Capítulo IV. Nuevas

21 de agosto. 21:47 p.m.

El Ministro de Magia y Hechicería de Londres se recostó en su sillón y dejó que el concejal de interior y el de defensa discutieran. Llevaba así más de dos meses, no podría seguir el ritmo mucho más tiempo. Ya se le había olvidado lo que era estar en guerra. Tenía que estar en el Ministerio antes de las ocho de la mañana, discutir los nuevos planes de defensa con decenas de personas, los planes de ataque de los aurores, discutir las nuevas leyes, aprobarlas, ponerlas en uso en al menos tres juicios al día, calmar a los centenares de personas que se acercaban al Ministerio desde hacía varias semanas... Terminaba a eso de las doce, y eso los mejores días.

La gente murmuraba a su espalda. Si hubiese confiado en Potter, en Dumbledore, si no hubiese otorgado tanto poder a personajes malvados sólo por su dinero, etc. Pero Dumbledore, increíblemente, estaba luchando contra éstos y continuaba apoyando a Fudge.

Él, por su parte, se vio obligado a otorgarle vía libre en decisiones de ataque y defensa de la Orden del Fénix, incluso le devolvió un nuevo puesto en la junta de votos, concediéndole más poder, y ahora era uno de los miembros de Aurores Legales de Reino Unido (ALRU).

Los Ministros de los demás estados le atacaban desde fuera, alegando que no era el indicado para dirigir a un país tan poderoso con Reino Unido, y sus propios concejales insistían en que lo mejor era dimitir, al pueblo le agradaría.

Contaba con el favor de muy pocos, aunque fueran muy poderosos, ya que Dumbledore, Moody, Weasley, Kingsley y los demás allegados al director de Hogwarts contaban con un muy importante nivel ante los grandes.

Al fin llegaron a una decisión: aquel sábado atacarían una fábrica al oeste de no sé dónde, al parecer Malfoy y otros fugitivos se escondían allí. Se despidió cortésmente de sus compañeros y atravesó con velocidad el Ministerio.

Deseaba llegar cuanto antes a su casa, ahí al menos tenía a su mujer y a su hijo, de once años, que le esperaban todas las noches para acompañarle durante la cena. Estaba agotado, y cada vez era más frecuente que se plantease dimitir; pues estaba ojeroso, con jaqueca y lumbago, y cada vez que escuchaba "quien-tú-ya-sabes", le daba un tic en el ojo.

Se despidió de la gente que se cruzó por los pasillos y tuvo que reprimir una exclamación al ver la portada de los periódicos:

"La fábrica de vidrio situada al oeste de la ciudad comarcal de Wester ha sido atacada por un grupo de encapuchados, indudablemente seguidores del Lord Oscuro. Ahí se mantenían escondidos algunos mortífagos, entre ellos el Sr Malfoy.

Tenemos entendido que el ministro de magia, Cornelius Fudge, tenía previsto desmantelar la fábrica, pero... ¿por qué ha tardado tanto en decidirse, si era segura la situación?

¿Estamos ante la decadencia de nuestro ministro e magia? Otro error más que se suma a su ya gran lista..."

Cogió el periódico de uno de los empleados e, incrédulo, pasó las páginas hacia el final del artículo:

"Los ciudadanos continúan incrédulos después de la sorprendente noticia emitida esta mañana por nuestro bien conocido ministro de magia. Ha anunciado que se apartará de todos los cargos a Sirius Black, como todos saben, el causante de 13 muertes y uno de los mortífagos más conocidos. Fudge alega que la enorme acusación impuesta por el Ministerio desde hace ya 15 años ha sido un error.

Partiendo del hecho de que sea cierto, cosa que todos los ciudadanos dudamos, nos encontramos ante un claro caso de negligencia por parte del Ministerio. Todavía nos queda la duda de que si Fudge ha accedido a este comportamiento, sea por causas oscuras.

El Profeta está orgulloso de ofrecerles esta noticia de última hora con la promesa de que le anunciaremos los cambios que se producen en el mundo, ofreciéndoles siempre la verdad.

Casius Roverselli."

Fudge maldijo entre dientes la nueva sección de Profeta y salió del Ministerio con una capa de sudor en la frente. Con la vida en tanta tensión, acumulada por todas partes, estaba claro que su próximo paso debía ser el cese del cargo de Ministro.

Hacía unos días que Dumbledore le había explicado su punto de vista hacia Black, explicándole todo con mínimo detalle, y no encontró razones para no quitar los cargos hacia ese pobre hombre. ¡Y pensar que había muerto considerada una de las peores personas del mundo!

Se apareció en cuestión de un segundo en el portal de su casa y no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al encontrarse en su hogar. Abrió con delicadeza la puerta y entró en su casa, no sin antes arrugar la sección de El Profeta y metérselo en el bolsillo más oculto de su abrigo.

Tanta prisa tenía, que no se percató de un par de figuras que lo observaban entrar en su casa y sonreían cuando desapareció. Uno de ellos se colocó una máscara negra y comenzó a andar, al tiempo que su compañero copiaba el gesto y le seguía con la peor de las sonrisas.

Cornelius cruzó el salón llamando a su mujer e hijo, y un frío le traspasó el cuerpo cuando nadie respondió a sus llamadas. Se quitó el abrigo y corrió hacia la cocina, pero paró en seco al escuchar un ruido sordo proveniente del comedor. Tragó saliva con dificultad y abrió la puerta. Fue entonces cuando deseó no haber venido nunca a casa, o estar muerto.

En la mesa del salón se encontraba el cuerpo inerte de su hijo, con la espalda arqueada con clara evidencia de que había sido maldecido con crucio hasta la muerte. Sus ojos representaban el horror más absoluto, y parecía que lo miraban. Fudge sollozó y un grito desesperado escapó de sus labios.

Una risa cruel y fría lo hizo caminar hacia su despacho, contiguo al comedor, con paso desmayado. Se obligó a apartar la vista de su hijo muerto y abrió el despacho con la certeza de lo que vería a continuación.

Nada le habría preparado para la visión de su mujer, muerta, caída bajo la ventana y con un gran charco de sangre cubriendo el suelo bajo ella. No pudo evitar gritar de terror y echarse unos pasos hacia atrás, pero la puerta se cerró de golpe y se quedó petrificado cuando el sillón giratorio de su mesa se dio la vuelta y dejó ver una figura encapuchada. Un Mortífago.

-Cornelius, por Merlín, estás horrible. Parece que has encontrado un muerto.

Un escalofrío recorrió su cuerpo al reconocer la voz del asesino de su mujer y su hijo, y no le reconfortó cuando en encapuchado se quitó la máscara y dejó ver su rostro. Pudo confirmar que se trataba de Lucius Malfoy.

-Caray, amigo, menudos recibimientos ofreces a tus invitados. Tu mujer tampoco fue considerada y... no pude controlarme.- Un sonrisa despectiva y pedante recorría su estúpida cara.

-Cerdo asesino.

Fudge sacó su varita a gran velocidad y se dispuso a combatir contra el asesino, pero le sorprendió sentir el dolor punzante del filo de un cuchillo en su espalda. Sintió la sangre brotar de la herida y, antes de volverse, Malfoy pronunció una maldición y su cuerpo rompió la puerta y cayó rodando por el suelo del comedor.

Sintió una patada en la cara que le rompió la nariz y comprendió que no estaban solos cu8ando dos hombres más rompieron a reír. Cuando sintió la sangre salada en su boca, un rayo impactó de pleno en su pecho y sintió la maldición cruciatus en sus carnes. Chilló con desesperación y sollozó cuando pararon y la herida de la espalda de dolió como fuego en sus entrañas.

-Me decepcionas, Cornelius, creí que morirías con más orgullo. Tu hijo también lloró como una cría, y tu mujer no paró de pedir clemencia.- Se mofó Lucius entre las sombras.- Seguro que también estará decepcionada.

Cornelius Fudge perdía la conciencia cuando Lucius Malfoy preparaba el hechizo final, pero no sintió tristeza alguna.

Desde lo lejos creía oír a su hijo, que lo llamaba mientras corría, y sintió el mayor alivio cuando su mujer lo ayudó a levantarse, con la mejor de sus sonrisas. No la abrazó, tenían toda la eternidad para hacerlo, y donde estaba sólo tenía que preocuparse por su hijo, que corría a sus brazos...

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-¡Eh, Harry!- exclamó Elyon exaltada.- ¿Has visto esto?- Le mostró El Profeta.

Harry cogió el periódico y leyó la portada: "Sirius Black ha sido exculpado de su sentencia. Declaró ayer el Ministro de magia, Cornelius Fudge."

-¿Cómo le han podido exculpar? ¡Mató a 13 muggles! ¡A saber a cuántos magos!

-Elyon, Elyon,...- Intentó Harry.

-¡Y también a...!

-¡Elyon!- Exclamó Harry levantando la voz.

-¿Qué?- Preguntó todavía algo histérica.

-Yo... bueno, tengo que decirte algo.

-¿Si?

-Sirius, bueno, Black, el que sale en el periódico,... era... este... uf, bueno, era mi padrino. Él, en realidad, no hizo eso que se supone que ha hecho. Fue Peter, la supuesta víctima, Pettigrew. Él vendió a mis padres a Voldemort. Sirius fue a por él y entonces...

-Pero ¿qué dices? ¿De qué hablas?- Elyon estaba bastante confundida.

-Todo fue un error, lo descubrí en 3º, hace más de dos años. Sirius Black no fue el que mató a toda esa gente. Peter fue el espía de Voldemort, sin que absolutamente nadie sospechara de esa rata asquerosa y...

-¿Estas seguro de lo que dices, Harry? No es que no te crea, es que todo esto es muy difícil de creer.- Suspiró al ver que el chico asentía.- Mi padre estaba ahí cuando le cogieron, está seguro de que mató a esas personas.

-No, eso es lo que consiguió Colagusano al dramatizar su muerte y gritar todas esas cosas sobre Sirius. Colagusano es el mote de Pettigrew, es animago, se convierte en rata, por eso pudo huir sin ser visto.- Elyon lo miraba sin llegar a creerle.- Sirius era el indicado para proteger a mis padres, era poderoso, su mejor amigo, etc. Nunca nadie ha pensado que hubiesen elegido a Pettigrew como su guardián. Ni Dumbledore sabía nada del cambio.

-¿Dumbledore cree que es inocente?- Preguntó Elyon con los ojos como platos.

-Claro, todo se aclaró el año que se escapó. Intentó matar a mi mejor amigo, pero lo cierto es que quería matar a su rata, destrozó el cuadro de la Sra Gorda, se puso bastante nervioso cuando no pudo entrar en nuestro cuarto,... Pero esa es una larga historia.

-No comprendo.- susurró Elyon.- Pero, Harry,- Levantó la cabeza de golpe.- si lo que crees es cierto, nos encontramos ante una injusticia, un fraude judicial. Por lo que tengo entendido, Sirius Black murió hará cosa de un mes, ¿cierto? En situación misteriosa. ¡Ah! Por eso tú y Remus estáis tan... Ahora entiendo.

-Sí, es por él que estamos tan... ¿tristes, sin ganas de hacer nada? Sirius murió en el Ministerio de Magia por salvarme la vida de un grupo de Mortífagos, incluido Voldemort.- Elyon botó sorprendida.

-¿Qué? Eso no lo sabía. Nadie lo sabe. Deberían informar de más cosas. El fallo que permite tener a los Mortífagos tanto poder es que no cuentan la verdad a la gente, o la dejan a medias. Y lo de Black... debería caérseles la cara de vergüenza. Murió buscado por la ley, a punto de darle un beso los dementores,...

-Sé que hay cosas que no sabes y comprendes, pero te voy a contar lo que sucedió. Confío en ti y no quiero que te vayas enterando de las cosas de este modo.

-Gracias, Harry.

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Los dos hombres estaban reunidos cuando la puerta se abrió de golpe y entró de golpe una mujer joven con el pelo largo y morado.

-Profesor Dumbledore, tenemos un problema, tiene que venir ahora mismo.

-¿Qué ha ocurrido, Tonks?- Preguntó Albus levantándose. Severus copió su gesto.

-Me han llamado del Departamento de Aurores. Están llamando a todas las unidades a la casa de Fudge. Creo que ha ocurrido algo grave, posiblemente esté... Debe venir, por favor.

Dumbledore arrugó preocupado la frente. Se volvió hacia Snape, que estaba lívido y se retorcía las manos nerviosamente

-¿Qué significa esto?- Preguntó en un susurro.

-No sabía que iba a ser hoy, no... No me han dicho eso. Iba a ser dentro de una semana, se lo juro.

-¿Que iba a ser qué?- Tonks parecía confundida. Tenían que darse prisa, su jefe no parecía muy alegre. No se conocía la salud del Ministro, lo más seguro es que estuviese...

-No es nada. Tienes razón, nos vamos ahora mismo. ¿Tienes que coger alguna cosa?- La chica asintió.- Te espero abajo. Después hablaremos, Snape, lo que ha pasado es muy serio. Creo que no deberías salir de aquí. Necesitaré que me expliques muchas cosas.

-Sí, señor.- Murmuró cabizbajo antes de que salieran del despacho.

Se desplomó en un sillón y se llevó las manos a la cara abatido. Todo se venía abajo, se destruía. Le acababa de contar a Dumbledore que Fudge corría peligro, y ahora estaba muerto, de eso no tenía la menor duda. Dumbledore creía que le había mentido, fallado. Ahora todo estaba perdido. Si conseguía salir de esta sería muy difícil recuperar su confianza.

Pero había otra cosa que le preocupaba más que la confianza de los buenos, haber fallado a los malos y que desconfiaran de él. Era lo peor que le podía pasar. Voldemort no le contaba muchísimas cosas que ocurrían, ni siquiera le informaba de la décima parte, perro que le diese información falsa no era cosa buena. Las cosas iban a ser muy difíciles a partir de ahora.

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Edna se había quedado esa noche a dormir en casa de Elyon, cosa que pasaba frecuentemente, y se levantaron temprano, desayunaron y se fueron a dar una vuelta por el parque, dejando a Harry todavía durmiendo.

-Tengo una duda por la cabeza,- Dijo Elyon sonriendo pícaramente.- no te gustará alguno de los amigos de Harry, ¿verdad?

-¿A mí? No. ¿Estás...? Bueno, la verdad es que... bueno, Ron no está mal.- La miró preocupada.- ¿No crees?

-¿Eh? Pues... no, supongo que es mono, sí.- Dijo con algo de sorpresa.- Ronald es bastante simpático, y además es guapo. Lo malo es que parece algo pillado por Hermione.

-Ya, bueno, pero eso se puede cambiar, ¿no?- Contestó la otra. Ambas comenzaron a reírse.

-La verdad es que no creía que te gustara nadie, lo había dicho para... no sé, picarte un poco.- Edna la pegó en el brazo aparentando estar enfadada.- No, en serio. A ti nunca te ha gustado nadie, al menos en serio.- Observó como su amiga se ponía seria.- Pero últimamente has estado pensativa. Creía que habías conocido a alguien.

-Sí, bueno, dejémoslo.- Miró para los lados.- y tú ¿qué tal con Harry?

-Bien.- Contestó sólo Elyon.

-¿Bien? ¿Sólo bien?- Preguntó.

-Sí. ¿Cómo quieres que estén?- Edna la miró con expresión seria.- Vale, vale.- Se sonrojó un poco.- Desde que fuimos al callejón y... eso, parece que está algo más distante, aunque seguimos hablando. Ya se le pasará.

-Se nota a la legua que le gustas.- Afirmó Edna sin rodeos.

-Tampoco será para tanto, sólo somos amigos. Se comporta de manera normal.

("-No lo notas porque tú también te comportas así.")- Pensó Edna.- Por cierto, no sé cómo lo verás tú, pero tendrías que pensar un poco en él.- Elyon la miró extrañada.- ¿Qué te traes con Marc? Y que conste que te lo pregunto con la mejor de las intenciones.

-No quiero nada.- Contestó tras unos segundos incómodos.- Lo nuestro ha terminado. Él no supo controlarse, aunque lo peor para mí fue que no pudo admitir ni superar... esto.

Edna le pasó el brazo por los hombros y anduvieron en silencio. Decidieron regresar a casa, ya que Elyon no quería que Harry se levantara sin que hubiera nadie.

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El Profeta. 24 de agosto.

¡Fudge asesinado! Cornelius Fudge, el que hasta ayer era primer ministro de magia y hechicería de Londres, fue asesinado la noche pasada. Cuando regresaba del Ministerio vio la marca tenebrosa encima de su casa, allí encontró muertos a su mujer y a su hijo. Todo el país lamenta su muerte, pues, aunque no respetaban sus decisiones, no querían que ocurriese algo tan horrible...

-¿Qué?- Gritó Harry alterado mirando la portada de El Profeta.

-¿Qué ha pasado?- Preguntó Elyon indiferente.

-Fudge, el ministro de magia, ha sido asesinado.

Elyon se puso detrás de Harry, para poder leer el periódico, haciendo que él se pusiera más nervioso de lo que ya estaba.

-Le han matado.- Murmuró Elyon apesadumbrada.- Ahora el país tendrá que elegir a un nuevo ministro, vaya jaleo.

-Bueno, no es que me alegre, pero así no tendré que oírle decir que soy un sicótico y que estoy trastornado.

-Tú no estás loco.- Le susurró Elyon.- No dejes que nadie te lo diga.

-Gracias.

Se quedaron mirando unos segundos. Harry no podía apartar la vista de los brillantes ojos de Elyon, que lo tenían hipnotizado. Se acercó a ella, sin pensarlo, pero la chica se sentó a su lado apartando su cara.

-¿Quién habrá podido hacer algo así?- Comentó Elyon ojeando el periódico.- Han matado a todos los Fudge, ¡qué vergüenza! Supongo que por eso anoche no vinieron a comer a casa ninguno de los dos.- Argumentó refiriéndose a su hermano y a su padre.- Habrán estado toda la noche en el Ministerio.

-¿Qué crees que va a pasar ahora?

-Tendrán que elegir ministro, no llevará mucho tiempo, no en estos tiempos, pero también por ese motivo será más complicado.- Harry la interrogó con la mirada.- Se presentarán al puesto las personas más valientes... y avariciosas. La gente tendrá que saber distinguir la una de la otra. Si un Mortífago llega a ser ministro de Inglaterra, el mundo puede darse por perdido.

-Es imposible que un Mortífago llegue a eso.- Se exaltó Harry.- La gente no puede estar tan ciega.- Argumentó poco convencido.

-No sé, Harry. El año pasado demostraron estar locos de remate, ya ves lo que os hicieron a ti y a Dumbledore.

-Eso es cierto.- Se quedó pensativo unos segundos y se acercó a ella.- Oye, yo quería hablar contigo de... bueno,-Se pasó la mano por el pelo.- de ti.

-¿De mi?- Elyon parecía de pronto más nerviosa que nunca.

-Sí, verás, yo creo que eres...- Harry miró sorprendido por la ventana. ¿Edna?

-¿Edna?- Elyon pareció tranquilizarse cuando Harry le señalaba la ventana, donde su amiga desaparecía camino de la puerta.- ¿Qué hace aquí? Se supone que se iba esta mañana a irlanda, a recoger las últimas cosas.

Harry suspiró un poco enfurecido por la interrupción, pero intentó no mostrarlo. Había estado a punto de confirmarle a Elyon que... Bueno, daba igual, porque la chica se levantaba para saludar a su amiga.

-No, al final no he podido ir. Mi padre está en Ministerio, y no creo que tenga un respiro en mucho tiempo. Tendré que pasar sin esos libros hasta que mi hermano viaje a Irlanda y me los mande.- Contestó Edna.- Pero mi padre me ha contado unas cosas...

-¿El qué?- Preguntó ansiosa Elyon.

-Robaron unos informes de su casa, aunque mi padre dice que no era 'nada importante'.- Arqueó las cejas.- Pero mi hermano dice que son informes sobre Black. Alguien no quiere dejar pruebas de su inculpación.

-¿Qué?- Exclamó enfurecido Harry.- ¿Y eso cambiará algo? Quiero decir, seguirán adelante para librarle de culpas, ¿no?

-No comprendo, tú eres el que tendría que querer que lo culpasen.- Harry miró a Elyon dubitativo, y se volvió hacia Edna, contándole la verdadera historia de Sirius.- No tenía ni idea..., aunque mi padre siempre dijo que su castigo era demasiado grave. Yo nunca quise... pero no pensé que fuera inocente. Miró a Harry atentamente.- No te preocupes, mi hermano sabe dónde están los verdaderos informes, no las copias.

-¿Las copias?- Preguntaron Harry y Elyon a la vez.

-Sí, Dumbledore, al ser el primero que le defendió, exigió esos informes, los tiene él.- Harry suspiró aliviado.- No entendéis, ¿verdad?

-¿qué hay que entender?- Preguntó Elyon.

-¿Para qué iban los mortífagos a querer deshacerse de unos informes que culpaban al Ministerio y al gobierno de injusticia y manipuladores de pruebas?- Argumentó.

-Eso es cierto, a Sirius Black nunca se le concedió un juicio, ni siquiera sin su presencia. Creo que nunca se hizo pública su declaración.- Objetó Elyon.

-Exacto. Mi padre me dijo que siempre se declaró inocente, pero nadie le escuchó. Nunca sentí lástima, pero siendo inocente... lo que hicieron con él es injustificable.

-¿A dónde queréis llegar?- Preguntó Harry un poco mareado.

-Harry, quien ordenó la muerte de Fudge y el robo de esos informes debe ser un político, alguien que saldrá perjudicado si declaran a Black inocente. Aunque los mortífagos lo mataran, es muy probable que fuera por orden de alguien conocido y poderoso.- El chico se quedó mudo al escuchar a Elyon.

-Espero que lo tengan en mente a la hora de elegir ministro.- Quedaron pensativos.- Por cierto, tengo otras noticias: ya se han presentado tres candidatos.

Les tendió una hoja doblada en dos que guardaba en su bolsillo. Elyon leyó rápidamente y abrió los ojos como platos. Harry leyó los nombres sin reconocerlos: Megan Caley, Krug Mummer y...

-No puede ser...- Se quedó sin aliento.- Dumbledore no ha podido presentarse.

FIN DEL CAPÍTULO