CAPÍTULO 2
30 de julio. 5:30 AM.
Estaba solo, sentado en un antiguo sofá, con un vaso de Whisky de fuego en la mano derecha.
"Hace ya más de un mes que se fue, y todo sigue igual. Bueno, no todo, él ya no está. El último del grupo, al que perdone hace ya tres años por aquella supuesta infidelidad, que nunca fue cierta.
Bebió otro trago de la humeante bebida, ahora no sabía cuál era su propósito. "Ya no te queda nadie, bueno, sí, Harry. Haría lo que fuera por proteger su vida.
La puerta de la entrada se abrió; Remus ni siquiera giró la vista para ver quién entraba.
-Buenas noches, Lupin.- Dijo una voz cargada de odio.
-Buenas noches, Severus.- Contestó él sin poder reprimir ese aire cansado y melancólico.
Snape salió escaleras arriba quedando otra vez solo el licántropo en el salón. Pensó en enviar una lechuza a Harry, pero desechó la idea, no quería que sus tíos se enfadaran por su culpa.
Ya bien entrada la noche decidió subir a su dormitorio para intentar descansar un poco. Hacía semanas que no dormía más que unas cuatro horas por noche. Su aspecto se había degenerado mucho y a medida que se acercaba la luna llena sentía peor su, ya de por sí, cansado ánimo.
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Se levantó temprano, había dormido en uno de los dormitorios de la primera planta y había entreoído ruidos durante la noche.
En la Sala principal estaban Dumbledore y Moody.
-¿Lo han encontrado?- Preguntó Ojoloco.
-Sí.
-¿Y qué demonios hacía a las tantas por la calle?
-No lo sé, Alastor, no lo sé. Lo encontró Paul Wilcox mientras hacía frente a dementores y mortífagos. Ahora está en su casa. Un poco más tarde vendrá Adam ha contarnos lo acontecido.
Remus se había quedado paralizado a mitad de las escaleras; bajó corriendo el tramo que le faltaba y entró rápidamente al salón:
-¿Qué ha sucedido?- Preguntó alarmado.
Dumbledore y Moody voltearon para mirar a Remus. Lo último que querían era que se enterase ahora. Ojoloco comenzó a hablar:
-Han encontrado a Harry, Remus.
-¿Qué?
-Al parecer,- Empezó a decir el director.- ayer fue atacado. Por suerte lo encontró Paul Wilcox, de investigación muggle, y le ayudó a escapar de ellos. Ahora está en su casa recuperando fuerza, va a venir Adam Wilcox a vernos.
-¡Yo quiero ir a verlo!
-No.- Contestó tajante Dumbledore.- Hay que esperar a que venga Adam.
-¡Pero le han atacado!- Exclamó Remus exasperado.- Se supone que estaba seguro, ¿qué ha pasado con los guardianes? ¿Por qué no puede venir? Estaría mejor con nosotros. ¡Ni siquiera conocemos a Wilcox!
-Remus, tranquilo.- Repuso Dumbledore.- Harry estará bien. En cuanto a los guardianes, la Sra Figg se encuentra internada en San Mungo, en estado de urgencia, está muy grave. Los demás no pudieron llegar al chico, los atacaban por todas partes.
-Sí, y no te preocupes por Wilcox. Es un buen chico, demasiado joven e inexperto, pero se las apaña en su trabajo.- Gruñó Moody en un intento por ser amable.- Su padre, Adam, trabaja por todo Reino Unido por temas de regulación mágica últimamente. No está en la Orden, pero se puede contar con él.- Moody reflexionó unos segundos.- Me acuerdo de una vez hace 18 años cuando me acusaron de abuso de la magia, lo que es absurdo, porque...
-Eso me parece bien, muy bien.- Comenzó Remus recuperando el color de su cara, pero entrando en un tono rojo.- Lo que no entiendo es por qué no me avisasteis, Dumbledore.
-No había por qué, Remus.- Replicó Dumbledore con una leve nota de nerviosismo.- Yo mismo iba a informarte cuando avisaron su encuentro.
-No me refiero a eso, Albus.- Gritó furioso Remus.- Sabes perfectamente lo importante que es para mí Harry.- Apretaba loas puños con fuerza.- No dejas que viva conmigo, lo cual comprendo por su seguridad, en serio, no permites que le vea, cosa que estoy aguantando a duras penas por aceptar tu criterio, ¡Lo único que pido es saber si le han atacado o se encuentra mal! ¿Es mucho pedir?
Hubo un momento de incómodo silencio, y una tensión que podía cortarse con un aspaviento. Moody miraba atentamente a Lupin con su ojo natural y observaba los rincones de la habitación con el mágico hasta que se posó sobre la puerta, que se abría lentamente.
-He oído gritos, ¿ocurre algo nuevo?- Preguntó Severus Snape mirando a los presente con expresión imperturbable. Pareció reparar en los puños blancos de Remus, e inició, aunque no concluyó, una leve sonrisa.- Oh, entiendo.
Moody apartó la vista con aire aburrido. ¡La que se iba a montar, Pero continuó con el ojo de cristal dando vueltas por la habitación, un gesto inteligente.
Remus miró a Snape con todo el odio que pudo. ¿Qué significaba eso? ¿El maldito Snivellus lo sabía? Miró al director con réplica, pero tanto Dumbledore como Snape mostraban una cara ininteligible.
-De acuerdo.- Murmuró entre dientes.- Comprendo.- Caminó hacia la puerta sin mirar a Snape siquiera.- Voy a dar una vuelta. Volveré...- Miró a Moody con aire resignado.-...dentro de un rato.
-Ahora que se ha ido... el Sr Lupin, y a dejado de... hablar,- Snape no ocultaba de ninguna forma su desprecio.- podemos centrarnos en algo más que en un alumno despistado, o en peleas sentimentales.
Dumbledore le reprochó con la mirada, pero pensó que nunca cambiaría.
-Bueno,- Dijo Moody.- creo que ahora nos tienes que explicar tú algunas cosas. ¿Qué hiciste ayer con tu amo?
Snape guardó silencio; no iba a contar TODO a Dumbledore, muchísimo menos a Moody.
-Nos reunimos en la mansión Ryddle, sólo unos cuantos, nos comentó que tenía un nuevo plan, el más magnífico de todos. No dijo de qué se trataba. También me dijo que evitara que Potter diera clases de Oclumancia. Luego nos hizo ir a cada uno a un lugar.- Con eso quedó de nuevo en silencio.
-¿Y no nos tienes que decir a dónde fuiste?- Preguntó Moody con odio.
-No.- Contestó secamente. Moody emitió un gruñido.
-Me voy. Aquí sólo queda falsedad, volveré cuando llegue Adam.
Al momento se oyó un portazo, sólo estaban ellos en la casa. Severus sabía que era el momento de las preguntas, pero también de las confidencias por parte de Dumbledore.
-Creo que deberías explicar mejor lo de la reunión.- Propuso el director.
-Y yo creo que me debías explicar mejor lo de Potter.- Repuso el otro. Se hizo un silencio tenso.
-Bien,- Comenzó el más mayor.- Harry fue atacado por un grupo de dementores y mortífagos durante la madrugada. Eso, y que lo encontró Wilcox, es lo único que sabemos. Creo que es tu turno.- Propuso tranquilamente.
-Después de la reunión,- Comenzó Snape con aspereza.- el Señor Oscuro me mandó ir a la casa de Wilcox, conocedor de que el chico se encontraba ahí. Eché un hechizo para que apareciera transparente para el exterior, pero desde dentro no notaron nada, y vi a Potter semiinconsciente. Le administraron una poción revitalizante y quedó dormido. Volví con la información a la Mansión Ryddle y se le confirmé al Lord sus suposiciones.- Quedó un momento en silencio, calibrando si debía informar de lo siguiente. Chasqueó la lengua y se dispuso a continuar.- Me mandó a buscar la carta que llevaba su lechuza blanca antes de...
-¿Qué carta?-Preguntó ávidamente del director.
-Potter salió de la casa cuando vio que su lechuza había sido interceptada. Llevaba una carta para Weasley y Granger.
-¿Y cómo sabes tú eso?
-Fui a Privet Drive y la encontré, pero al Lord le oculté esa información. Conseguí traerla aquí.- Anunció sin mucho entusiasmo.
-¡Debo verla enseguida!- Exclamó el director visiblemente preocupado.
Severus le tendió la carta con expresión funesta. No había creído que Dumbledore desconociera la existencia de la carta.
-Así que esto es el plan de Voldemort...
-Desconozco dichos planes.- Murmuró Snape entre dientes.
-¿Crees que esta información sea verdadera? Puede Harry haya vuelta a tener un...
Sonó un ruido en la puerta de entrada. El cuadro de la madre de Sirius Black gritaba en el hall como una endiablada. Snape fue a abrir al tiempo que insonorizaba por unos segundos la figura. Otra vez el licántropo.
-Buenas.- Dijo secamente Lupin. Snape se limitó a fruncir el ceño.
-Veo que no todavía no ha llegado. Bueno, esperaré arriba, aquí no tengo nada que hablar.- Ironizó mirando fijamente a Dumbledore, quien se dirigió hacia él.
Estuvieron en silencio durante un largo período de tiempo, hasta que el timbre les sorprendió. Esta vez abrió Dumbledore, dejando paso a Moody y al Sr Wilcox, un hombre de mediana edad con aparente buen cargo en el Ministerio. Vestía un elegante traje marrón y sonreía afablemente.
-Buenos días, Sr Wilcox, pase.- Saludó Albus.
Después de unas palabras de cortesía, siguieron a Moody hacia el salón. Cuando estuvieron sentados, Dumbledore sirvió una taza de té a cada uno.
-Bien,- Comenzó el director.- ¿como está el chico?
-Se ha recuperado de la magia perdida, aunque cuando me vine todavía se encontraba dormido.
-¿Os ha contado lo que pasó?- Preguntó ansioso Lupin. Dumbledore echó una mirada a Snape, que mostraba un rostro impasible.
-No, él no pudo decir nada, apenas estuvo consciente lo suficiente para llegar a la casa. Paul sólo me ha podido contar cómo esperaron. Al parecer, el chico mantuvo a los dementores hasta que Paul tuvo preparado un túnel de energía.- Remus suspiró, necesitaba ver a Harry ¡ya!
-Bien, supongo que iremos a buscarle esta tarde.- Objetó Dumbledore satisfecho.
-No creo que sea lo correcto, Albus.- Replicó Moody.- El chico está todavía débil, no debe moverse de ahí en un par de días.- Miró a Remus.- Por lo menos.- Puntualizó.- Además, no va a volver a Privet Drive con esos muggles locos, eso no lo pienses, y creo que, por su bien, no sería apropiado que viniese aquí.- Remus se vio obligado a asentir al recordar la depresión que tenía él cada vez que pisaba la casa de su fallecido amigo. Lo que menos necesitaba Harry era una temporada de su padrino muerto.
-Harry debe estar protegido.- Dijo Dumbledore terminando con la discusión.
-No pasa nada si se queda unos días, hasta que se recupera o lo que sea. A mí no me molesta, y no creo que a Paul le desagrade la idea.- Dumbledore no dijo nada, así que Moody asintió agradecido.- Bien, yo me debería ir ya.- Expuso Wilcox.- Tengo que ir a mi casa antes de ir al trabajo.
-¿Podría ir a ver a Harry?- Preguntó Remus.
Antes de que Adam respondiera, Dumbledore ya había dado la suya: NO.
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Harry ya se había despertado hacía algún tiempo, pero no tenía ganas de moverse de la cama. Estuvo pensando en la situación. Al fin y al cabo, había logrado salir de la casa de sus tíos, aunque por poco había acabado muerto.
Se abrió la puerta del dormitorio, por ella entro el padre del chico que le había salvado.
-¿Que tal te encuentras?
-Mucho mejor, gracias por ayudarme.
-De nada, muchacho, de nada. Si no llegas a cruzarte con Paul... ¿Quién sabe lo que hubiese ocurrido? Aunque sueles salir bien de los percances, ¿verdad?- Harry sonrió algo abstraído.- Yo tengo que irme ya. Quizás sea mejor que bajes a desayunar algo, debes tener hambre. – su mirada era amistosa y de lástima.-Hasta luego, me voy al trabajo.
-Pero... ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy?- Preguntó incorporándose.
-Tranquilo, te explicaremos todo más tarde.- Expuso el señor con la mirada tranquila.- Me llamo Adam Wilcox, soy miembro del Control de Regulación de Magia en el Ministerio de Irlanda, aunque ahora estoy aquí como enviado, por circunstancias que debes suponer.- Harry escuchaba en silencio.- Y estás en mi casa, al oeste de Londres. El tiempo que estés aquí, sinceramente, no sé cuánto va a ser, quiero que te sientas como en tu propia casa, ¿deacuerdo?
-Sí, claro, pero... los demás...- Harry estaba nervioso, las cosas iban demasiado rápido.
-Lo saben, no te preocupes. Tienen que arreglar cosas, bastantes, de hecho; pero, descuida, podrán venir sin problemas.- El Sr Wilcox lo miró atentamente con el ceño fruncido.- En cuanto a ti... creo que no deberías salir. No conoces el barrio, ya me entiendes.
Harry asintió levemente sin mirarle. Estaba clarísimo, seguía estando prohibido salir, divertirse, conversar con gente amiga,... Empezaba a cansarse de la situación. Había llegado el momento en el que Harry se dio cuenta de que todo lo bueno y malo de su vida, esto último más o menos, era elegido por Dumbledore. Él decidía cuando podía estar con sus amigos, cuando podía recibir información, cuando estaba bien visto que actuara como el niño que vivió,...
-Bien,- El Sr Wilcox encaminó a la puerta.- Descansa o ve a comer algo, lo que quieras, es tu casa. Yo volveré tarde. Intentaré contarte más cosas.
Harry despidió complacido al hombre, que se marchó cerrando suavemente la puerta. El Sr Wilcox le había caído bien, a pesar de su imponente aspecto. Era de pelo castaño oscuro, ojos café, ancho de espalda y de metro noventa, al menos. Resultaba curioso el hecho de que fuera el padre del chico que lo salvó, Paul, a quien había conocido la noche anterior.
Era un muchacho de altura media, aunque tirando a alto, delgado, con el pelo claro y ojos verdosos, y bastante simpático. En cuanto llegaron a la casa empezó a hablar y, cuando vio que Harry estaba completamente agotado, le ayudó a subir las escaleras mientras hablaba de algo que Harry no pudo escuchar en el momento.
Así que ahora estaba solo en una gran casa que no conocía de nada, con el único pensamiento de que estaba solo, que le había utilizado como arma sin tan siquiera saberlo, y que no pensaban ni visitarlo.
Estaba en esas cuando reparó en el detalle de que estaba hambriento. Miró hacia la mesilla y observó, en una especie de reloj flotante (las manecillas levitaban sin soporte alguno), que eran las once y veinte.
Se levantó despacio de la cama y no le pasaron inadvertidas las sábanas de seda de la cama ni la madera antigua de los muebles ni la maqueta que cubría el suelo ni mucho menos la limpieza que parecía reinar por doquier.
Después de calzarse las deportivas, que estaban debajo de la cama, abrió la puerta y avanzó con paso inseguro por un largo pasillo. A los lados se encontraban tapices y cuadros, alternados por puertas y más puertas.
Harry no se atrevió a abrir ninguna, se encontraba bastante sobrecogido. Encontró por fin las escaleras, en mitad del pasillo (éste seguía y seguía), y bajó comprendiendo que se encontraba en una gran mansión.
Se vio atravesando grandes salones amueblados lujosamente. Aunque se encontraba sobrecogido, y había olvidado completamente el hambre, pudo afirmar que le gustaba la casa. Era muy confortable, y tenía algunos detalles, como las ventanas abiertas dejando pasar la luz, fotografías, dibujos, cuadernos olvidados en la mesa, etc, que le agradaban.
Apenas le pareció increíble encontrar algunos artefactos muggles, como un teléfono situado cerca de la ventana, una televisión, un tocadiscos antiguo, etc.
Supuso que aquel 'desorden' se debía a Paul, no se imaginaba al Sr Wilcox dejando sus cuadernos desperdigados por las mesas, seguro que tenía algún despacho por la casa. Y, al juzgar por la gran cantidad de libros con encuadernación lujosa y antigua, una buena biblioteca.
Alguna vez se había imaginado la mansión de los Malfoy, en un intento por imaginarse su propia casa antes de que Voldemort la destruyera, pero ahora, pensó, tenía una mejor muestra. Un poco más grande, supuso, pero no una mansión oscura y lúgubre como la de los Malfoy, o como la de Sirius.
Harry se paró angustiado al recordar a su padrino y amigo, cada vez lo añoraba más, y le apenaba de manera casi imposible. Suspiró y caminó en busca de la cocina, debía encontrarla, de buenas a primeras ya era las doce, buena hora para comer algo.
Un cuarto de hora después, Harry abrió una puerta con desgana y se alegró al encontrar por fin la cocina. La cantidad de vueltas que había tenido que dar hasta encontrarla. Un vistazo le valió para confirmar lo que ya había pensado: no era tan mágica y alocada como la de los Weasley, sin electricidad ni inventos muggles.
Abrió un mueble y se encontró con un compartimiento más grande de lo que debería y que estaba congelado. Abrió la puerta de al lado y observó que era la nevera, o algo parecido, pues no funcionaba con electricidad.
Creyó que le daba un infarto cuando, muerto del susto, escuchó unos gritos que se acercaban a la habitación:
-¡Paul, Paul! ¿Dónde has dejado mis revistas?- Preguntaba una voz de chica.- Llegamos a un acuerdo: si no tocaba tus libros no las...
Harry cerró la puerta de la 'nevera' justo cuando una chica morena entraba delante de ella. Antes de que pudiese hacer o decir nada, la chica pegó un grito ensordecedor que le hizo olvidarse repentinamente de que la chica no llevaba camisa alguna.
Ella lo miró horrorizada, pero mantuvo bastante la calma, relativamente, y rodeó la mesa que había en el centro de la cocina y sin dudarlo un sólo momento, se volvió. Cuando Harry se acercó para explicarle de forma rápida lo que hacía allí, se encontró con la punta de un cuchillo a escasos decímetros de su pecho.
-Esto... yo no... No...-Harry titubeaba dando unos pasos hacia atrás hasta que chocó contra la mesa.
-Schs.- La chica se veía bastante decidida, y calculadora. No quedaba rastro de miedo en sus ojos.- ¿Quién eres y qué haces en mi casa?
-Yo... Yo soy... Bueno, verás, es que...- No podía pensar en otra cosa que no fuera el cuchillo, se encontraba peor así que delante de una varita.
-¡Oh, venga!- Exclamó la morena relajando un poco el brazo.- Ni pareces un ladrón ni un mortífago. ¿Quién eres?- Harry se relajó bastante al ver un brillo animoso en sus ojos.
-Soy Harry Potter, tu... tu padre me trajo aquí.- La chica bajó el cuchillo, pero seguía mirándolo atentamente, esta vez un tanto extrañada.- Bueno, la verdad es que fue Paul, tu... sí, tu hermano, y...
-¿Por qué piensas que es mi hermano?- Harry abrió la boca confundido, pero no supo qué contestar.- ¿No podría haberme colado en la casa?
-No creo.- Contestó Harry sabiendo que le tomaba el pelo.
-Oh, y eso ¿por qué?- Preguntó la chica cruzándose de brazos. Le brillaban los ojos. Se notaba que disfrutaba confundiéndole.
-Bueno, que es tu hermano no podría jurarlo, pero que vives aquí... eso sí puedo.- La chica lo miró con guasa.- Nadie entra en una casa que no es suya sin... ya sabes... parte de arriba.- Intentó no mirarle el sujetador, pero se encontró mirándolo embobado.
-Oh, mierda. Se me había olvidado.- La chica se tapó como pudo el pecho, pero sin muy buenos resultados.- Mira, hagamos una cosa, yo me voy de aquí corriendo y tú colocas tus ideas para contarme lo que han hecho mi padre y mi, sí, hermano.
Harry la observó mientras salía de la cocina y no pudo evitar sonrojarse al recordar en un flash la figura con tan sólo el sujetador en la parte de arriba de la chica. Así que era la hija del Sr Wilcox... ya le hubiera valido a éste prevenirle de que no estaba solo en la casa.
-Ya estoy aquí.
Se volvió y observó detalladamente a la chica. Como había dicho, era morena, pero tiraba más al castaño oscuro. Sus ojos, almendrados y de mirada curiosa, eran de color marrón y verde. Su cara era muy bonita, y era tan alta como él. Se había presentado con una camisa de tirantes roja y parecía avergonzada.
-Bueno, Harry, deja que me presente.- Dijo extendiendo la mano hacia el chico con una sonrisa.- Me llamo Elyon. Wilcox, claro.- Comentó paseando la mirada por la cocina.- Y, por favor, me gustaría que todo el rollo del cuchillo y... el resto, no se lo contaras a nadie.- Se apoyó en la mesa riéndose.- ¡Imagínate! Pero ¿qué quieres? Se supone que estos días no iba a ver nadie en la casa. Mi padre y mi hermano están trabajando todo el día, y yo me he ido unos días a casa de una amiga. De pronto me encuentro con un chico en mi cocina... Lo siento.- Se disculpó azorada.
-No pasa nada, yo también tengo esos prontos de vez en cuando. No por nada soy el chiflado de Hogwarts.- Comentó con una leve nota de resentimiento.
-¿Todavía? Después de las noticias de El Profeta, habrá cambiado de nuevo la opinión sobre ti.- Apuntó Elyon.
-Vaya, yo me quedé en la primera.- Susurró.- ¿Qué han dicho ahora sobre mí?
-Tonterías.- Reprochó Elyon.- Que estás muy ocupado desde que volvió, que has perdonado a todos los que se confundieron levemente contigo, etc.- Harry frunció en entrecejo.- Incluso hay periódicos y revistas que han sacado declaraciones 'frescas' tuyas. ¡Imagínate el panorama!
-Así que declaraciones...- Exclamó enfurecido Harry.- ¿Y cómo quieren que lo haga? He estado encerrado todas las vacaciones en la casa de mis tíos.
-¿Con tus tíos?- La voz de la chica sonó preocupada.- Yo que tú no se lo andaría contando a cualquiera. Yo, no te preocupes, no se lo contaré a nadie, pero hay magos que podrían averiguar la dirección de la casa y encontrarte.- Harry se quedó mudo.
-Bueno, técnicamente ya ha sucedido.- Elyon lo miró extrañada.- Por eso estoy aquí. Vi como herían a mi lechuza,- Harry tragó saliva al recordar de pronto que no sabía nada de ella.- bajé enseguida y me atacaron, pero conseguí huir.- A Harry le gustó que Elyon le mirase tan interesada.- Pero después vinieron dementores, lo que no debería haber supuesto un problema, pero no tenía fuerzas. Entonces Paul hizo no sé qué hechizo de viento o algo así y lo siguiente que recuerdo fue caer por un túnel y aparecer en el jardín de tu casa.
-¡Wow! Menuda nochecita.- Comentó Elyon acercándose a él.- ¡Y yo que creía que tenía problemas anoche eligiendo vestido para mañana!
-¿Qué vas a hacer mañana?- Preguntó interesado.
-Vamos a una casa, de fiesta; pero no es nada serio, creo que somos... diez amigos, para celebrar el equinoccio de verano.
-¿Celebráis esas cosas?
-Por supuesto, casi todos los magos.- Harry se quedó un poco cortado, cosa que Elyon notó y añadió.- Claro que tú nunca has ido, ¿verdad?- Harry asintió un poco incómodo.- Bueno, pues mañana asistirás a tu primer equinoccio. Por supuesto, estás invitado.- Añadió.
-¿En serio? Gracias.- No pudo evitar reír como un tonto.- Aunque tu padre dijo que no saliera de la casa. Tampoco creo que agrade a los de la Orden.- Alegó un tanto molesto.
-¿La orden del Fénix?- Harry no tuvo que asentir.- ¡Bah, déjamelo a mí! Si te vas a quedar unos días, no hay razón para estar encerrado, además, vamos a casa de una amiga mía. Te darán permiso, ya verás.
-Estupendo, además, mañana es mi cumpleaños.
-Pues más razón para insistir.- Abrió el armario y sacó unos bollos.- ¿Quieres?- Harry aceptó recordando su hambre.- Mis amigos te caerán bien, seguro.- Preparó unos vasos de leche.- y tú tienes que informarme sobre el colegio, sobre la gente, tus amigos,... ¿Granadina?- Ofreció mostrando una botella de colorante.
-Gracias. Oye, y ¿por qué quieres saber cosas de Hogwarts?
-Este año me he matriculado ahí.- Contestó mientras lo conducía fuera de la cocina.- Hasta 5º he ido a Glenfiddich, un colegio de Irlanda, pero ahora que nos henos mudado, por el trabajo de mi padre, tendré que ir a Hogwarts.- Harry intentó ocultar su alegría.
-Tu padre trabaja como Protector o Controlador de la Magia, ¿no?
-Como controlador, eso le hace estar fuera muchos días.- Explicó Elyon a medida que recogía cuadernos y colocaba libros.- Últimamente está más ocupado por el tema del Sr Oscuro, ya sabes. Tiene que andar con pies de plomo. ¡Así que, bueno! Cuéntame cosas de Hogwarts, no deseo encontrarme muy fuera de lugar.- Suplicó.
-Pasaron la mañana charlando sobre Hogwarts, el quidditch (Elyon resultó ser una cazadora), los amigos de Harry, las notas, etc.
La mejor parte del día fue cuando una lechuza revoloteó por el jardín y Harry casi se desmaya del susto al comprobar que se trataba de Hedwing.
-La han curado, pero la herida se ha abierto por el vuelo.- Informó Elyon cogiendo al animal delicadamente.- ¿Crees que la carta es una trampa de los Mortífagos?
-No lo sé.
-Deberías leerla, es la única manera de deducir algo.- Propuso al cabo de un momento de recapacitación.
Querido Harry: El profesor Lupin nos acaba de decir que te atacaron y, aunque dicen que estás bien, sabemos que tuviste un sueño. No escribas qué viste, pero cuéntanos cómo estás. Hedwing vino a nosotros por la madrugada. No dejó que Hermione la curara demasiado e insistía en salir, supongo que a buscarte. La Sra Figg está muy enferma, y otras personas también, pero no sabemos sus nombres. Es el primer ataque público de la O. tenebrosa. Escribe. No utilices a Hedwing.
Ron
Harry le pasó la carta a Elyon mientras pensaba.
-¿Qué opinas? Tú los conoces mejor que yo, sabrás decir si son ellos o no.
-Son ellos, seguro.- Afirmó Harry orgulloso de tomar una decisión.- Pero no han recibido mi carta, algún mortífago la habrá interceptado.
-Entonces escríbeles, parecen preocupados por ti.- Se levantó acunando suavemente a la lechuza.- Coge una de las hojas de allí. Mientras llevaré a... Hedwing a la lechucería y la curaré. Te traeré algún animal para que lleve la nota.
Harry contó a Hermione y Ron todo lo que debía en un mensaje y les agradeció que se preocupasen por él. Después de unos segundos de duda, cogió otra hoja y escribió a Lupin confirmándole que estaba bien y dándole las gracias por informar a los chicos en un momento como ese.
-Ya está.- Elyon le mostró una lechuza de plumaje negro.- Es Selene, te llevará el mensaje enseguida. ¿A que es preciosa? Era de mi madre, me la quedé yo después de que ella, bueno, de que muriera, cuando yo tenía 5 años.
-No lo sabía, lo siento.- Susurró Harry mientras Elyon ataba las dos notas a la lechuza.
-Fue hace mucho tiempo... Casi no me acuerdo de ella.- Murmuró con nostalgia.- La asesinaron unos días antes de mi sexto cumpleaños. Mi padre dice que fue durante la última temporada de mortífagos.
-No tenía ni idea de que siguieron asesinando, pero supongo que sería lo normal para ellos.
-Sí, estuvieron buscándole durante un par de años, pero hubo hombres que formaron grupos. No eran peligrosos globalmente, pero continuaron asesinando durante unos cinco años después de la caída de Voldemort.- Elyon soltó a la lechuza, que desapareció en diez segundos.- Pero dejemos estos temas. Te enseñaré la casa, la biblioteca, los cuartos,... No te aburrirás.
Harry lo pasó genial con Elyon, visitó la biblioteca, un cuarto exclusivo para ingredientes para pócimas, disfrutó observando detalladamente la saeta X-C de la chica, etc. La noche fue fantástica, cenaron en el jardín con Paul unos platos con un espagueti único pero de cinco metros de largo, y Harry durmió de un tirón pensando en Elyon en vez de en Sirius.
