Alas caídas

Seis balas. Cinco las pienso perder por el camino. Una ya tiene el destino marcado: su cabeza. Esa rubia cabecita de ángel que él tanto amó, esa misma cabeza que yo tanto odié, esa misma cabeza que tendrá la gran suerte de que una bala procedente de mi pistola atravesé su sien. Pero, aún así, no estaré satisfecha. Porque no sufrirá. No sufrirá pero no quiero arriesgarme a perder una batalla, Faye Valentine ganará la guerra. Ganará el amor. Y, ni que la matara lentamente, deslizando la hoja de la espada de una forma paulatina, haciendo que ardiera su piel envuelta en las llamas de su propia sangre, lograría saldar con ella las muchas cuentas pendientes del daño que me ha hecho. No, para mí estar viva es el castigo que quizá me merezco por reclamar esa venganza tan necesaria hacia todos los que me hirieron. Todos los que rasgaron mi alma, todos los que destrozaron mis sueños, a los que incineraron esas esperanzas que albergaban mi corazón y los que quebraron mi mundo de esa cruel forma, que hizo sentir que moría. Que moría de una forma tan lenta y fría como anhelo yo matar a la maldita puta.

No sé quien fue el que salvó a Giulia. No se quien fue aquel que la liberó de mis garras sedientas de sangre, de esa sangre tan preciada que emana su cuerpo y que yo quiero ver sobre ella cuando mi ávida bala haya cruzado sus entrañas. Yo, sólo agradezco su consideración por no matarme, supongo que imaginó que yo era inofensiva, sólo una pobre desgraciada por su amor no correspondido. Yo, sólo rezo a todos esos dioses que existen sobre la tierra y el cielo por que no sea Spike. Que no haya vuelto con ella y que no la haya salvado de la sed que ahora corrompe mi ser entero: la sed de la venganza. De, sobre todas las cosas e incluso sobre mi propia vida, verla muerta. Descansando bajo una tumba, junto a gente que jamás conoció y bajo un nombre que no es el suyo. Tan enterrada como yace mi vida.

Quizás piensan que no sé dónde se esconden. Claro que lo sé, soy conciente, desde que perdí el rastro de la arpía entre las luces y las voces, que están en el casino. Sólo que hasta ahora me había negado a creerlo, temerosa ante la idea de perder el valor, de echar a faltar el coraje una vez llegue la hora decisiva. Pero mis ojos esmeralda no pueden seguir ciegos ante el daño que me inunda. Mataron a Jet, ante mis propias narices le cortaron la cabeza, ante mis propios ojos que por fin han abierto, acabaron con su vida. Pero soy capaz de reconocer que la mitad de la culpa de que ahora yo camine bajo la intemperie con una pistola en mano y una cara más desconocida aún que la Faye anterior la tiene Spike. Sólo quiero cerciorarme de que no es él quien ama a Giulia. Si mis ojos impactan contra su mirada allí, entonces, juro ante todo que huiré. Huiré de mi vida y de mis recuerdos, olvidaré a los imperceptibles fantasmas que me persiguen ahora. Huiré de mi pasado, tal como evadí mis recuerdos de mi anterior vida. Si hace falta enterrarlos, hacerlos más amargos, o sellarlos bajo inquebrantables promesas me da igual. Porque si hay algo más duro que ver a Spike muerto, es el hecho de verlo con ella. Como corresponde sus caricias, besos y abrazos y como le dice esos te quieros que jamás fueron dirigidos a mí por más que lo soñara. Como, ante mis ojos nublados por las lágrimas, acaban de romper mi mundo a fragmentos tan pequeños como lo están mis esperanzas. Y vuelvo a pedir, ante todo, que no sea Spike. Que el hombre que ocupa mi corazón no sea el que a su vez, lo tiene ocupado por Giulia.

Es un edificio grande, tan viejo como yo. Sus luces ya no brillan y el metálico sonido del dinero no late en su interior. Pero el casino alberga el odio que tanto me corrompe. Las puertas están cerradas con toda la seguridad, candado sobre candado y un sinfín de sistemas informáticos. Recurramos al viejo truco de siempre, quizás olvidaron que hay una puerta trasera oculta entre la maleza que comunica con la sala principal.

Son horriblemente ingenuos, han olvidado cerrarla. Esto es un punto a mi favor, claro. De uno en uno y lentamente, sigilosa, subo los peldaños que llevan a la sala de las máquinas tragaperras.

Si embargo, no me detengo aquí, sigo subiendo las escaleras y llego a la planta superior. La adrenalina galopa en mí, por mis venas azuladas. Siento en el ambiento ese olor a silencio. Ese olor a súbita muerte que habrá una vez mis dedos aprieten valerosos el gatillo. Y vea su cabeza ensangrentada.

Ahora lo recuerdo, cuando era pequeña, jugaba siempre con mis amigas al escondite. Mi increíble habilidad al piedra papel tijeras hacía que siempre acabara por perder yo. Empezaba a contar despacio. Un segundo, corre, dos segundos, busca, tres segundos, más rápido, cuatro segundos, encuentra tu guarida, cinco segundos, entrecorta tu respiración, seis segundos, acelera tus latidos, siete segundos, espera impaciente mi llegada, ocho segundos, asegúrate de que podrás llegar, nueve segundos, tu último segundo para saber que estás a salvo, diez segundos… Allá voy! Entonces me giraba, quedando de espaldas contra pared y empezaba a buscar ansiosa a mis compañeras de juego. Me había tocado tantas veces, que ya sabía donde se escondía cada uno, a que distancia estaba de mí, cuando intentaría huir y como la tenía que delatar. Ahora las cosas eran diferentes, no sabía lo que me deparaba tras cada puerta, quien habría esperándome una vez dentro, y lo más importante, si intentará matarme o no. O doy con Giulia la primera, o sólo tengo cinco balas.

La primera puerta parece impaciente por que la abro. Pero dentro no hay nadie. La segunda, en cambio, parece querer estar por siempre en la misma posición. Pero quien me aguardaba dentro es la última persona que hubiera querido encontrar.

Sigue igual que siempre, pero aunque hubiera cambiado, su atuendo la delataría: minifalda imposible con tacones desafiantes a la gravedad, más sus oscuras ondas despeinadas, que caen sobre sus hombros de una forma desenfada.

Con las manos atrás de la espalda, una Lou-Lou más sonriente que nunca me aguarda.

Hola, Faye! - me saluda amistosa. Y yo no lo entiendo. No entiendo absolutamente nada. Y menos cuando cambia su usual semblante inexpresivo por un rostro tan invadido por el odio como el mío. Y sus manos se dibujan ante mí hacia delante, desenvainando una espada, hoja de la cual brilla sin que apenas haya luz.

Viene hacia a mí, apunta hacia mí que no tengo más arma que una pistola que no soy capaz de usar, azorada por el miedo ay la sorpresa de este nada emotivo encuentro. Otra vez mis reflejos están a prueba, esquivo el golpe que podría ser mortal y corro hacia el otro extremo de la habitación. Un segundo, corre. Miro a mi alrededor, y me apoyo en lo primero que encuentro, una barra de hierro, pesada pero que supondrá mi única arma, la espada ha conseguido que la pistola se escapase de mis manos sin que yo pudiera evitarlo. Dos segundos, busca. Vuelve, desafiante, hacia mí, alzando la espada y emitiendo extraños murmullos al tiempo que se acerca. Tres segundos, más rápido. Esquivo el golpe con un poco liviano ademán, haciendo que nuestras armas se crucen emitiendo un metálico sonido. Cuatro segundos, encuentra tu guarida. Claramente está aventajada, la lucha prosigue con ningún punto a mi favor. Cinco segundos, entrecorta tu respiración. Me siento exhausta. Seis segundos, acelera tus latidos. Me acorrala en una esquina, y pone la hoja de la espada sobre mi garganta. Siete segundos, espera impaciente mi llegada. Golpeo fuertemente el hierro contra su rodilla, se agacha a cubrir esta con sus manos intentando aliviar su dolor, al tiempo que un amargo gemido se escapa se sus labios, eso me da tiempo para huir… no demasiado lejos. Ocho segundos, asegúrate de que podrás llegar. Sin embargo, se recompone al momento y sigue con la espada. Nueve segundos, tu último segundo para saber que estas a salvo…

Y no lo estoy. El presentimiento agudo de Lou-Lou no me hace falta para saber que moriré, y que mi hora habrá llegado pronto sin haber cumplido siquiera mi venganza. Mis esperanzas yacen más rotas que nunca.

Agarra ese arma blanco con fría firmeza. No puedo seguir huyendo de mis pasos, si no si que no tendré salida, pero es demasiado tarde y caigo al suelo por inercia. Ella viene hacia a mí, no se detiene. Se agacha, consiguiendo así que yo acabe de tumbarme, mientras se sienta sobre mis caderas. Y lo que menos me importa ahora es que esa sinuosa adolescente pesa más que yo a pesar de que no es más que piel y hueso. Alza su espada y sonríe maliciosa, cínica, mientras escupe cada una de sus palabras en mi cara:

Sabes, Faye, que no es la primera vez que hago… Acaso creías que sería fácil vencerme. Se levanta un poco, aliviando mi fatigado cuerpo y pone la espada en dirección de descenso. Baja rápida, concisa, y dispuesta a acabar con mi vida.

Diez segundos… Allá voy!

Solo veo oscuridad. Es esto la muerte? Pensaba que había una famosa luz blanca que te acogía entre sus brazos y te otorgaba a sí el descanso eterno. La paz. Pero mis músculos se sienten demasiado agarrotados y mi cabeza sigue dando demasiadas vueltas.

Abro los ojos, sintiendo algo de miedo por lo que pueda pasar, no quiero ver como la frívola muerte se apodera de mí. Si muero, al menos, que sea con los ojos cerrados.

Lou-Lou esboza una melancólica sonrisa, mientras gotas carmín se deslizan lentamente de las comisuras de sus labios entre abiertas. Me sonríe con la mirada poco antes de caer, ya inerte, sobre mi cuán larga es. Permitiéndome ver quien es mi salvador.

Y al fondo de la angosta habitación, con el pelo revuelto y su aire desenfadado, sosteniendo un cigarrillo entre su irónica sonrisa, esta él sujetando una pistola. Es Spike quien me acaba de salvar la vida.

Nota de la autora:

Supongo que he tardado bastante en actualizar… Y que tengo excusa por que tenía la semana Santa de por medio, pero… Bien, lo puedo justificar, no acababa de encontrar la inspiración y tal comos e puede comprobar en este desastroso capítulo, sigo sin encontrarla, pero bueno, esto mejor que nada, no?

SaQhra - Em… no, Giulia no es una zombie, porque? Ella resucitó igual que Spike. Y si no sentía dolor por los arañazos era porque no le importaba lo que Faye hiciera… no sé. Y tirar los tejos es algo así como, no sé, intentar ligar o seducir, echar piropos y eso

Muchas gracias también a Angel Némesis y Gothik-Punki que siempre me dan muchos ánimos y en fin, nada más. Bye! Y dejen Reviews!