas de su letargo inmortal.
Un grito desgarrar su garganta.
Un grito dándole vida a la muñeca.
~*~
Un grito afloro del cuerpo inmóvil, que adquirió vida por breves segundos en los cuales su cuerpo convulsiono a causa del hechizo, liberando toda la tensión a través de aquel sonido que helaba la sangre.
Todos se apresuraron a entrar en la habitación. Enfermeras, médicos, amigos.
Nadie preguntó nada. Nadie dijo nada. Pero la mayoría le lanzaron oscuras miradas de reojo. Mientras la enfermera le daba una poción sedante al niño-que-vivió.
Dumbledor se comía sus propios remordimientos, su culpa... Debía haber estado más pendiente de Harry Potter, quien iba a pensar que seria tan frágil. Estaba exigiendo demasiado de un niño de 15 años, a pesar de que todo había resultado según lo planeado hasta ese momento. Pero había caído en cuenta de que realmente no poseía el control, y todo se reducía al control.
Harry descansaba tan tranquilo en aquel cuarto blanco, en aquella confortable cama. Llevaba un par de días así, no despertaba, estaba inconsciente ante la vida, ante la realidad, encerrado en sí mismo. Y no había forma ni manera de sacarlo de su estado catatónico.
Desde aquella mañana en que se le había encontrado tirado en el pasillo, al principio habían rastreado la magia esperando encontrar algún hechizo que le hubiese lanzado algún atacante fantasma, pero nada se había hallado, solo un leve e inconexo rastro de magia impregnado en su piel, pero nada que pudiese arrojar algún tipo de información.
Temía que el único lazo que hubiera estado atando a Harry a la realidad se hubiese destruido. Sabia que el niño había estado muy sensible después de la muerte de Cedric, sabia que la genética de un héroe no se llevaba precisamente en la sangre.
Aunque a veces se negara a aceptarlo sabia que después de todo Harry Potter seguía siendo un niño con una cordura muy frágil de mantener.
Antes de que le pidiesen abandonar la habitación había desaparecido por uno de los silente pasillos, sumido en oscuros pensamientos.
~*~
El viento helado se deslizaba a su alrededor, moviendo de forma casi imperceptible su cabello azabache en una frágil caricia mientras el silencio volvía a reinar nuevamente en el lugar, pero el olor metálico inundaba su olfato. Visualizo esta vez a las gárgolas formando ahora un circulo más pequeño, todas unidas por un leve contacto entre sus cuerpos de roca, y todas salpicadas en sangre fresca.
Se acerco temeroso hasta él circulo, con asombro pudo observar como la mujer había desaparecido, pero todo el pasto se hallaba cubierto de sangre, aplastado y lleno de cuajos rojos, como si allí se hubiese llevado a cabo algún crimen, pero no había huellas, no había rastros de algún cuerpo.
Alguien acariciaba con ternura sus cabellos. El aroma a lirios le inundo nuevamente en una cálida sensación, permitiéndole relajarse momentáneamente.
Tratando de matar aquel recuerdo, símbolo impropio de paz al continuar la vía que marcaba la clara restricción de sus deseos, pero solo lo recordaba todo con mayor claridad. Estaba sucio.
Sus hombros comenzaron a moverse involuntariamente mientras sus cálidas lagrimas mojaban su fría y sardónica sonrisa. Estaba temblando por el sentimiento oprimido en su cuerpo.
- Vete madre. -su voz sonó hueca provocando que el fantasma se diluyera en el silencio de la momentánea devastación.
Debía de ser la hora, el momento que se había elegido para consumar de una vez su desagradable deseo, porque a pesar de que lo disfrutaba y hacia caso omiso a su conciencia, estaba plenamente claro de lo que sucedería, y ya había tomado su decisión.
Todo juego tenia su limite.
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Notas:
Reviews?
Pues la etapa de bloqueo ya termino, así que aca esta otro capitulo mas, definitivamente el penultimo, pero debo confesar que el ultimo me tiene algo contrariada la verdad jejeje, es que nose, tengo dos opciones para hacerlo, y aun no se cual de las dos vaya a publicar a la final. Creo que esto se demorara un poquito mas de lo planeado, disculpas por la tardanza.
Críticas, comentarios, dudas, aclaraciones, flames y demás mándenlas a red_queen216@yahoo.com o deja un review.
